
El dolor de sus ojos
El olor del café fue lo primero que lo levantó, teniendo un dolor de cabeza capaz de rivalizar con los días más estresantes en la oficina combinados con una noche de auto-desprecio y alcohol.
Negando el pensamiento de lo deprimente que eso sonaba, el salió de la cama llegando a la cocina para encontrar a Hughes con un periódico y una cafetera sacando ese aroma tan tentador.
Después de la pausa inicial para recordar que si, es Hughes, vivo, no envidia, el se sentó para esperar a que el café estuviera listo.
“¿De donde sacaste el café?” Preguntó finalmente viendo como su amigo bajaba el periódico, dándole una sonrisa.
“Estaba en una estantería”.
“... ¿y su fecha de caducidad es…?”.
“Quien sabe”.
“...”
“...”
“¿Eso es seguro?” Pregunto Roy señalando a la cafetera con recelo.
Con un encogimiento de hombros Hughes se acercó a la cafetera determinando que probablemente ya estaba listo, sirviendo dos tazas y entregando una a Roy mientras mantenía la otra en su mano.
Roy miró la taza como si esta le hubiera ofendido personalmente, sin tocarla.
“No te morderá”.
“No tienes pruebas de eso” él le contesta receloso antes de cerrar los ojos y tomar valor para probar esa posible abominación.
Puede ser un café de sepa alguien qué año, en una taza de la cocina de un hotel olvidado por dios, pero por un momento, se sintió como la gloria, calmando ligeramente el dolor de cabeza que él tenía.
Tomando media taza antes de volver a la realidad “... Es mejor que el lodo del cuartel”.
“Eso no es tan alentador como crees” contesta con una sonrisa dando un trago antes de escupirlo a un lado “¡revísate la lengua!”.
Una risa, estruendosa y sincera sale de Roy teniendo que sujetarse de la mesa para no caer al piso.
“No, en serio ¿Qué mierda Roy? ¿Cómo soportas esto?” pregunta exaltado, pero conteniendo su propia diversión.
“Los últimos meses no fueron los mejores y esto es mejor después del primer trago” él dice aun con algunas risas volviendo a tomar su café, Hughes mira la taza con su propia bebida, dándole un pequeño sorbo y rindiéndose antes de tirar el resto por el fregadero de la cocina.
“Podría haber tomado eso” comenta Roy decepcionado.
“No”.
“Pero…”
“No” el dice volviendo a su asiento “iremos por un café real en cuanto sepamos cómo conseguir dinero”.
Roy hace un puchero antes de terminar su café, revisando lo que llevan, ambos durmieron con su ropa puesta entonces nada los detiene realmente “¿tienes las llaves?”
Ante el asentimiento de Hughes el se levanta acomodando su ropa y pasando su mano por el desorden de pelo que tiene mientras salen.
“Voy a la biblioteca, consigue información” Roy ordenó con seguridad dando un paso para alejarse, siendo detenido por el brazo, devolviendo una mirada cubierta en duda.
Hughes lo mira con una sonrisa antes de negar “yo seré mas rápido en la biblioteca y puedo salir en cualquier momento, tu consigue información, vi una estación de tren no muy lejos”
“Creo que me confundes con alguien más”.
“Roy, puedes no ser como los hermanos Elric con las bibliotecas, pero aun sueles distraerte y olvidar que se supone que estas haciendo algo más que buscar una nueva forma de disociarte de tus deberes”.
“No me quieras tanto…” contesta con los ojos en blanco recibiendo una risa, al salir del hotel Hughes le indica donde está la estación que menciono antes de separarse a la biblioteca que vieron la noche anterior.
Resignado, Roy se dirige a la estación para empezar un acto de extranjero perdido buscando indicaciones.
Para la tarde se dio cuenta que tenía suficiente información entre la obtenida en la estación de tren, una florería cercana y una anciana particularmente amable que encontró de camino.
Camina viendo a Hughes cerca del hotel mientras se acerca con calma. “espero que hayas esperado mucho”
“¿Quieres decir que no lo haya hecho?” él pregunta con humor.
“Se lo que dije” él le contesta con una sonrisa mientras queda a su lado.
“Mal por ti, acabo de llegar hace unos minutos” Hughes se mofa negando con la cabeza mientras avanza a la calle frente al hotel.
“¿Conseguiste algo bueno?” pregunta volviéndose más serio, pero sin perder por completo su buen humor.
“Bastante, tardare en resumirlo, pero no encontré nada sobre alquimia o *magia*” comenta con énfasis por la idea de la existencia de magia “pero estamos en Alemania, Berlín, 1995, 27 de abril, tecnología ligeramente más avanzada, sin automail”
“Lo tendré en cuenta, yo tampoco encontré nada sobre eso, su moneda es el euro, el equivalente de 1 a 250 cenz, no muy lejos de Inglaterra, un día en tren, necesitaremos tomar un barco”
“Nunca he estado en barco”.
“Yo tampoco”.
Ambos se encogen de hombros mientras que Roy lo jala a un callejón empezando a buscar algunos materiales.
“¿Qué necesitas?”.
“Plomo” Le contesta revisando algunas cosas tiradas por el callejón hasta encontrar una bicicleta, vieja y oxidada, luciendo como si la hubieran doblado y fuera abandonada para volverse uno con el callejón.
“Continua con tus cosas de alquimista, revisare que nadie mire” el comenta dándole la espalda mientras comenta en susurros sobre los alquimistas obsesionados con resolver todo con alquimia.
Roy resopla pero no tarda mucho, sin querer pensar demasiado en lo fácil que se esta volviendo hacer alquimia luego de pasar por la puerta, tiene suficiente miedo de su capacidad por sí misma, puede vivir mejor si no piensa demasiado en que ahora ya ni siquiera tiene la limitante de una matriz, gracias.
Al conseguir un par de collares, cadenas y anillos de oro guarda todo en sus bolsillos como si nada hubiera pasado antes de salir del callejón dejando que Hughes lo siga.
Ambos tardaron una hora en encontrar algún lugar para cambiar las piezas de oro, pero no se sintieron insatisfechos al ver que prácticamente cinco tiendas se mostraban por la calle, siendo probablemente un barrio comercial.
Dividiendo los artículos cada uno se dirige a una tienda diferente fingiendo no conocerse mientras consiguen el mejor trato que pueden.
Luego de mentir al hombre de la joyería donde entró, contando sobre la herencia recién adquirida de su pobre abuela, consiguió lo que pensó era lo suficientemente bueno como para no considerarlo una estafa total, al menos no tenía preguntas incómodas, miradas sospechosas, si, pero no preguntas.
Para cuando ambos terminaron en la esquina de esa calle estaban lo suficientemente agotados como para dirigirse a una cafetería sin palabras y pedir lo primero que pudieran, no hubo más ruidos que los cubiertos hasta que la comida traída abandonó sus platos y se sentaron en un tranquilo silencio con un par de tazas de café frente a ellos
“... ¿Cómo fue?” preguntó Roy sin más.
“No creo que como algo que te imagines” le contestó de forma pensativa, comprendiendo a que se refiere de inmediato “en teoría se que morí… pero no es como si lo hubiera hecho, fue más como un sueño, como caer en agua y dejar de necesitar respirar, muy bienvenido después del disparo, pero también sé que no tuve más opción, no podía pensar tan claramente como me hubiera gustado”
El silencio hundió a ambos por un momento, antes de que de forma ligeramente molesta y autoritaria Roy prácticamente le ladrara “es una orden teniente coronel, tiene prohibido morir antes que yo”.
Con una mirada ligeramente sorprendida de su compañero, él vio como una sonrisa cariñosa se extiende por los labios del hombre frente a él “descuida Roy, no podrán deshacerse de mí esta vez ¡están condenados conmigo!”.
“lo digo en serio” le contesta sin nada más que una mirada fría y dolida.
“¿Roy?”
Mustang puede ver la mirada preocupada de su amigo, pero no puede hacer otra cosa que mirarlo fríamente, escuchando en el fondo de su cerebro a Elicia gritando por el entierro de su padre “Promételo”
Después de un momento de silencio el suspiro de Hughes los interrumpe siendo seguido por su voz menos juguetona, sus ojos se notan agudos y preocupados con una sonrisa triste acompañándolos “no volverá a suceder, no me iré, pero tampoco puedes morir fácilmente o tendré que seguirte para golpearte por ser tan idiota”.
Después de un momento Roy baja la mirada en un suspiro mientras su cara baja a la mesa.
Hughes pudo notar el cansancio de su amigo más allá de lo que él podía recordar, de repente era como si hubieran pasado años y su amigo hubiera envejecido, extendiendo su brazo hasta tomar su hombro.
Mientras Roy dio un salto por el contacto, si tenia una queja, esta nunca salió de él, dejándose llevar por el acto que le recordaba que todo era real, no una de las pesadillas en las que no logra llegar a tiempo o donde Hughes vuelve a culparlo por dejar a su esposa sin marido y una hija sin su padre por culpa de su incompetencia.
El aprieta los dientes, teniendo que concentrarse en el calor de la mano en su hombro para no dejarse llevar por los recuerdos.
Para cuando logra volver a ver a su amigo es recibido con una sonrisa, que tarda un momento en ver, teniendo la imagen del cadáver de su amigo un momento antes de finalmente poder verlo.
Con un gran respiro, Roy se sienta firme antes de que sienta sus ojos volver a enfocarse con una nueva convicción, tan dispuesto a cumplir su tarea y de devolver a Hughes a Amestris que por un momento estuvo seguro de que si era necesario, haría el mundo arder.
Al ver a su amigo recuperado, Hughes comenzó a lanzar la información que pudo obtener, siendo recibido con una respuesta similar, reforzando la información que cada uno tenía y completando una u otra cosa mientras la tarde pasaba en la cafetería.
Para cuando ambos terminaron de ponerse al día el anochecer se cernía sobre ellos, haciendo una parada en un par de tiendas para sobrevivir unos días, les tomó un tiempo ligeramente vergonzoso encontrar su camino de regreso al hotel.
Pero ambos se sentían más calmados, por esta vez, se sentía como si pudieran con el mundo, una carga más fácil entre los dos.