Misterios

Harry Potter - J. K. Rowling
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Misterios
Summary
Los Merodeadores, liderados por James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew, se embarcan en una intrépida aventura al descubrir un antiguo pergamino que revela secretos ocultos de Hogwarts. A medida que desentrañan enigmas mágicos y pasadizos secretos, se topan con misteriosos eventos del pasado de la escuela, desencadenando el desafío de proteger a Hogwarts de fuerzas oscuras que amenazan con resurgir.Pero también juntando sus destinos con los príncipes de Slytherin, lo que ocasiona descontentos pero también surge el amor.
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XVII Fotos

Narrador omnisciente

Las manos le temblaban constantemente. Nunca había hecho esto solo; siempre había estado acompañado de sus amigos cuando se trataba de ir a las mazmorras. Pero ahora era diferente, y estaba más que claro que no podía llevar a ninguno de sus amigos con él.

Bajo la capa de invisibilidad, se escabulló entre los pasillos oscuros de Hogwarts, iluminados solamente por linternas de aceite colgadas a cada lado en cada pared. El frío lograba colarse por los arcos que adornaban la pared exterior y lograba causarle frío en los talones, pero aún con toda su mente corriendo en dudas, decidió que el miedo no iba a detenerlo.

Esperó paciente cerca de la puerta de aquella sala común, intentando que la capa no se cayera y que todo se fuera a la mierda. Pero resultó ser incluso más fácil de lo que esperaba. Miró cómo Regulus Black salía de la sala común a esas horas de la noche. No sabía para qué, pero sí sabía que iba a ir con James, pues se habían peleado por quién necesitaría la capa y quién el mapa. Así que decidieron todo por el juego muggle de piedra, papel o tijera, donde Peter ganó y decidió quedarse con la capa. ¿La razón? Con el mapa podría esconderse y evitar a las personas, pero con la capa podría incluso pasar al lado de ellas sin problema, justo como en este momento.

Cuando las puertas se abrieron dando paso a un apurado Regulus, el pequeño Peter decidió ingresar a terreno peligroso. Confiaba en que esta noche con Barty fuera divertida, porque estaba arriesgando su integridad física al entrar a aquella sala siendo un Gryffindor en todo su esplendor.

Subió rápidamente las escaleras hacia el dormitorio de los varones, donde se dedicó a mirar cada uno de los recuadros donde se encontraban los nombres de los integrantes de cada dormitorio. Fue grata su sorpresa tardar demasiado en encontrar la habitación del castaño, pero no era su culpa que las habitaciones de solo dos personas estuvieran tan alejadas por el pasillo.

Conteniendo un suspiro, tocó con sus nudillos la madera de roble oscuro, sintiendo que ante esto no había vuelta atrás. El castaño abrió la puerta extrañado al no ver a nadie, pero se sorprendió aún más al verse empujado al interior de su propia habitación.

Was zum Teufel?! (1) —gritó cuando cayó al suelo, al tiempo que miró la puerta cerrarse. Los pantalones grises holgados que tenía no dejaban nada a la imaginación, y la camisa básica blanca le dejaron a Peter deducir que era lo primero que se había puesto para abrir la puerta.

Una idea fabulosa surcó por su mente, pero no tuvo tiempo de pensarla bien cuando su cuerpo se movió solo. Se posicionó sobre el cuerpo de Barty, aún con la capa puesta, con las piernas separadas a cada costado del Slytherin. Este solo sintió asustado la presencia sobre él.

En un momento, el Gryffindor jaló con fuerza uno de los lados de la capa, tirando de ella por completo y mostrándose con una sonrisa bromista encima de Crouch.

—Boo —susurró coqueto, soportando su propio peso con ambas manos a los costados de la cabeza del de ojos verdes.

—Pecas —suspiró, más pálido de lo normal. Parecía que había visto un fantasma. —No vuelvas a hacer eso —regañó con calma, colocando sus manos en la cintura del mayor para así poder tomar impulso y sentarse, dejando al rubio sobre su regazo.

—Te recuerdo que aquí el mayor soy yo; no puedes regañarme —el leve ceño fruncido que había puesto el de manchas en el rostro causó una leve sonrisa en el contrario.

—Okey, señor, le pido por favor que no vuelva a cometer ese acto, ya que me causó un susto extremadamente grande, lo cual pudo haber acabado muy mal —habló con tanta monotonía que Peter casi podía jurar que el gracioso Bartemius no era el que le sujetaba la cintura en este momento.

—Pero no pasó nada; solo fue un susto pequeño. Además, necesitaba entrar rápido. Te recuerdo que soy un Gryffindor en territorio enemigo. ¡Si me ven, me linchan! —acusó, haciendo un pequeño ademán infantil con los brazos, intentando demostrarle a Barty la gravedad de la situación.

—Me gustaría verlos intentar siquiera acercarse a ti —el brillo juguetón en los ojos de Barty desapareció en ese instante; de hecho, sus ojos parecían no brillar. —En serio me gustaría ver que lo intenten —el agarre en la cintura del león se intensificó y una sonrisa de poderío apareció en sus labios. —Aquí nadie va a hacerte nada, no mientras sepan que vienes conmigo —regresó a la normalidad.

—¿Qué les haces para que no se metan con tus amigos? —preguntó el ojiazul.

—Nada, aquí te haces una reputación, Pecas —aclaró, abrazando ahora por completo la cintura del mayor para acercarlo a su pecho en un agarre protector.

—¿Qué reputación tienes tú? —preguntó, paseando sus manos por el pecho de la serpiente y jugueteando con la tela de la camisa.

—De loco —soltó una risa al ver la expresión de susto del león. —En realidad, en primer año encaré a uno de séptimo y nos peleamos en un duelo. Le gané con hechizos complicados y desde ahí, la gente sabe que no debe tener problemas conmigo —razonó, colocando ahora su cabeza en la curvatura del cuello blanquecino frente a él, aspirando el leve olor a cereza. En serio necesitaba saber cómo el menor lograba oler y saber a esa fruta.

—Eres alguien muy impresionante, Barty —aquello lo hizo levantar la cabeza para mirar a aquellos hermosos ojos cielo.

—Tú también me tenías miedo —la voz del Slytherin se sentía fría y apagada ante aquel susurro.

—No te tenía miedo —intentó hablar.

—James te defendió de mí hoy, y aunque no me agrade ese cuatro ojos, sé que solo busca protegerlos —la mano se paseó de la cintura de Peter hasta la mejilla de este. —¿Sabes qué me dio curiosidad aparte del olor a cereza? —preguntó con una ceja elevada, intentando contener una pequeña risa al ver cómo el otro se esforzaba por no cerrar los ojos ante el tranquilo toque en su mejilla.

—A mí me daban miedo todos los Slytherins en general, Barty —aclaró—. Y no, no sé qué te dio curiosidad.

—Cómo me confrontaste, cómo no tuviste miedo a encararme en ninguno de los momentos que estuvimos solos, y joder, te veías tan seguro que me encantó, me encantó que alguien no huyera de mí —susurró.

—Sí, bueno, admito que me daba rabia que me escucharas sin mi consentimiento —acusó, golpeando levemente el pecho del menor con el puño cerrado.

—Detalles.

—Se llama falta de respeto a la privacidad —rió al ver que Barty intentaba parecer ignorante ante el tema.

—¿Y si mejor nos levantamos del suelo y hacemos lo que te prometí? —aquel guiño que el castaño le dio dejó un sonrojo enorme en el rostro del león.

—Mmm, aún no estoy seguro de querer que me tomes fotos, Barty, saldré horrible —suspiró estresado.

—Peter, saldrás hermoso, porque eso eres.

—Lo dices solo porque tienes una hiperfijación conmigo —gruño.

—¿Por qué me dejas besarte? —al notar cómo el rubio cayó sus reclamos, volvió a hablar. —¿Lo notas? ¿Notas lo extraño que es esto? —la sonrisa divertida que realizó el castaño al señalarlos a ambos al decir eso dejó al rubio aún más sin palabras.

—No.

—Yo ya te di mis razones, puedes tomarlas como locas pero joder, Peter, tú eres una maldita obra de arte andante y yo solo quiero admirarte —las caricias en el rostro contrario no pararon, solo se hicieron tan delicadas que parecían un beso del viento.

—Yo, yo solo sé que eres atractivamente extraño, Barty, y puedes tomarlo como un cumplido, pero tú eres ese algo que me encanta en las recetas, ¿sabes? Cuando sabes que tienes todos los ingredientes pero aún así le agregas eso que hace que sepa rico, que sepa delicioso, que sepa a casa —los ojos de Peter se volvieron cristalinos en ese instante. —No sé por qué mierdas te besé ese día, somos una casualidad, una casualidad llena de intención que aún no descubrimos —recitó con algo de duda.

—Entonces déjame tomarte unas hermosas fotos de pura casualidad llenas de intención - susurró, bajando su mano nuevamente a la cintura del Gryffindor para darle leves caricias.

—Bien, hazlo, pero, tú tienes que dejar que yo te pinte un día de estos —la pequeña mano se extendió frente a él, ojiverde, y este la aceptó gustoso.

—Trato, Pecas —después de eso pasó sus manos a los muslos del más bajo, causándole un sonrojo, pero no tocó de más, solo los tomó firmemente y se levantó con las piernas de Peter rodeando su cintura.

—Barty, sé caminar —renegó molesto.

—Me gusta tenerte cerca —levantó los hombros en señal de que eso no le importaba para después interrumpir el próximo reclamo de Peter con sus labios, en un beso caliente, un beso que claramente Barty controlaba, un beso hambriento.

Peter soltó un gemido actuando sintió la lengua de la serpiente recorrer su garganta, no se habían besado así nunca, nunca con esa intención. Sentía las grandes manos acariciar sus muslos, incluso sentía escalofríos cuando los anillos de plata rozaban su piel.

—Haz eso otra vez —pidió el castaño con su característico brillo de curiosidad.

—¿Hacer qué? —preguntó sin aliento el rubio, a la par que rodeaba el cuello contrario con sus manos y comenzaba a jugar con aquellas hebras en sus dedos.

—Ese sonido, el que hiciste —pidió.

Peter entendió lo que el menor quería, pero el sonrojo surgió en su cara de repente.

—Tomemos las fotos, Bartemius —dijo, cubriéndose la cara con sus manos.

El menor, captando la vergüenza del rubio, lo dejó en la cama de seda verde, la cual le pertenecía. Lo recostó con cuidado, admirando con la vista y el tacto cómo aquel hermoso ángel yacía en su cama. Corriendo, fue por aquella cámara muggle que había obtenido y con su varita colocó algunas luces alrededor de ellos.

El león destapó su rostro y se dio cuenta de lo iluminada que estaba la habitación, la luz traspasaba la ventana que daba al fondo del lago negro, creando una linda atmósfera.

—Iniciemos con algo sencillo, ¿de acuerdo? —a voz ahora calmada del castaño llenó la habitación. —Dobla la manga de la sudadera que traes —pidió con amabilidad mientras se acercaba con la cámara y un soporte para ella.

Colocó el trípode cerca de la orilla de la cama y se puso detrás de ella para hacer los enfoques.

El mayor hizo caso y dejó su delgada mano libre de tela. Una vez hecho eso, el castaño la tomó con la suya propia y la extendió en la cama. En ese instante se escuchó un click, la foto había sido tomada.

—Tienes que esperar a que las revele, pero te prometo que quedarán geniales, confía en mí —susurró sin soltar la mano de Peter y dándole un pequeño beso en el dorso. —Déjame fotografiar tu rostro —pidió con una sonrisa.

—Bien, confio en ti —suspiró, sentándose en el borde de la cama, permitiendo así que las luces le apuntaran casi directamente. —Pero... pero no quiero ver esas, ¿está bien? Guárdalas para ti - pidió con un ceño de súplica en el rostro, al cual el castaño no pudo negarse. El Slytherin se colgó la cámara en el cuello y admiró cómo el rubio cerraba los ojos por la luz.

Tomó una de las pecas en su nariz y prosiguió a tomar fotos de sus mejillas. Le daba tanta atención que incluso podía parecer abrumadora; el rostro serio y concentrado de Barty era algo de admirar, pues se estaba esforzando en que las fotos lograran demostrar lo que él quería: aquella marca de individualidad.

En una de las fotos le pidió abrir los ojos, aquellos ojos azules se miraron completamente hermosos en el lente de su cámara, y era de esperarse que Barty sintiera orgullo de sus tomas, aunque su modelo era de por sí hermoso, fotografiar a alguien es un arte, un arte que el adora.

—Peter, ¿tienes pecas en la espalda también?— pregunto con curiosidad al ver levemente que las pecas recorrían hasta su espalda.

—Sip, está infestada— miro al menor con duda pero supo identificar ese brillo de emoción. —¿Quieres que me quite la sudadera?— pregunto con una sonrisa de burla en su rostro cuando recibió un asentimiento.

Lo hizo sin objetar, de igual manera había ido a tomarse fotos ¿no es así? Se recostó sobre la tela como Barty le estaba pidiendo, posó sus brazos flexionados para que soportarán su cabeza y dejó su espalda a la vista de un asombrado Slytherin el cual estaba dejando volar su imaginación. Solo tomo una foto.

No supo cómo pero tenía al menor sentado en su espalda baja para que le tomara la foto, lo cual hizo, pero sin que él Gryffindor se diera cuenta, dejo la cámara a un dado, paseo sus dedos deseosos de tocar aquella piel por toda su extensión.

Miraba con diversión como a su modelo le daban escalofríos, pero no lo detenía, sin tener control de sus movimientos acercó su rostro a ese lienzo con gotas de pintura y comenzó a repartir pequeños besos por todas partes.

—¿Barty? —preguntó con una duda coqueta el ojiazul.

—Shhh —pidió silencio para poder continuar repartiendo aquellas muestras de cariño, beso, beso, beso, besó cada parte que estaba a su alcance hasta llegar al cuello de Peter. —¿Por qué te daban miedo los Slytherins? —preguntó para enterrar superficialmente sus dientes en aquella sensible zona.

—Cuando iba en primero, un grupo de Slytherins me molestó, me dejaron golpes en todo el cuerpo, solo por qué pasaba por el pasillo —contó disfrutando brevemente de aquellos besos y mordidas leves. —Al día siguiente, después de que le dije a James, los tres tipos estaban colgando en baba roja, fue diverti- ¡Ah! ¡Bartemius! —gritó al sentir una mordida más fuerte, tanto que incluso pudo sentir como el Slytherin cual serpiente le había encajado los colmillos.

Es tut mir Leid (2) —mencionó, aunque claramente no lo sentía.

—Desde ahí, me da miedo hasta ir a pociones, no me gusta estar en el territorio de las serpientes —en un ágil movimiento, Peter quedó boca arriba en aquella cama y Barty estaba arriba de él.

—Pero viniste, aún así —afirmó alzando una ceja al tiempo que tomaba la parte posterior de las piernas de Peter, para poder colocarse entre ellas.

Aquella imagen comprometedora de el Gryffindor sin camisa y con las piernas abiertas, dejando espacio a el Slytherin quién todavía conservaba su vestimenta fue fotografiada por Barty con un hechizo sin varita.

—No me gusta estar aquí, pero me gusta estar contigo —aquello no se podía negar, tampoco la felicidad del ojiverde, tanto fue que acercó nuevamente sus labios a los de Peter y comenzó un peso intenso el cual rompió casi en segundos para poder repartirlos por el cuello de este, dejando ahora pequeñas manchas moradas que esperaba que se notaran de aquí a China, una, dos, tres en el cuello. Una, dos, en la clavícula. Una, dos, tres, cuatro en el hombro.

El castaño se alejó contento admirando su nueva obra de arte, esto ameritaba otra foto pero quizás cuando se notaran más.

¿Acaso me pediste permiso para dejarme malditos morados? —cuestionó con falsa molestia el Gryffindor el cual hablaba con la respiración acelerada.

—Te quedan bien, de hecho te quedan muy bien —se saboreo cada palabra que salió de sus labios y volvió a besar los contrarios, un beso más tranquilo, más dulce, un beso apacible.

Ich bin verrückt nach dir (3)—susurró sobre los labios ajenos para después darles un pequeño mordisco, uno tan caliente que Peter no pudo soportar el no soltar un pequeño gemido, uno que claramente Barty estaba buscando.

Mierda, Cielo, no hagas eso —pidió para despues con su mano cubrir su boca.

—Me gusta como suenas, no tiene nada de malo, Pecas —suspiró resignado a que ya no volvería a escuchar aquel sonido, tenía que aprender a respetar los límites que le marcaban pero, era tan irresistible.

—Venia a tomarme fotos ¿lo recuerdas?— tomo ahora con sus manos la parte de inferior de la camisa blanca que tenía Barty y jugueteo con ella. —Eres un calenturiento de mierda, Niño—.

La pregunta se respondió con una sonrisa sugerentemente coqueta, Barty también tenía la respiración algo acelerada por los besos anteriores y sostenía su peso con dos de sus brazos a los costados de la cabeza de Peter, podía sentir como aquellas escurridizas manos se adentraba por debajo de su camiseta y comenzaban a tocar, a explorar.

—No pasará nada que no quieras —susurró el castaño al oído del mayor. —Si solo quieres besos, si haré, si quieres caricias, también lo haré, lo que quieras —la picardía y avaricia tal y como la de un zorro se hicieron visibles para Peter, no entendía por qué siquiera había iniciado a hablar con Crouch, tampoco sabía cómo habian acabado así. Con el castaño repartiendo besos por su cuello y sus propias manos en aquel firme abdomen.

—¿Tu sabes por qué me dejó besar por ti? —pregunto con clara duda y el aire faltandole.

—Quizas, curiosidad, quizás, quizás sea como dijo Quill, quizás no sea casualidad —aquel susurro inocente hizo al mayor reflexionar.

—Barty, sabes que me tratas como a una de tus famosas conquistas, ¿Verdad? —cuestionó separando sus dedos de aquella dersa piel y llevando sus manos al rostro del Slytherin para detenerlo. 

—¿Qué? Peter, no —contestó con molestia en sus ojos. —¿Crees que hago esto con todas mis conquistas de una sola noche? ¿Crees que les tomo fotos? ¿Qué les miro de la forma en la que te miro? —negó con la cabeza. —Te equivocas, por eso se llaman conquistas de una sola noche, siempre lo dejo en claro, tú no eres una de esas conquistas, que nunca te cruce por la mente compararte —regaño con calma y dejando que el mayor le diera cariños en sus mejillas.

—Es raro, pero, incluso aquella vez en el pasillo le conté a James que me sentí raro, sentí como—.

—Como si debiera amarte —acompletó el castaño. —Yo le dije a Regulus algo parecido, pero yo no tengo ningún problema en comprender mis sentimientos, si tú los tienes, respetaré lo que me pidas —sonrió.

—Quiero tenerte aquí conmigo, quiero besarte, quiero tocarte y que también me toques, eso quiero —susurró el rubio con cuidado en sus palabras, si nada de eso era casualidad, si sentía aquel sentimiento desde hace semanas, si se habían besado debido a la tensión, nada importaba, solo importaba aquel fuego ardiente que sentían en su pecho, en sus manos y en sus labios, pero nada más.

—Entonces eso haremos, Liebe (4) —y lo beso nuevamente, sus labios danzaron en una armonía deslizándose entre lo caliente y lo adorable, quedándose en una línea fina y fija que no buscaban traspasar.

Las manos de Peter volvieron a pasear por debajo de la camisa blanca de Barty, tocando cada cuadro de trabajo que el Quidditch le dejaba, el Slytherin sonrió en medio del beso antes de separarse, para poder quitarse la camisa, no tuvo ni tiempo de reaccionar cuando el rubio atacó su cuello repartiendo lindos besos por todas partes.

De su boca salían gruñidos bajos, le gustaba que el león también reclamará su lugar de esa manera, el no tendría vergüenza en demostrar que aquellos morados eran gracias al Gryffindor.

Una de las manos del castaño se deslizó hasta el muslo del contrario, regalo pequeñas caricias calidas, sonrió con diversión cuando escuchó en su oído el pequeño gemido que se escapó de los delegados labios.

—Eres un niño en hormonas, en serio, creí que ya tenía con James y Sirius —alegó con falso enojo y dejando ir su cabeza hacia atrás para soltar un gemido fuerte ante el leve apretón que el Slytherin le había proporcionado a su muslo.

—Lastima, por ti —tarareó con malicia y aprovechando aquella posición hizo suyo aquel cuello que le era ofrecido.

Un lienzo en blanco que estaba marcando, manchando y convirtiendo en una obra de arte, en una magnífica pieza que podría poner en algún museo.

Duraron así casi toda la noche, no fue hasta que sintieron que sus labios ya estaban cansados que decidieron dormir con comodidad, Peter se colocó la camisa que Barty se había quitado y se despojo de su pantalón, pues según la serpiente, se miraría mejor con solo su camisa puesta, para su buena suerte, está era lo suficiente grande como para cubrir hasta sus muslos.

Sin esperarlo más se quedó dormido en el regazo del heredero Crouch mientras esté leía un libro con la escuza de no tener sueño.

—Yo cuido tu sueño, Pecas, no te preocupes —había dicho.

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