
Mente
Hablar, qué difícil cosa.
Bueno, tal vez no tan difícil de hacer pero si de dominar. A él le iba muy mal en ese ámbito.
Crecer en una casa donde, si haces el más mínimo sonido, puedes darte por muerto no ayuda a la oratoria, estar solo la mayor parte del tiempo porque casi no hay niños de tu edad alrededor, y los pocos que hay no te quieren cerca, tampoco ayuda a saber cómo hablar con los demás. Tener una voz como la suya, donde basta con alzar un poco para parecer más encabronado que un perro rabioso, no ayuda a que los demás quieran escucharlo.
Tampoco sirve de mucho cuando el único tema que conoces lo suficiente como para querer hablar de ello es un tabú y te tacha como oscuro. No sirve ser un mero mestizo, sangre sucia, porque nada de lo que digas tiene el valor suficiente como para ser escuchado. No sirve de nada hablar y quejarse de las injusticias cuando no eres más que otro blanco de bromas. No sirve de nada tener una voz cuando no puedes gritar por ayuda porque recibirás lo opuesto. Así que no, Severus Snape no sabe cómo hablar.
Su lengua se vuelve pesada en su boca cuando tiene que pedir ayuda, sus labios se sellan cuando quiere aceptar que algo duele y su pecho se gira con el mero pensamiento de intentar entablar conversación con alguien más. Por que sabe, muy bien, que apenas abra la boca, alguien más estará listo para llevarle la contraria o burlarse de sus palabras inexpertas.
Pero eso no significa que no quiera hacerlo.
Quiere conectar con el alrededor, aunque sea un poco, con alguien más, quiere poder comunicarse para tener paz, quiere que lo dejen en paz.
Con Lily siempre fue muy fácil, ella entendía las cosas no dichas o medio decir, porque a la mitad Severus se quedaba sin ideas para seguir o especificar, hacía la charla que él tenía problemas en crear. Lograba calmarlo, no lo juzga cuando se traba, encuentra divertidas sus bromas y no se molesta con con silencio ni sarcasmo.
Con su madre era una historia distinta. Con su madre, cualquier oportunidad de tener una conversación era mermada por el monstruo borracho que tiene como esposo, por lo que solo podían disfrutar la silenciosa compañía uno del otro. Podía sentir la magia de su madre alcanzar la suya en una invisible pero constante caricia, un consuelo que él agradece, es casi capaz de comunicarse así con ella.
De vez en cuando, a veces, por medio de ese vínculo, logra empujar un pensamiento en ella, como el lugar donde está la sal, quien era la señora que les está hablando, si ya pagaron la cuenta de la luz y si Tobias está en casa o no, respuestas que podían ser una palabra o una imagen. Y aún más pocas veces, podía recibir uno de ella.
Un "Te quiero", "Adios", "Cuidate", palabras, nunca imágenes. La mente de su madre se sentía tan acuosa como una laguna, incapaz de saber la profundidad, tal vez por su misma tristeza. Cada vez que podía entrar, ella lo recibía, pero en cuanto notaba que estaba demasiado cerca de su laguna mental, lo expulsaba.
Es más de lo que podría pedir en una situación como en la que está.
Pero en Hogwarts no estaba esa situación.
Los merodeadores con problemas dejaban que más de tres palabras dejaran su boca antes de hacerle burla por lo dicho, esté mal o no, tenga sentido o no, solo bromas. Lo rebajan a un mero chiste.
Quería por fin hablar y ser escuchado, ¿Pero como?
Legeremancia.
Que bendición disfrazada.
La descubrió en el temario de clase, ese vínculo mágico que lograba entablar con su madre por fin tenía un nombre y una forma, una explicación y un manual. Una forma de hacerlo crecer. Y vaya que lo explotaría.
Busco libros, al menos no tendría que estar escabulléndose en la zona prohibida de la biblioteca, es decir, este tema no era de artes oscuras y estaba al alcance de todos, por lo que sus libros varían.
Todos tenían lo que él quería; la posibilidad de hablar sin ser interrumpido, sin que se burlaran de él y sin estar obligado a alzar la voz, sin dar lugar a confusiones. Es capaz de hacerse notar. Es capaz de comunicarse con mucha más rapidez que con palabras, incluso puede hacer daño desde ahí.
Esa tarde, durante su clase de pociones, fue su primera oportunidad de usar su recién aprendido talento.
Durante clase de pociones, terminó por sentarse con Klaus, Avery y Rosier, estar con ellos le otorgaba una protección de cristal ante la molesta presencia de los merodeadores, quienes preferían mantener la varita corta ante el prospecto de tener a alguien con el temperamento de Rosier y la crueldad de Mulciber en sus cuellos.
Él trabaja a un lado de Edmund, los dos concentrados en sus calderos y haciendo lo posible para que la poción del día saliera bien, era compleja y aunque había hecho cosas más difíciles, Severus estaba tomándose su tiempo con ella. De fondo podía escuchar la charla de Rosier y Klaus.
Esos dos se desentienden de pociones, no les interesaba, no les gustaba y preferían evitar el ridículo de explotar un caldero, por lo que se colgaban vilmente del trabajo de Edmund y Severus. Mientras Klaus tuviera éxito en evitar que los merodeadores se metieran con su poción, Severus no tenía problemas en decir que su compañero si lo ayudo y compartir la nota perfecta que su trabajo les daría.
Lily ya lo regaño por permitirlo, diciendo que no debería dejar que nadie se jacte de su trabajo. Ella no entiende que sin Klaus, no habría trabajo del que jactarse, gracias a sus propios compañeros de clase.
Lily no había logrado la poción y Slughorn le permitió irse, diciendo que con un pergamino con un análisis de la poción sería suficiente para que aprobara el trabajo de ese día. Habían acordado verse después de esa clase y pasar el tiempo juntos, por lo que se despidieron en silencio con solo una sonrisa, ella salió del salón y el siguió trabajando.
Ayudaba de vez en vez a Avery con su poción, una ayuda no pedida pero si apreciada por el otro, y de repente aportaba un "No" a lo que sea que pregunto Klaus, a sabiendas que es una propuesta de asesinato o una violación de tercer grado a la ley.
Lastima que esa tarde, Rosier y Klaus no estaban siendo tan disimulados con su desinterés como normalmente lo son y llamaron la atención de Slughorn.
—Jóvenes Mulciber y Rosier.
Los dos sangres puras se congelaron en su lugar, volteando a donde su jefe de casa.
—Veo que disfrutan de su charla mientras su compañero hacen todo el trabajo. —Edmund y Severus intercambian miradas disimuladamente, una ansiedad en la cabeza de ambos que se confirma con las siguientes palabras de Slughorn: —Como saben, el trabajo es parejas, y yo no voy a aceptar una poción que solo tiene la mitad del esfuerzo que requiere, para ninguno de los dos si es que permiten tal negligencia a la tarea.
—Estamos por relevos— se apresura a medio mentir Avery, tan obsesionado como está por su promedio, se niega a aceptar algo menor que una nota aprobatoria.
—¿Ah, sí? —cuestiona Slughorn, dándole una mirada a Severus, quien a falta de más ideas, confirma la mentira.
—Sí, ellos hicieron la primera mitad y nosotros—
—¡No es cierto! —grita una voz odiosamente conocida.
Rosier reacciona al instante, girando sobre su asiento para gritarle un buen "¡Cierra la puta boca Black!", demasiado tarde ya que Slughorn está más dudoso que antes.
—Bueno, si es cierto que ustedes trabajaron en la primera mitad, supongo que pueden responder algunas preguntas. Si es verdad, no deberían tener problemas en responder. De no poder hacerlo, me tome que perderán puntos y fracasaran en esta tarea.
Y de repente Klaus y Rosier perdieron todo su color. Avery ya está maldiciendo mil cosas y Severus se tapa la boca para susurrar.
—Bien, joven Mulciber, ¿Cuál fue el primer ingrediente de origen vegetal que se agrega a la poción?
Y Klaus se queda en silencio, ni siquiera sabe qué poción están haciendo o para qué, no tiene ni idea de cómo salirse con de esta, lo normal es sacar a relucir su nombre y linaje para que el jefe de casa decida que no vale la pena pelearse con una casa ancestral pero se estaría poniendo en evidencia y...
"Raíces de tulipis"
Klaus se sobresalta cuando la respuesta suena en su mente con la voz del mestizo. Da una mirada furtiva, pero los ojos negros ya lo estan viendo, instandolo a contestar. Un asentimiento tan sutil que Klaus no lo habría visto si no estuviera tan atento al mestizo.
Por lo que, con su mejor sonrisa, regresa su atención al profesor, que ya está más que listo para ponerle una falta.
—Si no lo sabe, eso son 10 punt—
—Raíces de tulipis
Slughorn mira a Mulciber, incrédulo a que de verdad supiera esa respuesta. Un leve gesto de su boca y la siguiente pregunta es más específica.
—¿En que estado y como se vierten las raíces en la poción?
"Las cortas en rodajas pequeñas y se agregan 5 trozos cada 5 minutos sin dejar de mover la mezcla en dirección de las manecillas del reloj"
Y Klaus repite lo que la voz en su mente le dice.
Slughorn parece resignado y después se gira a Rosier, quien sigue sin recuperarse de la sorpresa que Klaus de hecho supiera las respuestas.
—Joven Rosier, ¿Usted puede decirme cuál fue el primer ingrediente a base animal que fue agregado a la poción?
Es obvio a un milla que Rosier no tiene ni idea, busca apoyo en Klaus, pero este está demasiado ocupado viendo a Severus, y de repente tiene los ojos de los dos sobre su persona.
Volviendo a cubrir su boca, susurra "Legeremens" y su mente se extendió a la de Rosier, el rubio dio un ligero temblor ante la intromisión, su magia erizandose como el pelaje de un gato por la sensación desconocida de tener a alguien más en su cabeza.
"Corazón reseco de iguana dralmai"
—C-Corazón reseco de iguana dralmai— se traba un poco al repetir, logrando disimular la enorme sorpresa.
—Correcto, ¿Y como agregó el corazón?
—Uh... —Otra vez esa voz en su cabeza— Cortado en triángulos y revolviendo en contra de las manecillas del reloj hasta que se disuelva por completo— responde.
Slughorn asiente para sí, da un vistazo a las pociones en las calderas de Avery y Severus.
—Es correcto, 15 puntos para Slytherin por dos pociones perfectas. Embotellen esas pociones y pueden retirarse por hoy.
Ni termino de decirlo y los dos Slytherin ya estaban extendiendo la botella de vidrio sellada hacia su profesor.
Severus tomó sus cosas y salió del salón, aliviado de que no perdió la nota en el trabajo y no bajó su promedio. Al salir, pudo ver a Lily esperando por él en la banca cercana, ella sonrió al verlo y se acercó, él estaba por hacer lo mismo y alcanzarla.
Pero no dio más que tres pasos cuando fue detenido, sus dos brazos sostenidos. De un lado tenía a Rosier y del otro a Klaus, ambos serios mientras lo miran, Avery interponiéndose entre Lily y Severus, dando una mirada no muy amable a Lily que la hizo detenerse y borrar su sonrisa.
—Se va con nosotros hoy, roja.
Y sin siquiera dejarla hablar, los tres se lo llevaron, apenas alcanzó a darle una mirada de disculpa entre la silueta de Klaus y Avery antes de perderse entre los pasillos. No lo soltarón ni dijeron palabra alguna hasta que llegaron a las mazmorras, ahí, como si recién le hubieran conectado los cables, Severus plantó los pies en la tierra.
—¡Ya sueltenme! —de un tirón se soltó de ambos sangre puras, —¡¿A ustedes que carajos les pasa?!
—¡Tú! —Klaus volvió a tomarlo de los hombros, cualquier seriedad olvidada mientras sonríe— ¡Pequeño y astuto genio! ¡Usaste Legeremancia!
—¿Sí? No entiendo que—
—¿Dónde aprendiste a hacerlo? —pregunta Rosier, sin barreras del espacio corporal.
—Lo vi en los libros y yo—
—Eso no lo aprendes de libros, alguien te enseñó— se metió Avery, llegando desde el otro lado, — ¿Quien te enseño? ¿Cómo lograste encontrar a alguien que te enseñara?
—Mi—
—¿Por qué no me dijiste antes?
—¡Si dejan de interrumpirme, tal vez pueda contestar!
Los tres se detienen y dan un paso atrás, Klaus suelta sus hombros pero no se aleja como Avery y Rosier. Severus se acomoda la ropa y respira hondo.
—Mi madre me enseñó, ¿de acuerdo? Me enseñó Legeremancia y un poco de Oclumancia. Ahora, ¿Por qué están tan exaltados al respecto? ¡Salve nuestros trabajos!
—¿Por qué estamos tan exaltados? ¡Severus, por Merlín, aquí no dan clases de Legeremancia! ¡A lo mucho nos dan las bases para la Oclumancia! —Edmund le responde.
— Y tú ya puedes abrir y cerrar canales, hablar y retirarte, puedes controlar cuanto acercarte y cuanto no. —Completa Klaus.
—De haber querido podrías haber visto mucho más.
Y las implicaciones de esa oración ponen en alerta a Severus, por meros segundos antes de que la mano de Klaus volviera a su hombro, ya no como el agarre férreo de hace unos minutos, sino más como una mano amiga.
—Pero no lo hiciste. —reconoce, su sonrisa pierde todo tinte escalofriante o tétrico, solo para dejar al Klaus que conoce, uno emocionado por algo nuevo— Enséñame.
—¿Qué?
—Enséñame— repite —enséñame lo que sabes de Legeremancia y de Oclumancia.
—Yo...
—¡Te pago si me enseñas a mí!— ofrece Edmund.
—¡Yo te pago por clase! —refuta Rosier
—¡Yo lo pedí primero!
—¡Yo ofrecí más!
—¡No es subasta!
—¡Quince galones por clase! —se gira Edmund, ahora hablando directamente con Severus.
—¡Ja! ¡Veintitrés galones por clase! —contraoferta de Rosier.
—Chicos, chicos, creo que Severus puede enseñarnos a los tres—sonríe Klaus, pero aprovechando su mano en el hombro de mestizo, lo atrae contra su cuerpo— ¡Pero yo ofrezco 30 por clase!
—¡Calmense ya! —marca el orden Severus, por fin encontrando palabras. Se aleja de Klaus— Sí, puedo enseñarles, a los tres— promete— veinticinco galones por clase, una hora para cada uno ¿Suficientemente justo?
Los tres se miran entre sí antes de asentir.
—Pero yo voy primero— de repente dice Klaus. Severus suspira y asiente para evitar otra pelea ridícula.
Y así es como termino en horario de clases que lo dejan exhausto, resulta que trabajar su mente y la de otras personas es cansado, muy cansado.
Logran un avance significativo apenas una semana después de su arreglo. Sus ahorros crecen con las clases a los sangre puras. Evan termina por ser mucho más accesible, su barrera de un terrible humor por fin se bajó un poco ante él. Edmund terminó de aceptarlo y Klaus...bueno.
"Que clase tan pinches aburrida"
Severus dejó de escribir ante la voz de Klaus en su cabeza, sin sorprender ni alterarse ante la presencia mágica, demasiado acostumbrado a las repentinas visitas mentales de Klaus. Dio una mirada de reojo a su derecha. En vez de estar escribiendo, Klaus estaba casi tirando sobre la mesa, sus dedos jugando con una canica de metal que antes fue un tintero.
"Deberías estar trabajando en ese papel" le responde mientras continúa escribiendo, solo era copiar las notas que ya había hecho antes.
"Temo que si empiezo a escribir, a la mitad se vuelva una nota de suicidio" Klaus ve con recelo el libro y Severus rueda los ojos.
"Dramático"
"Hace doler mi cabeza ver tantas letras"
"Sal de mi cabeza, a diferencia de ti, yo si quiero pasar esta materia"
Klaus resopla. Volviendo a deslizar la canica por el escritorio entre sus dedos, viendo el libro pero sin leer realmente las palabras en él.
"¿Que vas a hacer saliendo de aquí? Yo tengo que ir con el dúo de Lestrange a la botica por nuevos uniformes, conociéndolos, tomara toda la tarde"
"Voy a pasar el rato con Lily, prometí que iríamos a un picnic hoy en la tarde"
Y en la cara de Klaus aparece una mueca.
"Siempre estas con ella, no entiendo tu fascinación por esa sangre sucia con aires de grandeza"
Detuvo su escritura en seco y Klaus se tensó, los dos susceptibles a la reacción del otro, el vínculo en sus mentes le permite a Klaus sentir el desagrado de Severus y a Severus la irritación de Klaus.
"No la llames así"
"Es lo que ella es, es una sangre sucia que piensa que puede dictar la moral de cómo vivir en el mundo mágico"
"Interesante saber tu verdadera opinión de mí" regresa voraz, dando una mirada envenenada, Klaus se enderezó de golpe, su ceño ya fruncido.
"No dobles mis palabras, tu no vas por ahí condenando la magia que no te gusta"
"Pero sigo siendo un sangre sucia, ¿No? Sigo pensando que puedo ir en este mundo y usando la magia, incluso me atrevo a enseñar a sangre puras, que aires de grandeza más dramáticos doy"
"Decir eso es dramático, mira, ya te estas enojando conmigo por ella, ¿Que hace que seas tan pegado a ella, eh? Siempre te esta jodiendo con que esto está mal, con que soy malo, ni siquiera puedes hablar con libertad cuando estas con ella, de verdad, ¿por qué querría estar contigo si todo lo que hace es criticarte?"
"Eso, me temo, no es de tu maldita incumbencia" zanja el tema, "Si quiero pasar mi tiempo libre con alguien más no veo el puto problema, ¿O que? ¿Es tan difícil de creer que a alguien le gusta estar conmigo sin sacar algo de mí? Jodete, Klaus"
Y sin decir agua va, expulsó al otro de su mente y se levantó de su asiento. Fue con prisa a donde estaba McGonagall y dejó su pergamino terminado en su escritorio, ella dio el visto bueno y él se fue por la puerta, ignorando masivamente el llamado molesto de Klaus, que aun no podía retirarse.
Una vez fuera, se forzó a respirar.
No era común que expulsara a Klaus de su mente así, es decir, si lo ha hecho, cuando está intentando estudiar y el otro se está volviendo muy molesto como para leer más de una página entera, pero no así. Es solo que escucharlo hablar así de Lily, con tanto desdén, con tanto odio, tal vez sea porque se ve reflejado, sabe que siente que se refieran a ti con tanto asco y odio, lo vive cada día con la tanda de tarados y no se lo desea a ella.
Ignora esa parte de su cabeza que le dice que Klaus no está del todo equivocado, que Lily de hecho critica muchas de sus acciones y da ojo ciego a las de su propia casa. Que siempre cierra la boca sobre las cosas que le gustan porque apenas las diga, Lily se molestara y dirá que no debería estar haciendo eso.
Pero también está el hecho de que Klaus insulta toda sangre que no sea mágica, y esa también corre en sus venas, le guste o no.
Suspira y sigue caminando, se para cuando llega al gran comedor, donde Lily llega al mismo tiempo. Una sonrisa en su rostro.
—¡Sev!
—Hola—sonríe de regreso.
Ella se acerca y solo con el movimiento de sus manos, ya sabe que, lo que sea que va a decir, no será muy bueno.
—Oye, sobre hoy....¡Lo siento mucho! ¡Olvide que Marlene me había pedido ir con ella a comprar su equipo de Quidditch hoy! No quiero, pero ya se lo postergue tres veces, ¿¡Podemos re agendar?!
Sí, ya sabía que no le iba a gustar. Pero no podía enojarse con esos ojos verdes y mirada suplicante, ese calor en su pecho que la pelirroja causaba le dictaba perdonarla, y él obedecía.
—Sí, no te preocupes, podemos salir la próxima semana.
Lily sonríe y lo abraza, un abrazo que Severus regresa.
—¡Eres el mejor!
—Hago lo posible por mantenerme humilde.
Ambos se ríen. Comió solo, Evan había aprovechado para sentarse a comer con Pandora, que estaba en Ravenclaw, mientras que Edmund y Klaus seguían en la sala de estudio. Comió antes de que el comedor se llenará y salió de ahí antes de que llegara el cuarteto que era su tormento, si se daban cuenta que andaba sin Klaus, podía darse por muerto.
Y a falta de mejores planes, fue a la biblioteca.
Pasó toda la tarde ahí, leyendo cualquier cosa que llamará su atención, que fuera suficientemente llamativa y entretenida, eso hasta que alguien más se sienta frente a él.
Ojos grises y cabello negro.
Black, pero no ese Black.
Severus baja el libro por completo, así mirando completamente al otro. Lo reconoce, lo vio andar desde lejos; Regulus Black, hermano menor de su más fuerte dolor de muelas, Sirius Black.
Solo un año menor a él, Regulus había mantenido su distancia, nunca le dijo nada ni tampoco remarcó el estatus de sangre, se limitaba a tomar sus clases y existir en Hogwarts.
—Black. —Saluda, intrigado.
—Snape— saluda al otro de regreso.
Se quedan en silencio un momento, solo viéndose, como dos animales que se miden entre sí, analizando si el otro es una amenaza o no.
—¿A qué debo el placer? —termina por romper el hielo Severus.
El Black desvía la mirada al libro que sostiene entre sus manos y lo desliza hacia Severus, quien lee la tapa: "Legeremancia y Oclumancia, el arte de la magia en mente."
—Te hiciste una reputación entre los recién llegados, —comenta casual— dicen que eres el mejor pocionista de la generación y por ahí dicen los cuervos que tu le enseñaste Legeremancia a Rosier. Incluso mi prima me dijo que tus pociones son las mejores de toda la ciudad.
—¿También dicen que cobró por eso?
—Sería estupido pensar que no lo haces.
Alza una ceja ante eso, entonces lo que sea que llamó la atención del Black está ligado con lo que ya le ha enseñado a otros.
—También dicen que vendes hechizos.
—Sí, ¿Quieres uno o vas decirme todos los chismes que te llegaron sobre mi?
Regulus lo mira, será un gran hombre de negocios algún día, pero por el momento, Severus es capaz de ver el brillo rojizo en sus mejillas, un brillo nervioso y ansioso, así como el ligero jugueteo de sus manos con su varita.
—Enseñame.
—¿Qué, de todo?
—Todo.
Vale, esa no se la esperaba, se enderezó en su lugar.
—¿Todo? No creo que nos estemos entendiendo.
Regulus dejó de ver la varita en sus manos, sus ojos brillos adoptaron un nuevo brillo de ambición, había algo en él, un hambre extrañamente familiar, lo reconocía de algún lado pero nunca lo había visto en los ojos de un sangre pura. Sí, en ellos había ambición, codicia de poder y dinero y astucia, pero ese brillo iba más allá.
—Quiero que me enseñes hechizos, maldiciones y pociones más allá de lo que Slughorn está dispuesto a enseñarnos y cada pequeño truco que tengas sobre Legeremancia, soy muy bueno en Oclumancia. Todo por lo que te han reconocido, quiero aprenderlo.
Y ya veía que era: Regulus quería crecer.
—¿Y por qué un sangre pura, un Black, que es parte de los sagrados veintiocho, se rebajaría a pedir el conocimiento de un mestizo cualquiera?
Porque sería idiota de su parte no ver ese inmenso detalle, ese detalle que es ser la paria de la escuela y aun así tener a un sangre pura pidiendo su ayuda. Un Black, a diferencia de Edmund, Evan o Klaus, Regulus lo conoce de un rumor a voces, no de cerca, el motivo interior que lo lleve a tomar ese rumor para conseguir lo que quiere debe ser grande.
—Más adelante puedo responderte eso, pero por ahora, solo necesito una respuesta; ¿Vas a enseñarme? Si o no. Te pagaré cada hora de tu tiempo.
A como toda respuesta, Severus tomó el libro que Regulus le mostró.
—Este habla de Oclumancia, –Se levantó, con libro en manos, —Se donde hay uno mejor.
Regulus sonrió y siguió a Severus.
¿Quien iba a decir? Entras a la biblioteca solo y sales con un Black sobre el hombro.
Pasarón la tarde en esa biblioteca, Severus señalando las distintas cosas de lls libros que podían servirle, así como todas las otras que no, explico con los conceptos de la Legeremancia para que Regulus pudiera entender mejor a que se referían.
Y así lo llevaron hasta qué Pince los echo.
Llegaron juntos al gran comedor. Regulus aun haciendo preguntas de su reciente lección, muy metido en eso que incluso se sentó a su lado. Severus ya estaba empezando a considerar cobrar extra por eso cuando una tos interrumpió al Black.
Ojos dorados.
Klaus.
Mierda, olvidó ese pequeño detalle.
Klaus tomó asiento frente a ellos, sus brazos cruzados sobre su pecho mientras ve la cercanía entre Severus y Regulus, su mirada se endurece cuando nota como Severus no se aleja del otro.
—Una discusión y ya me estás reemplazando, eso no es muy amable— dice, con una sonrisa, sus colmillos sobresalen, revelando que ese gesto es de todo menos amigable.
Regulus se mantuvo firme, pero estando tan cerca, Severus pudo ver su mandíbula tensarse, estaba nervioso, por los colmillos de Klaus o por la posibilidad de quedar en una pelea con Mulciber, o tal vez ambas, después de todo, la reputación de los Mulciber y sus tácticas en la magia los precede más allá de los muros de la escuela.
Así que viéndolo de regreso, sonríe también, presumiendo la dentadura con colmillos que el mismo Klaus le regalo.
—Insultar a los amigos de tu amigo no es muy amable tampoco, ¿verdad?
Klaus se recargo en la mesa.
—Esta misma tarde la vi con otra de sus amiguitas, supongo que ya cambió de compañía.
—Y yo esta tarde estuve con Black, supongo que los dos cambiamos de compañía.
Klaus tenso su mandíbula, tal vez golpeo un poco bajo.
—Ya, golpense y hagan las paces o yo que sé— se mete Edmund en su plática, —Es cansado verlos discutir por una estupidez.
—Sí, no discutamos por un insulto.
Y Severus bloqueo la entrada de Klaus a su mente, haciendo a este resoplar molesto y decidir mejor comer. Severus rodó los ojos y volteo hacia Regulus, el azabache estaba comiendo con la cabeza baja, lanzando miradas cautelosas a Klaus y a él.
No tenía que quedar atrapado entre su drama, solo por eso no cobraría esa hora.
—Me estabas diciendo que te interesa el uso del díctamo— lo animó a continuar su charla.
Y como si fuera un botón, Regulus volvió a hablar de sus teorías en como usar el díctamo para distintas cosas en diferentes formas, buscando aprobación a sus teorías o una mejora. Pasó toda la cena así, todo el camino a las mazmorras y hasta los dormitorios.
—Nos veremos mañana para empezar con tu teoría del díctamo para sanar las heridas internas— Y hasta la fecha no sabe porqué lo hizo, tal vez se acostumbró a que era lo que madre hacía con él, pero su mano fue a dar a la cabeza de Regulus en un gesto de despedida.
El Black se sorprendió pero asintió, prometiendo ser puntual y después se fue.
Severus regresó a su dormitorio, listo para abandonar sus presiones del día, cuando una mano en su brazo lo detuvo frente a la puerta.
Klaus otra vez.
—Estás llevando esto muy lejos para lo pequeña que fue mi falta.
—Insultaste a mi mejor amiga, ¿Que querías que pasara?
—¡No es insulto si dije la verdad!
—¡Una verdad que también se aplica a mi, Klaus!
Klaus suspiro, cerrando sus ojos, la tensión abandonó sus músculos y rostro, ahora viéndose más tranquilo.
—Sí prometo no volver a llamarla así, ¿Me perdonas?
—Era tan fácil y tú haciendo piruetas.
Como si fuera una prueba para probar si lo decía, otra vez sintió la presencia de Klaus en su mente.
"Sí, estamos bien" respondió la pregunta.
Y Klaus sonríe, sin colmillos, sin dientes, sólo las comisuras de sus labios hacia arriba, contento y tranquilo.
"No estabas reemplazandome con el pequeño Black, ¿no es así?"
"No, el chico quiere aprender todo lo que yo puedo enseñar y lo haré"
"Odias a su hermano, ¿Por que aceptas enseñarle?"
"Exactamente porque odio a su hermano es que voy a enseñarle"
Klaus se ríe ante su respuesta, ambos entran al dormitorio.
"Eres mezquino, Verus" le dice mientras se acuesta, aun sin decir nada en voz alta para no perturbar a Edmund ni a Evan.
"Y no sabes cuanto" le responde desde su cama Severus.
Oh, pero eso era una mentira, porque Severus era ambicioso, listo, astuto y veloz en lo que concierne a su alrededor, pero Klaus Mulciber sabía muy bien qué tan lejos estaba dispuesto a llegar.