
Marlene McKinnon y cómo estar enamorada
Lily dice que se me nota:
"Marlene, no puedes ser tan obvia",
Mary que no puedo hacerlo sin querer:
"Marlene, parece que sigues un plan",
Sirius se ha reído cuando lo he negado,
y Remus me ha dicho que le recuerdo a él.
Sé que no debería, pero no lo puedo contener.
Sé que hay soluciones, pero no las quiero saber.
Si fuera malo, me haría mal, pero qué malo va a ser
que contigo, aunque no quiera,
pierda las horas fuera del reloj.
Que llegue tarde a la cama,
que me despierte con el amanecer,
que busque el rocío en tu piel
hasta esos días en los que no te puedo ver.
Que mi mirada se deslice de mi pergamino a tu nuca,
y los dedos me tiemblen cuando te acercas a mi,
que suelte mentiras piadosas:
"¡Dorcas! Yo también iba a la biblioteca"
antes si quiera de poderlas pensar.
No hay nada que hacer,
todos tienen algo que decir.
Pero a fin de cuentas la única verdad
es que tengo esta mala costumbre
de estar enamorada de ti.