Misterios

Harry Potter - J. K. Rowling
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Misterios
Summary
Los Merodeadores, liderados por James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew, se embarcan en una intrépida aventura al descubrir un antiguo pergamino que revela secretos ocultos de Hogwarts. A medida que desentrañan enigmas mágicos y pasadizos secretos, se topan con misteriosos eventos del pasado de la escuela, desencadenando el desafío de proteger a Hogwarts de fuerzas oscuras que amenazan con resurgir.Pero también juntando sus destinos con los príncipes de Slytherin, lo que ocasiona descontentos pero también surge el amor.
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IV La Pluma Quilluminar

Narrador omnisciente

A la mañana siguiente, cuando el sol se asomaba por las ventanas de las habitaciones de Slytherin, quienes con su elegancia habitual se levantaban con calma, arreglaban sus cómodas y se sentaban conversando animadamente entre ellos.

—Buenos días, Lucius —saludó siseante el menor de los Black, recibiendo un gesto de cabeza por parte del nombrado y saliendo junto con él por la gran puerta rumbo al gran comedor.

—Severus va a ir primero a la biblioteca para revisar unos libros —dijo, recibiendo un sonido de afirmación por parte del menor y sentándose los dos en aquella mesa de color esmeralda reluciente, con portes de suma elegancia y con la frente en alto, como siempre les enseñaron a hacerlo.

—Barty se levantó tarde, es todo un caso —habló monótonamente el de ojos grises, acompañado de una sonrisa que compartió con el heredero Malfoy; el joven Crouch era todo un caso.

—Oigan, solamente fueron unos minutos —explicó el castaño que iba llegando con una señal enojada por ser despertado.

—Bueno, Barty, igual siempre son unos minutos, ¿no? —habló el joven Snape con una sonrisa que no era tan común en él o, bueno, se volvió más común cuando empezó a juntarse con sus amigos.

—Esto ya parece un complot contra mí —aclaró señalando a sus amigos y tomando con enojo aquel trozo de pastel de arándanos que estaba en medio de los cuatro, causando una risa despreocupada de todos.

—Bien, provecho —dijo el mayor, a lo cual todos le respondieron, quedándose en un silencio que no duraría mucho.

—Barty, podrías explicar mejor cómo funciona tu hechizo. Quiero aprenderlo —habló el de cabellos lacios, mirando al menor con un brillo cómplice.

—Claro, nomás pronuncias el hechizo y haces este movimiento con tu varita, te fijas en la persona o personas que quieres escuchar y te concentras solo en ellas. Lo demás se queda en un silencio lejano y solo escuchas —dijo despreocupado sin dejar de comer. —¿Lo hacemos juntos los cuatro? —propuso, terminando el último pedazo de aquel al que llamaba "manjar de los dioses".

—Está bien —.

Los cuatro, con sus mentes fijas en los merodeadores, y aunque Severus y Lucius estuvieran de espaldas a la mesa, se habían mentalizado a las personas que deseaban escuchar. —Sonuvox —susurraron todos en conjunto, escuchando ahora lo que se decía a dos mesas de distancia.

¿Le preguntaremos al pergamino ahora? —preguntó un castaño con ahora ojos dorados con toques de verde debido al desafío de la otra noche.

Sí, Moony, según dijo la llave fue solo una prueba, que después descubriríamos de qué es, pero que hoy tiene otro desafío —habló el de pecas.

Ojalá nos toque a Pete y a mí, esperarlos fue un reto que no quiero volver a tener —dijo, sobrando risas de aquel grupo.

Igual, me es raro que confiemos tanto en él —acusó el de cicatrices.

Bueno, Moony, es lo único que nos trae diversión sin que arriesguemos puntos de nuestra casa —afirmó el de anteojos con una sonrisa.

En este punto, los Slytherins se miraban con duda conforme lo que escuchaban. ¿De qué pergamino estaban hablando?

Cierto, además nos ahorramos tener al cuarteto de serpientes en medio. Digo, ya no los van a molestar... ¿Pads? ¿Prongs? —volvió a hablar el más pequeño del grupo.

Para su buena suerte, creo que estaremos ocupados con nuestro nuevo amigo —eso hizo que nuevamente todos rieran debido a que algo dicho por el heredero Potter les dio gracia, algo que no entendían.

Noevox —susurraron nuevamente todos juntos, mirándose con curiosidad.

—¿Escucharon eso? —preguntó sarcásticamente el legítimo heredero Prince debido a la obviedad de su pregunta. —No más bromas —recitó con felicidad viendo que sus amigos no salían del asombro.

—¿También escucharon sobre un pergamino? —inició el menor de los Black.

—Una llave también. Parece que ese pergamino los ayudó a encontrarla, pero solo era una prueba —habló el heredero Malfoy.

—De igual forma, no es de nuestro interés —volvió a decir el de cabellos lacios.

—Severus, tenemos que saber más sobre ese pergamino —afirmó el castaño, cerrando sus ojos sintiendo cómo su energía se había acabado.

—Barty, usar tu hechizo cansa —afirmó el rubio, mirando con los ojos entrecerrados al castaño, el cual se dormía en su plato sin nada de elegancia. —Pero... podríamos intentar averiguar más sobre su nuevo juguete —dijo con una sonrisa cargada de soberbia.

—Bien, podríamos seguirlos —sugirió el de aquellos ojos negros, cual noche, dirigiendo la mirada a sus amigos con algo de desagrado por la creciente curiosidad que se sentía en aquel ambiente.

—O podríamos seguir escuchando, pero... después de que recarguemos energía —sonrió con algo de burla el Black menor, mirando al de ojos verdes, el cual se encontraba descansando los ojos. —¿Verdad, Barty? —rieron cuando su amigo levantó el dedo corazón hacia su dirección y les mostraba un ceño cansado.

 

...

 

—Vamos, James, apúrate —gruñó el animago de perro, apurando a su amigo a que entrara en aquella casa, la cual consideraban su tercer hogar.

El tiempo había pasado, y sus clases habían sido más extensas. El horario de hoy se había extendido para Sirius y James, quienes compartían el horario de este día. Remus vendría más tarde porque su clase de historia de la magia se había extendido, y Peter había salido antes que ellos. Su única clase juntos ese día era posiciones, y fue la primera a la que tuvieron que asistir.

—¡Pete! —sonrieron animados al escuchar el sonido de una batería muy a lo lejos. Si bien la esquina de música de Sirius tenía guitarras con ciertos hechizos de aparición y palabras clave, se pueden sacar otros instrumentos, como el piano favorito de Remus para tocar o la batería que le encanta a Peter.

—Hola, chicos —saludó el menor, dejando de tocar aquel instrumento, dejando ver las pequeñas gotas de sudor resbalando por su frente y una sonrisa amigable.

—¿Cuál tocabas, Worm? —preguntó el de anteojos, acercándose a aquella esquina.

I Wanna Be Your Slave —sonrió, puesto que esa banda era su favorita sin lugar a dudas, y esa canción le encantaba junto con Coraline.

Sirius, sin esperar invitación, sacó su varita, la cual estaba enredada en sus cabellos, y conjuró su guitarra eléctrica, afinándola levemente. James imitó su acción, pero él tomó el bajo que allí se encontraba. Cada uno era bueno en todos los instrumentos; se habían enseñado entre ellos, pero tenían sus favoritos.

—¿La tonada es algo así, verdad? —la sonrisa de Sirius cada vez que tocaba la guitarra y esta soltaba las notas correctas era magnífica de ver. Al igual que la cara de concentración de James para poder entrar justo a tiempo con el bajo y empezar la armonía como se debe. Peter no podría hacer más que sonreír y tomar sus baquetas con fuerza para acompañar a sus amigos. Nadie cantaba; disfrutaban la melodía algo agresiva que tenía aquella canción. La habitación tenía ciertos hechizos, como uno de insonorización.

I wanna be your slave, I wanna be your master —se escuchó cuando decidieron reiniciar la canción, sin dejar de tocar rápidamente. Miraban cómo Remus entraba a la sala y se sentaba en uno de los cojines en medio de esta. —I wanna make your heartbeat run like rollercoasters —siguieron entonando con una sonrisa, mirando cómo James se concentraba de forma tranquila en las notas, cómo a Sirius se le pegaban pequeños cabellos en su frente debido al sudor de haber estado tocando y de cómo Peter cerraba los ojos y se dejaba llevar por el ritmo y el sonar de la batería. —I wanna be your good boy, I wanna be your gangster —continuaron rápidamente siguiendo los tonos de la canción hasta susurrar. —'Cause you can be the beauty and I could be the monster —.

I love you since this morning, not just for aesthetic —cantó James con una voz completamente acorde, sonriendo al sentir cómo sus dedos deslizaban por aquellas cuerdas con una facilidad indomable.

I wanna touch your body, so fucking electric —le siguió Sirius al compás que sus dedos se juntaban con aquellas cuerdas de la guitarra eléctrica colgando de su hombro al compás que movía su cabeza con algo de brusquedad.

I know you're scared of me, you said I'm too eccentric —cantó Remus rápidamente moviendo su cabeza, centrado en lo que tocaban sus amigos.

I'm crying all my tears and that's fucking pathetic —cantó Peter golpeando aquella batería con agilidad y destreza, con aquel choque de adrenalina pasando por sus dedos y así mismo fluyendo por sus baquetas marcando un ritmo. Siguieron la tonada sin cantar, hasta terminar aquella canción que había iniciado Peter.

—Bien, extrañaba esto —suspiró Sirius, limpiando el sudor que corría por su frente con una sonrisa que no se despegaba de su rostro, de ninguno, para ser sinceros.

—Moony, ¿traes al Pergamino? —preguntó James con su respiración agitada por lo que acababan de hacer y dejando el bajo en un soporte, desapareciéndola con otro hechizo, cosa que Sirius replicó con su guitarra. Peter solo lanzó un hechizo tranquilo, y así aquella esquina quedó nuevamente ordenada.

—Sí, le preguntamos ¿ya? —respondió, sacándolo de su bolso que siempre traía consigo y extendiéndolo. Nuevamente, las pequeñas letras comenzaron a aparecer por aquel viejo papel, dándoles la bienvenida.

"Queridos curiosos, bienvenidos sean de nuevo. Hoy les traigo la oportunidad de encontrar uno de los objetos mágicos ocultos en Hogwarts: la pluma de quilluminar. Esta pluma posee el poder de transmitir emociones, generando un brillo con significados únicos según quien la utilice. Además, cuenta con un don especial que, desafortunadamente, la hace peligrosa en manos equivocadas."

Aquello llamó la atención de los Merodeadores, quienes se miraron con emoción. Aunque no era un objeto particularmente llamativo, Sirius ya había leído sobre la pluma y su capacidad para dejar mensajes invisibles que solo ciertas personas podían recibir. El ejemplo que se usó fue que, si alguna vez Remus se sentía mal, podría escribir una oración en cualquier superficie. La persona a la que quisiera enviarle el mensaje vería lo que Remus escribió en una superficie plana, visible solo para esa persona. Aunque los ejemplos de Sirius eran confusos, con más ejemplos lograron comprender que la pluma les sería de mucha ayuda, especialmente ahora que tenían el pergamino.

"En el rincón donde los sueños se plasman en tinta mágica, la pluma resplandece, esperando ser descubierta. El perro y el ratón se embarcarán en esta aventura sin igual."

—Empiezo a odiar los acertijos —exclamó el diagnosticado con miopía, provocando risas y cerrando el pergamino en el proceso.

—Bien, tenemos otro acertijo y claramente ahora nos toca a Sirius y a mí —dijeron, chocando sus palmas felices de ser parte de esa nueva misión.

—Igual creo que James y yo tuvimos mucho esta semana con la anterior; la llave la tengo guardada en mi baúl en una caja —recordó Remus con una aura tranquila.

Todos acordaron disfrutar de aquel lugar ese día. Remus le leería algo a Sirius en la esquina del primero, mientras que James y Peter tomaron tubos de pintura y comenzaron a pintar. Sin embargo, terminaron más manchados ellos que el lienzo debido a las bromas que se hacían.

 

...

 

Peter se encontraba solo caminando por los pasillos del tercer piso de Hogwarts, repasando mentalmente aquel acertijo que debía desentrañar. Si bien no era tan confuso, sí lo era la facilidad de este.

"Donde los sueños se plasman en tinta mágica" —repasó sin cuidado, notando cómo algo se movía a su derecha. Miró de reojo sin dejar de caminar; lo sentía, sabía que alguien estaba ahí. —"Esperando ser descubierta" —susurró algo sin importancia para confirmar su teoría, la cual no tardó en funcionar.

Con una sonrisa pequeña, sintió esa sensación nuevamente y con calma recitó un hechizo mental, algo en lo que él y Remus habían trabajado para su proyecto de encantamientos. "Revelatos", recitó de forma mental, logrando que su entorno se tornara completamente de tonos azules y donde una pequeña línea, parecida a una cuerda de magia, le mostrara el camino hacia donde se sentía observado. Tocó de manera sutil aquella cuerda y el nombre de ese hechizo apareció frente a él.

Cabe aclarar que todo aquello solo lo veía él gracias al hechizo que acababa de recitar, permitiéndole observar la magia cercana y los hechizos lanzados en ese lugar. Principalmente, lo crearon Remus y él con el objetivo de ayudar a los Aurores a identificar los hechizos lanzados en escenas del crimen. Sin embargo, era un hechizo nuevo para él, el que apareció sobre aquella cuerda mágica, y seguramente tenía algo que ver con la magia oscura debido a la sensación que la rodeaba. Con un parpadeo, salió de aquel mundo que creó con aquel hechizo y dirigió su vista hacia aquella dirección; no solo había sentido eso, sino también una magia familiar.

Siguió caminando de forma normal, asegurándose levemente de seguir siendo seguido antes de susurrar —¿Nunca te dijeron que espiar a la gente es de mala educación, Crouch? —para confirmar si el hechizo seguía siendo utilizado y si era el tipo de hechizo que creía que era debido al nombre extraño que había salido. Vio cómo el Slytherin salía de su escondite con una sonrisa, aunque por fuera se mirara arrogante, el merodeador notó que el joven estaba levemente cansado.

—Eres más listo de lo que pensé —saludó riendo con burla, mirando al rubio con uniforme de Gryffindor.

—Tampoco es que seas muy sigiloso. Pensé que las serpientes tendrían más experiencia en eso —se giró completamente, mirando al más alto alejado de él unos cuantos pasos.

—Para tu información, solo estaba probando un hechizo —pensó, ocultando todo semblante de duda y curiosidad. Había salido a pasear por los pasillos y, al ver al Gryffindor, decidió ver qué podía sacarle que le fuera útil.

—Tampoco me importa —cortó sin expresiones, había dejado de tener miedo; había madurado en ese sentido. Una cosa es el miedo, había dicho Remus, y otra cosa es respeto. —Solo pienso que sería más amable de tu parte que me avisaras que lo ibas a usar en mí —refutó con notable molestia, mirando aquellos ojos verdes tan apagados pero que al mismo tiempo te hacían sentir completamente vivo y no solo por lo intimidantes que se llegan a ver.

—No pensé que te molestaría —le restó importancia, levantando levemente sus hombros y acercándose más al merodeador.

—Insensato —susurró, dando por perdida aquella conversación.

—Igual. Gracias, Pettigrew, por dejarme probar mi hechizo en ti —enfatizó la última palabra con un deje de burla, haciendo notar aún más aquel tic que él conservaba en su lengua.

—Como sea, adiós, Crouch —sonrió levemente y con calma, sintiendo cómo el Slytherin comenzaba a invadir un círculo imaginariamente marcado como su área personal.

—Pero despídete bien, Gryffindor sin modales —susurró relativamente cerca, con solo unos pocos centímetros de distancia.

—¿Quieres que me incline en reverencia y te bese? —preguntó alzando una ceja, hablándole con un pequeño deje de burla.

—Iba a decir que te despidieras con un saludo de mano, pero tu propuesta es tentadora —dijo tomando la mano del Gryffindor, tomándolo desprevenido y tirando de ella hasta quedar más juntos de lo que es humanamente posible. —Sobre todo la última parte, digo si tantas ganas tienes —continuo, haciendo aquel tic tan característico de él.

Todos sabían que Bartemius estaba jugando con el pequeño Gryffindor; no tenía obligación de hacerlo, pero le divertía. Ya era más un capricho de él debido a que siempre le dio curiosidad el más pequeño de entre los merodeadores.

—En tus más profundos sueños pasará eso —refutó, intentando no dejarse intimidar por el castaño al cual tenía a no más de 5 centímetros de distancia, el mismo castaño que tenía sus ojos verdes en sus labios mirándolos como con un brillo particularmente extraño con una sonrisa algo espeluznante para su punto de vista.

—Créeme que en mis sueños podríamos incluso hacer más cosas —susurró con un tono juguetón, deslizando la sugerencia con una mirada traviesa. Al notar el cambio en el pequeño merodeador, quien ahora mostraba un sonrojo evidente, soltó una sonrisa ladina. No podía evitar deleitarse ante la respuesta obtenida; era consciente de su propia naturaleza narcisista y egocéntrica. Le encantaba, no, le fascinaba provocar reacciones diversas en las personas, pero descubrir ese rubor en el rostro del rubio tenía un encanto único para él. Era como si cada palabra suya pudiera pintar emociones vivas en el lienzo de las interacciones, y el sonrojo de aquel rubio era la firma de una obra maestra que no dejaría de apreciar.

—Callate —murmuró entre dientes, sus ojos azules evitaban con esfuerzo el contacto visual con el otro.

—Callame —se atrevió a desafiar al contrario, sumergiéndose en ese juego de toma y dame. Aunque pudiera parecer que solo él estaba jugando, en realidad, ambos habían tejido ese juego con sus respuestas hasta llegar a su desenlace.

—Sueltame, Crouch —desafió ahora, luchando por liberarse de aquella mano que lo mantenía quieto. El agarre era firme, no con la intención de herir, pero sí lo suficientemente fuerte como para retenerlo.

—De acuerdo —lo soltó, con una expresión de tristeza fingida en su rostro, otorgándole al merodeador el espacio que buscaba. Ya había conseguido lo que quería, aunque en realidad no estaba seguro de qué era exactamente lo que quería pero lo había obtenido, se sentía contento con ello. —Adios, pecas —se despidió el Slytherin al tiempo que guiñaba un ojo de forma coqueta, dejando atrás al merodeador, quien se quedó en una especie de limbo emocional debido al apodo utilizado.

—Adios —murmuró casi suspirando, un susurro que bien podría confundirse con el suave silbido del viento, un viento que guarda tantos secretos.

—¿Qué mierda fue eso? —se preguntó a sí mismo o incluso al aire, mirando hacia todas las direcciones antes de dejar salir completamente el sonrojo que había estado conteniendo con un hechizo mental de glamur.

Aunque su grupo y el cuarteto de serpientes mantenían una distancia notoria, más allá de las acaloradas discusiones, apenas intercambiaban palabras. No habían dado oportunidad alguna para conocerse, y tampoco planeaban hacerlo.

Por eso, resultó sumamente desconcertante para él sostener una conversación tan íntimamente peligrosa con el hijo del ministro. Aunque para algunos podría no haber sido nada extraordinario, para él, fue una sorpresa, una sorpresa que le ocasionó conjurar un hechizo glamur que terminó perdiendo fuerza en el clímax de aquella conversación.

Bartemius, conocido por su frialdad típica de un Slytherin al interactuar con miembros de otras casas, se mostraba como un completo desconcertante en su círculo cercano y solo coqueteaba en fiestas si buscaba algo sin compromiso. La inusual apertura de Bartemius Crouch Jr. en esa charla dejó a nuestro querido Peter intrigado, rompiendo con la imagen previamente forjada del Slytherin.

No buscaría plantearse más cosas, no era necesario, simplemente lo dejaría pasar como un intento del de la casa de Salzar para atormentarlo.

 

...

 

—Maldita sea —exclamó el hijo del ministro al entrar a la habitación de Regulus. Las habitaciones de la casa esmeralda eran compartidas solo por dos personas, pero ambos contaban con espacios privados. Aunque en tono de broma, entre ellos se referían a Lucius Malfoy como el "Rey", una distinción que solo servía para burlarse.

—¿Qué pasó, Barty? ¿Acaso no te enseñaron modales, bruto? —preguntó Regulus con evidente cansancio, indicando que su concentración había sido interrumpida.

—No sé qué acaba de suceder —susurró Barty, desviando la mirada hacia el suelo mientras se sentaba en la cama impecablemente ordenada. Sintió la presencia reconfortante de su mejor amigo, que se acomodó a su lado.

—¿Qué hiciste? —preguntó Regulus.

—Digamos que me crucé con alguien y usé el hechizo en esa persona —confesó con nervios disimulados, sin entrar en detalles. Aunque Regulus era su mejor amigo, no veía necesario compartir toda la información. —Y, digamos que de alguna manera, se dio cuenta de ello de una manera que, francamente, me sorprendió —recordó cómo aquel a quien consideraba el miembro más débil de los merodeadores lo había descubierto.

—Aja, Barty —animó a su amigo a seguir hablando.

—Y salí de mi escondite, Regulus, por primera vez en mi vida, te lo juro, por primera vez no tuve control sobre lo que decía —miró con dudas a su amigo, quien le devolvió una mirada tranquila, demostrando su apoyo. —Es extraño, fue como si esa conversación ya estuviera planeada, porque se sintió tan... extraña, pero no en el sentido negativo —aclaró.—Extraña de una manera buena, muy buena, demasiado —digo frustrado.

—Amigo, no entiendo —intento motivar al castaño.

—No sé cómo explicarlo, en serio. Fue como si estuviera atrapado en una especie de monotonía, pero una monotonía tan armoniosa que resulta extrañamente intrigante. ¿Sabes a qué me refiero? —preguntó, frotándose la nuca con nerviosismo.

—¿Monotonía armoniosa? ¿Estás hablando en serio? —respondió su amigo con un ceño fruncido.

—Sí, sé que suena extraño. Pero, aunque técnicamente "odio" a esa persona, algo en la conversación hizo que me sintiera... interesado, ¿entiendes? Como si hubiera una conexión, pero no puedo entender por qué. Es frustrante, no sé cómo manejarlo —confesó, luchando por encontrar las palabras adecuadas para describir la extraña sensación que le embargaba.

—Espera, No estoy seguro de entenderlo completamente —respondió su amigo con escepticismo.

—Sí, es tan confuso. Es como si estuviera atrapado en una sinfonía de emociones contradictorias, y cada nota resonara en una frecuencia diferente. —suspiró, incapaz de encontrar una explicación más clara. —Quizás solo necesite tiempo para procesarlo, pero la verdad es que nunca había experimentado algo así—.

—Bueno tiene sentido, la cuestión aqui es que tal vez te llamo la atención como reaccionaba él, Barty tu sabes perfectamente que te gusta causar impacto, tal vez —fue interrumpido por el de ojos verdes quien le miraba ya más tranquilo.

—Puede que tengas razón en parte, pero no es solo por el impacto, Reg. Lo extraño es cómo actué con esa persona. No fue mi usual actitud fría y calculadora; fue como si lo conociera de otra vida, y simplemente me dejara llevar como si estuviéramos en una fiesta y tratara de ligármelo. No es algo que haría normalmente con él, pero en ese momento... —Barty se detuvo, buscando las palabras adecuadas para expresar la extraña conexión que había sentido. —En ese momento, fue como si hubiera olvidado todo lo que soy y me sumergí en un papel completamente diferente. ¿Entiendes lo que quiero decir?—.

Regulus lo miró con una mezcla de asombro y confusión, tratando de comprender la profundidad de lo que Barty estaba intentando transmitir.

—Ya veo —exclamó con una sonrisa por el explote de emociones que estaba siendo su amigo en ese momento. —Estas confundido por la actitud que tuviste por qué no es la que está programada para el tipo de persona que era él —afirmó entendiendo ahora sí más la situacion. —Es algo raro que a los Slytherin nos pase eso pero hay pocas opciones para que aquello pase, Barty, podría ser algún hechizo que te haya desconcertado o simplemente que naturalmente te nació mostrarte así con esa persona, y simplemente te dejaste llevar, sin razón, a veces no hay razones para hacerlo, así conocimos a Sev ¿Recuerdas? —sonrio tomando levemente el rostro de un confundido Barty sonriéndole cálidamente. —Si sigues confundido, busca hablar más con él aunque lo "odies", tal vez así averiguas que pasa exactamente—.

El castaño asintió, pensando rápidamente en todo. No sintió que esa fuera la respuesta que necesitaba, ya que en nada se parecía a la situación que vivieron con Sev. Sin embargo, podía tomar el consejo; tampoco es que el pequeño de pecas le cayera mal. De hecho, después de todo, eran sus dos amigos quienes ejecutaban todo.

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