Mother of three

Marvel Cinematic Universe Agatha All Along (TV)
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Mother of three
Summary
Agatha Harkness es una poderosa Omega que se ha abierto paso como abogada en un mundo donde su status no la favorece. Río Vidal es una carismática y atractiva Alfa, a la cual le fascina competir y coquetear con ella. Rio, un día descubre que su enigmática compañera de trabajo es madre soltera de tres pequeños. Lo que hace que se sienta aún más atraída hacia la Omega.
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Los Harkness

La espalda de Río chocaba con el frío concreto de la pared mientras llevaba nuevamente el cigarro a su boca. Estaba siendo una jornada especialmente difícil de trabajo y lo único que podía calmarla era este momento del día. Estaba deseando con todo su ser que el receso se extendiese por un cuarto de hora más. Jugaba a mirar los vehículos del estacionamiento y adivinar quién era su dueño. Descapotable rojo-Alysha, minivan- Tony, motocicleta…Ethan.Más tarde confirmaría si había acertado, pero tenía la sensación de que ese era el caso.

Por un lado, siempre gozo de gran fortuna (ese tipo de gente que compra un boleto de “rasca y gana” y efectivamente gana). Por otro lado, desde pequeña he sido buena formando deducciones y leyendo a las personas. Tal vez se debe a que es de naturaleza callada, por lo cual suele tomarse su tiempo observando antes de integrarse a una conversación.La mayor parte del tiempo podía entender, al menos un poco, lo que la gente verdaderamente sentía.

Está sonriendo, mientras se arranca la cutícula del pulgar. Y tampoco se puede ignorar que parece capaz de responder solo con “geniales y okays”. Dios santo, ya dile de una maldita vez que no quieres ir por un café con él.

Pero había una persona con la que todo siempre era distinto…retador. Agatha Harkness. Desde el momento primero la había sorprendido con su actitud sarcástica y sagaz. Río no se quedó atrás respondiendo con igual intensidad. De esta manera, desde hace unos meses, se había establecido entre ellas una especie de juego de poder cargado de tensión sexual. Está casi segura de que están coqueteando, pero como se dijo, con Agatha nunca es seguro. Río a veces llega a pensar que realmente la odia.

Tres personas se acercan al edificio por el lado opuesto al suyo, un adolescente, un puberto y un niño. “Genial, boy scouts” rodó los ojos. En ese momento sale la mujer que hace hervir su sangre por calentura y enojo en igual medida. Su brillante melena se ve algo enmarañada y sus mejillas sonrojadas. Río recordó que ella misma debió usar la escalera porque el elevador está fuera de servicio. El comentario burlón sobre su pésimo estado físico le quedó en la punta de la lengua cuando Agatha la pasó de largo yendo directo a los boy scouts.

—¿Están bien?— Acunó uno por uno los rostros de los niños buscando alguna herida. Al no encontrar nada suspira y los envuelve en un abrazo.

—Me preocupé tanto…— Reparte besos entre las tres cabecitas amontonadas. El mayor se despega un poco con las mejillas sonrojadas al ver a Río. —Ya, ya mamá te dije que fue una falsa alarma. Los de tercer año tuvieron la maravillosa idea de hacer una amenaza de bomba en broma.

Sus expresiones se endurecen asemejandose un poco a las que Río está habituada a ver. Aún así, no está ni cerca de lo aterradora que puede ser en la corte. Tiene ambas manos en la cadera y una ceja alzada, la típica posición de mamá regañona.

—¿Acaso los padres de hoy en día no enseñan a respetar? ¿Cómo es posible que se burlen de temas tan delicados?— Tomó la mano derecha del niño mayor y la izquierda del enmedio

—Necesito que me prometan ahora mismo que ustedes no serán jamás tan insensibles.

—Dios, mamá esto no es necesario. Sabes que…

—Prometanlo.— Sentenció sin espacio para réplicas. Ambos tragaron grueso.

—Lo prometemos— Dijeron al unísono Sostuvieron la intensa mirada de su madre por unos segundos hasta que esta rompió el contacto. Agatha sonrió dulcemente y envolviendolos una vez más susurro:

—Estoy muy orgullosa de ustedes, mis bebés. Los amo.

Río sabía que lo correcto era irse para darles un momento de intimidad. Pero sus pies parecían atornillados al piso y su vista a la familia. Recorrió el rostro de la pelinegra, sus ojos estaban cerrados y su característico ceño fruncido era inexistente. “Esto es…Nuevo” pensó dándole una calada a su cigarro.

—¿Y quién es esa señorita?— dijo Nicky con desconfianza recién notando a la mujer. Los cuatro Harkness voltearon hacia ella. Río tiró la colilla al suelo y la aplastó con su bota.

—¿Señorita y no señora? Me caes bien, niño.— Le guiña coqueta. Inmediatamente el menor se sonroja y oculta su rostro en el vientre de su madre.

Río ríe divertida y comenta:

—Igualito a su mamá.— Agatha rueda los ojos.

—Niños, ella es Río, mi compañera de trabajo. Río, estos son William, Thomas y Nicholas.

—Encantado de conocerla, señorita Río.— Dijeron los tres en coro. “Son muy educados. Conociendo como es en el trabajo, no me sorprende que sea una mamá del tipo sargento.”

Contestó al saludo haciendo un gesto con la cabeza mientras le quitaba el envoltorio a un chupetin.

—Gran colección la que tienes ahí— Apuntó con la paleta a Billy que llevaba una pila de Blue rays.

—Sí, estos son de…

—Studio Ghibli.—Se adelantó. Los ojos del muchacho brillaron.

—Bromeas, ¿lo conoces?

—¿Conocer? Literalmente fui a Japón a visitar el museo tres años atrás. Pero, ni yo tengo una colección tan completa.— Reconoció.

—Ehh, sí es genial…¿verdad?. Acabo de comprarlas de camino aquí con…ya sabes…Dinero del almuerzo.

Río alzó una ceja y abrió la boca para responder, pero fue interrumpida por la pelinegra.

—¿Fueron a comprar?

—¡Sí, Billy me compró esto!— Tommy levantó un cd de videojuegos.

—¿Otra película?, ¿Para qué quieren tantas?

Los hermanos suspiraron y rodaron los ojos. “Definitivamente son suyos" pensó Río.

—Primero que nada, las mías son más que películas. Es un trabajo de investigación para perfeccionar mi arte y algún día poder entrar a una buena universidad. Ser animador no es un trabajo sencillo, madre.

El corazón de Agatha se estrujo un poco al oir a su hijo hablar de su futuro. En unos años dejaría el nido, muy atrás quedaría su cachorro para dar paso a un joven hombre. Sin percatarse del sentir de su madre Thommy continúo:

—Y segundo, lo mío no es una película. Es un videojuego, “The Last Of Us”. La última versión para PlayStation 5.

Agatha no sabía mucho de consola, pero sí que la suya era la PlayStation 3. Pensando que el chico cometió un error señaló:

—¿Y cómo piensas jugarlo sin PlayStation 5? —Rony Addam recibió una por su cumpleaños. Todos pueden jugar cuando quieran si le compran un videojuego. Y este— Besa el CD.— Es mi pase de entrada.

La cara de la mujer volvió a enrojecer y apuntó a su hijo con el dedo.

—Definitivamente no irás a esa casa.

—¿Qué? ¿Por qué no?— Chilló

—Porque lo que ese niño hace es desagradable. Cuando invitamos a tus amigos a casa juegan con tu consola, les compro pizzas e incluso los llevo a casa y nuca le hemos pedido nada. Y ahora resulta que tú tienes que pagar por una tarde de juegos.

—Estamos hablando de Rony Addam, es un año mayor que yo y una de las estrellas del equipo de basketball. ¡Claro, que tengo que dar algo para juntarme con él!— Volteo el rostro y apretó los labios.

—¿Todo esto es por que el tiene ese estúpido aparato?— Tragó grueso— ¿O-o hay algo más por lo qué te sientas así?

Silencio.

—Thomas, mírame cuando te hablo.

La miró fijamente con los ojos brillosos de lágrimas retenidas.

— Tú sabes porqué.

La mujer no respondió, pero no hizo falta. Una ola de feromonas de angustia los azotó. Billy mantenía la mirada gacha y los puños cerrados. “Mami” murmuró el menor tomando su mano.

Río sintió la imperiosa necesidad de intervenir.

—Hey campeón, tu madre tiene razón. Ese chico es un imbécil.— El niño la miró serio esperando un regaño.— Cuando llegué a este país conocí a muchos “Ronys” que me molestaban por ser un Alfa escuálida y latina. En aquel momento hubiera dado cualquier cosa por ser parte…Y lo hice, de hecho.—Busca la billetera en su abrigo— No terminó nada bien.

Le entregó una tarjeta de trabajo blanca que rezaba Río Vidal en letras negras. El castaño frunció el ceño, “¿para qué necesito yo una abogada?...¡Quiere que demande a Rony!”

—Detrás hay un número y una dirección.— indicó tocando la tarjeta con un dedo.— Eres un ingenuo, pero te ves como un buen chico., Si tu mamá te da permiso puedes venir a jugar con mi play. ¿Qué te parece eso?

Los dos miraron a la otra mujer. Agatha se revolvió el cabello considerando su respuesta. Río tenía razón Tommy era en general un buen hijo aunque las cosas hayan estado tensas entre ellos últimamente.

—Río, no tienes que hacerlo…

—En serio no es molestia. Debo admitir que soy un poco rarita, tengo un cuarto específicamente para mis consolas y videojuegos. Un compañero de partida no me vendría nada mal.

Agatha dirigió su vista a su hijo que la miraba con su mejor cara de perrito suplicante. Y aunque jamás lo admitiría frente a sus niños, ella nunca le podría negar algo a eso.

—De acuerdo. Ahora agradécele a Río.

Río le extiende la mano y el niño la sujeta con firmeza.

—Gracias, señorita Río. Prometo portarme bien en nuestro encuentro.

La mujer se mordió el labio divertida por la seriedad del pequeño.

—Lo espero, el sábado a las cinco. ¿Le parece bien, hombrecito?

—Sí, ahí estaré.— Agatha tosé.— Sí mamá está de acuerdo claro.— Se apresura a añadir.

—El sábado está bien, supongo…—Mira a Nicky—que tendré que llamar a la señora Hart para que cuide de ustedes dos.

Billy se escandaliza:

—¿Los dos? ¡Yo también quiero ir mamá, por favor!

—Ya hemos molestado lo suficiente a Río. De todo modos, a ti no te gustan tanto esas cosas.

—No soy un adicto como Tommy, pero definitivamente quiero probar la Play 5.—Junta las manos como rezando mientras mira a Río y su madre.

—No hay problema. Ya sabes lo que dicen, mientras más mejor.

—¿Puedo llevar a mi novio también?

—¡William!— Lo fulminó con la mirada, él se encogió de hombros. “Que miedo” pensó la latina antes de hablar.

—Puede venir también. Seremos número par, perfecto para hacer equipos.— Hizo un gesto de “ok” uniendo el pulgar con el índice.

Notó complacida como la Omega se relajaba un poco ante su actitud despreocupada. “Otro enfrentamiento familiar evitado. Me estoy volviendo buena en esto.”

Sintió como alguien tironeaba suavemente su pantalón. El cachorro Harkness la miraba con las mejillas sonrojadas.

—S-omos cinco, ese-ese no es un número par.— La mira con ojos brillantes de lágrimas retenidas.—También estoy invitado ¿ci-cierto?

Diablos, casi hago llorar al bebé. Para ser justos ¿Qué clase de niño de siete sabe lo que es un número par?” Se arrodilla para quedar a su altura y darle un apretón en el hombro.

—Claro que estas invitado.— Se acerca a su oreja— De hecho, en cuanto hablamos de equipo supe que te quería en el mio. Pero no le digas nada a tus hermanos. ¿Si?

Le extiende el dedo meñique y el pequeño lo envuelve con el suyo para sellar su “secreto”, aunque todos los presentes oyeron la conversación. La loba de Agatha conmovida ante la escena provocó que se le escapase un ronroneo, que rápidamente disimuló con una tos. Fue lo suficiente convincente para engañar a todos, menos al Omega adolescente que quedó confundido.

—Niños, despidanse de Río debo volver al trabajo.

La saludaron y le agradecieron nuevamente. Cuando iban a hacer lo mismo con su madre Río sugirió:

—Ve con ellos a casa. Tuviste una mañana difícil, yo me encargaré de tu papeleo.

Agatha la miró sorprendida. Ellas solían batallar encarnizadamente por obtener y resolver los mejores casos. No había juegos desleales, pero tampoco este tipo de camaradería.

—¿Y que vas a decirle a la supervisora?

—Tú ya le avisaste que recibiste una llamada de emergencia en la escuela de tus hijos, no creo que tenga que dar más explicaciones.

—No-no lo sé el caso Harold es un poco engorroso y…—Comenzó.

—Tienes suerte de tener a la mejor abogada del Bufete de tu lado. — Sonrió de costado.

—Ahí estás tú de nuevo.—Sonrió torpemente, no acostumbraba a ser amigable en el trabajo y menos con Río.

La castaña se enterneció frente a ese sonrisita cuadrada e incómoda, Agatha lucía más inocente y honesta que nunca.

—Gracias— susurró

—Te veo.

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