Laureles del pasado

EPIC - Jorge Rivera-Herrans (Albums)
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Laureles del pasado
Summary
Los dioses siguen aquíTodos esperan por su regreso, pero algunos son impacientesAlgunos quieren paz y otros venganzaAlgunos quieren ser venerados y otros temidosAlgunos viven y otros sobrevivenTodos esperanHasta que dos fuerzas se conectanUna con más poder que el otro¿Quien caerá y quién vencerá?¿Un dios no tiene debilidad?¿Es una debilidad ser mortal?Los mitos se vuelven realidad, los hombres se vuelven leyenda, la historia de nuevo comienza
Note
¡¡¡IMPORTANTE LEER!!!Hola este es mi primer fanfic de EPIC y antes que nada quiero recalcar unas cositas.1. Aquí voy a escribir sobre personas reales que en este caso seran el cast de EPIC, voy a ser lo más respetuosa posible al escribir sobre ellos así que CLARAMENTE no escribiré algun shippeo entre ellos excepto el que está mencionado en las tags, además no se de su vida privada solo se que Talya y Jorge son pareja y Luke está casado (apenas me enteré que Steven Dookie también esta casado) así que por respeto a ellos no se les shippeara con ningun personaje real o ficticio excepto por los antes mencionados.2. No los conozco y claramente no se cuales serían sus personalidades exactas así que aquí me tomé un poco de libertad creativa, respetando a cada uno por supuesto, si NO te gusta leer tipos de historias así ahórrate el hate y deja de leer.3. Soy estudiante de universidad trataré de publicar cada semana pero no prometo nada (para este punto solo espero terminarlo).4. Voy a ir aumentando las tags conforme vaya avanzando la historia, si no las puse ahora es para evitar spoilers, pero serán pocas y en caso de que se mencione algún tema delicado pondré advertencias al inicio del capítulo y durante el capítulo.5. Me basaré principalmente en EPIC, pero también me basaré en lo que se de mitología griega, una que otra cosa de Percy Jackson y Circe de Madelline Miller (con Circe solo en una cosa pero es importante) y me daré un poco de libertad creativa, tenganlo en cuenta.6. NO SE ACEPTAN COMENTARIOS DE HATE HACIA LA HISTORIA, MI PERSONA O ALGUN MIEMBRO DEL CAST7. CLARAMENTE NO HABRA +18 ASI QUE NI PREGUNTEN POR EL8. Hay versión en inglés en mi perfil, sigo aprendiendo inglés y a veces me cuestan unas cosas pero lo intento, bueno ahí lo tienen por si quieren.Y eso sería todo, espero que disfruten está historia que a mi ya me encantaPor cierto hay más notas al final
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Capitulo 1

Dioses.

Figuras omnipotentes, venerados o veneradas por varias culturas a través de los siglos, cada uno diferente pero similar a la vez.

Con el tiempo las religiones fueron cambiando, a veces veneraban a muchos dioses, a veces a uno solo, algunos fueron olvidados y otros fueron obligados a ser olvidados, algunos prevalecen hasta la fecha y a otros apenas se les recuerda. Pero nunca se van, al menos no hasta la que nadie los recuerde y eso es más difícil de lo que creen.

Veras, no es simple matar a un dios, porque para matar a un dios debes matar a cada creyente de ese dios, quemar cada escrito de ese dios, alterar toda la historia por ese dios y créeme ese dios no se dejara matar fácilmente. No, ellos se dejarán ver para que más crean, encomendaran a alguien más escribir sobre ellos y las acciones que los volvieron imparables, inalcanzables, ellos no se rinden, si no creen en ellos al menos se asegurarán de que sepamos que alguna vez existieron.

Porque la única forma de matar a un dios es hacer que ese dios sea olvidado.

Pero como dije antes siempre habrá alguien que escribirá sobre ellos y sus hazañas, habrá alguien que hará que los dioses sean recordados de nuevo, directa o indirectamente.

Y si ese alguien hace un buen trabajo en el momento exacto, los dioses voltearan a verlo.

—Y está fue “The Ithaca Saga”, la saga final de EPIC—

¿El final?. No, esto solo era el comienzo.

——— ... ———

Habían pasado ya dos meses desde el final de EPIC y la vida seguía para todos, pero sobre todo para un joven repartidor que seguía y seguía y seguía.

Pare el era de esos días donde bien pudo quedarse acostado en su cama sin pensar, solo viendo el techo e ir cayendo poco a poco en la tranquilidad de simplemente existir hasta que la relajación fuera tanta que inevitablemente se quedaría dormido.

Pero no.

Estaba afuera de un complejo de edificios, con un paquete de 8 kilos, sudando por estar a casi 30° aún cuando ni siquiera era época de calor, con la misión de entregar un paquete hasta el décimo piso del maldito edificio.

Que gran día para vivir”pensó sarcásticamente.

El chico solo se limitó a suspirar, ajustarse la gorra que complementaba su (para su opinión) estúpido uniforme y tomar el paquete lo mejor posible para que no se le resbalara.

Al entrar al edificio lo primero que noto fue que el elevador estaba descompuesto y debía subir las escaleras hasta el décimo piso con un paquete de ocho kilos.

“Perfecto, lo que me faltaba”

Subió las escaleras lentamente, no porque estuviera cansado, de hecho era muy atlético y podía cargar el paquete hasta arriba sin ningún problema, pero él no tenía prisa ni ganas de llegar tan rápido a su destino, así que se limitó a hacer el recorrido más lento como si eso le ayudará a que no fuera tan tedioso estar ahí.

Al llegar al piso se dispuso a encontrar el departamento donde debía hacer la entrega, giro hacia la derecha y empezó a ver los números en las puertas, mientras caminaba de la nada una puerta se abrió y justo lo golpeó de frente.

—Oye fíjate por dónde vas— le dijo el tipo que abrió la puerta al pasar a su lado.

“¿Qué me fije yo? El que se debería fijar eres tu, idiota”

—Si pudiera…— pero no podía, ya no, ignoro al tipo y siguió su camino.

Encontró el departamento justo al final del pasillo, tocó el timbre y espero que nadie le abriera la puerta, toda su batería social se agotó con el portazo en la cara y no estaba para interactuar con nadie.

Solo pedía un poco de suerte para que nadie abriera, dejara el paquete en la puerta y siguiera con su vida, desafortunadamente para él la puerta se abrió.

—Oh ¿Ese es mi paquete?—

“No, es una maldita bomba”

—Así es caballero, si fuera tan amable de—

—Oye ¿Podrías ponerlo en la sala?, por favor, es que estaba en una llamada y debo contestar— Se iba a negar, solo quería entregar el paquete para irse lo más rápido posible de ahí, no dejaría que lo agarraran de sirviente y le dijeran que hacer —¿Sí? Gracias—

Ni siquiera le dejo contestar, solo le dejo la puerta abierta y se fue por un pasillo a dónde suponía estaba el teléfono del tipo.

En definitiva, este no era su día.

Entro al departamento y dejo el paquete en la mesita de la sala, solo debía esperar a que el chico volviera para que firmara unas cosas y se fuera, pero con la suerte que estaba teniendo lo más seguro es que lo dejara esperando un largo, largo tiempo.

Bueno, si iba a estar esperando un buen rato a un tonto que dejaba pasar a cualquiera a su casa, se aseguraría que valiera la pena y empezó a buscar que podía robar.

El departamento del chico era muy minimalista, casi nada de decoraciones y las pocas que tenía se notaba que eran de segunda mano, entro a la mini cocina y rápidamente se dio cuenta que no había nada de valor en su vajilla.

Se adentró más al departamento checando que el chico no volviera y lo atrapara con las manos en la masa, había un librero alto y angosto, pero todos los libros estaban rotos o maltratados, había una laptop, pero además de vieja iba a ser muy difícil de esconder y muy notorio que faltaba, lo mismo con la guitarra eléctrica seminueva que estaba apoyada contra el sillón y las bocinas en el piso, aparte de eso al chico no tenía nada de valor en su casa.

“Ni para que le roben sirve”

Noto otro mueble de madera que tenía libros y chucherías sin importancia, pero hasta abajo había un compartimiento que se abría con llave, si lo hacía rápido y bien tal vez podría llevarse algo de valor, sacó la ganzúa que llevaba siempre consigo por si acaso y se apresuró a abrir el cerrojo.

El mueble quedaba frente al pasillo que daba a lo que suponía era el baño y la recámara del chico, si el chico salía de repente no tendría forma de esconderse y estaría jodido, afortunadamente el cerrojo cedió rápido y ahí solo encontró un par de fotos, unas libretas llenas de cuentas y un Walkman de cassettes con audífonos, por el polvo acumulado dentro del cajón pudo suponer que el tipo rara vez lo abría, lo de mayor valor era el reproductor de cassettes, se veía nuevo, al parecer aún servía y lo vintage estaba de moda, si lo vendía en línea podría obtener buenas ofertas.

“¿A cuánto estará uno de estos en Amazon? ¿40? ¿50 dólares?, ya veré”

Justo cuando cerro el cajón escucho movimiento del pasillo, se paró y fue a la sala lo más rápido que pudo, el chico no tardó en aparecer.

—Gracias— dijo el muchacho viendo que su pedido estaba en la mesa —Una disculpa estaba en una llamada importante—

“No me importa, firma para que me vaya”

—No se preocupe— le dijo dandole la mejor sonrisa que pudo fingir —Solo firme aquí para que me pueda retirar —

—A claro— tomo la tabla con los papeles y se puso a firmarlos sin siquiera leerlos.

“Vaya, sí que es tonto”

Volteo a ver la televisión que hasta el momento creyó que estaba apagada, pero en realidad estaba encendida y tenía la aplicación de Spotify, aplicación que tendría si pudiera pagar la versión premium, pero apenas y pagaba el alquiler, noto con atención la portada de la canción una pared de piedra alumbrada en color rojo carmín, un arco de madera recargado en la pared y justo en el centro se leía la palabra EPIC, pero lo que más llamo la atención era el nombre de la canción, lo conocía, conoció ese nombre, Odiseo.

“Odiseo”

El chico acabo de firmar y noto como el repartidor estaba viendo la televisión —Oh ¿También te gusta EPIC?— le pregunto emocionado —Lo empecé a escuchar hace poco, pero ya me encanto—

—He escuchado de el— y para él era imposible no hacerlo, pero temía que fuera otra mala adaptación de la historia mitología griega —Pero no me ha llamado la atención—

—Tienes que escucharlo es muy bueno y te lo dice alguien que no es muy fan de los musicales—

El chico le dio la tablilla con los papeles firmados pero el seguía más concentrado en la pantalla que en todo lo demás.

—Si, talvez lo escuché—

Se empezó a sentir intrigado por aquel musical, no era la primera ni sería la última adaptación de la "mitología" griega, pero por alguna razón esta era diferente, atrayente, no había escuchado ni un poco de la melodía de la canción y sin embargo tuvo un sentimiento de familiaridad con solo pensar en cómo sonaría.

¿Por qué era tan diferente?

—¿De qué trata?— dijo sin quitar la mirada de la pantalla.

—La Odisea, con algunos cambios, pero básicamente es la misma historia—

La Odisea, un evento muy importante producto de la Ilíada, contada de generación en generación y recordada hasta la fecha, un viaje, muchos obstáculos, muchos enemigos y un hombre con el impulso necesario para vencerlos a todos.

Empezó a sentir una energía despertándose dentro de él, era extraña y muy familiar a la vez, una energía que no había sentido desde hace décadas tal vez desde hace siglos, sintió un cosquilleo recorrer su cuerpo y algo se avivó dentro de él, algo que llevaba dormido mucho tiempo. Era una sensación de poder, de grandeza, era algo divino.

—Oye— el muchacho le volvió a hablar y despertó de la ensoñación, volviendo a su realidad, el chico miraba la mano izquierda del repartidor con confusión, el repartidor no entendió porque hasta que cayó en cuenta que no había escondido el reproductor de cassettes y aún lo tenía en la mano.

“Mierda”

 Ahora sí creyó que toda su suerte lo había abandonado, aún si escapará el tipo llamaría a la policía, lo despedirían y se quedaría dos noches detenido (de nuevo), esto no podía ser peor.

—Que lindas gafas—

—¿Qué?—

Volteo a ver su mano y dónde se suponía debía haber un Walkman había unas gafas de sol con un armazón de colores cafés y anaranjados, él estaba seguro que no estaban en ese departamento y no las llevaba consigo.

¿Cómo obtuvo eso?

—Se ven geniales, ¿Dónde las compraste?, he querido unas así desde hace años pero no encuentro sabes si—

El chico siguió hablando pero el repartidor ya no lo escuchaba, no paraba de ver el objeto en su mano sin entender lo que sucedía hasta que otra vez la sensación capto su atención. Él ya había hecho esto antes, era un poder relacionado a uno de sus dominios más “problemáticos”, podía sentir como ese era el objeto que tenía antes, pero él lo había cambiado.

Y si podía hacer esto ahora cuando hace tan solo unas horas no podía, ¿Qué más podría hacer ahora?

¿Acaso era posible que pudiera…?

—Me tengo que ir —

—¿Eh? A si, discúlpame debes tener más trabajo— el chico le extendió la mano, el otro dudo, pero al final estrecho su mano —Gracias por todo y perdón por dejarte plantado en la puerta—

Aún si el muchacho era muy distraído e ingenuo, no era grosero ni mala persona.

“Al menos es amable

—Tranquilo no fue nada—

El repartidor se dio la vuelta, salió del apartamento y cerró la puerta.

—Que sujeto tan simpático— dijo el chico antes de tomar el control de la televisión y volver a escuchar el musical que tanto le gustaba.

——— ... ———

En cuanto el repartidor cerro la puerta corrió por el pasillo y en vez de bajar las escaleras subió hasta llegar a la azotea.

No había tiempo que perder.

Subió a la azotea y aunque la puerta para entrar tenía candado no fue problema para su ganzúa, al abrir la puerta camino hasta llegar a la barda de piedra que lo separaba del borde, ajusto sus Converse que tenían unos broches dorados con forma de alas a los costados. Dudo en hacerlo podría terminar muy mal herido pero ya no podía con la duda, debía intentarlo.

—Por favor no me fallen—

Subió la barda de piedra y quedó al borde de una caída que si pudiera lo mataría, otra vez dudo en hacerlo, pero sintió la energía que alguna vez fue tan suya y eso despejo las dudas.

Miro al cielo, viendo cómo había pocas nubes, el día estaba muy claro y Helios brillaba en lo más alto, extrañaba el cielo. La sensación del viento sobre su pelo y la ligereza al volar, el sentimiento de ser uno con el cielo, como siempre debió ser.

Se acercó más al borde y ya era cuestión de que se inclinara un poco para caer al vacío, estaba dispuesto y lo haría.

Que los dioses lo bendigan.

—Déjame volver a ser parte de ti—

Y se lanzo.

Y ascendió.

Los broches en sus tenis cobraron vida y tomaron la forma de unas alas con plumas blancas, comenzaron a aletear haciendo que el chico se empezará a elevar, porque en el fondo lo supo, su poder había vuelto, su divinidad estaba despertando y por fin volvía a ser un dios.

—Hermes volvió dawling—

No perdió el tiempo y empezó a hacer vueltas y piruetas en el aire mientras se reía como loco, hacía tiempo que no estaba tan feliz. Sus alas habían vuelto aunque por falta de práctica se empezó a tambalear.

—Ey, ey, ey, tranquilas, tranquilas, no se emocionen tanto—

Las alas volvieron a tranquilizarse solo haciendo que flotará.

—Oh por mi, no saben cuánto las extrañe, ¿Ustedes me extrañaron?—

Las alitas revolotearon ante la pregunta y Hermes lo interpretó como un “También te extrañamos”.

—Hace algunos siglos que no me respondían, pero ahora podemos volver a recorrer el mundo mis queridas amigas— Hermes volteo al cielo con la vista dirigida a dónde hace tantos años los dioses reinaban —Sera como en los viejos tiempos, hemos vuelto—

Y si bien le encantaba volver a poder elevarse por los cielos, no era normal que después de siglos de inactividad de repente su poder volviera, la pregunta era ¿Cómo? ¿Qué genero un cambio de energía enorme como para regresarle a un dios su poder?

Estaba seguro que ese musical tenía algo que ver, pero dudaba que esa fuera la única razón del regreso de su divinidad, debía haber algo más, algo más poderoso y divino que el mismo.

Necesitaba respuestas.

Pero antes había un lugar que debía visitar, lo que alguna vez fue considerado como el lugar de los dioses, dónde los 12 olímpicos reinaban sobre todo y todos.

El Olimpo.

Sus alas alegraron como locas al sentir los pensamientos de Hermes.

—Quieren volver ¿No?— las alas lo alzaron un poco más —Bien podemos ir primero allá, pero luego tendremos que visitar a ciertos mortales—

Pudo sentir como sus alas revoloteaban y suplicaban por velocidad para volver a aquel lugar divino del que provenían.

Vio el suelo a metros bajo él, ya no lo tenía atado y por si él fuera no volvería a posarse sobre el durante un largo tiempo, pero sabía que en algún momento lo haría, pero por ahora no había prisa.

Y por primera vez en siglos voló directo a las nubes, directo al lugar de los dioses, directo al Olimpo.

Después de tantos siglos sintió aquello que tanto había anhelado, la libertad.

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