
Caos en el ducado. (Parte 3)
Pdv: Ferdinand
Aún no había querido mostrarle la segunda parte de la carta a karstedt, no hasta que estuviera seguro que la primera parte era real, y corroborar su veracidad.
Es por eso que esperé hasta el último momento para entregársela. Y entretanto él la leía, su expresión siempre seria y recia, digna del caballero comandante, pasó de la conmoción a la ira. Tenía los dientes apretados y sus ojos comenzaron a brillar, por el maná que se agitaba en su interior con furia, comenzando a filtrarse. Esto causó que el ambiente se tornara pesado, mientras él sostenía la carta con tanta fuerza, que pensé que se rompería en sus manos.
“Karstedt, cálmate tu maná se está filtrando. Contrólate”. Yo di esta advertencia al descontrolado Karstedt.
‘Sabía que esto pasaría, pero aún así… Es tan extraño ver a Karstedt perder el control de esta manera’. Yo pensé, mientras frotaba mis sienes por el creciente dolor de cabeza que me estaba dando, esta complicada situación.
Karstedt se recompuso rápidamente, pero tuvo que meter la mano en su bolsa de piedras mágicas. ‘Que tenga que recurrir a eso, solo demuestra lo mucho que le está afectando la noticia’. Entretanto reflexionaba en esto, podía escuchar el crujido de las piedras rompiéndose y volviéndose polvo en el bolso.
‘Creo que necesitaremos un trago de algo más fuerte, que un té’. Decidiendo esto, yo pedí a mis sirvientes. “Justus pídele a Lasfam, que nos sirva una botella de vize”.
“Como desee mi lord”. Respondió Justus poniéndose en ello de inmediato.
Cuando Justus fue con Lasfam, Eckhart tomó la carta de las manos de su padre con preocupación, comenzando a leerla. Y al terminar, él preguntó con el ceño fruncido. “Padre, ¿qué significa esto?”.
Pero Karstedt no respondió, en cambio se levantó en silencio de su asiento con una expresión determinada en su rostro, dispuesto a asesinar a cualquiera que se interpusiera en su camino. De seguro con rumbo a la ciudad baja, en busca de sus pequeñas hijas.
‘Éste tonto realmente… Los Linkberg a veces son tan Dunkelfelger en sus acciones. Demasiado precipitados’. Yo me quejé internamente, luego dije. “Adonde crees que vas, Karstedt? No seas imprudente, o ¿quieres alertar a Verónica sobre la existencia de tus hijas?”. Tenía que detener la insensatez de Karstedt, y persuadirlo de que no cometa alguna locura.
Entonces él se detuvo, y se volteo a verme con el ceño fruncido por la furia, y con ira en sus ojos me miró diciendo. “Crees que me quedaré tranquilamente sentado, esperando a que Bezewanst o Verónica las encuentren?”. Preguntó Karstedt con furia contenida. Luego golpeó la mesa con su puño y rugió. “¡¡¡No, las buscaré y las encontraré, entonces estarán a salvo conmigo, yo, su verdadero padre!!!”.
Ante su arrebato, yo suspiré con cansancio y exasperación. No podía permitir, que Duldsetzen me abandonara en estos momentos. Así que lo miré con seriedad, y comencé a explicar a mi tonto primo lo que estaba apunto de hacer, por su impaciencia.
“Karstedt, primero que nada, debes saber que nadie aparte de nosotros, sabe de la existencia de las niñas, ya que las dos únicas personas que sabían de su existencia han subido las imponentes escaleras, entiendes?”. Yo expliqué esto primero, para tranquilizarlo. “En cuanto a Bezewanst, tú te encargarás de él esta noche, no es así?”. Le recordé al tonto imprudente, lo que ya debería saber.
La muerte de Wolf ya está confirmada. En cuanto al sirviente tendríamos que investigar. Pero por la naturaleza de los negocios a los que se dedicaban estos hombres, y lo que está escrito en el posdata de la carta, debemos asumir que también a subido la imponente escalera. Por lo pronto, ya conseguí que Sylvester diera la orden de arresto a Bezewanst.
Con esto resuelto, yo continué diciendo. “Verónica tampoco conoce esta información. Pero si tú, el comandante de los caballeros, imprudentemente irrumpes en la ciudad baja entre los plebeyos en medio de la noche, buscando un par de niñas pre bautizadas. Pues de seguro se enterará de su existencia, y las pondrás en peligro innecesariamente”.
Para cuando terminé de hablar, Karstedt había cambiado su expresión de ira, a una de completo horror, ante la perspectiva de ser el culpable de causar más sufrimiento o incluso la muerte a sus pequeñas hijas.
‘Bien, al menos pude hacer entrar en razón, a este tonto padre incauto'.
“Y qué se supone que debo hacer ahora, Ferdinand?”. Preguntó Karstedt sentándose, ahora mas calmado. “Debo encontrar a mis hijas pronto, no puedo dejarlas con los plebeyos por más tiempo, es peligroso, su maná…. Ellas no tienen herramientas mágicas para niños”. Se lamentó Karstedt frotándose la frente con frustración.
En ése momento, Lasfam y Justus trajeron el vize y nos sirvieron una copa a cada uno. Karstedt y Eckhart, sin esperar una prueba de veneno, tomaron sus copas y bebieron un gran trago de vize para calmarse y recuperar la compostura.
Entonces el estúpido de Sylvester, tenía que hablar justo en un momento tan delicado como este. ‘Acaso no era capaz de leer el ambiente?’. Yo me pregunté con exasperación mientras él decía. “Esperen, ¿qué es lo que está pasando aquí? No entiendo nada. De qué niñas están hablando ustedes dos? Y qué tiene que ver mi madre, en todo esto?”.
Ante su pregunta, tanto Karstedt como Eckhart, le dedicaron miradas asesinas. Provocando que Sylvester cerrara la boca, y retrocediera ante la hostilidad de los hombres Linkberg.
Después Eckhart se volteo hacia karstedt diciendo. “Padre, si lo que está escrito en la carta es cierto, eso quiere decir que tengo dos hermanitas, de las cuales ni siquiera tú sabías de su existencia. Pero, ¿cómo es eso posible?”. Eckhart preguntó con el ceño fruncido.
Karstedt ante la pregunta de su hijo mayor, hizo una mueca de dolor, y aunque se veía devastado, aún así respondió. “Bueno, esto sucedió hace ya varios años. Como ya sabes, mi tercera esposa Rozemary, tuvo un conflicto con Trudeliede y yo me puse del lado de Rozemary, mientras que tu madre, se puso del lado de Trudeliede. El conflicto y acoso constante hizo que la ya mala salud de Rozemary empeorara. Por lo que ella decidió volver a la casa de su familia, en la provincia de Joisontak. Luego de eso, su salud siguió empeorando hasta que subió a las alturas imponentes. Pero ella jamás me dijo que llevaba la carga de Geduldh…. ¿Por qué lo ocultó de mí? Y cómo pudo dar semejante orden? Sus pequeñas hijas… ¿Cómo pudo deshacerse de mis niñas así…?”. Preguntó esto karstedt apagándose al final, con la voz temblorosa cargada de dolor y culpa.
Entonces yo intervine diciendo. “Karstedt no es el momento de lamentarse por el pasado, lo hecho, hecho está. Lo importante ahora es encontrar a las niñas. Y para entonces podrás compensar tus errores y recuperar el tiempo perdido”
“Ferdinand, karstedt, en serio, qué está pasando? Por lo que veo, es un asunto delicado. Ya que nunca había visto a karstedt ponerse así…”. Preguntó nuevamente el ahora preocupado Sylvester.
Yo con un poco de exasperación respondí. “Sylvester lee la carta, entonces lo entenderás”. Señalé la carta que estaba en las manos de Eckhart. “Eckhart dale la carta para que la lea. Es mejor que Sylvester sepa todo lo que está pasando, así no cometerá errores en el futuro”.
Dicho esto, Sylvester tomó rápidamente la carta de las manos de Eckhart. Luego continué diciendo. “Justus tu también lee la carta, necesito que estés al tanto de todo este asunto. Ya que te enviaré a recopilar información sobre las niñas, en la ciudad baja”.
“Como desee mi lord”. Respondió Justus con un brillo de curiosidad en sus ojos.
Después de dar esta orden, me dirigí a karstedt para avanzar en la conversación. “Karstedt, como esta noche arrestarás a Bezewanst. Podremos limpiar el templo de cualquier peligro para tus hijas, y lo usaremos como base para recopilar información y buscarlas. Una vez que las encontremos, podremos convocarlas a ellas y a sus padres adoptivos”. Teníamos que actuar rápido, pero no precipitarnos y poner en peligro a las niñas.
“Entendido. Yo me encargaré de arrestar a Bezewanst esta misma noche, y a todos los que estén involucrados con él, en sus negocios sucios”. Karstedt declaró dispuesto a limpiar el templo esta misma noche.
Yo ante el ímpetu del caballero comandante, di golpecitos en mis sienes pensando en cómo lidiar con él, para evitar que hiciera un alboroto de esta situación. Ya que el ducado no podía darse el lujo de perder más proveedores de maná.
“Justus, tienes los nombres de los sacerdotes azules, que están involucrados con Bezewanst?”. Yo pregunté.
“Si, mi lord”. Respondió Justus.
“Bien, entrégaselos a karstedt para que arreste solo a los sacerdotes azules involucrados. No podemos darnos el lujo de perder más proveedores de maná, en estos momentos. Sobre todo con el escándalo de los pequeños cálices de Ahrensbach”.
“Entendido mi lord”. Dijo Justus yendo a por los documentos.
“Karstedt, tienes dos hijas, y gemelas? Felicidades. Pero aquí dice que no tienen mucho maná ¿Qué harás con ellas, cuando las encuentres? Sabes perfectamente que no puedes bautizarlas como tuyas, cierto?”. Y ahí está de nuevo el idiota de Sylvester, hablando demás. Sin embargo, tenía razón en éste punto.
En ese momento, pude ver como se le drenaba toda la sangre del rostro a karstedt, palideciendo ante la revelación. Era obvio que no había pensado en esto.
Y ante su reacción, yo di golpecitos en mis sienes, para ordenar mis pensamientos. Luego dije. “karstedt por lo que veo, no habías pensado en este hecho, correcto? Pero no te preocupes, yo ya he pensado en la mejor opción aquí. Y dadas las circunstancias lo mejor es dejarlas en el templo conmigo. De esta manera podremos ocultarlas hasta su bautismo, y mientras tanto, tú puedes buscar alguna familia de confianza que las adopte”. Al decir esto último el rostro de karstedt era lamentable, nunca lo había visto tan devastado.
Aún así yo continué diciendo. “De igual forma, podré educarlas, protegerlas y controlar su salud, Porque lo más probable es que tengan la enfermedad del maná o maná endurecido”.
“No las daré en adopción, ellas son mis hijas. Por fin las encontré. No permitiré que las separen de mi lado de nuevo”. Aunque karstedt sabía que eso no era posible, él aún así respondió decidido a criar a sus hijas.
“Mmm… no creo que Elvira piense igual que tú… No deberías preguntarle primero, si ella está dispuesta a ser la wiegenmilch de tus hijas, karstedt?”.
‘¡Maldita sea Sylvester. No puedes serrar la boca!’. Yo pensé con irritación, pero de nuevo tiene razón. Karstedt debería preguntarle a Elvira sobre este tema, antes de tomar cualquier decisión. Tap, Tap, Tap di toquecitos en mis sienes, mientras pensaba en todos los problemas que se avecinaban en el futuro.
“Karstedt, entiendo que quieras mantener a tus hijas contigo. Pero debes pensar en su futuro y lo que será mejor para ellas, no crees?”. Yo pregunté tratando de convencerlo de que tomara la mejor decisión aquí.
'Ya bastante han sufrido las pobres niñas, siendo descartadas por su propia madre… una mancha así en su reputación no se borra con facilidad. Además, yo se muy bien lo difícil que es criarse sin el apoyo de una madre, dentro de la sociedad noble’.
“Está bien, debo admitir que tienen razón en esto. Luego hablaré con Elvira sobre este tema”. Respondió Karstedt de mal humor.
“Estos temas son demasiado delicados para hablarlos en un momento como éste, así que centrémonos en lo apremiante. Lo cual es, encontrarlas lo más pronto posible, y para eso necesitaré tu ayuda Justus”. Al decir esto último me volví hacia mi asistente y erudito, quien ya había regresado con los documentos que le pedí. “Te encomendaré la importante tarea, de buscar a las niñas y una vez que las encuentres, nos avises de inmediato”.
“Como desee mi lord. Daré lo mejor de mí, en esta importante tarea que me ha confiado”. Respondió complacido mi excéntrico erudito, hincando la rodilla en el suelo con los brazos cruzados sobre el pecho, para recibir su orden.
Al ver esto Eckhart, se levantó de su asiento con rapidez e hincando la rodilla ante mí, dijo. “Por favor lord Ferdinand deme la misma orden. Deseo buscar a mis hermanas pequeñas, yo mismo. Y puedo servir como escolta de Justus”.
“Si es lo que deseas Eckhart, te permitiré ir en esta misión. Solo sean discretos, no llamen la atención y mantengan todo esto bajo el sudario de Verbergen. Espero lo mejor de ustedes”. Yo permití que Eckhart fuera con Justus, porque yo sabía que quería buscar a sus hermanas. Pero también sabía que era mayormente, su deseo de servirme nuevamente.
“Con esto decidido, podemos pasar al arresto de Bezewanst. Puedo confiarte esto a ti, karstedt?”. Todavía no terminaba de hablar, cuando karstedt se levantó de su asiento, mientras decía. “Déjame lo a mí, yo me encargaré de Bezewanst”.
“Bien, toma la lista de los sacerdotes azules antes de retirarte. Yo me encargo de Sylvester hasta que llegue su escolta. Nos vemos en el templo más tarde”. Yo dije ya dando por terminada la reunión.
Karstedt asintió con la cabeza, luego tomó los documentos que le ofreció Justus, y antes de salir se dio dos golpecitos en el pecho y se fue a cumplir con su deber.
“Justus, Eckhart, ustedes también pueden retirarse. Me imagino que deben hacer preparativos para su misión”. Dije despidiendo a mis criados. Los cuales obedecieron y se retiraron en seguida.
Ya era tarde, así que en cuanto la escolta de Aub llegó, me despedí de él, y quedé de mantenerlo informado de cualquier noticia o novedad, sobre este asunto.
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Más tarde esa noche. Karstedt junto con un contingente de caballeros, irrumpieron en el templo arrestando a Bezewanst, junto a los sacerdotes azules involucrados con él, para ser interrogados y juzgados.
Ahora, solo queda encontrar a las hijas de Karstedt. Espero que las encontremos a tiempo y con vida, por el bien del caballero comandante y uno de los principales pilares de apoyo que tiene Sylvester. Sin embargo, por alguna razón, las cosas estaban saliendo demasiado bien, esto era extraño.
‘Mmm… Algo no se siente bien en todo esto. Es como si Erwachlehren me hubiera guiado para limpiar el templo y ordenar las cosas para recibir a las hijas de Karstedt… o como si estuviera dentro de los esquemas de alguien más… Pero de seguro deben ser ideas mías, porque no existe nadie, que elabore esquemas tan complejos como estos, a menos que los Dioses estén involucrados, aunque eso es ridículo, no?’.
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¡Hola nobles y plebeyos, brujas, magos y Muggles también! 😉
Y así fue como nuestros Shumil🐰 traviesos, patearon el trasero de Bezewanst, y lo sacaron del camino sin que el Santa malvado supiera quien lo golpeó🤣
Los planes de nuestros Shumil 🐰están saliendo mejor de lo esperado, y lograron engañar a los nobles. Y tal como querían, el mismo Ferdinand las está buscando. 🤭
Próximo capítulo: “Las horquillas de Freida”
Y si nada más que decir, travesura realizada ¡Gracias por leer mi fic! 😘