Life that gives Life

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Life that gives Life
Summary
La vida de Draco Malfoy da un giro de 180° cuando, sin aviso alguno, las consecuencias de las decisiones de su esposa llegan tocando a su puerta.Más específicamente, en los brazos de Harry Potter.-Drarry-Mpreg-No es un omegaverse
Note
Hola, hola. Bueno, quiero empezar agradeciendo a todos los que se están tomando el tiempo de leer esta historia. Es la primera vez que publico una nueva historia en varios meses y recién estoy saliendo de un bloqueo escritor.Por favor, ténganme paciencia con las actualizaciones jajaja, estos capítulos son un poco más largos de lo que acostumbro y hago lo mejor que puedo. Sin más que agregar, Gracias y espero que lo disfruten.
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¿Esperanza? ¿Qué es eso?

—Te quedarás con el tío George mientras papá arregla unos asuntos ¿Si?

Harry abotonó el abrigo rojo y ajustó la bufanda al rededor del cuello de Wyatt.

—¿Más asuntos? —Un puchero se asomó en sus en sus labios e infló las mejillas infantilmente.

—Tu papá es un caballero muy solicitado ¿No es así, Harry? —Bromeó George, para sacarlo del apuro —No tienes que preocuparte, pequeño león. Estará de vuelta antes de que puedas decir “el hipogrifo incendió mi cocina”.

Lo levantó por debajo de los brazos y lo hizo rebotar en el aire, sacándole gritos de júbilo y diversión. Guiñó un ojo en dirección del pelinegro, quien suspiró con alivio.

—¿Me contarás la historia de tu oreja otra vez, tío George?

—Ummm, no lo sé, déjame pensarlo —Fingió por un momento que, en efecto, lo estaba pensando. Solo para después atacar el estómago del niño a cosquillas —¡Las veces que quieras, diablillo!

—Pórtate bien ¿Si? —Se agachó nuevamente ante él, una vez George lo devolvió al suelo. Se alegró de encontrar que todo el humor funebre de antes había sido remplazado por diversión —¿Me lo prometes?

—Lo prometo —Wyatt enganchó su meñique con el suyo y luego lo cruzó sobre su pecho solemnemente.

—Gracias de nuevo por cuidar de él —Habló, dirigiéndose esta vez al pelirrojo.

—No hay de que, Hars. Amo a este pequeñín —Revolvió su cabello —Es bueno tener con quien hacer bromas... al menos por un rato.

No pudo evitar la mirada melancólica que dirigió al Weasley luego de eso, sabiendo perfectamente lo que había pensado.

—Estoy seguro de que no encontraré mejor compañero de fechorías que él —Continuó George —¿Cierto, diablillo?

Wyatt, en respuesta, solo sonrió traviesamente, antes de correr como alma que lleva al diablo al interior de la tienda.

—Espero te vaya bien con eso que tienes que hacer —Deseó —Tengo que entrar antes de que consiga algo que pueda hacer explotar.

Harry rio y se alejó por el ahora nevado Callejón Diagon, caminando desde Sortilegios Weasley hasta el punto de aparición más cercano.

Una vez allí, utilizó la desagradable técnica de viaje para transportarse hasta las afueras de la imponente Mansión Malfoy, la cual no se veía para nada diferente al día anterior; quizás solo un poco más tenebrosa e intimidante ahora que no traía al bebé en brazos para distraerlo.

—Bueno, esto será interesante —Balbuceó para sí mismo.

Se sorprendió al no sentir las protecciones de la casa interponerse en su camino, permitiéndole desplazarse con facilidad por los conocidos jardines e ignorar el bululú de los pavos que corrían por un lado a otro del mismo.

Una vez frente a la puerta, no tuvo ni que tocar, cuando Malfoy, con ojeras enormes y ojos hinchados,  se presentó ante él.

—¿Estás bien? ¿Ocurrió algo con Alioth? —Harry se alarmó tan solo ver el semblante desaliñado del rubio, imaginado los peores escenarios habidos y por haber incluso antes de que abriera la boca.

—¿Dónde mierda estabas? —Susurró muy bajo, como si temiera ser escuchado —Debiste llegar hace horas.

—Te dije que tengo cosas que hacer —Rebatió con indignación, cruzándose de brazos.

—¡Como sea! —Exclamó, viéndose arrepentido inmediatamente por su sobresalto —No puedes volver a irte, Potter.

—¿Disculpa?

—No puedes... —Miró sobre su hombro con ojos saltones —No puedes volver a dejarme solo con esa cosa.

—¿La cosa que es tu hijo?

A Harry casi se le escapa una carcajada por lo surrealista de la situación; ver a alguien como Malfoy perder los estribos por un simple bebé era, sin duda, un espectáculo por el que pagaría cualquier cantidad de galeones.

—Nuestro hijo —Muy bien, Draco debía dejar de decirle ese tipo de cosas, no era sano para su salud mental.

Sonrió tenso en su dirección y entró sin esperar invitación.

—¿Donde...? —Detuvo la pregunta al escuchar los gorgoteos provenientes de una cuna flotante en medio del salón principal —Hola, Alioth ¿Como está el bebé más hermoso del mundo mágico?

—¿Por qué le hablas así?

—¿Así... cómo? —Alzó al bebé sin dirigirle ni una sola mirada al hombre a su lado.

—Así, chillon e... infantil —Una mueca de desagrado perturbó sus irritantemente perfectas facciones.

—Nunca te dieron afecto ¿Verdad, Malfoy? —Comentó, aun con la aniñada voz.

—No puedo si quiera imaginar a mi padre haciendo algo tan ridículo —Lo fulminó con sus grises ojos —No es afecto, es estupido.

—¿Escuchaste, Alioth? Tu papá está traumatizado —Dejó de burlarse al notar que Draco lo observaba totalmente anonadado —¿Todo bien?

—¿Cómo hiciste eso?

—¿Qué? —Cambió al bebé de brazo, jugando con sus manitas y haciéndole cosquillas.

—Hacerlo reír —Draco alcanzó la mano libre de su hijo, quien no tardó ni un segundo en apoderarse de su índice, sacudiéndolo de un lado a otro —No ha parado de llorar desde que te fuiste, excepto para comer y cuando cayó dormido del cansancio. Lo digo en serio, Potter, nunca vi a alguien con pulmones tan fuertes.

Harry suspiró ¿Cómo explicarle a Malfoy que era natural que Alioth se sintiera inquieto con un desconocido y se relajara en la presencia de quien lo llevó por nueve meses en su vientre?

—Es cuestión de práctica —Simplificó, sin ganas de dar explicaciones que hicieran que Malfoy quisiera que los acompañara por más días —Con el tiempo se acoplarán el uno al otro. Yo al principio también sufrí mucho con W... Con niños que cuidé alguna vez.

Se interrumpió antes de arruinarlo. Wyatt era su secreto; no había conseguido mantenerlo a salvo de la prensa y los peligros por siete años yendo por la vida contándole de él a cualquier desconocido.

Aunque Malfoy no era en toda regla un desconocido... Pero tampoco era un amigo, se recordó, ni alguien en quien pudiera confiar realmente.

Y aún si no tuvieran toda la engorrosa historia que los unía, no se imaginaba confiándole lo más preciado que poseía.

—¿Cuidas niños?

—Ajá —Harry se encogió de hombros. No era del todo mentira, era verdad que cuidaba de un niño —Últimamente hago cosas muy locas por dinero.

—Hablando de eso... ¿Cómo es que Harry Potter se quedó sin galeones? —Tal vez su tono no había sido del todo una burla, pero logró poner de mal humor a Harry.

—No estoy aquí para hablar de mi vida contigo —Señaló el sofá con su mano libre —Siéntate, te enseñaré a dormirlo.

Dos horas pasaron, Draco jamás logró dormirlo. Pero Harry no se desanimó y optó por enseñarle lo básico de cuidar a un bebé.

Empezando por cambiar su pañal. Sí, el pañal. Porque Harry lo veía como una prioridad luego de sentir el cosquilleo de la magia de Draco al rededor del torso y piernas del bebé y encontrar, al desnudarlo, su pañal sosteniéndose por un hechizo de cuerdas invisibles.

—¡Por Godric! —Harry no podía creer lo que veían sus ojos; o mejor dicho, no veían —¡¿Enloqueciste?! Esto podría causarle sarpullido o alguna cosa peor.

—¡No sabía cómo ponerlo! ¡¿Cómo se supone que lo mantendría junto si no era con un hechizo?! —Se encogió un poco ante la mirada envenenada de Harry.

—Con las tiras adhesivas, Malfoy —Informó en un gruñido, mientras con la mano señalaba los cuadrito pegajoso.

—¿Y como supones que lo sabría? No me lo dijiste —Alzó la barbilla y se cruzó de brazos dignamente.

—Sentido común, hurón —Su ex compañero de escuela entrecerró los ojos en su dirección. Harry apostaba a que si no fuera por el bebé, ya lo hubiera echado a patadas de su domicilio.

Cualquiera pensaría que no es tan difícil cuidar a un niño. Oh, dulce inocencia.

 

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Luego de un par de horas, ya lo tenía durmiendo nuevamente en su cunita en medio de la sala. Malfoy no le quitaba los ojos de encima ni por un segundo.

—No me esperaba que fueras de esos padres —Admitió, dejándose caer en el sillón, un poco exhausto por los dos días seguidos de mal dormir.

—¿Qué padres? —Preguntó en voz baja.

—De los que piensan que dejarán de respirar a penas dejen de observarlos.

—Yo no hago eso —Apartó la mirada a regañadientes y reafirmó en voz más firme —Yo no hago eso.

—Claro que no —Harry sonrió y negó con la cabeza, solo un poco conmovido.

A pesar de que apenas era pasado el medio día, el salón, al estar privado de ventanas, se iluminaba casi exclusivamente por la chimenea, dándole ese aire acogedor y relajante.

Harry permitió a sus ojos vagar un poco, notando detalles por aquí y por allá que conformaban la habitación, hasta detenerse sin permiso alguno sobre el hombre junto a él.

Si no lo conociera de toda la vida y no fuera consciente del hijo de perra que era, le enternecería la forma en que contenía el aliento cada que la criatura en la cuna emitía algún ruido.

Viéndolo tan de cerca, fue más evidente el cambio que sufrió desde la escuela. Como sus pómulos, antes demasiado puntiagudos, ahora solo le otorgaban un toque elegante y llamativo; su cabello, atado en una coleta baja sobre su nuca, tan largo como el de su padre, pero más majestuoso por alguna razón.

Se imaginó como sería Will al crecer ¿Tendría algo de él? ¿Su cabello rebelde? ¿Su rostro se volvería un poco más tosco y menos fino? ¿Quizás heredaría su estatura?

Lo más probable, le recriminó su conciencia, es que toda esa genética francesa y perfecta venciera. Y si no era así, estaba seguro de que Malfoy haría todo en su alcance para corregirla de inmediato. Borrándolo de su Will. Como si no fuera más que la persona que lo trajo al mundo.

"Y es que no eres ni serás más que eso" se escuchó una voz irritantemente parecida a Lucius Malfoy en su mente.

Maldito infierno, sus ojos se humedecieron. Se convenció a sí mismo de que se debía a que aún las hormonas no desaparecían del todo.

—Es mejor que me vaya —Se levantó y conjuró un accio sin varita, atrayendo su chaqueta de cuero (Alguna vez perteneciente a Sirius) a su mano extendida.

—¿Tan pronto?

¿Fue decepción o miedo lo que escuchó en su voz?

—Ya está dormido, no hay mucho que hacer a partir de ahora —Se envolvió con la chaqueta y disimuladamente secó la lagrima solitaria en su mejilla —Solo debes repetir una y otra vez las cosas que ya te enseñé hasta que crezca un poco, ya de allí en adelante tendrás que encontrar a alguien que te diga que hacer.

—¡Espera! —Harry se detuvo, no se dio cuenta de que inconscientemente se acercó hasta la puerta principal —¿Es todo? ¿Te vas? ¿Así nada más?

—Eh... ¿Sí? —Mierda, no, eso no debió salir como pregunta.

—¿Y qué pasa con Alioth? —Sus ojos grises, abiertos de par en par, brillaban con incertidumbre.

—Es tu hijo, tú sabrás —Eso fue cruel e insensible, pero él en serio, en serio necesitaba salir de allí.

Fue suficiente para cerrarle la boca y hacer que ahora lo mirara con algo muy semejante al odio, aunque con más dolor.

—Tienes razón —Concedió, con voz helada —Es mi hijo.

—Draco... —No quería terminar así.

En el fondo, aún conservaba la esperanza de que Draco tal vez permitiera que Alioth se acercara a Wyatt en un futuro, al menos una vez.

—No, Potter. Tú tienes toda la razón. Es mi hijo y tú no pintas nada más aquí. Tienes tu dinero, eso es lo que te importa, ahora puedes irte —La esperanza fue brutalmente asesinada, dejando un agujero en su pecho que jamás cerraría.

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