No se le puede hacer cirugía a un alma
Es un segundo, a penas le da tiempo a pensar antes de caer al suelo,
pero si pudiera hacerlo,
si todo se hubiera detenido en ese instante,
James habría querido arrancarse el corazón.
Quizá pudiera haber cambiado su cerebro,
o la forma en que los pensamientos llegaban a su cabeza,
quizá podría haberle operado a corazón abierto y hacer de él alguien nuevo,
quizá todo abría sido distinto si hubiera mirado a Peter teniendo en la mano un bisturí.
Y es irracional pensar que es algo físico,
pero no se puede intervenir con tenazas una mente,
aunque parezca que otros lo han conseguido,
arrancando todo lo que un día fue.
Quizá Peter necesitaba que le abrieran el corazón, pero no el suyo,
quizá necesitaba que fuera el de James, encima de la mesa,
dejándole ver todo lo que había dentro.
Si se lo hubiera pedido, lo habría hecho.
No alcanzarían horas, años ni milenios para entenderlo,
y nada sería distinto aunque pasaran días en quirófano,
su mente se rompería en pedazos intentando buscar la fórmula correcta,
la manera de cortar, arrancar, unir y cambiar,
y todo caería en saco roto.
Peter no necesitaba que le quitaran todas sus capas, por mucho que a James le doliera saber que le cubrían.
Pero a la hora de la verdad a James no le dio tiempo a pensar en nada,
apenas en su mujer y su hijo, en que había llegado el final,
no le dio tiempo a pensar en nada y cuando cayó al suelo,
no había operación que le salvase.
Pero de tardar más, tampoco la habría habido,
porque ni si quiera el médico más experto
es capaz de hacerle la cirugía al alma.