The Moon and The Stars

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
The Moon and The Stars
Summary
Sirius no puede esperar el momento de abandonar su casa, pero se limita al no querer dejar atrás a su hermano. Regulus no puede esperar el momento de abandonar su casa, pero en el proceso tendrá que ceder a ser mortífago. En una reunión de mortífagos Regulus conoce a Remus Lupin un joven licántropo que termina teniendo en común con él más de lo que cree.Regulus decide presentar a su hermano y a su nuevo amigo, acaso Sirius tendrá una nueva amistad o creerá que no hay mortífagos redimibles?
All Chapters Forward

Chapter 1

—¡Sirius! ¡Sirius, maldita sea, estoy hablándote!—

Con un resoplido y rodando los ojos Sirius pasó la página de su libro. Tratando con todas sus fuerzas de ignorar aquella voz que tanto detestaba, con sólo escuchar ese timbre desesperante podría jurar que su día estaba arruinado. 

"Tranquilizante, enfócate en la lectura" Se decía a sí mismo, mientras hacía un esfuerzo sobre humano de seguir la historia de aquel libro que hablaba de un mago, que en un arranque desperado por salvar el amor de su vida iba en busca de magias no conocidas. Pero ni eso le hacía olvidar aquella tortuosa noche.

Antes de que pudiera ser absorbido en el relato, la puerta de su habitación se abrió de golpe con un estruendoso ruido. Estaba tan acostumbrado a esos desplantes que a pesar de haberse asustado como siempre lo hacía, podría mantener su rostro con indiferencia y sin reacción alguna.

— ¡No voy a volver a hablarte! ¿Me harás hechizarte y obligarte a hacer lo que quiero?— Walburga Black preguntaba mientras le apuntaba con su varita a la cara de su primogénito.

Sirius bajó el libro y lo dejó en la mesita que había a lado de su cama y se puso de pie. Internamente se repetía un mantra "no la provoques, no la provoques" mientras mordía su lengua para evitar decir algo que exaltara más a su ya exaltada madre.

Walburga que no había dejado de observarlo con sus fríos ojos le preguntó. —¿Así irás vestido?—

Sirius solo atinó a decir un débil "Sí"

—¡Cambiate! No quiero verte así cuando bajes, no pondrás en vergüenza el nombre de ésta familia ni el de tu hermano esta noche. Todo debe salir perfecto. Quiero que vean la valía de esta familia para que reciban a tu hermano como debe ser, con honor. 
Ojalá fueras más como Regulus y te esforzarás en dejar en alto el nombre de la noble y pura casa de los Black, eres el mayor ese es tu deber, pero como siempre no estás a la altura de los estándares, tu hermano en cambio...—

Sirius sentía que las manos le temblaban y un pitido enfadoso le retumbaba en los oídos, unos segundos más y todo se iría al carajo. Pero le había prometido a Regulus que no pelearía con su familia esa noche, le había prometido acompañarlo y comportarse. 

Se odiaba por prometer eso, podía sentir como algo caliente se revolvía en su estómago y el aire aprisionaba sus pulmones. Así no duraría ni una hora y la noche aún ni empezaba. 

—Madre, voy a cambiarme.— Tenía que cortarla si dejaba que siguiera la cosa terminaría muy mal.

—Pues hazlo rápido, llevo toda la tarde diciéndote que hacer, pero nunca puedes ni hacer lo mínimo que te pido, en menos de quince minutos empieza la cena, haré que te arrepientas si no estás en el salón en diez minutos. Eres de lo peor, estamos en un día especial, no sólo para tu hermano, para toda la familia...—

La voz de su madre se fue perdiendo mientras salía de su habitación, aunque podría escucharla quejándose aún mientras iba por el pasillo. Soltó todo el aire que llevaba conteniendo y lanzó con todas sus fuerzas el libro que había estado tratando de leer antes contra su cama.

Quería gritar y destrozarlo todo, dios, quería destruir la casa completa y reducirla a cenizas.

—Incluso con todos ellos dentro.— Dijo en voz alta, luego soltó un resoplido. 

"Mantén la calma, lo hacemos por Regulus, mantén la calma..." Se repetía una y otra vez. Y es que se encontraba entre la espada y la pared.

Sirius era una persona que tenía muy en claro sus creencias. A pesar de sus cortos casi diecisiete años sabía que todo lo que su familia profesaba era una estupidez, y él jamás estaría de acuerdo con eso. Odiaba todo lo que tenía que ver con la ridícula idea de pureza de sangre, y los estúpidos estándares que supuestamente debían regir a todos los miembros de la familia.

Había querido irse de esa horrenda casa y huir de sus terribles padres, pero tenía miedo de dejar ahí a Regulus solo, aún no cumplía la mayoría de edad y no tenía nada, pero una vez cumpliera los diecisiete y pudiera tener la casa y herencia que su tío le había dejado se marcharía para siempre y se llevaría a Regulus con él. 

Pero era muy difícil aguantar, cada interacción que tenía con sus padres le hacía quererse echar un maleficio y dejar de existir. ¡Maldito Regulus! Todo lo que hacía por su hermano pequeño. 

Aguantando un grito, se tapó la cara con sus manos. Que Merlín se apiadara de su alma. Y justo esa noche tendría que aguantar a toda esa terrible gente, pues su pequeño hermano creía que complaciendo a sus padres era la mejor forma de lidiar con su asfixiante autoridad. Si hacía lo que le decían se evitaría problemas. Muy contrario a Sirius que estaba dispuesto a pelear contra dicha autoridad. 

Esa noche sus padres habían planeado una cena con varios integrantes de la familia y amigos, amigos que casualmente eran miembros cercanos, por no decir integrantes, del grupo radical de sangres limpias que había estado tomando fuerza. Liderados por Lord Voldemort quien prometía poder y riquezas a todo aquel que estuviera dispuesto a ser parte de la limpia del mundo mágico. 

En pocas palabras una reunión de mortífagos que le aseguraría un lugar dentro de su estúpido grupo a su estúpido hermano que no sabía negarse a hacer lo que sus padres le pedían. 

Regulus le había pedido que le acompañará esa noche, pues a pesar que su hermano se doblegaba a acatar órdenes, tenía miedo, en el fondo su hermano no quería hacer nada de eso, pero no tenía la valentía suficiente de hacerle frente a sus padres y desobedecer.

Con un suspiro más terminó de arreglarse, no quería pelear con su madre y causar más estrés a su hermano, suficiente tenía con tener que lidiar con todo eso. Así que con todo el pesar del mundo bajó al salón.

Ahí dentro ya se encontraban algunos miembros, entre ellos sus primas Bellatrix y Narcisa, las cuales iban acompañadas de sus nuevos esposos.

"Mortífagos" suprimiendo una mueca pensó.

Ojalá la noche pasara rápido, no soportaría mucho de ver cómo esos idiotas aconsejaban a Regulus de como ser un lame botas con su señor.


—¡Sirius!— Oh no, aquí venía nuevamente su madre. Merlín no le daba oportunidad de tener un momento en paz. 

Sirius volteó hacia su madre, esperando cuan comentario despectivo saliera de su boca.

—¿Éste es tu mejor intento de verte decente? ¡Es una vergüenza! Pero ya no hay más tiempo, ve a sentarte donde corresponde.— Apretando los puños se dirigió al comedor, ignorando las burlas que claramente sus primas y esposos soltaron al escuchar la reprimenda de su madre. 

"¿Es tu primo el gryffindor, verdad?" 
Había escuchado que alguien preguntaba, haciendo énfasis en el gryffindor con asco. 

"No los escuches, no los escuches." Se repetía mentalmente. Deberían darle un premio por la tolerancia que estaba demostrando. Si pudiera habría sacado ya su varita retandolos a un duelo. 

Pero se contendría y usaría las mejores armas que le ayudaban en esas situaciones, la ironía y el sarcasmo. Solo así podría soportar tantas horas rodeado de insufribles altaneros. 

Conforme la noche iba avanzando fueron llegando más y más invitados, miembros y familias de renombre, Sirius se vió obligado a saludar junto a su familia a cada uno que llegaba, pues era deber de los anfitriones. Disimuladamente le hacía señas a su hermano de exasperación, no tanto para demostrar su inconformidad sino para levantar un poco el ánimo de Regulus quien era más que claro que estaba nervioso. Pues la atención de los invitados se centraba en él.

Días antes Sirius había bromeado con el, diciéndole que era como "Presentarlo en sociedad" justo como lo habían hecho con sus primas cuando arreglaron sus matrimonios y una reunión así se había llevado acabo. Solo que en vez de casarse con un sangre pura se estaría casando con la sociedad de dementes sangres puras. Regulus había reído forzadamente, la idea no le terminaba de agradar.

Sirius estaba distraído, ensimismado en sus pensamientos, deseando por la hora que todo aquel teatro terminara y pudiera irse y encerrarse en su cuarto y no tener que ver más a todos esos. Ojalá fuera como la prima Andrómeda, pensaba, ella había sido tan valiente en rechazar todo lo impuesto por la familia Black y había huido con su novio descendiente de muggles, lejos de aquella enferma y retorcida familia.

Definitivamente Sirius no podía esperar a cumplir la mayoría de edad, era el pensamiento que lo mantenía algo cuerdo, algo optimista. Estaba tan absorto en su fantasía que no notó el cambio en el ambiente del salón. 

Habían llegado unos invitados que si bien eran de los más fieles seguidores de Voldemort, su naturaleza semi humana causaba cierto revuelo en las puritanas familias. Era claro que no eran del todo bienvenidos por toda aquella bola de snobs elitistas que consideraban inferior a todo aquello que no tuviera hasta la última gota de su sangre llena de magia.

Pero aquellos era los más feroces, violentos y fieles seguidores del señor oscuro. La manada de Fenrir Greyback, aunque en esta ocasión solo se presentaban el ya mencionado y dos de sus integrantes.

A pesar del desagrado que algunos podrían tener por ellos, no eran lo suficientemente idiotas como para hacer alguna grosería en su presencia. Nadie quiere de enemigo a un hombre lobo. Menos a uno de los más sanguinarios de toda Bretaña.

Así que cuando se dirigieron hacia la familia Black, fueron saludados de la misma forma que el resto. Aunque Sirius por dentro reprimía la sonrisa burlona que quería mostrar, pues sabía que su madre aborrecía a los semi humanos y demás criaturas, él, que conocía de primera mano el odio y desprecio que emanaba de ella podía ver a través de su saludo formal, estaba claro que sentía asco pero lo disfrazaba muy bien.

Pero todos esos pensamientos se esfumaron cuando Greyback les presentó a su aprendiz más joven y que aseguraba algún día sería su sucesor. 

Un joven alto, delgado, de cabellos claros y algo ondulados se acercó a ellos. Sirius quedó sorprendido al verlo, el chico tenía un porte que de no saber que pertenecía a la manada de Fenrir, jamás hubiera imaginado que era mitad lobo. Tenía la cara llena de pecas y unas cuantas cicatrices blancas, el chico se veía algo tímido, pero con cortesía los saludó. 

Cuando llegó el momento que él y Sirius se saludaran, Sirius quedó asombrado, el chico tenía unos ojos ámbar brillantes, pero no sólo el color fue el que llamó su atención, aquellos ojos parecían contener miles de emociones resguardadas bajo una fachada de tranquilidad. Era una mirada afable pero a la vez calculadora. 

— Remus Lupin.— Dijo el joven mientras estrechaba su mano.

— Sirius Black.— Atinó a decir en un hilo de voz.

Llegaron los últimos invitados y la cena dió comienzo. Por un momento Sirius había olvidado qué hacía ahí, aquel chico había llamado demasiado su atención y le intrigaba. Era la primera vez que lo veía, no recordaba haberlo visto jamás en esas reuniones. 

Trató de sobre llevar la noche, era difícil mantener a raya su mal humor pues cada comentario que emitían aquellas personas le hacía querer gritar de rabia. Pensó que pasando con Regulus el tiempo sería más llevadero, pero persona tras persona se acercaban a felicitar a su hermano por tomar la importante desición de unirse al bando de Voldemort. 

—¡ Eres digno portador de tu apellido Regulus, estás brindando el honor debido a la ancestral casa!—

Sirius quería vomitar cada que escuchaba esos comentarios, a parte que no le pasaban inadvertidos los gestos de desprecio que le hacían. Todos estaban enterados que se había negado a pertenecer al grupo de los mortífagos, y sabía que la gente hacia con saña esos comentarios. 

Todo la situación crispaba sus nervios, ojalá pudiera salir y fumar un cigarrillo, eso siempre lo tranquilizaba, pero estaba seguro que si desaparecía del radar de su madre y regresaba oliendo a tabaco, ésta armaría un escándalo. No quería pasar por esa humillación pública la cual su madre era experta en aplicar.

Regulus miraba de reojo a su hermano, sabía que en cualquier momento algo terminaría de colmar la paciencia de Sirius y explotaría, dejando salir todo lo que llevaba reprimiendo durante horas. 

— Oye, quería presentarte a alguien, vamos.— Dijo Regulus palmeando el hombro de Sirius.

Caminaron entre la multitud y llegaron frente al joven de antes, Remus Lupin.

— ¿Te la pasas bien?— Preguntó Regulus, tomando asiento a lado del muchacho.

— Es... interesante.— Contestó Remus, él y Regulus intercambiaron una mirada cómplice y soltaron una risa.

— Mira, él es mi hermano Sirius.—

— Oh, el famoso Sirius Black, Regulus me habló mucho de ti.— Dijo Remus con amabilidad, cosa que a Sirius le sorprendió, tal vez tenía la cabeza llena de estereotipos mal infundados, pero imaginaba que aquel chico sería como los otros hombres lobo, aprensivo, agresivo, con ese modo altanero y amenazador con el que se manejaban.

— Entonces asumo que ustedes dos ya se conocían ¿No?— Les preguntó Sirius. 

— Sí, conocí a Remus en unas reuniones hace meses, él es como un "nuevo integrante" como yo, por así decirlo...—

— Oh, entonces también es un nuevo soldadito en el ejército del lunático ese.— 

—¡Sirius!— Regulus le dio un codazo a su hermano. —¡ Baja la voz! Sí alguien te escucha decir eso...— Con nerviosismo Regulus se asomó para comprobar que nadie les hubiera escuchado, para su suerte todos parecían entretenidos en sus pláticas y sus padres estaban lejos.

— ¿Qué? Sólo habló con la verdad.— Sirius miró al joven castaño para ver su reacción, y le tomó por sorpresa ver que este se tapaba la boca para ahogar su risa. — A tu amigo no parece molestarle mi comentario.— Dijo Sirius con burla.

— Pues obviamente no, él no es como los demás, por eso comenzamos a hablar, al igual que yo, hace ésto por compromiso.— Regulus parecía algo enfadado al decir eso, tal vez su hermano lo viera todo tan sencillo y bromeaba a la ligera, pero era un asunto serio.

Recordaba cuando conoció a Remus en la primera reunión, el chico se veía igual de nervioso que él. Estuvo atento escuchando los planes que los mortífagos tenían para llevar a cabo, pero no le pasó desapercibida el hecho de que el joven se veía tan pálido que parecía al borde del desmayo. Una vez terminada la reunión salió corriendo a la terraza, necesitaba aire fresco pues sentía que se ahogaba. Toda la presión que sentía era asfixiante.

Y ahí fuera también estaba el joven de cabellos castaños, recargado en una barda con los ojos cerrados y un cigarrillo en la mano. Abrió los ojos cuando escuchó los pasos de Regulus y lo miró detenidamente.

—¿Cuántos años tienes?— Le había preguntado.

— Quince. ¿Y tú?— 

Remus tardó en contestar mientras calaba su cigarro. — Casi diecisiete.— Contestó mientras expulsaba el humo. — ¿Primera reunión?— 

— Sí. — La voz de Regulus se había entrecortado un poco al contestar, se sentía vulnerable, realmente no quería ser parte de eso.

— Descuida, es normal sentirte nervioso, es la tercera vez que vengo y no puedo acostumbrarme, la maldad que emana esta gente, es abrumante.— 

—Oh... entonces... entonces, ¿No te gusta venir?—

Remus pareció escanearlo con la mirada por unos minutos, parecía estarlo estudiando. Supuso que cualquier test que el castaño le estuviera haciendo con la mirada había sido aprobado porque le dijo.

—No, no hago ésto por querer, estoy obligado a cumplir las órdenes de Fenrir. — Remus había dicho aquellas palabras con tanto desprecio que Regulus había sentido compasión por él. Lo entendía, entendía perfectamente el sentimiento. 

Y eso era lo que le molestaba de Sirius, su hermano no parecía comprender la magnitud del sacrificio que era ponerse a disposición del Señor Oscuro. El esfuerzo que le tomaba hacer cosas que no quería con tal de tener contenta a su familia, de estar en paz, y su hermano no hacía el esfuerzo de mantener esa paz, haciendo comentarios así frente a esas personas.

Le lanzó una mirada de desprecio a su hermano.

— Bueno, si te vas a poner así...— Sirius se levantó de golpe, odiaba que Regulus lo mirara así, como si el fuera estúpido o algo.

El ademán de Sirius llamó la atención de unas cuantas personas alrededor, y como si Walburga Black tuviera un radar, cruzó miradas con su hijo, una mirada que decía "Ni siquiera pienses en atreverte." 

— Sirius...— Regulus le susurro desesperado, lo que menos necesitaban era una pelea. Pero su hermano parecía reacio a entender.

Remus que había estado observando, puso su mano con delicadeza en el hombro de Sirius. — ¿Por qué no vamos por algo de beber, quieres? —

Sirius se quedó pensando, estaba llegando a su límite de soportar tanta tontería, pero a la vez no pudo dejar de pensar en la sensación que había causado Remus al tocar su hombro, sintió como si una corriente eléctrica hubiera recorrido su brazo, fue extraño, lo miró a los ojos y vió una mirada tranquilizante. 

— Sí claro, tienes razón.— Y se encaminó hacia la cocina. 

Regulus quedó sorprendido con la reacción de su hermano y la facilidad con la que había aceptado cambiar de tema. Miró expectante a Remus quien solo se limitó a levantar los hombros.

Sirius yacía acostado en su cama, estaba exhausto, aquella reunión lo había drenado por completo, la noche había terminado sin problema alguno, sin embargo eso no evitó que su madre le gritara por media hora después de que los invitados se hubieran ido. Al parecer la mujer había estado observandolo durante la noche y tenía una infinidad de quejas respecto a su comportamiento.

"¿Y cuándo no?" Se dijo, pero apesar de todo eso, seguía pensando en el nuevo chico que había conocido, Remus Lupin. Sin duda había despertado en él una clase de intriga, quería conocerlo más, después de la reunión acribillo a preguntas a Regulus acerca del chico, por algún extraño motivo algo le llamaba a querer conocerlo. Su hermano había contestado unas cuantas pero llegó un momento en donde terminó molestándose y le dijo que lo dejara en paz. 

Finalmente el sueño se fue apoderando de el, no si antes quedarse con el pensamiento de que al menos ahora tenía un motivo para asistir a esas estúpidas reuniones, así significará que tenía que soportar a gente indeseable, no le importaba, tendría como objetivo conocer más acerca de Remus Lupin.

Forward
Sign in to leave a review.