
Patatas fritas y malteada de fresa.
Hermione corrió por el pasillo. La puerta de madera estaba justo al final del pasillo. Aumentó la velocidad, sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo, intentando olvidar el aroma que la había metido en este problema.
Sus pasos resonaron en las baldosas de piedra, sintiendo cada segundo como una eternidad.
—¡Hermione!—escuchó una voz a lo lejos—¡Hermione, espera!—Pero ella no tenía tiempo, necesitaba correr.
Hermione llegó al baño justo a tiempo. Con un último esfuerzo empujó la puerta, buscó el cubículo más cercano y se aferró al borde del inodoro, soltando todo su desayuno.
Ernie Macmillan, había tenido la brillante idea de soltar una bomba fétida en medio del pasillo justo cuando ella se dirigía a su clase de Historia de la Magia. El aroma nauseabundo, desencadenó las náuseas que la obligaron a correr al baño.
—¡Hermione!—Pansy entró al baño, cargando su mochila y la de Hermione, la preocupación marcada en su voz—¿Dónde estás?
Escaneo el espacio, tratando de ubicar el nido de pájaros que Hermione llamaba cabello, hasta que el sonido de las arcadas le indico donde estaba. Se acercó a la puerta y tocó delicadamente.
—Hey ¿estas bien?—inmediatamente se regañó por hacer una pregunta tan tonta—Quiero decir, sé que no lo estas, debes sentirte horrible. Pero no por lo que pasó, eso no es tu culpa. Me refiero a que nadie espera que te sientas bien si te sientes mal—Se pasó las manos por la cara, en clara frustración por sus palabras, ¿qué le estaba pasando?
Escucho la risa de Hermione antes de seguir vaciando su estómago.
Unos minutos más tarde, Hermione salió del cubículo sintiéndose realmente agotada. Había pasado una semana desde que había tomado la poción para simular los síntomas del embarazo y ya estaba llegando a su límite. Se sentía cansada a todas horas, mucho más irritable que de costumbre y las náuseas la atacaban a cualquier hora del día. Incluso subir las escaleras hacía su sala común se había convertido en una pesadilla. Motivo por el cual había decidido que su habitación compartida estaría en la sala común de Slytherin.
Pansy se acercó, extendiéndole una toalla suave y esponjosa. No era la primera vez que Hermione salía corriendo cuando algún aroma desagradable la invadía. Es por eso que Pansy llevaba en su mochila lo necesario para que pudiera lavarse después de sus recurrentes visitas al baño.
Hermione aceptó la toalla y se recargo en el lavamanos, sintiendo como sus emociones la envolvían de la nada.
—Lo siento—las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, incapaz de contenerse—no sé porque no puedo controlar las náuseas, cada vez es más complicado.
—Oye, tranquila—Pansy acaricio su espalda, haciendo círculos para intentar calmarla—No es tú culpa, todo estará bien. Solo respira.
—Quiero que esto acabe—la miró con ojos suplicantes—odio sentirme así—el puchero en su rostro hizo que Pansy se sintiera terrible.
—Solo faltan algunos días más, después de que el bebé nazca no tendrás que preocuparte por ninguno de estos síntomas. No más nauseas y no más…
—Ernie es un completo idiota—Hermione abrio el grifo con una rudeza innecesaria—Si no fuera por su estupidez…—saco su cepillo de dientes y empezo a lavarse la boca—te juro que cuando lo vea, hechizare su cabeza para convertirla en una calabaza—escupió—o mejor aún, le daré alguna de las tazas muerde narices de Sortilegios Weasley.
Pansy sonrió al presenciar el cambió de humor tan drástico. Hermione había tardado un poco en resentir los cambios de humor, a gran diferencia de Daphne, que gritaba todos los días y arrojaba cosas cuando no estaba feliz desde el primer día. Pero con el pasar de la semana Hermione se había puesto mucho más irritable, amenazando a más de una persona o hechizando algún mueble para que persiguiera por todo el colegio al primer desafortunado que la hiciera enojar.
No podía negar que era bastante divertido ver a Hermione perder el control de esa forma, transformando cosas y amenazando a los idiotas que se cruzaban en su camino. Incluso había hechizado a Ron, haciendo que su nariz se hinchara cinco veces su tamaño, aunque nunca le explico porque lo había hecho.
—Estoy segura de que lo haras—le extendió unas pastillas de menta—y yo seré la primera en reirme de ese idiota, lo prometo—compartieron una sonrisa.
—Estoy mucho mejor, gracias—se miró en el espejo, notando sus ojeras por la falta de sueño en los últimos días.
—Que bien, porque ya vamos tarde para la clase—miró su reloj—pero no creo que tengamos ningún problema con…
—En realidad—Hermione giró todo su cuerpo para quedar frente a ella, recargándose en el lavamanos—preferiría no entrar.
—¡Por Merlín! Hermione Granger quiere saltarse una clase—fingió asombro—¿qué sigue? ¿Atormentar a alumnos de primero?—se dio un golpecito en la cabeza— Oh, lo olvidé, eso ya lo haces.
—Que graciosa Parkinson—regreso la vista al espejo para acomodarse algunos mechones de su cabello—Es solo que, es un poco aburrido. La Ventisca de jabón de 1378 no es uno de los temas más interesantes de la Historia de la Magia.
—Pocas cosas son interesantes cuando Binns enseña Historia de la Magia.
Hermione la miró con el ceño fruncido. Sabía que el profesor Binns era conocido por hacer que todos se durmieran en su clase, pero ella consideraba bastante entretenidas la mayoría de las historias. Aunque últimamente no podía evitar quedarse dormida. Nadie necesitaba saber eso.
—Eso no es cierto. En todo caso, lo hago porque debemos seguir con el formulario de McGonagall. La última vez no avanzamos mucho.
—Eres la única persona que conozco que se salta las clases para hacer tarea—le dedicó una sonrisa brillante—eres todo un caso Granger.
—Hemos perdido mucho tiempo, el bebé nace en una semana y no llevamos ni una cuarta parte de las preguntas. Deberías estar más preocupada.
—Tú ya te preocupas por las dos—sonrió ante la mirada de indignación de la castaña—además, esta tarde tengo entrenamiento de Quidditch. El partido es en dos días y no puedo esperar para patearles el trasero a esos gatitos llorones.
Pansy se cruzó de brazos, imaginando la escena donde Ron se caía de su escoba cuando intentaba atrapar una Quaffle. La sonrisa que se dibujó en su rostro no pasó desapercibida para Hermione, que levantó una ceja.
—¿Debo recordarte que estás hablando de mi casa?
—Para nada, desde primero me quedó muy claro que eres un gatito llorón.
—¡Oye!—hizo un puchero—no soy un gatito llorón.
—Lo siento, pero ya es muy tarde para intentar limpiar tu reputación. Todos saben que perteneces al trío supremo de gatitos llorones.
—¿Qué clase de apodo es ese?—resopló con diversión.
—Es una descripción, no un apodo—con un movimiento rápido esquivó la toalla que le aventó Hermione a la cara, sin dejar de reír —¿Lo ves, Granger? Reflejos de cazador. Soy tan veloz que nada puede…
Se detuvo en seco cuando sintió el chorro de agua golpear contra su rostro. Hermione no pudo evitar reírse a carcajadas con su varita en alto. Había actuado rápido, sabiendo que Pansy jamás vería venir eso.
—¿Me mojaste?—Pansy pestañeó lentamente, mientras su cerebro procesaba lo que acababa de pasar.
—Eso fue por llamarme gatito llorón, Parkinson. Aunque he de decir que estoy bastante decepcionada—Hermione se sentía orgullosa—creí que la veloz cazadora de Slytherin podría salir ilesa de mi hechizo. Creo que espere demasiado.
—¿De qué estás hablando?—Pansy se recompuso de inmediato, con su ego herido—Me tomaste por sorpresa, no sabía que pensabas hacer eso—con un movimiento de su varita saco otra toalla de su mochila para secarse.
—Los cazadores deben estar preparados para todo ¿No es así?
—Dah, claro, pero en el campo de Quidditch. No en el baño del colegio—la miró con fingido enfado.
—Superalo—Hermione recogió sus cosas, lista para salir del baño—Tal vez no eres tan buena como crees Parkinson.
Pansy la miró con la boca abierta. Nunca, nadie, en sus diecisiete años de vida se había atrevido a decir que no era buena en el Quidditch. ¡Era una de las mejores jugadoras!, había protagonizado muchas de las jugadas más impresionantes durante los últimos tres años y estaba convencida de que podría jugar profesionalmente cuando saliera del colegio si se lo proponía.
—Retira lo que acabas de decir—la amenazó.
—¿O si no qué?—Hermione la miró triunfal. Se veía mucho mejor, el color había regresado a sus mejillas y ya no parecía tener ese instinto asesino que hacía que incluso Pansy le tuviera un poco de…precaución.
—O si no te demostrare lo veloz que puedo ser—sus ojos tenían una intensidad retadora, brillando con un destello de peligro.
—¿A sí?—Hermione se dejó llevar, intentando descifrar lo que pasaba dentro de la mente de Pansy. Dio un par de pasos para colocarse justo enfrente de ella—Pruébalo.
Pansy sintió correr la adrenalina por sus venas. Hermione estaba parada frente a ella, con los brazos cruzados y una prematura sonrisa de triunfo en su rostro. Disfrutando de su momento de gloria.
Pero ahora que se detenía a pensar en lo que había dicho, encontraba un gran fallo en su argumento ¿cómo, exactamente, es que pensaba demostrarle a Hermione lo veloz que era?
—Estas jodida Parkinson—la voz de Daphne habló desde algún rincón de la mente de Pansy. Y aunque sabía que era producto de su imaginación, la podía visualizar con sus brazos cruzados y su sonrisa burlona. Esa que le dedicaba cuando sabía algo que los demás no.
Y tal vez si lo estaba. Porque por alguna extraña razón los labios de Hermione tenían una especie de hechizo, que hacía que no pudiera quitarle los ojos de encima. Un hechizo que hacía que su estómago se sintiera extraño.
Hermione dio un paso al frente, terminando de acortar la distancia que las separaba. Estaba tan perdida en ese par de ojos verdes, que podría jurar que ese último movimiento había sido involuntario. Natural.
Ninguna de las dos hizo nada más, cada una sumergida en el torbellino de pensamientos que las estaba invadiendo. El aire se volvió espeso, respirar se volvió difícil y quitar su mirada de los labios de la otra, imposible.
—Her…
La puerta del baño se abrió con un ruido sordo, dejando entrar las risas de un par de chicas de primero que conversaban de algo bastante divertido. Pansy dió un par de pasos hacia atrás tan rápido como sus, ahora torpes, habilidades de cazadora le permitieron actuar, guardando rápidamente las cosas en su mochila. Hermione, por su parte, se acomodó el cabello y desvió la mirada.
¿Qué había sido eso?
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Hermione se dejó caer en la cama. La nueva habitación que les habían otorgado era increíble. Estaban un piso por debajo de la sala común de Slytherin, sumergidos aún más en el fondo del lago negro. Lo cual confería un ambiente de tranquilidad y misticismo, imposible de conseguir en cualquier otro lugar del castillo.
McGonagall les había explicado que era importante darle privacidad a las parejas, sobre todo cuando nacieran los bebés. Porque ningún estudiante de grados menores se sentiría feliz de despertar con el llanto de un bebé a las tres de la madrugada. Y sería muy fácil que los bebés se despertaran en un ambiente lleno de adolescentes inquietos y ruidosos.
Así que aquí estaban, en una habitación que parecía sacada de un cuento de hadas. La piedra, de un tono más oscuro de la que se podía ver comúnmente por todo el castillo, le otorgaba una elegancia exclusiva a la habitación. Un par de camas, de madera oscura, se erigían al fondo de la habitación, justo por delante de los ventanales que daban al lago. Y justo en el centro, una pequeña cuna levitaba suavemente.
—¡Así que esto es lo que escondían debajo de la sala común!—Pansy caminó hacia el centro mientras se aflojaba el nudo de la corbata—Esta habitación es mil veces mejor que la de arriba. No puedo creer que nadie supiera de la existencia de este nivel.
—Es asombroso—respondió Hermione acercándose a la ventana.
—Si, lo es—Pansy se colocó a su lado mientras observaban el baile de las pequeñas criaturas luminiscentes nadando en las oscuras aguas del lago. Dando volteretas y jugando entre las algas.
Era como ver un campo de pequeñas luciérnagas acuáticas moviéndose libremente en la oscuridad de la noche, bailando con el movimiento natural del agua. Un escenario que te podía dejar embobado por horas.
—Nunca imaginé que podría ver esto en Hogwarts.
—Bueno, eso es porque nunca habías dormido conmigo—Pansy respondió con total seguridad. Antes de darse cuenta del doble sentido de sus palabras.
Hermione la miró levantando una ceja—¿Disculpa?
—N..no…eso no…eso no era lo que quería decir. O sea sí, sí era eso, pe…pero no en ese sentido…—Pansy se pasó las manos por la cara, intentando salvar el poco orgullo que le quedaba—Me refería a que nunca habías dormido en la sala común de Slytherin, y yo estoy aquí, porque soy de Slytherin, entonces si…si tu duermes aquí se puede asumir que, que…solo, déjalo así—resopló ya sin mucho ánimo.
Hermione soltó una de las risas más tiernas que Pansy le había escuchado. Y últimamente, aunque fuera algo difícil de creer, escuchaba muchas.
—Entonces—Hermione miró de nuevo hacia afuera—creo que me gustará esto de dormir contigo.
Pansy sintió como si una manada de hipogrifos saltaran en su estómago. Pero antes de que su cerebro pudiera procesar una buena respuesta, la puerta de la habitación se abrió con un ruido sordo. Dejando pasar a su rubia favorita de Hogwarts.
—¡No puedo creer lo increíble que es estar embarazada!—Blaise entró detrás de ella, cargando una caja de color negro—¿Por qué nadie me lo dijo antes?
—¿De qué hablas?—preguntó Pansy recibiendo la caja que le ofreció su amigo.
—Mamá nos envió esto, como compensación por todo lo que estamos pasando—le quitó la caja a Pansy antes de que pudiera ver su contenido—Disculpa, esto es de Hermione.
—¿Para mí?—Hermione estaba confundida. Y por la cara de Pansy, se dio cuenta que no era la única.
—Si. Un regalo, de alta costura, de la nueva colección exclusiva de mi familia—con un movimiento de su varita abrió la caja e hizo levitar un hermoso vestido azul marino antes de extenderlo sobre la cama.
—¡Por Merlín! ¡Es hermoso!—Pansy se acercó con un brillo inusual en la mirada—tu madre es asombrosa ¿Cuándo llegó?
—Llegaron esta mañana en tren, evidentemente no iban a envíar los vestidos por lechuza—se giró para ver a Hermione—¡Espero que te guste! En cuanto lo vi, supe que te verías perfecta en el.
—¿Vestidos? ¿Significa que hay más?—Pansy la miró emocionada—Por favor, dime que Lissandra envió uno para mi.
—En realidad…no—Daphne no parecía apenada por lo que acababa de decir.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—Porque tú no estás fabricando un bebé Pans—respondió Blaise, tomando la palabra por primera vez desde que llegó.
—¿Cómo que yo no estoy fabricando un bebé?
—Lissandra solo envió obsequios para las chicas, o en este caso, para las chicas que están embarazadas—puntualizó.
—¡Exacto!—respondió Daphne—Mi madre entiende lo complicado que es lidiar con un embarazo, así que intento animarnos con obsequios.
Pansy miraba a sus amigos como si estuvieran hablando en un idioma desconocido.
—¿De qué hablan? Yo también estoy lidiando con este embarazo ¡Yo puse a ese bebé ahí!—dijo, señalando el vientre de Hermione.
Hermione palideció. Blaise se rió sin ninguna prudencia. Y Pansy tardó un microsegundo más en darse de cuenta de lo que había dicho. Daphne, por el contrario, sonrió como si hubiera encontrado una mina repleta de galeones.
—¿A si? ¿Y exactamente cómo es que tú pusiste a ese bebé ahí?—Alzó una ceja.
Pansy se regañó internamente por no pensar antes de hablar.
—Sabes a lo que me refiero Daph—se acomodó el cabello—el bebé es de las dos—le lanzó un cojín a Blaise, que se seguía riendo a lado de su novia.
—Lo sé, Pans. Pero no es lo mismo poner un bebé allí—señaló al vientre de Hermione de nuevo—que cargar con ese bebé, pasar por todos estos cambios de humor, que te duela la espalda, no poder dormir correctamente por la noches y tener ganas de ir al baño todo el jodido día—la señalo con un dedo acusador—¿O ya no recuerdas que quisiste sobornar a la madre de tu hijo todo para no beber esa poción?
Pansy la miró con la boca abierta. Incluso Blaise entendió que era un pésimo momento para seguir riendo.
—Creo que ella hace un excelente trabajo Daph—Hermione decidió intervenir, antes de que Daphne dejará sin madre a su bebé—Se ha esforzado mucho por acompañarme durante esta semana, se preocupa por mi bienestar y siempre está al pendiente por si necesito algo, así que no me molestaría que ella se quedará con el vestido. Creo que se vería mejor en el.
Los tres Slytherins la miraron asombrados. Aunque por motivos muy diferentes.
—¿De qué estás hablando Hermione?—Daphne le sonrió, como si nunca se hubiera enojado—Este vestido es único, está diseñado exclusivamente para ti. El de Pansy llegará la siguiente semana, junto con el traje de gala de todos los chicos—la guió hacia la cama.
—¿Qué?—Pansy las siguió de cerca—No me dijiste que enviarían un vestido para mi la siguiente semana.
—Porque no preguntaste—Daphne la miró con aburrimiento—Sabes perfectamente que mi madre jamás te dejaría a ti o a Blaise sin una pieza de su colección. Y mucho menos para un evento tan importante.
Pansy miró a Blaise en busca de una respuesta, pero su amigo solo se encogió de hombros. Él sabía que cuestionar demasiado a Daphne siempre sería un caso perdido, solo tenían que dejarla actuar y disfrutar de sus, siempre, satisfactorios resultados.
—¿Cúal evento?—Hermione cuestionó a las tres serpientes con la mirada
—¡El aniversario de los padres de Pansy!—Daphne dio un par de saltitos emocionados—Estoy segura de que Eirena y Markus estarán felices de conocerte a ti y al bebé—volvió a guardar el vestido en la caja.
—¿El aniversario de tus padres?—Hermione miró a Pansy. Jamás imaginó que las familias de sangre pura tuvieran ese tipo de celebraciones.
—Bueno, si—se rasco la nuca sin saber cómo continuar—Cada año mis padres celebran su aniversario con una velada muy privada en la mansión…
—¿Privada?—Blaise intervino—Es uno de los eventos más importantes del año. Un día donde se reúne la crème et crème del mundo mágico de Gran Bretaña. Te va a encantar Hermione, cada año Eirena se supera a sí misma con la decoración.
—Espera un minuto—Hermione sintió que se estaba mareando—¿Quieres que conozca a tus padres? ¿El día de su aniversario?
Los tres amigos se miraron sin entender muy bien cual era el problema .
Durante años Draco fue el acompañante de Pansy, primero como su amigo y después como su novio. Algo que se dió de forma natural, ya que los Malfoy siempre fueron muy cercanos a los Parkinson, por lo que nunca existió una invitación o cuestionamiento sobre la pareja que llevaría. Pero este año sería diferente.
Pansy no solo llegaría con una nueva pareja, si no que llevaría también un bebé a casa. Algo en lo que no había pensado, hasta hoy.
—Mira, entiendo que todo esto es muy apresurado. Y me hubiera encantado decirte de otra forma—soltó una risa en dirección a sus amigos—Pero con todo esto de los bebés, lo había olvidado por completo. Y durante todos estos años ha sido algo tan común para nosotros, que olvide que tú no sabías nada del evento.
Hermione se sentó en la cama. Su cabeza trabajando a toda marcha, pensando en diez mil escenarios diferentes de lo que podría pasar en esa reunión.
Daphne le hizo un gesto para que se acercará a Hermione. Pansy se acercó a la cama y se sentó a su lado.
—Entiendo que no quieras ir y créeme que no pienso obligarte. Pero dudo mucho que McGonagall nos dé tregua durante un fin de semana, además de que el bebé ya estará aquí para ese momento. Y no quiero dejarte sola con esto…
—¿Te das cuenta de lo que me estas pidiendo?—Hermione intentó aclarar sus ideas antes de continuar—¿Quieres que nos presentemos en casa de tus padres, con un bebé en brazos, para celebrar su aniversario? ¿Con un bebé? Un bebé de ambas—señaló el espacio entre las dos.
Pansy trago saliva.
—En realidad lo de los bebés ya lo saben—intervino Daphne, sentándose del otro lado de Hermione—Por lo que son conscientes de que todos vamos a llegar con un nuevo integrante de nuestras familias.
—¿Y saben que tu pareja soy yo?—Hermione no iba a negar que estar rodeada de la crème et crème, de familias de sangre pura, la ponía nerviosa.
—Si, lo saben.
—¿Y están de acuerdo con eso?—Podrían llamarla paranoica, pero no iba a tomar ningún riesgo innecesario. Ni para ella ni para su bebé.
Pansy la miró. Entendía los miedos de Hermione y honestamente no podía culparla por eso. Incluso Daphne sabía que no podían borrar años de enfrentamientos de un día para otro.
—Mis padres están muy de acuerdo—sonrió—No todos los días tienes un hijo con la mejor bruja de nuestra generación, premio anual y una de las solteras más cotizadas de todo Hogwarts ¿o si?—le guiñó un ojo.
Los cuatro amigos se rieron. Para este punto incluso Blaise ya se había sentado en la cama.
—Pero…
—Hermione, todo va a estar bien. Mi familia no te odia, en realidad están bastante emocionados por conocerte—hizo un gesto que Hermione no entendió muy bien—Me preocupa más que tú los conozcas a ellos.
—¿Le has hablado a tus padres de mi?—Hermione no pudo evitar sorprenderse.
—Ni siquiera me dió tiempo—miró a Daphne, la cual solo se rió en complicidad—Con lo que Daph le cuenta a su madre es suficiente para que mi familia sepa de ti. Aunque, no es como que Hermione Granger necesite de una gran introducción, todos saben lo increíble que eres.
Hermione sintió que el calor subió a sus mejillas. Pansy Parkinson le acababa de hacer uno de los cumplidos más lindos de toda su vida.
—¡Oh Pans!—Blaise simuló secarse una lágrima—¡Eres tan romántica!
Pansy le lanzó otro cojín a la cara. Riendo de las tonterías de su amigo.
—No las molestes Blaise—Daphne le lanzó otro cojín a su novio. Quien solo se reía mientras se dejaba caer en la cama.
Hermione se levantó de la cama. La idea ya no le parecía tan descabellada, pero seguía teniendo muchas dudas al respecto. Necesitaba tiempo para investigar un poco más sobre los padres de Pansy, tal vez preguntarle a Lavender sobre todo lo que sabía. Incluso a Daphne, obviamente cuando Pansy no estuviera cerca.
—Entiendo ¿Y cuando es?—Sí aún le quedaba un mes para planear esto, sería perfecto…
—En dos semanas—Respondió Pansy
—¡¿Dos semanas?!—Hermione palideció—¡Eso es muy pronto, Pasy! Los bebés solo tendrán una semana de haber nacido, tenemos que estudiar para los exámenes—sin darse cuenta había comenzado a hablar mientras caminaba una y otra vez sobre la misma línea imaginaria—No sé nada de tus padres, ni de tu familia. Y aún tenemos que planear la forma de salir del castillo, con un bebé en brazos, y esperar que Filh no nos encuentre. Tal vez con una poción de sueño o un hechizo confundus. Pero luego está Peeves, él no será tan fácil de despistar, a menos que…—se detuvo en seco.
Pansy, Daphne y Blaise parecían tres tiernos gatitos mirando a su juguete de un lado a otro, El juguete en cuestión parloteaba sin parar.
—Pansy ¿cómo vamos a salir del castillo?—la miró confundida—no podemos salir de Hogwarts.
Fue el turno de los tres amigos de mirarse con complicidad.
—Por la Red Flu, por supuesto—respondió Blaise.
—Como cada año—afirmó Daphne.
—Sin romper ninguna regla—finalizó Pansy.
—Aunque, eso del hechizo confundus sobre Filch, suena bastante interesante—continuó Blaise—Pansy, quién se hubiera imaginado que tu nueva novia sería tan divertida.
Hermione los miró boquiabierta.
—¿Los dejan salir del castillo? ¿Un fin de semana completo?—Se supone que nadie podía salir del castillo en el año escolar, había leído el reglamento cientos de veces—Espera ¿dijo novia?
—Si, probablemente no lo habías notado, pero cada año en noviembre muchos de nosotros salimos para esta celebración. Salimos por la mañana y volvemos al día siguiente a medio día. Es uno de los beneficios de pertenecer a familias que le aportan tantas donaciones a la escuela—Daphne se levantó de la cama—Así que, por muy tentador que suene, no tendrás que hechizar a nadie Hermione—le guiñó un ojo—aún.
—Eso es muy injusto—Hermione refunfuño—ustedes tienen permiso de salir un fin de semana completo con sus familias.
—¿Más injusto que romper las reglas de la escuela, escabulléndose por la noche, hechizando profesores y peleando con criaturas extrañas durante cinco años seguidos y no tener consecuencias graves o ser expulsados?— Daphne la miró triunfal.
—Eso no fue…—Hermione frunció el ceño—Bueno, si lo dices así suena mal.
—Tranquila, no te juzgo. En realidad creemos que muchas de esas cosas son impresionantes—le guiñó el ojo—solo te pido, que tú tampoco asumas y juzgues sin conocer todo el contexto.
—No somos perfectos Hermione—Blaise habló desde la cama, recargado sobre uno de sus codos—pero tampoco somos villanos. Hacemos lo que consideramos mejor para cuidarnos entre nosotros. Solo eso—se encogió de hombros y le sonrió genuinamente.
Pansy la miró desde la cama y le guiñó un ojo.
—Entonces ¿estás de acuerdo con esto?—con un movimiento de cabeza señaló la caja que contenía el vestido—No puedes recibir un regalo, de esa magnitud, de Lissandra Greengrass y no utilizarlo.
Hermione sonrió.
—Estoy de acuerdo.
—¡Excelente! ¡Mañana te probaremos el vestido después del partido!—Daphne la abrazo—Esto va a ser increíble Hermione, estoy segura que te verás espectacular ¿cierto Pansy?
Pansy la miró sorprendida, pero se recompuso de inmediato.
—Por supuesto, ella es espectacular.
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Hermione subió los escalones con energías renovadas. Su primera noche en la sala común de Slytherin había sido asombrosa. La cama era demasiado suave, no tenía que compartir habitación con cuatro personas diferentes y ya no tenía que escuchar a Lavender hablar por horas sobre todos los chismes que leía en la revista Corazón de Bruja. Definitivamente, podría acostumbrarse a esto.
Pansy se había despertado un par de horas antes para “trazar un plan” con Blaise y Draco antes del partido. Así que Hermione disfrutó de la habitación durante un poco más de tiempo, antes de que su estómago le pidiera comida.
—Hola, Hermione—exclamó Luna con su habitual entusiasmo, esta vez sin su sombrero de león. En su lugar, llevaba una serpiente de peluche como bufanda. Hermione observó con curiosidad cómo la serpiente parecía ondular, como si respirara.
—Hola, Luna—saludó de vuelta, sin detener su paso rumbó al Gran Comedor—¿Qué es eso?—señaló a la serpiente.
—Oh ¿esto? Es mi atuendo para el partido de hoy. Es el primer partido de la temporada para Slytherin y espero que ganen—sonrió.
—¿Estás apoyando a Slytherin?—Hermione se detuvo—¿Contra Gryffindor?
Luna la miró con curiosidad, girando levemente su cabeza como si no entendiera las palabras de Hermione.
—Estoy apoyando a Theo. Y el pertenece al equipo de Slytherin, junto con Pansy, Blaise y Millicent—acarició a su serpiente como si de un osito se tratara—¿Sabías que perdieron por muy poco la Copa de Quidditch el año pasado? El equipo ha estado entrenando muy duro, principalmente Pansy. Es muy divertido verlos, deberías venir por las tardes, así podríamos hablar mientras los chicos juegan.
—Espera ¿tú vas a los entrenamientos de Quidditch?—Hermione sintió una punzada en el estómago, que nada tenía que ver con el hambre.
—Por supuesto. Es algo que le gusta mucho a Theo, así que lo acompaño y dejo que hable por horas sobre las mejores jugadas de la temporada y sus jugadores favoritos.
—Pero Luna, son de Slytherin. Y tú siempre has apoyado a Gryffindor en los partidos—Explicó.
—Es verdad. Pero eso es porque antes no tenía a quién apoyar en Slytherin—Se encogió de hombros—Además, no se trata de apoyar a unos u otros, se trata de apoyar a las personas que me importan. Y Theo me importa.
Luna se despidió en cuanto atravesaron las puertas del Gran Comedor, corriendo en dirección a su mesa. Hermione por el contrarió se quedó parada ahí, analizando las palabras de su amiga.
Ella no había considerado ir a los entrenamientos de Pansy. Aunque sabía que el Quidditch era algo que le gustaba mucho y que por alguna extraña razón, que aún no conseguía entender, tenía una pequeña obsesión con ganar este partido.
Hermione escaneo la mesa de las serpientes en búsqueda de una chica de cabello rubio y ojos azules. Afortunadamente, no estaba ahí, lo que significaba que aún tenía tiempo.
Salió corriendo apresurada, olvidando completamente su desayuno y sin percatarse del par de ojos cafés que la observaron en todo momento.
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Pansy término de calzarse las botas antes de levantarse del banco de madera. Se acercó a la mesa de madera que estaba en el centro, con una maqueta miniatura del campo de Quidditch de la escuela. Un total de catorce figuritas de madera volaban sobre el escenario, simulando una y otra vez las jugadas que habían estado debatiendo.
—Creo que estamos listos—Theo puso ambas manos sobre la mesa, observando un par de figuritas de madera que lograban pasar una Quaffle en miniatura por los aros.
—Siempre estamos listos—respondió Millicent, haciendo crujir sus nudillos mientras se ajustaba los guantes.
—No nos adelantemos—Blaise miró a todo el equipo—Potter no es ningún tonto. Tiene un buen equipo este año y sabe cómo aprovecharlo. La que más me preocupa es la chica Weasley, es veloz, precisa y astuta; si nos confiamos, perderemos mucho terreno por su culpa. Potter no es un gran peligro hasta que aparece la Snitch, así que no podemos distraernos y dejarlo solo. No importa lo que suceda, Potter no puede perderse de vista.
—Yo me encargo de eso—Draco se acomodó un mechón de cabello que le caía encima de los ojos—es muy fácil distraerlo.
—No necesitamos que tú también te distraigas Draco—Pansy tomó la palabra—está bien jugar un poco con los nervios de Potter. Pero él va a estar más enfocado en que no hieran los sentimientos del zopenco que tiene como amigo, que de la Snitch o de ti. Así que dejemos que la afición trabaje con la presión psicológica. Es simple, si afectamos a Weasley, desestabilizamos a Potter. Sin Potter con la atención en el juego, podemos atacar con más fuerza los aros y controlar a Ginny.
—Weasley ya no es tan fácil de intimidar. Por mucho que lo odie, parece más enfocado en el juego y menos enfocado en el público—Matilda Kavanagh, la nueva golpeadora del equipo, señaló con su bate a la figurilla del Guardián que se encontraba frente a los aros—La mejor forma de que Weasley deje de ser un problema, es sacarlo del campo lo más pronto posible.
Matilda Kavanagh, era una chica de sexto año. Era todo lo que un buen golpeador debía ser. Mientras que otros golpeadores se jactaban de sus músculos, Matilda demostraba que la verdadera fuerza estaba en la resistencia. Más delgada que Millicent, pero con una agilidad y un conocimiento del equipo oponente que la hacían superior desde cualquier ángulo del campo. Pansy, que siempre había apreciado la estrategia por encima de la fuerza bruta, aplaudía su capacidad para calcular cada golpe y para anticipar los movimientos de los oponentes.
—No podemos sacarlo al principio del juego, sería muy arriesgado—Theo se rascó la barbilla mientras intentaba pensar en el mejor escenario para derribar a Weasley—El año pasado amonestaron a Nobby Brand, de Ravenclaw, por derribarlo de su escoba.
—Encontraremos la manera de mantenerlo bajo control—Pansy tomó la figura del guardián—lo importante es concentrarnos en ganar el juego y obtener ventaja desde el inicio. Matilda, olvida a Weasley, tu objetivo principal es Potter, mantenlo alejado de la Snitch hasta que Draco pueda atraparla. Millicent, te necesito a nuestro lado todo el tiempo—señaló a Blaise y Theo—entre menos obstáculos tengamos en el camino, más rápido podremos anotar. Draco, tú serás nuestro guardián en las alturas, concéntrate en encontrar al eslabón más débil y sabremos cómo empezar a atacar. Bastian—el chico de cabello cobrizo dió un paso adelante—protege esos aros, como si tu vida dependiera de ello.
—Mientras tanto, nosotros nos encargamos de lo demás—Blaise junto a Pansy y Theo en un cómico abrazo—Vamos a patear el trasero de esos gatitos.
—Hagámoslo—finalizó Draco con su típica sonrisa de lado.
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El coro efusivo de las aficiones se escuchaba por todo el campo. Un centenar de voces vitoreando y aclamando a sus respectivas casas.
Pansy tomó con firmeza el mango de su escoba y le guiñó un ojo a Theo, que la miraba con la emoción impresa en la cara. Las puertas de madera se abrieron y con el impulso de una profesional, salió disparada al campo de Quidditch.
Sobrevoló el campo, escaneando la distribución de los asistentes y los profesores. Busco entre la la tribuna de Gryffindor a Luna, con su enorme cabeza de león que se podía ver a varios metros de distancia, porque sabía que Hermione siempre estaba con ella. Pero le extrañó no encontrar a ninguna de las chicas.
Una sensación de incomodidad se instaló en su estómago. Y suspiro, tratando de no darle mucha importancia. Fue ahí cuando vió a Theo, haciendo girar su escoba y presumiendo sus músculos en el aire.
—Pans, creo que tienes una nueva admiradora—Blaise se acercó y señaló en dirección hacía donde Theo estaba haciendo sus payasadas.
Luna Lovegood, con una serpiente enroscada en el cuello, estaba saludando con la mano. A su lado Daphne agitaba una banderita con los colores de su casa, mientras le enviaba una serie de besos coquetos a Blaise. Y fue ahí cuando la vió.
Hermione la miraba, con una sonrisa tímida en la cara, la cual se ensanchó cuando Pansy hizo contacto visual con ella. Y como si no fuera suficiente asombro ver a Hermione Granger, chica dorada de Gryffindor, en las gradas del equipo rival, a Pansy casi se le cae la mandíbula al suelo cuando la vió usando una sudadera gris con el escudo de Salazar Slytherin en el pecho.
Blaise le dió un codazo en las costillas.
—¡Oye Pans! Cierra la boca, estás babeando.
Pansy ni siquiera registró el comentario. Por alguna extraña razón lo único que podía ver en ese momento era a Hermione en medio de las gradas, sonriéndole.
Hermione, por su lado, no entendía muy bien porque no podía dejar de sonreír. Nunca había sido fanática del Quidditch y aunque había escuchado a Harry y Ron hablar sobre el deporte durante siete años, jamás le había parecido interesante. Pero ahora, en esas gradas abarrotadas, viendo a Pansy en su uniforme verde con negro, montada en esa escoba y con su capa ondeando al viento, sentía que era algo que le podía gustar. Y mucho.
—Te dije que le iba a gustar—Daphne se acercó para hablarle al oído—Deberías quedarte con la sudadera, algo me dice que te servirá de mucho en algún momento—le guiño un ojo.
Hermione la volteó a ver, sin entender muy bien sus palabras.
El sonido del silbato se escuchó en el campo. Haciendo que todos los jugadores se acercarán al centro. Pansy se obligó a mirar hacia otro lado, no sin antes sonreírle a Hermione por última vez.
Madame Hooch, con su imponente figura y su mirada penetrante, se erguía en el centro del campo. Su capa, negra como la noche y adornada con hilos plateados que brillaban a la luz del sol, ondeaba al viento con elegancia. Con un gesto autoritario, reunió a los jugadores de ambos equipos. Su voz, clara y resonante, cortó el creciente murmullo de la multitud.
—Espero que todos estén listos para un partido limpio y emocionante—anunció, su mirada recorriendo uno a uno a los jugadores—Recuerden, juego limpio. Cualquier falta grave será castigada con la expulsión inmediata. ¡Este es el primer partido de la temporada, así que demuestren de lo que son capaces! ¡A sus posiciones!
Millicent y Matilda compartieron una mirada y un choque de puños antes de desplegarse. Ron y Bastian Gage se dirigieron hacia sus respectivas porterías y se prepararon para el comienzo.
Pansy observó a Ginny, que flotaba con suavidad en el aire. El azul y el verde se cruzaron, en una batalla silenciosa que auguraba un partido intenso. Pansy le guiñó un ojo, intentando desestabilizar a su oponente. Ginny frunció el ceño.
Con un movimiento elegante de su varita, Hooch, liberó las Bludgers de su baúl. Las pesadas bolas negras zumbaron en el aire, listas para entrar en acción. A continuación, con un gesto más suave, liberó la Snitch Dorada. La pequeña pelota revoloteó una vez, desplegando sus alas iridiscentes, antes de desaparecer en un destello de luz.
—¡Que comience el juego!—exclamó Madame Hooch, haciendo sonar su silbato con fuerza y la Quaffle, fue lanzada al aire.
Al instante, los cazadores de ambos equipos se abalanzaron sobre ella. Pansy estuvo a punto de alcanzar la pelota, pero Ginny, con una maniobra rápida, la interceptó.
—¡Y Gryffindor obtiene la Quaffle!—Carter McGrath, de Hufflepuff, era el nuevo comentarista de los partidos. Un chico de cabello negro y ojos azules que parecía caerle bien a todo el mundo—¡Ginny Weasley, se dirige peligrosamente hacia el centro del campo!
Con la Quaffle firmemente sujeta, se elevó por encima del campo. Pansy la siguió muy de cerca, moviéndose con agilidad en el aire. La Quaffle recorrió el campo, pasando entre los jugadores de Gryffindor antes de volver a los brazos de Ginny.
Blaise intentó acorralar a Ginny cerca de una de las torres, pero ella fue más rápida y ejecutó un giro de 360 grados perfecto para desmarcarse de Zabini. El chico se frenó de inmediato, sonriendo por semejante jugada.
Bastian Gage, el guardián de Slytherin, se preparó para el impacto. Sus ojos seguían cada movimiento de Ginny, listo para detener el ataque. Con una mano firme, sujetó su escoba, mientras que con la otra se preparaba para repeler la Quaffle.
Ginny, sabiendo que no tenía mucho tiempo, lanzó la pelota hacia arriba con fuerza. La Quaffle describió un arco perfecto en el aire, mientras Ginny se preparaba para el remate. En el momento preciso, giró su escoba, conectando un golpe certero. La pelota atravesó uno de los aros de Slytherin, haciendo vibrar el metal por el golpe.
—¡Primera anotación para Gryffindor!—Carter se levantó de su asiento, aplaudiendo por la anotación—¡Que forma de iniciar el partido! Ginny Weasley, demuestra una vez más su talento y agilidad, eludiendo a Blaise Zabini como si fuera un poste de entrenamiento.
El estadio estalló en júbilo. Gryffindor celebró el primer gol del partido, mientras que los Slytherin gritaron con más fuerza para animar a su equipo. Pansy, con una sonrisa burlona en los labios, se acercó a Ginny.
—Buena jugada, Weasley—dijo con voz sarcástica mientras se ajustaba uno de sus guantes—Disfrutalo mientras dure.
Ginny, sin inmutarse, le devolvió la sonrisa—Gracias, Parkinson, espero que no llores mucho al final—Y le guiño el ojo antes de alejarse.
Y el partido continuó.
La multitud rugía de emoción mientras los jugadores se lanzaban en persecución de la Quaffle. Las Bludgers zumbaban por el campo, obligando a los jugadores a esquivarlas constantemente. Slytherin tomó el control del partido antes de los primeros diez minutos, como una avalancha que surge de la nada. Ginny apenas y tocaba la Quaffle, persiguiendo las manchas verdes que recorrían el campo una y otra vez.
—¡Y Slytherin responde con un gol espectacular!—Carter, estaba a punto de subirse a la mesa de lo emocionado que estaba— Pansy Parkinson, la ágil cazadora de Slytherin, ha demostrado una vez más por qué es una de las jugadoras más peligrosas del campo.
Blaise y Theo, junto con Pansy, formaban un triángulo ofensivo casi impenetrable. Con una coordinación perfecta, pasaban la Quaffle de un lado a otro, dejando atónitos a los defensores de Gryffindor. Cada vez que los tres Slytherin tenían la posesión de la Quaffle, parecía que el gol era inevitable.
—Parkinson tiene la Quaffle, Blaise la recibe, retorna a Parkinson. Weasley intenta interceptar, pero la dejan atrás con facilidad. ¡Qué exhibición de juego en equipo de Slytherin!—la tribuna de Gryffindor abucheaba los comentarios de Carter—¡Slytherin está en llamas y Gryffindor está... bueno, Gryffindor está viendo cómo se les escapa el juego!
Ginny, luchaba con todas sus fuerzas. Sus ojos ardían de determinación, pero la velocidad y la precisión de las tres serpientes la superaban en cada enfrentamiento. Con cada intento fallido de interceptar la Quaffle, la frustración crecía en ella. Por su parte, Harry y Ron se veían cada vez más desesperados.
William Flanagan y Ember Crowle, los otros dos cazadores de Gryffindor, no lograban igualar el nivel de Ginny, dejándola sola en la mayoría de las persecuciones y siendo una defensa pobre para el equipo.
—¡Otra anotación para Slytherin! Esto deja el marcador en 210 puntos para Slytherin contra 60 puntos de Gryffindor—Carter tenía que gritar, para dejarse oír entre los vítores de Slytherin—¡Que mal día para ser Gryffindor!
El partido se acercaba a su fin. Slytherin dominaba el marcador y la moral de Gryffindor estaba por los suelos. Theo se apoderó de la Quaffle, después de un fuera de lugar del equipo escarlata, así que ahora atravesaba el campo a toda velocidad, escoltado por Blaise y cubierto por Millicent y Matilda.
Pansy se elevó aún más, buscando una perspectiva superior del partido. Solo necesitaban asegurar una ventaja aún mayor para ganar sin la necesidad de la Snitch. Sin querer, su vista se perdió entre las gradas, viendo la emoción de todos los miembros de su casa. Daphne aplaudía con elegancia, intentando contener la emoción para no perder los modales. A su lado, Hermione brincaba junto a Luna, haciendo sonar una trompeta que quién sabe de dónde demonios había sacado. Pansy no pudo evitar reírse de la escena.
Hermione, al notar su mirada, dejó de brincar y le dirigió una sonrisa triunfante, sintiendo el ambiente festivo que la rodeaba. Su pecho subía y bajaba por el movimiento y la falta de aire. Hermione miró a su alrededor, como si estuviera analizando algo. Cuando estuvo segura de que nadie la observaba, le dedicó un guiño y con un susurro, le indicó: 'Acábalos'.
Pansy sintió como su corazón se aceleraba y una sensación de electricidad la recorría por todo el cuerpo. Asintió, sin apartar la vista de Hermione. Y agradeció a Merlín por estar en las alturas, porque estaba segura de que su cara competía con el rojo marca Weasley.
—¡Theo!—Millicent gritó desde las alturas—¡Cuidado!
Era hora de dar el golpe final.
El silencio descendió sobre el estadio, roto solo por el zumbido de las escobas y el aleteo de las capas. Theo, en un intento desesperado por esquivar una Bludger descontrolada, soltó la Quaffle, dejando a la pelota suspendida en el aire. Los ojos de todos se fijaron en ella, pero fueron los de Pansy y Ginny los que se cruzaron en un duelo silencioso.
Con un rugido ensordecedor, las dos cazadoras se lanzaron en picado hacia la Quaffle. Sus escobas se convirtieron en borrones mientras surcaban el aire, esquivando a los demás jugadores con una agilidad ferrea. Las gradas retumbaban con los gritos de la multitud, cada uno alentando a su favorita.
La tensión era palpable. Pansy y Ginny se movían como sombras, sus miradas intercambiándose mensajes de desafío. La Quaffle parecía flotar entre ellas, burlándose de sus intentos por capturarla. En un movimiento audaz, Pansy saltó de su escoba, dejando que la velocidad la impulsara y que su cuerpo cayera en picado hacia la pelota. Ginny, sorprendida, se quedó paralizada por un instante.
Con una agilidad asombrosa, Pansy atrapó la Quaffle y, con un giro vertiginoso, volvió a montar su escoba. El grito de la tribuna no se hizo esperar, coreando el apellido Parkinson a todo pulmón.
Pansy, en lugar de dirigirse directamente hacia la portería, realizó una maniobra inesperada. Pasó la Quaffle a Blaise, quien, junto con Theo, inició una serie de pases rápidos y precisos que confundieron a los defensores de Gryffindor.
Ron Weasley, se preparó para el lanzamiento. Matilda interceptó una Bludger con una precisión implacable, bloqueando la persecución de uno de los jugadores de Flanagan. Harry gritó desde lo alto, llamando la atención de su equipo para apoyar la defensa. Ginny luchaba con todas sus fuerzas por alcanzar la portería, pero estaba demasiado lejos.
En las gradas, incluso Carter dejó de narrar el partido, a la expectativa. El estadio se quedó en silencio, como en cámara lenta.
Blaise apuntó hacia la portería principal, pero en el último instante, desvió el tiró hacia uno de los extremos del campo. Sorprendiendo a todos. Ron se detuvo en el aire, siguiendo la trayectoria del tiro y riéndose del error de su rival.
Fue ahí cuando Pansy surgió desde las profundidades del campo y con un giro potente de su escoba golpeó la Quaffle desde un ángulo imposible, haciéndola atravesar el aro central con una velocidad sorprendente. Y el silencio ceso.
—¡Por Merlín!—Carter McGrath gritó en el megáfono—¡Que jugada de Pansy Parkinson! ¡Que jugada señores! Una gran demostración de que la elegancia y la eficacia no están reñidas. ¡Punto para Slytherin!
El nombre de Pansy Parkinson resonó en el estadio. Su jugada había sido brillante, una muestra de habilidad, estrategia y audacia que pocas veces se veía. Los Slytherin celebraban eufóricos, mientras que los Gryffindor, abatidos, veían cómo se esfumaba su esperanza de victoria.
Pansy celebró la jugada chocando el puño con Blaise y Theo. Sintiendo la adrenalina correr por sus venas a un ritmo desquiciante. Buscó con la mirada a Hermione y fue ahí cuando lo vió. Un destello dorado atravesando el cielo.
—¡Draco!—gritó sin importarle mucho quien la pudiera escuchar.
Malfoy siguió la mirada de su amiga y comenzó la persecución. Harry, con la determinación brillando en sus ojos, se lanzó detrás de él.
—¡La Snitch Dorada está en el campo!—el megáfono resonó por todo el recinto—Malfoy y Potter persiguen la pelota volando muy cerca del suelo. Mientras tanto Slytherin está utilizando una estrategia de desgaste. Están cansando a los jugadores de Gryffindor, obligándolos a volar de un lado a otro del campo. ¡Que tensión se está viviendo en este partido!
—No tan rápido, Potter— se burló Malfoy, mientras esquivaba una Bludger que volaba en su dirección. Harry no respondió, concentrado únicamente en la Snitch. La pelota se deslizaba entre las columnas de madera del estadio, obligando a los buscadores a realizar maniobras casi imposibles.
Harry, desesperado, sentía el peso de la derrota sobre sus hombros. Sabía que, aunque atrapara la Snitch, no podrían ganar el partido. Sin embargo, necesitaba poner fin a aquella humillación.
Malfoy, divertido, lo seguía de cerca, dispuesto a prolongar su sufrimiento. La pelota dorada se elevó cada vez más alto, hasta desaparecer entre las nubes. Los dos buscadores se lanzaron en su persecución, sus ojos fijos en el brillante objeto.
En un instante, la Snitch reapareció, descendiendo en picado hacia el campo. Harry y Draco se lanzaron hacia ella con sus manos extendidas. Y justo antes de que Draco pudiera rozar con los dedos la pelota, en un momento de tensión extrema, Harry logró atrapar la Snitch.
—¡Harry Potter, atrapo la Snitch!—Carter brincaba en su lugar, celebrando con el equipo de Slytherin—¡Ciento cincuenta puntos para Gryffindor! Pero no son suficientes para derrotar a los reyes indiscutibles del partido. Señoras y señores ¡Slytherin gana!
Con la cabeza gacha, Harry aterrizó en el campo. Los Slytherin celebraban su victoria, mientras que los Gryffindor guardaban un silencio sepulcral. Draco Malfoy, con una sonrisa triunfante, sobrevoló el campo, burlándose de Harry.
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Hermione bajó corriendo las escaleras, en dirección al campo. Daphne la seguía muy de cerca, seguida de Astoria que parecía tan emocionada como Hermione.
—¡Hermione, espéranos!—Gritaba Daphne sin mucho éxito.
Pansy aterrizó en el campo y se dejó abrazar por Theo, que le levantó y la giró en el aire.
—¡Eso fue impresionante Pans! ¡Que jugada!
—¡Theo, basta!—se quejó después de un par de vueltas—ve a abrazar a tu novia—se alejó una vez que la soltó
—Hablando de novias—Blaise dejó caer su escoba mientras extendía los brazos para recibir a Daphne. La chica saltó a los brazos de su novio y le plantó un beso digno de película.
Astoria corrió unos metros más en dirección a Draco, quien no la levantó en el aire, pero si la abrazo con fuerza mientras le daba un suave beso en la frente.
Theo corrió para abrazar a Luna. Quien lo recibió con un tierno beso en la mejilla antes de mostrarle el peluche en forma de serpiente que había portado durante todo el partido.
Hermione redujó la velocidad, antes de quedar parada en medio del campo, sin saber muy bien que hacer a continuación. Pansy la miraba desde su lugar, con la respiración agitada por el partido y con un calor intenso en las mejillas y una extraña sensación de nerviosismo. Sin pensarlo mucho más, Hermione se abalanzó en dirección a Pansy y la abrazo, sorprendiendo a la chica de ojos verdes, quien después de un segundo le devolvió el abrazo, rodeando su cintura con sus brazos.
—¡Estuviste asombrosa!—Hermione se separó, acomodando un mechón suelto de su cabello—¡Jamás te había visto jugar así!
—Te lo dije—la soltó sin muchas ganas—reflejos de cazadora.
Pansy bromeó, recordando su pequeña pelea en el baño, cuando Hermione la había cuestionado por sus reflejos. Y esa sensación apareció de nuevo.
—Si, lo dijiste…
Hermione no terminó la frase, mirando a Pansy, que por alguna extraña razón se veía increíblemente bien en ese uniforme.
—¡¿Hermione?!—una voz cargada de molestia interrumpió el momento. Hermione saltó, separándose de Pansy—¿Qué significa esto?
Ron se acercó, cargando su casco de Guardián en una mano y arrastrando su escoba con la otra. Mirando la escena con recelo. Harry y Ginny venían detrás de él, con la derrota reflejada en el rostro.
—¡Ron!—Hermione dió un par de pasos hacía ellos—Pensaba ir a buscarlos, lamento mucho…
—¿Ah sí? ¿Pensabas hacerlo?—se burló—Porque yo te veo muy cómoda aquí, rodeada de serpientes.
Draco se puso frente a Astoria, de forma protectora. No necesitaba que una comadreja herida arruinara el gran momento que estaban viviendo. Theo hizo exactamente lo mismo con Luna, que parecía confundida por el cambio de humor tan repentino. Blaise, por el contrario, solo tomó con más fuerza la mano de Daphne, colocándola a su lado.
Pansy levantó todas sus defensas, cruzándose de brazos y burlándose del comentario de Weasley.
—Hermione—Harry la miró confundido—¿Qué traes puesto?
Hermione miró la sudadera que aún llevaba y de repente ya no se sentía tan entusiasta.
—Yo…
—¿Cuál es tu problema Potter?—Blaise dió un par de pasos sin soltar la mano de su novia—Es solo una sudadera. ¿O de repente la cicatriz en tu cabeza ya no te permite nombrar objetos correctamente?
—Cállate Zabini—Ron lo miró con furia—esto no es contigo…
—Cualquier cosa que tenga que ver con Hermione es asunto nuestro—Theo dió un paso adelante, su voz fría como el acero. Detrás de él, Matilda y Millicent, sosteniendo sus bates. Haciendo que el grupo pareciera aún más amenazante. Un grupo de serpientes que había estado en calma, hasta que se sintieron amenazados. Y no tenían miedo de atacar.
Harry también dió un paso al frente, colocándose a lado de su amigo. No quería pelear, pero aún sentía el enojo por la pérdida del partido burbujeando en su sangre.
—¿Así son las cosas ahora Hermione?—Ron gruñó, su mandíbula apretada—¿Nos estás cambiando por ellos?
—No…—Hermione se acercó a sus amigos—Las cosas no son así, yo solo…
—¿Tú solo qué?—Ron estaba furioso, con el rostro enrojecido—¿Ahora eres igual que ellos? ¿Qué hay de nosotros? De tus verdaderos amigos.
—Creo que Hermione puede estar donde quiera, imbécil—Pansy se adelantó, poniéndose un paso por delante de Hermione, acercándose peligrosamente a Ron—Y si vuelves a dirigirle la palabra de esa manera, te juro que te voy a destrozar.
Harry puso una mano en el hombro de su amigo—Creo que deberíamos hablar después Ron—pero la mirada que le dedicó a Hermione parecía decepcionada—Vámonos.
Pero Ron no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente.
—¡Vaya! Así que esto era lo único que necesitabas ¿no?—escupió las palabras al aire—Tener un hijo con alguno de ellos no te hace especial Hermione, solo te convierte en su…
El puño de Pansy se estrelló sobre la mandíbula del pelirrojo, haciéndolo caer al suelo.
—¡Te lo advertí Weasley!—las palabras de Pansy estaban cargadas de enojo. Acercándose peligrosamente al pelirrojo.
En un abrir y cerrar de ojos Harry desenfundo su varita, apuntando a Pansy. Todos los Slytherin hicieron lo mismo, apuntando directamente a Harry, con la advertencia marcada en su rostro.
—Ni lo intentes, Potter—Blaise susurró en un tono bastante peligroso.
—¡Harry, basta!—Hermione se puso en medio de la varita de su amigo y Pansy—¿Qué les hace creer que tienen el derecho de venir aquí a reclamarme por mis decisiones? ¡Llevo días soportando su actitud infantil y evasiva!—se inclinó hacia adelante, su mirada llena de enojo— Ellos también son mis amigos, y voy a estar con ellos si quiero hacerlo. No necesito su aprobación y mucho menos sus reproches. Si no tienen la capacidad de respetarme a mí y a mis decisiones, no estoy dispuesta a tolerar sus berrinches.
Harry intentaba decir algo, lo que fuera, alternando su mirada entre Hermione y el grupo de Slytherins que tenía detrás, flanqueando a Hermione y Pansy como una sombra. Ron se levantó, limpiando el hilo de saliva que le escurría por el labio.
—No puedo creer que te pongas de su lado.
—¡Ronald, cállate!—Ginny intervino—¡O yo misma te voy a golpear!
Ron se giró para mirar a su hermana con la boca abierta y la mejilla roja por el golpe.
—Hermione tiene razón, llevan días evadiéndola. Y cuando la ven disfrutar, con alguien que no son ustedes, lo primero que hacen es venir a arruinar el momento. De tí me lo esperaba, porque eres un insensible, egoísta—señaló a su hermano con un dedo acusador—Pero de ti—Miró a Harry y sintió cómo se formó un nudo en su garganta—Creí que tenías más cerebro para esto.
—Ginny—Harry bajó su varita e intentó acercarse a su novia—yo…
—Créeme, no es a mí a quien le debes las disculpas—Ginny recogió su escoba y se fue, sin mirar a nadie más.
Harry miró a Hermione, antes de salir corriendo detrás de su novia. Ron se quedó parado, sin saber muy bien que hacer a continuación. Incluso él sabía, que sobraba en esa persecución.
—Y por cierto Ronald—Hermione se giro, cargando toda su fuerza en su puño y soltó otro golpe en la mandíbula del pelirrojo, haciéndolo caer al suelo de nuevo—Eres un idiota.
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Pansy cerró la puerta lentamente, intentando no hacer ruido. Miró hacía el oscuro pasillo, apenas iluminado por la tenue luz de las antorchas. Llevaba el pijama puesto y una capa para cubrirse del frío.
Dio un par de pasos en la oscuridad de la noche, antes de escuchar un sonido detrás de ella. El susurro de una tela, una respiración acompasada y el sonido de los pasos sobre la piedra. De pronto, cada uno de sus sentidos se pusieron alerta.
Tomó su varita con firmeza y se giró de inmediato, iluminando a cualquier criatura que estuviera detrás de ella, dispuesta a defenderse.
—¡Lumos!—Intento no gritar, pero los nervios la estaban matando.
La figura detrás de ella trastabilló antes de caer al suelo, enredado con la capa que llevaba puesta. Fue cuando Pansy reconoció esa silueta.
—¿Blaise?—Susurro.
—¿Qué demonios te pasa, Pans?—Blaise logro desenredarse de su capa y levantarse sin mucha gracia—¿Por qué me atacas?—le reclamó en voz baja. Huyendo de la luz que le lastimaba los ojos.
—¿Y como esperabas que supiera que eras tú?—respondió molesta—¿Qué haces en medio del pasillo a las tres de la mañana?—apagó su varita y la guardó de nuevo, antes de que la luz llamara la atención de Filch o su gata.
—¡Podría preguntarte lo mismo!—Ahora solo podía escuchar su voz, pero lo conocía demasiado bien para saber que estaba sonriendo.
—Voy a las cocinas—resopló con enfado.
—¿También tú?—Su amigo preguntó riéndose descaradamente.
—¿A qué te refieres con que también yo?
—Hermione tiene antojo de algo ¿no es verdad? Por eso te escapas a las cocinas a las tres de la mañana.
Pansy guardó silencio por un momento. Era verdad. Hermione la había despertado veinte minutos antes, diciéndole que necesitaba, urgentemente, unas papas fritas y una malteada de fresa. Porque, según ella, el bebé tenía antojo de eso.
Y después de una discusión de diez minutos, Pansy estaba ahí, escuchando la burla en la voz de su tonto amigo.
—¿Qué te pidió?—Blaise no espero la confirmación, simplemente comenzó a caminar. Pansy lo siguió muy de cerca.
Papas fritas y malteada de fresa—se lamentó—¿Quién tiene antojo de algo como eso a las tres de la mañana?—se puso las manos en la cabeza.
—Al menos eso es comestible—Blaise le dió un ligero empujón con el hombro—Anoche, Daphne me despertó para preguntarme a creo qué sabe el nuevo perfume de Andrew Senn, para la colección Otoño-Invierno de este año.
Pansy lo miró con la confusión impresa en la cara—¿Qué hizo qué?
—Lo sé—se encogió de hombros, más divertido que molesto. Aunque se veía bastante cansado—Honestamente pensé que te habías salvado de las visitas nocturnas a las cocinas, pero creo que Hermione solo se tardo un poco en tener antojos extraños.
—¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?
—Empezó aproximadamente tres noches después de que iniciaron los síntomas del embarazo—En este punto ya estaban frente al cuadro del cuenco de las frutas, que daba acceso a las cocinas de Hogwarts. Blaise le hizo cosquillas a la pera, que después de reírse un poco, se transformó en la perilla de entrada a las cocinas—La primera noche fue un pastel de chocolate y el pudín que prepara su abuela en navidad.
—¡Su abuela vive en Alemania!—Pansy no podía creer lo que escuchaba. Pero su amigo no parecía nada conmocionado.
—Lo sé, afortunadamente esa noche me encontré a Draco, y me dijo que Astoria conocía la receta de su abuela. Así que solo le pedí a los elfos que la recrearan. ¡Y fue un éxito!—Blaise parecía bastante emocionado con su historia, feliz de haber cumplido con el capricho de su novia.
Una vez que entraron a las cocinas, Pansy se quedó helada. El aire estaba impregnado de diversos aromas contrastantes. Los elfos domésticos, vestidos con impecables delantales blancos, cortaban vegetales con movimientos precisos, mientras otros batían salsas cremosas en enormes cuencos de plata y otros decoraban pasteles y horneaban galletas.
Una pequeña elfa se acercó a ellos con una vuelapluma a su lado.
—Buenas noches Srta. Parkinson, Sr. Blaise ¿Qué les preparamos hoy?—sus ojitos brillaban con ternura mientras esperaba la orden. Pansy sintió que era como hablar con una abuela.
—Hola, Wibpey—Blaise la saludo—Yo quiero un pastel de calabaza, jugo de arándanos y nueces con chocolate, por favor.
La vuelapluma escribía velozmente mientras Blaise enlistaba su pedido.
—¿Y para ti querida?—Wibpey le sonrió.
—Oh, este—tosió un poco, aún sorprendida por el escenario que tenía enfrente—Papas fritas y malteada de fresa, por favor—Sonrió en agradecimiento.
—Perfecto, estará listo en unos minutos—se dió media vuelta y se dirigió a los cocineros—Pastel de calabaza, jugo de arándanos y nueces con chocolate para la señorita Greengrass. Papás fritas y malteada de fresa para la señorita Granger.
—¡Entendido!—Respondió uno de los pequeños cocineros que se puso manos a la obra.
—¡Ya está lista la crema de zanahoria para la señorita Westmeath!—gritó otro de los elfos que llevaba un cuenco de sopa en sus pequeñas manitas.
—¡Tengo lista la entrega para la torre Ravenclaw! ¡Solo me falta el pan tostado de la señorita Patil! ¿Quién tiene el pan tostado?—las charolas parecían flotar, siendo cargadas por los pequeños elfos.
—Espera—Pansy reaccionó, mirando a su amigo—¿Hacen entregas en las salas comunes?
—¡Claro!—sonrió—solo debes llamar a los elfos y ellos tomarán tu pedido y te llevarán la comida hasta tu habitación. Tienen una gran logística aquí—dijo entusiasmado.
—¿Y qué hacemos aquí entonces?—Pansy estaba a punto de perder la calma.
—Para empezar, ya estabas fuera de la cama cuando nos encontramos, Pans. En segundo lugar, nosotros nos encontramos muy cerca de las cocinas y la cantidad de elfos es limitada por las noches—señaló al grupo de cocineros—por lo que algunas veces no se dan abasto con la cantidad de pedidos y las entregas que deben hacer. Así que no me molesta caminar un poco hasta aquí.
Pansy solo pudo reírse del escenario. Estaba agotada, pero Blaise tenía razón. Los elfos domésticos ya hacían suficiente con preparar las cenas nocturnas que se le antojaban a sus parejas. Así que disfruto del momento, tal y como lo hacía su amigo a su lado.
Una vez que ambos recibieron su pedido, regresaron a su sala común. Se encontraron con un par de chicos de Hufflepuff, que parecían más dormidos que despiertos, pero que llevaban una pequeña lista anotada en un trozo de pergamino. Para no olvidar nada.
Pansy se despidió de Blaise, antes de entrar a su habitación. Encontrando a Hermione sentada en su cama, observando a las pequeñas criaturas nadando fuera de su ventana. Con su cabello despeinado y un libro a su lado.
—Hey—saludó cuando la vio entrar.
—Hey—respondió—levantando la bolsa que llevaba consigo.
—¡Lo conseguiste!—Hermione se puso de rodillas sobre su cama, esperando la tan ansiada comida.
—Si, no fue tan complicado. Aparentemente hay servicio nocturno para estos pequeños antojos.
—¿De verdad?—Hermione apenas y la miró, sacando su malteada y probando una de sus papas fritas—¿Hay más personas que tienen antojos nocturnos?
—¡Oh, si! No tienes ni idea—se sentó en la cama de Hermione, mirando por la ventana.
—Mmm, Pans ¡Por Merlín! ¡Tienes que probar esto!—Pansy abrió los ojos cuando Hermione le dio una papa en la boca. Dudó un poco, pero al final aceptó gustosa, saboreando las especias y lo crujiente de las papas.
Las dos se sentaron a contemplar la ventana mientras comían. Cada una pérdida en sus pensamientos. Era agradable estar así, una a lado de la otra, simplemente pasando el rato.
Fue Hermione quien rompió el silencio.
—¿Pansy?
—Mmm—respondió sin despegar la vista de la ventana.
—¿Has pensado en el nombre que te gustaría para el bebé?—Hermione la miró.
Pansy se quedó pensando durante unos minutos. Realmente no era algo a lo que le había dado muchas vueltas, pero el día de conocer a su primogénito se acercaba cada vez más y definitivamente necesitaban ponerle nombre.
—No lo sé—se giró para verla—¿Tienes algo en mente?
—¿Crees que sea niño o niña? Sería más fácil si supiéramos que esperar—suspiro.
—No lo sé, me gustaría tener la seguridad de Theo, que ya hasta tiene el nombre de sus gemelos. Es más, estoy segura de que ya tienen preparado un juego de pijamas rosas para los bebés—se empezó a reír, contagiando a Hermione.
Se rieron durante un par de minutos. Imaginando a Theo, Luna y los pequeños bebés vestidos con un pijama rosado a juego. Los ojos de Pansy, normalmente fríos y calculadores, brillaban con una calidez inusual, mientras que los de Hermione, habitualmente serios, estaban llenos de una alegría infantil.
—¿De dónde crees que haya sacado la idea de los gemelos?—cuestionó Hermione cuando se calmó un poco.
—Ni idea, Theo siempre ha sido bastante soñador—se encogió de hombros—Creo que encontró en Luna a la pareja perfecta.
—Si, eso parece—Hermione estuvo de acuerdo—No estoy segura sobre el nombre si fuera niña—retomó la conversación inicial—Pero creo que tengo una idea sobre el nombre si fuera niño.
—¿Cuál es el nombre?—tomó otra papa.
—Es complicado—dudó—bueno, no lo es, pero dudo que conozcas la referencia.
—¿Eso qué significa?—Pansy levantó una ceja.
—Cuando era pequeña, mi papá solía leerme historias antes de dormir—empezó a jugar con el popote de su malteada—Y había una historia en particular, que me gustaba demasiado. Era sobre un arquero que vivía en un bosque. En aquellos tiempos, había mucha desigualdad. Los ricos eran cada vez más ricos y los pobres, más pobres. Robin Hood, junto a sus amigos, decidía robar a los ricos y nobles que abusaban de su poder, para luego repartir el dinero entre los necesitados.
—¿Robin Hood?
—Sí, Robin Hood era famoso por ser el mejor arquero de todo el reino. Con su arco y flecha, podía dar en el blanco desde muy lejos y defendía a los débiles de los fuertes—Hermione sonrió ante los recuerdos que la invadieron—Papá siempre fue muy bueno contando esa historia.
Hermione esperó, expectante. Pero nada la preparó para esa reacción. Una risa suave, casi melodiosa, brotó de los labios de Pansy. Era una risa contagiosa, para nada burlona, que resonaba en la quietud de la habitación submarina. Hermione la observó, desconcertada, preguntándose qué había sido tan gracioso.
—¿Quieres…?—Pansy no dejaba de reír—¿Quieres ponerle el nombre de un ladrón al bebé?
Hermione la miró con la boca abierta. Mientras Pansy se recomponía de su ataque de risa.
—No era…—Hermione se empezó a reír, contagiándose del humor de Pansy—¡No era un ladrón!
—¡Me acabas de decir que le robaba el dinero a los ricos!—Pansy señaló lo obvio.
—¡Pero era por una buena causa! No estaba de acuerdo con las injusticias que veía a su alrededor y decidió luchar contra ellas. Se convirtió en un símbolo de esperanza para los oprimidos.
—¡Y un dolor en el trasero para los ricos! Eso no tiene mucho sentido.
—¿A qué te refieres?—la miró suspicaz.
—¡Nuestro hijo va a ser rico, Hermione!—aclaró—¡Es un Parkinson! Tiene siglos de fortunas acumuladas en una bóveda de Gringotts ¿Y le quieres poner el nombre de un sujeto que robaba el dinero de los ricos?
Hermione se quedó boquiabierta. Ese bebé, por muy ficticio que fuera, ostentaba el apellido de los Parkinson. Y por lo tanto desde su nacimiento iba a contar con una fortuna muchísimo más grande de lo que se pudiera imaginar.
—¡Vaya! No había pensado en eso—finalizó, aún sorprendida.
—No es que no me guste el nombre—Pansy le sonrió—Es solo que no pude evitar ver la ironía en la situación. Y para que lo sepas—le dedicó una sonrisa marca Parkinson—si conozco la historia de Robin Hood.
Hermione pareció sorprendida.
—Mi abuelo coleccionaba libros de varías partes del mundo, aunque fueran historias muggles—explicó—Tenía una copia del libro en su biblioteca y cuando era pequeña solía pasar las tardes de verano ahí, así que recuerdo haber leído la historia de Robin Hood en algún momento.
—De acuerdo—mastico una de sus patatas—¿Tú tienes algún otro nombre en mente?
—No, pero estoy segura de que encontraré uno que no vaya en contra del linaje de mi familia—se empezó a reír de nuevo.
Hermione le lanzó una papa, riéndose del comentario.
Pansy la atrapó en el aire y se la metió a la boca, masticando lentamente. Hermione, que no se había perdido ninguno de sus movimientos deseó que, fuera lo que fuera, ese bebé tuviera esos increíbles ojos verdes.