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Llevo media hora en el baño intentando arreglar el desastre que es mi pelo, Pansy tiene una gran manía con toqueteármelo y acariciar por completo mi cabeza de manera muy desagradable ¡incluso intenta peinármelo! ¡Mi pelo tiene gel! No es fácil peinarlo, no se puede peinar y además no necesitaba ser peinado, ya lo estaba. Es muy molesto que me toque el pelo y lo único que quiero es alejar su mano de mí, su completa existencia lejos de mí.
Con gel en mano y peine fino me dedico arduamente a volver a poner todo en su lugar, no hay un pelo que se escape del peso de la crema y menos aún de mí que ya llevo años luchando contra mi cabello. Tras un rato de desagradable contacto innecesario en mi cuero cabelludo logro dejarlo perfecto. Me lavo las manos muy bien, odio la sensación del gel quedando en mis palmas, asquerosamente pegajoso. Me pongo el uniforme. Reviso que la camisa me cubra bien y en su totalidad mi torso y brazos para luego ponerme la capa por encima. El calor es un poco molesto, pero nada que no sea capaz de tolerar.
Vuelvo al vagón solo para ver a todos recogiendo sus cosas, sin pensarlo mucho empiezo a agarrar todo también, por suerte como todos están en lo suyo nadie intenta iniciar una conversación vacía y sin sentido. Muchas veces agradezco que al menos la mayoría de mis compañeros parecen saber comprender los momentos de y para habla...La mayoría de ellos.
—¡Draquii! ¡Estamos por llegar a Hogwarts! ¿No estás emocionado?— la miro, realmente le veo a los ojos incluso si odio tener que hacerlo, sé que mi cara muestra transparentemente mi muy sufrida irritación por su culpa, ¿de verdad tenía que hablar? Estaba muy en paz sin escuchar esa voz resonante y dolorosamente desagradable haciendo eco en mi oído. —Yo tampoco— Agrega con rapidez al ver que ni siquiera le respondo o igualo su entusiasmo. Claro que estoy emocionado, cómo no lo iba a estar, pero que Pansy lo mencione solo me genera desagrado, como si el hecho de que me agradaran las mismas cosas que a ella fuera asqueroso y debiera ocultarlo por completo —Vamos a estar en Slytherin y ser de la misma casa, ¡Incluso compartir clases! Lamentablemente no habitación, pero dicen que hay maneras y- — Siguió parloteando, estaba muy tentado de mandarle un encantamiento silenciador para que se callara de una vez, creo que sería algo que todo el vagón hubiera agradecido. Desafortunadas serán sus compañeras de habitación en Hogwarts, pero por lo menos yo puedo alejarme de ella, incluso si fantasea vigorosamente con dormir en la misma habitación que yo, lo que me resulta estúpido y sin motivo, ¿qué cree que sería diferente?, ¿qué cree que pasaría? Solo podría molestarme desde más temprano y hasta más tarde, o sea, ningún pro, solo contras.
Bajo del tren con la mente vacía. Como si mi cuerpo se estuviera moviendo por sí solo, con mis maletas en mano camino por los pasillos. Paso alrededor de gente, no la miro, no pienso, solo sigo. Me subo al bote sin fijarme quienes se irán a sentar a mi lado. Y veo Hogwarts. La vista del castillo por primera vez en mi vida me será imposible de olvidar, hay algo sobre que el castillo sea tan grande que es sobrecogedor. No creo llegar en toda mi vida a sentir lo mismo que siento al ver la escuela, no he entrado y ya es mi lugar favorito en el mundo. No importa qué problemas pueda tener con Potter, como me vaya en las clases, es como si en estos momentos el mundo exterior no existiera, mi apellido no existe, las personas no existen, mi familia no existe y, por sobre todo, mi padre no existe. Hogwarts es el sueño que llevo deseando desde que tenía 7 años, el sueño que sin saber pronto era una necesidad, una que finalmente saciaría en el momento en que cruzara esas puertas.
De un momento a otro regreso al mundo real, los sonidos vuelven y con ello la información. Estamos a punto de bajar, o eso dice el gigante, el cual no me sorprendería que fuera ese tal "Hagrid" que mencionaba Harry frentón Potter en la tienda. Busco con la mirada al dúo Weasley-Potter, para verlos unos botes más adelante, claro, hasta iban a llegar antes a Hogwarts.
Tras caminar un par de pasos el guardabosque dio tres fuertes golpes en la puerta gigante, tembló todo el suelo y los tornillos de la puerta chirriaban al sentir como se abría. Parada detrás había una bruja de túnica verde esmeralda, a algo me recuerda ese color, pero no es importante ahora mismo. Tiene una mirada severa y rostro de no aceptar quejas, y de repente ya sé quien es. Minerva McGonagall, le hizo clases a mi padre. Gryffindor y con claro favoritismo por su propia casa de la cual, por supuesto, era jefa. No me convenía llevarme de malas con ella, sin embargo si algo llegara a suceder mi padre es parte del comité de apoderados. No le agradaría para nada saber que tengo conflictos con ella, tengo muy claro que no se quedaría de manos cruzadas. Tiemblo de solo pensar en su posible reacción, me dejó en claro el hablar lo menos posible con ella, sobre todo considerando y sabiendo que es de las favoritas de Dumbledore.
—Bienvenidos a Hogwarts— Su voz solo se podía describir como neutra, no había un ápice de emoción tras sus palabras —El banquete de comienzo de año se realizará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el gran comedor deben ser seleccionados para sus casas. La selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts— Si no supiera a qué casa entraré estaría algo emocionado de encontrar un nuevo círculo al cual llamar familia, pero veo claro quiénes serán los que me rodearan por los siguientes años y no es prometedor, pero al menos no es mi papá. Debido a todo eso y, producto que McGonagall haya dicho que las casas serían supuestas familias, suelto una pequeña risa, no duraba ni dos segundos, fue simplemente gracioso, tengo claro que no es así, todos deberían tenerlo, por lo menos todos quienes iremos a Slytherin. —Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin— Sinceramente no escucho más de sus palabras. Todo lo importante que podría llegar a decir ya lo tengo aprendido del derecho y del revés, me llevan educando desde que cumplí la edad para comportarme de la manera adecuada en Hogwarts, el lugar donde más expuesto iba a estar a interacciones sociales y de estatus. Todo afecta para el futuro de mi familia, y yo soy la mayor parte de este. Soy el heredero, quien tiene que seguir el ejemplo que mis padres me han dejado y siempre mantener bien parado y muy dignamente el apellido que llevo. Debo estar orgulloso de mi apellido, después de todo soy un Malfoy. —Espero que todos ustedes sean un orgullo para la casa que les toque— Claro que lo seré. No puedo decir o dudar sobre qué casa me tocará, lo tengo claro desde que tuve constancia de cómo se dividía Hogwarts, yo sería un Slytherin. Y como mi padre, soy la persona con mayor voto y poder político en la casa, el nuevo "príncipe" de Slytherin, no es un apodo que odio.
A los pocos minutos la profesora nos guía al gran comedor, todos cuchichean mientras la seguimos. Para mi suerte ni Crabbe ni Goyle intentan iniciar algún tipo de conversación, tampoco es que sean buenos haciéndolo, es lo mejor para todos. Vamos por los pasillos mientras uno que otro cuadro nos saluda. Puedo ver a los hijos de muggles sorprendiendo e incluso asustándose por ellos, qué estupidez ¿Qué se supone que hagan los cuadros? ¿Quedarse quietos?
Las velas llenan el gran comedor, miles de ellas flotando sobre las cabezas de los estudiantes y profesores. Escucho varios suspiros y ruidos de sorpresa venir del grupo, todos están mirando hacia arriba. Sin poder resistirme subo la mirada y no puedo contener un leve ruido, está lleno de constelaciones, sonrió levemente, hay algo en las estrellas y específicamente en las constelaciones que es ciertamente cautivador. Muevo mis ojos rápidamente por todo el techo buscándome a mí mismo. Narcissus, sonrio de nuevo, mi mamá, me gusta su constelación...Pero no me desconcentro viendo esta y más bien sigo buscando. Orión, Casiopea, ¡Draco! Ahí estoy. Estoy bien consciente que mi madre fue firme en que deseaba continuar la tradición familiar y para suerte de los dos, mi padre no protestó, pero si exigió que mi segundo nombre fuera Lucius, siguiendo a su vez su propia tradición, poniendo siempre como segundo nombre el nombre del padre. Supongo que está bien.
Me distraigo por un largo rato con las constelaciones, tengo constancia de que ya empezaron a llamar para la selección, sé que todavía falta para que me nombren así que tampoco es como si me preocupara.
—Draco Malfoy— mi cara la decora una sonrisa menor de manera instintiva, lo siento bien. Sí, estoy orgulloso de mi nombre. Sentí miradas súbitas fijas en mí, no las detesto, tampoco son de mis cosas favoritas, aunque estoy algo acostumbrado y muchas veces me envuelvo en situaciones que me dejan en la misma posición, así que he de asumir que ya casi no me importan. Camino muy tranquilo, ¿por qué no lo estaría? Es decir, soy Draco Malfoy, hijo de Lucius Malfoy y Narcissa Malfoy, antes Black, provengo de dos familias de renombre, conocidas por ser Slytherin por excelencia. Veo de reojo a algunos niños atentos como si lo que pasaría no fuera aplastantemente obvio. Sería una absurdez absoluta siquiera imaginarme siendo parte de cualquier otra casa. Termino mi camino al llegar donde debo, me siento, estoy listo, estoy tranquilo, sé muy bien que soy Slytherin, nada más que Slytherin.
Miro hacia adelante, veo a tantos niños y no estoy seguro si fue a propósito o no que mis ojos buscaron los de Harry Potter. Decepcionado profundamente, pero aún buscándolo y al buscar yo encuentro y así lo vi cuchicheando con ese imbécil, Weasley. Voltea su mirada y sus orbes esmeraldas atrapan el grisáceo de las mías propias, nos miramos y me resulta eterno, no me gusta este contacto, es incómodo, pero lo mantuvimos demasiado...quizá solo fueron tres segundos, pero se habían sentido como varios lustros.
—Mirando a Potter, Draco— Me espanto al sentir la voz en mi cabeza, que con gran probabilidad sea la del sombrero. No solo por el hecho de que estuviera ahí, ¿cómo más me hablaría el sombrero? Si no por lo que dijo. Yo no estaba viendo a Harry Potter, y de ser así no sería en lo mínimo tan importante como su tono deduce erróneamente. —Mmmm, veo varias opciones aquí— ¿Qué? —Si, Slytherin es una posibilidad, pero Ravenclaw parece ser una buena opción. ¿Creatividad? Mhm, sí, bastante, sobre todo a la hora de tocar instrumentos. Tal vez deberías calmarte un poco con ellos ¿no crees?, sin embargo noto el talento, o más bien el esfuerzo. Muchos músicos famosos han salido de Ravenclaw, por no hablar de que la sala común cuenta con varios instrumentos, incluida un arpa Draco, podrías tocar cuanto quisieras, podrías hacer tus propias obras, dejarte fluir sobre el instrumento, pero no como haces comúnmente, realmente dejarte disfrutar de él. Dejando de lado todo ese tema. Tu curiosidad, esta te haría encajar muy bien entre los cuervos. Imagina tener información todo el tiempo, y estar con personas a las que también les fascinan los mismos temas que a ti— No, o sea, no estaría tan mal, de hecho suena bien, pero ¿No podría ser mejor Slytherin? — Podrías serlo si, pero no creo que sea la casa adecuada para ti. Te diría que escogieras Ravenclaw, pero si de verdad estás tan disgustado podrías ir a Gryffind- — ¡No! —Déjame terminar. No sería tan perfecto como Ravenclaw, pero probablemente serías feliz ahí, en Gryffindor encontrarás verdaderos amigos— Por favor, Gryffindor no, de verdad, incluso Ravenclaw, Hufflepuff no claro, pero por favor, Gryffindor no, Gryffindor no. No puedo ir a Gryffindor, ¿qué haría yo ahí? ¿Draco Malfoy siendo Gryffindor? ¡Una absoluta locura! De solo pensarlo veo a mi padre furioso, ni siquiera esperaría a vacaciones, se presentaría aquí mismo vuelto furia, echando humo, rabia hecha persona, sería realmente horrible ¿¡Por qué no simplemente me das Slytherin de una buena vez!? ¡Todos saben que soy hijo de mis padres! ¡Soy un Slytherin por excelencia! ¡Soy Slytherin! ¡Soy Slytherin! —Ser un Slytherin te quitará las posibilidades de encontrar lo que necesitas, ya conoces a las personas con quiénes que tendrás que convivir en Slytherin, no son las personas que quieres tener en tu vida— Slytherin, por favor —Si insistes—
—¡Slytherin!— Todo mi cuerpo se relaja ante esa palabra, ante la confirmación de mi casa. Soy un Slytherin, no hay vuelta atrás. Así tiene que ser.
Camino hacia mi nueva mesa notando todas las miradas en mí, un fuerte aplauso se escucha por el gran comedor, levemente más fuerte que por las selecciones de otros, después de todo soy Draco Malfoy. Me siento en la mesa con seguridad sonriéndole a mis...amigos, mi selección fue instantánea para los demás, o eso me comentan. El sombrero tocó mi cabeza y gritó Slytherin, para sorpresa de nadie. Eso también me calma, no hubiera sido bueno que se tardara en vista de todos tanto como fue que realmente lo hizo.
No me fijo mucho en las elecciones de otras personas, no son relevantes. La mayoría de personas parecen opinar lo mismo pues los aplausos se van haciendo más y más escasos con cada niño elegido.
—Harry Potter— Todo el gran comedor queda en silencio, no hay mago que no quiera saber a qué casa ira el salvador del mundo mágico, que casa será honrada con su presencia, que casa tendrá su preferencia innata.
Los minutos pasan, los cuchicheos comienzan, los profesores empiezan a susurrar entre ellos. Solo me fijo en Harry, niega con la cabeza e incluso está susurrando algo. Intento leer sus labios, la curiosidad me mata, ¿qué podría estar diciendo que es tan importante como para no poder solo pensarlo? Enfoco mis ojos y concentro toda mi atención en los labios de Potter, intentando leer lo mejor que puedo estos. Pude identificar rápidamente que lo primero que decía era no, ahora lo segundo es lo que trato de descubrir. S- Sl-...Slytherin, Harry Potter está rogando no estar en Slytherin.
A pesar de lo miserable que me siento estoy a punto de empezar a reír por la ironía de la situación, Harry el gran Potter salvador del mundo mágico está suplicando no ir a la casa de la maldad, la casa donde yo estoy, la casa a la cual yo rogué ir. Diría que no entiendo por qué no desea venir, pero lo entiendo más de lo que él creería, el mundo mágico lo juzgaría y probablemente odiaría tanto que sería insostenible, sería una vida de miseria. Su estatus de salvador de oro es un peso en su espalda como el apellido Malfoy lo es en la mía. Hay una pequeña parte de mí que desea que el sombrero no le haga caso, que ignore sus peticiones, súplicas y ruegos para que quede en Slytherin, que quede en Slytherin conmigo. Ya sé que es un imbécil, que no vale la pena, pero simplemente no puedo desapegarme, aunque quiero que esté estúpido sentimiento de esperanza se esfume por completo sigo sintiendo que de algún modo podría volver a empezar con Harry Potter.
—¡Gryffindor!— Por supuesto, que quede en Slytherin no sería el caso, era demasiado fantasioso, demasiado irreal. No estoy decepcionado, sabía que obviamente Potter no quedaría en Slytherin, solo estoy molesto por siquiera tener un rastro de esperanza porque ocurriera, no tenía ningún sentido.
Todo el comedor se llenó de aplausos para mi nula sorpresa, quién no querría al niño que vivió en Gryffindor. Cumplió las expectativas que todo el mundo tenía de él, al igual que yo lo hice, cada uno destinado a su casa.
Cuando la comida aparece no me sorprendo, en mi casa los elfos domésticos hacen lo mismo. Están para servir y no ser vistos, todo el mundo lo sabe. Bueno, con excepción de la gran cantidad de hijos de muggles a los que escucho murmurar con sorpresa. Agarro un poco de puré y un pedazo de pollo, no necesito más para llenarme en estos momentos, ni siquiera sé si seré capaz de terminar mi porción. No me siento apto para atragantarme de comida ahora mismo, solo quiero que termine la cena de una buena vez.
Ninguna de las palabras que Dumbledore menciona me interesan, solo cuando veo a mis nuevos compañeros de casa levantarse me doy cuenta de que el banquete ha terminado. Sigo a la gran fila de Slytherins que salen por la inmensa puerta del gran comedor, pasamos por pasillos, bajamos y subimos por escaleras móviles. Nos recordaron varias veces que tuviéramos cuidado con ellas, porque al parecer aman engañar estudiantes y hacerles perder las clases, sobre todo si son de primer año.
Qué buen colegio parece ser Hogwarts, no solo hay pelirrojos pobres sedientos de almas jóvenes, sino que también las estructuras de la escuela te llevan la contra. Maravilloso.
Empiezo a sentir la temperatura bajar a medida que nos acercamos a la sala común, los pasillos quedándose vacíos, las luces disminuyendo, pareciera como si el castillo nos recordara que no somos iguales a las otras casas. Que nuestra naturaleza es oscura, es venenosa.
Tras caminar por un rato más veo a la prefecta mirar fijamente a una pared, no parece tener nada de especial, pero supongo que algo va a hacer —Ancestral— apenas esas palabras salen de su boca una serpiente inmensa aparece rodeando una ¿puerta? No, no es una puerta, más bien una entrada, la entrada a la sala común.
—Bienvenidos a Slytherin— El otro chico que supongo que es el otro prefecto de Slytherin habla por primera vez en todo el camino. La sala que nos presentan es...lujosa por decir menos, pomposa, ostentosa, extravagante, casi pedante, más indudablemente impresionante a la mirada. Incluso a mí, un Malfoy, la sala común me parece impresionante. Dos chimeneas de piedra con fuego aparentemente verde iluminan levemente los sillones frente a ellas. Fijo mis ojos en una biblioteca negra que parece cubrir toda una pared, la cantidad de libros es asombrosa, veo títulos de libros que estoy consiente no están a la venta en una tienda cualquiera. Muchos Slytherins parecen pulular en sus alrededores, intentando sacar libros pasando desapercibidos, como si cada cosa por leer fuera una fruta prohibida. No me sorprendería encontrar hechizos de los que mi padre habla en privado en ellos. Nuevamente, es impresionante. En Slytherin el conocimiento es tan apreciado como en Ravenclaw, pero el precio a pagar por él no se toma a la ligera, nada se comparte gratis, menos aún algo tan valioso como la información. El saber es moneda de cambio aquí.
Mientras varios de nosotros, los de primer año, nos distraíamos ante la gloriosa sala común alguien mayor se hace presente, más es claro que la mayoría sigue en lo suyo, viendo de aquí para acá. El hombre quien entró aclaró su voz, una voz profunda, todos terminaron prestando atención y quien no lo había hecho después de aquello era golpeado en la nuca o levemente empujado por el brazo por alguno de los otros nuevos Slytherin. Cuando lo veo y mi sonrisa es inmediata, mi semblante siempre cruzado en inconsciencia se calmó igual de inconscientemente al verlo. Sentía temblar niños de su sola presencia, lo cual es ridículo, ¿por qué les daría miedo? Quizá me haría sentido si fueran bobos Hufflepuffs o hijos de muggles, pero no es así y aun así parece haber niños a segundos de orinar su ropaje. Asqueroso. —Bienvenidos sean a Hogwarts— fue lo primero que dijo viendo de reojo a varios de los niños que temblaban de miedo con una expresión donde puedo distinguir cierta confusión, claramente, es que ¡de nuevo! ¿Por qué estaban asustados?
—Me presento, mi nombre es Severus Snape— Snape siempre ha tenido una manera rara de hablar alargando mucho la primera letra de lo que decía sobre todo si era una "S" como si fuera una serpiente. Es como si no hubiera aprendido a hablar bien cuando era pequeño. De todas formas es algo gracioso de escuchar. —Soy el actual jefe de casa de Slytherin. También seré su profesor de pociones este año— ¡Yo tengo ventaja! ¡Sé mucho de pociones! Desde que tengo memoria que me ha gustado mucho ese sector y Snape nunca dudó en contestar a todo lo que le preguntaba acerca de pociones, sus recetas e ingredientes. Aunque nunca las pude poner en práctica estoy muy avanzado en lo teórico. —Ahora son parte de esta casa, no hay vuelta atrás. Son Slytherins ahora y para siempre, pero créanme, siempre y cuando tengan las características propias de la casa nunca se arrepentirán— Dudo un poco al escuchar eso, pero dejo el pensamiento escapar, es verdad que el sombrero dijo que encajaría mejor en otras casas, pero me confirmó que podía ser un Slytherin, no estoy forzando mi lugar aquí, ahora también soy uno mas del gran engranaje político que es la casa de Salazar —Como dijo el director, la copa de las casas se entrega segun la cantidad de puntos dados a cada casa hasta final de año— Según sabía Slytherin había ganado ya varias veces la copa de las casas, una de ellas en el año de graduación de mi padre, cosa que él comparte con bastante entusiasmo varias veces al mes —Ganen puntos y encarguense de no perderlos. Las habitaciones de la derecha son las de mujeres y las del lado izquierdo para los hombres. En las puertas están escritos sus nombres para que identifiquen en cuál permanecerán.— ¡Los dormitorios! Se me había olvidado que empezaría a compartir habitación todos los días, todos los años con las mismas personas. Al menos Pansy no podrá pedirme que vaya a su dormitorio, como si mi propio desagrado no fuera suficiente barrera la magia del colegio también me lo impediría —El toque de queda inicia a las diez y termina a las siete y media para el desayuno, durante el tiempo que dura tienen absolutamente prohibido abandonar la sala común, de hacerlo el castigo será una pérdida masiva de puntos con mínimo un mes de detenciones.— Definitivamente no pienso abandonar siquiera el dormitorio en las noches. Además, necesito dormir, tengo claro que perder una gran cantidad de puntos en mi primer año como Slytherin no va a exactamente facilitar las cosas aquí, por no olvidar que mi padrino estaría muy decepcionado de mí al enterarse de que hice aquello. Claramente como él es jefe de casa lo mejor sería que yo siguiera las reglas al pie de la letra, eso le agradará bastante, se que le haré el trabajo más fácil. Lo complaceré. —Suban a sus dormitorios y duerman, esta va a ser su primera noche en Hogwarts les convendrá acostumbrarse con rapidez al horario—
Quise acercarme, intercambiar palabras, hace mucho tiempo que realmente no veía a mi padrino. Pero mis llamados amigos me arrastran hacia las habitaciones y solo logró cruzar miradas con él, le hago un gesto, no sé si saludando o despidiéndome de él antes que me arrastren por completo, pero Snape esboza una sonrisa discreta, supongo que es así de discreta por la multitud de niños, y me responde con el mismo gesto. Así y bastante en contra de mi voluntad es que fui arrastrado hasta buscar qué habitación me correspondía.
Era una de las primeras puertas de un largo pasillo, este estaba lleno de puertas que suponía llevaban a habitaciones, las más cercanas a la sala común eran las de primer año, supongo que tiene sentido. En nuestra puerta estaban escritos los cuatro apellidos —Crabbe, Goyle, Malfoy, Nott— Escucho a ¿Goyle? leer lo escrito en voz alta una y otra vez, ¿acaso es tan estupido que además de no entender lo que lee también tiene que hacerlo en voz alta y que todos lo escuchemos? No sé si soportaré siete años en Hogwarts con estos dos retardados en mí mismo año, menos aún en la misma habitación. Supongo que Nott está bien, si hubiera podido elegir, él sería de mis primeras elecciones así que no me molesta casi en lo más mínimo.
Cuatro camas puestas en cada esquina de la habitación, armarios de madera, una pequeña ventana que da al baño y una alfombra gigantesca que será mi mayor pesadilla. Entro primero que todos y elijo cuál será mi cama al mismo tiempo mentalmente ordenando cuál será la cama de cada quien. Yo en el extremo superior derecho, Nott en el extremo inferior del mismo lado y Crabbe y Goyle a la izquierda. Dicho y hecho, me senté en la cama que quería y seguido fue Nott que se sentó donde había imaginado, dejando sin más opción a Crabbe y Goyle que quedarse con las camas de la izquierda, tampoco es que parecieran decepcionados, no parecían nada, no pensaban mucho tampoco...en esas cosas.
Empiezo a ordenar mis cosas en los muebles disponibles, veo a uno de los rinocerontes abrir la boca para intentar decir algo pero se calla con rapidez, supongo que sus neuronas colapsaron la una con la otra antes de siquiera emitir sonido ¿Él otro acaba de voltear a verlo y asentir por alguna razón?, no voy a dedicar mi tiempo a pensar en eso, ni que me interesan las cosas extrañas que suceden entre ellos dos.
Entro de primero al baño para prepararme antes de acostarme, no duro mucho adentro para que Theo me empiece a tocar la puerta —¿Draco me puedes decir que carajos haces tanto tiempo en el baño? sal de una vez tengo que entrar.— No respondo, ni que pudiera entrar con la puerta ya cerrada, que se espere.
Después de acaparar el baño, según dice Nott, me meto debajo de las sábanas. Son un poco incómodas, para nada como las que tengo en mi casa. Me remuevo entre ellas por un largo rato hasta cansarme, cuando termino ya todas las luces de la habitación estan apagadas excepto la de mi cama, todos están dormidos y yo no puedo parar de pensar, aun teniendo la conciencia de la hora a la que me debo despertar mañana, no puedo parar de pensar en esos grandes, brillantes, estúpidos, miserables ojos verdes, Harry decepción Potter, mi sangre hierve de solo pensar en todo lo que ha pasado hoy, ¡diría que toda la culpa la tiene ese maldito Weasley si no fuera porque desde que lo vi en la tienda de Madame Malkin se veía que era un asqueroso imbécil! ¡cómo es siquiera posible que este sub ser que apenas parece poder mantenerse en pie y que tiene más frente que torso sea el niño que vivió! ¡completamente ridículo! Además de mi estúpida esperanza sin sentido, ¡claro! ¡Harry malditamente Potter en Slytherin! ¿acaso tengo tan poco cerebro como Crabbe y Goyle? Tuve que haber tirado toda ilusión por la ventana en el momento que no aceptó mi amistad, ¡Ni siquiera me dio la mano! ¡y me insultó de paso! Está muy ciego para rechazar la amistad de un Malfoy, se nota a leguas no sabe nada del mundo mágico y nunca lo sabrá gracias a ese Weasley. Ahora nadara en compañía de sangre sucias y traidores a la sangre, él ya es un mestizo, si minimo hubiera entrado a Slytherin...¡No! hubiera sido exactamente igual, Harry Potter no va a cambiar, es el salvador del mundo mágico, siempre va a tener razón, siempre va a creer que la tiene, se va a arrepentir de no haber aceptado esta casa, su casa correcta, se va a arrepentir de no haber aceptado mi mano, se va a arrepentir de no haber aceptado mi amistad, se va a arrepentir de no haber aceptado a Draco Malfoy. Harry Potter se va a arrepentir.