Sangre, honor y arena.

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Sangre, honor y arena.
Summary
Universo alternativo donde Remus es un gladiador en Roma y Sirius es el hijo de uno de los magistrados más importantes de roma, prácticamente considerado de la realeza. O donde un príncipe romano se escabulle dentro del campamento de los gladiadores para escapar de su familia y es descubierto.
Note
Es la primera vez que hago algo como esto pero vi un fanart al respecto (creditos a @/earlgreymoony en instagram) y tenia que escribirlo, espero que les guste <3
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El comienzo de todo (Remus POV)

Roma, siglo I d.C.
Calor. Eso es lo que recuerda Remus con mayor precisión, el calor abrazador de la ciudad romana nueva a la que estaban entrando, llevaban viajando por días, tenía grabado en los oídos los gritos y quejidos de sus compañeros, sus voces clamando por algo de descanso, algo que beber o un poco de sombra. Remus había aprendido a no sentirse culpable por los “privilegios” que tenía, después de todo se los había ganado.
“Con sangre de tus compañeros” le recordaba su cabeza. Si, con sangre, pero era eso o morir en la arena y aun no estaba dispuesto a dejar de luchar por una vida decente, por un día en el que dejar de pelear para sobrevivir fuera posible.
El carro se detuvo con una fuerte sacudida y esa fue su señal para bajar del mismo; era un gladiador, uno de los mejores, le había costado llegar a donde estaba, definitivamente no había sido su elección comenzar en aquella vida pero había tenido que adaptarse. Frente a sus ojos un palacio de mármol se elevaba y en ese momento notó que no todos los carros habían llegado hasta ese punto, solo tres, los de los tres mejores.
–¿Dónde estamos? –preguntó con voz ronca mientras sentía sus muñecas siendo encadenadas–. ¿Dónde está el resto?
–El resto fue a un campamento común por si el pueblo quiere comprarlos, ustedes tendrán una audiencia con uno de los hombres más importantes de esta ciudad, les recomiendo comportarse –dijo el jefe de la escuela de gladiadores, si es que podían llamarla así.
Ellos solían llamarle carcelero porque todos se sentían prisioneros, había muchos tipos de gladiadores: los que se especializaban en la utilización de armas y técnicas de combate específicas, peleaban a veces entre los de mismo rango o se les enfrentaba con tipos diferentes, aunque complementarios. Algunas variantes eran los gladiadores que luchaban con carros y de los cuales él, personalmente, agradecía no ser parte.
El comercio de gladiadores se desarrollaba en todo el imperio y estaba sujeto a supervisión oficial. El éxito militar de Roma generaba un suministro de soldados prisioneros que eran repartidos para su explotación en minas estatales o anfiteatros y para su venta en el mercado libre, los considerados no aptos para su entrenamiento como gladiadores eran enviados directamente a las arenas como noxii ('dañinos'), destinados a ser destripados y los mejores —los más robustos y letales— eran enviados a Roma.
Desde su punto de vista, eran dos tipos de infierno distinto, uno en cual te recordaban en cada momento que estabas en el infierno y condenado a morir y otro en el cual te decoraban el infierno con oro, comida y pasiones hasta que perdías la cabeza por completo. No sabía cuál era peor.
Además de los esclavos y prisioneros, otras dos fuentes de provisión de gladiadores, utilizadas con mayor frecuencia eran los criminales condenados a morir en la arena o a las escuelas o juegos de gladiadores como castigo por sus delitos, y los voluntarios remunerados, los cuales, eran probablemente la mitad más capacitada. Para los pobres y para los no ciudadanos, la incorporación a una escuela de gladiadores ofrecía una oportunidad de obtener un oficio, comida de forma regular, alojamiento de algún tipo y una oportunidad de luchar por la fama y la fortuna.
Él había pasado por todas las etapas menos por la de ser voluntario, había sido prisionero de guerra, había escapado y luego había sido condenado a morir en la arena por sus delitos, lo habían vendido múltiples veces hasta que había terminado en aquella cárcel de entrenamiento, no podía ser considerada escuela con el trato ordinario que recibían casi todos pero según los altos mandos esa vida les volvía más “feroces” así que nadie hacia nada al respecto.
Por lo general te dejaban quedarte con el dinero de lo que ganabas o con los regalos que recibías, pero eso solo ocurría si realmente eras bueno en la arena. Remus lo era. O bueno, “El lobo gris” lo era… ridículo nombre de batalla, pensó mientras se adentraba en aquel enorme salón con paredes blancas y suelo lustrado, en mis 24 años nunca había visto pisos tan brillantes.
–Tan brillantes como oscuros sus dueños… –murmuré con la cabeza baja.
–Magistrado Black –escuchó la voz de su jefe pero no movió un músculo–. Tal y como lo pidió, nuestros mejores gladiadores, permítame hablarle de que puede hacer cada uno y…
–No me interesa, los quiero a todos, dígame el precio y retírese.
No pude evitar levantar la cabeza y observar al hombre, estaba sentado en una especie de trono extraño color dorado que parecía tener labradas algunas serpientes, funcionarios a su alrededor los observaban como si de animales se tratara y murmuraban entre ellos.
–Disculpe señor pero por más generosa que su oferta sea –comenzó–. Mis tres gladiadores no están a la venta.
–¿Perdón? –el hombre se puso de pie, sus ojos eran fríos y de color gris y su mirada transmitía absoluto desprecio–. Dejé bien claro en mi proclama que buscaba comprar a los mejores gladiadores, si no va a vendérmelos ¿Por qué esta aquí? –se rio con burla–. Solo me interesan para ganar un torneo ¿Por qué otro motivo aceptaría a estos infames en mi casa?
“Infames” no era la primera vez que escuchaba esa palabra, había escuchado muchas peores si era sincero, casi quiso reír, aquellos hombres con su poder y su dinero, vistiendo caro y viviendo a costa de los más pobres se creían tener el cielo ganado. Si el cielo y el infierno eran reales, esperaba a verlos a todos junto a él ardiendo en las llamas.
–No me dejó terminar señor, el único que no está a la venta es “el lobo gris” –dijo y supe que era mi señal para avanzar, así que lo hice–. Puede tenerlo temporalmente y hacerle ganar sus batallas pero no está a la venta, a pesar de eso, su costo es más elevado pues es el mejor de todos.
(…)
Había costado pero Julio, nuestro jefe, finalmente había llegado a un acuerdo con el Magistrado Black; este había comprado a mis compañeros y había pagado por mis servicios para llegar a la final de un torneo que se acercaba, por lo que me habían contado era un torneo en honor de uno de los hijos de Black, cumplía años y habían organizado una semana de celebraciones que cerrarían con el combate. Patético.
En mis cuatro años de pasar de arena en arena, había comprendido que estaba mal visto organizar un combate, poner un guerrero y no ganarlo, la mayoría de las veces los organizadores no se quedaban con el premio y se lo daban al segundo lugar pero debían ganar, era una ley implícita.
Me condujeron hasta una habitación bastante lujosa en la cual me esperaban cuatro mujeres para ayudarme a limpiarme y prepararme para los entrenamientos, era una situación incómoda e innecesaria pero había aprendido a callarme la boca cuando era necesario. Supervivencia. Les permití asearme, prepararme para la cama y hacerme preguntas, respondí lo más vano que pude a todas y cada una de ellas, tratando de no ser descortés, estaba acostumbrado, los sirvientes tendían a preguntar por mis cicatrices y batallas. El entrenamiento comenzaría al día siguiente por la mañana y el combate era en dos semanas, noviembre 3 para ser exactos.
Con una cama cómoda bajo su espalda, me quedé dormido.

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