
Sentimientos
Pansy descendió por las escaleras de piedra que conducían a las mazmorras para su última clase del día. Pociones.
El aroma familiar a metal oxidado, azufre, pergaminos antiguos y hierbas exóticas la envolvió. La luz de las lámparas era diferente esa tarde, sin su típico color jade iluminando los rincones del aula, reemplazándolo por una luz cálida, que hacía que el lugar pareciera completamente diferente.
Hermione ya estaba sentada en su mesa. Estaba enfrascada en un libro, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor.
—Granger—saludó cuando estuvo a su lado.
—Pans…—tosió para disimular su descuido—Parkinson, hola.
—¿Sabes por qué el cambio de iluminación?—decidió ignorar el error de la chica.
—No lo sé, pero los calderos también son diferentes—señaló.
Los calderos que reposaban sobre las gruesas mesas de madera eran de cobre, completamente nuevos y relucientes. Incluso los armarios que contenían los materiales, ingredientes y especias que ocupaban regularmente, estaban cerrados.
—¿Por qué crees…?—su pregunta fue interrumpida por el golpe seco de la puerta de madera al abrirse.
El profesor Snape entró ondeando su típica túnica negra, acompañado de una mujer que Pansy y Hermione conocían perfectamente. Snape avanzó hacia su escritorio, sin pronunciar palabra. Su capa se balancea con cada movimiento, amplificando su presencia intimidante. Una vez al frente, se recargó sobre su escritorio con las manos entrelazadas, fijando su mirada penetrante en la clase que lo observa en completo silencio.
—Hoy presenciarán una clase inusual—anuncia con voz grave, cargada de rencor—En vista del proyecto que les espera, el director me ha pedido amablemente que dediquemos una clase a preparar uno de los brebajes que les serán indispensables durante los próximos meses. Para eso nos acompaña una especialista en el tema.
Su mirada se posó en la mujer que estaba a su lado, la cual asintió con un leve movimiento de cabeza.
—Buenas tardes chicos, mi nombre es Elsie Traner—comenzó con voz firme y serena—Soy medimaga especializada en el cuidado prenatal del bebé y hoy seré la responsable de evaluar su desempeño en esta clase.
Su mirada se posó sobre Hermione y Pansy, quienes intercambiaron una mirada nerviosa. —Espero que todos se esfuercen al máximo, pues hoy aprenderemos a preparar uno de los brebajes más complejos y peligrosos del mundo mágico. Fórmula para Bebé.
Un murmullo de risas recorrió la clase. Lavender y Parvati compartieron una mirada de complicidad, anotando en un pergamino todo lo que estaba pasando.
—¿Fórmula para bebé? ¿Qué tan complicado puede ser?—exclamó Ron con una sonrisa burlona. Dean, Seamus y Neville se unieron a las risas del pelirrojo.
Ron estaba sentado en su lugar habitual junto a Harry, jugando con una de las pelotas de goma de Sortilegios Weasley. El destino lo había emparejado con Alice Rowle, una chica de Slytherin de sexto año. Las pruebas de compatibilidad habían sido sorprendentes, eran la pareja ideal. Ron, sin embargo, no estaba convencido. Desde el primer momento, había intentado cambiar de pareja sin éxito.
Al igual que Harry, que también tenía una pareja de un curso menor, no estaba obligado a compartir mesa con su pareja. Pero sí a sumar puntos con ella para obtener una buena calificación. Así que debían esforzarse el doble para hacer esta fórmula correctamente.
—Agradezco su entusiasmo, joven Weasley—replicó Elsie con una mirada severa—. Si está tan convencido de que será un trabajo simple, espero resultados excepcionales de su parte.
Un coro de burlas y risas estalló entre los Slytherin.
Ron se sonrojó al instante, un color carmesí que se extendió por su rostro y cuello hasta llegar a sus orejas. Incluso Harry, a su lado, sintió una punzada de compasión por su amigo. El carraspeo de Snape hizo que todo el salón quedará en silencio. Elsie espero pacientemente antes de continuar.
—La fórmula será el alimento principal de los bebés durante la mayor parte del tiempo. Deben aprender a prepararla correctamente o el resultado podría ser fatal, un ingrediente extra o una mala medición y la fórmula estará arruinada.
Harry levantó la mano.
—Adelante, Sr. Potter—Elsie le cedió la palabra.
—¿Por qué no podemos simplemente comprar la fórmula?—dijo pasándose la mano por la nuca—Si es una fórmula tan complicada ¿no sería más fácil comprarla?
—Por supuesto, pero ¿dónde planea comprarla?—Elsie lo miró con una ceja levantada y una sonrisa—¿Planea escabullirse por los pasillos a media noche para salir del castillo?
Esta vez fue el turno de Harry de sonrojarse.
—N…no, pa…para nada—miró a Ron en busca de ayuda, pero el pelirrojo ya estaba bastante apaleado.
—Una vez que tenga al bebé, se dará cuenta de que come con bastante regularidad. Comprar fórmula no solo sería costoso, requiriendo una inversión considerable, sino que el colegio no les solicitará este gasto cuando ustedes mismos la pueden preparar.
Snape dirigió una mirada burlona hacia Harry, saboreando la incomodidad que había generado.
—Tal vez si puedas gastar tus galeones en fórmula para bebé, Potter—Draco habló desde el otro lado de la sala—Dudo mucho que Weasley pueda preparar una poción que no mate a su propio hijo.
—Cállate Malfoy—respondió Harry con molestia.
La burla de los Slytherin se intensificó, haciendo que Harry y Ron les dedicarán una mirada desafiante. Elsie llamó la atención de todos, continuando con su explicación.
—Para esta ocasión—continuó—contaré con la invaluable ayuda del profesor Severus Snape, quien me asistirá durante la clase.
Snape giró los ojos ante el comentario. Elsie se dirigió hacia la pizarra, donde la lista de ingredientes y las instrucciones estaban anotadas.
—Los ingredientes necesarios para la poción se encuentran detallados en la pizarra—les indicó—Presten mucha atención a las instrucciones, ya que en el futuro ustedes tendrán que preparar la fórmula sin ayuda.
Con un movimiento elegante de su varita, Elsie conjuró una lluvia de ingredientes que aterrizaron con precisión en las mesas de cada equipo. Frascos de cristal, polvos que nunca habían visto y cápsulas de colores brillantes.
—El profesor Snape y yo estaremos disponibles para responder cualquier duda que tengan. Pueden comenzar.
Hermione dividió los ingredientes mientras los observaba con curiosa atención. Jamás había trabajado con algo así. Pansy, por su parte, se dedicó a observar el curioso par de biberones que habían aparecido en su lugar.
—¿Por qué tenemos dos frascos en lugar de uno?—le preguntó a Hermione.
—No lo sé—respondió leyendo las instrucciones de la pizarra—creo que habrá alguna variación, pero no entiendo cual.
—No es una poción complicada—Pansy encendió el fuego para que el caldero empezará a calentarse—pero los ingredientes son muy específicos.
Para sorpresa de Hermione, trabajar con Pansy era increíble. Se comunicaban con facilidad y Pansy no solo parecía entender la forma correcta de trabajar, era realmente buena en hacerlo. Hermione no pudo evitar comparar el trabajo con Harry y Ron, a los cuales siempre tenía que guiar en la forma correcta de cortar, aplastar y seleccionar los ingredientes, algo a lo que se había acostumbrado.
Sus movimientos eran precisos y elegantes, cada gota de líquido y cada pizca de polvo añadidos con una meticulosidad casi científica. Pansy siempre había sido una rival formidable en Pociones, pero ahora Hermione podía apreciar una nueva dimensión de su talento. La forma en que Pansy manipulaba los ingredientes, la fluidez con la que recitaba los conjuros, todo revelaba una profunda comprensión de la magia y una destreza poco común.
—¿Me puedes pasar las cápsulas Granger?—extendió su mano sin despegar la mirada del caldero—casi alcanzamos el punto de ebullición.
Sin que Hermione lo viera venir, Pansy realizó un movimiento rápido con su varita, murmurando un conjuro complejo que Hermione no reconoció. Un halo de luz dorada envolvió el caldero, intensificando su brillo y acelerando la reacción química en su interior.
—¿Qué fue eso?—una sensación de asombro comenzó a crecer en el pecho de Hermione.
—Es un hechizo potenciador, para acelerar el hervor de la fórmula y…
Las miradas de ambas se encontraron. Los ojos marrones de Hermione brillaban con asombro. Pansy sintió un leve rubor en sus mejillas y le sonrió en respuesta. Le agradaba la sensación de sorprender a Hermione.
—Hermione! —La voz de Ron irrumpió en el momento—. Necesitamos tu ayuda. Nuestra poción no se vuelve líquida.
Ron estaba cubierto de una masa viscosa de color blanco. Su rostro estaba rojo y se había aflojado el nudo de la corbata, algo que solía hacer cuando estaba estresado.
—¿Qué ha pasado, Ronald? —Hermione lo miró con cansancio.
—No lo sabemos—miró a Harry, que estaba cubierto por la misma masa que él—Seguimos las instrucciones al pie de la letra, pero no funciona.
—No estoy convencida de eso, Ron —Hermione limpió una de las mejillas del pelirrojo con la manga de su túnica— ¿Agregaron todos los ingredientes?
Pansy los miró con molestia. No entendía como Hermione era amiga de ese par de bobos.
—Vaya, Weasley, solo tardaste —miró su reloj— veinte minutos en arruinar tu poción. Te superas a ti mismo cada día, ¿no? —finalizó con una sonrisa burlona marca Parkinson.
—No estoy hablando contigo, Parkinson—sus ojos estaban llenos de reproche.
—Lo siento, ¿dijiste algo? Es que no entiendo el lenguaje de los trolls.
—Eres una… —Ron se irguió a toda su altura.
—¡Ya basta! —Hermione los regañó—. Dejen de pelear.
—Pero ella empezó, Hermione —señaló a la chica de ojos verdes con un dedo acusador.
—Y puedo terminarlo, Weasley —le guiñó un ojo.
—Parkinson…
De la nada, un fuerte rugido retumbó en el fondo del salón, seguido por un destello cegador y una explosión que hizo retumbar las paredes. El humo blanco, de una poción mal elaborada, se extendió rápidamente por la habitación, como una niebla densa. Hermione cerró los ojos en un intento de proteger su vista y se aferró a un par de brazos protectores que la rodearon. Fue ahí cuando lo percibió, un aroma sutil, pero persistente. Una mezcla de cítricos, madera y…¿sándalo?
—¡Deletrius!—La voz de Snape resonó por todo el salón.
Los estudiantes tosieron y jadearon mientras luchaban por respirar. La mayoría se agacho en el suelo, para huír del humo que iba desapareciendo poco a poco.
—¿Qué fue eso?—Elsie Trainer se enderezó, buscando el origen del estallido.
Hermione se encontraba aturdida, un zumbido persistente resonaba en sus oídos. Las imágenes de Harry, Ron y Pansy la asaltaron y una oleada de preocupación la invadió. Debía asegurarse de que estuvieran bien.
Su plan se esfumó al instante. Olvidó todo pensamiento racional cuando una corbata verde y plateada irrumpió en su campo de visión. Pansy, la arrogante y perfecta Slytherin, la había protegido. La había abrazado, arriesgando su propia seguridad para mantenerla a salvo.
A pesar de la confusión del momento, Hermione se sintió segura en los brazos de Pansy, como si nada pudiera dañarla mientras estuviera con ella. Pansy la soltó y la miró con una intensidad inusual.
—¿Estás bien?—su voz era suave. No pudo evitar recorrer su cuerpo con la mirada, en búsqueda de algún rasguño o herida.
Hermione asintió, todavía sin poder creer lo que había sucedido. El aroma que la había invadido segundos antes seguía en su sistema, impidiéndole formular algún pensamiento coherente.
—Gracias—susurró.
Pansy le sonrió brevemente.
—¡Hermione!—Harry se acercó con el cabello lleno de polvo—¿Estás bien? ¿Viste lo que pasó?
A su lado, Ron tosía sin parar, con el rostro enrojecido por la falta de oxígeno. Harry lo ayudó a levantarse, pero la torpeza del pelirrojo solo hacía más complicada la tarea.
—Estoy bien—Hermione se sintió mareada—No sé qué pasó, solo escuche la explosión.
—Pansy, Hermione ¿Están bien?—Daphne se acercó con la preocupación impresa en su rostro. Seguida de Blaise y Draco, que también estaban cubiertos de polvo—¡Por Merlín! No sabía si algo les había pasado, estaban muy cerca del caldero de Finnigan.
Daphne las abrazó, ignorando por completo a Harry y Ron, que observaban la escena con la boca abierta y la confusión dibujada en sus rostros.
—¿Finnigan?—Pansy la miró con confusión.
—Si, fue su caldero el que explotó—señaló con la cabeza hacia el fondo del salón. Donde Seamus estaba tirado en el suelo con una herida en la cabeza. Dean estaba a su lado sosteniendo su mano y hablándole para mantenerlo consciente. Elsie susurraba algunos hechizos para contener la hemorragia.
—¡Seamus!—Harry salió disparado hacia sus compañeros de casa, seguido por Ron, que tardó unos segundos más en reaccionar.
—¡No te acerques, Potter!—Snape lo detuvo en seco en medio del camino.
—Solo quiero saber si Seamus está bien—Harry lo retó con la mirada.
—Eso no te incumbe—la respuesta de Snape fue cortante y peligrosa—Aléjate de aquí.
Un grupo de elfos domésticos apareció de la nada, sus pequeñas y arrugadas manos sostenían una camilla de cuero negro, rígida y reluciente. Listos para trasladar a Seamus a la enfermería.
—Ya hemos llegado, señorita Trainer —anunció el elfo más grande, inclinándose profundamente mientras sus calcetines rojos con rombos naranjas resaltaban entre todo el polvo. Sin duda, Dobby tuvo algo que ver con la elección de tan llamativos accesorios.
—Todos salgan de inmediato—ordenó Elsie, poniéndose de pie con voz firme—Personas con heridas o bajo síntomas de embarazo, diríjanse a la enfermería para una revisión. El resto, retírense a sus salas comunes.
Una vez que Seamus fue depositado en la camilla, Elsie, Dean y los elfos domésticos se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos, dejando atrás un rastro de fórmula para bebés que cubría el suelo del aula como un mar blanco y viscoso.
—¡¿Acaso están sordos?! —bramó Snape, fulminándolos con su mirada gélida—¡Salgan todos de aquí de inmediato!
Nadie quería ser víctima de la furia de Snape, por lo que los estudiantes salieron del aula más rápido que una snitch. Hermione buscó a Harry y Ron con la mirada, pero no los encontró por ningún lado. Probablemente ya se dirigían a la enfermería para ver cómo estaba Seamus.
—Necesitamos ir a la enfermería Granger—Pansy interrumpió sus pensamientos.
—Es verdad, la señora Pomfrey debe revisarlas—Blaise se adelantó para ayudar a Daphne con su mochila—¿Cómo te sientes dolcezza? ¿te lastimaste?
Hermione no pudo evitar reír. Daphne y Blaise siempre encontraban la forma de ser demasiado empalagosos. Eran diferentes a lo que ella estaba acostumbrada, pero había algo en todo ese grupo de Slytherin que le gustaba.
La visita a la enfermería resultó ser breve. La señora Pomfrey revisó a las tres chicas, confirmando que solo Pansy tenían algunas heridas leves, que se curarían rápidamente con una pomada especial. Hermione, a pesar de la explosión, solo tenía un ligero susto y un par de moretones.
Al final Elie tenía razón, la fórmula sí termino siendo uno de los brebajes más complejos y peligrosos del mundo mágico.
H • P • H • P • H • P • H • P • H • P • H • P
Un par de días después del incidente de pociones, la tensión en el castillo comenzaba a disiparse. Las clases de pociones se habían suspendido durante el resto de la semana, dando un respiro a los estudiantes y permitiendo que los elfos domésticos se encargaran de la limpieza y reparación del aula.
Seamus se había recuperado por completo, y Dean no se había separado de su lado ni un solo instante, demostrando un cariño que no había pasado desapercibido para nadie. Principalmente para Lavender, que afirmaba que el accidente había hecho que la relación de los chicos evolucionara a algo más profundo.
Pansy y Hermione habían sido las únicas en completar correctamente la fórmula para bebés, así que no tendrían que repetir sesión la siguiente semana. Incluso McGonagall las había felicitado por su compromiso y buena colaboración durante su primera reunión para evaluar su avance.
Sin embargo, la actitud de Harry y Ron hacia Hermione había cambiado. Evitaban pasar tiempo con ella y se mostraban irritables ante cualquier comentario que mencionara a los Slytherin. Incluso Ginny, había comenzado a sospechar que algo no andaba bien.
—¿Pasó algo entre los chicos y tú?—la pelirroja decidió sacar el tema mientras acompañaba a Hermione a su sesión de maternidad de esa tarde.
—No estoy segura. Me han estado evitando y no sé porque—la miró con honestidad—¿Harry te ha dicho algo?
—No, y justamente eso es lo que me preocupa. Él suele contarme si está molesto por algo, pero siempre que menciono tu nombre cambia de tema—frunció el ceño.
—No entiendo qué pasa, estábamos bien al finalizar la clase de pociones. Ron estaba conmigo cuando sucedió la explosión.
—¿Y no crees que tiene algo que ver con Parkinson? —Ginny se había dado cuenta de que la relación entre Hermione y Pansy ya no era tan mala.
—¿Con Parkinson? Ella no hizo nada—Hermione se tensó. No entendía porque, pero sus alarmas se habían activado.
—Quiero decir, ella se burló de Ron cuando se acercó a hablar contigo. Harry me lo contó.
—Sí, pero Ron también discutió con ella. Siempre lo hacen ¿Por qué sería diferente en esta ocasión?
—No lo sé, Hermione. Tal vez hay algo más que no sabemos. Ustedes siempre están juntos, son el trío dorado de Hogwarts. Ya sabes, luchando por el bien y pateando el trasero de los magos tenebrosos. Es extraño que dejen de hablar.
—Lo sé. He intentado hablar con ellos, pero siempre sacan alguna excusa para irse.
—Tal vez solo necesitan tiempo—levantó una ceja—Intentaré descubrir algo. A lo mejor solo están presionados por el próximo partido de Quidditch.
—Espero que sea eso.
Al llegar al quinto piso, Hermione se despidió de Ginny con un abrazo. Su amiga se había quedado de ver con Colin Creevey para ir juntos a su clase de Historia de la Magia, así que Hermione le pidió que lo saludara cuando lo viera.
Algunas personas ya estaban esperando afuera de la sala de maternidad. Hermione recorrió el grupo con la mirada buscando a Pansy, pero la chica aún no había llegado. Tampoco encontró rastro de Daphne, Blaise o Draco.
—Hermione.
Hermione reconoció esa voz incluso antes de girar. Una oleada de incomodidad se instaló en su pecho. No obstante, no pudo evitar sentir un cosquilleo de nerviosismo al encontrarse con esos ojos que la habían ignorado durante días.
—Sophie—susurró.
Sophie la miró con la culpa plasmada en su rostro, con las manos sudorosas y el corazón palpitando en su pecho.
—Hermione—comenzó con voz temblorosa—lo siento mucho.
—Te escribí— comenzó, con la voz cargada de reproche—Te he mandado tantos mensajes que ya hasta perdí la cuenta. Creí que...—la voz de Hermione se quebró, la emoción amenazaba con ahogarla—Creí que también te gustaba—susurró finalmente
—Me gustas, Hermione—Sophie la miró suplicante—Pero me aterré. No supe cómo actuar después del incidente en Hogsmeade. Pensé que ya no querrías salir conmigo, que ya no te gustaría después de verme... así.
—Estuve contigo esa noche, cuidándote—Algunas personas ya se habían percatado de la discusión entre las dos chicas.
—Lo sé, lo sé. Pero creí que lo hacías solo por lástima, por no querer lastimarme. Así que simplemente te alejé—Dio un paso al frente, su voz temblorosa—Lo siento, Hermione, de verdad.
—¿Qué clase de persona crees que soy?—Hermione había pasado del dolor al enojo—¿Crees que me iba a burlar de ti por lo que pasó? ¿Que te iba a dejar porque alguien te hechizó? Soy mejor persona que eso—Hermione dio un paso atrás, su corazón palpitando con una mezcla de dolor y furia.
—No, Hermione, no es eso—Se apresuró a explicar.
Sophie la miró con ojos suplicantes. No quería alejarse de Hermione, pero después de esa noche se sentía terrible. Se suponía que sería un día perfecto, su primera cita. Sin embargo, terminó desinflándose en la enfermería, llorando desconsoladamente porque la persona que más le gustaba la había visto convertida en un enorme globo.
Con la mirada baja, Sophie murmuró
—Lo siento tanto, Hermione. No quería que esto pasara, se suponía que sería una noche especial—estiró su mano para intentar sujetar la de Hermione—sé que merezco tu enojo. Pero no podía soportar un día más sin hablarte. Me preocupé mucho cuando escuché sobre la explosión en pociones, solo quería salir a buscarte para saber cómo estabas. Te he extrañado mucho.
Hermione la miró sin saber qué decir. Necesitaba tiempo para pensar en esto.
—¿Interrumpo algo?—Pansy se cruzó de brazos junto a Hermione, su mirada afilada como un cuchillo.
—Estamos hablando Parkinson—la actitud de Sophie se transformó, sin inmutarse por la actitud hostil de la Slytherin.
—Creo que ya han finalizado cualquier conversación—miró la mano de Sophie, que había estado inclinada hacia Hermione—¿Por qué no te vas de una vez?
—¿Por qué no te vas tú Parkinson? Esto no es de tu incumbencia.
—Cualquier cosa que involucre a la madre de mi hijo, es de mi incumbencia, Crowdy—Un silencio tenso se apoderó del ambiente. Las dos chicas se miraron a los ojos, desafíandose mutuamente.
—¿Hay algún problema Pansy?—Daphne se acercó, colocándose casualmente a lado de Hermione.
Sophie no era alguien que se dejará intimidar fácilmente. Sin embargo, en ese momento, la lógica le decía que meterse con dos serpientes, estando sola, no era una jugada inteligente.
—¿Podemos hablar más tarde Hermione?—ignoró a las dos chicas que tenía enfrente.
—Lo siento—con voz suave, Astoria se acercó a Pansy y se colocó a su lado—Pero Hermione ya tiene planes esta tarde. Tal vez puedan hablar en otro momento.
—O nunca—finalizó Pansy.
—¿Planes? ¿Y con quién, sí se puede saber?—Sophie frunció el ceño.
—Con nosotras, evidentemente—Daphne le sonrió con falsa educación—Lo importante es que Hermione no está disponible.
Hermione se sentía como un pez fuera del agua, observando la escena con una mezcla de confusión y sorpresa. Jamás, ni en sus sueños más salvajes, se habría imaginado que Pansy Parkinson y las hermanas Greengrass la defenderían de alguien.
—¿Hermione?—Sophie clavó sus ojos en los de la castaña, buscando desesperadamente una respuesta.
—En otro momento Sophie, tengo varias cosas en las que pensar—no quería dar muchos detalles frente a las chicas—Después te busco.
—Está bien—dió un paso atrás—Nos vemos Herms.
Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y se marchó.
—Lamentamos la tardanza Hermione, estábamos preparando algunas cosas y perdimos la noción del tiempo—Daphne le habló como si los últimos cinco minutos jamás hubieran pasado.
—Lo importante es que ya estamos aquí—Astoria dió pequeños brinquitos mientras se acercaba a la puerta—¿entramos?
Hermione las miró con sospecha. Pansy se encogió de hombros, como si estuviera igual de perdida que ella.
Cuando entraron, Blair los recibió con una enorme sonrisa. Los cojines, que por lo general estaban dispersos por la sala, se habían apilado en las orillas. Creando un amplio espacio libre en el centro. Los enormes ventanales dejaban entrar la luz natural, iluminando toda la sala.
—Por favor, hay que formar un círculo—les dio indicaciones mientras acomodaba a las parejas que tenía más cerca—Cada pareja debe tener suficiente espacio para moverse, así que pueden expandirse tanto como quieran.
Una vez que todas las parejas estuvieron en posición, Blair se colocó en el centro de la sala.
—¡Excelente!—juntó sus manos—Bienvenidos a su primera clase de yoga prenatal.
Hermione se tensó de inmediato.
—¿Qué es yoga?—preguntó Blaise.
—Creo que es una especie de postre que comen los muggles, hay de varios sabores y es espeso, como el budín—respondió Theo con su típica sonrisa infantil.
—Eso es yogurt, Theo—respondió Luna a su lado.
—Oh, eso…yogurt—asintió en reconocimiento.
—Exactamente Theo—la risa de Blair fue contagiosa—el yogurt es un alimento que venden en los supermercados muggles, pero el yoga es un ejercicio físico y mental que nos ayuda a relajar los músculos, disminuir el estrés y mejorar nuestra concentración. Es perfecto para el embarazo, pues nos ayuda a aliviar los dolores de espalda y conectar con nuestra pareja.
—¿Entonces es cómo entrenar para Quidditch?—respondió Blaise.
—No, no es como el Quidditch—Blair se estaba divirtiendo con las ocurrencias de los chicos—diría que es más como una práctica que te ayuda a conectar con tu cuerpo y equilibrar la mente, a través de diversas posturas.
Hermione sabía que el yoga era una práctica completamente desconocida en el mundo mágico, a pesar de tener sus orígenes en una de las culturas mágicas más importantes de la antigüedad, la India.
—Mientras me ayude a disminuir el dolor de espalda, haré lo que sea necesario—Lavender se quejó en su lugar.
—Muy bien, vamos a empezar. Necesito que se coloquen uno frente a otro, con la distancia con la que se sientan más cómodos. La conexión es lo más importante, pero nadie debe sobrepasar los límites y el espacio de cada persona.
Todas las parejas siguieron las indicaciones. Pansy se colocó frente a Hermione, desviando su mirada para hacer menos incómodo el momento. Hermione hizo lo mismo y al girar se encontró con la mirada de Sophie, que la observaba desde el otro lado de la habitación.
—Empezaremos con un ejercicio de respiración—con un movimiento de su varita Blair encendió el megáfono que estaba colocado en la esquina de la sala, produciendo una suave música de relajación—para eso vamos a cerrar los ojos y dejarse guiar por mi voz.
Hermione siguió las instrucciones, viendo un destello de color verde antes de cerrar los ojos por completo. Blair explicó la forma correcta de respirar, inhalando lentamente por la nariz y elevando los brazos por encima de la cabeza con las palmas tocándose. Dejando que el aire invadiera sus pulmones. Para después dejar que escapara, haciendo un sonido suave y sibilante como el susurro del viento entre las hojas.
Durante un par de minutos, todos siguieron las indicaciones. Hermione se concentró en su respiración, sumergiéndose en un estado de tranquilidad. Justo frente a ella, podía sentir la respiración suave y acompasada de Pansy, en un ritmo constante.
Hermione abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada de Pansy. Sus ojos verdes, enmarcados por gruesas pestañas, que la miraban con una mezcla de emociones que jamás había visto. Curiosidad, confusión y un dejó de vulnerabilidad. Era una mirada que la desconcertaba y le fascinaba al mismo tiempo.
Las dos se quedaron en silencio, sus miradas clavadas la una en la otra. Hermione no sabía que hacer, ni qué pensar. Nunca había visto a Pansy de esta manera, tan vulnerable, tan humana.
Finalmente, Pansy apartó la mirada. Rompiendo el hechizo.
—Y cerramos con una última exhalación—la voz de Blair sacó a Hermione de su ensoñación—Muy bien chicos, ya pueden abrir los ojos.
—Wow—Blaise se estiró en su lugar—eso fue diferente.
—La respiración es poderosa, Blaise. Nos ayuda a calmar la mente, aumentar la concentración y conectar con el cuerpo—Blair camino entre las parejas—es una actividad que pueden realizar todas las mañanas, durante su temporada de exámenes o previo a una actividad física desgastante.
—¿Como el sexo?—preguntó Wayne Hopkins.
—Exactamente, Wayne. En realidad el sexo tántrico es similar al yoga, es una practica sexual que se centra en las sensaciones del cuerpo, potenciadas por la respiración, la meditación y el contacto visual. Busca conectar de una forma muy diferente al sexo que practicamos comúnmente.
Blaise dejó escapar un chiflido de sorpresa.
—Estoy segura de que sus medimagos estarán encantados de explicarles un poco más sobre el tema. Pero por ahora debemos continuar con nuestros ejercicios—giró sobre sus pies evaluando a todas las parejas—¡Hermione! ¿tus padres son muggles, cierto?
—Si—respondió sin saber muy bien qué esperar.
—Perfecto, entonces debes tener algún conocimiento extra sobre yoga—le sonrió—Pansy y tú me ayudaran con la siguiente postura. Pasen al frente.
—¡¿Qué?!—respondieron al mismo tiempo.
—Sin miedo chicas, será divertido—les hizo un gesto con la mano para que se acercaran.
Las risas varoniles de Blaise y Theo se escucharon por toda la sala. Parkinson los fulminó con la mirada.
—Este ejercicio nos ayudará a darle mayor flexibilidad a la columna y a relajar la espalda baja. Es un conjunto de dos posturas, así que necesito que pongan mucha atención sobre cómo adoptarlas—se acercó a las chicas—Hermione, recuéstate en el suelo boca arriba con las rodillas flexionadas.
Hermione hizo lo que se le indico. Pansy miraba para cualquier otro lugar.
—Perfecto, ahora—se agacho a lado de Hermione para indicar la forma correcta de hacer el movimiento— vas a levantar la pelvis todo lo que puedas, separándola del suelo, de forma que el peso del cuerpo se apoye en los pies en el los hombros.
Hermione levantó las caderas, adoptando una posición demasiado sugestiva.
—Muy bien Hermione, ahora aguanta arriba.—indicó—Pansy ahora necesito que te arrodilles abrazando las piernas de Hermione con las tuyas, ten cuidado de no presionar mucho, solo debes mantener las piernas en su lugar.
La imagen era tan cómica que un murmullo de risas contenidas recorrió el grupo. Daphne, Astoria y Tracey, se cubrían la boca con las manos, sofocando las carcajadas que amenazaban con escapar. Millicent, por su parte, miraba la escena con evidente disgusto, cruzando sus brazos.
—Muy bien Pansy ahora coloca tus manos sobre las caderas de Hermione—indicó.
—¿Qué yo qué?—la miró con pánico.
La risa de Blaise se intensificó. Lavender y Romilda compartieron una mirada de complicidad.
—¿Soy yo o empieza a hacer calor en la sala?—Astoria preguntó con fingida inocencia, haciendo que Pansy se sonrojara.
—Tienes razón, Tory—respondió Daphne conteniendo una carcajada—de repente todo se puso muy…caliente.
La risa estalló en la sala, haciendo que Hermione deseara que la tierra se la tragara y la escupiera a cientos de kilómetros de ahí. Pansy sintió como sus mejillas se sonrojaron aún más.
—Coloca tus manos de esta forma—Blair guió las manos de Pansy cuando notó que no se movía—necesito que le ayudes a mantener la posición cuando Hermione suba las caderas, justo así.
Pansy movió la cabeza en afirmación, sin querer cruzar su mirada con la de Hermione.
—Ahora Hermione, necesito que bajes la pelvis sin que toque el suelo—con sus manos le indico el nivel hasta el cual debía bajar, sujetando las manos de Pansy en el proceso para que no soltará a la castaña—Y ahora vuelve a subir. Te tienes que mantener así durante diez segundos y después bajar ¿entendiste?
—S…si—tragó saliva.
—Muy bien, continúen—se levantó mirando a todos los demás—Ahora todos deben adoptar la misma posición, con cuidado.
Blair las dejó solas mientras se ocupaba de ayudar a las otras parejas. Hermione sintió las manos de Pansy sosteniendo sus caderas, siguiendo el movimiento que hacía al moverse. Sus piernas apretando las suyas. Sin quererlo, recordó su aroma, la combinación de cítricos, madera y sándalo que había percibido cuando la abrazo.
Se sintió mareada, su mente solo se podía concentrar en la presión de los dedos de Pansy sobre ella, el sonido de su respiración y la presión que hacía para ayudarla a mantenerse arriba.
Pansy sintió que el calor aumentaba en la sala, por alguna razón no podía dejar de pensar en los movimientos que estaba haciendo Hermione. Intentó no mirarla, se esforzó realmente por no hacerlo, pero su curiosidad fue más fuerte.
Cuando sus miradas se cruzaron, Pansy sintió que una corriente eléctrica atravesó su columna. Hermione la miraba desde abajo, subiendo y bajando sus caderas con precisión de un reloj suizo. Subir, mantenerse diez segundos arriba y después bajar. Subir, mantenerse diez segundos arriba y después bajar.
Subir, mantenerse diez segundos arriba y después bajar.
—¡Perfecto!—la voz de Blair asustó a Pansy—todos lo están haciendo muy bien.
Hermione giró su rostro, fijando su mirada en cualquier otro lugar de la habitación. Dejó de moverse cuando Blair se acercó a ellas y se sentó sobre el tapete que había estado ocupando.
—¿Cómo te sentiste Hermione?—la miró con curiosidad.
—Amm, bi…bien—balbuceo—ya no me duele tanto la espalda—Mintió. Para ese punto, Hermione no había prestado atención a algo más que no fueran las manos de Pansy.
—Bien, porque la segunda postura te ayudará aún más—le sonrió.
Llamó la atención de la clase para explicar la segunda parte del ejercicio.
—Las personas gestantes se van a colocar sobre sus rodillas—le indicó a Hermione como colocarse—mientras que sus parejas se van a colocar detrás de ellos, de rodillas igual—colocó a Pansy detrás de Hermione—abran las piernas, para darle espació a su pareja.
Todos siguieron las indicaciones, moviéndose con torpeza para adoptar la postura correcta.
—Y ahora, les pido a los que están al frente que se coloquen en posición de cuatro puntos, apoyándose sobre sus rodillas y antebrazos. Esta postura nos permitirá realizar un estiramiento más profundo de la columna vertebral.
—¿Quiere que hagamos qué?—preguntó Romilda con el terror impreso en su cara.
—¡Amo el yoga!—exclamó Blaise, emocionado. Ganándose un ligero empujón de su novia.
—¿Es realmente necesario hacerlo?—preguntó Diane Westmeath.
—Es un ejercicio ideal para aliviar el dolor de espalda, Diane. Pero no voy a obligarte a hacerlo—señaló hacía los cojines apilados en la esquina—puedes esperar de ese lado. Solo presta atención para que puedas practicarlo cuando te sientas más cómoda—le sonrió antes de girarse.
Diane la miró con sorpresa, pero sin moverse de su lugar.
—Muy bien, vamos a hacerlo todos juntos—se acercó a Hermione—bajen con cuidado, permitiendo que su columna se estire.
La mayoría de los chicos apartaron la vista, dirigiéndola hacia el techo o las ventanas. Respetando la postura de sus parejas y la de los demás. Draco cruzó las manos detrás de su espalda, Blaise se mantuvo impasible y Theo sonreía con calma mientras contemplaba el cielo a través de los ventanales. Poco a poco, los demás fueron imitando sus posiciones.
Hermione se había recogido el cabello en una coleta alta, dejando al descubierto su cuello. Pansy no pudo evitar fijarse en los lunares que lo adornaban, pequeñas motas que resaltaban sobre la tersura de su piel.
—Y ahora—con un movimiento de su varita, hizo aparecer un frasco con aceite para cada pareja—vamos a ocupar el aceite para facilitar el deslizamiento de las manos. Por favor, calienten sus manos frotándolas una contra la otra.
Blair se acercó a Pansy para indicarle los movimientos que tenía que hacer. Le pidió permiso a Hermione, para levantar un poco su sudadera, lo suficiente para descubrir su espalda baja. Hermione asintió.
Todas las parejas siguieron el ejemplo y ayudaron a sus parejas a descubrir el área.
—Comenzaremos con movimientos largos para calentar la zona y preparar los músculos. Luego, aplicaremos presión con los pulgares o los nudillos para aliviar la tensión muscular. —Se levantó una vez que Pansy dominó los movimientos básicos.
Blair se acercó a cada pareja, para corregir los errores y explicar la forma correcta de trabajar la zona.
Hermione se sentía tensa al principio. Intentó concentrarse en su respiración, en la voz de Blair mientras daba algunas instrucciones extras, en cualquier cosa que no fuesen las manos de Pansy deslizándose por su piel. Pero su mente tenía otros planes. Insistía en recrear la mirada que habían compartido minutos antes, la calidez que irradiaba su cuerpo y el recuerdo de su sonrisa. Para ese momento, Hermione sabía que Pansy tenía diversas sonrisas, algunas más auténticas que otras. Pero había una en particular que le gustaba más que las otras, esa que solía poner cuando se sentía feliz, rodeada de sus amigos o disfrutando de un muffin de Bath.
Poco a poco, la incomodidad comenzó a disiparse. Los dedos de Pansy se movían con una precisión casi mágica, liberando la tensión acumulada en sus músculos. Hermione cerró los ojos, dejando que las manos de Pansy recorrieran su espalda.
Pansy se perdió en la textura de la piel de Hermione, concentrándose en cada movimiento. La fina capa de aceite resaltaba un brillo dorado en la piel de Hermione, acentuado por la luz tenue que se filtraba por las ventanas. Sus dedos se detenían en cada punto de tensión, sintiendo la respuesta del cuerpo de Hermione bajo sus manos.
La música se reanudó, creando una atmósfera de calma, cargada con el aroma de los aceites esenciales. Intima. Las parejas, a pesar de estar en la misma habitación, parecían estar en mundos diferentes, perdidos en la experiencia compartida.
Astoria, con una sonrisa apenas perceptible, disfrutaba del contacto con la piel suave de su novio. Draco, a su vez, se perdía en la experiencia, sus dedos explorando cada curva del cuerpo de Astoria con una ternura inesperada.
Daphne, por su parte, se dejaba llevar. Su cuerpo rendido al toque de Blaise y a la liberación de la tensión acumulada. Sus ojos, entrecerrados por la satisfacción, reflejaban la confianza y la entrega que sentía.
Pansy sintió su respiración cada vez más pesada. No le gustaba la dirección que estaban llevando sus pensamientos, disfrutando de la cercanía y el contacto con Hermione, queriendo más.
La música se detuvo, siendo el indicador de que la sesión había terminado. Blair se detuvo en el centro de la sala y esperó pacientemente a que sus alumnos se recompusieran, acomodándose en el suelo con movimientos lentos y conscientes.
—Algo de lo que pocas veces se habla, es de la importancia de la cercanía y la sensualidad en la pareja durante el embarazo. La mayor parte de las personas creen que la maternidad y el erotismo no se mezclan, pero están equivocados. Tener este tipo de intimidad con su pareja, no solo ayuda a reforzar los lazos de amor y comprensión, sino que genera una complicidad especial—recorrió la sala con su mirada—Algún día, algunos de ustedes decidirán ser padres y quiero que no se olviden de estos momentos, donde se pueden sentir plenos, felices y conectados. La maternidad y la paternidad no deben alejar nunca a una pareja, al contrario, deben hacerlos conscientes de que juntos han creado a una personita que será la representación del amor que se profesan—sonrió—Y para los que decidan no ser padres, recuerden esto como una experiencia que les ayudó a entender y empatizar con los síntomas del embarazo.
Al concluir la sesión, Blair dejó a un grupo de adolescentes con las emociones a flor de piel, ansiosos por escapar a cualquier rincón del castillo. Pansy, por el contrario, jamás había sentido tanto miedo de compartir habitación con Hermione.
H • P • H • P • H • P • H • P • H • P • H • P
Daphne se enderezó en su lugar, con una sonrisa enorme. Se acercó a Hermione, que estaba saliendo de la biblioteca con una pila de libros.
—Hermione—la llamó con entusiasmo—Te busque por todos lados.
—Oh, hola Daphne—Hermione la miró con dificultad, asomándose por encima de los gruesos tomos que llevaba en los brazos.
—Déjame ayudarte con esto—con un rápido movimiento de su varita hizo que los libros flotaran en el aire, antes de salir disparados a quién sabe dónde.
—Hey—Hermione vió sus libros desaparecer por el pasillo—¿Qué…?
—Tranquila Hermione, solo los envié a un lugar seguro. Los recuperarás más tarde.
—¿Más tarde? ¿Por qué no ahora?—Hermione estaba a punto de ir a buscar sus libros.
—Porque—Daphne la sujetó del brazo—ya nos están esperando.
—¿Nos están esperando?—Hermione se sentía más confundida por cada minuto que pasaba—¿Quiénes?
—Espera y verás—Daphne lideró el camino. Arrastrando a una Hermione que hacía demasiadas preguntas.
Bajaron varios pisos hasta llegar a las mazmorras. Fue ahí cuando Hermione entendió a donde iban. Se detuvieron frente a una pared de piedra.
—Espera. Esta es la sala común de Slytherin—dió un paso atrás—¿Qué estamos haciendo aquí?
—Hermione, mírame—Daphne le dedicó una mirada que no aceptaba excusas—deja de pensar que de la nada van a salir veinte serpientes listas para morderte. Nadie va a hacerte nada malo, confía en nosotros. Eres parte de nuestro círculo ahora, así que no tienes nada que temer.
Hermione la miró durante un minuto, evaluando sus intenciones. Durante los últimos días había descubierto una versión de los Slytherin que jamás había esperado ver, siendo mucho más empáticos, leales y respetuosos de lo que se imaginaba. Pero no podía dejar de sentirse insegura, no después de todos los años de enemistad que tenían.
Pero de alguna forma, parada en medio del pasillo, entre las paredes de piedra fría, decidió confiar en Daphne.
—Bien—se resignó—pero en el primer momento en el que me sienta incómoda o hagan algún comentario hiriente, saldré de aquí.
—Jamás esperaría lo contrario—le guiño un ojo—Ahora, entremos.
La sala común de Slytherin era aún mas genial de lo que Harry y Ron le habían contado. La imponente chimenea, con el logo de la serpiente tallado en piedra, emanaba un calor acogedor que contrastaba con la frescura del ambiente subacuático. Las mesas de caoba, pulidas hasta un brillo casi especular, reflejaban la tenue luz esmeralda que se filtraba por las ventanas, los sillones de piel oscura, distribuidos por la estancia. Hermione nunca se habría imaginado un espectáculo tan mágico.
La luz que se filtraba a través de las ventanas se fusionaba con el movimiento del agua, creando un efecto hipnótico que teñía todo el ambiente de un tono verde esmeralda. Las olas, al mecerse suavemente contra el cristal, producían un sonido relajante que acentuaba la sensación de paz y tranquilidad que reinaba en la sala.
—Wow—Hermione se quedo con la boca abierta.
—Lo sé—Daphne se paró a su lado, viendo a las pequeñas criaturas nadando en el exterior—yo llevo siete años aquí y me sigue impresionando lo hermoso que es.
Hermione se perdió durante unos minutos, observando todo a su alrededor. Daphne simplemente la dejó, esperando pacientemente a que terminara.
—Lo siento—Hermione reaccionó—¿Qué estamos haciendo aquí?
—Ven—tomó de la mano a Hermione y la arrastró hacia una segunda puerta—¿Lista Hermione?—le preguntó con emoción en su voz.
—¿Lista para qué?—preguntó justo en el momento en el que Daphne abrió la puerta.
—¡Sorpresa!—se escuchó un fuerte grito.
Hermione se quedó en shock.
Una pequeña sala, mucho más íntima que la estancia principal, les recibió con un ambiente cálido. La misma decoración misteriosa y elegante reinaba en este espacio, que Hermione intuyó que podría ser una sala de estudio. En el centro, rodeando un montón de muffins de Bath, se encontraban todos sus nuevos amigos. Se sentía un poco rara al pensar en ellos como amigos, pero no encontraba una forma más adecuada de definirlos.
Blaise la miraba con una sonrisa genuina y su porte siempre elegante. Theo y Luna estaban sentados en un mullido sillón. Millicent parecía molesta por estar ahí, pero de todas formas movía una pequeña banderita en señal de celebración. Hermione no pudo evitar reírse. En el centro estaban Astoria y Draco, acomodando las copas y los platos sobre la elegante mesa. Tracey y Wayne se acercaron para abrazarla, luciendo mucho más emocionados de lo que Hermione esperaba.
De alguna forma, todos en esa habitación se habían organizado para celebrar su cumpleaños. Y Hermione no podía encontrar una buena razón para que algo así estuviera pasando. Así que no pudo evitar que un par de lágrimas rodaran por sus mejillas.
Pero lo que más llamó la atención de Hermione, fueron esos ojos verdes tan familiares. Pansy la miraba, con una sonrisa tímida y un pequeño muffin en la mano. Se acercó a ella, intentando parecer segura e imponente. Su cabello, siempre perfecto, estaba ligeramente revuelto, como si hubiera pasado sus manos por el en demasiadas ocasiones.
Hermione sintió como si un hipogrifo estuviera galopando en su estómago, brincando y aleteando sin control. Intento decir algo, lo que fuera, pero las palabras no lograban salir de su boca.
Pansy le extendió un muffin relleno, con una pequeña fresa en la punta.
—Feliz cumpleaños, Granger.