
Chapter 8
Se acercaba la Navidad. Una mañana de mediados de diciembre Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve.
Todos estaban impacientes de que empezaran las vacaciones. Mientras que la sala común de Slytherin y el Gran Comedor tenían las chimeneas encendidas, los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas.
Harry se la pasaba la mayor parte del tiempo en el despacho de Snape. Ya era más su sala de estar que el salón de descanso del mayor y aunque en un inicio Harry percibió que le molestaba y evidentemente se lo decía, ya luego pareció darse por vencido. Ya se había devorado por completo los libros que Snape le había dado y confiaba en que estaba cada vez más cerca de lograr el control de su mente. Una noche ya luego de tres intentos, Harry seguía sin sacar a Snape de su mente.
—Concéntrate.
—¡Estoy concentrado! —Refutó por cuarta vez esa noche.
Harry no sentía que fuese tan difícil pero sabía que Snape lo estaba haciendo difícil a propósito y eso era tanto bueno como malo. Bueno porque Harry debía aprender a hacerlo en un ambiente ya elevado para sus capacidades haciendo que se exija mucho más y se presione a conseguirlo pero malo porque con ello, venían secuelas del esfuerzo como el notorio dolor de cabeza que ya tenía.
Lograba sentir cuando se adentraba en su mente, lograba identificarlo pero no conseguía sacarlo todavía y eso era más frustrante, podía sentir la resistencia que ponía Snape evitándole sacarlo. Ya había aprendido a cómo pelearle el dominio de su mente pero seguía sin alcanzar a expulsarlo del todo.
—Sólo eleva las paredes de tu mente, enfócate.
Pero Harry prefirió quedarse callado, claramente lo estaba intentando y estaba por quedarse sin cabeza de tanto presionarse la mente pero no lo conseguía. Era frustrante y todavía más frustrante el hecho de que sabía que no debía frustrarse pero lo hacía.
No se permitía reaccionar así, no podía. Respiró profundo nuevamente y volvió a cerrar sus ojos consiguiendo la calma nuevamente hasta que sintió la sensación de electricidad destrozarle la cabeza. Sólo pudo enfocarse en ver otra vez la presencia negra de Snape cerca de sus pensamientos y comenzó a intentar elevar las barreras de su mente pero el mayor ejercía fuerza de una manera bruta, sentía que iba a volver a fallar pero Harry no se lo permitiría, no iba a dejar que nuevamente intentara invadir sus pensamientos pero justo cuando Snape consiguió abrir uno de los recuerdos de Harry y casualmente este se trataba de la mañana antes del partido donde Harry le había aplicado crema de pastel en la nariz a Draco y se había sentido tan confundido y especial, de golpe las paredes de su mente que protegían sus pensamientos se elevaron con tanta agresividad que Snape se tambaleó en su despacho al regresar fuera de invadir aquel espacio.
Harry se sintió contrariado, estaba satisfecho, lo había conseguido siendo puesto a prueba por un mago mucho más avanzado que él pero no entendió por qué inconscientemente su mente atacó de inmediato al ser casi descubierto aquel recuerdo.
Sentía sus pupilas dilatadas y el sudor sobre su cuerpo pero ya que había descubierto cómo hacerlo, no habría manera de que se le olvidara.
—De haber sabido que para conseguirlo, tendría que ver un recuerdo así, lo habría hecho antes. —Contestó finalmente Snape mientras se arreglaba las arrugas de su vestimenta y sobre su rostro únicamente en un fantasmal reflejo de sus ojos, se notaba la diversión.
Harry negó de inmediato mientras sonreía.
—Para nada.
Snape lo intentó tres veces más después de ese instante y las tres veces Harry consiguió bloquear por completo su mente, Snape no podía ni entrar ni romper las barreras de oclumancia, eran impenetrables y para el mayor fue increíble reconocer que aquella magia tan avanzada para un adulto, la había conseguido un niño de once años con tanta perfección. No había forma de romper el mural en su mente.
Era indiscutiblemente increíble, sólo bastó con que lo consiguiera una vez y ya aprendió a mantener su mente protegida.
—¿Qué va a enseñarme ahora? —Preguntó luego de que ambos se sintieran satisfechos con lo que Harry había conseguido.
—¿Quién te dijo que te seguiría enseñando?
—¿No lo hará? —Dijo Harry con un tono desilusionado.
—Primero lee, luego viene la práctica.
Aquello fue suficiente para Harry, no se estaba negando pero al menos tendría libros nuevos, tomó los que le dio pero antes de irse se acordó de algo.
—Quiero ir a casa para vacaciones de navidad.
Snape se quedó organizando las botellas de pociones hechas sobre el estante, no volteó a verlo.
—Creo que sabes la respuesta a eso.
Harry se tensó, se acumuló sobre su pecho una sensación amarga y vacía que estaba destruyendo sus órganos y apretandolos todos. Lo sabía pero al menos quería intentar preguntar, saber que no podría ir a ver a su padre y tendría que esperar más, no le gustó.
—Se supone que vives con los Dursley, que decidas ir a casa en Navidad será evidentemente notorio, sobre todo por como son ellos.
—Pero yo no vivo con ellos. —Esta vez se acercó al mayor, quería que se lo explicara, no solamente porque debía aparentar sino que Harry quería saber qué tan involucrado estaba el mayor y no dejaría de insistir hasta conseguirlo.
Snape lo notó, y luego de mirarlo por más de un minuto, suspiró cansado.
—Mantener oculta tu verdadera ubicación no ha sido para nada fácil, Lecter. Ha sido complicado y he tenido que arriesgarme más de lo debido. —Asentó el mayor mientras pulia sus expresiones—. Mientras tú estás en casa de Hannibal, yo debo encubrir tu esencia mágica y ocultarla por completo y traspasar tu esencia a la casa de los Dursley, no es sencillo y creo que no hace falta explicarte por qué no sería lógico al menos por ahora mostrar interés en ir a casa tan pronto.
—Eso lo sabía. —Inquirió de inmediato Harry.
—Solamente querías saber lo que hacía, ¿no?
Asintió.
Snape decidió en aquel instante que dado el tiempo que había compartido con el niño y todo el tiempo que aún faltaba para poder cumplir con su parte del trato, sería justo explicarle. Con un semblante más tranquilo, suspiró.
—Tu magia es rastreable al igual que tu ubicación, todos los jóvenes magos poseen dicho rastreador para que el ministerio se asegure de en dónde están y si en dado caso utilizas magia estando fuera del colegio, sepan reconocerlo hasta que seas mayor de edad. Tu caso es sumamente complicado por lo que evidentemente entiendes. —Aclaró mientras se sentaba sobre su asiento—. No solamente estás siendo rastreado por el ministerio sino también por...
—El director. —Agregó con rapidez Harry al saberlo mucho antes de que se lo dijera.
—Precisamente, Dumbledore está involucrado en tu cuidado.
—¿Y eso es malo?
Harry permaneció callado evaluando el rostro del mayor. No tenía más nada para guiarse que la mala sensación que sentía, sobre todo porque algo le hacía dudar pero si requería confiar en su instinto, necesitaba pruebas.
Snape no respondió. No lo confirmó ni lo negó, dejó aquel tramo de conversación al aire haciéndole sentir a Harry todavía más confundido, si no se lo decía era porque lo consideraba todavía muy niño o porque él no pensaba de la misma forma que el muchacho.
No dijo más nada, quiso preguntarle sobre el objeto oculto bajo el castillo pero no sabía que tan prudente habría sido. Algo en los ojos de Snape le hacía sentir que sabía lo que Harry conocía pero no se lo mencionaba, no realmente, lo estaba dejando analizar y especular su conclusión y próxima acción en base a lo que conocía y aquello podía ser prudente como no, si Harry fallaba, desencadenaria una serie de cosas que no sabía si podría remediar, pero si no lo hacía, Harry mostraría sus capacidades y que las cosas podían ser dejadas entre sus manos para solución del mismo, no todo el tiempo iba a poder guiarse respecto a ello.
¿Qué trato tan fuerte habría hecho su padre con Snape como para hacerlo poner su pellejo en juego con tal de conseguir lo que le había prometido?
Se despidió y salió de allí.
Era confuso y tendría mucho en qué pensar pero había sido suficiente, a pesar de que, luego de salir de allí con mayor información, su mente a salvo finalmente y nuevos libros, el vacío en el estómago se plantó con frialdad al saber que no pasaría navidades con su padre. Era injusto.
Harry no tenía por qué ocultarse de nadie, detestaba tener que pasar por debajo de la mesa, sólo deseaba que el tiempo pasara rápido y poder salir finalmente sin que nadie le dijera que debía bajar la cabeza.
—¿A dónde irán en vacaciones de navidad? —dijo Draco Malfoy, en una de las clases de Pociones.
—No sé, tal vez mis padres me lleven otra vez con mis tíos. —Comentó Goyle.
—Yo aún no tengo idea. —Repuso Crabbe.
Pero cuando la mirada de los tres llegó a Harry, este sin presionarse o mostrar mínimo afecto, se encogió de hombros.
—Me quedaré aquí, no pretendo ir con los muggles que me crían.
Evidentemente ninguno de ellos, ni siquiera Draco conocía la situación tan a complicada de Harry por lo que lo miraron con una emoción diferente detrás de sus ojos mientras Harry, que estaba pesando polvo de espinas de pez león, no le hizo mayor caso a la conversación.
Después del partido de quidditch, algunos Gryffindors se habían vuelto más desagradables que nunca. Disgustados por la derrota de su casa, habían tratado de hacer que todos se rieran diciendo que un sapo con una gran boca podía reemplazar a Harry como buscador.
Pero entonces se dieron cuenta de que nadie lo encontraba gracioso, porque estaban muy impresionados por la forma en que Harry se había mantenido en su escoba, y para Harry, aquello no podía ser más gratificante de lo que ya era, ni siquiera necesitaba defenderse, sus acciones hablaban por sí solas.
Harry había asumido que pasaría navidades él solo en el castillo, Draco debía ir con su familia y si ya eso de por sí dejaba a Harry con una sensación completamente amarga, Hermionte también, lo que lo dejaba completamente solo, y no era que la soledad le molestase sino que, con la ausencia de Draco por primera vez desde que entró a la escuela, sentía, escuchaba y pesaba más el silencio y la soledad como antes nunca lo había hecho.
Había estado buscando el nombre de Flamel desde que Hermione lo nombró, porque ¿de qué otra manera podía averiguar lo que había oculto en el castillo? Ya no se trataba de que lo quisiera sino que era información que tal vez pudiese servirle. El problema era la dificultad de buscar, sin saber qué podía haber hecho Flamel para figurar en un libro. No estaba en Grandes magos del siglo XX, ni en Notables nombres de la magia de nuestro tiempo, tampoco figuraba en Importantes descubrimientos en la magia moderna ni en Un estudio del reciente desarrollo de la hechicería. Y además, por supuesto, estaba el tamaño de la biblioteca, miles y miles de libros, miles de estantes, cientos de estrechas filas...
Había una sección en especifico que llamaba su atención y se trataba de la Sección Prohibida, le intrigaba saber lo que podía o no haber allí, además, ¿Para qué un colegio tendría una sección prohibida? En teoría, todos los libros de la escuela deberían ser aptos para leerse por los alumnos, si no era así, sólo aumentaba la intriga de algunos que querían saber lo que ocultaban detrás de esa pequeña puerta.
Por desgracia, hacía falta un permiso especial, firmado por un profesor para mirar alguno de los libros de aquella sección, y sabía que no iba a conseguirlo, bueno, tenía la duda de si Snape se lo daría o no pero para ello debía explicar. Allí estaban los libros con la poderosa Magia del Lado Oscuro, que nunca se enseñaba en Hogwarts y que sólo leían los alumnos mayores, que estudiaban cursos avanzados de Defensa Contra las Artes Oscuras, que envidia.
Harry salió de la biblioteca, deseando haber sido capaz de tomar algunos libros para poder usarlos.
Para la tarde, estaba como era de esperarse, con Draco, se marcharon a almorzar juntos pero Harry sentía un ligero agujero en la boca de su estómago.
—¿Qué te pasa, Harry? —Soltó Draco finalmente mientras se servía un trozo de comida en su plato.
El plato de Harry seguía vacío, no tenía ningún tipo de apetito. Lo peor es que Harry alcanzaba a comprender por qué se sentía así y en qué momento había empezado a sentirse de esa forma pero no iba a reconocerlo, primero, no sabía lo que significaba, sabía la razón más no el por qué y segundo, confesarselo a la persona responsable, lo que haría sería exponer una posible debilidad, eso era inaceptable.
Con un encogimiento de hombros, solamente tomó un sorbo de algún jugo sobre la mesa—. Nada, el tema de Flamel me tiene estresado, quiero saber quién es.
Draco lo vio detalladamente por unos minutos considerables pero no dijo nada, continuó comiendo.
Mientras que Harry seguía con la angustia de una emoción que jamás había sentido, ¿Por qué le molestaba tanto que Draco tuviese que irse y no se quedara en vacaciones con él? Entendía que tenía una familia y que no debía quedarse solamente porque Harry no podía ir a casa y no era que Harry necesitara compañía, nunca le había hecho falta en lo absoluto pero seguía molestandole y era un picor que lo ponía de mal humor. ¿Por qué Draco no prefería quedarse? O más bien, ¿Por qué tenía otras opciones que estaba por encima de Harry?
No le gustaba para nada, lo estaba molestando de una manera asfixiante.
Cinco minutos más tarde, Hermione apareció.
—Van a seguir buscando cuando yo no esté, ¿verdad? —dijo Hermione—. Si encuentran algo, envienme una lechuza.
Draco ni siquiera se dispuso a aclararle que no se quedaría en vacaciones, no le hablaba a Hermione a menos que fuese estrictamente necesario y Harry todavía en su nube de mal humor, ni siquiera quiso responder.
Cuando comenzaron las vacaciones y tanto Draco como Hermione se habían ido, igual que Crabbe y Goyle. Harry tuvo mucho tiempo para pensar en Flamel. Tenía el dormitorio para él solo y ahora se sentía muchísimo más grande de lo que ya era, la sala común estaba mucho más vacía que de costumbre, así que podía elegir los mejores sillones frente al fuego. Leía, leía a diario, todos los libros que podía pedirle prestada a la biblioteca y los que Snape le daba.
Lo peor que le pudo haber pasado a Snape fue que Draco dejara finalmente Hogwarts en vacaciones porque ahora en definitiva, Harry no dejaba de visitarlo.
—¿No tienes algo más que hacer? —Preguntó ya exhausto Snape mientras parecía trabajar en una poción.
—No. —Respondió de inmediato Harry sin permitirle correrlo, a pesar de que su mirada estaba fija en un libro que devoraba, sintió de inmediato la electricidad en su mente pero ya era inútil—. Sé que está tratando de entrar en mi mente.
Snape bajó su mirada continuando con la poción, satisfecho en toda la longitud de la palabra.
—¿Han vuelto a intentarlo?
Harry pensó por un momento, analizó sus últimos días y negó.
El único momento donde no había esperado que sucediera lo que sucedió y estaba seguro que él no tenía nada que ver, fue en la selección del sombrero cuando sus pensamientos aparecieron como si fuesen algún tipo de pensamientos intrusivos pero Harry se conocía lo suficiente como para saber que aquellos no eran propios.
Igualmente se mantenía alerta, estaba todo el tiempo enfocado en mantener las barreras de su mente intactas y el hecho de que Snape tanto en clases como en las comidas intentara hacerlo, obligaba a Harry a estar atento todo el día. Ya Harry reconocía el aura del mayor, es por ello que sabía que era él intentando entrar.
Se levantó dejando su libro sobre el sofá y se encaminó finalmente al mesón del mayor, viendo el caldero que poseía un brillo extraño.
—¿Qué hace? —Preguntó intrigado.
Snape no respondió, parecía bastante enfocado en lo que hacía y era de obviedad, si se equivocaba (cosa que nunca iba a pasar) podía ocurrir un desastre, sin embargo, su atención estaba más en ver si Harry estaba realmente interesado en lo que el mayor hacía o sólo era curiosidad infantil.
Ver el brillo en aquellos orbes verdes le hizo entender que realmente estaba interesado.
—Es una poción para dormir sin sueños.
Harry se quedó evaluando por un rato más mientras veía cómo meticulosamente agregaba cada gota, cada trozo y cada especie que requería con suma perfección.
—He leído que existen pociones incluso capaces de ralentizar la muerte, de hecho, usted lo mencionó en clases. —Harry no había propuesto nada en realidad o sí, y pareció que Snape lo tomó de inmediato y siguió en lo suyo.
—Cuando manejes la teoría, iremos a lo práctico.
Así se pasó la tarde hasta que Harry tuvo que regresar a su habitación.
Uno de los pocos que se había quedado en el colegio durante esas épocas había sido casualmente, Ron. Aquello no era consuelo para Harry, era más bien insignificante y no era como si lo estuviese ignorando, más bien, Harry no salía de su cuarto y del despacho de Snape en lo absoluto pero aquella tarde se encontró con el pelirrojo, Harry estaba almorzando cuando este se le acercó.
No dijeron palabra alguna, de hecho, fue realmente incómodo que se acercara así como así pero Harry sabía el papel que debía interpretar así que no se cerró a entablar una respetuosa conversación, sobre todo si podía sacar algo de ella.
Los primeros días Harry le dejaba hablar y le respondía en la medida de lo necesario, mientras más lo escuchaba hablar, más extrañaba a Draco y su manera de pensar y con ello, la molestia regresaba.
Sucedió algo bastante gracioso y fue cuando un día, estando sin hacer nada más, Ron comenzó a enseñarle a Harry a jugar al ajedrez mágico. Era igual que el de los muggles, salvo que las piezas estaban vivas, lo que lo hacía muy parecido a dirigir un ejército en una batalla, el punto es que, creía que Harry no sabía jugar en lo absoluto.
El juego de Ron era muy antiguo y estaba gastado. Había pertenecido a alguien de su familia, en este caso a su abuelo. Sin embargo, las piezas de ajedrez viejas no eran una desventaja. Ron las conocía tan bien que nunca tenía problemas en hacerles hacer lo que quería.
A pesar de que Ron no le ganó ni una sola partida, no pudo negar que era realmente bueno en ello, Harry se vio realmente enfocado en la partida para no perder y no por aburrimiento lo cuál era increíble, disfrutaba de un buen oponente, no a su nivel pero al menos le daba batalla. A ese punto le hizo recuperar la idea en el fondo de que, si aquella cabeza roja era guiada, podía conseguir muchas cosas a su favor. Primero necesitaba ganarse su confianza para que le contase todo lo que sabía y lo que Harry notaba en silencio que ocultaba.
En la víspera de Navidad, Harry corrió hacia el escritorio de su habitación, sacó papel y lápiz y se dispuso a organizar diferentes cartas.
La primera era evidentemente para su padre.
Papá.
Supongo leerás esto ya para cuando sea Navidad y creo que ya conoces las razones por las cuales no puedo ir a casa a pasar estas fechas contigo.
Te extraño.
Lo he dicho muchas veces, ya sé.
Espero que el tío, el señor Graham y tú estén bien y puedan pasar una excelente navidad juntos.
Recibí tus cartas y los pequeños mensajes que me enviaba el señor Graham.
Harry automáticamente se acordó de aquellas cartas donde habían leves posdatas o mensajes con otras letras que eran siempre pequeños mensajes de aquel hombre que decían más que todo "Espero vuelvas pronto, tu padre no deja de llorar tu ausencia" o algunas otras como "Vuelve preparado porque lo primero que haremos será ir a pescar, dicen que la pesca ayuda a que las personas se conozcan mejor, es un buen inicio."
Por más extraño que sonara, a Harry se le hacía un lindo gesto y cada vez que podía, le respondía algo en las cartas como estaba haciendo justo en ese momento.
Lo bueno es que falta poco para que el año escolar concluya y que me he entrenado lo suficiente con Snape que sé que estarías más que complacido, sin embargo, no he permitido que la magia me vuelva alguien inútil, la he utilizado menos de lo requerido aquí.
Hay otras cosas de las que quiero hablarte, he estado experimentando algunas emociones que no entiendo y no quisiera conversarlo con alguien que no sea contigo.
Feliz navidad, papá.
Te extraña y te ama, Harry Lecter.
Harry dobló la respectiva carta y la cerró dentro del sobre que ya luego le entregaría a Snape, la que estaba por escribir, sin embargo, no necesitaba la intervención del mayor, Harry podía enviarla directamente con Hedwig y eso era lo que tenía planeado.
Volvió a tomar papel blanco, tinta y su lapicero para empezar a redactar una nueva.
Estimado Draco.
Te escribo para desearte una feliz navidad. Espero que el tiempo con tu familia esté siendo gratificante para ti, las cosas por aquí en Hogwarts han ido tranquilas como siempre, me he dedicado a buscar a profundidad sobre Flamel, apenas tenga información, te la haré saber.
Espero que me cuentes todo cuando regreses.
Tu amigo, Harry Potter.
Harry se sintió raro al terminar aquella carta con ese apellido, estaba tan acostumbrado a poder utilizar el suyo cuando le escribía a su padre que utilizar el "Potter" lo sintió sumamente ajeno.
No dejó detalle alguno pero mentiría si no había hecho uno pensando en regalárselo al rubio. Había un broche de oro que había transfigurado desde que la profesora McGonagall les había explicado lo que era, Harry se dedicó a buscar información en libros y practicar en su intimidad todos los días.
Había transfigurado y transformando la imagen del medio en dos serpientes, una cerca de la otra, una poseía diamantes verdes en los ojos y la otra unos blancos pero Harry se sentía incómodo, nunca había pensado en realizar un regalo a alguien y aquello lo guardó en lo más profundo y prefirió únicamente enviar la carta. Una vez sellada se la entregó a Hedwig a quién no hizo falta especificarle a quién llevársela y luego de que la lechuza gustosa se fue, Harry únicamente visitó a Snape para entregarle la carta de su padre y se acostó a dormir.
Al día siguiente no encontró nada en la sala común de Slytherin ni tampoco en su habitación, lo cuál no era de extrañarle ya que no esperaba encontrar diversos regalos de parte de su padre, lo que sí había era una nota.
Ven a mi oficina cuando despiertes.
Harry reconoció la letra sin necesidad de indagar en exceso, cepillo su cabello, sus dientes y se mantuvo con la pijama puesta hacia el despacho de Snape.
Tocó la puerta como respectivo respeto y escuchó el "Pasa" desde dentro. Lo primero que vio le hizo sentir un brillo descomunal en el orbe de sus ojos.
Habían diversos regalos sobre la mesa e incluso parte del suelo, venían envueltos con un papel refinado y delicado. Harry sólo volteó a ver al mayor y este ni le respondió, sólo asintió confirmando los pensamientos del muchacho. Eran regalos de su padre.
Con un semblante ya cambiado y mucho más alegre, caminó hasta los presentes y empezó a evaluarlos pero antes de abrirlos, encontró dos cartas, tomó la primera.
Pequeña bestia.
Feliz navidad, ¿Creíste que tu padre se olvidaría de enviarte los presentes correspondientes? Espero que no.
No sólo vas a encontrar regalos de mi parte, tu tío también estuvo involucrado, no me dejó ver lo que te había enviado, sólo espero que no me haga sentir decepcionado de que comparta nuestro apellido. Reconocerás de quién viene cada presente, incluso Will quiso enviarte un par de cosas.
Espero que cuando regreses me converses mejor sobre esas emociones desconocidas de las cuáles no entiendes, sólo ten presente que si es algo que desconoces, no asumas una acción antes de evaluar a profundidad en lo que te estás involucrando.
Te esperamos en casa.
Te ama, Hannibal Lecter.
Pd: Mi regalo viene de parte de una promesa que espero podamos cumplir, feliz navidad, Harry.
Lo último vino con otra letra y Harry la reconoció, era la de Will, ya la conocía lo suficiente de tantas cartas que le enviaba.
Fue entonces cuando se dispuso a empezar a abrir los regalos, el primero fue uno pequeño que sonaba cuando lo movias, todos venían envueltos en el mismo filtro de papel así que para reconocer de quién venía, debía abrirlos.
El primer envoltorio cayó al suelo, no hizo falta que Snape le dijera algo, Harry tomó su varita y conjuró un hechizo que pulverizó el material de inmediato. La caja fue abierta y dentro venía una nota ligada a lo que Harry reconoció como una navaja.
Era de un color plateado con detalles aperlados, venía cerrado en forma de un zorro pero a medida que lo movias, salía el filo de la navaja. A Harry le encantó y reconoció el responsable, aún así leyó.
Precioso sobrino.
Es mi deber como tío darte los implementos necesarios para que te defiendas, ya tienes edad suficiente como para tener objetos que te sirvan de defensa personal.
Sé que he estado ausente durante largos años pero he conseguido organizar mejor mi tiempo lo que implica que podremos vernos más seguido y de esta forma, tendrás quién te enseñe a usarla.
Procura apuntarle a tu padre con ella cuando no quiera hacer lo que pides.
Tu tío, Rick Lecter.
Harry sonrió ante lo último pero también estaba fascinado por el objeto entre sus manos, lo dejó nuevamente dentro de aquella caja y se movió hacia los otros, abrió los más cercanos.
Habían desde ropajes sumamente elegantes, camisas de telas finas, calzado e incluso diversas joyas pequeñas. Incluso una pequeña figura pero le resultaba curiosa, poseía las astas grandes y prominentes de un ciervo pero tenía figura humana, estaba bañada en un color negro mate. Harry lo encontró fascinante y estaba seguro que le encontraría un lugar adecuado en el que pudiese verlo todos los días.
Pero había un mensaje en la parte baja de dicha figura, alrededor del circulo para apoyarlo decía: El reflejo del poder es el orden aplicado por los más fuertes.
Los ojos de Harry se quedaron de más leyendo aquel escrito, si había un mensaje subliminal no lo entendió pero tal vez estaba allí por algo.
Tan sólo quedaban dos regalos sin abrir, uno que todavía poseía el mismo papel característico de los anteriores y el siguiente venía en otro diferente.
Decidió abrir el que sabía provenía de casa.
La caja era mediana, no era tan grande pero tampoco tan pequeña, diría que lo suficiente como para que lo que sea que estuviese dentro, no se dañara. El papel cayó al suelo y fue incinerado de inmediato, dejando a sus ojos un detalle que evaluó repetidas veces hasta que consideró prudente y pudo entenderlo.
Se trataba de varios objetos, plumas, hilo, agujas y un anzuelo desnudo. Le estaba entregando los implementos necesarios para crear su propio anzuelo.
La nota era precisa y clara.
Con esto finiquitas mi invitación, si logras hacer uno, aceptas que vayamos a pescar.
Harry entendió de inmediato que era de Will, ¿Había que ponerlo en duda acaso? Y aunque era completamente diferente a los regalos de su tío y su padre, le resultaba divertido, con una sonrisa en su rostro, lo guardó nuevamente y se enfocó en el último, el que poseía un envoltorio diferente.
Era de una tonalidad verde con gris pero era pequeño, bastante pequeño a decir verdad, a lo sumo parecía llevar algo, antes de indagar en el interior, leyó la nota.
Harry.
Todavía no me acostumbro a tu forma tan extravagante de hablar aunque no creas que no puedo competir contra el diálogo que manejas.
En casa todo ha ido bien, por suerte mis padres no se enteraron de la ayuda que le brinde a Granger, no sabes lo que me alivió saberlo, me gustaría en algún momento poder invitarte a que pasaras un tiempo en la mansión.
No creas que olvidé que hoy es navidad así que, feliz navidad, hay un pequeño detalle para ti, espero te guste.
Nos vemos pronto.
Draco Malfoy.
Harry sintió como si millones de agujas se enterraban en lo profundo de su estómago ligado a una calidez ensordecedora. Sentía un malestar notorio completamente indigno a él.
Draco le había enviado un detalle de Navidad mientras que Harry sólo le mandó una carta sin ningún tipo de presente y el que tenía pensado darle, lo guardó de nuevo para sí mismo. La culpa lo llenó por primera vez en su vida y aquella sensación le ocasionó un miedo asfixiante.
No toleraba las emociones que Draco le hacía sentir de manera tan extraña y sin explicación alguna. Su necesidad por hablarlo con su padre cada vez era más palpable pero no se permitió sucumbir, recobró la calma y se juró guardarse aquello hasta que pudiese conversarlo con Hannibal.
Lo único en lo que podía pensar era que si Draco era capaz de hacerlo sentir así, era una notoria desventaja y debilidad para él, no se sintió mal cuando analizó sus posibilidades pues únicamente tenía dos.
O se aseguraba de tenerlo siempre de su lado o lo obligaba a hacerlo.
Muy en el fondo la idea de hacerlo desaparecer se planteó pero Harry no quiso darle más voz de la que ya empezaba a tener por sí sola.
Finalmente, decidió abrir la caja, era pequeño, pero en su interior había una figura dorada brillante y escarchada. Era una snitch, tal cuál la que Harry había atrapado el primer día que jugó. No había nada más, simplemente aquel objeto pero el estómago de Harry se revolvió y no supo qué hacer en base a eso.
De cierta forma sentía miedo, en su corta vida, Harry nunca había encontrado o enfrentado una situación en la que no supiese qué hacer, siempre actuaba de la manera que era esperada y resguardaba el cúmulo de sus emociones al fondo para que no se interpusieran pero con Draco era diferente y eso le generaba incluso un enojo que golpeaba cada espacio de su pecho. Harry no estaba acostumbrado a ceder el control, muchísimo menos el control que poseía sobre él mismo por lo que aquel sentir que desconocía, lo estaba mareando.
Dejó sus pensamientos ocultos en las profundidades y conjuró un leve hechizo para minimizar todos los regalos y así poder llevarlos entre las manos, sin embargo, Snape se acercó en ese momento y le estiró algo.
Era un libro pero este llevaba un lazo. Las cejas de Harry se levantaron en confusión y estuvo a punto de reír y hacerle un comentario únicamente para hacerlo perder los estribos pero se quedó callado, no esperaba un regalo de su parte y aunque para muchos un libro era algo insípido y fastidioso, para Harry era lo que más amaba recibir, sobre todo los del mayor porque el contenido era simple alimento para su mente.
—¿Me está regalando por primera vez un libro? ¿Significa que no tendré que apresurarme a leerlo para regresarlo en la fecha pautada? —Soltó Harry tomando el libro entre sus manos.
—Retírate antes de que te saque a pedazos. —Exclamó Snape ya corriendolo.
Harry simplemente asintió mientras sentía una risa acumularse en su garganta y salió de allí, no sin antes haberle agradecido tanto por su regalo como por darle los otros. Regresó a pasos lentos hasta la sala de Slytherin y luego a su habitación donde tenía previsto guardar sus cosas, apenas entró, vio un envoltorio extraño y grisáceo en el medio, Harry miró a su alrededor intentando interceptar algo que le pudiese dar una pista pero evidentemente no había nadie, estaba solamente él y el paquete yacía sobre su cama.
No se confió de inmediato, sacó su varita y soltó un:—Surgito.
Esperó un tiempo prudente a que si aquel objeto estuviese encantado, el contrahechizo funcionara.
Después de dos minutos y que nada sucedió, lo cogió con movimientos lentos y notó que era muy ligero. Lo desenvolvió.
Algo fluido y de color gris plateado se deslizó hacia el suelo y se quedó brillando. Las cejas del muchacho se elevaron en confusión sin entender quién le había mandado algún tipo de capa. Harry cogió el género brillante y plateado. El tocarlo producía una sensación extraña, como si fuera agua convertida en tejido.
Parecía incluso una sábana si se dejaba sobre la cama así sin más, no tenía otra funcionalidad según Harry pero la tela era tan suave que se le presentó la necesidad de arroparse y así lo hizo, envolvió su cuerpo en aquella capa pero sus ojos se abrieron de golpe cuando se miró los pies, pero ya no estaban. Se dirigió corriendo al espejo.
Efectivamente: su reflejo lo miraba, pero sólo su cabeza suspendida en el aire, porque su cuerpo era totalmente invisible. Se puso la capa sobre la cabeza y su imagen desapareció por completo. Era increíble.
Harry tenía entre sus manos una verdadera capa de invisibilidad y ni siquiera podía creerlo, no sabía siquiera que aquellos objetos existieran, sin embargo, allí estaba.
Las miles ideas y usos que podía darle lo invadieron de inmediato pero fueron callados por el pensamiento de quién se lo había enviado, no venía de parte de su padre ni ningún familiar, tampoco de Snape o Draco.
Harry se quitó la capa y cogió un pedazo de papel que se encontraba en el suelo, era una nota. La caligrafía, fina y llena de curvas, era desconocida para él.
Decía: Tu padre dejó esto en mi poder antes de morir. Ya es tiempo de que te sea devuelto. Utilízalo bien.
Una muy Feliz Navidad para ti.
No tenía firma. Harry contempló la nota.
Se sentía muy extraño. ¿Quién le había enviado la capa? ¿Realmente había pertenecido a su padre? O bueno, suponía que tenía que ver con su padre adoptivo puesto que dudaba mucho que Hannibal tuviese posesión de aquel objeto entre sus manos. ¿Por qué se lo entregaban en aquel momento?
No había motivo para sospechar en demasía pero Harry no se fiaba de aquello por más que fuese algo beneficioso para él, decidió guardar la capa muy en lo profundo se su baúl al igual que todos los regalos, a excepción de los dos adornos tanto de parte de Draco como de su padre, los colocó al lado de su mesa de noche y salió finalmente de su cuarto hacia el comedor. Se había llevado consigo otro libro de la biblioteca donde seguía en búsqueda de aquel dichoso Nicolás Flamel, las cosas habrían sido más fáciles si simplemente le preguntaba a Snape o a cualquier profesor pero Harry se negaba a conseguir ayuda, él mismo podía.
Ya llevaba la mitad de su almuerzo navideño cuando vio una figura sentarse frente a él, su mirada se levantó del libro apenas un poco y reconoció a Ron. Se veía incómodo y bastante fastidiado de estar allí, sin embargo, trató de ocultar lo mejor que pudo su semblante y estiró una caja hacia Harry.
—Feliz Navidad. —Soltó sin más.
Harry miró extrañado la caja y lo miró a él. Ni siquiera eran cercanos como para intercambiarse regalos navideños el uno con el otro y Ron pareció entenderlo y de cierta forma estaba de acuerdo con el moreno
—Mi madre. Te ha hecho un jersey Weasley.
Harry vio el paquete encima de la mesa, de ser algo malo sabía que se lo entregaría estando a solas pero había elegido hacerlo en el comedor, aunque no lo queria, abrió el paquete y encontró un jersey tejido a mano, grueso y color rojo con su inicial bordada en amarillo y una gran caja de pastel de chocolate casero.
Frunció el ceño con disimulo y volvió a ver al pelirrojo.
—Cada año nos teje un jersey —dijo Ron, desenvolviendo su paquete— y el mío siempre es rojo oscuro.
—Es muy amable de parte de tu madre tomando en cuenta que ni siquiera me conoce y ni siquiera somos amigos. —dijo Harry volviendo a tornar sus gestos ilegibles y su atención al libro.
Ron pareció querer irse de allí y no conversar sobre nada más pero había algo que lo frenaba, apretó sus manos y prosiguió.
—Sí, es que, ella tiene la ilusión de que seremos amigos, puede que crea que ya lo somos. Es un detalle de todas formas. —Excuso y se levantó para retirarse de allí.
Harry fue más rápido y lo detuvo.
—Weasley. —Llamó haciendo que este se volteé a verlo—. Sabes que no quieres hacer esto, no soy idiota como para no darme cuenta de que lo haces obligado, tal vez las cosas serían más fáciles si me dijeras por qué lo haces. —Agregó con suavidad Harry—. Si nos sinceramos el uno con el otro, quién sabe, podríamos llegar a ser realmente amigos. —Endulzo sus palabras con la inocencia de los niños mientras veía cómo Ron de cierta forma se sentía atraído hacia aquella idea. Harry simplemente quería saber de una vez la verdad detrás de su repentina animosidad, la de Harry era obligada por lo que esperaban muchos de él pero la de Ron no la entendía.
El muchacho se quedó de pie un rato y asintió pero no dijo nada más, se alejó de allí hasta perderse de vista.
El día terminó para Harry más pronto de lo que creía, cenó y se retiró a su cama pero no se durmió. Su mente se quedó atascada en diversas preguntas y problemas sin resolver, algo no andaba bien del todo, había algo que no le cuadraba.
Primero estaba la presunta necesidad de algunos en aclarar que Harry no era un Slytherin sino un Gryffindor, incluso la mamá de Ron le había enviado un sueter tejido con los colores emblemáticos de dicha casa. Hermione escuchando una aparentemente muy privada conversación con justamente el nombramiento de Nicolás Flamel y ahora la capa de invisibilidad que denotaba un escrito con "Úsala bien".
No eran definitivamente casualidades, eran causalidades y Harry lo supo de inmediato cuando lo pensó con más detenimiento, si bien todas aquellas acciones parecían no estar ligadas a nada y mucho menos entre ellas, lo estaban, empujaban a Harry a comportarse valerosamente como un león desesperado por demostrar su valor y hacer lo correcto, al final de todo, la verdad se estaba ocultando detrás de algo sumamente fino y aquello estaba empujando a Harry a actuar para que el cometido fuese el planeado.
La capa, Nicolás Flamel, la Sección Prohibida.
¡Por supuesto! Eso era lo que había detrás.
Cualquiera que fuese el propósito lo llevaba a buscar la respuesta de aquella figura con su capa pero, ¿Para qué? Harry dudaba que fuese a encontrar tan fácilmente el nombre de dicha figura, el propósito no era ese, debía ser otro pero no sabía el qué.
La cuestión ahora era esa, ¿Debía seguir aquel juego o quedarse en dónde estaba y fingir que no había descubierto nada? Claro estaba que, si Harry fuese un Gryffindor o un niño estúpido, habría actuado por inmadurez y poco análisis de la situación pero no contaban con que Harry había notado no solamente el patrón incompleto sino que le fue fácil deducir lo que esperaban.
No lo haría. Al menos no en ese momento.
Si bien aquello podía propiciarle información, todo se resumía a que se esperaba que Harry tuviese nulo valor propio hacia su vida y no encontraba lógica en seguir un patrón que probablemente iba a desfavorecerlo a él pero engrandecer su imagen fingida, de todas formas, ya había prestado bastante imagen, aquello poseía tantos puntos sin luz que era saltar a la nada y Harry saltaría pero cuando sintiera que el control estaba en sus manos, aquello no poseía control alguno de su persona, era una laguna y Harry sólo lo haría si tenía en sus manos la dirección y dominio de lo que se estaba desenvolviendo. Sólo necesitaba averiguar un poco más y cuando tuviese lo necesario, se encargaría de actuar.