Misterios

Harry Potter - J. K. Rowling
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Misterios
Summary
Los Merodeadores, liderados por James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew, se embarcan en una intrépida aventura al descubrir un antiguo pergamino que revela secretos ocultos de Hogwarts. A medida que desentrañan enigmas mágicos y pasadizos secretos, se topan con misteriosos eventos del pasado de la escuela, desencadenando el desafío de proteger a Hogwarts de fuerzas oscuras que amenazan con resurgir.Pero también juntando sus destinos con los príncipes de Slytherin, lo que ocasiona descontentos pero también surge el amor.
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XIV Hablemos

Narrador omnisciente

—Y bien, hablen— el de ojos ónix habló con calma en aquella guarida. —Ahora.— dictaminó.

En la guarida, los Merodeadores reunieron a los Slytherins en un ambiente de camaradería y confianza. James tomó el pergamino, su mirada chispeante revelaba la emoción contenida. —Este pergamino es más que un simple mapa —comenzó, con entusiasmo. —Es una herramienta mágica que nos ha guiado a desafíos y misiones. En estas hemos obtenido algunos objetos, entre ellos a Quill  —fue entonces que la hermosa pluma apareció con elegancia, flotando alrededor de la habitación.

Todos la miraron con una pizca de curiosidad, pues era claro que la pluma tenía su encanto.

—También descubrimos una llave; todavía no sabemos qué abre, pero la tenemos escondida —mencionó el rubio de ojos azules, mirando a los presentes.

—Y la piedra de esta misión es un objeto mágico que con él, todos los presentes que tú desees, te dirán la verdad a lo que sea que preguntes —ahora era la voz de Sirius la que reinaba, causando que todo aquel en la sala mirase la piedra amatista que tenía en su mano.

—¿Puedes probar que esa piedra vale lo que dices? —preguntó Severus con una mirada acusadora a aquel rizado.

—Bien —reaccionó, elevando los hombros de manera calmada y caminando en dirección de Remus. —Remus, ¿cuál es tu opinión sobre Lucius Malfoy? —aquella pregunta causó interés en el mencionado, quien dirigió su mirada al licántropo, esperando la respuesta.

Remus tomó un momento para reflexionar, sus ojos miel mostraban un brillo de seriedad mientras consideraba su respuesta. —Lucius es un individuo intrigante —comenzó, su voz tranquila resonando en la habitación. —Posee una determinación admirable y una astucia que no se puede subestimar. Sin embargo, su lealtad a menudo se ve comprometida por su afán de poder y reconocimiento. Es alguien que juega un juego peligroso, donde las líneas entre la lealtad y la ambición están borrosas. —la seguridad con la que dijo esas palabras incluso asustó a los presentes, cuando Sirius chasqueó los dedos delante del castaño claro este comenzó a parpadear de forma rápida como si estuviera recuperando el control de su cuerpo.

—Bien, funciona, gracias por esas palabras Lupin —gruñó la serpiente, mirando con algo de recelo al licantropo.

—Ahora, nosotros no sabemos por qué Quill los involucró, no crean que nos alegra compartirles nuestro secreto —dijo el mayor de los Black, mirando a sus inesperados invitados en su guarida.

—Pues, quieras o no, nos necesitaron Black, que no se te olvide —señaló el heredero del apellido Crouch.

"Ellos son se suma importancia para lo que Don quiere que hagan, las misiones los llevaron a acercarse a ellos poco a poco, no crean que el destino juega todo en sus casuales encuentros, el pasillo, la cocina, ser equipo, las peleas, todo es un plan para algo más grande."

—¿Don? —preguntó el más pequeño de los Black, lo cual ocasionó que la hermosa pluma se dirigiera al pergamino que se encontraba todavía en manos de James y resplandeció en el.

—O sea que todo esto, ¿es por qué nos necesitan? —preguntó Snape mirando con incredulidad lo que aquel objeto mágico decía.

"Si, ahora ustedes también recibirán misiones, es necesario que las cumplan como lo han estado haciendo los leones, y que las culminen con éxito, Don, no solo los llevará a objetos excelentes, si no también a secretos y misterios que han estado en Hogwarts por generaciones."

Con eso dicho, la pluma de hermosa complejidad decidió regresar a su lugar en el tintero, las serpientes miraron a sus más odiados enemigos pensando entre ellos lo que iban a decir.

—No necesitan contestar ahora, de igual forma es "Don" quien decide cuando llamarnos y quién irá, tiene su forma de seleccionar —habló el rubio intentando romper con el ambiente de incomodidad que se había creado.

—¿No tendrían que avisarle a Dumbledore sobre la existencia de ese pergamino? —preguntó como si fuera obvio el heredero Malfoy.

—Tomé a Don de su despacho, brillaba y estaba cubierto en polvo, ahora empieza a tener un poco de sentido el por qué, tenía una necesidad de salir a caminar aquella noche, nada fue casualidad —el de lentes sujetó con algo de fuerza su cabeza buscando cómo reaccionar ante todo eso nuevo que estaba pensando, Quill nunca había mencionado que conocía al pergamino, y siempre pensó que el encontrarlo había sido casualidad.

—No iremos con Dumbledore, no hasta que descubramos algo enserio importante, por ahora solo han sido cosas facile— dijo el de cicatrices con algo de calma intentando tranquilizar a su amigo.

—Entonces, ¿están dentro o están fuera?— pregunta el mayor de los Black mirando a cada par de ojos que estaba frente a él en aquella pequeña mesa que tenían en el centro de la guarida.

—Black, si las misiones son como la que vivieron ayer, nada nos asegura seguridad— hablo siseante el de cabellos lacios mirando al de ojos grises con algo de preocupación casi indetectable.

—Lo se, por es no los estamos obligando a nada, nosotros conocemos los riesgos y los hemos enfrentado, aunque eso signifique dolor, sufrimiento, Snape, solo, piensenlo—continuo dejando arriba de la mesa aquella piedra, completamente al alcance del otro mago el cual la tomo con precaución con sus pálidos dedos, intentando decifrar lo que el idiota tenía para decirle.

—Sirius, contesta— la luz amatista lleno la mano del pelinegro causando asombro en todos los de la sala i fluidos sus amigos, no sabían que haría el pocionista o el por qué había tomado la piedra que Black colocó sobre la mesa. —Dime, ¿Por qué te estás esforzando tanto para que digamos que estamos dentro?—.

—Porque si Quill dice la verdad, podremos incluso descubrí cosas que nos han estado ocultando, además, me gustaría pasar tiempo con Regulus— las palabras abandonaron la boca del más grande de entre los merodeadores dejando a fotos analizado la situacion, el Slytherin sin soltar la piedra comenzó a rodear la mesa que los separaba, bajo los ojos curiosos de los demás.

Con cautela como si de una serpiente se tratara, buscando a su presa esperando el momento justo para saltar sobre ella, se acercó lo suficiente a el Gryffindor como para susurrar en su oído. —Sirius, ¿Por qué llorabas en el pasillo aquel día?— sus palabras como el aire huyeron destellante a, buscando un lugar fijo en aquellas deseas paredes para guardar aquel recuerdo.

—Mi madre quiere que regrese a casa, si no lo hago lastimara a Regulus, yo no quiero regresar pero no quiero que a él le pase algo, no quiero que lo torturen como a mí, quiero llevarlo conmigo, quiero que ni él ni yo regresemos, pero es muy pronto para decirle a Reg, el apenas está comenzando a confiar en mí y no quiero abusar de su confianza de esta manera, por qué se que estaría pidiéndole mucho— aunque nadie escucho lo que Sirius susurro en el oído de Severus quedaron intrigados por ello al ver como la serpiente se alejaba levemente y se colocaba recto, debido a la diferencia de altura había tenido que pararse de puntillas para hablar de esa manera con el Black mayor.

—¿Por qué te pones vulnerable ante mi, si se nota que no quiere que estemos dentro?—.

—Porque confío en Quill, sé que si el dice eso, es por una razón y estoy dispuesto a respetarla, además aunque no lo parezca, estoy agradecido contigo por lo de ayer— respondió en el mismo tono de susurro que antes, siendo solo escuchado por el menor.

—Bien, yo estoy dentro— dijo sin titubear al momento en que chasqueba los dedos delante de Sirius trayendo lo nuevamente al mundo real, los ojos de Severus estaban fríos y serios, analizando todo, si bien no le gustaba la idea de estar haciendo algo a espaldas de Dumbledore, aquel show había tenido un contexto diferente para Sirius y para él.

Las intenciones de Sirius con Reg eran genuinas y por más que odiara como olía aquella situacion, solo queria mantener vigilado al Black mayor para que no cometa otra tontería, menos con la integridad de Regulus siendo amenazada.

—Severus, ¿estás seguro?— pregunto el platinado mirando como su amigo no despegaba sus ojos de los ojos grises del Black.

—Si, Lucius, Quill nos ha ayudado a nosotros y a ellos, y nunca demostró ser de desconfianza, si ella dice que es nuestro deber, por algo tiene que ser— contesto con su aburrida voz de siempre.

—Por mí no es problema, mientras no arriesge mi integridad— el de ojos verdes levantó sus hombros en un ademán de desinterés y colocó sus manos en las bolsas de su pantalón despreocupado. —Si lo que sea que le hayas preguntado o lo que te haya dicho Black te ha asegurado tu desición, yo no la pondré en duda, estoy dentro.— el leve tic de la lengua se hizo presente en la serpiente, al mismo tiempo que se dejó caer en uno de los cojines de la guarida con total comodidad.

—Yo, yo solo pido que todos los objetos que obtengamos, sean guardados aquí y que todos, tengamos acceso a ellos— solicito el de ojos grises mirando a los merodeadores los cuales asintieron sin problema. —Estoy dentro—.

—Estoy dentro, no me queda de otra, no confío en nada de esto pero, no dejaré a ninguno de ustedes solo— afirmó el platinado señalando a sus amigos los cuales le dedicaron miradas que para algunos puedan resultar vacías, pero para ellos decian muchas cosas.

—Bien, Don siempre se queda aquí al igual que Quill, cuando Don brilla es cuando tiene una misión, quien esté en la guarida tiene el deber de llamarnos a todos por medio de Quill— recitó el de gafas llamando con cariño a la pluma, la cual se poso en su mano esperando ser usada. —Escribes sobre cualquier superficie y solo quién desees veré el mensaje, las letras aparecerán en cualquier superficie al alcance de esa persona, serán de un color dorado y tendrán cierto brillo— termino por explicar, escribiendo en una pared cercana un mensaje muy claro.

"Don está brillando, ven a la guarida" mensaje que todos pudieron apreciar en diferentes superficies, enfocados en cada uno de ellos.

—La misión puede ser un objeto, un misterio, una profecía, y menciona a quienes participarán, nosotros decidimos el día, no queremos que interfiera con nuestras clases asi que siempre vamos a las misiones los fines de semana, es más fácil— dijo el de pecas mirando a los presentes con una seriedad nada propia de ningún Gryffindor.

—Bien, si eso es todo, tengo cosas que hacer— fue lo que dijo el platinado antes de salir por una compuerta secreta que le habían mostrado al entrar.

—Yo también me voy— dijo el lupino dejando a todos los demás en aquella habitación. Donde uno por uno fueron dejando el lugar.

 

...

 

—Lucius, espera —vocalizó el castaño de cicatrices antes de acercarse a paso acelerado al mencionado.

—¿Lupin? —preguntó de manera inquisitoria con una ceja alzada mientras miraba al Gryffindor, quien luchaba por alcanzarlo, detenido ahora en pie sin moverse.

—Perdón, Malfoy, solo quería decirte que aún me debes lo de la apuesta —su voz cortada debido a la velocidad con la que había alcanzado al mayor se hizo escuchar en aquella parte del jardín.

—Creí que había quedado claro que ninguno ganó aquella apuesta, ¿me equivoco? —miró de arriba a abajo al menor, buscando recobrar el aliento, y también como este soltaba una tenue carcajada. —¿Esto te parece gracioso?—.

—No. Sabes, está bien, no eres predecible, quizás yo sea... muy observador —como pudo, se colocó recto con una mano en su pecho sintiendo su corazón acelerado.—Eres muy observador, Lupin —.

—Y tú un manipulador de primera, si no aceptas perder, está bien, solo dímelo. No soy Sirius o James para exigirte que cumplas tu palabra —con una calma claramente fingida, el menor tomó con su mano derecha el maletín de cosas que tenía colgando y continuó su camino, dejando al mayor pensando unos segundos.

El lupino se detuvo cuando sintió un suave agarre en su brazo, se giró despacio para verlo al mayor. —No hagas costumbre el dejarme con la palabra en la boca, Lupin —el agarre se volvió suave, casi imperceptible; el menor no llevaba el uniforme ese día, nadie lo llevaba, tenía puesto un lindo suéter color beige que, bajo el tacto de aquella pálida mano, era cálido.

—Bien, ¿qué tienes que decir? —preguntó con curiosidad, mirando directamente a aquellos ojos grises. Estaban lo suficientemente cerca como para notar los leves destellos azules en aquellos iris llamativos.

—¿Por qué razón tus ojos ahora son dorados? —la pregunta salió de sus labios sin siquiera pensarlo, causando sorpresa tanto en él como en el Gryffindor.

—Causa de una misión. En verdad, no te incumbe —gruñó apartando su brazo de forma brusca del delicado agarre. —¿Eso era todo? —la actitud ahora algo molesta de Remus le regresó la conciencia a Lucius de lo que planeaba decir.

—No. —con un gesto de clara ansiedad, el mayor acomodó su saco con cuidado y le respondió. —Yo siempre cumplo mi palabra, Lupin. ¿Qué es lo que quieres por la apuesta? —el menor alzó una ceja con un claro ceño de duda fingida ante la pronta resignación del Slytherin.

—No será tan fácil, Malfoy —.

—No, bueno, no esperaba que lo fuera, no me gusta lo fácil. Quizás por eso me divierte hablar contigo. — un suspiro salió de sus labios. —Avísame cuando se te ocurra algo, una semana, Lupin, nada más — con eso dicho, ahora fue el mayor quien dejó a Remus en un mar de dudas respecto a aquella conversación que habían tenido.

 

...

 

—Black, ¿podríamos hablar?— la voz del Slytherin surgió entre el silencio que se había creado desde que los más altos habían salido.

—¿Para qué específicamente, Snape?— la irritante voz de Sirius no se hizo esperar. No tenía ánimos para soportar hablar con el Slytherin ni un minuto más.

—Créeme, no querrás que todos escuchen— susurró al estar cerca del mayor, logrando que solo ellos dos supieran de esa conversación. —Vayamos a un lugar más privado— con esas palabras en juego, el Gryffindor tomó con brusquedad el pálido brazo que encontró a su alcance y lo arrastró hacia el librero de aquella habitación. A sus espaldas escucharon al resto irse a otros lugares, pero no investigaron.

El mayor tocó levemente un libro de tapa roja y el Slytherin pudo apreciar cómo una puerta se abría en aquel estante lleno de libros. No pudo terminar de admirarlo con detenimiento debido a que ya se encontraba siendo arrastrado a aquella habitación de cuatro camas, muy similar a las habitaciones de las salas comunes.

—Y bien, ¿qué es lo que tenías que decirme?— preguntó de forma tosca el de ojos grises, soltando sin cuidado al contrario.

—Dos cosas, Black, y no creo que sea tan difícil para ti comprenderlas— escupió con algo de ira, intentando volver a calmarse por completo. —A menos que tengas menos cerebro que un ser humano promedio, lo cual... sería muy probable— señaló golpeando al griffindor con su dedo índice.

—¿Solo me hablabas para insultarme, Snape?— preguntó con aquella sonrisa burlesca en sus labios.

—No.— tras un momento, retomó su respiración calmada y volvió a hablar. —Cuando tomé la piedra y te hice una pregunta, y aunque sé que lo que respondiste es verdad, creo que es más humano preguntártelo sin que estés bajo esa influencia— continuó midiendo con cuidado sus palabras.

—¿Qué mierda me preguntaste, Snape?— cuestionó el Black acercándose de manera peligrosa al menor.

—"¿Por qué llorabas en el pasillo aquel día?" Esa fue mi pregunta— respondió sin titubear.

—Joder— las manos del Black mayor fueron a sus lindos y hermosos cabellos, tirando de ellos con furia. —¡MIERDA!— gritó al tiempo que se golpeaba la cara con frustración. —Dime por Merlin que Regulus no te escuchó— miró a aquellos ojos tan negros como la noche, esperando una respuesta favorable.

—No, no me escuchó, ni a ti, ni a mí— aquella afirmación arrancó un suspiro de los labios del Black.

—Qué alivio— con pasos torpes por la conmoción, se sentó en la primera cama que encontró a sus espaldas y se dispuso a mirar al suelo.

—Black, ¿por qué no le dices a Regulus lo que me dijiste?— preguntó intentando ocultar la curiosidad de sus palabras, pero no pudo ocultarla en su mirada.

—Acabo de hablar nuevamente con él. No quiero pedirle demasiado— respondió con un hilo en su voz. —¿Por qué te importa?— preguntó mirando nuevamente a Severus.

—Porque Regulus es mi amigo, y quiero lo mejor para él— suspiró de forma agotada y tomó asiento al lado del Gryffindor. —Y para mi mala suerte, tú eres lo mejor que tiene— la mirada de Sirius lo siguió conforme repetía esas palabras.

—Vaya, si eso no te pone feliz, al menos a él sí— comentó.

—¿Por qué me odias, Black?— preguntó mirando al mayor a los ojos, esperando una respuesta sincera.

—Porque tú eres todo lo que ella quiere— las palabras que fueron soltadas de forma lenta y baja al aire sorprendieron al menor, quien vio a Sirius desviar la mirada.

—¿Ella?—.

—Mi madre. —aclaró. —Tú eres todo lo que yo no fui, eres listo, refinado, con modales, el favorito en cada clase, eres un Slytherin hecho y derecho —terminó de decir con aquel tono de voz que nunca había escuchado hablar al Black. —Cuando James preguntó en primer año si debíamos jugarle una broma a alguien, yo te señalé. —resopló con frustración y se tiró de espaldas a aquella cama de sábanas de seda. —Te odiaba porque si fuera como tú, mi madre seguramente me volvería a querer —estiró su mano como si quisiera tocar el techo. —Pero ¿a quién engaño? Nunca me quiso, y simplemente me volví como ella, te traté justo como ella me trataba —cerró su mano en un puño tan apretado que incluso sus nudillos se hicieron blancos y la dejó caer contra su pecho. —No te merecías nada de eso —todo aquello fue seguido por los fríos ojos de Severus, los cuales ahora sentían compasión por su verdugo.

—¿Por eso escapaste?—preguntó mirando aquel lindo rostro siendo iluminado por el sol que entraba por una ventana.

—No podía soportarlo más, simplemente todo eso me sobrepasaba—contestó.

—¿Por qué no te llevaste a Reg contigo?—hablaba suave, buscando no abrumar al mayor. Claramente no le agradaba Sirius, pero no era tan inhumano como para recriminarle esas cosas a alguien que la pasó mal. Tampoco le daba el derecho de tratarlo como una mierda pero, dentro de él, había aceptado aquellas disculpas el primer día.

—Porque él no vendría conmigo, él sí era feliz, o bueno, eso mostraba—los ojos grises comenzaron a cristalizarse a la par que seguía mirando aquel techo. —Yo siempre cuidé a Reggie—.

—Sirius, ¿de qué cuidabas a Reg?—con cuidado se acercó más al mayor sin entrar en su espacio personal. Seguramente, si trabajara de psicólogo como los padres de Lily, ganaría una fortuna. Había estudiado en sus vacaciones en la pequeña biblioteca que tenía Lily en su casa. No esperaba que el hablar suave, calmado y en un ambiente silencioso, fuera a hacer que el Black hablara.

—¿Por qué te importa tanto, eh?—demasiado pronto.

—Bueno, no porque yo haya sufrido significa que te tenga que tratar como una mierda, Black, y te repito, Reg me importa tanto como a ti. ¿Por qué te preocupa tanto sacar a Reg de esa casa antes que volver? —cuestionó, sentándose de una forma en la que pudo mirar cómo las lágrimas recorrían un sendero por sus mejillas.

—Cada vez que Reggie hacía algo malo, si tiraba un jarrón, si simplemente jugaba o se reía, madre se enojaba —narró con cuidado, cerrando los ojos para evitar sentir la típica mirada de lástima que todos lanzaban. —Yo siempre me eché la culpa. Cualquier jarrón roto, cualquier risa, todo era yo, y todo eso llevaba consigo una reprimenda —continuó con los ojos cerrados, intentando controlar su voz para que no se escuchara débil y entrecortada.

—Reg nunca nos dijo nada de eso. Nos contaba que vivir con su madre era un infierno de gritos, pero —se vio interrumpido al ver que el mayor abría los ojos y soltaba una carcajada sarcástica.

—Sí, es claramente un infierno. La primera reprimenda fue poco después de que Reggie cumpliera 4 años. Él corrió sin pensar por el pasillo y tiró un cuadro. Madre se dio cuenta y preguntó quién había sido. Le dije que fui yo, no quería que se enfadara con Reggie —sintió cómo tenía la atención del Slytherin y se sintió cohibido al no sentir aquella lástima proveniente de él. —Me llevó a otra habitación lejos de Regulus, y me lanzó crucios hasta cansarse, y repetía constantemente que debía aprender a comportarme como un Black. Después de eso, nunca dejaría que mi hermana pasara por eso, él solo era un niño —contó.

—Tú también eras solo un niño, Sirius —habló bajo, mirando cómo poco a poco aquel fuerte y valeroso Gryffindor se partía en pedazos frente a él.

—Pero Reg era más importante para mí que incluso yo mismo —rió triste. —La primera vez y última vez que mi madre me abrazó fue cuando tenía tres años, y ni siquiera fue un abrazo, pero para mí, un apretón en mi hombro bastaba para llamarlo así —explicó.

—Y tu madre sabe lo mucho que te importa Regulus, por eso para ella la única forma razonable de que regreses es usándolo a él para amenazarte —no faltó más que un asentimiento del mayor para poder concretar su conjetura.

—Sé que a Regulus no le ha pasado. Me lo hubiera contado aquel día que hablé con él. Yo, le mentí, le dije que si quería venir conmigo y lo primero que él preguntó es si tenía un lugar estable —rió nuevamente con sarcasmo puro debido a la decepción que sentía de sí mismo. —No tengo nada. Le dije que sí, pero no tengo nada todavía, y no quiero ser una carga para mis amigos —llevó sus manos nuevamente a sus cabellos buscando jalar de estos, pero fue detenido con un suave toque.

—Mentirle a Reg estuvo mal, pero entiendo cómo te sientes, Sirius. Deja que te ayude —propuso, soltando la mano del de rizos con cuidado.

—Los chicos dijeron que le diga la verdad a Reg, toda la verdad, y que se venga a vivir conmigo en las vacaciones, pero, ya somos muchos niños en la casa de James. Euphemia se volverá loca —habló exasperado.

—Podremos evitarle eso a la Señora Potter —opinó, dándole una pequeña sonrisa al Gryffindor por unos milisegundos.

—¿Cómo? —preguntó con curiosidad, mirando a aquellos ojos negros.

—Los dos pueden vivir conmigo. Tengo una casa donde solo vivo yo y hay habitaciones libres —susurró aquella propuesta y no sabía la razón, el propósito de entrar en aquella sala había sido únicamente el saber la razón de Black detrás de todo eso, pero esto pasa cuando no controlas la situación.

—¿Estás hablando en serio? —se sentó con rapidez en aquella cama y limpió de la misma manera las lágrimas de su rostro. —¿Por qué? —

—Porque nadie, incluso tú, merecen vivir lo que has vivido —la sedosa voz de Severus causó un suave impacto en el semblante del merodeador.

—¿A pesar de todo lo que te hice? —

—Ya te has disculpado por ello y admites que fuiste un idiota. No tengo por qué guardarte resentimientos. Además, lo hago por Reg y para él. Tú eres importante también —se excusó rápidamente y se alejó decentemente del mayor.

—Gracias— susurró, ofreciéndole al Slytherin una sonrisa sincera.

—No me agradezcas, Black. Simplemente no soy un cretino como lo fuiste tú —acusó el menor, mirando al otro con desaprobación.

—¿Ahora soy Black? —preguntó nuevamente, con aquella sonrisa de superioridad que hizo rodar los ojos al Slytherin. —Hace algunos segundos era Sirius, dime, Sirius, cuéntame, Sirius —dijo, imitando horriblemente la voz del contrario.

—Sigues siendo un imbésil —gruñó, al tiempo que hacía ademanes para levantarse de la cama antes de ser jaloneado nuevamente a ella con brusquedad juguetona.

—Hey, lo siento, no te enojes. Solo me agradó que me llamaras por mi nombre, es todo —el de cabellos lacios pudo apreciar cómo el Gryffindor mantenía su cabeza baja, evitando verlo, seguramente por la vergüenza que sentía ante todo eso.

—Bien, si me permites llamarte por tu nombre de pila, lo haré —levantó los hombros, quitándole importancia al asunto.

—Bien. Oye, por favor, no le cuentes a nadie que me viste llorar, ni aquí ni en aquel pasillo —suplicó con un hilo de voz titubeante.

—No tengo por qué hacerlo —respondió.

—Snape, tal vez, ya me agradas más —sonrió torpemente Sirius mientras se volvía a recostar en aquella cama.

—Quizás eres más humano de lo que creí —aceptó el otro con un cinismo que hizo reír al contrario, causando sorpresa en el Slytherin.

—Gran forma de decir que te agrado —aquella sonrisa burlesca venía cargada con un toque de calidez y calma, algo que ocasionó que el Slytherin sintiera un poco.

—Tampoco esperes milagros de la noche a la mañana —se excusó, torciendo los ojos e intentando evitar sonreír nuevamente.

—Lo sé, pero es un avance. Ahora podrás espiarme con menos problemas —acusó, recibiendo ahora él una mirada de cansancio fingido.

—¿Cuándo dejarás de ser un cretino? —preguntó con ironía.

—El día que tu sonrisa sea de verdad. Te prometo que dejaré de ser un imbécil. Mientras tanto, tengo membresía en ese club —y nuevamente ahí estaba, el Gryffindor cretino e idiota, el cual el Slytherin había descubierto hoy que era más humano de lo que aparentaba y claramente más débil de lo que decía.

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