Misterios

Harry Potter - J. K. Rowling
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Misterios
Summary
Los Merodeadores, liderados por James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew, se embarcan en una intrépida aventura al descubrir un antiguo pergamino que revela secretos ocultos de Hogwarts. A medida que desentrañan enigmas mágicos y pasadizos secretos, se topan con misteriosos eventos del pasado de la escuela, desencadenando el desafío de proteger a Hogwarts de fuerzas oscuras que amenazan con resurgir.Pero también juntando sus destinos con los príncipes de Slytherin, lo que ocasiona descontentos pero también surge el amor.
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XVIII Historia

La luz resplandecía por toda la habitación, titilante pensando que alguien lograría caer en la curiosidad de ir a la guarida esa tarde; sabía que no era el mejor momento, pero tenía que asignar esa misión.

 

"Ellos están estudiando, Don, no vendrán"

 

Escribió la pluma en el aire, con la luz ahora roja rodeándolo y enmarcando su enojo.

 

"Quill"

 

Dijo el viejo pergamino desenrollándose con gracia y elegancia muy marcada.

 

"Es necesario que ellos sepan de esta misión. No vuelvas a interrumpir y menos a cuestionar mis decisiones".

 

"Eres un completo imbécil, pero eso ya lo sabes. No sé por qué ellos te soportan".

 

La tinta que se pintaba en el aire mostraba un brillo vino potente y con fuerza. Por otro lado, en aquella hoja malgastada se leían letras pequeñas con un brillo dorado, los dos conversaban y hablaban entre ellos con normalidad.

 

"Thais, háblale al joven lobo, te lo pido".

 

"Sueñas, ¿a qué tétrica misión piensas mandarle, Fionn?"

 

"No importan los siglos, siempre te metes en todo".

 

La pluma se movió enfurecida por toda la habitación hasta volver a posarse frente al pergamino viejo.

 

"Lo haré para evitar que los muchachos terminen como los primeros...".

 

"Ellos son más cuidadosos. Tengo el presentimiento de que estos muchachos llegarán hasta el final".

 

"Se hubieran muerto si no los salvo, Fionn".

 

"Créeme, calabaza, ellos no morirán".

 

Las letras escritas reflejaban seguridad, pero la pluma seguía teniendo aquel brillo escarlata.

 

"La última vez que confié acabé perdiendo a alguien. No volverá a pasar".

 

"Eso no lo decides tú".

 

La puerta de la guarida se abrió y fue en ese momento cuando un castaño repleto de cicatrices se dejó ver, con una alegría palpante en su rostro. Sus ojos dorados resplandecían y sus pupilas tenían un brillo singular.

Los ojos dorados captaron el constante brillo que emanaba de aquella vieja hoja malgastada, se apresuró a tomarla entre sus manos ignorando por completo a la pluma que flotaba en el aire con un brillo irá intenso. Objeto el cual al verse ignorado decidió regresar a su lugar.

—¿Una nueva misión?— claramente se le hacía al lobuno un tiempo rápido debido a que solamente había pasado unos dos días desde su última misión.

 

"Querido curioso, me alegra que vinieras al encuentro de una misión, no llames a los demás pues esta misión que te voy a encomendar es el mayor secreto del mundo en general."

 

Aquellas palabras lo hicieron entrar en una duda gigante pues era una de las reglas que todos habían pactado, el castaño aún con duda decidió hacer caso a las palabras escritas en aquella amarillenta hoja, siguió mirando atento como nuevamente volvía a relucir un texto nuevo.

 

"Es necesario y urgente que tú junto con alguien de tu confianza se dirigían con precaución a la habitación del recuerdo ubicada en uno de los pasillos del quinto piso."

 

Remus al leer esto no mostro nada más que asombro pues si bien no recordaba una habitación con aquel nombre en aquella parte del castillo, sabía que el pergamino tenía muchos más años y conocimientos que él. Aún así no se sintió con el derecho de hacer alguna pregunta.

Pasando desapercibida en aquella habitación, Quill emitía una radiante luz violeta, buscando con algo de pena la atención del Gryffindor, pero fallando en el intento, puesto que el castaño tenía su mente divagando en preguntas sin respuesta ante aquella curiosa enmienda.

 

"Es necesario que allí encuentren, demostrando grandes habilidades, una pequeña pista para un desafío que será muy importante, encomendar al lobo a esta misión es crucial pues lo considero actualmente más competente y estable para llevarla a cabo. No busques nada en específico sólo adquiere la mayor cantidad de información que esta habitación te entregue y allí estará la pista."

 

El de cicatrices emitió un sonido afirmativo y con decisión tomó el mapa que se encontraba en la mesa de centro en aquella habitación, ignorando por completo la pluma que titilaba para llamar su atención, y salió de aquella casa.

En un pasillo desolado del primer piso, sacó el mapa y pronunció con calma la oración para revelarlo. Cuando se le mostraron los pasillos y los nombres de la gente en él, buscó rápidamente un nombre en particular.

—¡Maldita sea, está hasta la otra esquina! —gruñó con enfado, pues el rubio al que buscaba estaba en el extremo opuesto del castillo. Con cuidado dobló el mapa y emprendió el camino para encontrarse con el Slytherin.

Si bien sabía que no era una obligación llevar a alguien más consigo, le pareció divertido obligar al rubio a ir a esta misión, pues se notaba que no le gustaba nada la idea de involucrarse con aquel pergamino y sí, podía ser el más cuerdo entre sus amigos, pero debía admitirlo, le gustaba molestar a la gente, y más a ese rubio que a veces lograba descontrolar sus sentimientos y pensamientos.

A medida que Remus avanzaba por los pasillos oscuros y silenciosos de Hogwarts, su mente divagaba sobre la naturaleza de la misión encomendada por el pergamino. No sabía nada de aquella habitación desconocida, pero tenía una curiosidad inmensa y las ganas de ir eran muy fuertes, y esto era más que obvio, pues no dejaba de ser un merodeador. Un curioso y desastroso merodeador.

Lucius Malfoy nunca sería su primera opción como compañero de expedición, pero tenía la destreza y el conocimiento necesarios para enfrentar los desafíos que podrían surgir en el camino hacia la habitación de los recuerdos. Además, la dinámica entre ambos, llena de esa tensión y los comentarios pasivo-agresivos, prometía complicar aún más la misión. Sí, sería una buena noche. Un divertida noche.

Finalmente, después de atravesar varios corredores y subir una escalera en espiral, Remus divisó a Lucius al final de un pasillo iluminado por antorchas parpadeantes. El rubio estaba solo, con una expresión de curiosidad mezclada con cautela mientras revisaba un pergamino propio.

—Malfoy —llamó Remus cuando estuvo lo suficientemente cerca como para ser escuchado sin levantar la voz en exceso.

El Slytherin levantó la vista y encontró la mirada del Gryffindor. Sus ojos plateados brillaron con un destello de reconocimiento antes de adoptar una expresión más neutral.

—Lupin —respondió Lucius con su característica serenidad, guardando su pergamino en un gesto fluido—. Supongo que tienes una buena razón para interrumpirme.

Remus se detuvo frente a Lucius, consciente de la tensión palpable entre ellos.

—El pergamino me ha encomendado una misión y... como gané aquella apuesta... —dijo Remus, eligiendo sus palabras con cuidado, aunque le costaba mantener la seriedad al notar el visible enojo del rubio.

—No —replicó Lucius con firmeza.

—Sí.

—Lupin, no...

—¿No eres un hombre de palabra, Malfoy? —sonrió con altanería—. Es sumamente decepcionante para mí que te eches atrás cuando tú accediste para evitar darme la razón —añadió, disfrutando del malestar evidente en el rostro del ojigrisáceo.

Lucius arqueó una ceja, claramente interesado pero manteniendo su reserva habitual.

—¿Cuál es la misión? —preguntó finalmente, concediéndole una pequeña victoria al licántropo frente a él, a pesar de su orgullo evidente.

—Mmm, no te diré nada —el rubio miró al Gryffindor como si a este le hubieran salido otro par de ojos.

—Si piensas que iré sin saber nada, estás muy equivocado, Lupin —la amenaza en su voz no se hizo esperar.

—Te veo esta noche en el quinto piso —sonrió dulcemente, ocasionando molestia en el Slytherin—. No llegues tarde, Malfoy —y alargando la última sílaba de su apellido, el castaño salió triunfante de aquel pasillo, con la seguridad de que el rubio estaba más que molesto y que, por supuesto, iría a su encuentro, pues no tenía opciones.

 

...

 

—Te odio.

—Odia a tu orgullo, a mí no. Yo no tengo la culpa —el castaño sonreía divertido por la situación en la que se encontraban.

Los dos estaban en el quinto piso, justo como lo habían acordado. La vestimenta del castaño era muy sencilla: solo llevaba una camisa blanca y unos pantalones holgados con algunos parches de colores que, en lugar de verse mal, lucían maravillosos, acompañados de un cárdigan color beige. Por otro lado, el Slytherin llevaba unos de sus típicos pantalones formales y una camisa blanca de botones, con las mangas arremangadas a la altura de los codos, dejando al descubierto sus firmes brazos.

—¿Ahora me dirás qué hacemos aquí? —cuestionó con voz llena de fastidio—. Cuando acepté unirme a ustedes, no me refería a ir a estas cosas —pronunció.

—Bueno, estamos buscando una habitación llamada "la habitación de los recuerdos". Don dijo que no buscaríamos un objeto, más bien información para una misión futura —expresó el castaño, ignorando olímpicamente la última frase del mayor.

—Me gustaba más cuando yo era quien te ponía nervioso —el rostro lleno de cicatrices se vio consternado ante esa afirmación del Slytherin.

—No me ponías nervioso —la voz del Gryffindor salió con algo de molestia mientras comenzaba a caminar, esperando que el rubio lo siguiera.

—Podría tomar cualquier pluma de cualquiera de estos salones y mostrarte a qué me refiero —el guiño que recibió le causó un ligero sonrojo al recordar vagamente cómo se sentía el suave tacto de aquella pluma por su bronceado cuello, como internamente contenía la respiración ante la excitante experiencia que estaba viviendo. Remus, concéntrate.

La sonrisa de superioridad que mostraba el rubio no se iría con nada, ni siquiera con el pequeño bufido del contrario.

—Concéntrate, Malfoy. Busquemos la maldita habitación —gruñó aún sonrojado el de ojos miel.

—¿No te dijo nada más, en serio? Es literalmente una aventura a ciegas —expresó, intentando ignorar lo lindo que lucía el menor ante sus ojos.

La tensión en el aire era palpable mientras Remus y Lucius se miraban, cada uno en su propia burbuja de incomodidad y desafío. Remus respiró hondo, tratando de despejar su mente de pensamientos distraídos.

—Calla —dijo Remus, intentando tomar la iniciativa—. Don mencionó que la habitación de los recuerdos puede estar oculta detrás de un pasadizo que solo se revela a quienes tienen recuerdos que han olvidado.

Lucius arqueó una ceja, claramente escéptico. —Perdona si sueno incrédulo pero, no puede alguien tener un recuerdo si lo ha olvidado, entonces no lo considerarías recuerdo.

—Cualquier queja puedes ir con Don después —respondió Remus, cruzando los brazos—. Quizás debamos pensar y ver qué ocurre, quizás solo debemos considerar que hay algunos recuerdos que posiblemente estén borrosos o tal vez es cuestión de suerte.

El rubio se quedó en silencio, considerando las palabras del Gryffindor. Finalmente, dejó escapar un suspiro resignado. —Está bien, supongamos que me interesa todo esto. ¿Cómo comenzamos, solo hurgando en nuestra memoria?

—Tal vez debamos buscar indicios en las paredes o en los cuadros. Es más probable que empiece a aparecer algo, no lo sé  —sugirió Remus, dándose cuenta de que la idea lo emocionaba un poco.

—Curioso viniendo de alguien que es un sabelotodo y ahora no sabe que hacer —sopló con amargura el Slytherin, recibiendo solo un par de ojos dorados mirándolo con fastidio.

Ambos comenzaron a caminar lentamente por el pasillo, observando cada detalle. La luz tenue de las antorchas proyectaba sombras danzantes, y la atmósfera era casi mágica, pero la presencia de Lucius mantenía a Remus en un estado de alerta constante. Cada vez que sus brazos se rozaban accidentalmente, una chispa de electricidad recorría el aire entre ellos, pues para el licántropo el tacto de aquella serpiente era como una pluma, una pluma muy familiar que le hacía sentir un cosquilleo por todo su cuerpo.

—¿Tienes algún recuerdo que te gustaría recuperar? —preguntó Lucius de repente, rompiendo el silencio. Su tono era inquisitivo, pero también había un matiz de curiosidad.

—Sabes que no es necesario que hablemos, ¿verdad? — dijo el castaño ignorando al más alto y viendo a uno de los cuadros que estaban por ahí.

—Sí, pero considero que es mejor trabajar en un ambiente ameno para los dos, Lupin — aquella frase le hizo sentir un deja vú al castaño pues hace tan sólo unas semanas él era el que había dicho aquellas palabras.

Remus vaciló, sorprendido y al girarse para observar al rubio al otro lado del pasillo inmerso en la búsqueda de algo, fue que se heló, pues había dejado de ser fuerte ante la manzana de tentación. —Tal vez... recuerdos de mi infancia, momentos felices que parecen tan lejanos ahora. —suspiró —No lo sé.

Su respiración era un poco errática o así la sentía, ¿por qué nuevamente estaba nervioso si el rubio no estaba haciendo nada como hace unos momentos?, ¿por qué sentía ese picor en sus manos o esa sensación en su garganta? Solo para, respira, cálmate, controlate, pues es más probable que te sumergas en ti mismo ahora que eres uno con tu parte animal, quizás, pensó el Gryffindor, ¿quizás soy más susceptible ahora? O tal vez estoy nuevamente alucinando.

Le habían estado ocurriendo estos episodios durante esos días, nadie del grupo sabía pues no lo consideraba de importancia, varias veces al día sentía temblores en su cuerpo y su mente se iba a un lugar del cual no tenía conocimiento.

Lucius asintió, aunque su expresión seguía siendo impasible. —Los recuerdos pueden ser tanto un refugio como una prisión. Ten cuidado con lo que deseas.

Las palabras lo golpearon fuerte, un puñetazo limpio que lo hicieron reaccionar, pues era cierto que se había alejado mucho del presente y se encontraba merodeando por las lagunas de su mente.

El rubio dejo de investigar en la pared de piedra cuando sintió la presencia del lupino más pesada, pues si bien no era de su incumbencia le generaba una gran preocupación por lo que decidió girar su cuerpo para ver de frente al castaño.

La mirada de este estaba perdida en un punto fijo, se notaba levemente como mordía su labio inferior con algo de fuerza que incluso hizo enojar internamente al rubio, como era capaz de hacerle eso a sus lindos labios. Concéntrate, Malfoy.

—Lupin —habló. —Remus...

Noto como nuevamente un temblor ligero surcaba el cuerpo de su acompañante y como éste le regreso la mirada en un dorado intenso que parecía incluso brillar con algún tipo de luz.

—Mis recuerdos son más como el infierno, por ello es que la mente los olvida ¿no? —respondió con un hilo de voz.

—Lupin, ¿Estás bien? —no, no lo estaba.

—Si —afirmo dejando de jugar con su adolorido labio y volviendo a recuperar el control del temblor en su cuerpo.

—¿Ya te ha pasado esto antes?

—¿Qué?

—La disociación, el temblor, tus labios.

—Eso suele pasar últimamente, no te asustes.

—No es normal, Remus —el rubio se acercó lentamente al contrario y le sostuvo la mirada, una duda regreso de nuevo a su mente al ver como aquellos ojos dorados le respondían sin palabras, dorados... dorados.

Los ojos del castaño no habían sido dorados antes, se acordaba muy bien pues hubo algunos trabajos que habían tenido en conjunto donde más de una ocasión se había perdido en aquellos ojos que anteriormente eran café, un café mieloso con toques de verde rodeando la pupila, su memoria ni fallaba y no era estúpido.

—Puedo adivinar que te pasan muy seguido desde que aceptaste a tu lobo —la voz del Slytherin alteró el sistema de defensa del contrario pues noto como sus pupilas se dilataban viéndose amenazado. 

—¿Cómo?

—Es fácil sumar uno más uno, Lupin, pero quiero que sepas que tu secreto no saldrá de mi boca, no es de mi interés, mi interés radica en el color de tus ojos, está pronto a ser luna llena por lo que es normal verte más raro que de costumbre —hizo una mueca al escuchar al rubio. —Pero, no a tal extremo. Estás muy tenso, ¿Será que me consideras una amenaza? —cuestionó con una ceja alzada y luciendo una sonrisa de suficiencia.

—Callate, Malfoy, solo, callate —pidió el licántropo con un leve temblor comenzando a aumentar, como tormenta a huracán, como una fogata a un incendio.

—Dime, Lobito, ¿soy una amenaza para ti? —un gruñido fue callado en sus labios al morderlos pues no quería caer ante las tentaciones del mayor, estaba perdiendo no solo la lucha interna que tenía con Moony, si no también perdía contra Malfoy, siempre perdía contra Malfoy.

—¡NO! —gritó enfurecido pues había perdido la batalla y sus ganas de volver a tomar las riendas de todo este asunto eran más grandes. —En tus más retorcidos sueños serás una amenaza para mí —la sonrisa del Slytherin no se borró ningún momento de sus labios.

—¿Lo soy? ¿Soy una amenaza por qué siempre paso los límites de tu zona de confort? —cuestionó con siguió acercándose con pequeños pasos hacía el Gryffindor.

—Malfoy —amenazó.

El mayor se tomó el rostro del meroreador entre sus manos, acarició levemente las mejillas tensas del más bajo y se regocijo internamente de ternura, era un lobo asustado, un pequeño lobo asustado.

—Mirate, estás respirando con mucha fuerza, estás a la defensiva —habló con cuidado y se tragó una risa que quería escapar de sus labios, pues tal y como había querido, había recuperado el mando en la extraña relación que tenían Remus y él.

Mio caro —sin dejar hablar al lupino continuo. —Estas muy alterado —la sonrisa burlona en su rostro causó aún más molestia en el gryffindor quieren solo seguia quieto esperando paciente cualquier paso en falso.

Aún con las manos acariciando levemente el rostro contrario y con la sonrisa decorando sus labios, miró con detenimiento aquellos iris color oro, brillando con tanta fuerza que le causó un ligero cosquilleo en su vientre.

—Alejate, Malfoy —dijó, rogó, suplicó.

—Recuerdo que antes era más divertido, con tus contestaciones elaboradas y las bromas que hacías. —alejó sus manos del contrario sin dejar de mirarle a los ojos. —Pero viendo el lado positivo, así te vez más lindo, ¿Estás más calmado ahora, Lobito? —.

El castaño ya un poco harto de la situacion y los juegos del rubio le levantó el dedo corazón y se alejó a una distancia prudente, volviendo nuevamente s u labor de búsqueda, pues el rubio tenia razón, estaban a 2 días de la luna llena y ahora que su relación con Moony estaba más unida, las cosas iban a ser diferentes. 

—Lupin.

—¿Ahora que? —preguntó el castaño.

—¿Alguna vez le prestaste atención a los cuadros de este pasillo en específico? —el castaño negó aún sin volver a dirigirle la mirada. —Mira el cuadro de aquí —señalo un hermoso cuadro dónde se veían a un hombre y una mujer sentados en una mesa rodeados de pergaminos brillantes.

—Veo aquí a unos lindos jóvenes, Fionn —habló la mujer del cuadro.

—Thais —exclamó con calma el hombre ignorando a los jóvenes frente a él. —Ellos tienen una misión ahorita, no los interrumpas, mejor guialos, no gastes su valioso tiempo — sugirió levantando su mirada hacia la mujer.

Remus y Lucius notaron aquel caótico brillo en la mirada pintada, un brillo singular que el hombre portaba

–Bien, buscan la habitación oculta, ¿Verdad? —los dos asintieron. —Malfoy —el nombrado se sorprendió. —Jala la antorcha que está a mi derecha, cariño —la forma tan maternal del habla de la mujer le causó al rubio una sensación extraña.

Hizo lo que le pidió y pronto se abrió un pequeño pasadizo con una puerta al final, una puerta de madera de roble oscuro con decoraciones esmeraldas y bordados en la madera la cual la hacían lucir magestuosa.

—Por suerte para ustedes no encontrarán nada peligroso, solo tienen que tener en mente las dudas que desean resolver, los recuerdos que quieran recordar o conocer.

El castaño tomo la mano del rubio y le agradeció amablemente a la mujer pelirroja que los miraba con picardía.

—Solo no hagan tanto ruido —el guiño de la mujer hizo sonrojar al castaño quien jalo de forma insistente al rubio quien soltó una risa sugerente antes de hablar.

—No puedo prometerles mucho —con el rostro sonrojado el castaño logro mover al rubio y llevarlo por el pasillo hacia la gran puerta la cual abrió rápidamente siendo guiado por la vergüenza.

—Te encanta molestarme ¿Verdad? —gruño el castaño apenas entraron a la habitación.

—Es probablemente uno de mis hobbies, agradezco que te des cuenta —sonrió con altanería pero dejo de hacerlo al notar un frío vacío en la habitación, miro curioso el piso donde un espejo los reflejaba, mas el espejo tenia un brillo singular, acuoso, que le generaba intriga. —Lupin, mira dónde estamos.

—¿A qué se refería Don a que el único desafío seria adquirir la mayor cantidad de información? —la duda se respondió casi al instante cuando el piso de espejo se hundió debajo de ellos y los hizo descender por una sensación de túnel oscuro, los dos cayeron por unos minutos sintiendo la presión en sus cuerpos debido a la rápida caída.

Cuando el rubio sintió en sus pies un suelo sólido fue cuando abrió los ojos y dejó de abrazar al castaño pues se había aferrado a este como si su vida dependiera de ello.

Al mirar a su alrededor pudo notar que se encontraban en Hogwarts pero de forma muy distinta pues se miraba más antiguo.

—¿Donde estamos? —preguntó el mayor.

—La pregunta no es donde, si no ¿Cuando? — le respondió Remus con su mirada fija en los estudiantes que pasaban a su lado sin siquiera prestar atención a su presencia.

—Esto parece ser una reunión de alumnos —el Slytherin camino con pasos cautelosos por lala habitación intentando de forma vaga no llamar la atención pero claramente esos sería sumamente fácil.

Pues los alumnos de diferentes casas comenzaron a dialogar sin apuro.

—Abraxas, entiende que estos secretos no pueden ser revelados al mundo —dijo una castaña de ojos marrones mirando con decisión al rubio que estaba frente a ella.

Lucius miro rápidamente a aquella dirección, sus ojos se abrieron de par en par al visualizar a su padre, Remus siguió su mirada y cuestionando internamente la situacion en la que estaban.

—Euphemia, Abraxas tiene un buen punto —hablo ahora un mujer pelinegra y de cabellos lacios como una cascada, sus ojos negros que incluso las estrellas se veían reflejadas.

—¡No lo tiene, si esto cae en las manos equivocadas será un caos! —un castaño grito por la habitación alarmado a Lucius y Remus.

—Tenemos que devolver los objetos, no podemos permitir que lo que dijo Flemont se haga realidad,aunque sería divertido —otro hombre se hizo presente en la habitación haciendo un pequeño tic con su lengua que parecía casi familiar.

Fue en ese momento que parecía dividirse aquella mesa.

—Yo digo que lo sometamos a votación —propuso una pelinegra de ojos grises quien había estado callada en aquella discusión.

—No sería una buena idea, Walburga —una pequeña y algo robusta rubia habló causando que la nombrada rodará sus ojos.

—Pues sugiere algo, Annette —respondio cortante Abraxas.

—Hay que regresarlo a la oficina del director, regresemos los objetos que conseguimos y alejemonos de todo esto antes de que se vuelva más peligroso —habló con seguridad el Potter, haciendo que los Slytherins le mirarán mal.

—¿Y planeas ponerle fin a toda nuestro avance? Lyall, dile a Potter las consecuencias de lo que dice —pidio una rubia de porte elegante a lo que Lucius pudo reconocerla como su madre, tan inmenso en aquella conversación estaba que no se percató de la sorpresa de Remus al ver a su padre ser mencionado en la conversación.

—Sinceramente, prefiero dejar las cosas así, eso de perseguir misterios y jugar con las misiones es muy arriesgado, cada vez la dificultad sube, ¿En serio quieren continuar despues ver cómo quedo Admeria? —respondio Lyall.

—Tiene razón, por poco y pasa algo catastrófico en aquella misión, si no fuera por Euphemia todo hubiera terminado mal —dijo un tierno rubio con su mirada perdida y un tanto asustado.

—Lewis, tú también ayudaste —dijo la prometida de Potter.

—Sigo en desacuerdo con esto, y aunque considero toda esta reunión como una idiotez, hay que pensar muy buen lo que haremos, y será esto, el pergamino regresa a su lugar, los objetos también y tenemos que disolver el grupo —la única persona que hasta el momento se había mantenido completamente calmada y con una clara seriedad, hablo. —En cuando Admeria salga de la enfermería, todos seremos desconocidos otra vez —y nadie se atrevió a contradecir a Orion Black.

Fue así como la habitación fue cambiando mostrándoles recuerdos donde cada integrante de aquel grupo escondían o regresaban los objetos y reliquias que poseian. Finalizando con una imagen de Orion y Flemont guardando aquel pergamino en las profundidades de la oficina del director.

—Osea que...

—Asi es Malfoy, nuestros padres también encontraron el pergamino pero, algo pasó que los hizo regresarlo... —contestó el castaño, lo que claramente a los dos les sorprendía.

—Pero entonces si el pergamino ha estado en Hogwarts desde antes de nuestros padres... ¿Como fue creado? —y aquella pregunta obtendría su respuesta pues cuando el rubio termino de hablar la habitación volvió a parecerse a un agujero infinito que los hizo caer en picada y con una velocidad sumamente alta.

—¡Merlin! ¡Merlin! —gritaba una pelirroja que se les hizo muy familiar a los dos.

Aquella habitación había cambiado, ahora mostraba una sala de escritura demasiado desordenada, libros tirados aquí y haya, manchas de tinta regadas en el suelo y varios pergaminos malgastados y arrugados decoraban la pared.

—Thais, ¿Qué sucede? —pregunto el Slytherin anteriormente mencionado, aclarándoles a nuestros dos curiosos que aquella mujer pelirroja de uniforme de Hufflepuff era la mujer del cuadro que los había ayudado.

—Fionn ya terminó de guardar los objetos —avisó y pudieron notar como el conocido mago Merlin lanzaba una sonrisa.

—Me alegro, Kahia termino las últimas profecías hace unas horas, solo necesito terminar el pergamino de nuestros avances y llevaremos todos estos conocimientos a —el mago callo al ver como una castaña con el uniforme de Ravenclaw entraba a tropezones sus ojos cristalinos desorbitados y con un temblor en su cuerpo.

—Merlin, tenemos que eliminar todo —.

—Imposible, son años de investigaciones que hemos hecho desde primer año —exclamó exaltado el gran mago.

—No fue una pregunta —dichó aquello la Ravenclaw tomo todos los papeles y libros de la mesa y comenzó a romperlos con dificultad.

—¡Estás demente Kahia! 

—¡Kahia detente! —gritó la Hufflepuff aunque claramente no fue escuchada.

Entre tanto alboroto y gritos apareció un Gryffindor rápidamente y tomo a la castaña entre sus brazos.

—¡¿Qué mierda te pasa, Kahia?! —gritó intentando mantener aprisionada a la mujer.

—¡No lo entienden!, todo lo que hemos descubierto causará mucho daño, ¡debemos parar! Tenemos que evitar que todo lo que inventamos, que todas las profecías que hicimos sean descubiertas, tenemos que evitar que eso... sea abierto, será muy peligroso si alguien lo consigue, lo saben, ¡todos ustedes lo saben! —gritó logrando escaparate del agarre del hombre que también se les había hecho familiar debido a que era el hombre del retrato.

La castaña tomo ahora una vela que se encontraba en la mesa y sin cuidado alguno la dejó caer al suelo incendiando al instante todo aquello en lo que habían trabajado, convirtiendo en cenizas todo aquel conocimiento y avance.

El Slytherin con el puño apretado por la rabia al ver todo su trabajo destruido solo pudo odiar a su amiga del alma, pero ese odio paso al segundo plano en cuanto vio como las llamas subían por el uniforme de la Ravenclaw. —¡Kahia! —gritó asustando incluso a quienes no pertenecían a aquel recuerdo.

La pelirroja miro con ojos alarmados como su amiga gritaba de dolor pues su piel comenzaba a calcinarse poco a poco.

—¡Fionn, tu varita! —grito la pelirroja desgarrandose la garganta.

El Gryffindor acato la orden y comenzó a buscar desesperado su varita entre sus ropas, grave error pues a la habitación secreta se entraba sin varita para evitar alteraciones mágicas, regla que habían impuesto hace años.

—¡No la tengo! —gritó con desespero, pues la habitación había comenzado a ser inundada de humo espeso.

—¡Merlin, vete y pide ayuda! —exclamó Tahis en un intento de sincronizar su mente para idear un plan.

El Slytherin hizo caso al pedido y cubriendo su nariz y boca con su capa se convirtió en una nube gris para después desaparecer, era el único con la edad decente para hacerlo pero con poca experiencia en ello.

Mientras eso pasaba el Gryffindor buscaba acercarse a su amiga quien gritaba de dolor, el olor a piel abundante le llegaba a sus fosas nasales y sintió un revoltijo en el estómago pues, era sumamente asqueroso. Tomo el cuero de su amiga entre sus brazos intentando apagar el fuego y con ayuda de el collar en su cuello que comenzó a brillar intentaba sanar las heridas de Kahia.

—¿Esta llorando? —preguntó Lucius.

—Si, pero mira como la piedra en su cuello brilla y pareciera que las quemaduras de ella sanan —menciona Remus.

—¡Fionn! —gritó la Hufflepuff, intentando atravesar las llamas pues perdió de vista a sus amigos.

—No te vayas, no te vayas, porfavor, Kahia, ¿Qué te alteró así? —sollozaba el hombre con el cuerpo incinerado de su amiga entre sus brazos.

—Fionn, nosotros no debemos abrirla, Merlin no debe abrir eso, el no... No es bueno... —las palabras que la Ravenclaw susurro en su oído invadieron su mente pues siempre tenía una razón coherente para decir las cosas. —Toma... mi... anillo, encuentra a quienes si sean... qué si sean buenos. —soltó sus últimas palabras en un susurro, aquella conversación ni fue escuchada por las dos personas que veían la situacion, ni tampoco por la pelirroja en aquel recuerdos

—¡Fionn, ¿Kahia está bien?! —tosió con dificultad pues el humo era cada vez más denso.

—Murio... —solo eso pudo responder.

—No...no, no, imposible —la pelirroja estaba en shock.

—¡Thais, salgamos de aquí! —soltó con sumo cuidado el cuerpo de su amiga y se encaminó para pasar por las llamas de la habitación, el techo se caía a pedazos al igual que los muebles y la tinta en el piso parecía ayudar de combustible para que el fuego se intensificará.

—¡La puerta está sellada! —gritó.

El gryffindor pudo llegar con ella y envolverla en sus brazos buscando protegerla del fuego.

—Calabaza.. ¿recuerdas el hechizo de asociación a objetos que habíamos estado haciendo los cuatro? —pregunto el castaño.

—Si... —respondió ella.

—En ese estante de piedra están la pluma que creó Kahia y el pergamino que hechizo Merlin —parecia su única salida pues al ser los objetos más poderosos tenían varios hechizos de protección en ellos, pero solo había un problema, aún no habían creado un hechizo para salir de ellos una vez hubiera acabado el incendio.

—Merlin va a venir, Fionn, el traerá ayuda —la tos de la pelirroja era cada vez más fuerte.

—No lo hará, seguramente nos dejara aquí, no podemos confiar en él —contestó enfadado con su amiga por confiar en falsas esperanzas.

—¡¿Por qué dices eso?! —exclamó ella.

—Porque ya hubiera regresado, calabaza, solo tenemos esta salida —señalo rápidamente al estante sintiéndose aliviado al ver la determinación de su novia. 

—Bien, hagámoslo —y fue así como rápidamente condenaron sus vidas llenas de alegría a unas vidas solitarias y vacías, porque estar condenado a la inmortalidad es sumamente horrible, pero fue más horrible ver como su amigo Merlin después de que el incendio acabará entró a la habitación, con lágrimas en los ojos busco aunque sea una pizca de la presencia de sus amigos encontrando nada a la vista.

Fue entonces que la decisión fue tomada por el gran mago, su amiga no había entrado en la locura por algo tan sencillo, todas esas profecías y objetos que tenían guardados en aquel lugar en el bosque prohibido, donde todo había iniciado, eran peligrosos, por lo que tomo con cuidado los únicos dos objetos que quedaron ilesos y se dirigió a aquel lugar.

No tardó mucho en llegar pues había tomado ciertos atajos que solo ellos conocían, secretos que morirían con el igual que con sus amigos.

Al entrar a aquella habitación coloco la pluma y el pergamino en una mesa y conjuro un poderoso hechizo, uno a uno los objetos iban desapareciendo y eran enviados a lugares recónditos donde Merlin se encargó de poner desafíos peligrosos y complicado, pues no quería que cualquier persona los encontrará.

Las profecías que tenía escritas decidió conjurar las dentro del único pergamino que había quedado ileso, seguramente escondernos muy bien a aquel trozo de papel.

Merlin desconoció hasta último momento que sus dos amigos habían asociado sus cuerpos y almas a dos de los objetos que él se encargó de ocultar pues para poder tener posesión completa del objeto se necesitaban 10 días, así que las palabras de el Gryffindor y la Hufflepuff murieron en su interior.

La habitación volvió a cambiar justo a una habitación parecida a las recámaras de Slytherin.

—Lo encontré en un armario viejo de una habitación oculta —dijo alguien. —Habla y nos encomienda misiones para recuperar algunos objetos. Lo llame Don

—¿Y que fuiste a conseguir hoy? —

—Una pluma, es muy linda, la deje en el estante la llamé Quilluminar, ¡por que brilla... —las voces se alejaron y fue entonces que Remus y Lucius lograron ver a la pluma moverse.

 

"¿Eres tonto? Si Merlin oculto los objetos fue por una razón."

 

"Sabes igual que yo que, Merlin cometió un error y que Khaia se volvió loca."

 

Mintio pues necesitaba que su amiga siguiera protegiendo a las personas que el encomendaba, el no quería más heridos ni perdidas.

 

"Sabes que los desafíos que puso Merlin son muy peligrosos he imposibles, ¡no mandes a niños a cumplirlos!"

 

La pluma se iluminó enojada.

 

"Lo siento, calabaza, pero confía en mí, además son niños fuertes y capaces."

 

"No lo sé... Y si..."

 

"Nosotros construimos eso con un fin, no podemos sepultarlo para siempre, además descubrimos objetos, secretos en Hogwarts y también de la historia, podríamos hacer que todo sea una linda aventura, encontrar a quienes si puedan abrir "eso"."

 

"Bien... Confío en ti."

 

Y con esas últimas palabras escritas en el aire aquel recuerdo desapareció, dejándolos a ambos nuevamente en aquella habitación con el suelo de espejo.

—Es... Mucho que procesar —hablo el castaño.

—Por está razón yo no quería entrar a todo esto se los desafíos —expresó el rubio mirando con enojo a su acompañante.

—Pero, ¿si el Don tiene razón y Kahia solo se volvió loca? —cuestionó el Gryffindor.

—Lupin, Merlin puso desafíos peligrosos por una razón, lo que sea que fuera que hiciera a aquella chica prender todo en fuego es muy poderoso y no nos compete —intentó explicar Lucius.

—¡¿Pero también escuchaste a nuestros padres?! —gritó. —La información que obtuvieron fue mínima y si cae en las manos equivocadas puede ocasionar algo horrible y pienso que con nosotros esa informacion, eso, que querían ocultar estará a salvo.

—No sé si recuerdas que la Mamá de Barty, la señora Admeria, estaba en la enfermeria cuando nuestros padres tomaron la decisión de parar —expresó.

—Lucius, nosotros no acabaremos así.

—Si no fuera por nosotros Black y Pettigrew estuvieran muertos.

—Malfoy —el brillo en los ojos del licántropo era atrapados, pues reflejaba curiosidad pura.

—Lupin, no.

El castaño se acercó al mayor quitando la distancia que había entre los dos.

—Lucius, Don quería que viéramos esto por alguna razón, quizás es una prueba de confianza o algo, nada nos asegura que lo que acabamos de ver será real...

—Supongamos que tienes razón, si la misión era recabar información entonces ¿qué hacemos? —debía admitirlo, el de ojos dorados tenía un punto pues no podía confiar en lo engañosas que podian ser las paredes de Hogwarts.

—Salir de aquí y no decir nada de lo que vimos —resolvío sin problemas como si fuera lo más sencillo del mundo. —Nadie sabe que vinimos aquí, nadie debe de enterarse, no queremos alarmar a los demás con cosas que podrían ser falsas.

Ay pequeño, la curiosidad mató al gato, eso dice la gente de experiencia, pero algo hay en ustedes que claramente les impide alejarse del peligro, y no es más que el destino pues algunas veces a este le gusta jugar, entiendanlo, es aburrido siempre seguir la misma línea, y es aburrido permanecer con el conocimiento de algo gigante guardado en algún lugar de Hogwarts.

¿O no... Fionn?

Aún con las dudas en su mente el rubio acepto la propuesta pues nunca escucho ni leyó en algún libro de historia sobre Merlin y sus amigos. Tampoco su madre ni su padre le habían contado historias de sus aventuras

Todo parecia ser una verdad disfrazada de mentiras.

¿No es así?

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