Luz Verde (Green Light)

Harry Potter - J. K. Rowling
F/M
G
Luz Verde (Green Light)
Summary
Hermione Jean Grange fue abandonada por alguna razón desconocida en el mundo muggle a corta edad y posteriormente fue adoptada por el matrimonio Granger, quienes le dieron su apellido y una verdadera familia.Una década más tarde, a la edad de once años, ella es visitada por un par de extraños, dos magos que le cuenta la verdad de su origen mágico y le ofrecen la posibilidad de asistir al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería para convertirla en una gran bruja.En el trancurso de los días previos al inicio escolar se relaciona con Albus Dumbledore, la familia Malfoy y el profesor Severus Snape, que se convierte en su tutor legal para todo fin relacionado con el mundo mágico. Hermione forjará poco a poco una amistad con Draco Malfoy luego de un encuentro que, tal vez, cambie sus vidas para siempre.
All Chapters Forward

Casa

CAPÍTULO 8: CASA

POV HERMIONE

Salgo de casa con mi padre a las tres y veinte. Hace frío porque lo que decidí vestirme con botas negras, un pantalón de jean ajustado gris, una blusa larga blanca, un suéter plateado brillante y una campera abrigada negra. Llevo dinero en mi mochila, mezclado entre los billetes muggles y las monedas del mundo mágico. Severus Snape le dejó una gran cantidad de monedas a mi padre y él la guardó en la caja fuerte para que yo le pidiera cuando necesitara.

−¿Así que voy a conocer a tu nuevo amigo? ¿O debería decir tu primer amigo mago? Ese tal Draco. ¿Vive en Londres? ¿Tiene una familia como nosotros cuatro?

Pregunta mi padre, mirándome divertido mientras esperamos sentados en los unos bancos del enorme patio delantero. Y me ruborizo un poco por tantas preguntas y bajo la mirada al césped.

−Papá, no lo pongas incómodo –le pido casi en un ruego.

−No lo haré, estoy bromeando. Mientras te trate bien, tendrá todo mi respeto.

Mi padre acomoda algunos mechones de mi cabello fuera de lugar.

−Igual siento que creces tan rápido que me asusta y ahora que sabemos que eres bruja y no te veré tan seguido por estas en el colegio internado, sentiré aún más cada cambio. ¿A quién me vas presentar a continuación? ¿A tu novio?

−No tengo novio, papá. Sabes que nunca me interese en ningún niño.

−Sí, porque eran inmaduros, muy diferentes a ti y no te entendían. Pero ahora...

−¿Ahora qué?

−Ahora estarás rodeada de un montón de hechiceros que son como tú, incluso de ese chico y puede pasar cualquier cosa.

−¿Estás celoso? –pregunto sorprendida.

−Tal vez, porque no te quiero perder tan pronto y tampoco quiero que te lastimen. Aún eres muy pequeña para eso, mi niña. Cuando tengas tus propios hijos lo entenderás.

−Ningún chico que conozca podrá reemplazarte, papá.

Él me sonríe, me abraza y besa mi coronilla con cariño. Es raro decirlo, pero en estos días nos hemos acercado aún más si eso es posible. Me he sentido más apoyada y comprendida por mi padre, que por mi madre.

A las tres y media justas, un auto con casi el doble de tamaño del habitual se detiene frente a la entrada de la casa. Mi padre me suelta y se pone de pie listo para recibir a los invitados. Abre la puerta dorada que está a un costado del portón, justo en el momento que Narcissa y Draco salen del auto, vestidos casi informalmente, pero elegantes al mismo tiempo. Narcissa lleva un vestido verde esmeralda con mangas abiertas y Draco con ropa casi igual a la mía, con colores oscuros. Ellos se detienen en la puerta un segundo.

−Buenas días, señor Granger –saluda Narcissa con una sonrisa tranquilizadora en su rostro.

−Buenos días, señora Malfoy. Usted debe ser Narcissa. Mi hija me habló bastante de ustedes, en especial de su hijo.

Mi padre baja la mirada al niño rubio parado en una postura relajada pero que impone confianza, y una sonrisa amable en su rostro.

−Hola, Draco –dice con aire sereno.

−Hola, señor Granger –responde a su vez.

−Es un placer conocerlos al fin. Puedes pasar si quieres, Draco. Quiero hablar con tu madre unos minutos.

Mi padre hace un espacio para que Draco ingrese a saludarme y luego la deja pasar a la madre, con quien se pone a hablar dando una pequeña caminata por el jardín. Solo que tan pronto como veo a mi nuevo amigo caminando hacia mí, dejo de prestarles atención.

−Hermione.

Empieza saludándome con corto beso en la mejilla. Parece que no se siente tan cómodo con ese gesto, tal vez porque no está acostumbrado, pero lo hace, por mí. Desde que yo lo besé en ese restaurante y dijo que le gustó eso, parece que él decidió saludarme así. Incluso me despidió de la misma forma. Quiero decirle que no tiene que hacerlo si no quiere o le resulta rar, pero ni siquiera lo he saludado.

−Hola, Draco. Bienvenido a mi casa. ¿Quieres dar una vuelta?

Él asiente dedicándome una sonrisa ladeada. Toma mi mano entre la suya y se deja guiar por mí. Yo también estoy tratando de acostumbrarme a esto, pero estar alrededor de Draco, se siente tan natural como respirar.

Recorremos el jardín sin alejarnos demasiado de nuestros padres.

−Cuando veníamos camino aquí pensé que nos encontraríamos un aglomerado barrio muggle...

−Hasta hace siete años vivíamos en un barrio así. Mis padres antes de adoptarme compraron un terreno en un barrio privado cerca del mar y fueron construyendo esta gran casa a lo largo de muchos años. Fue un largo proyecto. Es tranquilo vivir aquí, todos nos conocemos entre nosotros y nos informamos si vemos personas de aspecto extraño rondando por el barrio.

−¿Personas extrañas?

−Personas con aspecto delincuentes o que rondan el barrio o alguna casa particular con segundas intenciones.

−Bueno, si es por eso nos salvamos. Igualmente, mi madre, dijo que nos vistiéramos de una forma más normal. Solo para mantener las apariencias –explica Draco.

−Te ves bien.

−Ya lo sabía. Igual... gracias por el halago –responde sonriendo con orgullo.

Golpeo su hombro suavemente con mi mano vacía, lo que parece divertirlo aún más.

−¡Me asusta tu humildad, Malfoy!

Se encoje de hombros.

−Acostúmbrate, Granger.

Observa algún lugar donde podríamos quedarnos unos minutos mientras esperamos que nuestros padres finalicen su charla. Estamos caminando por un sector del jardín donde hay columpios, él se sienta en uno de los tres que están ahí, y yo me siento a su lado.

−No te pareces en nada a tu padre... físicamente –comenta.

−¿Ese comentario a qué viene? Por supuesto que somos diferentes, no soy su hija biológica.

−Por eso mismo. Ahora estoy pensando en lo que dijiste en el almuerzo, que siempre te sentiste fuera de lugar. Que siempre tuviste la sensación de no pertenecer aquí. Ahora lo entiendo, ni siquiera pudiste verte reflejada en el hombre que te adoptó, ni en su esposa, asumo.

−En ella tampoco. Mi madre es rubia y tiene ojos azules. Y mi padre, lo acabas de conoces, tiene cabello negro lacio y sus ojos tampoco son como los míos.

−Snape nos dijo que cree que tus dos padres son o eran hechiceros, el collar con el que te abandonaron en el jardín del orfanato, es de una tienda del mundo mágico bastante conocida en Hogsmeade. Si es así, eres sangre pura.

−No sabía lo del collar.

−¿No sabias que existía?

−No hablo de eso, sino de esa información que me diste. Mi padre siempre mantiene el dije en su llavero. Me he cansado de verlo.

−Mantenía –corrige Draco–. Tu padre le entregó el collar a Albus la noche que te visitaron.

−¿Para qué?

−Para llegar a dar con tus padres o algún familiar de sangre que te quede. O al menos, descubrir que pasó con ellos y darle un cierre a la historia. No eres la única bebé desaparecida de esos oscuros años, para el Ministerio de Magia supuso una gran derrota perder a tantos magos y brujas; y para las familias afectadas una pérdida irreparable. Afortunadamente, nosotros podemos perder nuestro verdadero apellido, pero entramos a un registro desde nuestros nacimientos y se va actualizando o cambiando, como si hicieran un seguimiento de nosotros con cada cambio. Cuando llegamos a la edad oficial en la que podemos involucrarnos con la magia vuelven a revisar los registros de todos los niños nacidos en cierto periodo de tiempo, que por lo general abarca la segunda mitad de un año, y la primera mitad del siguiente. No importa en qué parte del mundo estés, tarde o temprano, te encuentran. Gracias a eso, llegaron a ti.

Draco mantiene los ojos cerrados mientras habla y apoya su cabeza en la cadena.

−¿A qué te refieres con "cambio"?

−La primera vez que haces magia, por ejemplo. O cuando muestras signos de haber heredado los dones de tus antepasados o tus padres. Ahí entras en una lista por primera vez y eventualmente los colegios más cercanos a tu lugar de nacimiento te reclutan para educarte. Las edades de ingreso varian según el colegio mágico. No todos empiezan a estudiar formalmente a los once años. En algunos países, es antes o después −me explica.

−¿Y por qué Severus les contó todo eso, Draco? Supongo que no es solo porque nos conocimos hace unos días y tenían curiosidad de mí.

Draco abre los ojos y me sonríe.

−Supones bien, Hermione –me da la razón–. La razón por la que ahora sabemos todo de ti, es muy simple: mis padres tienen y conservan muchos contactos durante y después de la Primera Guerra Mágica, incluso lazos con el Ministerio de Magia. Podemos llegar a descubrir la verdad detrás de tu misterioso origen si trabajamos juntos. Tú, yo, Severus Snape y el director Albus Dumbledore desde el colegio y algunas personas de confianza desde fuera.

−¿Y qué haremos a continuación?

−No estoy seguro, pero para empezar hoy en la noche te voy a enseñar a usar la pluma y las tintas. Lo sé, yo he experimentado lo conveniente fácil que es escribir al estilo muggle incontables veces por trámites legales. Es solo que no puedes pretender seguir escribiendo con bolígrafo si vas a entrar a Hogwarts, Hermione Jean Granger. ¡Eres una bruja!

−Está bien, profesor Malfoy. De todas formas, necesitaba ayuda con eso.

−¡No me digas profesor! Soy incluso un poco menor que tú –responde ofendido por el apodo.

−¡Entonces no me retes como si lo fueras!

−¡Esta bien! –grita–. Tú ganas, Granger –finaliza en un tono más calmado.

Me levanto y me inclino hacia él besando nuevamente su mejilla.

−No te enojes –digo dulcemente. Sus mejillas se colorean nuevamente.

−Estás jugando sucio, Hermione

Su voz baja aún más decibeles.

−Pero funciona.

Beso su otra mejilla... y una sonrisa escapa involuntariamente de sus labios.

−Funciona –confirma–. Lástima que estén nuestros padres mirándonos.

Por un momento pienso que está bromeando, hasta que giro la cabeza y descubro que es verdad. Me había olvidado de la presencia de los adultos. Mi piel se pone pálida y me doy vuelta encontrándome dos pares de ojos observándonos. Draco empieza a reír a mis espaldas suavemente mientras se aferra a las cadenas y lo vuelvo a mirar.

−¡Por Merlín, Hermione! Vas a hacer que tu padre muggle quiera matarme antes de tiempo y sin siquiera conocerme –murmura fingiendo una preocupación que en realidad no siente en lo absoluto.

−Ya... ¡cállate, Malfoy! Nadie va a matar a nadie hoy.

−Eso espero –concluye en un tono sombrío.

Se pone de pie y me tiende su mano, que tomo poco después una vez que me repongo.


La ropa y nuestros sombreros están listos para nosotros cuando vamos con Madame Malkin. Ella nos lleva nuevamente a los probadores, para confirmar que los ajustes están bien hechos. Cada vez que salimos con una prenda nueva, Narcissa está esperando frente a los espejos para vernos y dar su opinión. No obstante, no encuentra nada para objetar a estas alturas, Draco y yo lucimos bien con todo, tras las modificaciones hechas. Incluso metemos nuestras varitas en los bolsillos interiores o exteriores solo para asegurarnos de que esas también hayan sido las medidas correctas. Cada bolsillo tiene un centímetro extra al del tamaño exacto que les nos indicaron en Ollivander. Podríamos meter las varitas en diagonal en los bolsillos más anchos de las túnicas y estas no se verían, ni se caerían de allí.

Severus me dijo que, por seguridad, los niños no deberían practicar magia con varita hasta que son reclutados en la escuela de Magia y Hechicería, o en caso contrario, desde los once años, si estudian desde sus casas. Por lo que todos serán casi igual de novatos en ese aspecto. Después de eso volvemos a guardar nuestras varitas en nuestros propios abrigos y salimos del local con varias bolsas y cajas, que el chofer de los Malfoy se encarga de llevar al auto.

−Eso es todo. Mandé a Rick a retirar los libros que faltaban de ustedes desde otra tienda. Ya no se deben preocupar. Tienen todo el material necesario para iniciar su año. Ahora podemos divertirnos un poco.

Narcissa nos informa mientras caminamos hacia el punto de encuentro acordado con Severus.

Forward
Sign in to leave a review.