Life that gives Life

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Life that gives Life
Summary
La vida de Draco Malfoy da un giro de 180° cuando, sin aviso alguno, las consecuencias de las decisiones de su esposa llegan tocando a su puerta.Más específicamente, en los brazos de Harry Potter.-Drarry-Mpreg-No es un omegaverse
Note
Hola, hola. Bueno, quiero empezar agradeciendo a todos los que se están tomando el tiempo de leer esta historia. Es la primera vez que publico una nueva historia en varios meses y recién estoy saliendo de un bloqueo escritor.Por favor, ténganme paciencia con las actualizaciones jajaja, estos capítulos son un poco más largos de lo que acostumbro y hago lo mejor que puedo. Sin más que agregar, Gracias y espero que lo disfruten.
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Un biberón lleno de culpa

—¿Papi?

Harry sintió como la pequeña y aún demasiado débil mano de su hijo apretaba la suya.

—Wyatt, bebé, aquí estoy.

Llevaba casi dos horas dormido en una silla junto a su cama, pero se incorporó inmediatamente al escuchar su voz, sentándose junto al pequeño y acariciando suavemente su rostro.

El castaño lo miró con sus enormes ojos verdes; parpadeó en su dirección, disipando el sueño que amenazaba con tumbarlo de nuevo al colchón.

—¿Estamos de nuevo en el hospital? —Preguntó, más abatido de lo que debería sonar alguna vez un niño de su edad.

—No, campeón. Estamos en casa ¿Recuerdas? —Harry deslizó sus dedos por los finos mechones de su hijo, apartándolos de su frente.

—¿Y por qué dormías en la silla?

—Quería estar aquí cuando despertaras —Susurró, antes de dejar un beso en su coronilla.

La verdad era que, cuando había vuelto de la casa de Malfoy, Lorna, la niñera temporal de Wyatt, le dejó saber que el chico había decidido tomar una siesta de media tarde.

Harry sabía que Wyatt solo tomaba
siestas si se sentía mal, pues de no ser el caso, el niño era todo un terremoto andante.

Y lo cierto era, que prefería mil veces tenerlo destruyendo la casa y dejando juguetes por todas partes que verlo languidecer en su cama.

—¿Te sientes bien, Wyatt? ¿Cómo ha estado el día?

En los últimos meses, desde que su tratamiento inició, los ataques de dolor constantes disminuyeron considerablemente; el medimago le informó, con una gran sonrisa, que se debía a que su cuerpo lo estaba aceptando como era debido.

Así que era perfectamente entendible que Harry entrara en pánico ante la mínima posibilidad de que volvieran a hacerle daño a su bebé.

—Solo estoy cansado —Su voz fue apenas un murmullo quedo antes de acurrucarse en el pecho de Harry —¿Papá?

—¿Si?

También estaba un poco somnoliento, la noche anterior no había podido dormir bien por la ansiedad de llevarle el bebé a Malfoy. Ahora, con ese peso menos en sus hombros, se creía capaz de descansar al menos un poco.

—¿Qué pasó con Will? —Y a la basura sus planes de un buen sueño.

—Lo llevé con su papá —Respondió, rogando internamente que fuera suficiente esa vaga respuesta.

Obviamente, no fue así.

—¿Lo volveremos a ver?

—Ya hemos hablado de esto, Wyatt.

Recordó la cara de su hijo esa misma mañana, al despedirse de la criatura que en cinco días se había adueñado de su corazón. Como lloró y pataleó, suplicándole para que se quedara con ellos.

Harry había hecho lo que tenía que hacer por la vida de su hijo, jamás se arrepentiría por eso. Pero, por un segundo, mientras veía a Wyatt llorar, por un instante solamente, consideró la idea de quedárselo.

Después de todo, Astoria le dijo que Malfoy no sabía nada. Podía quedárselo y jamás decirle a nadie quien era el padre.

Pero no. Hizo un trato con la bruja. Y por más que esta estuviera muerta, no rompería su palabra. No después de que gracias a ella su hijo estaba con vida y más sano que nunca.

Con el alma rota, lo entregó.

Y por Merlín, solo él sabía lo que sintió cuando vio el pánico en los ojos de Draco. Dos sentimientos dividieron su corazón; por un lado, el miedo a que lo rechazara, y por el otro, la esperanza de que lo hiciera.

Abandonó Malfoy Manor aliviado y desconsolado. Ni siquiera era consciente de que podía sentir ambas cosas al mismo tiempo.

—Sí, pero.... —La vocesita interrumpió sus pensamientos, con ese tono sabiondo demasiado avanzado para un infante de siete años —Podríamos pedirle al papá que nos deje verlo ¿No?

Las palabras se atoraron en su garganta. ¿Le diría a Wyatt que debía volver a esa casa mientras Malfoy aprendía a cómo cuidar de su hijo? No le parecía correcto, sería solo ilusionarlo.

Al final, una vez el rubio no lo necesitara más, lo sacaría de la vida de Alioth, y sería como una puñalada, él lo sabía, porque se encariñaría. Joder, lo había tenido consigo por cinco días y ya lo adoraba, no se imaginaba cómo sería el dolor mientras más tiempo pasara con él.

Podría aguantar esa agonía para sí mismo, pero no para su hijo.

—¿No crees que Will nos eche de menos?

William. Ese era el nombre que había elegido. En parte porque era el segundo nombre de su difunto padre, y en parte porque sencillamente era inhumano tenerlo en casa y solo llamarlo "El bebé".

Claro que, Malfoy nunca lo sabría.

Ahora su pequeño Will tenía un nombre de estrella. Como todas las generaciones de Black's antes de él. Digno de la familia a la que pertenecía. Y jamás sabría de cómo Harry y Wyatt lo llamaban en sus primeras ciento veinte horas de vida.

—Estoy seguro de que lo hace —Tarareó esa vieja canción que escuchó a una bruja cantarle a su bebé en la habitación de al lado el día que Wyatt había nacido —Vuelve a dormir, hijo.

La verdad, lo único que quería era dejar de hablar del hijo de Malfoy. No le apetecía llorar más por eso.

 

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Al abrir los ojos de nuevo, fue por culpa de la luz filtrándose entre las cortinas azules con estampado de nubes que cubrían la ventana de la habitación de Wyatt.

Tomó las gafas de la mesita de noche en la que las dejó y tanteó la cama junto a él, encontrándola vacía.

Se desperezó y abandonó la cómoda, pero muy pequeña cama. Lanzó un hechizo que tendió las sábanas y corrió las cortinas, permitiendo entrar la luz a la habitación.

Salió de allí en busca del pequeño diablillo, esperando encontrarse con que se sintiera mucho mejor.

Y vaya que no lo decepcionó, pues, apenas puso un pie en la cocina, tuvo una vista perfecta del embarre de cereal esparcido por la encimera; Wyatt, descalzo y aún en pijama, se encontraba subido a la misma, equilibrando un tazón entre sus manos al tiempo que lo rebosaba de leche.

—¿Qué locura haces, briboncito? —Por más que quisiera enojarse con él, no lo lograba, jamás lo lograría. Aún así, se acercó para ayudarlo con su desayuno improvisado y besar su frente.

—No despertabas y tenía hambre.

Cierto, se fueron a dormir temprano, no alcanzaron a cenar. Wyatt, quien acostumbraba comer temprano siempre que su estómago se lo permitiera, debía estar muriendo de hambre.

Sus siguientes pensamientos fueron destinados a Will ¿Malfoy habría seguido sus instrucciones? ¿El bebé le habría dado problemas?

Luchó por convencerse de que no era su asunto. Su única responsabilidad era con el niño devorador de choco krispis sentado frente a él.

Ni siquiera tenía que volver. Bueno, sí, Malfoy se lo había pedido y él le dijo que volvería... pera nada lo obligaba a hacerlo, es decir, no es como si el rubio supiera donde vivía o pudiera dar con él de alguna forma.

Era su oportunidad de empezar de cero, lejos de todo ese embrollo en el que se metió esa tarde en la cafetería. Astoria le dio suficiente dinero como para pagar por completo el tratamiento de su hijo y sobrevivir al menos un año más sin complicaciones.

Podía usar eso para irse, comprar otra casa, lejos de Londres, quizás hasta dejar Reino Unido otra vez.

Sí, podría funcionar. Ahora que Wyatt no lo necesitaría permanentemente a su lado y no estaban esclavizados al hospital, podría encontrar un empleo e inscribirlo a él en una escuela de verdad. Quizás este era el momento de empezar una nueva vida.

—¿Te gustaría que nos mudáramos, Wyatt?

El niño se congeló ante la pregunta, bajando su comida lentamente antes de mirar a su padre.

—¿Pasó algo malo?

Su carita cambió hasta mostrar una expresión resignada y afligida que no hizo mucho para mantener el corazón de Harry en una sola pieza.

—Claro que no —Wyatt se consideraba un niño lo suficientemente mayor como para no ser alimentado por su papá, pero no lo rechazó cuando Harry elevó la cuchara a su boca —¿Por qué piensas eso?

—Cada vez que nos mudamos es porque hay problemas.

Harry lo consideró, y no era del todo cierto. Si bien cuando dejaron America no fue exactamente... Por circunstancias normales, la segunda vez, al mudarse de Cambridge a Londres fue con el único propósito de estar más cerca de San Mungo.

—Esta sería la ultima. Al menos hasta que crezcas y creas que eres suficientemente mayor como para seguir viviendo conmigo —Bromeó.

—No quiero irme, esta casa es linda...

—¿En serio?

A Harry también le gustaba. La compró precisamente porque era la clase de casa en donde le hubiera encantado crecer; tres habitaciones, dos baños, una cocina pequeña pero con ventanas grandes que la dejaban siempre llena de luz, jardín trasero y, lo más importante, sin alacenas bajo la escalera.

También había intentado decorarla conforme a las escasas fotos que Sirius, cuando aún era un adolescente, le obsequió. Fotos de sus padres en esa casita de Godric's Hollow, imágenes móviles en donde se veían sonrientes, con su bebé en brazos.

Harry hasta había puesto un alfabeto mágico en la habitación de Wyatt. Sí, tal vez inconscientemente él también se hizo a la idea de que habían encontrado por fin un hogar.

—¡Sí! No es como las otras, es especial. ¡Además, está cerca de Hogwarts!

Harry se rio. No, no estaba cerca de Hogwarts, pero si de la estación. A Wyatt le hacía tanta ilusión estudiar allí que él no encontraba valor para decirle lo poco que se le antojaba que fuera a esa escuela.

Tanto tiempo cuidándolo, asegurándose de que nadie se enterara, ni por asomo, de quien era en realidad. Una vez supieran que tenía un hijo, la prensa mágica se lo comería vivo. Y Wyatt quedaría expuesto sin poder hacer nada para evitarlo.

—Hogwarts está en Escocia —Fue lo único que dijo, dejando su fatalismo de lado.

—¡Pero tú vivías aquí antes! ¿Como hacías para llegar? —Aún faltaban cuatro años antes de que tuviera que entrar, le quedaba tiempo, pensó, mientras veía su rostro reflejarse en los brillantes ojos verdes de su hijo.

—Se llega en el Expreso de Hogwarts, que parte de la plataforma 9¾.

—Wooow ¡Voy a subirme a un tren! —Chilló emocionado, casi brincando en el lugar.

Ya sin querer hablar del asunto, mandó a Wyatt a bañarse y se dispuso a recoger todo el desorden.

Mientras un hechizo se encargaba de lavar los platos, algo llamó su atención por su vista periférica.

Era el biberón, el que había comprado para Willian con la idea de alimentarlo por la semana que estuviera con ellos.

¿Y si Malfoy no había logrado preparar su fórmula? Y si tenía a Will... Alioth, se corrigió él mismo ¿Y si tenía a Alioth muriendo de hambre? ¿Como sabría que hacer un hombre que en su vida se había encargado de otro ser vivo?

El pánico y la ansiedad escalaron rápidamente por su sistema, haciéndolo sentir miserable porque sabía cómo terminaría eso.

Maldita fuera Astoria Greengrass donde sea que estuviera ¿Cómo se le ocurría morirse y dejarlo a él con ese problema?

Gruñó para sí mismo, odiándo su complejo se salvador y su incapacidad para dejar que las personas arreglaran sus vidas por su cuenta.

—¡Date prisa, Wyatt. Tengo que salir!

Maldijo en voz alta nuevamente, preparando un bolso más equipado con todas las cosas que un recién nacido podría ocupar.

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