
Chapter 7
Querido padre.
Espero que no pienses que me he olvidado de escribirte, lo he tenido presente todo este tiempo pero he esperado el tiempo prudente para hacerlo, han pasado muchas cosas desde la última carta que te envié y quiero intentar decirte lo más que pueda en esta.
Me he dado la oportunidad de ser más objetivo con Snape y considerar tu confianza puesta en él, he acudido a su consejo cuando siento que es necesario. Por eso prefiero contarte esto yo mismo antes de que llegue a tus oídos de otra parte.
Actué de la manera más inmadura y estúpida posible. Me lancé al peligro como si fuese ignorante y contra un trol, ¿Puedes creerlo? Pero no ha sido por deseo propio, cada día noto más lo que esperan de mí por ser "el niño que vivió" y tanto mi pensar como el de Snape ha sido el mismo, que es aferrarme a aparentar lo más que pueda.
Igualmente quisiera saber tu opinión al respecto.
También tuve una conversación con el director, ¿Recuerdas que te dije que me habían mencionado que tal vez Slytherin no era mi casa? Bueno, fue algo conversado también con el director por lo que siento que ahora más que nunca debo aparentar lo más que se pueda.
Por cierto, no te lo conté pero ¡Fui seleccionado para el equivo de quidditch de mi casa! Soy el jugador más joven de casi un siglo. He practicado y puesto por completo mi esfuerzo en ello, ten por seguro que no voy a defraudarte ni a ti ni a mi casa.
Me encantaría que pudieras estar aquí conmigo.
Te extraña, Harry Lecter.
Pequeña bestia.
Ya me extrañaba que no enviaras correspondencia pero saber que estás tan ocupado como para escribir, me hace sentir más que satisfecho, eso implica que tu mente no ha tenido ni un segundo de descanso.
Respecto al trol... Sólo puedo reconocer y darte la razón de que la manera en la que actuaste fue más que inmadura e inaceptable. No eres un niño ignorante con complejos de salvador ni tampoco puedes imponer las necesidades de los demás por encima de las tuyas aunque eso implique riesgos para otros, eso sólo te haría considerar que los demás tienen el mismo valor que tú.
Sin embargo, y en base a lo que me has dicho, secundo tu pensar. Tú más que nadie posee secretos que necesitas mantener ocultos y si los demás esperan eso de ti para así crear tu propia máscara hasta que estés listo, es lo que debes hacer. Me alegra que hayas analizado con suficiente madurez como para sacar provecho de una situación que puede hacerte actuar en contra de tus principios, recuerda que, siempre y cuando tengas una razón que al final de tu decisión te beneficie a ti, valdrá la pena.
Está de más decir que me siento desde la distancia sumamente orgulloso de ti, estaba seguro de que resaltarías de entre todos apenas entraras a Hogwarts. Sólo espero que mantengas ese estatus y lo hagas insuperable.
También desearía estar contigo, cada vez falta menos para que vuelvas a casa.
Con amor, Hannibal Lecter.
Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha.
Draco y Harry habían mejorado increíblemente su relación desde que conversaron esa noche. Harry, como había prometido, le contó todo (bueno, lo que pudo y consideró prudente) le explicó su conversación con Dumbledore, la razón por la cuál debía fingir mantener una amistad con los demás y por qué era importante aparentar ser más un león atrapado en un nido de serpientes que una serpiente más que complacida de permanecer en su nido. No le confió todavía su completa relación con Snape pero sí le aclaró que asistía a su encuentro para guía y que era algo que también debía mantener en secreto para evitar levantar pensamientos contrarios.
Draco le había regresado el favor contándole varias cosas que hizo que Harry pudiese entenderlo más.
Horas después de haber salvado a Hermione, Draco prácticamente corrió a pedirle a McGonagall que no expusiera su participación en dicha actividad ya que, como se lo había explicado a Harry, la situación con sus padres o específicamente con su padre, era complicada.
Si bien eran padres comprensivos, cariñosos y consentidores, eso no restaba lo que esperaban de él puesto que poseía un apellido que dentro del mundo mágico era uno de los más reconocidos, provenía de una familia de sangre pura que se ha mantenido dentro de dicho linaje de generación en generación y es por esto que, ver a un Malfoy estando involucrado así sea en una simple conversación con una sangre sucia, le acarrearía a Draco no solamente problemas con su padre sino que haría tambalear el respeto de su apellido.
Harry a pesar de entenderlo, no compartía su manera de pensar, no del todo. Se sentía cautivado por el poder que provenía de Draco y lo serio que se tomaba su puesto como el heredero de los Malfoy, de la misma forma en la que Harry se tomaba en serio su herencia en cuánto a su apellido y el cómo se esforzaba porque sabía que detrás de él había una figura de autoridad que esperaba grandes cosas de su heredero pero Harry había sido criado diferente a Draco. Ambos emanaban respeto y etiqueta pero mientras Harry creció con la mentalidad de que no importaba quién, con tal pudiese sacar provecho para él, Draco fue criado para entender que no importaba si podía aprovechar algo, prevalecía el quién detrás de dicho beneficio.
Borrar un pensamiento que había venido arraigado desde tanto tiempo, sería difícil pero Harry buscaría la forma de cómo hacerlo. Ya había avanzado lo suficiente como para hacer que Draco al menos no vomitara al ver a Hermione e incluso se permitía dejar que se sentara a una distancia prudente, ya encontraría la forma de que Draco comprendiera su forma de ver la vida y hasta la tomara como propia.
A partir de entonces, Draco no se separaba de su lado y era algo que a Harry le encantaba porque tampoco le gustaba estar tanto tiempo separado del rubio. De hecho, habían llegado al pequeño acuerdo en el que, Draco lo acompañaría incluso cuando debía aparentar, siempre y cuando no estuviesen los alumnos cerca.
Las cosas con Ron iban relativamente bien, para malestar del moreno, seguía detestando tener contacto con él puesto que no veía ningún tipo de ventaja al relacionarse con el pelirrojo más que aumentar la credibilidad de su máscara. Había previsto en él su valentía pero era algo que parecía tambalearse y ocultarse muchas veces.
Una tarde, estaban los cuatro, Hermione, Ron, Draco y Harry solos en el patio de espaldas a un fuego azul que Hermione había invocado para propiciar calor cuando Snape cruzó el patio. De inmediato, Harry se dio cuenta de que Snape cojeaba y solamente pudo pensar en que le preguntaría indudablemente qué era lo que le había pasado.
Harry estaba leyendo en ese momento un libro de quidditch cuando estaban ya sentados pero lo dejó sin interés sobre el suelo cuando lo concluyó, fue entonces cuando Ron se lo pidió prestado. Con su semblante tenso, asintió y se lo permitió.
Algo hizo detener a Snape. Se dio la vuelta, arrastrando la pierna.
—¿Qué tienes ahí, Weasley?
Era el libro sobre quidditch. Ron se lo enseñó.
—Los libros de la biblioteca no pueden sacarse fuera del colegio —dijo Snape—. Dámelo. Cinco puntos menos para Gryffindor.
—¡Pero se lo pedí prestado a Ha..
—Cinco puntos menos por intentar culpar a alguien más, a ver si aprendes sobre lealtad. —Lo calló de inmediato y con esto se retiró.
Harry intentaba ocultar la sonrisa en su rostro mientras veía el pasto pero Draco no tuvo escrúpulo alguno y comenzó a reírse con total fuerza mientras el enojo era notorio en el pelirrojo.
—No me parece gracioso el favoritismo que tiene Snape hacia los de Slytherin. —Soltó sintiendo sus orejas calientes.
—Todos los profesores tienen favoritismo. —Agregó Draco cuando por fin dejó de reír.
—No es así.
—Lo es, hasta la misma McGonagall los tiene sólo que ella es más disimulada o eso cree ella. —Expresó Hermione sin apartar su mirada del libro pero sonriendo.
Luego de aquello, se quedaron en silencio y Draco le susurró al oído a Harry que se iría aprovechando que no había nadie antes de que lo vieran allí, el moreno asintió y le prometió que se verían luego, dejando a los tres ahora en el comedor.
Fue esa tarde cuando sucedió algo que a Harry le hizo ver más a Ron como un niño estúpido e inmaduro a un arma de valentía y protección para con sus secretos.
Le había dicho a Hermione y a él que quería recuperar el libro sobre quidditch queriendo demostrar ahora su valía.
—Yo no lo haría —dijeron al mismo tiempo pero Ron pareció no escuchar y se desapareció.
Hasta que unos minutos después, regresó nuevamente.
—¿Lo has conseguido? —preguntó Hermione.
Harry notó de inmediato el semblante tenso del pelirrojo con una duda plasmada en su ser pero había algo más.
Era incomodidad y fastidio, Harry no sabía por qué pero algo le hizo sentir que Ron sabía algo o estaba detrás de algo que lo impulsaba aparentemente a mostrarse unido a ellos.
—¿Qué ha pasado? —Agregó Harry.
Les contó cómo había ido hacia la oficina de profesores pero escuchó a Snape hablar con Filch, el conserje, sobre algo que le hizo sacar conclusiones demasiado apresuradas.
—Lo escuché decirle "Esa cosa maldita ¿Cómo puede uno vigilar a tres cabezas al mismo tiempo?" ¿Saben lo que quiere decir? —terminó sin aliento—. ¡Que trató de pasar por donde estaba el perro de tres cabezas, en Halloween! Allí se dirigía, lo vi irse hacia otro lado cuando estaba por encontrarme con ustedes ¡Iba a buscar lo que sea que tengan guardado allí! ¡Y apuesto a que fue él quien dejó entrar al monstruo, para distraer la atención!
Harry frunció el ceño sintiendo que lo que había oído era indudablemente un fundamento estúpido y sin ningún tipo de base más que "me cae mal este profesor, lo culparé de todo" sin embargo, la duda se plantó sobre su estómago. Si Snape realmente había acudido hacia aquella habitación esa noche, implicaba que lo que sea que ese perro estaba custodiando, poseía un alto valor, el suficiente como para que el mayor se viera involucrado.
—Snape no iba a tratar de robar algo que Dumbledore está custodiando. —Soltó Hermione mirándolo de reojo.
—De verdad, Hermione, tú crees que todos los profesores son santos o algo parecido —dijo enfadado Ron—. Creo que Snape es capaz de cualquier cosa.
—¿Es capaz de cualquier cosa porque tienes razones para creerlo o es más porque te trata mal a ti y buscas motivos para poner a la mayoría en su contra?
La pregunta de Harry a pesar de que venía oculta con molestia, era genuina pero no recibió respuesta, al menos no una verbal sino una por medio de gestos.
Harry se fue a la cama con aquella duda dando vueltas en su cabeza. Draco dormía plácidamente pero Harry no podía dormir. Trató de no pensar en nada pero ahora sí poseía intriga por el objeto, ¿Por qué tanto misterio al respecto y quién era el responsable de intentar robarlo? ¿Quién se arriesgaría tanto así por querer obtenerlo?
La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de quidditch.
Aquel sábado, Harry jugaría su primer partido, después de semanas de entrenamiento: Gryffindor contra Slytherin.
Casi nadie había visto jugar a Harry, porque Flint había decidido que sería su arma secreta. Harry también debía mantenerlo en secreto. Pero la noticia de que iba a jugar como buscador se había filtrado, sin embargo, aquello no le perjudicó en lo más mínimo.
—¿Comeremos tú y yo nada más o vas a invitar a tu manada de inútiles para aparentar? —Preguntó Draco molesto una vez que se sentó a su lado, parecía haber despertado con el pie izquierdo.
—No, sólo seremos tú y yo está vez.
Y aquello pareció aminorar el mal humor del rubio quién sonrió a medias y comenzó a comer.
—¿Estás nervioso?
—No.
—¿Ni un poco? —Argumentó Draco dejando su comida para beber de su vaso.
—Los nervios sólo aparecen cuando dudas sobre tus capacidades y no te sientes seguro de alcanzar las metas que te propusiste, eso te haría dudar y fallar. Si no es algo que te creas tú mismo, no vale la pena ni intentarlo. —Soltó Harry tomando un poco de crema del pastel que había sobre la mesa y dejando la nariz de Draco con aquel contenido.
Draco ya se había acostumbrado de cierta forma a la extraña forma de Harry al hablar, a pesar de que seguía siendo fuera de lugar para su edad pero ese pensamiento se desvaneció cuando sintió la crema sobre su nariz y abrió sus ojos impresionado haciendo que ambos comiencen a reír mientras los puños de Malfoy golpeaban el hombro del moreno.
—Ya, ya, déjame limpiarte.
Quejó Harry para tomar una servilleta y así acercarse al rubio. Su pequeño rostro se acercó un poco más para evaluar la refinada nariz y así quitar cualquier resto, detallando si no había ninguna mancha blanca en la zona que se le hubiese escapado pero sus ojos sintiéndose llamados, subieron a los grisáceos regresandole a Harry esa sensación de ligereza en su pecho como si flotara.
Sentía que el brillo en los orbes de Draco eran una llama flameante que no alcanzaba a entender y no comprendía lo llamativo que se le hacían pero después de dos minutos donde se quedó prácticamente embelesado. Recuperó la compostura tosiendo ligeramente y volviendo a enfocarse en su comida sin voltear a ver a quién tenía al lado.
No sabía si se había dado cuenta de aquellos cortos minutos en los que parecía un imbecil admirando algo y Harry no entendía qué era ese calor que se sentaba sobre la boca de su estómago que aparecía a veces. Tal vez era el ligero pesar de perder la pequeña y primera amistad que había conseguido.
Luego de aquel desayuno y Harry quedándose en silencio sin decir nada más, se despidió y dirigió finalmente hacia los vestuarios, Harry y el resto del equipo se estaban cambiando para ponerse las túnicas color verde de quidditch.
Flint se aclaró la garganta para pedir silencio.
—Bueno, creo que es innecesario decir esto pero —dijo—. Vamos a ganar, no vamos a permitir bajo ningún concepto que los Gryffindors nos ganen
Harry interpretó eso como un "Ganaremos cueste lo que cueste así debamos jugar sucio"
—Bien. Ya es la hora. Buena suerte a todos.
Harry siguió a todos fuera del vestuario. Pisó el terreno de juego entre vítores y aplausos.
La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo, esperando a los dos equipos, con su escoba en la mano.
—Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos —dijo cuando estuvieron reunidos a su alrededor.
Harry notó que parecía dirigirse especialmente al capitán de Slytherin. Con el rabillo del ojo, vio entre las gradas el respectivo color de su casa pero lo que llamó su atención fue un estandarte brillando sobre la muchedumbre que casualmente sostenía Draco junto a Crabbe y Goyle «Potter, nuestra serpiente triunfadora».
Se le aceleró el corazón.
—Monten en sus escobas, por favor.
Harry subió a su Nimbus 2.000.
La señora Hooch dio un largo pitido con su silbato de plata. Quince escobas se elevaron, alto, muy alto en el aire. Y estaban muy lejos.
Comenzaron a narrar el juego a medida que los jugadores se pasaban la pelota, de Gryffindor a Slytherin, de Slytherin a Gryffindor y la resistencia de su casa era increíble.
Por encima de ellos, Harry volaba sobre el juego, esperando alguna señal de la snitch. Eso era parte del plan que tenían con Flint.
—Manténte apartado hasta que veas la snitch —le había dicho Flint—. No queremos que ellos sepan que vas detrás de ella hasta que estés seguro.
Cuando Gryffindor anotó un punto, Harry voló un poco más lejos para aflojar la tensión, y volvió a vigilar la llegada de la snitch. No se dejó sucumbir a pesar de que su equipo ya se quejaba y se generaba la sensación sofocante y de estrés.
Harry sólo podía enfocarse en conseguir el boleto que lo llevaría a hacer a su equipo ganar.
Fue entonces cuando vio un destelledo dorado, su pupila se dilato y cuando aceleró para ir hacia ella, quién narraba el juego soltó de golpe.
—Esperen un momento... ¿No es la snitch?
Evidentemente lo había hecho para hacer que el buscador de Gryffindor siguiera los pasos de Harry.
En un arrebato de excitación, Harry se lanzó hacia abajo, detrás del destello dorado. El buscador de Gryffindor, también la había visto. Nariz con nariz, se lanzaron hacia la snitch... Todos los cazadores parecían haber olvidado lo que debían hacer y estaban suspendidos en el aire para mirar.
Harry era más veloz. Podía ver la pequeña pelota, agitando sus alas, volando hacia delante. Aumentó su velocidad y..
¡PUM! Un rugido de furia resonó desde los Slytherins de las tribunas...
Uno de los leones le había cerrado el paso de Harry, para desviarle la dirección de la escoba, y éste se aferraba para no caer.
Era increíble como la notoria rivalidad existía solamente porque Harry no había quedado en Gryffindor, creería que ni siquiera tendría razón para relacionarse de más con ellos pero buscaban la forma de hacer a su casa fracasar o victimizarse cuando competían entre ellos. No solamente eso sino que, Harry estaba ya cansado y en el proceso a acostumbrarse de lo que hablaban sobre él a sus espaldas haciendo ver que el hecho de que Harry quedase en Slytherin era un mal presagio.
Pero ellos no sabían lo que era realmente un mal presagio, Harry se los demostraría, con el tiempo, les haría entender.
—¡Falta! —gritaron los Slytherins. La señora Hooch le hizo un simple reclamo al muchacho quién se escudo con que se iba cayendo y ahí quedó todo.
De haber sido Slytherin, seguramente hasta tarjeta roja habrían tenido, el enojo y frustración creció en los alrededores de las serpientes pero aquello no hizo más que aumentar la necesidad de Harry de cerrarles las malditas bocas y humillarlos tal cuál su padre se lo había enseñado.
Con acciones y no con palabras.
Cuando Harry esquivó otra bludger, que pasó peligrosamente cerca de su cabeza, ocurrió algo sumamente inesperado. Su escoba dio una súbita y aterradora sacudida. Durante un segundo pensó que iba a caer. Se aferró con fuerza a la escoba con ambas manos y con las rodillas. Nunca había experimentado nada semejante.
Sucedió de nuevo. Era como si la escoba intentara derribarlo. Pero las Nimbus 2.000 no decidían súbitamente tirar a sus jinetes. Harry trató de dirigirse hacia los postes de las gradas y entonces se dio cuenta de que su escoba estaba completamente fuera de control. No podía dar la vuelta. No podía dirigirla de ninguna manera. Iba en zigzag por el aire y, de vez en cuando, daba violentas sacudidas que casi lo hacían caer.
—No sé qué está haciendo Harry —murmuró Draco alarmado al verlo tan sólo moverse de un lado a otro. Miró con los binoculares—. Ha perdido el control de su escoba.
—¿Harry? Pero si lo hemos visto jugar, ni con truenos se caería de la escoba. —Agregó Goyle quitandole los binoculares para verlo él mismo.
De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las gradas. Su escoba había comenzado a dar vueltas y él apenas podía sujetarse.
A Harry no le tomó más de un minuto darse cuenta de que estaba siendo hechizado pero ni siquiera podía ver quién era el responsable por las movidas de su escoba. No conocía todavía un hechizo capaz de detener el que le habían lanzado y si fuese así, el movimiento constante le impedía sacar su varita.
Entonces la multitud jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó colgando, sujeto sólo con una mano.
—Nada puede interferir en una escoba, excepto magia tenebrosa. —Los orbes de Draco no se apartaban de Harry temiendo desviar su atención y que se cayera.
Ante esas palabras, Hermione se interceptó entre ellos sin interesarle el hecho de que los tres la habían visto con asco, tomó los binoculares de Draco, pero en lugar de enfocar a Harry comenzó a buscar frenéticamente entre la multitud.
—¿Qué haces? —gimió Crabbe—. Ahora hay que botarlos.
Ignoró por completo el comentario. —Lo sabía—resopló Hermione—. Pero..
Draco cogió los binoculares para ver exactamente hacia dónde veía. Snape estaba en el centro de las tribunas frente a ellos. Tenía los ojos clavados en Harry y murmuraba algo sin detenerse.
—Está haciendo algo. —dijo Hermione.
—¿Snape? Es imposible y estúpido, estaría perjudicando nuestra propia casa. —Agregó Draco.
—Has leído sobre magia tanto como yo, Malfoy y sabes que para realizar un hechizo, se debe tener contacto visual con la víctima, no solamente está viendo a Harry sino que está recitando algo.
Pero eso no tenía lógica, no en lo absoluto. Harry le había contado que asistía a ciertas clases particulares en las noches con Snape para perfeccionar su magia, no tendría sentido que lo intentara perjudicar.
—¿Qué podemos hacer? —Pensó en voz alta Draco con Crabbe y Goyle pero Hermione se adelantó.
—Déjamelo a mí.
Antes de que Draco pudiera decir nada más, Hermione había desaparecido.
Draco volvió a enfocar a Harry. La escoba vibraba tanto que era casi imposible que pudiera seguir colgado durante mucho más tiempo. Todos miraban aterrorizados, mientras Flint volaba hacía él, tratando de poner a salvo a Harry en una de las escobas. Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más alto. Varios de los Slytherin se dejaron caer y comenzaron a volar en círculos, con el evidente propósito de atraparlo si caía.
La lealtad de todos era increíble a pesar de que ni siquiera conocían del todo a Harry pero era una serpiente y no iban a permitir que uno de los suyos saliera perjudicado.
—Vamos, Granger. —murmuraba desesperado Draco.
Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encontraba Snape y en aquel momento corría por la fila de abajo. Ni se detuvo para disculparse cuando atropelló al profesor Quirrell y, cuando llegó donde estaba Snape, se agachó, sacó su varita y susurró unas pocas y bien elegidas palabras.
Unas llamas azules salieron de su varita y saltaron a la túnica de Snape. El profesor tardó unos treinta segundos en darse cuenta de que se incendiaba. Un súbito aullido le indicó a la chica que había hecho su trabajo. Atrajo el fuego, lo guardó en un frasco dentro de su bolsillo y se alejó gateando por la tribuna.
Snape nunca sabría lo que le había sucedido.
Fue suficiente. Allí arriba, súbitamente, Harry pudo subir de nuevo a su escoba y la sonrisa de Hermione se ensanchó.
—Lo logró. —Susurró Draco al notar de inmediato que Harry recuperaba el equilibrio y en silencio sólo pudo sentirse finalmente calmado y pensar en las veces que Harry le habló sobre la muchacha haciéndole entender que había más en ella para sacar provecho.
No se había equivocado del todo.
Harry iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que se llevaba la mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó en su mano.
—¡Tengo la snitch! —gritó, agitándola sobre su cabeza, el partido terminó en una confusión total.
Los gritos de las serpientes fue algo súbitamente estruendoso, todos se pusieron de pie a alabar a Harry, gritaban su nombre mientras la euforia los llenaba a absolutamente todos, le aplaudían, lo admiraban y lo aclamaban.
El pecho de Harry se ensanchó y sólo podía escuchar sus latidos entre sus oídos ligado a los gritos mientras el equipo bajaba finalmente de sus escobas y empezaban a aplaudirle. Era algo increíble, algo de lo que Harry en silencio, se volvió adicto.
—Cuando te dije que atraparas la snitch como si fuese parte de ti, no me refería a que literalmente te la tragaras. —Soltó entre risas Flint veinte minutos más tarde.
Slytherin había ganado por ciento setenta puntos a sesenta. Pero Harry no oía nada. Tomaba una taza de té fuerte en el comedor.
—Era Snape —explicaba Hermione—. Malfoy y yo lo vimos. No puedo negar que se me hace algo ilógico pero basándome en los hechos, veía tu escoba mientras conjuraba algo.
Harry no pudo evitar soltar una risa al mismo tiempo en el que inclinaba su rostro hacia la mesa dejando sus manos sobre su estómago. Aquello sin duda había sido lo más estupido que había escuchado luego del partido y solamente le hizo recordar las palabras vacías de Ron pero cuando volteó a ver el rostro de Draco y lo vio serio, se calló y plantó su semblante en seco.
—Díselo, Malfoy.
—Mira, no estoy seguro de que sea así, no tiene lógica por más que hayan pruebas. —Agregó Draco mientras rebuscaba la comida en su plato.
—Eso es absurdo, Snape jamás haría algo para perjudicar su propia casa.
Muchísimo menos perjudicarme a mí, pensó Harry.
—A ti te pareció igual de estúpido cuando Ron hizo la patética conclusión de que Snape estaba detrás del objeto oculto y ahora piensas siquiera que él tiene algo que ver.
Ambos se quedaron en silencio luego de la respuesta de Harry puesto que no estaban del todo seguros, Draco no dudaba, se veía en sus ojos pero también se notaba que estaba buscando una respuesta a aquello, algo que explicara por qué el mayor estaba mirándolo mientras hablaba en el partido.
—Realmente es absurdo y para comprobarselos, se lo preguntaré mañana, sólo les diré que no fue así, estoy seguro de ello.
Algo pareció chocar en la mente de Draco a quién se le iluminaron los ojos.
—Así como debes mantener contacto visual para ejecutar un hechizo de ese estilo, también debes mantenerlo para realizar un contrahechizo, tal vez..
Harry lo interrumpió sintiéndose satisfecho ante la deducción del rubio mientras lo veía y terminaba de conectar su pensar.—Estaba intentando detenerlo.
Pero Harry no sabía si eso era mejor o peor puesto que, quería decir que alguien más estaba intentando tumbarlo y aquella caída seguramente le traería fracturas graves y sino, la muerte.
—Tiene más lógica eso. —Agregó Hermione sintiéndose frustrada en silencio por no haber sido ella quién llegó a dicha conclusión pero al mismo tiempo conforme con el grupo con el que se codeaba—. En fin, hay otra cosa que debes saber. —Se acercó aún más Hermione mientras evaluaba los alrededores y les hacía una seña para que salieran de allí en caso de ser escuchados.
Cuando comenzaron a caminar hacia las mazmorras y ya estaban a escasos centímetros de entrar, se plantó fuera de la pared.
—He estado metida en la biblioteca todos estos días intentando buscar una explicación o algo que nos haga entender lo que oculta el perro de tres cabezas. El caso es que escuché una conversación. —Bajó el tono de su voz todavía más incitando a que los dos se acerquen. Lo hicieron—. Hagrid estaba conversando con alguien, es lo bastante... descuidado como para ni siquiera verificar si había alguien escuchando, dijo "Eso está en manos del mejor y fuera de eso, sólo tienen un papel en ello el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel, nadie más"
Los tres se miraron entre ellos mientras analizaban la información pero más Harry quién percibió de inmediato que ahí estaba la respuesta de todo, en aquel nombre que nunca en su vida había escuchado, Nicolás Flamel y apostaba todo a que seguramente detrás del nombre, encontrarían lo que escondían en el castillo.