
El árbol Malfoy
1. El árbol Malfoy.
Querido Draco Malfoy.
Sé que dijiste que podría enviarte cartas cuando quisiera. Estoy emocionada de contarte todo durante mi verano. No entiendo del todo por qué debería enviarte la carta a nombre de Millie, pero da igual.
Llevo en casa poco tiempo y parece que mis padres no paran de alagarte. Mamá está encantada contigo y desea conocerte ¿Podríamos coordinar alguna salida en este tiempo de descanso? Podrías conocer el mundo muggle. Al menos, no me ganarán en conocer este lado del mundo.Te dejé el primer puesto, pero no creas que te llevarás el titulo por segundo año consecutivo.
Sé que te encantará. La feria es muy encantadora para los niños de nuestra edad.
Podríamos ir a la biblioteca cerca de mi casa o al parque de mascotas que mis padres conocen. Iríamos a una feria muggle. Sé que amarás la moda muggle, aunque puedo verte arrugando tu cara. No, los zapatos que usa Harry no son lo único que usan los muggles, Draco. Entiéndelo, te lo pido.
Papá comenta que podrías amar escuchar música o el teatro. Podríamos ir a West End a ver el teatro musical de “Chicago”. La obra está ambientada en la ciudad de Chicago y basada en crímenes reales que cubrió la periodista Dallas Watkins para el Chicago Tribune, uno de los principales diarios de la ciudad, donde expuso la corrupción del sistema judicial. Te encantará.
Bien, espero que hayas llegado bien a casa. Esperaré tu carta.
Con cariño,
Hermione Granger.
Querido Draconis Malformado:
Es un placer escribirle esta carta de parte de la antigua y pura familia Bulstrode.
Merlín, no sé cómo pude escribirte cartas así en la niñez cuando no éramos amigos. Suena tan frío.
El señor bigotes manda saludos a la preciosa Libra. Espero de todo corazón que reconsideres la propuesta que te dejé sobre comprometer a nuestros bebés. No solo apoyaríamos a una bella pareja de gatos, sino nos volveríamos familia ¿No es fascinante?
Sé cómo debes estar mirando esta carta Draco Malfoy y te golpearé si no paras. Mal amigo. Rompe futuras familias poderosas.
Bueno, si te escribo esta carta antes de que tú lo hicieras primero, como el caballero que se supone eres, es para avisarte sobre el nuevo destino que tendrá Stella. Lo siento, tendrá que volar un poco más.
Estoy en casa de una parte de mi familia que mis padres suelen negar que existe. Al parecer, mi teoría de que no me pasará nada al juntarme con Mione y su par de troles de campo (no le digas a Ron que lo llamé así o lo sabré y no te gustará lo que te haré) estuvo equivocada. Sí que me pasaron cosas. No te preocupes, nada que no pueda lidiar. Viví siendo ignorada por mis padres demasiado tiempo como para que me importen.
Padre estuvo apunto de sacarme de Hogwarts y enviarme a esa escuela de magia francesa de princesitas estiradas. Madre dijo que mi amistad contigo podría traer mejores alianzas y elevar más el apellido. Negocios antes que familia, nada nuevo. Ahora, mis padres intentarán romper mi compromiso con Gregory y comprometerme contigo. Al parecer, los Parkinson ya no quieren saber nada de dar a su princesa (perra odiosa) a una familia que no sabe controlar a su único hijo ¿No es eso afortunado? Podríamos fingir una relación, así logramos sacarle celos a tu amado Potter.
Sí, de eso vamos a hablar en cuanto mi situación mejore. Eres mi mejor amigo, Draco Malfoy. Si Mione y yo no estamos ahí para molestarte con tu primer amor, ¿quién lo hará? ¿Ron Weasley?
Continuando, mis madres me enviaron al hogar de un tío de la rama familiar menos importante. Según mis padres, quieren asustar a su hija quitándole su gran mansión y los lujos para que aprenda las futuras consecuencias si sigo frecuentando las amistades poco adecuadas. Pobrecitos, no saben cuánto amaré esto. Mis tíos al parecer son traidores a la sangre que mis padres ocultan para no manchar a la familia.
¿Sabes que significa? ¡Te ganaré en conocimientos muggles! ¡En tu cara!
No te olvides que mi cumpleaños es el 21 de agosto. Si me meto en el corazón de mis tíos, haré una pequeña fiesta donde obviamente estará Mione, Ron (no me mires así, el pelirrojo se hizo querer), Potter (por ti, obviamente) y tú. Sé que pensarás que es pequeño, a diferencia de tus fiestas ¿Eso no lo hace mejor? Soy feliz así… Bueno, tal vez invite a Theo porque también se hizo querer el niño come libros. No se portó mal con ninguno de nosotros durante el año ¿No pensaste en verlo, aunque sea un poquito?
Bien, eso es todo lo que te tenía que decir. Stella solo tendrá que volar un poco más, porque estaré viviendo en el Londres Muggle. Si serias tan amable de mandarla por las noches, sería de mucha ayuda para mis tíos en salvaguardar la regla del secreto mágico.
Con cariño,
Millicent Bulstrode.
Draco había recibido esas cartas la primera semana que se estaba quedando en su hogar. Al principio se sorprendió lo rápido que sus dos amigas habían decidido comunicarse con él. De cierta manera, no esperó eso.
Y le calentó el corazón. Era la primera vez que saboreaba ese sentimiento. Hubo cartas antes con Pansy, pero ella había sido una amistad impuesta por su madre. No notó lo agradable que era hacer amigos por tu cuenta hasta que conoció a Hermione y, luego, a Millicent.
El primer día en su hogar Draco convenció a su madre de visitar a Ollivander. Su madre aceptó. Narcissa parecía muy preocupada por el hecho de que su varita pudiera maldecirlo con un crucio por cuenta propia. Además, Narcissa no le había mencionada nada de sus acciones durante todo el año, lo que demostraba una vez más como sus pensamientos solo giraban en la varita.
“¿Estás seguro que no me quieres ahí, dragón?” preguntaba la bruja mirando la tienda de Ollivander, luciendo uno de sus mejores vestidos.
Draco asintió. Odiaba ocultarle cosas a su madre. De cierta manera comprendía que ella solo estaba preocupada, pero no podía permitir que las personas que amaba supieran sobre el trato. Si el castigo les llegaba a ellos por igual, Draco nunca se lo perdonaría.
“No, madre” dice comenzando a caminar.
Entró a la tienda y se quedó quieto al ver a una niña rubia casi del mismo tono que su cabello. La pequeña bruja parecía encantada observando su varita en compañía de un mago que parecía ser su padre y Ollivander.
Era Luna Lovegood.
La niña lo mira con esos ojos saltones que la hacían parecer siempre estar sorprendida. Draco sintió un bajón en el estómago. Su cabello parecía estar limpio, a diferencia de las veces anteriores que tuvo la oportunidad de mirar a la niña. Sus ojos eran de un azul apagado casi grisáceo que, gracias al brillo que desprendía la misma niña, parecían aún más vivos de lo que eran.
“Joven Draco Malfoy” saluda Ollivander.
La niña parece despertar de su ensoñamiento, mirándolo con sorpresa y curiosidad. Pone su varita detrás de su oreja, siendo sujeta por los rizos de su rubio cabello.
“Oh, mira padre. Él es-”es interrumpida por quien era su padre. Un hombre alto con barba y cabello rubio menos brillante que Luna.
“El señor Ollivander parece tener más clientes, será mejor irnos” dice incomodo el segundo mago más viejo del lugar, dándole dinero al viejo Ollivander y llevándose a su hija sin mirar a Draco.
Draco lo entendía. Cualquier mago sangre pura sabría que no era bueno hablar con el único heredero de una de las familias más importantes de Gran Bretaña sin pedir una audiencia primero. Casi ríe al ver como ese mago rubio parecía saltar cuando al abrir la puerta su madre aparece con los brazos cruzados sin mostrar algún sentimiento.
Estaba tan preocupada por él que no había ido a madame Malkin para guardar las apariencias.
“Bien, joven Malfoy” dice Ollivander una vez que estaban solos “Veo por su expresión tranquila que encontró lo que busca en mi viejo libro”
Draco asiente incomodo, sacando el libro encogido de viejo mago creador de varitas. La agrandó con un mejor dominio. Podía sentir el completo control sobre la varita de Thestral.
Y joder como le encantaba.
“Y también puedo observar que mejoró su relación con la varita” añade una observación acertada.
Draco asiente sin poder evitar emocionarse. Si Ollivander, un genio en crear varitas, daba esa observación sin titubear, era porque debía ser cierto.
Solo tuvo que ser cruciado hasta desmayarse. Un sacrificio que valía la pena si tenía la lealtad de lo que parecía ser la varita más poderosa del mundo. No podía no evitar sentirse afortunado. Ya no tenía ganas de altar de la torre de astronomía.
Igual no vería esa torre en vacaciones.
“Sí, creo que supe demostrarle mi valía” es todo lo que dice.
¿Le mintió a su madre sobre preguntarle al anciano del ataque de su varita?
Sí, pero ella no tendría que saberlo.
“Bien por ti, espero puedas comprender más de ella conforme crezcas” es lo único que comenta.
Draco mira agradecido a Ollivander. Sentía que debía recompensar la ayuda del anciano. No debió ser fácil confiarle a un niño un libro tan antiguo e importante como el que recibió. El niño jamás sería capaz de dar uno de los libros pertenecientes al archivo protegido de su familia.
“Quisiera recompensar su ayuda de manera monetaria” dice, intentando sacar una bolsa pequeña con el suficiente dinero para mantener al anciano por unos meses.
“Guarde su dinero, joven Malfoy” dice serio “No es necesario. Mi familia creó su reputación durante muchos siglos solo con los corazones contentos de los magos que quedaban satisfechos con las varitas que les otorgamos” dice sincero “Y nuevamente logré el objetivo de mi familia con usted. Está contento con la varita que le di, ese es mi mayor pago”
Draco sale de la tienda algo sorprendido. Su madre se acerca, asustándolo.
“¿Qué te dijo, hijo?” pregunta, dejando de lado su papel de dama refinada al acercarse demasiado a él.
Draco parece dudar. Mira su varita por un momento. Podría decirle a su madre una mentira que la tranquilice.
No, eso pondría en riesgo su tiempo en Hogwarts.
“Dijo que mi caso es único en el mundo. Ninguna varita antes ha podido hacer tal hazaña. Lo lamentó y dijo que si no fuera porque la varita no permite que mi magia se manifieste en otras varitas, me daría una mejor sin dudar” dice mirando a los ojos a su madre.
Se siente aliviado de que su madre confiara tanto que no usara la ligeremancia en él. Ella solía hacerlo cuando era pequeño para asegurarse que su tutor no infligiera castigos físicos durante su joven educación. De ella y Severus aprendió la oclumancia, pero nunca alzaba esas paredes con ellos. Sus habilidades se debilitaban con su padrino y su madre.
Eso lo hacía más doloroso, porque estaba traicionando esa confianza ¿Acaso eso no lo hacía igual de malo que Pansy?
Pansy, joder. Como dolía pensar en Pansy y su destino. Debía hacer algo.
“Dragón” dice preocupada su madre “Te perdiste en tus pensamientos” no pregunta, comenta segura.
No había sido un buen comienzo.
Había tenido muchas recompensas. Su amistad con Hermione (Ronald solo era un error que no pudo evitar y de cierta manera estaba contento con el resultado) y Millie. El descubrimiento de una prima en Hogwarts había sido un cierre perfecto a cosas positivas que le pasó.
Cosas negativas. Lo principal era su disgusto por Potter. Era demasiado extraño, porque aún tenía sentimientos, pero estos eran por la versión que dejó atrás al retroceder al pasado. Además, Draco sabía perfectamente que ese pequeño Potter se convertiría en el responsable de sus suspiros y no podía evitar no sentirse así de indefenso.
Todo era tan complicado.
“Volviste a perderte en sus pensamientos” menciona su madre “Será mejor regresar, hablaremos de esto en casa ¿Bien?” y así se van a un lugar más cómodo para aparecerse.
Draco entra a la mansión y siente más alivio. Su padre había tenido un viaje importante y regresaría en una semana.
Draco sabía perfectamente de que se trataba ese viaje. Su padre se había llevado a Dobby.
El libro maldito que casi acaba con la vida de Ginevra Weasley. Este año iba a ser el año donde su padre mostraría su verdadera opinión de los nacidos de muggles.
¿Cómo pudo haber celebrado una acción así de nefasta cuando se enteró de ello a final de año? ¿Cómo pudo odiar a Potter por liberar a su elfo? Ahora solo esperaba que Potter lo vuelva a hacer para liberar a ese pobre elfo domestico de una familia como la suya.
Hermione iba a ser petrificada.
Sí, debía conseguir hacerse con el jodido libro y encontrar la manera de destruirlo. Debía evitar que su amiga sea afectada.
“¿Qué pasa, dragón?” dice su madre, haciendo que salte de su sitio.
Nuevamente se había quedado parado pensando. Debía evitar hacerlo mucho o terminaría alertando a su madre. Lo último que necesitaba es a mamá dragona sobre él. Amaba eso de ella, pero necesitaba moverse libre por la mansión en la búsqueda del libro.
Se metería en problemas, pero habría destruido el libro.
“Solo estoy pensando en la varita. No quisiera que se volviera más peligroso usarlo” dice volviendo a usar la misma excusa.
Siente una punzada provenir de ella. Sí, no le había gustado ser usada como excusa.
“Lo sé, amor. Tú padre y yo estamos trabajando en ello” dice triste “Y espero que nuestros esfuerzos sean recompensados con tu comportamiento. Tu padre tiene razón, esos amigos que hiciste no son correctos. La señorita Millecent es aceptable” trata de consolarlo “Los padres de Pansy cortaron lazos con nosotros, me gustaría que intentaras este año resolverlo, ¿Bien?”
Draco se siente mal por eso. No puede. Pansy no lo quería… su mejor amiga no lo quería más en su vida y lo iba a respetar. Además, no podía alejarse de Hermione.
Todo sería más sencillo si su mente no se entretuviera en el trato. A veces solía recordar el cuento del mago y la caja. Joder, no quería recordar eso, era un total infierno.
¿Por qué diablos había hecho un trato tan malo? Cualquiera con neuronas sabría que hacer un trato sin saber que se pondría en juego era estúpido. Suicida. Poco slytherin.
Estúpido Draco que estaba desesperado por morir. Si hubiera pensado mejor las cosas.
“Sí, mamá” dice, llamándola mamá.
Narcissa abraza a su hijo. Había pasado tanto desde que su hijo le había llamado así ¿por qué ya no lo hacía? Sonaba tan hermoso.
Así pasaron los días hasta que le llegó las cartas de sus amigas.
Querida Hermione Granger.
Espero que la tus vacaciones hayan iniciado de buena forma.
Con respecto a tus padres amándome. Por naturaleza, los padres de mis amigos me aman ¿cómo no hacerlo? Soy tan encantador, guapo y adinerado. Cualquier padre me querría como amigo de sus hijos. Soy una obra maestra hecha persona. Merezco lo mejor de lo mejor.
No entiendo las cosas muggles que me propones hacer, pero espero ansioso que me expliques ¿sabías que Millie también se va a culturizar en conocimientos de tu mundo sin magia? No quisiera ser el único que se quede atrás. Presumiré en la pecosa cara de Ronald Weasley mis nuevos conocimientos, así que ve escribiendo todo lo que sepas mi pequeña máquina de conocimientos (eso es algo muggle, ¿verdad?)
Hablando más de mí (para tu placer personal), al fin logré resolver el libro que te comenté a inicio de año que debía descubrir la respuesta a su acertijo. Nada de lo que leímos ese día lo solucionó, pero estoy contento con el resultado con respecto a nuestra amistad.
Por último, Millie me hizo abrir los ojos ante un suceso que jamás noté durante todo el año y me siento espantado al respecto. Millie me adelantó la posibilidad de que nos invite a su pequeña fiesta de cumpleaños (incluyendo a tonto uno y tonto dos o como tú los llamarías: Potter y Ronald) el 21 de agosto, cosa que me hizo preguntarme ¿cuándo cumples años? Me parece de muy mal gusto no celebrar el día que una bella señorita llegó a este mundo para golpearme por mi exquisito sentido del humor.
Esperando tu respuesta lo más pronto posible,
Draco Malfoy.
Draco sonrió al ver su respuesta. Sí, tenía esa duda clara. Él conocía perfectamente el cumpleaños de todos sus amigos. No solo porque tenía que ir a sus mansiones a celebrarlos, sino porque era esos pequeños detalles los que el mago rubio tenía con las personas que más quería.
Sí, podría ser alguien temible, pero también tenía su lado sentimental.
Suspiró mirando la carta de Millie. No se sentía cómodo con todo lo que su nueva serpiente favorita le comentaba. Estaba preocupado por ella. Si se daba una idea de todo lo que estaba pasando, Millie debía de estar en serios problemas. Si sus padres la habían sacado de la seguridad de su mansión, estaba con la cuerda en el cuello más ajustada que él. Ser exiliada de la familia no era algo que Draco desearía a su propio enemigo.
No podía permitir eso. Debía buscar ayudar a su amiga.
Él había comprendido un lado de Millie que antes no había visto. Ella podría ser fuerte, pero recordaba a esa niña llorona de la enfermería que lo había abrazado mientras temblaba. Esa niña estaba dentro de la Millie fuerte. Temía Draco no poder cuidar de ella.
Querida Millicent Bulstrode.
Esta carta va dirigida a la segunda heredera de la antigua casa Bulstrode, de parte del único heredero de la pura y poderosa casa Malfoy y Black, con la esperanza de poder satisfacer sus deseos de una respuesta a la carta enviada anteriormente.
¿Ves? Tengo más clase. Ubícate Bulstrode.
Estoy sin palabras por lo que leí en tu carta, ¿estás bien con eso verdad?
Si necesitas de mi intervención para regresar a el lugar que también te pertenece por sangre, comunícamelo y presionaré a mis padres al respecto. Ninguna amiga mía será tratada así. Si tuviste la fortuna de llagar al corazón de Draco Malfoy, serás tratada de la misma manera como me deberían de tratar a mí. Y soy alguien a quien todos deben de adorar.
Tanta belleza no merece menos.
Y no, no acepto una relación falsa. No quisiera quitar las ilusiones a mis demás pretendientes. Soy un ser misericordioso que piensa en todos los corazones rotos que dejaré si iniciamos una relación. Eres preciosa, pero aprecio más mi fama entre las demás damas y caballeros.
Y no temas, ya aparté ese día para celebrar tu cumpleaños.
Por último, vuelves a mencionar una mínima posibilidad de comprometer a mi princesa con el señor bigotes y veré la manera de que tus cartas no lleguen a mi mansión. Mi niña apenas tiene un año, es demasiado joven como para verse en un compromiso. Tiene aún muchos gatos que engatusar con su belleza.
Espero disfrutes tu nuevo hogar,
Con cariño.
DRACO MALFOY.
Lucius Malfoy llegó a la ancestral mansión Malfoy a primera hora del primer día de la semana. Llevaba consigo a un maltratado elfo, quien sostenía un libro con tapa negra, muy viejo y maltratado. EL elfo parecía enfermo mientras sostenía aquel objeto y no solo se trataba de los heridos de golpes que recibió durante todo el viaje.
Draco no supo cómo explicar el sentimiento que le causó al despertar en su cama. Sintió como su varita comenzaba a palpitar intranquila. El joven niño se sentó confundido al respecto, tomándola. La examinó y sintió un tirón que le indicaba que siguiera a donde ella apuntaba.
Y así lo hizo.
Había ganado su confianza, era momento de seguir lo que esa varita indicaba.
Caminó por los corredizos. Notó a los elfos moverse por toda la casa con desesperación y rapidez.
No sabía que pasaba, hasta que bajó las escaleras y vio a su padre que era abrazado por su madre con tanto amor.
Se quedó quieto. La varita le había avisado de la llegada de su padre.
Draco mira por un momento la escena entre sus padres. Eran pocas la veces donde podía ver a su madre ser cariñosa, menos eran las veces que era así con su padre. Ambos tan metidos en sus papeles de Lord y Lady Malfoy como para permitirse dar ese tipo de escenas al público. Tan criado en las enseñanzas de frialdad de la realza de la antigua Gran Bretaña, cuando la familia Malfoy se relacionaba con aquellos muggles con gran poder.
Sí, Draco sabía de ello. Lo había aprendido en secreto de niño y quedó asqueado al respecto. Hoy, solo veía con decepción lo doble cara que habían llegado a ser.
“Draco” dice su padre, separándose de su madre para nuevamente adquirir su postura de un Lucius frio e imponente. Su bastón resonó, indicando que bajara
“Ya te dije que es de mala educación observar sin presentarte” dice furioso “Ningún Malfoy se va rebajar a ser un sucio espía, mucho menos mi heredero” dice serio.
Draco baja lento. Su varita oculta entre sus túnicas de pijama palpita al indicarle que mirara a un costado. Él obedece con disimulo y se pregunta por qué está viendo a Dobby.
Y ve el libre entre los pequeños y delgados brazos del elfo doméstico. Siente algo parecido a como sintió por un año teniendo su varita. Su energía es afectada y la pesades en su estómago aumenta. Ese objeto lo estaba deprimiendo.
Eso no era jodidamente bueno.
“Padre, bienvenido a casa” dice incomodo.
Lucius asiente, mirándolo de forma rápida. Disgustado al ver los pijamas de su hijo.
“Ve a cambiarte, no desayunarás así” gruñe enojado “Cada vez me demuestras lo poco que te importa la educación que tu madre y yo te dimos”
Draco se sonroja, le da una rápida mirada al libro. Tendría todo su tiempo en vacaciones para buscar el libro y destruirlo.
Se apresura, escuchando de fondo como su madre trata de justificarlo. Se siente mal de seguir poniendo a su madre en una posición difícil con su padre por sus errores.
Debía ser mejor. Ser por un momento el antiguo Malfoy que su padre aceptaba.
Camina a su closet y elige un traje negro muy parecido al que lleva su padre en esos momentos. Sin Dobby para servirle, decide hacer todo por su cuenta. Desconfiando bastante en los demás elfos de casa. Cuando Dobby había sido liberado, Draco recuerda perfectamente como su madre le regaló a Nixie para compensar su tristeza por perder un juguete.
Nixie había sido igual de fiel como Dobby, guardando sus secretos y suspiros que daba por Harry Potter. Esa elfina siempre alentándolo a tener esperanzas. Ninguna esperanza fue efectiva ni siquiera en esta nueva vida estaba destinado a ser de Harry Potter. Simplemente seguiría con el corazón roto y lo repararía cuando acabara la guerra.
Volvió a pensar en el resto de los elfos y su afinidad por avisar a sus padres todo lo que hacía. Se sintió incomodo al respecto. Como los demás elfos podían correr fácilmente a acusarlo con sus padres. ¿Qué habrá sido de ellos cuando su madre falleció? ¿Sobrevivieron al tiempo de Voldemort?
Daba igual, ese pasado ya no existía.
Se arregló asegurándose que ninguna arruga o pelusa arruine su aspecto. Corrió al baño y sacó por primera vez el gel que tanto había usado por dos años durante todo Hogwarts. El año pasado había decidido ignorarlo, buscando ser más gentil con Potter.
Ahora debía usarlo. Poco le importaba la opinión del estúpido cara rajada.
Dicen que una de las mejores formas de manipular a las personas es hacer que identifiquen algo agradable de ellos en ti. Eso iba a hacer. Si su padre descubría cosas de él en Draco, sería más fácil apaciguar los deseos de sus padres de ser enviado lejos de Hogwarts. Podría llevarlo al camino correcto.
Bajó a comer. El frente en alto, su madre lo recibió con cariño y sorpresa por su nuevo aspecto. Parecía aliviada por alguna razón. Eso lo hirió por alguna razón. ¿No le había gustado como lucía antes? La inseguridad lo invadió, pero siguió adelante.
Su padre estaba conforme con su vestimenta. No le habló durante la cena, pero tampoco le dedico miradas de asco.
Su madre había decidido ir a visitar a la madre de Blaise Zabini. Draco se iba a negar, pero su padre habló antes. Había dejado en claro que Draco pasaría el resto de sus días retomando las clases que habían dejado de imponerle en su otra vida. Claro, en otra vida era el hijo cruel y malicioso que sus padres tanto presumían.
En otra vida, solo tendría que estudiar las materias que Hermione Granger le ganó. En esta, debía retomar estudio de la historia de la magia, las ramas familiares de los sagrados veintiocho, los modales que su padre alegaba habían olvidado por cómo se comportaba y los ideales junto a la historia de su familia.
Draco quiso comentar como a la historia de su familia había sido cambiada, porque faltaba una gran parte del tiempo en el que los Malfoy’s se vieron relacionado con los muggles de la realeza. No lo hizo, no es idiota.
Por las tardes, iba a la oficina de su padre y le recitaba palabra por palabra cada tema aprendido. Si se equivocaba en uno, su padre agarraba su bastón y le pegaba.
El primer golpe le había dejado helado. Su padre nunca le había golpeado antes. En otra vida, había sido tan consentido y protegido que la primera vez que sintió un golpe de verdad había sido a mano de Ronald Weasley en uno de los partidos de Gryffindor.
Podía recordarlo bien, había enviado una carta furioso y lloroso a sus padres.
En esta vida, su padre había sido quien le puso un dedo encima. Y joder como le dolió más la intensión de su padre en querer lastimarlo que el golpe recibido. Se sintió fatal. Patético. Miserable.
Quería morir.
Era como si alguien le hubiera recordado de un golpe el cruel Lucius Malfoy que el mundo conocía. El Lucius mortifago que llevó a su familia a su terrible final. Un golpe de realidad que Draco no quería aceptar, viviendo en la negación y la esperanza de hacer un cambio.
Su padre podía cambiar. Había sido el padre perfecto en la otra línea de tiempo. Solo debía escarbar entre las capaz de su alma.
“Una palabra a tu madre. Solo una palabra y en vez de golpes, serán hechizos” dice serio Lucius “Debí educarte como lo hizo mi madre conmigo, así al menos no avergonzarías a la familia de forma descarada” vuelve a darle un golpe.
Los siguientes días se repiten. Un mínimo error y recibiría un golpe dura en la espalda con la estatuilla del bastón. Metal contra piel rojiza.
Querido Rubio desteñido:
Me parece injusto como te niegas a aceptar el amor entre la señorita Libra Malfoy y el señor Bigotes Bulstrode. ¿Libra conociendo otros gatos? Teniendo a mi guapo señor Bigotes, cualquier gato existente es una basurita más en el mundo.
¡Mira lo que me haces escribir sobre los gatos! ¡Te odio!
Con respecto a mi asunto familiar. Estoy perfectamente bien, no necesito que ricitos de oro venga a rescatarme, gracias. Hablo en serio, Draco Malfoy. No te metas en asuntos familiares mientras no te pida hacerlo. Puedo resolverlo sola ¿Bien?
Merlín, Draco. Hay tanto que no conocemos de este mundo.
Magna Bulstrode, mi prima que iba a Ilvermorny (una escuela de magia en América), me ha hablado tanto de la moda América, que estoy sin palabras. ¡Amarías tanto como se visten los muggles de América! ¡Estamos en los 90s y no lo estamos valorando demasiado! Hay tanto por mostrarte y que debes de escuchar.
¡Pintura para uñas! Amarías usar las pinturas para uñas doradas con brillitos verdes, una combinación perfecta para ti y cierto mago que conozco. Solo digo.
:) = ¡¡Es una carita feliz!!
¿Sabías que las mujeres usan pantalones cortos? Joder, si mi madre no fuera a gritarme descarada, me compraría siete para toda la semana. ¡Hay zapatos que no parecen sacados de una moda de la época medieval!
La tecnología, moriría si te dijera que cosas se inventaron los muggles para llenar el vacío en sus vidas por su falta de magia. Hay pequeñas maquinitas que reproducen música, como otras más extrañas que las llaman gramófono con discos grandes, circulares y negros ¡De ahí se reproduce la música!
Por Salazar, sueno como Hermione comentando cosas. No, púdranse todos. Estoy viviendo una buena vida aquí.
Cuando vengas a casa de mis tíos, te mostraré la mejor invención del mundo muggle ¡Las películas! Si yo lloré con bambi, también lo harás tú ¡Te lo juro!
Espero que estes viendo una pizca de la diversión que estoy teniendo, mi pequeño Kevin McCallister
Con amor y pintauñas de brillos,
Millicent Bulstrode.
Querido Draco Malfoy.
En primer lugar, estoy poco impresionada con como crees que te ve el mundo. Sí, eres encantador. Sí, eres un chico bien parecido. No, nadie debería adorar a nadie. Todos somos seres humanos con el mismo derecho a ser tratados por igual. La belleza o el dinero no debería ser una condición para recibir un trato digno.
Sé que estas bromeando, no serías mi mejor amigo sí pensarás realmente de esa manera, pero siempre es bueno recordar las reglas de cómo se debe regir la sociedad.
Igual, te quiero mucho y estoy contenta de que mis padres te amen. Como espero poder lograr ganarme el corazón de los tuyos.
Con respecto a mi cumpleaños. No hubieras alcanzado a celebrar mi cumpleaños como se debería, porque recién nos estábamos conociendo. Cumplo el 19 de setiembre. No te sientas mal al respecto. La que debería sentirse apenada soy yo, porque tampoco sé tu cumpleaños, pero Millie comentó al respecto en su carta anterior a la llegada de la tuya sobre como tu cumpleaños te la pasaste en enfermería y cito textualmente.
“Draco ni siquiera celebro su cumpleaños, se la pasó inconsciente en enfermería el muy tonto. Usualmente le harían una fiesta enorme, pero es la primera vez que veo que ni se quejó una vez despierto”
Lo cual, siempre lamentaré. Tu primer cumpleaños como amigos y estuviste recuperándote por nuestra culpa. Espero este año podamos celebrarlo a lo grande.
Por último, te recomendaría una lista de libros sobre cultura muggle que podrías hallar en tu comunidad mágica. No estoy del todo segura los títulos exactos, pero podría recopilar una lista.
La feria es una feria puede ser un mercado que se monta en un espacio público en ciertos días señalados. Su origen se remonta a la Edad Media, cuando los mercaderes se reunían a las puertas de las murallas de una ciudad para comerciar sus productos durante varios días. Estas ferias se organizaban en coincidencia con la fiesta local, bajo la advocación de un santo patrón. Un uso similar del concepto se mantiene en estos días, para nombrar a la instalación de puestos de venta en una plaza u otro espacio público. Usualmente, las ferias que te estoy mencionando están llena de atracciones de juegos muggles para todas las edades. Los juegos mecánicos son la atracción principal.
No te tengo que explicar que es una biblioteca, eso es evidente.
Un musical o "teatro musical" es un género musical típico de la cultura estadounidense, aunque también se suelen realizar en otros países. Es una forma de teatro que combina música, canción, diálogos y baile. Suelen ser representados en grandes escenarios. Aquí en Londres, la mejor manera de apreciar ese arte en West End. Un lugar en el centro de Londres donde hay centros comerciales, teatro y en general un amor muy grande a las expresiones artísticas. Deberíamos ir, sé que te encantará.
Puedo verte siendo un gran amante de la música y no lo digo porque seas gay. Jamás te ofendería así.
Espero poder ayudarte a averiguar más cosas de mi mundo, como tú lo hiciste con el tuyo.
Con cariño,
Hermione Granger.
Draco consideró tomar la invitación de Mione. Podría pedirle a su madre quedarse un tiempo con Millie. Su madre jamás le había negado pasar días en casa de Pansy o Blaise. Podía recordar las pijamadas entre todas sus serpientes, siendo él siempre quien proponía los juegos y los temas a discutir.
El asunto de la educación exhaustiva iba a ser un problema.
Intenta estirarse para pensar más al respecto. Estaba incomodo con el hecho de que Millie estuviera en otra casa, eso podría ser un problema.
Mira por la ventana, solo había pasado medio mes y le quedaba un agosto completo por afrontar.
Tampoco había tenido tiempo de explorar la mansión en búsqueda del maldito libro. Joder, todo era tan complicado y odioso. Si tan solo no sintiera tanto dolor después de ver a su padre en su oficina cada noche.
Dobby también parecía actuar extraño, metido siempre en sus pensamientos mientras cuidaba de Draco. Una vez había desaparecido y Draco solo lo ignoró, demasiado ocupado en aprenderse las épocas de caza de brujas, la cual su padre había puesto tanto énfasis que se aprenda. Por su bien, juraba que iba a soñar con la quema de muggles inocentes porque pensaron que eran magos y brujas. Las brujas y los magos siempre habían sido unos expertos en huir de las acusaciones. La mayoría de personas que murieron, habían sido muggles que tenían la mala fortuna de pensar más allá de lo una estúpida doctrina que les imponía.
Los magos no fueron mejores. No aprendieron de ello y crearon una propia doctrina para odiar a los muggles ¿Eso que les había traído? Muertes, encarcelamiento a muchos magos sangre pura y la perdida de mucho más de lo imaginado.
Draco ahora lo veía claro. Fue un ciego total en su pasado. Tuvo que vivir el dolor en carne propia para aprender. En algunas pesadillas podía escuchar el grito de Hermione mientras su tía le escribía la palabra sangre sucia como si se lo mereciera. No iba a permitir eso.
Mataría a su tía antes de que tocara a su amiga.
Con respecto a la historia, el hombre solía tropezar con los mismos errores. Podría apostar que, si investigaba en la historia muggle, también descubriría algo que los hiciera iguales a los magos en ese aspecto.
Eso no era un consuelo. Solo demostraba la maldad del hombre sin importar la magia en sus cuerpos. Todos terminábamos siendo parte de cosas terribles en algún punto.
“¿Acaso de mandé a holgazanear?” la voz de su padre lo hace saltar de su asiento.
Mira a través del reflejo de un florero de plata que se encuentra en su mesa. Ignora su apariencia extraña con el pelo así de peinado, decidido a no mostrar que tenía un problema llamado ataques de ansiedad y pánico a su padre. Mira al Lord Malfoy vestir elegante, con su traje negro y su pelo peinado de la misma forma que su hijo.
“Perdón, padre. Solo estaba repasando en silencio lo que aprendí” dice incomodo, regresando su mirada al viejo libro de historia.
Lucius no parece contento, alzando su bastón y pegando su espalda con la parte de metal de la empuñadura de lo que es su varita. Draco suprime un gemido, recordando la última vez que se quejó y su madre casi descubre las acciones de su padre. Recibió tantos deffindo en la espalda, que varios aún estaban sensibles debajo de su camisa de lino.
“Pasaré por alto tu clara mentira” escupe molesto “Sígueme, te tengo que mostrar algo” ordena mientras comienza a caminar sin esperar la respuesta.
Draco dejó asintió, cerrando su libro y poniéndole una protección en caso su madre o alguien indeseado lo revisara. Dentro estaba un sobre con el nombre de Dora sin abrir.
La mansión Malfoy se caracterizaba por sus bellos jardines, sus flores bien cuidadas por la mismísima Lady Malfoy y los cientos de secreto que solo pasaban de Lord a heredero, cuando este estuviera preparado para tomar el lugar de su padre.
Draco recordaba perfectamente cuando su abuelo Abraxas le entregó su puesto a su padre. Tenía seis años cuando su vida cambió. Ese día, dejó de ser tratado con cariño, para comenzar a ser entrenado para tomar el mismo papel más adelante.
Recordaba perfectamente a su abuelo. Alguien consumido por la edad, la pena y la magia negra. Sus ojos eran de un extraño rojo profundo. Ahora, poniéndolo en perspectiva, le recordaban de cierta manera a los ojos de Voldemort, solo que más humanos y arrepentidos. Nada parecido al impresionante hombre que su padre solía retratar cuando le enseñaba sobre la imagen perfecta de un Lord con una amabilidad que confundía a Draco, porque siempre evitaba hablar de los muggles. Ahora, vivía lejos de la mansión y Draco no estaba seguro si algún día lo vería de nuevo.
Abraxas Malfoy fue un mago ermitaño, frío con su propia familia y un padre terrible. Siempre dejando en claro que no quería saber nada de su hijo y nieto.
Su padre, por otro lado. Siempre se encargó de educarlo teniendo en claro algo muy importante: Siempre debías de honrar el apellido antes que a ti mismo. No importa que tantas cosas harías, siempre que sean a favor de enaltecer a la casa Malfoy respetando sus creencias supremacistas de sangre.
Si no fuera por Narcissa Malfoy, el pequeño Draco también hubiera crecido con esas ideas. Los Black, la mayoría para ser preciso, siempre habían dejado claro que importaba más la familia. Sí, también seguían el ejemplo de los Malfoy al casarse solo sangre pura, pero la diferencia radicaba que lo hacían por la familia. Andromeda fue repudiada por abandonar a la familia al huir con Edward Tonks. Sirius fue repudiado por hacer lo mismo al escapar de casa para vivir con los Potter. Narcissa siempre fue ese punto de inflexión que permitió a Draco valorar más a su padre que a un título.
Si hubiera crecido sin importarle su familia, hubiera negado regresar en el tiempo. Estaría más interesado en reconstruir su apellido, que la búsqueda de tener a sus padres de nuevo. No hubiera sufrido tanto en el tiempo que tuvo la pesadilla del asesinato de su madre. Hubiera salido de Azkaban directo a ser el Lord, reemplazando a su padre como si este no hubiera sido una persona que Draco amó desde que tiene memoria.
Regresando al inicio. Draco sabía perfectamente los pasadizos secretos existentes. No conocía exactamente donde se ubicarán, pero era consciente que existían. Había esperado impaciente los primeros años en Hogwarts para crecer y convertirse en el perfecto heredero para también tener esos secretos. Luego, se dio cuenta que estaba enamorado de Potter y sus preocupaciones cambiaron a cosas más hormonales y propias de su edad. Solo podía pensar en un romance con el niño que vivió, hasta que su vida lo golpeó.
Primero pasó por una puerta de oro, que siempre estaba sellada y solo el anillo del Lord y Lady habría. Draco observó embobado como la insignia de su familia se detallaba en la puerta. La elegante M, que todo Malfoy aprendía a escribir y usar, brillaba imponente entre las piedras preciosa que decoraban el marco.
Caminó por un corredor más oscuro, pero lleno de magia. La varita comenzó a pulsar incomoda por ser opacada ante la atmosfera mágica del lugar. Draco se marea, extasiado por todo. Podía sentir como su sangre se calentaba y un suabe abrazo rodeaba su cuerpo y aliviaba sus heridas.
Era la magia ancestral de todos los Malfoy existentes. Podía sentir leves rastros de la magia de su padre entre todo el ambiente.
Su padre lo miró extraño. Sus ojos no podían dar crédito como las protecciones recibían a su hijo sin poner resistencia. Tampoco estos le habían avisado de un intruso interrumpiendo en el corazón de la mansión, como sucedió con él años atrás cuando tomó el lugar de su padre. Las protecciones parecían disgustadas con recibirlos tanto a su padre como a él. Abraxas parecía tan cansado y perdido en sus recuerdos, que poco le importó, pero Lucius… Lucius se había obsesionado con demostrarle al lugar que iba a ser el mejor y tendría un heredero más que digno.
Uno de los motivos por lo cual era muy duro con Draco. Sentía que había fallado.
Draco observó las pinturas en algún punto del corredizo. Primero eran pinturas que solo había visto en los libros. Luego, aparecieron personas que no conocía. Algunas zonas tenían la silueta de lo que debió ser un cuadro, pero parecían que se habían consumido en fuego solo donde ocuparon un lugar alguna vez. Intentó tocar una de las pinturas, pero su padre como la misma magia se lo impidieron.
“¡Draco!” le reprende molesto Lucius “No vuelvas a hacer esa estupidez. Las protecciones aquí son más sensibles, no permite que los Malfoy se relaciones con personas repudiadas del árbol familiar” explica molesto.
Draco asiente.
Siguen caminando, hasta que lo siente. Siente como los pequeños rastros de magia de alrededor se une en un solo lugar. Cuando ingresa a ese campo, puede sentir todo su cuerpo experimentaba la misma sensación de estar sumergido en agua. Al ver como el cabello de su padre comenzaba a moverse como si la brisa del exterior le llegara, podía darse una imagen de como estaría el suyo.
“Bienvenido al corazón de Malfoy Manor” dice orgulloso su padre.
Draco suprime un chillido emocionado. Siempre había deseado estar aquí.
La habitación era muy antigua. Podías ver los detalles de viejas modas mágicas. En el centro, una piedra flotaba mientras giraba rápidamente, debajo de ella había una fuente de agua cristalina que parecía ser la responsable del movimiento de la piedra. Si Draco entrecerraba los ojos, podría ver la magia pura de los Malfoy salir disparada con cada rotación. Frente a la fuente y el cristal, estaba un atril y sobre él un antiguo libro cerrado con el mismo escudo familiar. El piso era de un negro brillante, lo cual resaltaba las decoraciones verdes y plateadas. Cerca de las paredes, columnas muy usadas en la edad media estaban decoradas por cortinas que se meneaban por la fuerza de la magia al desprenderse del centro y expandirse por todas las hectáreas pertenecientes a la mansión. Entre esas columnas, podías observar un librero enorme con pergaminos antiguos y libros que la familia Malfoy recolecto a lo largo de los siglos existiendo. Los archivos de la familia.
En la pared más grande, un bello árbol familia se dibujaba. Draco podía recordar haber visto algo parecido en la casa ancestral de los Black. Se veía a él mismo pasarse horas mirando orgulloso su pequeña ramita que nacía entre la rama principal que pertenecía a su madre y otra que nacía de ella y pertenecía a su padre. Recuerda sonrojado, como años después, estando ya enamorado de Potter, dibujaba en su cuaderno esa misma rama, la cual se unía desde detrás de su foto a otra ramita que tenía la imagen de Potter. Pansy había escrito orgullosa “Draco Potter” debajo de su dibujo, alegando que era claro quién sería el dominante de la relación, recibiendo una patada suave en el tobillo. Si Draco se llamó así mismo Draco Potter mirándose al espejo, solo sería un recuerdo que él tendría.
Nuevamente, como la vez que vio el árbol de su madre, se para frente a aquel imponente mural. Mira emocionado como en la rama principal se observa en las últimas ramitas a su familia. Su corazón late de emoción como las pinturas eran diferentes. Cada pintura parecía estar hecha en acuarelas y debajo los nombres y las fechas perecían estar escritas por la letra de su padre.
¿Cambiarían cuando tomara el poder?
Si es que antes su padre no lo quemaba, claro. Ahora no estaba seguro con el cambio radical en Lucius Malfoy.
“Veo que al menos, sigues teniéndole respeto a tu árbol familiar” dice Lucius, acercándose a la fuente.
Draco observa como su padre parecía usar su varita apuntando a la fuente. Suspiró al sentir una magia revitalizada.
“Cada que un Malfoy visite el lugar, debe de mostrar su respeto a los escudos. La familia vivió protegida por ella. Cada Malfoy destinado a liderar esta familia, debe de poner parte de su magia en esta. Lo que vez en esta fuente no es agua, es la representación física de la magia acumulado de todos los magos que vez liderando en ese árbol” dice Lucius “Y cuando llegue tu momento, también aportarás a estas protecciones”
Draco siente un alivio. Su padre aun le tenía fe para continuar el legado. No iba a ser reemplazado.
Aunque le hubiera gustado tener un hermano o una hermana. Si hubiera tenido uno en su otra vida, tal vez hubiera seguido adelante.
“Si te traje aquí, es pare recordarte porque hago esto” haciendo referencia a los castigos.
Con el dedo apunta a la pared. Draco piensa que es a la familia quien apunta, pero se queda callado al ver que en realidad está indicando el escudo familiar.
Por supuesto, Draco había nacido para continuar portando el apellido de la antigua familia.
Debajo del logo, nota la frase de la familia.
Toujours Pur, para los Black.
Malfoy evant tout, para los Malfoy
Draco lo entiende. Malfoy por encima de todo. Por encima de las personas sin importar si son magos de sangre pura o nacidos de muggles. Por encima de la propia familia. Por encima del amor.
Observa el árbol familia y por primera vez nota las zonas quemadas del bello dibujo. Desde las primeras ramas, hasta las ramas que nacen de su abuelo.
Esperen, ¿qué?
Draco mira a su padre, buscando preguntarle. Este está más interesado en mirar el cristal girar.
Draco se acerca al árbol pintando. Con su dedo recorre la rama de donde nace la pintura de su abuelo. Tan parecido a su padre y a él. A su costado, está la ramita de su abuela y de debajo está la rama de su padre uniéndose con el de su madre. Eso no importaba. Existía una rama más delgada que se unía con su abuelo y entre ambos nacían dos pequeñas ramitas completamente quemadas.
Su padre posiblemente tiene dos hermanos que habían sido renegados del árbol. Era evidente la infidelidad de su abuelo. La pequeña ramita con la persona que no se nombraba no destacaba como la de su abuela.
“Padre” siente su voz aguda “¿Qué es eso?” pregunta temeroso.
Gira y se queda quieto. Su padre estaba sonriendo, como si hubiera planeado que Draco mirara esa parte del árbol familiar.
Esas dos personas estaban tan cerca de su rama…
“Gente sin importancia. Como dije, Draco. La familia como los Black y otras familias importantes, suelen cortar a los miembros más conflictivos” dice tranquilo, mirando el mural.
No parece afectado con la existencia de dos magos o brujas en el exterior que comparten la sangre Malfoy.
Podía sentir a su varita furiosa. Si ella lo había notado, era obvio lo que pasaba.
Su padre no lo había traído para apreciar una parte de la historia familiar. No era un intento de tranquilizarlo y recordarle que no sería quemado. Esto era una clara amenaza. Si su abuelo despreció dos de sus hijos, Draco no estaba libre del mismo destino.
¿Por qué nunca lo supo en su vida pasada?
Claro, en su vida pasada era el hijo perfecto para sus padres. Lucius no tenía que amenazarlo.
“Aunque no deberías preocuparte, hijo mío” suena falso “Solo son dos personas que nacieron fuera del matrimonio. Dos bastardos sin importancia más que para afectar a la sagrada casa Malfoy. Tú eres mi hijo. Si te apegas a mis enseñanzas, jamás tendrás que preocuparte de tener ese destino. Jamás serás un error como ellos” siente una mano es su hombro.
No había calidez. Sentía que solo se tenía a él mismo en la habitación. Por alguna razón, su corazón no parecía afectado. Era como si siempre lo hubiera sabido y solo se decepcionará de no haberse equivocado. La negación parecía irse por momentos para darle la bienvenida a la ira. Estaba enojado por ser tan tonto.
Podía verse siendo quemado sin piedad mientras su padre no muestra más que decepción. La rabia de que eso le pasaba solo porque había seguido lo que su corazón le había pedido era tanta. Saber que por hablar con una nacida de muggles y dejar de lado a sus amigos pura sangre lo estaba llevando a convertirse en un error, lo enfadaba. No era justo. No estaba logrando nada bueno.
“¿Sabes que les pasó?” pregunta con temor.
“Muertos, los dos están muertos” es lo único que dice, mirando a ese lugar.
Muertos… ¿Por qué todo terminaba de esa manera? Personas con la sangre Malfoy terminando muertos, era devastador. Mal presagio para Draco.
“¿El abuelo te dijo quiénes eran?” pregunta con valentía.
“No, como te dije” dice serio “Los miembros quemados son sacados. Que mi padre me dijera sobre ellos, sería como darles un espacio en esta familia y eso no es posible. Una vez que eres quemado, no importas. Solo eres una vergüenza que debería dejar este mundo para compensar tu error. Ellos dos lo entendieron” dice serio “No quiero eso para ti. Deja de ser una decepción y pórtate como el heredero que crie” puede sentir un disturbio en el ambiente “No quieras ser una vergüenza también. No quieras que tu madre y yo te olvidemos y odiemos, como todo integrante de la familia debe hacer con los exiliados”
Draco asintió. No le importaba ser quemado, pero si eso significaba que sus padres deseaban que muera y desaparezca…. No valía la pena.
Iba a obedecer. Iba a ser el heredero que querían. Quería tener su final feliz conservando el amor de sus padres. Eso no era lo que su corazón quería, pero la amenaza ya había sido colocada en su mesa de ajedrez.
Podía ver a sus amigos lastimados. A Hermione buscándolo cuando Draco la ignore. No podría seguir sin tener a su madre o padre. Por eso regresó. Si ellos le llegaran a faltar, no sabría que haría.
Mira a su padre esperar por él para salir del cuarto.
Miró una vez esas ramas. Eran dos, su padre despreció a sus dos únicos hermanos sin siquiera saber quiénes eran.
Iba a obedecer y dejar atrás su comportamiento en primer año. No iba a intentar reconciliarse con las serpientes, pero se portaría como el heredero que educaron.
Antes de salir, le dio una última mirada al lugar. Se quedó quieto al ver en la esquina una mesita y sobre ella estaba el libro maldito que iba a causar tantas cosas horribles durante todo el año.
Bien, una cosa menos.
Draco mira conflictuado la carta de Dora entre sus dedos. Puede sentir el material indicando que era un sobre de origen muggle. La tinta de color lo ponía enfermo. Sus dedos picaron por abrir. Libra se frotaba contra el papel para convencerlo.
Pero debía ser fuerte. Debía acostumbrarse a su nueva vida.
Quema el contenido con su varita. Siente su alma quemarse con cada porción de ceniza flotar en su habitación. Comienza a llorar en el proceso. Este iba a ser su primer paso para honrar a su padre.
No ser quemado. Permanecer en el árbol Malfoy. Tener su final feliz.
Volvió a negar su realidad y sus esperanzas renacieron para comenzar a buscar la manera de salvar a su padre de esos pensamientos. Él amaba a su hijo, ¿Verdad? Lo escogería sobre Voldemort si Draco se lo pedía. Solo debía encontrar el momento para pedírselo, aunque le llevara años.
“No me mires así, Libra” dice incomodo al sentir los ojos verdes de su gata sobre él.
Limpia las cenizas y observa las cartas abiertas de sus amigas.
Primeros pasos.
Querida Hermione Granger.
Lamento no poder seguir con tu carta anterior. Eres mi amiga y no quisiera ponerte en una situación difícil, como sé que odiarías ponerme en una situación difícil de la misma manera.
No me escribas. No puedo seguir recibiendo tus cartas. No estoy enfadado. Solo no estoy en buenos términos con mis padres. Ya no me permiten seguir recibiendo los mensajes y odiaría que ellos leyeran sobre los conocimientos muggles que tienes para darme.
Te quiero,
Draco Malfoy.
Draco terminó la nota con su firma. Miró por un momento el pergamino. Su mano había temblado y la letra no salió pulcra como se había acostumbrado en el último año.
Sentía que volvía a ser ese niño a inicios de Hogwarts.
Cerró los ojos y vio a Pansy. Ella se estaba riendo de su situación. Estaba apartando a una amiga, solo que estaba vez era por decisión propia.
Debía desintoxicarse de la presencia de Hermione y la mejor manera era así. Si no recibía sus cartas, sería más sencillo apartarla cuando iniciaran las clases.
El cumpleaños de Millie sería su despedida. Ellos no tendrán que saberlo… bueno, solo Millie. Ella era su ancla para evitar caer en la locura por la soledad. Una amiga, podría sobrevivir así.
Y llamaba dramática a su varita.
Además, su amiga tenía el derecho a saber porque Draco estaba rompiendo a su grupo de amigos. Ella iba a ser la más perjudicada.
Querida Millicent Bulstrode.
Millie, basta. Mi princesa es muy joven. Entiende.
No entendí ni la mitad de tu cara, pero la moda muggle me parece interesante de explorar. Todo lo que tenga que ver con moda me parece más que perfecto. Nací para desfilar en pasarela, nada menos.
Estoy tranquilo con saber que estas divirtiéndote.
Por mi parte, no quisiera tocar este tema, pero necesito un consejo. Tú junto a Mione se volvieron mis mejores amigas, así que ahora deben soportar mis problemas. Es la carga de tener tan maravilloso ser como amigo. Algún desperfecto debía de tener, no soy un dios. Sé que lo piensas, pero tengo que negarlo con el dolor en mi alma.
¿Cómo estás lidiando con la posibilidad de ser desterrada de tu árbol familia? ¿Cómo puedes estar tan despreocupada al respecto?
Madre no está enterada de nada, pero acabo de ser amenazado de forma indirecta por mi padre. Las amenazas normales de ser repudiado y sacado de la herencia. Sí, amo el dinero, no me culpes por adorar mi vida de lujos. Viviré de mantenido en tu humilde casita en el mundo muggle si pasa. Advertencia para que me prepares lo mejor. Soy un premio.
No quiero ningunas condolencias, solo responde con honestidad. Sé sería Millicent, estoy usando mucho de mi ingenio para solucionar esto. Luego tendremos las risas con mis traumas, como todo buen Slytherin.
Espero disfrutes de tus vacaciones, si me dieras una pista para tu regalo sería fenomenal.
En tu cumpleaños, te diré algo importante. Esperaré tu carta con la respuesta a mis dudas.
No le digas a Hermione nada de que me puedes enviar cartas, por favor. Te explicaré todo en tu cumpleaños. Te lo juro.
Con cariño
Draco Malfoy.
Así llegó la primera semana de agosto. Su padre siguió siendo tan sofocante y estricto. Desde que le mostró la pintura del árbol, parecía más empecinado a educarlo con mano dura. Aun así, Draco logro sacar un tiempo para idear un plan.
Por las noches, luego de descansar lo suficiente, había comenzado a transfigurar un viejo libro que poseía. Le tomó tres días tener una copia idéntica y duradera del libro viejo.
Bueno, al menos de lejos se veía las similitudes. Si lo descubrían, fingiría demencia. No existía pruebas de que él lo haya hecho de todas maneras.
Su padre se iría por un par de días esa semana. Solo tendría que ir a dejar aquel libro en la habitación.
Su madre tenía el otro anillo con el sello familiar que servía de llave para la puerta de oro. Aprovecharía las mañanas de ausencia y robaría el objeto para abrir la puerta. Todo estaba planeado de la forma más simple.
Cuando más complicada, mayores las posibilidades de fracasar. No era idiota.
Así, llego el día que su padre se ausentaría por negocios. Su madre parecía aliviada de eso. Tan preocupada por la sobreexplotación que su esposo estaba haciendo con su hijo. La mujer estaba de acuerdo con educar a su hijo, pero eso se estaba pasando del límite. El niño debía descansar.
Cuando su esposo regresara, hablaría seriamente con él.
Draco se despidió de su padre con cariño. Casi aliviado de tener un descanso.
Una vez que quedaron solo su madre y él, aprovecho para obtener otra cosa que quería.
“Madre, no sé si habrás notado que me hice amigo de la hija menor de los Bulstrode” dice mientras ambos se dirigían al jardín de flores. El aroma de las flores haría todo más ameno.
Su madre sonríe divertida. Un brillo invadió sus ojos. Ver a su pequeño crecer le emocionaba por esos temas. Ella nunca pudo hablar de sus enamoramientos con sus padres. Iba a ser mejor que ellos.
“Por supuesto, vi muchas lechuzas de la familia Bulstrode llegar a casa este verano” comenta con gracia “Si estas queriendo tener una conversación más seria al respecto, podrías hablar con tu padre para comenzar a entablar conversaciones con sus padres. Escuché que había sido movida a otra casa, sería bueno que la niña regresase a su hogar para evitar habladurías”
Draco entiende que trata de decir su madre. Millie era bella, pero era mujer. No podía verse con ella o con otra chica. Iba a vomitar. No se preparaba lo suficiente para fingir su heterosexualidad claramente falsa.
“No, no me gusta Millie” dice incómodo “Aun soy joven para ver el tema del matrimonio”
“En unos años cumplirás quince años, sería buen momento para comenzar a hablar sobre eso. Si no es la niña Bulstrode, la señorita Pansy es mejor prospecto” comenta “Podríamos ver la manera de solucionar el disgusto de los Parkinson. Nuestra familia es demasiado importante como para que se nieguen darnos la mano de su única heredera. Podremos más beneficios a ellos, pero lograremos un acuerdo”
“Tampoco quiero a Pansy, madre” dice cansado “No es de eso que quiero hablar. Ya habrá tiempo ¿Está bien?” pierde un poco los modales, frustrado de ver la insistencia de su madre en conseguirle prometida “Quería pedirte permiso para visitar a Millie en su cumpleaños”
Narcissa parece sorprendida al respecto.
“¿Fiesta de cumpleaños de la menor de Bulstrode? Que extraño, sus padres no me enviaron ninguna invitación sobre alguna fiesta cercana en su mansión” dice disgustada al respecto.
“No, no es algo oficial. Millie aún está fuera de casa. Lo celebrará con sus tíos… en una casa en el Londres muggle” lo último lo dice avergonzado.
Narcissa no parece perturbada al respecto.
Draco recuerda que la casa ancestral de los Black se encuentra ahí y se tranquiliza. Su madre sería la última en juzgar donde se encuentre la casa de una familia sangre pura. Bendito el día en que la locura Black hizo construir su hogar en una calle muggle.
“¿Sin invitación formal?” dice sorprendida más que ofendida o enojada.
“Sí, todo es casual. Theo irá” añade. Recuerda la mención del niño en la primera carta de su amiga.
“Bien, sí tus amigos slytherin asistirán, no veo problema”
Draco quiere saltar contento, pero solo observa sonriente a los elfos trabajar recogiendo las rosas doradas de su madre.
“¿Pensaste en el regalo?” pregunta su madre.
Draco tenía una idea clara de lo que quería. Iba a estar alejado de Hermione, debía encontrar una manera de asegurarse de impedir que la petrificación pasara. Darle un regalo parecido a Millie solo era porque se sentía incorrecto solo darle uno a Hermione. Él iba a proteger a sus chicas contra cualquier cosa. Si Pansy ve la luz, también recibiría uno.
Narcissa Malfoy informa a su hijo de que iría a un par de días para visitar a su tía Bella en Azkaban. Al parecer, Narcissa quería darle un tiempo en soledad a su hijo. Draco quiso darle muchos besos en la mejilla por ese hermoso gesto.
En cambio, se despidió con cariño y ordenó a Dobby que te trajera el anillo de Lady Malfoy.
Su madre lo tenía guardado entre sus joyas más importantes. Solo debía ser usada por tradición en eventos mágicos importantes como Yule.
Dobby apareció con el anillo. Sus padres confiaban demasiado en su hijo en esos aspectos como para proteger sus joyas de las órdenes del menor.
“Por favor Dobby, no digas nada” pide amable. El elfo asiente con nerviosismo.
Corre como puede, abre la hermosa puerta y pasa el corredizo. Siente su varita ese sentimiento extraño cuanto más se acerca. Era jalado por un hilo de magia extraño.
Llegar a la habitación fue sencilla. Demasiado sencilla.
Cambia los libros. Suela un sonidito de sorpresa al tocar el libro maldito. Siente la misma sensación de frio y sentimientos negativos que habían rodeado a la varita el año pasado.
¿Cómo Ginevra Weasley había soportado quedarse con el libro por tanto tiempo? Sentía parte de su energía ser absorbida por esa cosa entre sus manos.
Antes de salir, miró una vez la pintura.
Dos hermanos… joder.
Draco intentó con incendio, ignorando el ataque de pánico que le dio después de ver el fuego demasiado parecido al Fiendfyre que había acabado con uno de sus amigos. Solo las caricias de Libra lo trajeron de vuelta.
Usó hechizos cortantes, de desintegración. Cualquier cosa para destruir el jodido libro y nada funcionada. Intentó con magia oscura, pero fue inútil. Quiso usar magia de sangre, pero aún no se sentía preparado para abrir esos libros.
Su desesperación fue tanta que, después de usar incendio por quinta vez, gritó frustrado. Agarró el maldito libro y lo arrojó lejos. Se sentó en el pasto y dejó que los pavos picotearan el maldito libro. Si se lograban comerse el libro a picotazos, sería maravilloso. ¿Dónde estaba el jodido pollo de Hagrid cuando se lo necesitaba?
En un momento mientras estaba sentado, se deja caer y cierra los ojos. Sin darse cuenta, se queda dormido en el jardín.
Al principio todo es oscuro. Draco siente como es jalado y el estómago se hunde al notar el patrón. Nuevamente el anciano quería hablar con él.
Joder. Que lo atropellara el bus noctambulo por amor a Merlín.
Observa una penumbra ya conocida. El ambiente es pesado y tenebroso. La varita parece cubrirlo con una magia protectora, lo cual hace que dejara de sentir ese disgusto que siempre nublaba su mente cuando estaba el anciano cerca y recién nota. Tal vez por eso fue tan grosero con aquel hombre. No, se lo merecía por ser tan misterioso. Maldito loco.
“Veo que conseguiste robarte a mi niña” dice con disgusto el anciano, apareciendo con una túnica completamente negra. Parecía más joven.
Draco se queda quieto. Era la primera vez que veía al hombre bien vestido. Usaba un cetro que tenía como decoración principal el mismo símbolo que tenía en la mano derecha.
“¿Qué?” dice confundido.
“Draco Malfoy, te subestimé demasiado” dice el anciano con disgusto “Veo que fue muy inteligente de mi parte pedirte un favor antes de cumplir un deseo” se acerca “Porque aún te puedo mantener controlado” alza el cetro para hacer presión en el mentó de Draco “Aún tengo poder sobre ti”
El trato. Ese anciano tendría poder sobre Draco mientras estuviera el trato en pie. Eso el niño rubio bien lo sabía. Maldito viejo calvo y feo.
“¿Vienes a cobrar tu parte del trato?” dice Draco sin miedo. Estaba irritado. Cuando se sentía así, solo poner sus manos contra el cuello delgado del anciano lo lograría calmar.
Por otro lado, su lado más inteligente, estaba más aliviado. Sabría a que tendría que enfrentarse. Era más sencillo planear si se sabía a qué se enfrentaba.
“Tan inteligente, muchacho” siente un leve golpeteo con el cetro en su mejilla “Sí. Pensaba nunca hacerlo. Tenía a mi querida varita ajustando tu correa como para tomarme la molestia, pero en vista que ahora es una traidora, no me dejas opción” suelta amargo “Veo que escribiste un diario. Cuando despiertes, corre y mira las ordenes que te dejé. Cúmplelas. Eso es todo lo que te pediré”
Joder. Eso sonaba a muchas cosas.
“¿Qué?” dice sin saber que decir.
“Algo que debes entender Draco Malfoy, es que, en este mundo como en otros, se rige por reglas para proteger el equilibrio. Alguien nace, otro muere. Algo se construye, otro se destruye. El balance siempre ha estado ahí y todos debemos de seguirlo. Tus padres y tu murieron en su antigua vida para mantener ese balance, su destino. Hacerte retroceder en el tiempo implica arriesgar ese balance. Por eso, me debo de proteger. Llámame egoísta, pero todos buscan protegerse de cierta manera. Tú” lo apunta “Te protegiste de tu realidad haciendo un trato conmigo. Yo me protejo asegurándome de que no cambies muchas cosas para que se cumplan cosas que no deben cambiar”
“¿Por qué? Pensé que ibas a pedir algo más grande. Algo más sacrificante. No te tendrías que proteger si no me hubiera ofrecido este trato. ¿Por qué querías que rehiciera mi vida? ¿Qué en verdad ganas de todo esto?” pregunta Draco.
El anciano parece burlón.
“Solo cumplo un deseo” responde simple.
Draco quiere preguntar más, pero es jalado fuertemente y lo siguiente que ve es el pico de un pavo real sobre su mejilla. Rata con alas, desgraciada cosa fea. Había perdido la oportunidad de saber más. Lo iba a cocinar y dar de comer a sus demás compañeras.
Se sienta agitado. Coge el libro con tapa negra, corre desesperado. Las puertas se abren ante él con brusquedad, como todo lo que estaba haciendo. Se apresura a subir los escalones de tres en tres, casi cayendo cada cinco o seis pasos. Atraviesa el corredizo ignorando los reclamos de los retratos de sus antepasados. Casi patea la gran puerta de su habitación.
El libro con tapa de cuero de dragón está en su cama abierto.
Draco se apresura a leer. Su corazón late fuerte. No sabe qué hacer con todo lo que lleva su pecho acumulando. Agarra el libro tembloroso.
“No destruyas el diario de Tom Riddle. Te dirá que harás más adelante. Comienza con este trabajo sencillo”
Draco siente que va a vomitar y lo hace. Hermione… el anciano quería que todo lo que sucedió en el año pase… Iba a ver a su amiga petrificada.