Mother of three

Marvel Cinematic Universe Agatha All Along (TV)
F/F
G
Mother of three
Summary
Agatha Harkness es una poderosa Omega que se ha abierto paso como abogada en un mundo donde su status no la favorece. Río Vidal es una carismática y atractiva Alfa, a la cual le fascina competir y coquetear con ella. Rio, un día descubre que su enigmática compañera de trabajo es madre soltera de tres pequeños. Lo que hace que se sienta aún más atraída hacia la Omega.
All Chapters

Pasta and kisses

Río miraba ansiosa su reloj, le daba pequeños toques con el dedo como si eso ayudaría a acelerar el tiempo. Su nuevo cliente era un perfecto idiota, un malcriado veinteañero que al conducir ebrio se estrelló frente a un jardín de Infantes. Gracias a Dios ocurrió una noche de sábado y no había nadie en el lugar. Oír a padre e hijo tratando de justificarse y tratando de resolver todo con dinero era un absoluto suplicio.

Y la peor parte de todo es que Río sabía que tendría que encargarse de esto. El par de tontos demostraba ser sexista sin vergüenza alguna. Para la mala suerte de la latina, los únicos abogados disponibles además de ella eran Agatha y Wanda, una beta. El padre apenas dejaba que la pelirroja hablase, la interrumpió constantemente y desestimó sus sugerencias.

Con Agatha la situación era mucho peor. Ellos ni siquiera la miraban y en las pocas ocasiones que se dirigían hacia ella era con tono condescendiente.

—Querida, ¿me enviarías esa información al correo, por favor?

La pelinegra respiró hondo y contó hasta cinco mentalmente.

—Señor Byron, le recuerdo…Otra vez–Sonrió falsamente—Que ese es el trabajo de nuestro secretario.

—Ah, si,si, claro. Ahora, Río, ¿en qué estábamos?

“En que eres un pequeño pedazo de mierda” quiso decir, pero en cambio contestó:

—Aquí, la Doctora Maxmoff, le estaba especificando muy claramente los procedimientos legales que atravesaremos.

Sin duda, lo que Río más detestaba era la manera en que cada vez que la Omega terminaba una explicación, el hombre esperaba que ella aprobase lo dicho.

—...De ese modo evitaríamos un escándalo mediático mayor.— Concluyó.

Él busca a Río con la mirada y ella rendida sentencia:

—Sí, lo que la Doctora dice es correcto.

Ambos le sonríen satisfechos. Sin poder aguantarlo más la castaña se levanta de la mesa.

—Bueno, hemos debatido por casi dos horas sin parar. Creo que lo mejor para todos es terminar aquí y darnos tiempo para reflexionar el asunto.

Una vez todos de pie el señor Byron estrecha la mano de Río por varios segundos. Su hijo imita la acción.

—Confío en que nos representará bien, señorita Vidal.

A Wanda le dedican un asentamiento de cabeza. Cuando se acercan a ella, Agatha le tiende la mano y lo mira a lo ojos. El hombre la observa sin saber qué hacer, Río oculta una sonrisa divertida. La pelinegra sacude la mano insistiendo. Finalmente el Alfa la toma, pero en vez de estrecharla, la besa mirando a Agatha con ojos entre lascivos y victoriosos.

Río siente unas repentinas ganas de vomitar y de, bueno, asesinar. Algo de estos sentimientos se filtraron en el aire a través de sus feromonas, Wanda le golpea el hombro en advertencia. Cuando los clientes están finamente fuera de la oficina, la beta sentencia:

—Hijos de perra.

Las otras dos no podían estar más de acuerdo.

 

La puertorriqueña se dirige al estacionamiento, ve a Agatha unos metros detrás suyo. Sigue caminando creyendo que es una coincidencia, pero después de que casi llega a su auto se voltea.

—Me estás siguiendo. ¿Debería sacar mi gas pimienta?

La Omega se rasca la punta de la nariz en un gesto nervioso.

—No, yo…Yo invito el almuerzo hoy. Ya sabes, por lo que hiciste ayer con los niños.

Río abre la boca, pero Agatha la detiene con la mano.

—Y antes que te niegues, te advierto que no voy a ceder. Así que ahorrame tiempo y enciende el auto.

Río sonríe grande.

—No iba a rechazarte. Quería saber si tú vienes incluida en el postre.

La pelinegra se sonroja y farfulla:

—Tú en verdad, no le temes a una demanda por acoso.— Luego se sube al auto sin esperar invitación.

 

—¿Qué vas a pedir?— Apoya el menú sobre la mesa.

—Un poco de ensalada César estará bien.

La Omega levanta una ceja.

—Vamos Río, se que comes mucho más que eso. No seas tímida, puedo pagarlo.

—¿Y tú qué sabes cuanto como?— réplica.

—Porque pides una obscena cantidad de Donuts y Smoothies para comer en tu oficina.

—Ok, me atrapaste soy una adicta a la comida— Alza los brazos derrotada— Entonces, a la mierda la ensalada, quiero dos platos de pasta.

—Le pediré lo mismo.

Inmediatamente luego de que la mesera deje la comida en la mesa, Río pasa toda la pasta a un solo plato haciendo una gran montaña de spaghetti. Agatha no puede evitar mirarla sorprendida.

—¿Qué?—Interroga con la boca llena— A los 30’s los Alfas estamos en la flor de nuestra virilidad, necesitamos mucha proteína.

Ignorando el erróneo dato de neandertal, Agatha pregunta:

—¿Tienes treinta?

—Treinta y seis.

La pelinegra se mofa:

—Ya veo porque te llevas bien con mis hijos, aún eres una jovenzuela.

La contraria sin parar de engullir contesta:

—Lo dices como si fueras una anciana.

—Soy mayor que tú.

—Ocho años no son nada.

—¿Cómo sabes mi edad?— Se sorprende.

Río se paraliza con el tenedor a unos centímetros de su boca abierta. Agatha la mira con sospecha.

—¿Adiviné?

—Río…—Amenaza.

—Okay, okay. ¿Recuerdas esa vez que no podías entrar al edificio porque perdiste tu identificación?

—Sí y llegué tarde a la reunión del caso Jokins. Pero ¿eso qué tiene que ver?

Río la mira alzando las cejas.

—No puede ser… ¡Tú la tomaste!— Comienza a pegarle en el brazo con el menú.

—Ouch, ay, lo siento. Realmente quería ese caso, tenía de todo.

—Lo sé, por eso yo también lo quería.— Le clava el tacón de un pisotón.

Río ahogó un chillido de dolor con un bocado de fideos. Toma una servilleta blanca y la agita como una bandera de rendición.

—Esta bien, te perdono.

—No actúes como si tu no hubieras jugado sucio también.

—¿Yo? Jamás — Se lleva la mano al pecho con una sobreactuada indignación.

—Le pusiste cosas raras al café para que me la pase todo el día en el baño.— Acusó.

—Fueron sólo hierbas naturales. En mi defensa, el paquete decía que únicamente te haría orinar.

—Hizo mucho, mucho más que hacerme orinar.

A Río le recorrió un escalofrío recordando ese evento traumático. Agatha suelta una carcajada recordando su travesura mientras la castaña repite “no es gracioso, nada gracioso.”

—Bueno, bueno volviendo al tema. Ocho años no es mucha diferencia.

—No, pero sí lo son ocho años, un matrimonio y tres niños.— Contesta desanimada.

Río se endereza y le toma las manos con delicadeza.

—Agatha, eres el tipo de persona que podría tener ochenta años y seguir siendo joven. Eres la persona más estimulante y magnética que he conocido en mucho tiempo. Es decir, extenderle la mano a ese Alfa presumido, ocultar una familia entera, ponerme hierbas en el café, eso es…¡es una locura! Y…—Sonríe.— Me encanta. Agatha Harkness estas completamente demente y yo también debo estarlo porque me gusta.

La sensación de calidez se extendió desde su pecho hasta la punta de sus dedos, provocando un leve temblor en sus manos todavía entrelazadas. Las lágrimas se asomaron tímidamente en los párpados de la Omega. La cual al notar lo afectada que estaba se apresuró a secarse el rostro con una servilleta y tratar de recomponerse.

—Eres tan bonita..

—No te atrevas a reírte de mí, Vidal.— Hundió su rostro más en la servilleta.

La puertorriqueña apartó cuidadosamente el pedazo de tela para ver sus ojos. Tomó su mentón para acercarla hasta que sus narices se tocasen. Y con una seriedad impropia de ella dijo:

—Eres una Omega hermosa.

En una ataque de valentía Agatha cortó la distancia uniendo sus bocas. Dando inicio a un amoroso y deseado primer beso.

Sign in to leave a review.