
Chapter 2
Sirius cerraba los ojos y tiraba su cabeza por el respaldo del sillón, se sentía como un animal enjaulado, había pasado toda la tarde en la biblioteca de su casa, pero podía jurar que había leído más de una vez todos y cada uno de libros ahí.
Odiaba los veranos y ser obligado a pasar las vacaciones en casa con su familia, hubiera preferido tomar una poción mortal antes que aceptar de buena gana la convivencia familiar.
Estaba harto y aburrido, James había ido a pasar las vacaciones fuera del país y a pesar que solían escribirse con frecuencia las cartas tardaban demasiado en llegar. No tenía con quién salir y olvidarse por completo de lo que le agobiaba, claro tenía más amigos en Hogwarts, pero si era sincero, sólo James le brindaba esa confianza y tranquilidad que a veces necesitaba, sólo con James se permitía ser vulnerable, para el resto del mundo era Sirius Black: tipo rudo, sarcástico y divertido al que nada, ni nadie podría perturbar su vibra tranquila y relajada.
O eso decía, escuchó a lo lejos la voz de su madre y toda la tensión y enojo que había ido acumulando a lo largo de los días lo inundó. No tenía ganas de enfrentar a la neurótica mujer, así que con rapidez y sin hacer un solo ruido, se escabulló hasta la puerta de la casa y salió rápidamente.
Sabía que su hermano también había salido, así que esperaría cerca de casa por si lo veía volver, si llegaba junto a él de regreso a la casa había menos posibilidad que su enfurecida madre le riñera.
Y no era por el hecho de que Sirius se desapareciera por completo sin avisar, a la mujer no podría importarle menos la seguridad de su hijo, le molestaba el hecho de no poder ejercer todo su control y poder sobre sus hijos y que fueran contra de ella e hicieran lo que ellos quisieran. Eso, la enloquecía.
Tratando de dejar todo eso de lado, Sirius encendió un cigarrillo y con paso lento comenzó a caminar, cerca del número doce había un pequeño parque que sí o sí debía de pasarse para poder llegar a la casa, así que se quedaría un rato ahí hasta que viera volver a Regulus.
Iba sumergido en sus pensamientos, tarareando de vez en cuando una canción de una banda muggle que estaba muy de moda, Sirius vivía fascinado con la música muggle, no podía esperar el regreso a Hogwarts y ver qué nuevos vinilos traerían sus amigos.
Caló su cigarro sentándose en un banca al llegar al parque, seguía pensando en el próximo nuevo año de Hogwarts y lo que posiblemente pasaría. Cuando levanto la cabeza para expulsar el humo que contenía, echó un vistazo alrededor y notó una cara familiar.
A unos cuantos metros frente a él estaba Regulus, igualmente sentando en una banca y totalmente absorto en la plática que mantenía. Con sorpresa Sirius notó que su hermano estaba nuevamente con su nuevo amigo Remus Lupin.
Por unos instantes Sirius quedó eclipsado observando al muchacho, fuera en el sol, al chico se le veía el cabello mucho más claro casi pegando a un tono rubio, su piel estaba algo bronceada y al contrario de la última vez que lo había visto, el chico se veía más entusiasmado, reía junto a su hermano y con muchos ademanes parecía contarle una historia a Regulus. Debía ser algo bastante interesante porque su hermano parecía tener toda su atención puesta en Remus.
Podía ver como su hermano veía fijamente al chico, atento, como hipnotizado o embelesado, de vez en cuando su hermano hacia caras de sorpresa, fruncía el seño, se reía, todas reacciones dignas de una audiencia cautivada que quiere escuchar más del receptor.
Sin poder evitarlo, un extraño sentimiento invadió a Sirius, no podía describirlo en totalidad, era como cuando algo te duele pero no sabes qué, como si tuviera un malestar pero no sabes por qué. Sentía molestia o angustia, tal vez era fastidio o hartazgo.
Lo único que sabía era que quería ir a donde su hermano y arruinar su entretenida charla, una vocecita retorcida le decía en su mente que eso podría hacerlo sentir mejor.
Quisiera poder decir que el juicio de Sirius mejoró y decidió quedarse a lo lejos y seguir observando, pero entonces no sería realmente el Sirius Black que conocemos. Está en su naturaleza ser imprudente.
Sin detenerse a pensar qué sería mejor, Sirius se levantó, tiro la colilla consumida al suelo y la piso. Con un deje de arrogancia se fue acercando hacia el par de chicos.
Se decía a sí mismo que sólo quería molestar un rato, que eso es lo que hacen los hermanos mayores, fastidiar y meterse un poco con los pequeños de la familia, hacerlos rabiar para reforzar el lazo de hermandad.
— Hey! No sabía que los encontraría aquí. —
Sin pedir permiso Sirius se sentó entre ambos y pasó sus brazos por detrás de ellos.
— Pero bueno, ¿Cómo la pasan? ¿Qué es ésto, una cita o algo así?— Con una sonrisa algo engreída les preguntó.
Remus lo miró por un instante, con una ceja levantada volteó a ver a Regulus con cara dudosa.
Regulus al cual su pálida piel estaba tomando un tinte rojizo, se levantó con molestia, deshaciendo de un tirón del brazo de su hermano. — ¿Qué te sucede idiota, no tienes modales? — preguntó el menor con enojo.
— Bueno, haz estado toda tu vida conmigo, ya deberías saberlo.— Sirius le guiñaba un ojo al contestarle.
— ¡Merlín! ¡Eres tan insufrible!— A éste punto la cara de Regulus estaba completamente roja de enojo.
Sirius solo atino a soltar una carcajada, era demasiado sencillo molestar a su hermano. Por su parte Regulus se limito a rodar los ojos.
— Sólo bromeaba, relájate, disculpa Remus no era mi intención molestarlos.— Con una gran sonrisa se volteó a ver con Remus, éste solo le sonrió de vuelta y con un ademán de mano le hizo seña de que no había problema.
Sirius sacó de su bolsillo la cajetilla de cigarros que cargaba y le invitó uno a Remus.
—Gracias.— Dijo Remus sacando un cigarrillo, posteriormente Sirius sacó su varita y con un toque prendió un cigarro para él y luego el de Remus.
Sirius estaba tan atento, estudiando las facciones y gestos del castaño que no le pasó por alto el encogimiento que éste habia hecho cuando sacó su varita, como si esperara que Sirius lo hechizara con ella.
Le intrigó mucho eso, pero no tenía tan poco tacto como para cuestionar eso en voz alta, sin embargo trató de lanzarle una mirada de entendimiento, pero no estaba seguro que el chico hubiera captado su gesto, pues después de soltar el humo que había inhalado reanudó su plática con Regulus.
Al parecer lo que mantenía tan absorto a su hermano era un relato de Remus, donde le platicaba partes del entrenamiento al que sometía Greyback a los miembros de su manada.
Les contó cómo el hombre lobo los hacía pasar meses alejados de la civilización en lugares remotos, donde debían soportar climas extremos y pruebas de sobrevivencia para tener comida y refugio. Eran meses donde Remus tenía que desarrollar habilidades de cacería, agilidad, entre otras.
Con disimulo Sirius le echaba miraditas de reojo a Remus y a pesar que este vestía una camisa de manga larga, podía darse cuenta que debajo el chico tenía un cuerpo atlético, seguramente producto de los entrenamientos que tenía.
Los tres chicos pasaron el tiempo intercambiando más anécdotas al punto que el sol ya se había puesto completamente.
— Creo que ya es hora de que volvamos a casa Remus, ¿te parece si nos vemos otro día?— Regulus preguntaba mientras se levanta y estiraba, había pasado mucho tiempo sentando y la posición le había cansado.
— Claro, aún me quedan un par de días más antes de volver a reunirme con...los otros, tú envía una lechuza y nos ponemos de acuerdo.— Remus con amabilidad le había dado una palmada de despedida al brazo de Regulus. —Vaya! Estás muy frío.—
Apesar de ser verano, en las noches la temperatura bajaba un poco, pero Regulus sin importar la temporada era una persona muy friolenta.
— Puedes llevarte mi camisa, no es mucho pero te cubrirá un poco.— Sin dejar que Regulus aceptará o no, Remus se sacó la camisa de franela, quedando solo en una camiseta que llevaba debajo.
Sirius tomó la oportunidad para estudiar más al chico, pero lo que vió lo dejó helado.
— No sabía que ya la tenías.— Sirius trató de decirlo con neutralidad pero había fallado completamente, su voz había salido fría y acusatoria.
Con vergüenza Remus bajó la vista hacia su brazo y trató de esconderlo para evitar que la marca fuera visible.
— Sí bueno, no tenía otra opción.—
— Creí que eras como Reg que sólo ibas por iniciación pero veo que ya haz pasado por más que eso, eres uno de ellos.— A éste punto Sirius ya no fingía un tono de voz normal, el resentimiento, asco y acusación eran visibles en cada palabra que salía de su boca.
Sirius no podía creerlo, había percibido totalmente mal a ese chico, había creído que por fin había encontrado a alguien distinto entre ese grupo podrido de gente, y que con un poco de suerte eso ayudaría a su hermano a entrar en razón y ambos chicos se podían alejar de esas cosas. Había tenido esperanzas de que los tres huyeran de todo eso, de tener un nuevo amigo, incluso había estado feliz por su hermano al cual le costaba relacionarse y hacer amigos.
Pero no, todo había estado mal, si Remus ya se había dejado marcar era cuestión de tiempo para que influenciara a su hermano y le hiciera aceptar portar esa horrible marca.
De por sí Sirius ya había peleado incontables veces con sus padres por querer obligar a Regulus a portar la marca tenebrosa. Les había dicho que eran un par de imbéciles que querían arruinar la vida de su hermano.
Aquellas discusiones terminaban con el pobre Sirius siendo maldecido a punta de varita por sus padres, pero no le importaba porque estaba dispuesto a retrasar eso hasta que Regulus saliera de Hogwarts o hasta que pudiera llevárselo lejos de ahí.
Pero ahora que tenía un amigo yendo por ese camino, sería más difícil.
Los hermanos pasan la mayor parte de su vida conviviendo y conociéndose, llega un punto donde conoces las virtudes, habilidades, fortalezas y defectos que el otro tiene.
Y los hermanos Black no eran la excepción, Sirius sabía que su hermanito era fácil de influenciar, era una persona que solía hacer cosas para complacer a otros y tenerlos contentos, esa era su forma de demostrar afecto.
Vaya que sus padres le había implantado esas ideas a Regulus y eran difíciles de cambiar.
Por eso Sirius estaba seguro que ahora que conocía un amigo dentro del círculo de lunáticos servidores con el cual se sentía identificado, en cualquier momento Regulus se dejaba marcar cuál ganado que terminara siendo sacrificado.
Era imposible mantener un semblante serio, la cara de Sirius delataba su molestia por la situación.
— Bueno, adiós.— Le dijo cortante a Remus y se giro tomando del brazo a su hermano.
— ¡Sueltame imbecil! Sí te quieres ir, lárgate, yo iré después.—
— No, nos vamos ahora.— Sirius se molestaba cada vez más, pero no pensaba soltar a su hermano.
Regulus no pudo evitarlo, sus ojos se empañaron por la vergüenza que su hermano le estaba haciendo pasar.
— Perdona Remus, no le tomes importancia, te escribiré más tarde, ¿De acuerdo?— Regulus casi miraba suplicante al muchacho.
— Descuida, no quiero causarte problemas.—
— No lo haces, es sólo que mi hermano es un idiota, pero no importa, yo te escribo.—
Remus asistió con la cabeza y ambos se despidieron con la mano. Regulus estaba demasiado molesto, se soltó del agarre de su hermano y con rapidez comenzó a caminar delante de él.
— Vamos Reg, no lo hice por molestarte.—
— ¡¿Ah, no?! ¡¿Entonces por qué diablos tratas de arruinar mis cosas?!—
— Sólo quiero protegerte, no sabía que él portaba la marca, sabes lo que eso significa, querrán que tú también la tengas.—
— Me sé cuidar solo, no necesito tu ayuda.—
Dos pares de ojos grises chocaban entre ellos con furia, ambos chicos creían tener la razón, puede que los hermanos Black tuvieran muchas cosas diferentes pero nadie podía negar que eran igual de necios y no les gustaba perder ni estar en lo incorrecto.
Sin dirigirse la palabra volvieron a entrar al número doce de Grimmauld Place y después de que avisaron a sus padres que estaban de vuelta, ambos subieron a sus habitaciones.
Sirius se tumbaba en su cama con la cabeza repleta de pensamientos y sentimientos encontrados. No iba a negar que desde el momento que había conocido a Remus Lupin éste había capturado su atención. Sirius había sentido la necesidad de conocerlo más, de saber de él. Por un momento había creído que habrían tenido una amistad, una cercanía, algo...no se atrevía a ponerlo en palabras porque incluso él no lograba del todo entender porque se sentía así.
Claro que se había decepcionado y molestado, pero por algún motivo le afectaba más de lo que debería, era difícil de explicar.
Soltó un bufido de fastidio y tapó su cara con una almohada.
Extrañamente se sentía vacío.