
Si pudiera ver quizás vería lo patético que se sentía, pretendiendo un papel de malo al que no le importa nada, siendo uno de los seguidores de un ser tan cruel como lo era el señor oscuro, intentando que su padre le mostrara un poco de amor, intentando hacer todo bien para que su madre estuviera tranquila. La verdad es que era una vida bastante dura pero él es un Malfoy por lo tanto debería de estar por encima de todo eso ¿no? Pues no, no lo estaba y cada vez se sentía más y más destruido, ¿esto tendría alguna buena recompensa? ¿Podría algún día vivir una vida normal? Ni siquiera pedía algo donde todo fuera perfecto, pero sí una vida donde su madre tuviera un jardín de narcisos de diferentes colores, una pequeña casa donde ella podría hornear de vez en cuando pasteles de manzana verde. Una vida sencilla donde él pudiera reír y quizás si no era mucho pedir, una donde no se le negara poder ver y de esa manera todas las noches mirar a las estrellas y sentir que él también era parte de ellas, simplemente una vida tranquila, ¿por qué tendría que vivir con miedo? ¿Por qué no podía ni siquiera vivir tranquilo en su propia casa?
Nada era como él merecía...
¿Por qué vivir? ¿Para qué estar vivo en un mundo donde lo único que podía hacer era doblegarse a un tirano que abusaba de él día tras día? Entonces, ¿por qué no finalizar con todo? Al menos así no sentiría nada, no dolor, rabia, tristeza, amargura, frustración, ansiedad, nada, absolutamente nada...
Estaba tan hundido en su miseria que no escuchó cuando la puerta de los baños se abrieron y por ella entró su amigo/enemigo/amor platónico, Harry Salvador Potter.
— Potter, ahora mismo no estoy de ningún maldito humor para ti, así que déjame solo.
El joven de ojos verdes suspiró, la verdad es que lo había seguido porque sintió que si le dejaba solo no podría volver a verle y eso le provocó sentimientos que no podría explicar hasta que esto estallaran por sí mismos.
— Draco, no veng-
— Me da igual, déjame en paz ¿quieres?
— No voy a mol-
— Si no te vas, te juro por Salazar que no vas a salir de aquí sin otra marca.
Por un momento Harry pensó en irse porque quizás lo único que necesitaba Draco era un poco de intimidad y después estaría "bien", sin embargo, algo muy dentro de él le seguía repitiendo "no te vayas, no lo dejes solo, pelea si hace falta pero no lo dejes solo, si lo haces lo lamentarás" y por eso se resistía a irse, incluso si no le dejaba hablar.
Preparó su varita cuando vio que Draco sacaba la suya y se daba la vuelta para enfrentarlo, sus ojos estaban tan rojos que casi parecían rotos... y aún así, él sólo podía ver la belleza en esos ojos que fueron negados de visión, la pupila estaba completamente opaca así que parecía todo iris, parecían dos estrellas que buscaban salvación del fuego interno que lo estaba quemando, tan bellos y al mismo tiempo tan tristes.
Suspiró, un milisegundo después de esta acción llegó el primer hechizo. Si no fuera porque Harry había estado teniendo entrenamientos con su padrino en Grimmauld Place, probablemente estaría ya con una herida, pues el joven Malfoy no sólo era inteligente en pociones también lo era a la hora de pelear, sabía perfectamente por qué, incluso si éste no le decía nada, la ceguera que tenía lo hacía más habilidoso todavía ya que al no poder ver el sentido del oído estaba muy, MUY desarrollado, así que daba igual lo que hicieras él siempre sabría donde encontrarte.
La pelea siguió un poco más hasta que se descuidó por un momento y un "CRUCIO" dio directo en su brazo, provocando que por varios segundos quedara sin poder moverse por el dolor, no obstante, se movió con rapidez y conjuro un "IMPERIUS" de esta manera Draco quedó completamente inmóvil y su varita cayó al suelo.
Recogió la varita para dejarla guardada en su bolsillo junto a la suya propia. Tomó las manos de Draco entre las suyas sientendolas frías, tanto así que casi parecían de un muerto y eso le asustó muchísimo.
Con un simple chasquido el hechizo se rompió, dejándolo libre de nuevo.
No dijeron nada durante un tiempo, simplemente mirándose a los ojos en silencio hasta que Harry lo abrazó y ahí se rompió por completo, llorando y gritando, apretando con fuerza la destruida camisa del "elegido".
— No estás solo, no estarás solo.
Eso hizo que el corazón del pequeño rubio se estrujara y llorara todavía más.
¿Quizás podría tener una oportunidad?
¿Quizás había esperanza para él?
¿Quizás podía confiar?
Y la respuesta a todo eso fue... "Por supuesto que no.".
Todo su cuerpo comenzó a convulsionar de una manera horrible, la marca tenebrosa que tenía ardía como mil infiernos juntos, sentía como poco a poco un dolor horrible se instalaba en todo su cuerpo y la inconsciencia se apoderaba de él tras unos desgarradores gritos, todo esto ocurría mientras Harry lo mantenía entre sus brazos gritando su nombre con desesperación sintiendo que la vida se le iba de las manos. Lo puso con delicadeza sobre el suelo intentando buscar alguna herida o algo, la verdad es que no había utilizado hechizos que lo pudieran herir, tampoco tenía grandes conocimientos en magia medicinal, se sintió completamente inútil.
Las puertas se abrieron y entró Severus con una expresión muy seria, sin decir nada empezó a tratar el cuerpo de Draco, no lo podía curar pero sí ganar el tiempo suficiente para que ese desgraciado no lo matara. Cuando por fin parecía un poco más calmado, sin esfuerzo ninguno el moreno lo tomó en brazos y fueron deprisa con Madame Pomfrey, allí lo dejó con absoluta delicadeza sobre la camilla, quería llorar muchísimo. Fue agarrado con fuerza por el profesor de pociones que lo sacó de allí, cerrando las puertas detrás de los dos, iba a maldecirlo en este momento por haberlo tratado de esa forma.
— ¿Ves lo que pasa cuando intentas ir en contra del señor oscuro? Una vez que estás dentro sólo hay dos maneras de salir, sin vida o muerto en vida. Así que, no te entrometas con mi protegido hasta que seas lo suficientemente fuerte para darle verdaderas esperanzas.
No supo que decir porque desapareció de allí para volver con su ahijado, todo lo que había dicho era completamente cierto. Sí, había estado entrenando, había estado mejorando pero no lo suficiente para ayudar a la persona que más amaba en todo el mundo, aunque ésta no lo supiera.
Había llegado la hora, ahora sí iba a ser el elegido.
Crugio su cuello, limpió sus lágrimas y con rapidez se dirigió a las mazmorras, al llegar a su habitación tomó el espejo que su padrino le dio y comenzó a llamarlo, la tierna cara de su padrino lo saludó con la misma alegría que siempre tenía, sin embargo, Harry tenía una expresión completamente oscura, sus ojos estaban hinchados y con una voz tan seria que no parecía él mismo dijo.
— Voy a matarlo.