Draco Malfoy y la sepia destituida

Harry Potter - J. K. Rowling
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Draco Malfoy y la sepia destituida
Summary
La vida va mejorando poco a poco, su pequeña y rota familia va aumentando con personas y amor, así que tal vez ahora todo podría estar bien. O eso creyó hasta que empezó el cuarto año.¿Cómo es que se la ingenia para caerle mal a tantas personas? ¿Es un talento oculto suyo?No lo sabe, pero cada vez se siente más agotado y cansado... la vida siempre ha sido difícil, nunca ha podido tener un verdadero respiro y normalidad, tal vez no había sido creado para eso, especialmente cuando es obligado a participar en un torneo, además de que su director junto con un profesor parecen odiarlo sin alguna razón... ¡Oh! se olvidaba de la nueva sombra que se avecinaba por él.
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La marca tenebrosa

“¡Thubán! ¡Distensión! ¡Distensión! ¡Distensión!" el hombre lobo no le hacía caso a su pedido mientras golpeaba su espalda con sus puños para que parara su carrera, estaba empezando a desesperarse porque tenía miedo, miedo de que sus padres fueran dañados, miedo de que sus amigos fueran atacados, de que nadie los ayudara a salir de ese ataque y él estaba aquí huyendo de todo este caos como un cobarde. No podía permitirlo, él no dejaría atrás a nadie de su manada… esta vez nadie caería “ ¡Detente, Thuban! ” sin darse cuenta desde el fondo de su garganta aquella voz salió y como había pasado anteriormente con Lupin, su amigo se detuvo ante la orden impuesta. El hombre lobo se detuvo de improviso con unos ojos negros completamente desenfocados.

Se soltó de su agarre y se puso frente a frente de Thuban quien al pasar cinco segundos sacudió su cabeza como si buscara salir de este control mental que había sido impuesto por su culpa “Eso fue cruel, pero astuto” comentó mirándolo, levantando una ceja nada impresionada “¿Ahora qué?” mirando comentado por la zona de donde se habían alejado, seguro preocupado de que la próxima orden sea regresar a ese gran problema. Últimamente lo era.

Concentró su oído para percibir algún disturbio mientras empezaba a correr hacia la zona 2. Debía ir con su familia, con su manada y saber que se encontró a salvo. Justo en ese momento el ruido de una rama romperse y de un hechizo lanzado le hizo tomar su varita “¡Protego!” frente a él se levantó un escudo protegiéndolo tanto a él como a Thuban de una maldición que iba directamente hacia ellos. Un hombre y una mujer con máscaras negras con un diseño de color blanco muy extrañas y de una constitución gruesa estaban al otro extremo de ellos quién al percatarse del hombre lobo a su lado se tensaron por el miedo de ser mordidos, sin embargo, esto no evitó de que volvieron a atacar con un hechizo provocando que él volviera a levantar otro escudo. Iba a lanzar un hechizo de respuesta a los ataques cuando percibió a lo lejos unos gritos de niños que llamaban a su mamá de forma desesperadas, mientras se escuchaba la risa cruel de alguien mayor “Ve, Thuban” este ascendiendo y rápidamente desapareció de su lado , corriendo entre los árboles y perdiéndose en la oscuridad de la noche y bosque.

Los enmascarados parecieron sorprendidos ante la ida del hombre lobo “¿Lo controlas?” susurró con una voz ahogada.

“Eso es algo que no te incumbe” gruñó y esquivó otro hechizo sin palabras, escondiéndose detrás de un árbol. Cerró sus ojos intentando escuchar hacia donde pensaban caminar esos enmascarados. A la derecha, esos tontos caminan juntos. “Canieci Saggita” dijo rápidamente y de la punta de su varita una flecha en forma de rayo voló hacia los otros quienes intentaron detener el ataque con su propio protego, sin embargo, el ataque de Draco fue mucho más fuerte rompiendo el escudo y haciendo caer con fuerza al suelo al recibir la descarga eléctrica y golpearse con las raíces sobresalientes de los árboles o las rocas en el suelo “Ahora que están quietos ¿Qué están haciendo su grupito? ¿No se han dado cuenta que para Halloween todavía faltan algunos meses?” caminó hacia el hombre que parecía no poder levantarse y debes en cuando su cuerpo tenía leves temblores, de igual forma la mujer “¿No piensan hablar?”

Este enmascarado solo se estiró sobre el suelo y susurró “Eso es algo que no te incumbe” se rio sin mucha emoción por el uso de sus propias palabras en su contra.

Lo tomó del cuello sin apretar con mucha fuerza porque necesitaba que pudiera hablar, pero de igual forma debía intimidarlo para que suelte la lengua “¿Crees que puedes ser gracioso en este momento?” tomó la varita del hombre en su mano libre “¿Crees que no te haré daño?” con toda su fuerza rompió la varita notando como esos ojos marrones que lo miraban debajo de esa máscara se abrió en shock “¿Quieres reconsiderar tu decisión?” soltó la varita que estaba partida en dos al suelo, ya no era de utilidad en estos momentos. Escuchó un jadeo a su otro lado y pateó lejos la varita de la mujer que estaba arrastrando con dolor para alcanzarla “Ni te atrevas a meterte, todavía no es tu turno”

Con voz ahogada el varón contestó “Tú… tú… monstruo” decía en shock “La rompiste, tú la rompiste… la tenía desde que era un niño” no le importaba si esa varita había estado entre las reliquias de la familia de ese hombre que ahora parecía un niño llorón debido a que este no le importó escuchar a niños llorando y atemorizados por sus acciones y de sus cómplices. Como no tenía ningún respeto o ganas de protegerlo, aun sujetándolo del cuello lo giró para lanzarlo entre él y el imperdonable que iba directamente hacia su persona, lo uso como escudo humano ante el inconfundible y doloroso crucio.

“Lucius, Lucius, Lucius. ¿Crees que no he olido tu pútrido aroma cuando llegaste a esta zona?” dijo sin dejar de mirar al hombre que se retorcía en el suelo de dolor por recibir el crucio en su espalda, solo pudo pensar que hace más de tres años él estuvo en esa misma situación cuando se encontraba en los calabozos de los Malfoy, siendo maltratado y torturado por Lucius, creyendo en esa mente infantil e inocente que ese hombre solo estaba sorprendido de tenerlo cerca y que pronto se detendría para amarlo incondicionalmente. Soltó un suspiro Que ingenuo y estúpido era. “¿Vamos a jugar al gato y ratón?” comentó escuchando como Lucius se iba moviendo entre los árboles, como si no creyera que lo tuviera bien ubicado. Empezó a caminar hacia donde se escondía la rata de Lucius quien podía percibir que temblaba como una hoja “¿Por qué no me das la cara? ¿Me tienes miedo? ¿Eso no es irónico?” rio ante lo último.

Escuchó un gruñido y el rubio mayor bramó “¡Cállate, maldita sea!” lanzó un hechizo haciendo que lo esquivara gracias a los árboles “Siempre has sido un error, no debiste nacer, debiste nunca volver a nuestras perfectas vidas”

Antes le hubiera dolido, ahora no sentía nada… bueno, eso podría ser una mentira porque tal vez el enojo era el sentimiento que predominaba cuando pensaba en ese maldito hombre, especialmente cuando se ponía a dañar a personas inocentes, a niños, a familias que estaban ahí para tener un día divertido… les había arruinado un momento tan feliz “¿Un error? Creo que el único error es que sigas libre con lo horrible persona que eres” volvió a esquivar otro ataque.

“¿Te crees tan intachable? ¿Un mago de la luz?” comentó con burla “Por favor solo eres una criatura oscura, nada más” decía detrás de un árbol Lucius, como si creyera que este lo pudiera proteger “Eres completamente desechable como lo fueron esos otros niñitos que eran tan débiles en morir a manos de sucios mugles. Al final solo eran un estorbo que no sirvieron para nada, que bueno de que se hayan muerto y dejen de ocupar un espacio en…” vio rojo.

“¡Confringó!” la maldición explosiva golpeó con fuerza contra el árbol, haciendo que este explotara en millas de pedazos que alcanzaron tanto a él como a Lucius, no le importó como los trozos rasguñaron su rostro o cuerpo, solo estaba atento ante la figura del Malfoy mayor tirado en el suelo con varios trozos de madera incrustados en su pecho y brazos “No te atrevas a nombrarlos con esa asquerosa lengua que tienes Lucius, no te atrevas hablar de ellos porque una basura como tú no tiene el derecho de ni siquiera mencionarlos” apretaba con fuerza su varita. Una voz en su cabeza susurraba que usará el hechizo favorito de este hombre contra él… sería tan fácil lanzar un crucio por el odio que empezaba a sentir por el Malfoy mayor porque a nadie le permitirá hablar mal de su primera manada. Crucio. Crucio. Él se lo merece y nadie nunca le creerá que lo hayas usado contra él. Úsalo y hazle saber cómo se siente en estar en el lado receptor de la maldición. Lo has visto tantas veces que sabes cómo es el movimiento de varita y las palabras exactas. Esa voz se detuvo ante una explosión al otro extremo de donde se encontraban junto a los gritos de varios niños, le hizo pestañear saliendo de ese trance y aun sintiendo en la punta de su lengua la maldición la imagen de su familia se interpuso, supo que él no quería ser un Lucius Malfoy “Brackium emendo” el hueso de la pierna izquierda de Lucius empezó a desaparecer como si un globo se desinflara, provocando un jadeo en Lucius que lo logró desmayar de forma exagerada “Vamos, ¿tanto te dolió? ¿Debes estar bromeando?”

Acercó a Lucius a los otros enmascarados y con un hechizo los amarró con una soga. Cuando estaba a punto de quitarles sus respectivas máscaras de nuevo los gritos de niños lo distrajeron de su acción. Debo salvarlos, no puedo dejarlos desprotegidos. Rápidamente empezó a correr hacia aquel lugar esperando que no escaparan Lucius y sus compinches.

Llegó a una zona donde se encontraba Dominick Hudson mandándolo a volar a un enmascarado contra un árbol que lo terminó arrancando de raíz por la fuerza “Asquerosos mortífagos” dijo para voltear a verlo con la varita levantada. Atrás de este pudo notar a algunos niños temblando acompañados de una mujer asiática que les intentaba calmar, no pudo pasar de los 8 años “¿Un Malfoy?” Podía sentir como esas palabras fueron dichas con tanto odio, miró al enmascarado empotrado en el árbol y pensó que ese sería su futuro muy cercano si el hombre no se calmaba.

“Desheredado” levantó las manos intentando mostrarse inocente, de que estaba de su lado y quería detener a los enmascarados.

“Eso no evita que sigas siendo un Malfoy” Mierda, ¿tendría que pelear con el hombre que le grababa tanto a Naranja? No cree que pueda hacerlo “Y todos los Malfoy son culpables de ser unos sucios arrastrados para obtener la magia oscura o un poco de poder… como ese padre tuyo, Lucius Malfoy”

“Ese hombre no es mi padre, soy hijo de Gilderoy y Severus, pero no de Lucius” tomó su varita con fuerza, preparado para defenderse de los ataques que iban a venir a continuación porque sus palabras parecían no convencerlo. Sin embargo, la mujer asiática detuvo al mayor tomándolo de la mano y en su idioma natal empezó a hablarle “Es un niño, no le harás daño a un niño” creando una pelea entre esos dos porque Hudson argumentaba de que él era un Malfoy y debían arrancar el mal de la raíz, mientras la mujer comentaba que eso era una estupidez.

Escuchaba a lo lejos personas corriendo despavoridas, intentando escapar de los ataques de los enmascarados “No es momento para discutir, todavía hay personas que necesitan ayuda” dijo alejándose de la zona, esos dos adultos mantendrían a salvo a los niños, debía seguir buscando a su manada.

Sin embargo, no sabía a dónde ir. Tantos gritos pidiendo ayuda, tantas personas corriendo al ser perseguidos, tantos aromas en un solo lugar que destilaban terror o satisfacción lo estaban mareando. Todo era una locura, pero no podía quedarse como un tonto en medio del bosque. Estaba preparándose para ir hacia donde escuchaba la mayor cantidad de gritos “¡Espera! ¿A dónde vas?” gritó Hudson al alcanzarlo.

“No es momento para que me crucifiques por quienes son mis ascendientes. Hay personas siendo atacadas y debemos ayudarlos” comentó molesto “Ve por allá, hay alrededor de tres personas que van a hacer alcanzadas” dijo señalando a otro extremo, empezando a correr lo más rápido posible por otro lugar “¡Bombarda máxima!” gritó golpeando a uno de los enmascarados que estaba haciendo flotar a una niña hija de mugles que solo lloraba de impotencia ante su vestido de dormir que bajaba por su pecho mostrando su ropa interior. Asqueroso, ese enmascarado era un asqueroso. Ante el ataque recibido el hechizo que tenía atrapada la niña desapareció por lo que tuvo que correr para poder tomarla en sus brazos antes de que se golpeara con fuerza contra el suelo “Ya está todo bien, nadie te volverá a dañar” comentaba ayudando a acomodarle el vestido a la niña que estaba con sus mejillas húmedas “¡Reúnanse!” gritó a los demás infantes haciendo un signo también de que acercaran porque no sabía si hablaban su idioma. Los niños se acercaron corriendo a él y contó en total 4 cabecitas junto a él que lo abrazaban como si él fuera un ancla o un héroe para ellos “¿Dónde están sus padres?” en diferentes idiomas le dijeron que se habían separado de sus padres cuando corrieron por el bosque, no le sorprendía con la poca iluminación del lugar. Estaba pensando en llevarlos donde había visto a la mujer asiática cuando un ruido a miles de avispas acercándose lo distrajo, del cielo a una velocidad rápida se acercaba algo o alguien por lo que levantó la vista y sobre la copa de los árboles apareció una gran cantidad de puntos verdes volando hacia ellos… ¿Eran los Leprechaun? “¡Protego!” gritó y sobre ellos volvió a aparecer el escudo.

Escuchaba los gritos asustados de los niños y por su parte él estaba preocupado porque su escudo estaba perdiendo fuerza con cada nuevo golpe que recibía de esos infinitos leprechaun ¿Por qué los estaban atacando? ¿No que eran criaturas traviesas, pero no dañinas? ¿Qué estaba pasando en sus locas mentes? ¿Creían que era el enemigo? ¿Esas criaturas estaban de lado de los enmascarados?

Justo en ese momento el escudo se rompió, cayó al suelo y se quedaron desprotegidos.

Giró para cubrir con su cuerpo a los cuatro niños, dándose cuenta al último microsegundo que con el tamaño de su cuerpo no los cubriría completamente… se transformó en su lobo, en lo más grande que podía. Protegió a los niños en su versión lobo, sintiendo como lo golpeaban, mordían o lastimaban su lomo, pero no estaban tocando a los niños en ningún momento. Eso era bueno, los niños debían ser protegidos.

Con cada golpe que recibía intentaba morder a cada Leprechaun que se acercaba, intentando asustarlos y que se alejen de ellos, pero no se asustaban, seguían acercándose a atacarlo sin temer por sus vidas, eran como máquinas listas para acabar con ellos. Cuando llegó a morder a uno y sentir la sangre de este en su boca creyó que podría demostrarles a esas criaturas que no estaba jugando, pero ni siquiera con eso se detuvieron… era como si no les importara morir con tal de dañarlo, con cumplir una misión ¿Pero qué misión? ¿Qué buscaban contra él? ¿Por qué arriesgar su vida?

En eso escuchó que alguien se acercaba “¡Draco!” el grito de Thuban lo hizo alzar los oídos junto a las criaturas que voltearon por un breve periodo de tiempo ante el nuevo visitante en aquella zona oscura, como si analizará si valía la pena atacarlo también.

Aprovechó ese pequeño descuido para destranformarse “¡Incendio!” una gran llama de fuego salió de su varita y lo empezó mover por cada Leprechaun que se encontraba frente a él, los iba quemando a cada uno, sin dejar escapar a nadie, solo escuchaba sus gritos de dolor, pero no podía detenerse… no cuando podían volver a atacarlos. Era mejor acabar con ellos de una buena vez.

La zona estaba inundada por el aroma a carne quemada, de la carne de estas criaturas que lo mareaba tanto a él como a los presentes. Era una vista grotesca y esperaba que no abrumara a los pequeños futuros magos y brujas que estaban a su lado. Por su parte él sentía como cada parte de su cuerpo le dolía, le zumbaba o palpitaba…

“¿Esos son Leprechaun?” se acercó Thuban mirando a los duendecillos quemados en el suelo, su acercamiento solo provocó un sobresalto en los cuatro niños que empezaron a llorar con más desesperación “Ay, ay, lo siento. No les haré nada, soy bueno, de los buenos” intentaba calmar recibiendo más lágrimas y gritos desesperados “Ya regreso” dijo con unos ojos adoloridos y desapareció entre los árboles justo cuando aparecía el árbitro del juego de Quidditch quien cargaba a dos niños en cada hombro y atrás suyo acercándose una mujer que parecía cansada y aterrada por lo vivido.

“¿Qué pasó?” dijo al ver todas las criaturas muertas con un rostro muy oscuro, como si lo estuviera juzgando a él de todo lo sucedido… si fue su culpa, pero no lo había hecho porque hubiera querido matarlos.

“Nos estaban atacando” comentó intentando calmar a los niños y orando de que estos no mencionaran sobre el hombre lobo que se había presentado y sobre su transformación. Además, de que el hombre no pregunte nada más, lo estaba poniendo de los nervios todas sus dudas hacia él debido a que era tan prejuicioso igual que muchos magos que lo conocían y creían que Draco era igual a Lucius.

“Los Leprechaun no atacan a los magos, solo hacen travesuras y no son de gravedad para que tu hayas decidido quemarlos vivos” se acercó a pasos decididos hacia él para tomarlo del brazo con fuerza para que lo mirara, esta acción solo provocó más miedo en los demás sujetos que se encontraban ahí “Los mataste sin pena”

Se soltó de un jalón del agarre “¡Nos estaban atacando!” se levantó la parte de arriba de su pijama de seda para mostrarle los moretones que se iban formando en sus costillas y espalda “Esto me hicieron, tuve que detenerlos antes de que les hiciera lo mismo a ellos” señaló a los niños que no paraban de llorar por la discusión que se estaba formando. Aspiró aire con fuerza para luego exhalar debido a que buscaba calmarse, él debía ser el mayor en ese grupo “Todo lo malo ya pasó, ahora están a salvo” acariciaba cada una de sus cabezas de igual forma que Severus y Gilderoy le acariciaban para tranquilizarlo, brindándoles su sonrisa más amable de su arsenal “Vamos a buscar…”

Todo se detuvo.

En el cielo oscuro de la noche aparecieron diversas estrellas verdes, por un breve segundo pensó que eran más Leprechaun, pero estos empezaron a formar la figura de un cráneo de tamaño colosal, con cada segundo esa imagen iba extendiéndose cada vez más y su alrededor se iba volviendo brumoso. Era hipnotizante y al mismo tiempo aterrador… ¿Qué era eso? se preguntó especialmente cuando los dos únicos adultos soltaron un jadeo y grito.

“La marca del que no debe ser nombrado” susurró la mujer con voz entrecortada.

¿La marca de Tom? ¿Estaba ahí? ¿Buscaba a Harry?

Sin pensar en nadie más que en Harry empezó a correr hacia donde había salido aquel hechizo. Corría sin darle una segunda mirada a las personas que miraban en shock al cielo. Harry, debía encontrar a Harry, no podía permitir que el idiota de Tom le hiciera daño.

A lo lejos, justo a unos metros debajo de la forma de los cielos pudo ver una gran cantidad de destellos blancos dirigidos hacia la misma zona. Inhaló y percibió diversos aromas, demasiados aromas desconocidos y que reflejaban tantos sentimientos negativos que lo estaban mareando, pero que no tomó importancia porque en el centro estaban Harry, Hermione y Ron “¡No!” gritó levantando su varita para hacer cualquier cosa y evitar que dañaran a sus amigos, pero al mismo tiempo que él gritó el señor Weasley también levantó la voz.

“¡Alto! ¡Alto, es mi hijo!”  el hombre corrió hacia los tres adolescentes con un rostro aterrorizado “Ron, Harry, Hermione. ¿están bien?” comentaba viéndolos de arriba para abajo intentando captar algún daño en ellos, su voz era temblorosa.

Intentó acercarse a sus amigos, pero uno de los adultos presentes lo detuvo tomándolo con fuerza del brazo “Detente, Malfoy. Fuiste tú el que lo hizo, ¿verdad?” exclamó de forma furiosa.

“¿Qué? Acabo de llegar” se soltó con fuerza del agarre logrando hacer caer a ese mago al suelo, mientras él iba corriendo hacia sus amigos que se iban levantando del césped.

Sin que le dieran tiempo de preguntar, Harry ya levantado lo tomó de la mejilla “¿Estás bien?” iba a responder que eso él tenía que decirlo, pero la siguiente pregunta lo detuvo “¿Qué te pasó?” alejó la mano que estaba en su mejilla y notó sangre “¿Quién te hizo esto?”

“No mientas Malfoy, todos sabemos que tú hiciste esto” interrumpió un hombre canoso con el rostro arrugado por la edad, pose estirada y un bigote recto, además de facciones llenas de rabia. El viejo intentó tomarlo del hombro para alejarlo de su amigo, sin embargo, no contó que Harry lo pusiera de forma rápida detrás de él “¡Aléjese señor Potter! ¡No me haga pensar que está involucrado con este…!”

“Será mejor que se calle señor Crouch, no se atreva a decir nada de Draco a menos que quiera lamentarlo” siseó enojado Harry sin dejar de ser la barrera entre Draco y los demás hombres del Ministerios que parecían listos de arrestarlo en cualquier segundo.

El hombre viejo entrecerró los ojos “¿Es eso una amenaza, señor Potter?”

“Tómelo como quiera, pero aquí nadie es responsable de esa cosa en el cielo”

Una bruja se acercó “Vamos, Barty, son solo niños. No deben conocer el hech…”

Crouch miró a la bruja de una forma que la hizo retroceder un par de pasos “¿Entonces de dónde salió la Marca Tenebrosa?”

Hermione respondió “Ahí” su voz se escuchaba rota segura por el miedo de ver aquella marca en el cielo, pero intentando esconderlo para que los adultos desconocidos no lo notaran “Detrás de los árboles gritaron el conjuro”

El tal Crouch junto con un par de magos más parecían ser los únicos en creer que el culpable era él, pero los demás estaban acercándose a la zona que Hermione había señalado para dar su revisión. El señor Diggory salió junto a una elfina en sus brazos que estaba desmayada que al dejarla en el suelo en medio de todos los presentes empezó a abrir los ojos asustada y empezando a balbucear.

Mientras aparecía el insufrible Ludo Bagman estaba mirando por la zona en que había desaparecido el cascarrabias Crouch… escuchaba como movía algunas hojas de arbustos con desesperación ¿Creía que alguien más estaba escondido? Intentó percibir algo extraño, pero ante tantas nuevas personas esto era casi imposible. El hombre se detuvo y no se movió por largos segundos ¿Había encontrado algo?

“¡Todo se ha arruinado! ¡Tuvo un horrible final este mundial!” dijo muy cerca Ludo Bagman distrayéndolo del otro hombre “Tal vez deba llevarte con Gilderoy, seguro debe estar buscándote” intentó jalarlo a su lado, pero el cuerpo de Harry se interpuso.

“No lo toques”

Una intensa pelea de miradas se formó entre su amigo y Ludo Bagman hasta que apareció Crouch con un rostro cansado “La elfina no pudo lanzar la maldición sin una varita” comentó a al señor Diggory ganándose la mirada de Bagman.

“¿Dónde has estado, Barty? Te has perdido todo el partido” comentó como si eso fuera lo más importante de todo este asunto.

“Estuve ocupado, Ludo. Y no creo que sea momento de hablar sobre mi falta de presencia en el partido final, sino en descubrir quien lanzó el conjuro”

“La elfina tenía una varita, la encontré cerca de ella” dijo el señor Diggory haciendo temblar más a la criatura, la varita en cuestión le era tan conocida y obviamente no fue el único en tener ese sentimiento.

Harry miró confuso la varita “Es mía” los que no conocían que era suyo lo miraron con duda “He dicho que es mi varita, se me cayó”

“¿Se te cayó?” preguntaron sin creerle los demás adultos “O lo dejaste caer cuando terminaste de conjurar la marca tenebrosa?” se volvió acercar Crouch dejando de estar pálido, pero si con un toque nervioso en su voz.

El señor Diggory tomó del hombro a Crouch “Vamos, amigo, es Harry Potter. ¿Crees que invocaría la marca? ¿En serio?” luego de una pequeña discusión tensa entre los adultos que estaban culpando a Draco, a la elfina o al mismo Harry Potter decidieron lanzarle un hechizo a la varita de Harry cuando sus amigos comentaron que la voz que lanzó el hechizo no era de un elfo doméstico, sino de un mago “Prior Incantato” y de la varita surgió una calavera con lengua en forma de serpiente.

“Una voz que no es de elfo, ¿verdad?” Comentó Crouch mirando a los adolescentes “Arresten a Malfoy, solo él sería capaz de lanzar el conjuro” comentó y notó la duda de pocos aurores presentes, pero la mayoría empezaron a acercarse haciendo caso al viejo gruñón. Tanto él como sus amigos y los señores Weasley y Diggory empezaron a forzar para que no lo toquen, pero ante tantos adultos era difícil “Si interrumpen el arresto ustedes también serán arrestados” siseó.

“Barty esto es incorrecto, es un niño” comentaron tanto el señor Weasley y Diggory poniéndose al frente de ellos “No puedes…”

“Es el único que se encontró solo cuando se conjuró la marca tenebrosa, además de que su familia tiene la costumbre de…”

“¡Lo que dices no prueba nada!”

“¡Ni te atrevas a acercarte a menos que quieras salir volando lejos de aquí, idiota!”

“¡Es un menor de edad, no puedes llevártelo sin la presencia de sus padres o tutores!”

“¡Yo te cubro las espaldas, compañero!”

Había surgido una pelea a gritos hasta que el viejo gruñón lanzó un fuerte hechizo que golpeó un árbol para que todos se callaran “Será mejor que se alejan, este mocoso será llevado a la oficina de aurores para que sea procesado por uso de hechizos ilegales y afinidad contra un mago que asesinó a varios de los nuestros por años” su respiración era fuerte y sus ojos se encontraban desenfocados “Nadie tiene corona para evitar ir a la cárcel. Nadie puede decir que estuvo con él cuando se lanzó el conjuro, hay una varita que fue usada y se encontró por la zona donde él apareció, su familia a tenido juicios sobre su participación como mortífagos” era ridículo todo lo que decía ese hombre… él Nunca hubiera hecho ese conjuro, ni siquiera lo conocía. Era la primera vez que lo veía “Aurores, arréstenlo” con un movimiento de varita Crouch mandó lejos a las personas que lo defendían.

“Estás atacando a un funcionario del Ministerio” decía entre dientes el señor Weasley que parecía no poder moverse de igual forma que sus amigos que estaban gritando que lo soltaran.

“Y tú estás interfiriendo en un arresto contra un mortífago en ciernes” Ludo Bagman intentó tomar del hombro al hombre que estaba rabioso, pero fue brutalmente ignorado.

Una parte de él le decía que debía defenderse de estos ineptos, pero también sabía que si lo hacía podía lograr empeorar todo, no solo acusarlo de ser uno de esos sucios mortífagos, sino también por resistencia y daño a la autoridad… todo se estaba volviendo. completamente mal muy rápido. Cuando estaba resignado a ser encarcelado, Hudson apareció entre los árboles.

“Ese niño no invocó la marca” fue su saludo haciendo que todos lo vieran “Estuvo en mi presencia cuando a lo lejos apareció en las nubes” no lo miraba, sino que tenía en la vista a Crouch que parecía estar pensando que decir, como seguir inculpándolo “Así que al menos pueda dividirse en dos, él no pudo ser”

“¿Estás seguro de que estuvo contigo todo ese tiempo?”

“Claro que sí, ¿crees que alucino con niños rubios cerca de mí?” Levantó una ceja con si creyera que Crouch era un idiota. Se colocó a su lado.

El otro solo mordió sus labios intentando controlar su mal genio “Bien… no podemos objetar ante lo dicho por alguien tan influyente en el mundo mágico” eso no era lo que quería decir obviamente “Entonces, el único al que podemos echar la culpa por esto es a la elfina” miró a la pequeña criatura que seguía llorando desconsolada.

“No creo que sea momento de estar echando culpa” y entre susurros Hudson dijo 'tontos ingleses' tan bajo que estaba seguro de que nadie, salvo él, lo había escuchado “Hay varias personas tanto mugles como magos regados por todo el bosque heridos o traumatizados por lo vivido. Debemos ayudarte”

“Pero primero debemos de descubrir al culpable” dijo un auror a un lado “Los civiles podrán ser atendidos después”

“Si no piensan ayudar, entonces quiero hablar con los sanadores que han de haber llamado para ayudar, hay niños heridos” Hudson se enojaba cada vez más.

Los aurores presentes se tensaron y supo lo que no habían hecho “No los llamaron, ¿verdad?” no sabía porque aún seguí engañando a ese grupo de tontos que no eran capaces de hacer algo bien.

“Estábamos a punto de llamar hasta que apareció el…”

Hudson rodó los ojos para luego dirigirse a él “¿Me ayudarás con los niños?” le susurró con una voz de remordimiento “Los de atrás estaban preguntando y llorando por ti” se sorprendió de que le estuviera preguntando por su ayuda si hace poco parecía que quería escupirle solo por ser un Malfoy ¿Por qué ese cambio? Miró su espalda alejándose del grupo y decidió seguirlo, después de todo él ya no estaba siendo acusado injustamente. Atrás de él escuchó como sus amigos empezaron a correr detrás de él.

“Tomaré mi varita, señor Diggory, gracias por encontrar” dijo Harry tomando la varita del hombre quien junto al señor Weasley se quedaron intentando detener la diatriba que iba a tener Crouch por no tener al culpable encerrado y ni siquiera saber quién era… o al Al menos eso pensaba Draco.

Sus amigos lo alcanzaron.

“Estoy preocupado, no he visto a Severus ni a Gilderoy todo este tiempo. ¿Ustedes los vieron?” dijo sin dejar de caminar detrás de Hudson, negaron con la cabeza. ¿Dónde estaban sus padres? ¿Estaban bien? Esperaba que sí.

Unos pequeños cuerpecitos se estrellaron con él, eran esos cuatro niños que había salvado. Le estaban reclamando con esas adorables voces de infantes por haberlos dejados solos (aunque no fuera cierto porque los dejaron acompañados de Hudson y los que él había salvado) “No han dejado de llorar desde que te fuiste, se calmaron cuando les dije que iba a buscarte” dijo el árbitro cargando a otros dos pequeños niños y empezando a adentrarse más al bosque.

Se notaba que ese hombre no parecía el mismo de antes “¿Por qué me estás tratando mejor?” dijo con duda porque no entendía este cambio de actitud hacia su persona.

El hombre se giró a verlo. Draco se encontraba caminando, siendo arrastrado por esos cuatro niños que se recostaban en su cuerpo como buscando consuelo con su tacto “Por lo que estoy viendo ahora” siguió su camino. No entendió nada, pero no iba a arriesgarse a contradecir a un hombre que pudo ser un nuevo enemigo.

Pasaron por la zona donde había dejado a Lucius y los otros enmascarados, pero sabía que no estaban ahí. Sus aromas ya se estaban disolviendo con el viento… se salvó ese hombre una vez más, parecía que tenía más vidas que un gato. Durante toda la caminata con sus amigos empezaron a ayudar a cada persona que se encontraba, él buscaba curar sus heridas con los conocimientos que había ganado con tantas horas de enseñanza bajo la supervisión de Madame Pomfrey. Se sintió bien poder usar su magia para sanar a los demás, de poder curar y cerrar heridas abiertas, ayudar a vitalizar a las personas que estaban agotadas por la noche tan movida, de detener algunas hemorragias simples o hacer torniquetes en hemorragias más severas. Además, de que a cada paciente que dejaba completamente sano les preguntaba si habían visto a sus padres… le habían dicho que sí, y se encontraban sanos la última vez que los vieron, esperaba siguiera así.

“¿Quién iba a pensar que esto era tan cansado?” comentó Ron mientras se sentaba en una roca luego de haber calmado a un niño que estaba angustiado por la sangre que salía del brazo de su madre. Sus amigos lo iban distrayendo mientras él empezaba a limpiar y cerrar la herida “Nunca quiero ser sanador o trabajar con niños” en ese momento Hudson con otros adultos traían a más heridos “¿Esto nunca acaba?”

“Es el trabajo de un sanador, en casos de desgracias uno no se puede detener” comentó la mujer asiática que se había presentado como Akame Yang, quien cuando empezaron a curar a los heridos, también lo había curado a él con sus heridas superficiales “Este hechizo ayudará a restaurar la piel cuando se sufre quemaduras, también sirve como anestésico y de limpieza” le comentaba mientras atendían a una joven que había sido atrapada en el incendio a las tiendas y tenía la pierna con quemaduras de segundo grado. Le había estado enseñado hechizos mientras curaban a algunas personas. Luego de alrededor de media hora llegaron un grupo de sanadores que fueron el relevó de ellos dos que eran los únicos que habían estado sanando a los heridos “Tienes un gran futuro como sanador, Draco. A tu edad ya tienes muchos conocimientos y tu magia está inclinada a ayudar a otros” decía con una sonrisa Akame Yang mientras tomaban una botella con agua “Si deseas cuando termines el colegio podría recomendarte para que estudies en el extranjero sobre medicina. La escuela de sanadores de Cambridge de Estados Unidos es la mejor del mundo y tengo algunos contactos ahí” decía con una sonrisa amable y cansada.

¿Estudiar en Estados Unidos? ¿No era muy lejos? No creía soportar estar alejado de su manada “Yo agradezco su ayuda, pero…”

“Él lo va a pensar, sanadora Yang” interrumpió Hermione. La mujer mayor solo asintió para luego ser llamada por los demás sanadores e ir a su encuentro, pero antes de eso les dijo:

“Será mejor que se vayan los cuatro a descansar. Ya ayudaron mucho esta noche y les estaré agradecida por todo lo que hicieron voluntariamente” levemente se inclinó para luego empezar a irse con los demás sanadores.

“¿Por qué me interrumpiste? Iba a rechazar su invitación” miró con el ceño fruncido a Hermione que empezaba a caminar hacia donde se encontraba el señor Weasley llamándolos para llevarlos a su tienda.

La adolescente solo lo miró con ojos entrecerrados “Te estaban dando una gran oportunidad para estudiar en una de las mejores escuelas de sanadores, al menos puedes pensarlo bien antes de rechazarlo. Estas oportunidades no se dan dos veces en la vida” iba a replicar, pero su amiga lo tomó de la mano “Al menos piénsalo un poco más. Todavía tienes al menos cuatro años para darle una respuesta”

Se fijó en sus otros dos amigos. Ron solo alzó los hombros “Es tu decisión final, amigo”

Harry por su parte parecía en conflicto “Es muy lejos, ¿no? Pero para ese tiempo ya podríamos aparecernos y la distancia tal vez no se sienta tan larga. Además de que existen los polvos flu” lo tomó suavemente del hombro “Así que habrá muchas formas de no romper el contacto y creo que sanar es algo que te gusta”

“Tal vez” susurró. Estaba en indeciso “Bueno, como dice Hermione tengo alrededor de cuatro años para decidirme” justo en ese momento llegaron a la tienda de los Weasley en donde se encontraban sus padres sentados en el césped. Corrió hacia ellos para abrazarlo “Estaba tan preocupados por ustedes” su padrino se tensó ante su abrazo, de la misma forma que Gilderoy “Están heridos, ¿Por qué no fueron a que los revisaran?” empezó a realizar un diagnóstico en ellos para poder saber sobre sus heridas y empezar a sanarlos.

“Estaban esperando ser curados por su pequeño sanador personal” comentó Charlie apareciendo a su lado con unos baúles acompañado de Bill “Recuperé esto de su tienda, no es mucho, pero al menos es algo” comentó con pena, recibiendo un agradecimiento por haberse molestado en ir y escarbar en todas esas cenizas.

A lo lejos todavía escondiéndose entre los árboles podía ver a Thuban que no daba a luz su presencia porque ahí había muchos magos también descansando.

Su familia estaba bien, estaba junta y sana. Era lo único que le importaba, aunque le dolía no tener cerca a Thuban… era doloroso de que tuviera que esconderse ante la presencia de los magos y brujas, siendo él un hombre lobo muy amigable y agradable. A veces la vida no era justa.


En la tarde regresaron a La Hilandera.

“No sabes lo preocupado que estábamos” dijo la anciana Morris cuando empezó a caminar por las calles del viejo vecindario, sus palabras lo hicieron levantar la ceja confundida. La mujer le pasó un periódico “Ya saben por el ataque” había un artículo periodístico en el que mencionaban sobre lo sufrido en el Mundial de Quidditch, obviamente sin resaltar que se estaba realizando un evento deportivo, en cambio de que un grupo de 'terroristas' ' habían perturbado el campamento de diversas personas para poner artefactos incendiarios cerca de las campañas “Todos estábamos preocupados por ustedes. No sabíamos si estaban heridos o algo peor” comentaba con ojos llorosos.

Gilderoy dio un paso adelante “No se preocupa señora Morris, pudimos salir a tiempo” decía dándole un pañuelo para las lágrimas que empezaban a salir por sus mejillas “Estamos ilesos”

“Me alegro mucho. Le diré a todos que se encuentran sanos y salvos. Deben ir a su casa, será mejor que descansen luego de esa horrible noche”, comentó empezando a retirarse hacia la casa de los Taylor.

Estando dentro de la casa, Severus comentó “¿Les dijiste dónde íbamos?”

“Tal vez se me escapó la información cuando estaba en la tienda con el señor Dixon” comentó apenado Gilderoy provocando que Severus rodara los ojos.

Esa tarde fueron visitados por cada vecino de La Hilandera que en verdad parecían muy preocupados por ellos ante el ataque.

Mientras iba alistando su equipaje para el colegio y otro para su viaje a Sudamérica se percató de algo importante. Su broche que cambiaba de color no se encontraba en ningún lugar. Estuvo revolviendo toda su habitación intentando encontrar sin ningún éxito “No, no, no. ¿Dónde está?” susurraba con sus ojos lagrimosos. No pudo haberlo perdido, era su broche favorito. Su broche que lo hacía sentir cerca de su primera manada.

"¿Que Paso?" susurró Thuban entrando a la habitación “Un huracán pasó por aquí. ¿Qué buscas con tanta intensidad?” dijo tomando algunos peluches y acomodándolos en los estantes.

“Mi broche de cabello”

“¿Esos que cambian de color?” esperanzados de que lo hubiera visto lo miró asintiendo la cabeza y dejando de lado la cama que ya estaba patas arriba “Lo tenías puestos durante el ataque de esos enmascarados, aunque cuando nos juntamos en la tienda de los Weasley no me acuerdo si los tenías puesto "

Entonces eso significaba que los había perdido. Había perdido sus queridos broches de cabello que cambiaban de color y le grababa a su manada. ¿Cómo pudo ser tan descuidado? Se estaba culpando por perderlos cuando el timbre de su casa sonó, miró la pelota que estaba a una esquina de su habitación “Tal vez los pequeños Jones están en búsqueda de su pelota que dejaron afuera de mi casa”

“No huele a los Jones” dijo Thuban entrando a la habitación “Creo que es ese árbitro de la vez pasada. ¿Qué hace aquí?”

“No lo sé, pero voy a averiguarlo” empezó a bajar con cautela las escaleras notando como Severus había abierto la puerta y parecía estar a la defensiva por verlo en la casa.

“¿Puedo saber que lo trae a mi morada? Especialmente puedo saber ¿Cómo sabe dónde vivo?” su voz se escuchaba como un siseo, una serpiente lista para atacar a alguien que perturbaba la paz de su casa.

El hombre no se inmutó ante la voz tan amenazante “El Ministro me dijo donde vivía el menor de los Malfoy, especialmente cuando le pregunté después de haber visitado esa mansión horrible y fuera corrido por la señora de ese hogar” comentó caminando para mirarlo directamente a él que se encontraba todavía en las escaleras “Necesito hacerle unas preguntas sobre esa noche al niño por parte del Ministerio de Magia inglés, tuve un pase político por lo sucedido y estaré ayudando en la investigación” Severus iba a decir algo más “Sé que todo está muy reciente, solo ha pasado un día, pero mientras más fresca sea la información se evitará que la mente olvide los pequeños detalles.”

“Es un menor de edad. No te dejaré solo con él”

“No pensaba que lo hicieras. Eres su tutor, mereces estar aquí” El salón se encontraba muy tenso, se encontraba sentado al lado de Severus mientras Hudson estaba frente a él en el sillón individual. Este solo lo miraba evaluando que preguntar o que pensar y mientras más tiempo pasaba empezaba a ponerse cada vez más nervioso “Veo que van a salir” fue la apertura de la conversación del hombre al ver algunas maletas en la sala.

“Eso no es de su incumbencia, los planes que tenga con mi familia no deben ser de su importancia” respondió Severus mirando con el ceño fruncido al hombre que solo levantó la ceja.

“Es de mi importancia si un antiguo mortífago piensa salir del país luego de un ataque de tal magnitud” Draco frunció el ceño ante las palabras dichas por el hombre, apretó sus puños enojados por tener la audacia de creer que Severus había sido partícipe de ese ataque tan aberrante. Iba a reclamarle por lo dicho, cuando la mano de Severus se apretó sobre su puño dando una señal de que no dijera nada. Se mordió los labios para no despotricar lo que creía de ese hombre tonto.

“Si no piensa hacer sus preguntas sobre esa noche, está invitado a irse de mi casa señor Hudson”

De nuevo el silencio se quedó en aquella zona por un minuto “Bien… bien. Necesito que me digas todo lo que pasó esa noche. Tu versión de la historia” le contó sobre el ataque de aquellos enmascarados, los Leprechaum y de como corrió hacia sus amigos cuando apareció esa marca en el cielo “¿Dices que uno era Lucius Malfoy? ¿Lo viste a él? ¿Viste su rostro?” parecía ansioso y desesperado por su respuesta.

¿Verle el rostro? “No le vi el rostro, pero era su voz”

“Eso no nos sirve, especialmente con la gran cantidad de influencias que tiene ese imbécil en el Ministerio, ellos podrían decir que pudieron imitar su voz para inculparlo” suspiró con cansancio.

“Pero sabía cosas que solo nosotros podríamos saber”

“Tampoco sirve del todo, pero intentaré mantener más vigilado, lo malo es que se ha encerrado en su mansión sin que nadie pueda verlo” se notaba pensativo “No creo que me dejen ingresar a su casa para interrogarlo, si tan solo pudiera verlo y comprobar que se le desapareció los huesos podríamos darle veracidad a tu historia” presionado con fuerzas su puño y su rostro empezaba a aparecer arrugas de enojo “Eso es lo malo cuando el Ministerio es corrupto, se deja comprar por el dinero e influencias de alguien” siseó enojado levantándose del sillón y empezando a acercándose a la ventana de la sala.

Severus también se levantó “Si eso es todo, está invitado a retirarse señor Hudson” dijo y le dio ganas de reír por la forma tan educada de botarlo de la casa. El hombre se le quedó mirando a su padrino, el conflicto estaba grabado en su rostro, notó como se movía su manzana de Adán, leve rastro de sudor en su frente y manos temblorosas “¿Necesita algo más?”

“Tú eras mortífago, un espía en los mortífagos durante el ataque a los magos que vinieron de la ONM, ¿verdad?” su padrino no dijo nada y esto desesperó a Hudson “Yo… yo solo quería saber si tenías conocimiento sobre el ataque”

“Lo siento, no sé nada sobre…”

Fue interrumpido “¡Mi hija! ¡Necesito saber si sabes algo de mi hija!” sus ojos empezaron a empañarse con lágrimas “Era un bebé de dos meses con pequeñas pelusas doradas sobre su linda cabecita; con los ojos opacos, pero estaba seguro de que serían celestes como los míos; piel blanca como la nieve; Decían que tenía el mismo perfil que yo. La luz de mis ojos, mi mundo, mi pequeño pedazo de cielo” las lágrimas empezaron a derramarse de ese hombre que parecía tan imperturbable “Dicen que murió incinerada, pero no lo creo, no lo creo… nunca me dio un cuerpo, nunca pude darle un adiós y algo dentro mío cree que no murió en ese incendio… que ella no murió ahí” se tocó el pecho en la zona de su corazón “Era mi niña, mi todo… estaba tan feliz cuando la tuve en mis brazos por primera vez, aún recuerdo como le gustaba apretar mi pulgar cuando la cargaba, se quedaba dormida cuando le cantaba una canción de cuna, su sonrisa en su diminuto rostro. Duele, siempre duele recordar… por eso me puso como voluntario en la investigación sobre este ataque, tal vez pudiera encontrar a alguien que me diera un poco de información sobre ella… tal vez la podría abrazar, aunque sea una última vez y decirle cuanto la amo, que siempre la voy a amar”

El dolor en la voz del hombre era tan palpable. Naranja te amaban tanto. Sintió sus propias lágrimas derramando por sus mejillas, le dolía que hayan separado a un padre tan amoroso de su niña, que hayan alejado a Naranja de una familia tan amorosa para llevar a un mundo de completo dolor… ¿Por qué les hacían tanto daño? ¿Por qué a ellos? ¿Por qué? ¿Por qué? No entendía la maldad en el mundo.

Se acercó a pasos lentos al hombre que se encontraba llorando en el suelo, quién se cubría el rostro para que no vean sus lágrimas. Lo abrazó, lo abrazó como estaba seguro de que su amiga hubiera querido que abrazaran a su padre desconsolado “Lo siento por todo lo que sufriste” susurró.

“Mi pequeña Chery… mi querida niña” comentaba entre sollozos.

Fue un impulso sus siguientes palabras “Creo que la conocí” una parte de él sabía que era Naranja, pero sabía que debía comprobarlo antes de dar esa afirmación… fue un impulso porque no pensaba decirle hasta estar cien por ciento seguro.

“¿Qué? ¿La conociste?” la esperanza fluyó por el rostro de ese hombre.

“Creo” susurró.

“Eso es más de lo que alguien una vez me dijo, una creencia” lo tomó suavemente de los hombros con diversos sentimientos en sus ojos tan iguales a ella “¿Dónde?”

Severus los separó “Ahí es dónde pensamos ir, a Sudamérica” lo miró a él “¿Estás seguro de que él debe saberlo?” Hudson miraba entre los dos, intentando averiguar lo que estaban diciendo.

Asintió y tomó de las manos al hombre para tener su atención “Si es la persona que creo que es… entonces, ella ha fallecido” su voz estaba adolorida como cada vez que hablaba sobre la muerte de su manada. Tal vez estaba arriesgando el secreto, pero este hombre se parecía tanto a Naranja que creía que tenía el derecho de saber lo que le había pasado a su hija.

El hombre volvió a llenarse los ojos con lágrimas y su esperanza desapareció de su rostro, aunque luego de llorar unos minutos más, pareció volver a centrarse y con voz estrangulada dijo “Si es ella, entonces podré darle una despedida y tendré un lugar donde visitarla” acordaron en viajar juntos hacia Sudamérica y poder descubrir si era ella “¿Puedo llevar a un par de personas más?” le pareció curiosa su petición, aunque no le veía problemas. Tal vez eran personas que lo iban a apoyar. Cuando se estaban despidiendo el hombre le estiró un objeto “Se te cayó cuando estabas atendiendo a los heridos” eran sus broches y le sonrió agradecido por haberlo encontrado.

A la mañana siguiente viajaron a Sudamérica, Hudson vino acompañado de la sanadora Yang y un señor que se había presentado como Bruno, los tres parecían muy unidos. Estaba nervioso de regresar al laboratorio, más bien asustado de estar en esas frías paredes y sufrir un ataque al recordar esos días, sin embargo, sentir la presencia de sus padres a su lado le traía un poco de tranquilidad… podía hacer esto, por su primera manada, ellos merecían tener sus propios nombres y que se les informara a sus padres de su paradero, de lo que les había sucedido.

Estuvieron caminando por horas, pero nadie se había quedado. En cambio, los otros dos presentes estaban hablando de sus vidas. La sanadora Yang comentó como había viajado por diferentes partes del mundo ayudando a niños porque se había vuelto pediatra… también comentó que durante el ataque hace catorce años ella perdió a su hijo, un niño de tan solo 3 meses de nacido que al ser madre viuda lo había llevado porque ella era la representante de China en la reunión. El señor Bruno por su parte contaba como era profesor de Criaturas Mágicas en el colegio mágico Castelobruxo, que le encantaba enseñar a los estudiantes y ver sus rostros sorprendidos cada vez que hablaba de un dato interesante de las criaturas… él también perdió a su esposa e hijo o hija durante el incendio, su esposa que en aquellos tiempos era su asistente cuando él era el representante de Brasil, su esposa que se encontraba embarazada y ellos querían que el sexo del bebé fuera una sorpresa así que él nunca supo si tuvo un niño o niña. Los tres se unieron ante la pérdida de sus seres amados, de sus niños y todos los años los extrañaban. Siempre los buscaban, intentando obtener, aunque sea una pista sobre sus paraderos.

No podía imaginarse el dolor de la pérdida de un hijo… pero esas tres personas se veían completamente cansadas y con una tristeza eterna en su mirada. Le dolía saber que, si sus amigos eran sus niños, ellos deberían entender que otra vez volvieron a perderlos. Que deberá entender que nunca iban a tener ese reencuentro que por años estaban esperando… que no podrían obtener ese final feliz.

Escuchó el ruido de una cascada y entendió que estaban cerca, al pasar al lado de la cascada se quedó mirando por varios minutos donde recibió la bala su amigo. Cerró los ojos y recordó como este se iba desangrando al frente suyo, hasta podía escuchar al doctor Novak felicitarse a sí mismo por haberle atinado. Siguió caminando a paso lento, al recordar la zona por donde él y Morado corrieron para escapar… estaban cada vez más cerca al laboratorio.

Ver su infierno luego de varios años fue estremecedor, le fue difícil ordenar a sus pies moverse, pero en su mente solo se repetía que esto era por sus amigos, era por ellos y debía avanzar. Que estaba cerca, cada vez más cerca de saber sus orígenes.

Dar un paso dentro del laboratorio era como si lo zambulleran en recuerdos, especialmente cuando los distintos esqueletos aparecían en su vista. En la entrada se encontró el esqueleto de Lorín su antiguo entrenador que no tenía los dedos de una de sus manos, además de que los huesos de su cuello parecían a punto de separarse… recordó cómo casi lo decapitó.

Siguió caminando y notó como las paredes estaban con manchas oscuras, tal vez la sangre seca que ya se había ido destiñendo con el tiempo… cada paso cada nuevo esqueleto aparecía “¿Qué pasó aquí?” preguntó la sanadora Yang en un susurro, como si hablar en voz alta fuera a despertar a esos esqueletos o fueron a ser escuchados. No había nadie ahí más que ellos.

“Una pelea por la libertad” dijo entrando a la zona donde creía que podrían estar los documentos de cada uno de ellos. Solo había algunos monitores que lo más seguro ya ni siquiera funcionaban, este no era el lugar “Espérenme aquí, ya regreso” sin esperar respuesta empezó a correr por esos interminables pasillos, intentaba ir lo más rápido posible para no ver nada más sobre lo que pasado en aquel lugar, además de que todavía no quería hablar todavía había sobre aquellos oscuros días… no quería decirles que varios fallecieron solo conociendo lo horrible del mundo.

Escuchaba el sonido de sus zapatos golpeando aquellos azulejos en el suelo, fue más rápido cuando pasó por las puertas de la habitación blanca hasta que el camino se hizo extraño. Era la zona de prohibido ingreso… ahora recordaba, aquel lugar era donde se guardaba la información de cada uno de los experimentos… por ahí fue que tuvo acceso a su información.

Aunque hubiera crecido desde la última vez que estuvo aquí, se sintió pequeño, indefenso y solo.

Notó los expedientes de su manada. Solo estaban de ellos, del lote 4 versión 2, de nadie más, de ningún otro Lote. Tomó los expedientes con los nombres de sus hermanos de manada y el suyo para empezar a caminar hacia donde se encontraban los adultos. Correr por esos pasillos eran como recordar cuando había escapado con Rojo y Morado, como los tres corrían para buscar su libertad, al final solo él pudo lograrlo.

Se detuvo fuera de una de las salas de operaciones, donde pensaban hacerle la lobotomía… lo más probable es que ahí estuviera el cadáver del doctor Novak… porque ahí es donde lo había asesinado. Era justicia, después de todo lo que había hecho, ese hombre merecía morir de la forma más cruel posible, merecía el infierno que ellos vivieron. Si existía una vida después de esto, esperaba que fuera sufriendo por todo lo que le hizo a personas inocentes, torturarlos, separarlos de familias que los amaban, volverlos sus armas, destruir sus vidas y apagarlas. Ese hombre merecía una tortura infinita, a él ya todos los que lo ayudaron.

Mientras más se acercaba a la zona de las pantallas podía escuchar gritos… con su corazón latiendo rápidamente fue hacia ahí preparado para pelear con lo que sea que haya estado dentro de ese laboratorio y esté dañando a los adultos. ¿Por qué escuchaba gritos? ¿Qué más había en aquel lugar abandonado?

Cada vez que se acercaba más y más, podía captar mejor que esos gritos no eran de un adulto… eran de un niño, de varios niños. Al entrar a la habitación notó como en cada pantalla se iba reproduciendo videos diferentes de él y su manada, videos en los cuales eran 'entrenados' o en proceso de una experimentación. Escuchar los gritos, ver cada instrumento quirúrgico, el rostro vivo del doctor Novak que hablaba a la cámara para contar sobre sus avances con mucho orgullo, la forma en que era electrocutado por Lorín o guardias, maltratado por las enfermeras, sangrando y llorando, pidiendo ayuda sin ninguna respuesta positiva. Se le escapó un lamento de sus labios… no quería escucharlo de nuevo, quería que parara… una cosa era recordarlo y otra era verlo tan vívidamente todo lo que le hicieron. Como lo abrían, como lo destrozaban, lo humillaban, lo torturaban; no solo a él, sino también a toda su manada.

Dolia, dolia demasiado. Siempre iba a doler.

Cada imagen se grababa como película en su mente, reviviendo aquellos momentos. Sintiendo que estaba de nuevo ahí, en aquella horrible mesa de operaciones, en su jaula, en las misiones. Que pare, por favor, quiero que pare.

“¡Apaga eso, maldita mar!” Sintió que lo abrazaban y se concentró en el aroma de su padrino, el aroma de un miembro de su nueva manada e intentar recordar que él tenía padres, que tenía amigos, que ahora tenía una nueva vida e intentaba aferrarse a esa realidad. Él había escapado de ese infierno que había vivido por largos años, que había vivido desde su más tierna infancia. Se encontraba avanzando y viviendo con aquel dolor porque sabía que eso hubiera querido sus amigos, ellos hubieran querido que viviera sin preocupaciones, con felicidad y amor.

Estaba vivo. Se encontró libre.

“Ya se apagaron las televisiones, Draco. Ya no hay más” escuchó a su otro lado y sintió el abrazo reconfortante de Gilderoy, podía escuchar su voz entrecortada. Lo entendía, cualquiera estaría así después de todo lo que vio, salvo seas una persona cruel que le gustaba el sufrimiento de los niños.

No supo en que momento fue llevado a fuera, pero estaba agradecido de estar lejos de ese aire a muerto del laboratorio… la brisa del viento, el aroma de los árboles, los rayos del sol que acariciaban su rostro le hacían sentir que estaba vivo, que era libre. Que la pesadilla había terminado y ahora debía levantarse y seguir avanzando.

Se recostó en un árbol para descansar, mientras veía como los otros tres nuevos adultos que tenían lágrimas todavía corriendo por sus mejillas revisaban los archivos que había traído, por su parte él se encontraba envuelto en los brazos de sus papás que le susurraban palabras de amor. . Cómo le hubiera gustado que ello tuvieran sus amigos, unos padres que le dijeran cuanto los amaban y al ver como los adultos se aferraron cada uno a un expediente, sollozando de forma tan desgarradora supo que si lo tenían. Lastimosamente nunca lo supieron y estos tres adultos que lloraban con tanto dolor en el alma, no se iban a reunir de nuevo con niños esos que tanto amaban.

La vida no era justa.

No supo cuánto tiempo se quedó llorando ahí por él, por sus amigos que nunca pudieron reunirse con sus padres y por estos adultos que nunca fueron a abrazar por última vez a sus hijos; pero cuando sus ojos le dolían por llorar tanto decidió que era momento de llevars a las tumbas improvisadas que les había hecho a cada uno de sus amigos.

Con dificultad y a pesar de se separó de los brazos de sus padres quienes también tenían lágrimas secas por sus mejillas “¿A dónde quieres ir?” susurro Gilderoy ayudándolo a él ya Severus a ponerse de pie.

“Las tumbas, debemos ir a las tumbas” los adultos lo miraron con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

“¿Tumbas?” susurró la sanadora Yang todavía abrazando el expediente de Azul. Asintió y empezó a caminar temblorosamente por el bosque, recordaba muy bien como había llevado el cuerpo de Morado y Rojo, las partes de Azul y Naranja, cada uno dentro de un contenedor especial, con los objetos que les gustaban.

En una zona con pocos árboles, pero con muchas flores había en el centro cuatro rocas que habían sido usadas como lápidas. En cada una estaba el nombre de sus amigos.

Se acercó a la primera tumba que resaltaba el nombre de Naranja. Se percató que Hudson se colocó a su lado “1CA01 mejor conocida como Naranja era la niña más ruda que he conocido, con sentimientos fuertes e imperturbable” comenzó a decir notando como los ojos del hombre se volvieron a llenar de lágrimas “Pero al mismo tiempo con uno de los corazones más grandes que he conocido, siempre preocupándose por los demás… en intentar hacernos felices. Una niña valiente, fuerte y amable… Se llama Naranja porque es su color favorito, pero no le gusta la fruta naranja, curioso ¿verdad? Le gustaba el aroma de las flores y corretear a los animales, especialmente a los zorros, no le gustaba mucho estudiar, pero se esforzaba en aprender y no retrasarse. Le encantaba correr en la nieve” su voz se entrecortó ahí, recordando como murió. Ahora descubriría que ella era Chery Hudson una niña amada por su padre y madre, en donde la última fue asesinada en aquel incendio por los mortífagos, siendo Chery secuestrada para ser utilizada en ese vil experimento.

Miró ahora a la sanadora Yang “7CH12 mejor conocido como Azul era un niño adorable, siempre busca hacer reír a todo el grupo con alguna broma o un chiste, siempre tenía algo planeado que hacer para que no estemos tristes. Tenía una de las risas más contagiosas que escuchó. Su nombre era azul porque era el mismo color del cielo en la noche, cada vez que podíamos estar afuera se quedaba hipnotizando, viendo. Le gustaba correr por los prados hasta agotarse, no tenía buenos reflejos, pero lo compensaba con su carrera. Siempre era uno de los primeros en llegar a la meta. Amaba jugar y daba los mejores abrazos” Azul quien tenía el nombre Tao Yang, había perdido a su padre un mes después de su nacimiento por una enfermedad mágica, su madre al no poder dejar al niño llevó a su hijo y contrató una niñera para que cuidara a su menor en el colegio. Ella se quedó sola cuando perdió a su hijo un par de meses después de la pérdida de su esposo.

Su vista se dirigió al señor Bruno que cargaba el expediente de su otra amiga “9BR03 conocida como Rojo, era una niña de cabellos negros y ojos del mismo color, era la calma en el grupo, siempre tarareando música para poder traer paz en los momentos. más difíciles. Tenía la voz más angelical de todas. Le gustaba el color rojo porque les grababa a las manzanas su fruta favorita, además de que amaba leer libros con diversos dibujos. Era el sentido de precaución de nosotros, siempre veíamos que podíamos hacernos daño. Azul era su mejor amigo, era la persona más adorable que he conocido con el canto más bello” Como sus padres querían que fuera una sorpresa el sexo de su recién nacido tenían dos nombres preparados y si era niña se iba a llamar Larissa Costa, el señor Bruno llevó a su esposa embarazada a Inglaterra porque al estar en sus últimas etapas del embarazo debía seguir fluyendo su magia para la tranquilidad del bebé. El hombre perdió a su familia también en ese incendio.

La última de las tumbas era de Morado, de quién tenía el expediente entre sus brazos. Se quedó ahí observando como cada uno de los otros adultos llorando abrazando las lápidas, seguro intentando transmitir su amor y dolor a los niños. Solo podía pensar que al menos tres de sus amigos eran completamente amados.

“¿Quieres decirnos algo de Morado?” susurró Gilderoy junto a Severus mirando la tumba que estaba sola.

“Era mi mano derecha, ¿saben? Siempre nos quedábamos juntos mirando las estrellas y cuidando a la manada, me gustaba estar cerca de él… era mi mejor amigo. Tenía los ojos celestes más brillantes que alguna vez vi, tan hipnotizantes y tranquilizantes, solo al tenerlo a mi lado sabía que todo estaría bien” recordaba su aroma tan claramente, olía a una mañana tranquila, a las brisas de una playa, olía a cariño. “Él siempre caminaba a mi lado y trotábamos juntos, aunque era la persona menos atlética que había conocido” rio al recordar como su amigo tenía una mala condición física, acarició la tumba con cariño “Me gustaba cuando nos abrazábamos o nos acariciábamos en nuestra versión lobo, cuando jugueteábamos en los momentos tranquilos de las misiones” mientas más hablaba de su viejo amigo solo podía reconocer esos sentimientos que una vez tuvo por él, que actualmente estaba siendo alcanzando por alguien más, pero al mismo tiempo era tan diferente “Creo que estuve enamorado de él… creo que Morado fue mi primer amor” las lágrimas empezaron a fluir con más intensidad “Y creo que él también estuvo enamorado de mí, sin embargo, éramos tan jóvenes y sin mucho conocimiento para reconocerlo” miró cada tumba “Los extraño mucho, extraño mucho a todos mis amigos.”

¿Cómo se hubieran visto a su edad? ¿También hubieran ido a Hogwarts con él o se hubieran ido a otra escuela mágica? ¿Se hubieran separado al escapar del laboratorio? ¿Tal vez tendrían mucho contacto con cartas si estuvieran en diferentes colegios?

Era hermoso imaginar un mundo donde todos hubieran sobrevivido y estuvieran creciendo bajo los cuidados de adultos que lo amaban, cada uno en colegio de magia diferente comunicándose por cartas hablando sobre las nuevas personas que conocían y lo increíble que era el mundo mágico. Que eran libres y podían disfrutar la vida sin ningún problema. Pero todo eso era una mentira… ellos estaban muertos.

Abró el expediente de Morado y leyó detenidamente su verdadero nombre Antom Karkarov, hijo de Igor Karkarov y Anastas Uvarova… Antom… que bello nombre. Tal vez debía buscar a sus padres de su amigo para que sepan sobre el cruel destino de su hijo. Esperaba que también lo hayan amado.

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