En la oscuridad

Harry Potter - J. K. Rowling
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En la oscuridad
Summary
-Cuando dejes de perseguir la luz que huye y te repudia, podrás aprender a disfrutar de las bellezas que hay en la oscuridadSeverus prestaba atención a cosas que la parecían interesantes, Lily llamó su atención cuando hizo magia frente a él, pero Mulciber era, por mucho, el ser más interesante que había visto hasta el momento
Note
El nombre de Mulciber aquí es Klaus Mulciber.
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Presión

Severus era un ser de hábitos, por lo general era el primero en estar despierto, despertando antes del amanecer, en la calle de la Hilandera eso le prometía seguridad para existir en general, pero en Hogwarts le otorgaba un tanto de privacidad, pocas veces se permitía dormir más tiempo.

Ahora, como le cuesta despertar.

Se siente mareado y su cabeza arde pese a estar acostado, no sabe dónde está, y no tiene ganas de abrir los ojos, temeroso de que su malestar se vuelva peor si lo hace.

Pese al dolor, intenta hacer memoria de lo que pasó anoche; ayer fue el partido, dejo que Klaus lo arrastrara a la fiesta, bebió un poco antes de perder a Regulus y….

Se castigó mentalmente cuando recordó cómo la pesada realización sobre sus sentimientos lo llevó a hacer la estúpida decisión de tomar más, a sabiendas que no tenía experiencia con el alcohol.

Suspiró para sí, resignado a que esa resaca era su castigo por pendejo.

Decidió dejarse arrullar por el ligero calor a su alrededor, el movimiento guiandolo al sueño como una suave marea y ese constante y tranquilo golpeteo…espera, ¿Que?

Hasta ese momento se dio cuenta de un pequeñísimo detalle: no recuerda haber regresado a su cama.

Abrió los ojos de golpe, mandando al diablo todo lo demás, su corazón se detuvo a medio latir ante la imagen: Estaba tirado sobre un diván, pero lo que estaba debajo suyo no era tela ni un cojín, no, era un musculoso pecho, su cintura prisionera de un brazo con la misma tez oscura que el pecho, y antes de voltear de lleno, ya sabía quién era; Klaus.

Está acostado sobre Klaus.

Este aun totalmente dormido, su camisa ahora abierta hasta medio estómago y dejando ver todo su torneado pecho, su brazo cayendo tan pesado como una cadena sobre su cintura, imperturbado por el mestizo sobre él.

Aguantando las ganas de gritar y aventarse al lago negro por la verguenza, comienza a hacer planes para escapar. No quiere despertar a Klaus y alertar de esta MUY incómoda situación, a sabiendas que el otro no dejaría de recordarselo y burlarse de él por semanas enteras.

Con mucho cuidado, intenta deslizarse hacia abajo, lo suficiente como para liberarse de su brazo y escapar por el respaldo del sillón sin tener que saltar el cuerpo del mago.

Jadea sorprendido cuando el brazo de Klaus se aprieta y, de un jalón, lo regresa a su pecho donde es presionado contra su piel como un peluche con ambos brazos. Severus teme haberlo despertado, pero el farfulleo entre dientes le asegura que Klaus sigue tan dormido como un oso a media hibernación.

Genial, ¿ahora que?

Respira un par de veces para darse fuerza y vencer la vergüenza, entonces, muy lentamente, toma la muñeca de Klaus, la levanta para quitarla, la deja sobre su pecho, ahora concentrando en liberarse de la otra.

En cuanto es libre, se sujeta del respaldo del sillón, como dos anclas clava sus dedos en el cuero y jala el resto de su cuerpo desesperado, al diablo como sus pobres reflejos y mareo por resaca le cuesta chocar con el suelo de piedra, al menos ya es libre.

Se levanta después de unos segundos con ayuda del mismo sillón, su cabeza de verdad lo está matando, su garganta parece un desierto de lo seca que está y cada su estómago está haciendo acrobacias.

Hay varios alumnos tirados en todas partes, en las alfombras, en los sillones cerca de la chimenea e incluso frente a al entrada, los rastros de basura de la fiesta o consecuencia de ella limpiada por los elfos, los alumnos inconscientes y adoloridos en el suelo eran los único delatores. Pronto sus ojos caen sobre Regulus, su amigo cayó dormido sentado en el suelo y la espalda recargada en el sillón, a un lado de Crouch, ambos dormidos contra el otro.

Recuerda que el pequeño Black bebió bastante anoche, mucho más de lo que le gustaría, seguro tendría una resaca diez mil veces peor que la suya.

Lejanamente recuerda tener unas cuantas pociones revitalizantes guardadas en su baúl, acostumbra hacer varios viales cada cierto tiempo para cuando su insomnio lo molesta o para las migrañas repentinas de Evan.

Sí, podría ir por uno para Reg, además, quería bañarse.

Por lo que fue rápidamente por un cambio de ropa a su dormitorio y salió hacia los baños de Slytherin, los cuales estaban escondidos entre los pasillos de las mazmorras.

Como es de esperarse, el baño está vació, aun así cierra y traba la puerta. Siente el alivio del agua caliente cuando ésta choca con su piel, masajeando sus músculos, relajando su cuerpo entero y haciendo más llevadero su cabeza, pocas veces puede darse el lujo de una ducha caliente, en su hogar se limita a duchas rápidas con agua fría o tibia, debido a que su madre hace lo posible por calentarla para evitar pagar una factura de gas más alta. Es los placeres que se limita a disfrutar dentro de las paredes de Hogwarts, eso y el desayuno caliente y placentero que espera en el gran comedor, así la ansiedad y desesperación por saber que comer se queda como un problema para el verano. Mientras el lugar va llenándose de vapor, su cabeza comienza a divagar, más bien a pensar.

Edmund tenía razón, ese desgraciado tenía razón.

Tenía un crush tan fuerte en Klaus que era estúpido, ya no era un chiquillo que pudiera andar cargando con un crush, más con su situación.

Sabe que es un callejón sin salida, una apuesta perdedora, porque no tiene futuro ni razón. No tiene sentido. Klaus le tendió la mano cuando más lo necesitó, durante las veces que la estadía en Hogwarts se volvía dura e inmisericorde con él, Klaus estuvo ahí y aliviano las cosas.

Se pasa los dedos por el cabello y siente la punta de sus uñas acariciar su cuero cabelludo, recuerda que Klaus lo ayudó con eso. Su lengua roza sus dientes y toca la punta de sus colmillos, Klaus también lo ayudó con eso. El agua limpia su cuerpo con pocos moretones y se lleva su cansancio, Klaus, otra vez ayudó.

Y el pesado sentir de su corazón también llevaba el nombre de Klaus.

Porque Klaus Mulciber era un sangre pura, un gran apellido con un gran legado.

Cerró la llave del agua y tomó su cambio de ropa, durante un segundo se detuvo para ver la tela. Su guardarropa entero había sufrido un ligero cambio desde que su amistad con Lucius, Narcissa, Edmund, Evan y Klaus se consolidó, la que sostenía entre manos había sido un regalo de Regulus, quien dijo que se sentía mal por no haberle podido regalar anda en su cumpleaños por no saber cuando era. Fue un gesto tierno, innecesario, pero tierno.

Por otro lado, Klaus armó un escándalo cuando se enteró que su cumpleaños pasó, y no solo él no se enteró, si no que Regulus lo supo primero, el hombre fue tan dramático y lo que sigue, quejándose mil veces por ser dejado de lado. No se calmó hasta que le presentó a Severus todo un nuevo stock de ingredientes raros, escasos y costosos como regalo retrasado. Severus se negó a recibir algo tan caro, pero Klaus no le dejó opción.

Conserva cuidadosamente los ingredientes que Klaus le regaló, incapaz de usarlos por miedo a arruinarlos.

Y ahora tenía muy claro de dónde venía tanto cuidado a ellos.

Porque ese dramático Slytherin es tan considerado que lo mueve de sus casillas. Y eso dolía, mucho.

Porque no importa cuan considerado sea Klaus con él, no importa cómo persigue su atención, como válida cada cosa que dice, como se preocupa por él y, de un modo u otro, logra sacarle una sonrisa, no importa cuánta seguridad le hace sentir con su mera presencia o cuánta tranquilidad es capaz de transmitirle con solo tomar su hombro, nada de eso importa, porque Severus es solo un mestizo pobre viendo con demasiada emoción a un gran sangre pura.

Entre los sangre puras no es extraño hacerse regalos extravagantes y costosos, no es la gran cosa regalarle cosas que se ajusten a sus talentos y vocaciones a las demás personas, no son escasos los cumplidos a los trabajos bien hechos ni tampoco el compañerismo, porque es lo esperado, es la etiqueta, es lo correcto y común. Solo es deslumbrante para él porque es un patético chamaco que lo más cercano al amor que conoce es el de su madre. Es triste y ridículo a niveles estratosféricos.

Porque es como un perro callejero que ve con tanta admiración y lealtad a una persona que lo alimenta, y se siente terrible al respecto. Porque no hay oportunidad de que Klaus regrese tal sentimiento.

Hay respeto y aprecio entre los dos, lo sabe bien, porque Klaus es MUY obvio con las cosas y personas que no respeta, pero, a fin de cuentas, sigue siendo un sangre pura.

Un sangre pura con la responsabilidad de continuar su linaje, de estar a la altura, hacerlo crecer y pasarlo a la siguiente generación, un círculo que hasta ahora ha sido ininterrumpido. Severus tampoco es tan tonto como para pensar que lo sera, ¿Por que Klaus eligiría a alguien como él?

Tan feo, tan pobre y con una sangre impura.

No tiene lugar dentro del mundo de Klaus, y eso ha sido dejado en claro desde que el primer día que pisó Hogwarts, no hay forma y ya.

Aun así, ahí va él y se ena—y lo hace su cr—, no hay forma de decirlo con dignidad, ahí va él y le gusta un sangre pura.

Rebusca entre su baúl hasta que las encuentra, destapa un vial y empina el contenido, buscando alivio al horrible dolor de su cabeza. Funciona casi al instante, por supuesto, lo hizo él.

Guarda una en el bolsillo de su túnica para Regulus, pero no se va, si no que sigue mirando el color amarillento de la poción.

Tal vez pueda cobrar un galeón por vial si los demás quieren una, así que se lleva algunas más, sólo por si acaso.

Es terco desde siempre, no le importa que Lily diga que no es la forma de hacerlo, que puede encontrar otros modos de hacerse un nombre como pocionista, pero ella no sabe que al menos el cincuenta por ciento de su clientela ya está haciendo parte del trabajo, después de todo, ese cincuenta por ciento de su clientela tiene un lugar asegurado dentro del Wizengamot.

Él tiene que colgarse del nombre de los demás porque el suyo no significa nada. Malfoy y Mulciber se lo permiten tan fácilmente que hacen su vergüenza surgir.

Cuando llega de nuevo a la sala común, fresco y con la resaca ya casi olvidada, se encuentra con los magos y brujas apenas despertando, diferentes quejidos de dolor, algunos pasan volando a su lado para llegar al baño, no tiene que esperar antes de escuchar al primero vomitar.

Predecible.

Klaus está despierto, enterrando con demasiada fuerza su cara en el cojín del sillón, la resaca matándolo.

Lo ve apenas antes de escuchar la voz de Regulus.

El Black sostiene su cabeza con ambas manos, su ceño fruncido por el dolor y emitiendo un pequeño gemido lastimero por la incomodidad, no duda que las nauseas tambien lo estan molestando, y aunque Regulus es muy bueno lidiando con el dolor, la resaca es un dolor distinto.

—Veo que ya estas arrepintiéndote de tus decisiones de ayer— se burla ligeramente mientras se inca para estar a su altura, como si él no hubiera estado en el mismo lugar que el Black.

Regulus solo responde que con quejido mientras aleja su cabeza. Niño caprichoso.

—Mhm, muy…alto— se queja por lo bajo.

Severus nunca admitirá el ligero picazo de lástima.

—Si te dignas a mirarme, tal vez yo tenga algo que te sirva— y con eso llamar la atención del otro. Los ojos grises se abren y lo ven, expectantes y curiosos, pero cansados.

—¿Es un Avada?

—No, mejor.

—¿Qué es?

—Es algo mágico y que hace maravillas— y con eso saca el vial, mostrándolo al Black—se llama poción.

Esos ojos grises se iluminan, una de sus manos suelta su cabello, acercándose a tomarlo. Es casi tierna la forma en la que primero busca aprobación antes de tomar el vial que es ofrecido, no es hasta que Severus asiente y lo extiende en su dirección que Regulus lo agarra y en menos de un segundo se bebe el contenido.

El alivio es casi inmediato, su brillo regresando a él.

—Gracias, Sev —sonríe en su dirección. Severus sonríe de regreso y pasa una mano por el cabello de Regulus.

—Ve a tomar un baño, te ves terrible, después podemos desayunar. —Promete y lo suelta

Regulus asiente, levantándose sin tanta dificultad y en dirección a su dormitorio, seguro por un cambio de ropa.

Cuando Regulus se va, nota que tiene la atención de los demás.

—Un galeón por vial— anuncia en voz alta. Ni bien termina de hablar, cinco personas diferentes ya tienen un galeón entre los dedos y extendido en su dirección. Cual fuera tren, se pasea entre todos, tomando el galeón y entregando la poción.

Y así es como termina otra vez al lado del sillón donde despertó, sentado en el brazo y viendo a diferentes sangre puras regresar a la vida con tan solo un trago de poción.

De repente su cintura es capturada por un par de brazos que se enrollan como una anaconda. La cabeza de Klaus enterrada contra su costado, exaltando a Severus.

—¿Tienes un vial para mí, Verus? —pregunta, más bajo y mucho menos alegre de lo que normalmente es Klaus.

—¿Tienes un galeón a la mano? —responde, un poquito mezquino.

—¡Verus! –se queja Klaus, abrazando con más fuerza su cintura.

Severus lo ve, su mano cayendo sobre una de las de Klaus, este no tarda en cerrar sus dedos sobre los suyos.

—¿Por favor? —ruega, asomando sus ojos solo un poco desde su escondite —¿Por mí?

Ve esos ojos dorados, ve en ellos todas las veces que su llegada significa un final para un mal rato y su cuerpo se mueve solo. Sí, Klaus lo respeta y aprecia, se atreve a decir que lo quiere de un modo fraternal, y no habrá más. Pero Severus es muy bueno viviendo en escasez.

Su mano libre entregando el último vial que le queda a Klaus. Los colmillos de este mostrándose cuando sonríe, apresurandose a soltar a Severus para agarrar el alivio embotellado.

Aunque odia hacerlo, odia vivir deseando y anhelando las cosas que no puede tener.

Por lo que, apenas Klaus lo suelta, él se levanta.

—¿A dónde vas? —pregunta Klaus, enderezandose.

—Prometí encontrarme con Regulus en el comedor, acompañanos cuando te veas presentable —y señala la camisa casi abierta en su totalidad.

—Las brujas dicen que me prefieren así— casi ronronea Klaus.

—Pues que ellas te vean —y con eso se va.

Ignora la forma en la que la sonrisa de Klaus se tensa, confundido.

No, no quiere que el sentimiento en su pecho crezca, no quiere sentir algo que traerá dolor, que se mete en su camino para hacerse un buen lugar dentro de la sociedad y que solo jodera aún más su vida escolar.

Sale de las mazmorras, con dirección al Gran Comedor, su estómago ya reclama las horas de comer y el abuso de ansiedad.

Pero claro, Merlín se ensaña con él y pone más problemas a su, ya de por sí turbulenta, mente.

Sabe que ella está enojada por la misma forma en la que su sonrisa cae en cuanto lo ve. Lily iba saliendo, acompañada de Alice y Marlene cuando sus caminos se encontraron. No había forma de huir de esto, ella ya lo había visto. Sus cejas se fruncen y toda ella se tensa, se separa de sus amigas para ir en su dirección.

Y él solo suspira resignado.

—Severus— “Saluda” ella, sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Lily— le regresa el mismo saludo, ya tiene demasiado en su plato con aceptar que tiene un crush, no solo en un hombre, si no que en un sangre pura y su mejor amigo, como para tener la energía para eludir el enojo de Lily, un enojo que desconoce que pudo causar y esta dirijido a él.

—¿Como te fue ayer, en el partido? —pregunta, directa.

Severus se abstiene de rodar los ojos, ¿otra vez eso? Es solo un puto partido al que le invitarón, ¿Por que es la gran revolución francesa que haya ido a animar a dos de sus amigos? ¿Por que es un problema tan grande que se haya animado a ir? ¿El problema es que ella no fue la razón o que demonios?

—Fue entretenido, un buen partido.

Ella abre los ojos ante su respuesta, mirandolo incredula.

—¿Te pareció un buen partido ver a tu amiguito golpear y derribar gente?

Ay, no puede ser, ¿eso?

—Mhm, no mentiré y diré que no fue entretenido ver un poco de justicia poética pasar frente a mí, pero eso de disfrutar ver gente ser derivada por diferencia de fuerzas es más cosa de Gryffindors.

Sí, no estaba siendo el más asertivo con sus palabras, pudo haberse limitado a decir que esas cosas pasan en el Quidditch, que Klaus siempre juega pesado o que a Potter y Black peor les ha ido cuando Malfoy aun jugaba, pero no. Hoy no esta de animos para irse por las ramas en son de tener paz porque hoy su mente no tiene paz.

—¿Disculpa? —sisea ella, no muy feliz de ser puesta en la misma bolsa.

Él se hunde de hombros.

—Es difícil olvidar como medio equipo de Hufflepuff renunció a volver a jugar porque el equipo de Gryffindor era tan pesado y tramposo que les causó heridas innecesarias.

Lily apretó los labios en una fina línea.

—Eso…es verdad— acepta por fin, porque la bestialidad de Klaus al menos esta controlada por su propia responsabilidad, la de los merodeadores esta a la merced de su buen humor, pero claro, ella sigue enojada—¿Entonces porque mejor no me hablar de como te fue despues, eh?

—¿Por qué no mejor me dices directo lo que te molesta en vez de irte por las ramas, eh? —regresa con el mismo tono, ya bastante cansado, es domingo, a las 11 de la mañana, acaba de despertar de su primera borrachera, lidia con su primera resaca y su primer crush, ¿Acaso no puede tomar un descanso? Una mañana tranquila, eso quería.

Y sabe que a Lily no le gusta como está contestando.

—¡¿Quieres la verdad?! ¡Bien! ¡Ya me enteré que fuiste a la fiesta de Slytherin!

—¡¿Sí, y?! ¡¿Desde cuándo tengo prohibido ir a una fiesta?!

—¡Desde que tu odias las pinches fiestas! ¡Odias beber, la música y cómo la gente está tan junta sin dar espacio! ¡Te chocan! —ella exclama.

—¡Hasta dónde revise! ¡Yo odio la fiesta y yo fui a la fiesta! ¿¡En qué maldito momento te lastima de algún modo que yo intente encajar?!

—¡Que no lo hiciste por ti! ¡Lo hiciste por él!

No es necesario que diga quien cuando los dos saben bien a quien se refiere.

Y como Severus se enoja, porque es cierto, esta vez Lily tiene razón, esta vez, la única razón por la que fue a esa estúpida fiesta es porque Klaus se lo pidió, porque él insistió.

—Sí, él me invitó, pero la palabra clave es: me invitó. Fue mi decisión ir— responde.

Porque odia que Lily lo trate como un títere que deja que cualquiera tire de sus cuerdas, si no hubiera querido ir, ni siquiera Klaus podría haberlo obligado, él cedió.

—¿Y nada tiene que ver que él no te haya soltado en toda la noche?

Chingada madre, la fiesta fue ayer en la noche, ¿Como la escuela entera se enteró tan rápido de las mañas de Klaus de agarrarlo? Y, siguiendo con eso, ¡¿Por qué es un pinche problema con Lily?! ¡Fue a Severus a quien Klaus no soltó, no a ella! ¡Sí, él no tenía un problema con eso! ¡¿Por qué chingados ella sí?!

—No, no tiene nada que ver— sisea de regreso.

Se mantienen la mirada, enojados.

—Te había dicho que te alejaras de Mulciber— dice ella.

—Y yo te había dicho que es complicado.

—¿Qué puede ser tan complicado? ¡Es un cabrón que le encanta hacer sufrir a otros porque puede y quiere! ¡¿Cómo puede ser complicado alejarse de él?!

—¡¿Se te ocurre que, tal vez, no lo sé, él no me hace sufrir a mí?!

—¡Severus, puta madre! ¡¿Acaso no te das cuenta?!

—¡No, no me doy cuenta, Lily! —explota de una vez, sorprendiendola en el procesa— ¡No me doy cuenta de como que yo vaya de fiesta es tu puto problema! ¡No entiendo como bailar con alguien es un insulto a tu persona! ¡No entiendo cómo es ser aceptado, ir a una fiesta, hacer amigos o estar con más personas me vuelve una persona tan deleznable a tus ojos! ¡Perdóname por no ser un león o alguien hecho de azúcar! ¡Y perdón por no buscar gente que te guste para ser mis amigos! ¡Pero déjame decirte! ¡No me preguntaste si me agrada ninguna de ellas antes de hacerte su amiga! —señala desvergonzadamente a Marlene y Alice, las cuales esperaban a que Lily regresará— ¡Simplemente lo hiciste!

—¡Ellas no van por ahí maldiciendo gente!

—¡Ella— señaló a Alice—maldijo a Alecto Carrow! ¡Y ella—ahora señalo a Marlene–maldijo a Amara Shafiq!

—¡Eso—!

—¡¿Eso qué?! ¡¿Está justificado?! —la reta como nunca lo ha hecho antes, — ¡¿De verdad te molestan las maldiciones o solo te molestan cuando vienen de personas que consideras oscuras?!

—¡Eres imposible! ¡Estoy tratando de ayudarte y advertirte! ¡Pero como te encanta irte con una panda de cabrones que solo te tratan con la punta del puto pie!

—¡Esa panda de cabrones me trata con más respeto que ningún puto Gryffindor jamás a tenido!

—Y de verdad ninguno.

La figura de Regulus se materializa a un lado de Severus, su postura tan derecha como su estricta etiqueta lo educo a tener, su rostro perdió todo el brillo infantil que Severus reconoce y cuida, ahora reemplazado por esa máscara de frialdad que muestra al mundo, a los que no le agradan o no cree dignos de sí.

—¿Haciendo una escena en medio del lugar solo porque Severus fue a una fiesta y bailó un poco con Klaus? Más pareces molesta de que no haya ido contigo. —dice, con ese tono de aristocracia que hace parecer que él tiene la verdad absoluta.

—Black— reconoce ella, con enojo y resignación.

Los ojos verdes caen sobre él, como si ella esperase que Severus le llevara la contraria al Regulus, pero Severus está tan harto de todo que solo quiere regresar a su cama y dormir cinco años.

—Noticias, roja, Severus es su propia persona, separado de ti y tus deseos, estúpidos valores y cuestionables morales, el daño hacia ti por ir a una fiesta es nulo, por lo que tu derecho de reclamarlo es inexistente.

—Esto es entre Severus y yo, Black— dice entre dientes. —Tu opinión no tiene lugar aquí.

—Me tomo la libertad de opinar porque Severus prometió desayunar conmigo, y veo ofensivo que pierda su tiempo o retrase su compromiso, solo para que le griten los semejantes a ti.

—Severus puede elegir cómo pasar su tiempo. —ella desafía.

—Es cierto, pero yo no soy él que hizo una rabieta por su decisión, ¿Verdad?

—Severus— ahora lo llama a él.

—Podemos hablar después, —promete, aunque no quiere cumplirlo— cuando yo no tenga un compromiso con Regulus y tu no tengas a tus amigas como macetas. Nos vemos después, Lily— se despide de ella, pasando a su lado.

—¡Severus! —vuelve a llamar ella, solo consigue una mirada irritada de parte de Regulus, quien sigue a Severus mientras entran al Gran Comedor.

Severus se sienta con Regulus a un lado, ya ni hambre tenía del mero coraje que le dio.

—Reg, aunque agradezco que intentes defenderme, por favor, no vuelvas a meterte en una discusión entre Lily y yo—pide mientras sirve en su plato algo de huevos revueltos.

—Ella estaba siendo irascible— argumenta.

—Lo sé, pero se como lidiar con ella— Lily no tomaría nada que dijera Regulus, tuviera razón o no, con el simple hecho de ser un Black y no tener interés en ser amigo de ella, Lily lo tacharía fuera de personas que vale la pena escuchar.

—Lo siento…— se disculpa, puede escuchar la avergüenzo y el ligero miedo en su voz, voltea, solo para encontrar a Regulus viendo su plato con un aire decaído.

Severus suspira por quincuagésima vez ese día.

—Quita la cara de gatito triste, no estoy enojado contigo— trata de calmarlo mientras vuelve a pasar sus dedos por el cabello negro.

Un hábito que ya se había hecho costumbre, específicamente con Regulus, no sabía que era pero siempre tenía esa tentación de acariciar su cabello. Y tampoco era como Regulus lo alejara o diera pelea, siempre acepta dócilmente aquel gesto. (Severu ve conveniente dejar fuera las ocasiones donde Regulus lo busca)

Simplemente desayunan con la poca paz que les queda. No tiene que preocuparse por los merodeadores, Lupin y Pettegrew no harían nada sin los tarados de Potter y Black, quienes siguen en la enfermería para recuperarse de sus respectivas heridas.

Unas horas de completa calma que Klaus le regaló. Ese pensamiento no le ayuda en absolutamente nada.

Se separa de Regulus después de comer, una excusa invernada y está fuera, simplemente…no quiere enfrentar a nadie justo ahora. Sale del lugar antes de que más gente llegue.

 

 

 

 

 

Bueno, resulta que hace falta tener práctica para lidiar con un amor imposible si nunca has tenido uno antes. Y Severus no lo estaba llevando tan grácilmente.

Llenándose de tantas tareas, encargos y actividades que apenas y le deja tiempo para dormir. Slughorn y Sprout están encantados de tener un par de manos extra tan diligentes como las suyas.

Ha pasado más horas en el invernadero, revolviendo estiércol y alimentado plantas carnívoras/venenosas mágicas de las que se atrevería a decir que es sano. Y ni se diga nada de estar acomodando, organizando, tratando y embotellando diferentes ingredientes para pociones y menjurjes de dudosa procedencia.

¿Slughorn necesita ayuda con una mezcla que involucra la posibilidad de una explosión? Ahí está Severus. ¿Sprout está teniendo problemas con controlar y trasplantar un par de lazos del diablo del tamaño de una anaconda amazónica? Ahí va Severus con nada de ganas de vivir. ¿Los gemelos Carrow necesitan un cargamento entero de pociones de glicerina que les dura dos meses porque van a salir de viaje? Sin problemas, porque Severus ya con problemas puede dormir.

Justo ahora si no cae dormido es porque sus pociones activadoras son las mejores del puto continente.

Está haciendo de todo para no tener cabeza ni tiempo para lidiar con sus indeseadas emociones. No ha vuelto a hablar con Lily desde su discusión. En otras circunstancias ya habría corrido hacia ella en el segundo en que la viera, pero, por esta vez, se iba a permitir ser un poco más mezquino. Porque, a su parecer, él no había hecho nada malo como para merecer ser regañado así, no tenía porqué disculparse de ir a una fiesta ni porque obedecer al instante sus ordenes, ella decidio que no le agrada Klaus, Edmund, Evan o Regulus, bien, no la juzga por ello, sus amigos tampoco eran los más amables del mundo con los diferentes a ellos, ¿Pero porque él tiene la culpa de que ellos lo traten mejor de lo que el resto de alumnado en Hogwarts ha hecho? Sí, no quiere disculparse falsamente con ella.

Por otro lado… Tal vez está siendo demasiado cortante con Klaus.

Claro que habla con él durante el desayuno, comido o cena, cuando están todos juntos, pero, a diferencia de antes, ahora no se permite tener tiempo a solas, no lo sigue y se aleja cuando intenta enrollar sus brazos en él. Ese tipo de acercamientos junto con el conocimiento de que es lo que en verdad siente por él no hacen nada para ayudar a su situación, empeoran las mariposas en su estómago o los repentinos nervios.

Y como le jode, porque de verdad lo extraña.

Extraña pasar tiempo con él, solo los dos, platicando de cualquier cosa o simplemente en silencio, practicar algún hechizo juntos o pasarse tareas, sentir su magia tan cerca de la suya y poder sentir su perfume. Extraña de repente tenerlo cerca, cansado y dispuesto a disfrutar de la presencia en silencio, su cabeza contra su hombro o en su regazo si él alrededor lo permite, extraña su presencia en su mente, comentarios espontáneos. Extraña esa seguridad que lo baña entero cuando siente su presencia cerca.

Todo el trabajo de acostumbrarse a la presencia de Klaus, a su cercanía física y emocional, ahora le pasa factura por intentar alejarse. Se consuela con que es temporal, solo hasta que pueda poner en orden sus emociones y no se arriesgue a hacer algo de lo que podría arrepentirse. Pero eso no lo hace fácil.

Puede ver claramente como Klaus comienza a fastidiarse, frustrarse, intentando cortar la distancia que Severus pone entre ambos, solo para que este huya ante las mínimas expectativas de cambio.

Como ahora.

Camina con una bolsa colgada del hombro, lleva un par de botas que tomó del invernadero, junto con un par de frascos de vidrio y todo un equipo que hasta parece quirúrgico de tantas pinzas y bisturí.

Klaus había pedido hablar con él desde que comenzó a alejarse, intentando saber que paso, exigía saber que hizo o porque de repente el cambio de actitud, Severus siempre respondía con una evasiva y se escabulle en la sombras.

Como odia tener que esconderse y andar con tanto cuidado.

Primero porque si los merodeadores lo atrapan sólo, significa problemas, y ahora porque, si Klaus lo encuentra sólo, significa problemas.

Se encuentra huyendo de todo y con el triple de cuidado.

Podría estar orgulloso de ser de los poco capaces de escapar de los ojos depredadores de Klaus,y sabe que Klaus odia eso. Odia no atrapar lo que persigue, odia perder de vista su presa.

Y después de todo un día de escapar de Klaus, dejando a este dando vueltas por la escuela sin poderlo encontrar, ahora se dirige al bosque prohibido.

Tiene permiso de Slughorn para estar fuera después del toque de queda, después de todo, si va allí, es porque el jefe de casa requiere un poco de alga bioluminiscente que solo crece entre los manantiales y charcos del bosque.

Esa que no puede ser recolectada con magia porque sus propiedades se contaminan y hay que ser extra cuidadoso. Un trabajo de horas.

¿Y quién necesita olvidar que existe el mundo real por horas? Severus. Así que ahí va, sin importarle que cuando regrese al castillo, el sol ya no estará en el cielo.

Sale sin problemas de los terrenos de la escuela, demasiado ido en sus pensamientos que camina mecánicamente.

Pasa por la cabaña de Hagrid, seguro el guardabosques gigante estaría ocupado con alguna de las criaturas monstruosas que llama amigos. Mientras pasa la cabaña, se gira para comenzar a rebuscar en el morral las herramientas que va a necesitar, sin prestar mucha atención.

—Severus. —Un figura se materializa enfrente de él, Severus obligado a parar de golpe para no chocar y con el corazón en la garganta, descuidado y distraído como estaba, no esperó encontrarse con nadie.

—¡Carajo! ¡No hagas eso! —maldice recuperando el aire, mira a su amigo.

Edmund está parado frente a él, con sus túnicas informales puestas. Edmund se cansa muy fácil del uniforme escolar y aprovecha para presumir su variado vestuario.

—No es normal en ti sobresaltarse así— se hunde de hombros Edmund.

—¿Qué haces aquí? —él va por ingredientes para pociones, pero no se le ocurre ninguna razón por la que Edmund o ningún otro sangre pura se aventura el bosque prohibido, todo lo que puedan querer de ahí dentro podrían conseguirlo con la facilidad de enviar una carta.

—Tenía que entregarle algo a Hagrid pero no está— Severus no le cree nada, pero Edmund no repara en eso— ¿Tu que haces aquí? Pronto será hora cenar. —comenta casual, dando un vistazo al sol, no tomaría más de un par de horas para que comenzara el anochecer.

—Slughorn me mandó por algas— responde, rodeando a Edmund para seguir su camino.

Pero Edmund no se va, al contrario, se pega a él y camina a su lado, indiferente al hecho de que no sabe a dónde van o que van a hacer.

Severus lo deja, está seguro de que su amigo se va a aburrir de verlo trabajar en algún punto y se irá con una excusa improvisada. Por lo que caminan en silencio.

Llegan al manantial en cuestión de minutos, y una vez ahí, Severus deja sus cosas en la orilla. Se quita la túnica exterior, así solo quedándose en camisa y pantalón, arremangado la camisa, se coloca las botas y con un par de frascos, pinzas y bisturí en mano, entra al agua.

—De verdad vienes por algas— reconoce Edmund, viendo a Severus caminar hasta el centro del manantial y agacharse.

—Te lo dije.

Y con eso comienza a trabajar. Es tedioso, las algas no son tan gruesas y se rasgan muy fácilmente, por lo que debe ser muy preciso con las pinzas cuando toma una de las hojas, ni muy fuerte como para romperlas, ni muy débil para que se resbales. Con el bisturí en su otra mano remueve las raíces que se aferran a la tierra, separando lo más gentilmente y cortando las raíces ya malas. Una a una, va tirando de los tallos hasta separarlos totalmente y la coloca en el frasco, con un poco de agua del mismo manantial.

La tarea, aunque precaria no es suficiente para que Severus olvide la presencia de Edmund.

—Entonces…. ¿Algo nuevo de lo que quieras hablar?

—No, no realmente— respondió, cortando otra alga. Cierra ese frasco y toma uno nuevo, volviendo a trabajar. Edmund suspiro con fuerza y se dejó caer sentado en el suelo, derrotado.

—Severus, por mucho que quiera respetar tu privacidad, tener a Klaus quejándose, haciendo pucheros y con el humor de un dragón insomne no es como quiero pasar el resto de mi año escolar, así que necesito respuestas.

La hoja entre las pinzas se rasga ante el ligero sobresalto de Severus, respuesta de la tensión de su cuerpo a ser enfrentado por algo que, de un modo u otro, sigue fresco. Farfulla irritado y se fuerza a concentrarse.

—Ay, por favor, el humor de Klaus no puede ser peor que el de Evan durante una mala semana, se le pasara.

—Claro qué dices eso, a ti no te toca lidiar con él y su complejo de pantera, ¿Tienes una idea de cuántos niños de primero están aterrados de pasar por el pasillo a los dormitorios durante la noche por su culpa? Todo porque está esperándote y se frustra cuando te escabulles.

—Los de primer año se asustan de cualquier cosa. Se van a acostumbrar a Klaus y sus tácticas de acecho.

—Y Klaus encontrará nuevas formas, así que lo mejor es ir a la raíz del problema.

—¿Y esa soy yo? —cuestiona, cerrando el frasco y acercándose a la orilla, donde está Edmund, deja el frasco en su morral y toma otro par. Acaba de ver algunos hongos y raíces que Slughorn podría apreciar más.

—La raíz está en porque de repente decidiste que ibas a evitar a Klaus como si fuera la peste y rechazar cada interacción con él. Decidí hacer servicio a la comunidad y ayudarte, si ustedes pelearon, créeme que a este punto Klaus está dispuesto a ceder incluso su escoba con tal de que vuelvas a hablarle y mimarlo.

Se detiene en seco, el frasco de vidrió casi se resbala de entre sus dedos, le dedica a Edmund una mirada envenenada. Edmund no cede, al contrario, se cruza de brazos y ladea su cabeza, como si lo retara a contradecirlo. Severus sabe que el rubio no se irá a ningún lado sin las respuestas que quiere.

—Primero, no, no peleamos por nada. Segundo, yo no “mimo” a Klaus, es solo que la vara está en el suelo, y tercero: yo solo…me di cuenta de un par de cosas.

Severus desvía la mirada, la vergüenza y amargura regresando, peor al decirlo en voz alta. Mientras que la postura de Edmund pierde firmeza, primero confundido hasta que entiende el mensaje en sus palabras, ahora su dura expresión es reemplazada con sorpresa.

—¿Tú ... .te diste cuenta de…lo que sientes? —pregunta, precario, consciente de cuán delicado era el tema entre manos.

Severus suspiró y asiente.

—¿Y decidiste que la mejor forma de lidiar con eso era llenarte de tareas hasta dejarte casi muerto de cansancio e ignorarlo de la noche a la mañana? Severus, eres inteligente, ¿Por que diablos eliges la forma más estúpida de manejar la situación?

Severus rueda los ojos, irritado, un gruñido de enojo sale de su garganta mientras se endereza, poco le importa estar a la mitad de un manantial.

—¡¿Y que se supone que haga?! ¡No puedo solo ir, actuar como si nada, como si todo estuviera bien y estar a su lado sin sentirlo! ¡¿Cómo se supone que debo dejarlo abrazarme cuando estoy perdiendo los pies de la tierra y siendo un imbécil sin esperanza?! ¡Siendo tan-tan estupido! ¡Tan estupido que con cualquier cosa que él hace ya estoy listo para celebrarlo! ¡Carajo, es ridículo! —se ríe amargamente de sí— Yo soy ridículo. Sentir algo así cuando conozco bien lo que soy y lo que pasara, de verdad soy ridículo.

Ambos se quedan en silencio, Severus espera escuchar risas, burlas hacia su patético ser, patética situación, un pobre mestizo viendo con ojos de amor hacia un prestigioso sangre pura, tan patético, como el resto de su existencia. Pero nada.

—Estás abrumado, ¿no? —rompe el silencio Edmund, con tanta gentileza que sorprende a Severus, no hay ninguna pizca de burla o crueldad en él, en sus ojos verdes no hay nada más que calma e intriga, intenta ver ese brillo cruel, pero no esta— Estás abrumado y asustado por eso. No estás huyendo de Klaus, estás huyendo de ti mismo.

—...Sí, podrías decirlo así.

La verdad no ayuda mucho a sentirse mejor al respecto.

Sabe que está siendo un imbécil en general, ignorando de repente a Klaus y volviéndose tan grosero con Lily, pero está tan confundido, herido y asustado que estaba soltando patadas y arañazos a ciegas.

Intentando defenderse de algo que no está afuera, sino dentro de él.

—Severus, sal de ese charco y hablame— pide Edmund, extendiendo una mano en su dirección. Severus, exhausto de huir, de correr en círculos y cargar con tanta estupidez sobre su espalda, suspira y cede, aceptando la mano que Edmund le ofrece, lo ayuda a salir del manantial y guardar las cosas en el morral.

Ambos termina sentados entre las frondosas raíces de un gran árbol, rodeados de un hechizo de privacidad en caso de que alguien considere divertido escuchar a escondidas su conversación, Edmund espera, no presiona, y Severus respira, pone en orden las palabras en su mente, buscando cómo iniciar aquella humillante charla.

—Me di cuenta el mismo día que hablamos.

—El día del partido, sí, lo recuerdo, ¿Cuándo, durante ese día?

—En la noche, durante la fiesta, no acostumbro a beber y supongo que el tarado de Burke se pasó al hacer los tragos. Seguí tu consejo y…. de repente me di cuenta, mientras lo veía bailar, de cuanto significa para mí.

—¿Y eso te asustó? —pregunta, suave, sin rastro de burla.

—Sí, no, quiero decir… en el momento no, pero después, cuando todo se calmó, fue jodidamente aterrador.

—¿Puedo preguntar por qué? Prometo no decir nada— ¿Desde cuándo Edmund puede ser tan amable y gentil? Jala a Severus a confiar, a bajar la guardia más de lo que ya ha bajado.

—Porque él terminó por significar todo para mí, seguridad, calma, felicidad y emoción, y se que lo más que voy a significar para él será un buen amigo y un rato entretenido.

—Para solo significar eso, Klaus está haciendo un gran escándalo porque perdió tu atención. —señala, más como un dato divertido,y aunque eso anima un poco su corazón añorante, también lo hace encogerse.

—No soy ciego ni ingenuo Edmund, sé bien las expectativas que cada uno de ustedes carga, y conozco bien mi reflejo en el espejo, Klaus tiene una enorme responsabilidad y legado, debe estar listo para eso, y si de repente aparezco yo, con mis…sentimientos… sé que joderle lo poco que puede permitirse disfrutar. Lo forzare a lidiar con una situación tan incómoda, voy a hacerlo sentir que perdió a un amigo solo porque nuestros contextos chocan, y sé que es vanidosos pensar así, pero sé que no podrá sentirse libre y cómodo a mi alrededor si tiene en mente que no veo sus actos como fraternales o inocentes, sé que no dejara de pensar en eso y comenzará a tratarme con la misma precariedad con la que trata personas no tan cercanas. Claro, todo eso si no siente las náuseas de ser el crush del Snivellus— y como duele la última parte.

Como duele repetir el nombre que la escuela grita para él. A todos les daría asco ser el crush de Snivellus, incluso si su mala postura es un recuerdo de su segundo año, sus dientes chuecos olvidados en cuarto, su piel grasa e insana se recuperó gracias a la poción de glicerina que hace para los gemelos Carrow, su cabello largo jamás se ve lustrado, los humos de sus constante pociones lo hacen parecer graso y aglutinado, pese a que eso se va con solo un poco de agua al día, nada de eso importa, porque gracias a cuatro imbéciles, él siempre será el ser más feo que exista.

—Severus— lo llama Edmund, como si intentara alcanzarlo y sacarlo de esa burbuja de auto desprecio. —estás siendo cruel. Ambos sabemos que paso la ultima vez que Klaus escuchó a alguien llamarte así, —Si, fue un enfrentamiento desigual y feo, la única razón por la que Klaus se salió con la suya fue por su apellido. —Nadie va asquearse por ser tu crush, esos pendejos de rojo y dorado te han afectado tanto que no ves lo que eres, les crees las mentiras. —Severus resopla, sigue siendo un tema que prefiere no tocar, y Edmund no presiona, gira su atención a la otra parte que perturba al azabache— Y sobre lo demás…, es cierto.

—Lo sé.

—No, escúchame: Es creencia popular que los sangre puras tenemos la libertad para hacer lo que queramos cuando queramos donde queramos, esa no es más que una vil ilusión. Tenemos más reglas, expectativas y responsabilidades que ningún mago o bruja jamás entenderá, cada uno es una representación de su linaje, cada galeón en nuestras bóvedas es un peso en nuestra espalda. Tenemos que demostrar porque lo tenemos, tenemos que honrarlo y merecerlo, no podemos ser solo buenos para nada, no, tenemos que cumplir expectativas, ser ejemplos de la epítome de la perfección. Un legado que cargar, cultivar y pasar. Cada cosa en nuestra vida es un negocio. Y se que eso, tú lo entiendes. Pero…eso no significa encadenarnos a una vida de miseria y tristeza, no significa renunciar a absolutamente toda nuestra libertad, vivir privados. Siempre, SIEMPRE, hay lugar para negociar y encontrar ese equilibrio entre deber y deseo. —Severus lo ve, escucha lo que dice, y sabe que está pensando por cómo sus ojos se mueven. —Sí Klaus encontró en ti algo que él disfruta, va a negociar para mantenerte cerca sin interrumpir su deber, los Mulciber no son conocidos sólo por su repertorio de maldiciones, impulsos depredadores y misterios, si no por su apego, cuando un Mulciber encuentra una persona que quiere mantener cerca, no lo va a soltar. Klaus no es distinto, ¿Por que crees que no se rinde en intentar atraparte pese a como has intentando evitarlos durante estas tres semana?

Sí, debía reconocer que Klaus de hecho es bastante determinado y terco en atraparlo, si ha durado tanto sin caer entre sus garras era porque su terquedad tampoco era para menos.

Suspira, y por primera vez desde hace semanas, de verdad siente el oxígeno llenar sus pulmones de regreso, dar vitalidad a su cuerpo. No sabe si es que ya está demasiado exhausto como para sentir más angustia y/o ansiedad, pero puede decir que está tranquilo.

—¿Qué recomiendas ahora? Yo nunca… había sentido algo así.

Edmund sonríe, como si esa fuera la pregunta que estaba esperando desde el principio.

—Disfrutalo— lo dice como si se tratara de comer un postre o estrenar una túnica, —Los sentimientos son complicados, no quiero llenarte la cabeza con cosas como “Ve por él, tigre” o “Deja tu corazón marchitarse y morir en un salón oscuro”, porque eso sería elegir por ti. Lo que te puedo recomendar es que disfrutes de ese sentimiento, disfruta y aprovecha tu tiempo con Klaus. Y cuando te sientas con la suficiente seguridad, elije que quieres hacer. Pero en el intermedio, no te lastimes a ti y a él, ¿O qué? ¿Crees que de verdad te creo eso de que estas bien sin él?

—¿Perdón? Estoy perfectamente bien— se defiende, ligeramente indignado por la implicación de que es dependiente de Klaus.

—Casi te estas cayendo dormido mientras hablamos, casi te doy un infarto, vas por la escuela como un fantasma para no toparte con nadie. Ya habías superado ese miedo y cautela, y volverla a cargar te está afectando. Me atrevo a decir que adelgazaste por estar escondido.

De acuerdo, es cierto que había regresado a mañas de sus primeros años, donde sus pasos eran silenciados por su magia, era el primero en despertar y abandonar el dormitorio y el último en entrar ya noche avanzada, saltarse comidas, optar por comer en la cocina cuando hubiera poca gente o esconderse en algún salón. O no hacerlo en absoluto.

—No lo creo, las túnicas pueden ser engañosas— no se siente mal, sí, tal vez ha descuidado sus hábitos pero no ha sido tan extremo como para ser demasiado obvio.

—Como tu digas, pero solo te aviso, si yo lo note y apenas te veo la sombra, creeme que Klaus ya se dio cuenta.

—Mierda…

—Y con mucha razón ... .aunque… no creo que te moleste tener que ser cuidado y alimentado por él.

—¡Edmund! —reclama, sintiendo sus mejillas arder solo un poco. Edmund se ríe.

—¡Pero si se nota que lo extrañas! ¡Se nota que quieres regresar a ser su favorito!

—¡Yo no soy—!

—¡No te atrevas a negarlo! ¡Ese desgraciado me dejaría morir de inanición con tal de darte un filete a ti! ¡Eres su favorito!

—¡Mentiras! ¡Mentiras y chismes! —infantilmente se tapa los oídos, una vil excusa para ocultar el sonrojo que se extiende por sus orejas.

Edmund no tiene piedad ni misericordia ante él, ahora que sus sospechas fueron confirmadas había decidido que tenía la libertad para hacer burla de la situación, una burla muy distinta a la que Severus estaba acostumbrado. No era cruel, no era despectivo con él, su físico o su sangre, solo con su torpeza emocional.

Eso no significa que Severus no sintiera ganas de que la tierra lo tragara y la escupiera en la antártida cada vez que Edmund abría la boca.

—Dejando tu título como la persona favorita de Klaus– ignoro el “Mentira” de Severus para continuar— ¿Ya podemos regresar? Quería ayudarte, pero no quiero ser devorado por una araña gigante o pisoteado por un centauro solo porque mi amigo decidió que necesita pensar en medio del bosque que se llama “Bosque Prohibido” por una razón.

Severus se ríe, sí, entrar al bosque prohibido es un riesgo, pero están a poca profundidad, el territorio de las arañas está más al norte y el de los centauros al este, están en tierra de nadie, por lo que no es un peligro, pero no es como que Edmund esté dispuesto a escuchar explicaciones.

—Sí, tengo lo que Slughorn quería, así que ya podemos regresar. —se abstiene de reírse del alivio de Edmund.

Después de asegurarse que los frascos estaban bien cerrados, las algas en buenas condiciones y no faltaba nada de lo que tomó prestado, se colgó el morral sobre el hombro y emprendió camino de regreso hacia Hogwarts, cuando la puerta principal se cerró tras sus espaldas, el cielo ya estaba oscuro y el castillo iluminado con velas.

—Deberías ir al banquete, si te apresuras alcanzas a cenar sin prisa. —Severus le recomienda Edmund, adivinando la hora porque cuán derretidas están las velas.

—¿Y tú? No pienses que voy a dejar que te saltes más comidas y te conviertas en un palito andante.

Severus se ríe por lo bajo.

—Debo ir a la oficina de Slughorn para dejar los frascos, dejó un terrario listo para los tallos jóvenes para poder cultivar más, por lo que tardaré más, más adelante en la noche puedo pedirle a los elfos algo de cenar.

Edmund lo miro, pensando su respuesta con cuidado antes de asentir y tomar camino hacia el gran comedor, claro, no sin antes voltear sobre el hombro y decirle:

—Klaus no te ha visto desde ayer en la mañana, mejor no tardes tanto.

Y sin esperar respuesta, se fue.

Severus solo rodó los ojos, demonios. Edmund era muy bueno dando consejos y escuchando a los demás pero era un insoportable después, con su infantil humor.

Claro que…no le molestaba la gran cosa. Su humor infantil distaba de ser hiriente o mal intencionado. Mil veces prefería los chistes internos de Edmund que las crueles burlas de los demás.

Caminar por Hogwarts durante la noche puede ser aterrador, pero Severus estaba acostumbrado a las sombras, a la oscuridad y caminar con cautela, las calles en la calle de la Hilandera parecían trampas mortales por tantos hoyos, rocas, basura y escombros dejados por ahí, y no se diga durante la noche, uno es afortunado de llegar sin un moretón o una tobillo esguinzado. Por lo que caminar por el pasillo desértico, plano, bien nivelado y con un poco de penumbra no suponía un reto para Severus.

Al abrir la oficina de Slughorn, el terrario equipado con agua y tierra suficiente es lo primero que salta a la vista. Suspira antes de ponerse manos a la obra.

Mientras coloca los frascos con las algas adultas en la repisa que Slughorn le indicó, se permite divagar otro poco. Pensar en lo que dijo Edmund.

¿Disfrutar sus sentimientos? Hay muchas cosas que Severus disfruta, como crear pociones, ganar dinero con sus creaciones, inventarse hechizos que serían letales, leer sobre las artes oscuras, sus bases, sus variaciones, orígenes, usos. etc. Pero disfrutar de sus sentimientos…eso nunca lo ha hecho.

Sí, obviamente disfruta estar feliz, disfruta estar tranquilo, pero ve un poco difícil disfrutar ser un tarado total por alguien más, por Klaus. ¿Cómo se puede disfrutar estar perdido por alguien? ¿Cómo puedes disfrutar perder la razón, lógica y sentido así? Está fuera de su comprensión, pero, por otro lado, sufrirlo es peor.

Edmund no se equivoca en que extraña estar con Klaus, y es vanidoso de su parte disfrutar ser llamado el favorito de Klaus. Es vanidoso y ridículo.

No hay respuesta clara y eso es molesto.

Abre el frasco con los tallos y los sumerge en el agua del terrario, con la punta de su varita, ayuda y guía a las raíces a encontrar las piedras a las cuales aferrarse. Hasta que ya no hay nada más que hacer en la oficina. El profesor se encargaría de devolver los guantes y botas a Sprout, las pinzas y bisturí ya fueron puestos en su lugar de origen.

Cierra la puerta tras de sí.

¿Sería posible vivir a base de sueños? Odia vivir en escasez y conformarse en como es dictada su vida no es una opción, pero si lo que tiene ahora es lo más que nunca tendrá, ¿Sería tan malo disfrutarlo? Después de todo, la separación que tiene, lo cansado que está, la ansiedad de estar solo otra vez y lejos de Klaus solo hace obvio una cosa: Prefiere tener lo poco que Klaus puede darle a no tenerlo en lo absoluto.

No quiere seguir así, no quiere probar la paciencia de Klaus, no quiere sentir el desasosiego que sería regresar a que el moreno lo ignore como durante su primer año. No quiere perderlo.

Peleó con Lily, no una, ni dos, sino que tres veces en nombre de Klaus, como para ahora obedecerla por pura terquedad parece un mal chiste. Se detiene a medio camino, sus dos opciones frente a él, se debate entre ir al gran comedor y terminar con esa distancia de una buena vez, explicarse (inventar una excusa) y hacer las paces con Klaus o ir a las mazmorras, respirar, cambiarse y limpiarse, darse valor para una charla incomoda y esperar a que Klaus regrese.

Podría ser una buena idea, tener algo planeado en vez de ir a lo loco. Él no era tan bueno como le gustaría para improvisar.

Unas risas llegan a sus oídos y su sangre se enfría.

Porque él conoce esas risas, son las mismas que plagan sus pesadillas, son las mismas que suenan cada vez que algo malo, doloroso o humillante le pasa.

Se da la vuelta, listo para huir a las mazmorras, si se apresura puede evitar ser visto.

Pero Merlín lo odia, porque al instante escucha las voces de sus peores enemigos. Un hechizo pasa sobre su cabeza y el camino frente a él está bloqueado por una pared verdosa de magia, arrinconando entre la varita y la pared.

—¡Mira eso, Prongs! ¡Es Snivellus! ¡Creo que se le acabaron las oportunidades de irse a esconder!

—El murciélago cobarde por fin sale de sus escondites.

Maldice por lo bajo antes de voltearse.

Son dos, Potter y Black, Lupin y Pettegrew sabrá merlín donde esten, por una parte es bueno, porque significa menos intervención, por otra da igual porque esos dos son tan inútiles como un salero en el mar rojo.

—Uy, es que te ibas muy rápido— se disculpa falsamente Black. —Han pasado un buen tiempo desde que tuvimos oportunidad de conversar, Snivellus.

—Conversar es algo que haces con personas— pasa la vista entre él y Potter, el odio, resentimiento y asco escurriendo en cada sílaba de su voz— no con cerdos.

—No eres mejor que una babosa en el suelo, escurriendote para esconderte en la tierra como un puto cobarde— insulta Potter.

—Solo un gusano reconoce a otro.

—¡Cállate, mortifago! —Black alza su varita, en respuesta Severus alza la propia.

Tiene dos varitas apuntadas en su dirección. No hay forma en la que pueda salir bien parado de esto, porque no hay nadie alrededor, no hay quien los pare.

Pero ninguno tiene oportunidad de hacer nada cuando la pared mágica a espaldas de Severus estalla en mil pedazos, como si hubiera estado hecha de cristal.

—Si te vas a aprovechar de los hechizos de tu familia, Black, al menos hazlos bien— se mete alguien más.

De entre las sombras sale un chico castaño, con su uniforme de Slytherin. Aburrido, pasando su peso de un pie al otro mientras juega con su varita, como si la situación fuera tan ajena a él que no merece su total atención.

Severus lo reconoce.

Bartemius Crouch Jr.

Amigo de Regulus, los ha visto andar juntos, platicar, jugar o hacer tareas, de repente Regulus lo incluye en sus anécdotas u opiniones. Nunca han hablado formalmente, nada más que un mudo saludo cordial cuando sus caminos se cruzan.

—Crouch— escupe Black.

Crouch le dedicó una mirada aburrida.

—De verdad que ese “murus nunc” está para echarse a llorar— Crouch mira a Severus, una sonrisa mezquina en su rostro mientras dice en voz alta— Hubiera bastado con que te recargaras en ella para romperla, él de verdad es un inútil —acto seguido se ríe.

Una cruel carcajada que no está dedicada a él, si no a Black, a Potter. Ellos son la razón de burla e insultos, no Severus. Y el desagrado es obvio. Las reflejos de Severus por fin reaccionan, desviando cualquier hechizo que Potter lanzó hacia Crouch a tiempo, el intercambio de magia no hizo más que mover un mechón de cabello del otro Slytherin.

Pero no esa rapidez no es nada cuando Crouch cierra sus dedos sobre su varita.

¡Perpendo nimis! —grita.

El hechizo da de lleno en el pecho de Potter y el efecto es inmediato, Potter es lanzado en el aire, girando y chocando una pared, un fuerte quejido de dolor sale de él cuando cae al suelo, pero es incapaz de levantarse. No importa cuanto intente alejar su pecho del suelo, es como si en su espalda estuviera el peso de un elefante, ni siquiera puede moverse lo suficiente para alcanzar su varita.

¡Impedimenta! —ataca Black, Severus lo esquiva con un giro casi teatral, antes de alzar su propia varita.

¡Dormiens maxilla! —es juego sucio usar una de sus creaciones, un hechizo del que nadie tiene el contra hechizo, pero es una misericordia que se pase en un par de horas.

Black grita enfurecido cuando su boca se abre, su mandíbula caída en peso muerto, junto con su lengua. Ahora, incluso si quiere hablar, los músculos de su mandíbula no responderán.

Entonces Crouch se ríe aún más, sorprendido e incluso dando un pequeño aplauso ante el resultado de su hechizo.

—¡Miren al gran Black! ¡El gato se comió la lengua! –se burla tan fácil, — ¿Eh? ¿Qué pasa, Black? No te escucho, ¡Uy, mi error! ¡No hablo idiota!

Black quiere contratacar, pero si algo no hace ese idiota, es practicar magia no verbal.

Viendo que están en desventaja, viendo que Potter está tirado en el suelo sin poderse levantar, que tiene dos rivales con varitas en manos y sin poderse defender, Black hace lo único que sabe hacer bien: huir de las situaciones que no le gustan.

Corre hacia Potter y lo jala sobre sus pies, pasando su brazo por sus hombros y prácticamente arrastrándolo fuera del lugar.

No respira hasta que por fin deja de escucharlos. Bueno, al menos eso no les va a costar puntos a nadie. Guarda su varita y se voltea hacia el otro mago.

Bartemius sigue riendo de Black, de su torpe huida mientras tiene que cargar el peso del cuerpo de Potter porque el tarado no sabe invocar un protego.

—Sí bien, aprecio no haber sido dejado a mi suerte, creo que tu y yo no hemos tenido una introducción apropiada— llama la atención del menor.

Crouch deja de reírse, sus ojos azulados encontrando los suyos.

—Bartemius Crouch Jr— se presenta como si fuera lo más obvio del universo, pero entonces sonríe— pero yo sí te conozco, Regulus no deja de hablar de ti.

—Sí por eso nos vamos, entonces también te conozco, a Regulus le gusta hablar de ti.

—Sí, le gusta hablar a sus amigos de sus otros amigos, diría que hasta me dan celos— Severus no está del todo seguro si está bromeando o está siendo honesto. —Dice que tú… le diste clases de pociones, Legeremancia, Transfiguración y hasta de Defensa. —comenta, su tono pretende ser casual pero para Severus es claro que tiene una intención marcada. —Y que vale la pena el precio que pagó.

Claro que lo valió, Severus no enseña nada de lo que no esté totalmente seguro y en control.

—Normalmente mis pláticas sobre finanzas las tengo cuando alguien quiere algo de mí, ¿Es este el caso o solo quieres hablar de galeones?

Crouch sonríe, logra tener la inocencia de un niño con el brillo malicioso de un adulto.

—Ese hechizo— señala por dónde se fue Black— ¿Cuánto cuesta?

Directo al punto, vio algo que le intereso y lo quiere, puede trabajar así, de hecho, le conviene trabajar así.

—Depende de cuanto tiempo te tomará aprenderlo.

—Soy un aprendiz veloz, no te molestare más de una hora.

—Eso dijo Rosier y mira que me tomó una semana entera enseñarle el movimiento básico de la muñeca.

Crouch se lame los labios en su característico tick, no frustrado pero pensando.

—Una hora, solo eso necesito.

Podría ser duro y exigir más, exigir al menos dos horas, con el riesgo de que sus hechizos esten corriendo por ahí, pero de alguna manera, el mero pensamiento de cuanto se emocionó Regulus cuando aprendió los nuevos hechizos movió algo en su mente, más viendo en los ojos azules el mismo deseo de aprender y tener crecer que vio en los de Regulus el primer día.

Debía comenzar a checarse la cabeza, no podía estar siendo tan suave con otros solo porque eran un poco menores que él.

Crouch vio con cierta confusión la mano del mestizo que cayó en su hombro, sin entender si era una respuesta o que respuesta era.

—Cinco galeones y te daré dos horas, no quiero que por estar apresurado lo aprendas mal y me des mala fama— inventa la excusa y desvía la mirada para no ver como la satisfacción se hace presente en el aun aniñado rostro de Crouch.

—De acuerdo, Snape.

—Discutiremos tiempos mañana,Bartemius, por ahora—es interrumpido por un quejido del otro.

—¡Uggh! ¡No me llames así! No es tan importante que tu y yo mantengamos apariencias con etiqueta, llamame Barty.

Barty, un apodo que es extrañamente perfecto para el mago que tiene enfrente. No todos los de cuarto año tiene la capacidad de romper un hechizo como murus nunc, tan mal hecho como este, no es común que alguien sepa ni siquiera que es, por lo que es obvio que Barty es listo, MUY listo, y hábil con la varita. Un nombre tan largo y ceremonioso es cortado a un simple apodo para un mago con tanto conocimiento pero que se comporta tan despreocupada y juguetonamente.

—Bien, Baty— se corrige, ganándose un asentimiento satisfecho del menor, —por ahora deberíamos regresar a las mazmorras. Estoy seguro que entre todo lo que dijo Regulus de mi, habra mencionado mi apego a un horario,

—Sí, lo hizo, pero… Regulus no es el único que habla de ti.

Eso vuelve a llamar la atención de Severus.

—¿Cómo dices? —¿Un rumor? Por Merlín, no.

Crouch se relame los labios, buscando palabras, bastante más quieto que antes.

—Mulciber hoy estuvo muy interesado en saber donde estabas, creo que se le zafo un tornillo o algo así. Él—

—¡SEVERUS!

Ambos magos saltan y sus magias se erizan ante el grito tan gutural que podría haberse confundido con un rugido, volteando a la fuente, instintivamente buscando sus varitas.

Klaus.

Klaus camina apresurado a donde él, su rostro tan duro y enojado, su magia alertando a todos de su humor y sus ojos dorados brillantes, fijos en su persona como un arpón, su labio se alza en un gesto despectivo cuando nota la mano del mestizo en el hombro del castaño frente a él. Instintivamente Severus suelta a Barty y da un pequeño paso para atrás.

Eso parece colmar la última gota de paciencia en Klaus.

Porque este recorre la distancia que los separa en cuestión de segundos y atrapa su muñeca. Con la fuerza suficiente para retenerlo y evitar que se soltara pero sin lastimarlo. Klaus ya lo atrapó, Severus no tiene ni siquiera tiempo de reaccionar para decir algo o intentar calmarlo un poco cuando el moreno lo jala contra su pecho antes de voltearse a Barty, una tensa sonrisa en rostro que no es más que una amenaza.

—Crouch, Rosier o Black te buscan, vete— casi gruñe de nuevo.

Barty alza una ceja descreído pero procede a sonreír.

—¡Mañana hablamos, Sev! —Se despide y da vuelta para ir a las mazmorras, ignorando la oleada de molestia que el mero uso de un apodo causó en Klaus y con lo que Severus tendrá que lidiar.

Apenas se va, Klaus vuelve su mirada hacia Severus. El corazón está a nada de salir de su pecho de los meros nervios, esta reacción no es lo que esperaba y no sabe cómo llevarla. Sin decir palabra alguna, Klaus actúa primero y lo lleva hasta un aula en desuso,empuja a ambos a entrar y cierra la puerta con un hechizo.

Se quedan en silencio, Klaus dándole la espalda pero sin soltar su muñeca y Severus intentando sobrepasar sus nervios, sabe que tienen una discusión pendiente y entiende que Klaus está enojado. Solo… no sabe como disculparse con él.

—Dimelo, ¿Que hice? —rompe el silencio Klaus, su voz tan profunda arrastra enojo y seriedad. —Un día estamos bien y al siguiente me ignoras, alejas y evitas. Pasas tu tiempo escondiéndote de mí como si yo te hubiera hecho algo imperdonable. —Entonces Klaus lo encara y Severus siente ardor en el pecho, porque puede ver en esos ojos dorados un brillo herido. —Te escondes de mí cómo te escondes de esos putos leones, me evitas y después desapareces, ¡A Edmund y Evan les hablas como siempre! ¡Pasas tiempo con Regulus y ahora incluso te haces amigo de Crouch! ¡Así que el problema es conmigo pero no se que paso! ¿¡Qué hice?! ¡¿Estás enojado porque volví a insultar a tu adorada roja sin darme cuenta?! ¡¿Insulte a alguien que te importa?! ¡¿Te insulté a tí?! ¡Solo dime que quieres que haga para que vuelvas a hablarme!

Klaus estaba desesperado y eso era obvio, estaba desesperado por tener una aclaración, por tener a Severus de regreso a su lado, estaba dispuesto a disculparse con quien sea (menos con esa roja) solo para que Severus vuelva. No podía entenderlo, todo había estado tan bien.

Y Severus siente el peso de la culpa, la culpa a porque él fue quien causa ese estrés en Klaus, deliberadamente causó esa ansiedad por su miedo. Severus no la pasó bien estando solo otra vez, esconderse del sol de nuevo y sentir ese miedo, y por lo que ve, es obvio que Klaus tampoco la pasó bien. Calla esa vanidosa voz en el fondo de su mente que se regocija por no ser el único que resintió la distancia, se regocija de saber que importa lo suficiente para alterar a Klaus si se aleja.

“Disfruta tus sentimientos”

Bien, puede hacer eso.

—Nada, lo siento, Klaus. —se disculpa, con su mano libre sujeta el hombro del moreno, dando un apretón que pretende ser conciliador. —No me hiciste nada, yo solo…—sus ojos fueron al suelo, la vergüenza de saber la verdad hace imposible mirar a Klaus a los ojos, pese a que este lo mira insistente, animandolo a continuar—...dejé que mis peores pensamientos me consumieran y cegaran. Pensé que valía la pena alejarme para lidiar con eso, estaba tan ido que no me dí cuenta de que tan cruel estaba siendo contigo. Perdoname, fuí egoísta.

La magia del otro se calma y la tensión abandona los anchos hombros, entonces la mano en su muñeca se suelta, momento siguiente, los brazos de Klaus lo rodean en un abrazo.

Un abrazo tan cálido que sorprende a Severus. No es hasta ese momento, con los cálidos brazos de Klaus a su alrededor, su mandíbula en su hombro y su magia cubriéndolo aún más como una cobija que Severus se da cuenta de cuanto lo extraño en realidad, cuanto extraño sentir ese peso, calor y hasta olor. Sus extremidades se mueven solas y ya lo está abrazando de regreso, consolando así su añoro ignorado.

—Si la estas pasando mal, no te alejes de mí, acércate —susurra Klaus, puede escuchar los tonos preocupados— Siempre tengo tiempo para ti. Los malos pensamientos son como parásitos y estar solo es la peor forma de lidiar con ellos. —Klaus es ignorante al calor que causan esas palabras en el pecho del azabache, a las mariposas en el estómago y el temblor en sus piernas, se separan, apenas lo suficiente para que Klaus tomar a Severus de sus hombros y quedar frente a frente— No vuelvas a hacerlo, no te ayuda y te lastima, mira cuánto peso perdiste. Podría cargarte con un solo brazo de los famélico que estas.

Severus se ríe sin gracia, negando lentamente. Edmund tenía razón en que Klaus noto su pequeña pérdida de peso.

—No es mucho, lo recuperaré en una semana. –trata de quitarle importancia.

—Ay, mejor agradece que ya tengo un plan de comidas para que lo recuperes en tres días.

—Eso es menos sano— alza una ceja en su dirección.

—No lo es, no voy a escuchar excusas— Klaus niega juguetón, pero ese tono se desvanece, cayendo en una mirada seria que vuelve a preocupar a Severus. —Entonces…¿Estamos bien? ¿Ya no vas a ignorarme?

Severus niega.

—Ya no más.

Y Klaus sonríe aliviado, entonces parece recordar algo, suelta a Severus y sonríe aún más mientras busca algo entre sus túnicas.

—Tengo algo para ti —le avisa mientras busca entre los bolsillos— Es perfecto para celebrar nuestra reconciliación y creo que te va a animar y borrar esos parásitos de tu cabeza.

—¿Oh, en serio? —sonríe Severus, espera paciente a que Klaus termine de desacomodar su ropa entera y saque por fin una hoja de papel perfectamente doblada. —¿Qué es esto?

—Abrelo y descubrelo.

Con la curiosidad e intriga picando sus manos, Severus desdobla la hoja hasta regresar a su tamaño real, un pequeño hechizo por ahí que la hizo más pequeña es revertido. Conforme sus ojos van leyendo las letras, la emoción se va apoderando de él.

—Esto…es muy complicado, Klaus— es lo primero que puede decir.

Klaus tararea y se asoma sobre el hombro de Severus para ver el papel también.

—Sí, tomara MUCHA práctica pero si alguien puede dominarlo antes que el resto, ese eres tú.

“Khony subya”, el arte de descomprimir su cuerpo a nivel molecular y moverse como el humo en el viento. Es más rápido que moverse sobre dos pies, incorpóreo y más ágil que montarse sobre una escoba, nada supone un obstáculo, el arma perfecta del sigilo porque ningún lugar es una prisión si hay al menos una ventilación. La magia te mantiene unido pero tu cuerpo ya no es sólido. Con eso, no hay rastro que seguir.

Es un reto más allá de lo imaginable, hay que tener una mente fuerte, determinada y consciente para poder hacerlo, para poder mantener el control, sobreponerse al miedo y ser capaz de mantener el estado de suspensión. Si se pierde la concentración, la magia vuelve a unir el cuerpo.

Es un tipo de magia que Hogwarts no enseña, tomará demasiado tiempo, recursos y trae sus riesgos, un riesgo que Hogwarts niega. Sin mencionar que es catalogado como un tipo de magia oscura, por el mero hecho de que el Ministerio no puede regular, no es exactamente fácil decirle a tu población “no te conviertas en humo, por favor”.

Lo más que pueden hacer es ocultar de todos la información al respecto.

Claro que eso no incluye a los sangre puras.

—¿Lo harás conmigo? —pregunta, a lo que Klaus ríe.

—¡Por supuesto que lo haré contigo! Será nuestro pequeño secretito— sonríe.

Y Severus sonríe.

Un par de sonrisas con colmillos se saludan entre sí.

Severus siente que, de hecho, puede disfrutar esto. Puede disfrutar el cariño fraternal que Klaus ofrece, puede disfrutar su amistad, porque es dulce, porque basta con que Klaus le sonría para que Severus se sienta con fuerza y calma. Está dispuesto a subsistir con el corazón hambriento si significa no morir de hambre en soledad.

Nunca obtendrá más que esto, pero esto es mejor a la nada, una comparación tan sencilla.

Haría lo que tuviera que hacer para mantener las cosas así, haría lo que sea para quedarse al lado de Klaus y recibir ese cariño. Un cariño bizarro, retorcido y absorbente, tan distinto, un cariño hasta espinoso que solo tiene alguien que está acostumbrado a perseguir el amor.

Y el cariño que Klaus Mulciber tiene hacia él es uno de los más cálidos que ha probado jamás.

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