
Amor y placer, la cima del ser humano
Es adrenalina cuando grita,
es adrenalina cuando corre,
es adrenalina cuando escapa y cuando se deja atrapar.
Sigue y sigue y sigue,
no sabe si podrá parar,
no cree que quisiera hacerlo.
Si existe un final, no quiere conocerlo.
Dorcas es calor bajo sus manos
y dulzura en la boca,
fuerza en las caderas
y escalofríos por debajo de la piel.
Es ímpetu y pasión, adictiva como el azúcar más dulce,
el sudor es salado pero la gloria no sabe mejor,
las noches son eternas y los días demasiado cortos,
las palabras parecen insuficientes y los sonidos representan un éxtasis eterno.
El mundo no existe y el tiempo no corre,
los colores son infinitos y están por todas partes,
la respiración se acelera y toca,
y toca,
y toca,
y el aire no es suficiente pero no lo necesita.
Intenta abrir los ojos pero no puede y aún así ve luz,
sus uñas desgarran carne y el te quiero cae despiadado de sus labios,
su nombre es Marlene pero a ratos se le olvida,
es el de Dorcas el que se imprime en su mente con tinta de oro y plata.
El corazón palpita tan rápido que parece que se va a parar,
que no va a poder más,
que ha llegado a su punto más álgido,
al límite absoluto,
a la cima del placer,
y del amor más real que jamás hubiera podido imaginar rozar ni con la punta de los dedos.