La luz de los Lecter

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
La luz de los Lecter
Summary
Muchas veces nacemos para ser el eclipse de otros y la tempestad de un mundo entero mientras que otras, sólo algunos, nacen para ser la vida y la luz de un mundo pequeño pero infinito.Sin ser planeado y sin ser buscado, Harry se convirtió desde el momento en el que abrió los ojos en la debilidad y el amor más grande de Hannibal Lecter pero también en la destrucción y el nuevo orden de todos los mundos. Ésta historia será bastante larga para que todo lo que vaya a ser incluido tenga sentido y ligera coherencia, será una adaptación POR COMPLETO de la saga de Harry Potter a mi manera, no en su totalidad pero sí se manejará bajo los conceptos canon de Harry y su historia, muchos ya saben de qué va a tratar puesto que en mi cuenta de tiktok, he subido contenido referente a lo que será esta nueva historia. Se actualizará cada semana los días domingo y es un fanfic que contiene diversos ships, el principal y en el cuál se va a basar este fic es evidentemente el Drarry, entre los secundarios estarán: Hannigram (Will y Hannibal), Regan (Rick y Negan), Thilbo (Thorin y Bilbo) y posiblemente referencias a otros ships que podrían aparecer más no serán tomados tan a profundidad para la trama.
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Chapter 6

Draco y Harry al día siguiente no podían creer todavía lo que habían visto y encontrado en aquellos pasillos de Hogwarts, seguían haciendo sus especulaciones y Harry decidió contarle lo que creía que tal vez había en aquella zona, no era sorpresa que para esa magnitud de bestia en un colegio de niños que presentaba un notorio peligro, debía ser algo sumamente valioso.

Sin embargo, Harry sopesaba la idea de que era lo más irresponsable que un colegio podía hacer, por más que Hogwarts bajo la tutela de Dumbledore fuese una de las zonas más seguras, tenían entre sus manos la vida y responsabilidad de miles de alumnos. Tener aquello en una puerta donde simplemente sueltas un "Alohomora" y se abre, era ridículo, cuestionable y hasta sospechoso.

Si tanto valor tenía aquel objeto, ¿Por qué un simple hechizo que cualquier niño podía conseguir en un simple libro, lograba abrir la puerta así nada más?

—Es algo muy valioso, o muy peligroso —dijo Draco.

—O las dos cosas —opinó Harry pero como lo único que sabían con seguridad del misterioso objeto era que tenía valor, no tenían muchas posibilidades de adivinarlo sin otras pistas—. ¿Tu padre lo sabe?

—¿El qué?

—Lo del perro.

—No, no le he contado y si le cuento, lo más probable es que se indigne y lo hable con el ministerio por el completo descuido del colegio. Eso nos dejaría expuestos a nosotros de estar fuera de nuestras camas en horas indebidas.

—Y tendría razón de hacerlo. —Harry sabía que si le contaba algo parecido a Hannibal, igualmente habría buscado la forma de presentar cargos legales, después de todo, sus vidas corrían peligro, aunque no podía hacerlo igualmente.

—Créeme que cuando acabe el año escolar, se lo haré saber a mi padre, es indignante y hasta irresponsable.

La mayoría del tiempo, Harry pasaba más en su habitación que en la parte de abajo del castillo, no se encontraba interesado en la inmensidad de la zona, la emoción principal ya le había pasado y su concentración estaba completamente puesta en diversos libros que Snape le había dado en una de sus últimas visitas, no habían iniciado sus clases de oclumancia todavía, contrario a eso, le había exigido básicamente que se nutriera.

Tenía tres libros que hablaban sobre el núcleo y control de la magia, el poder de la mente y la naturaleza de la magia gris. El interés de Harry en aquella lectura era adictiva, se la pasaba devorando página por página cuando nadie lo veía hasta que un día, mientras estaba recostado sobre su cama, Draco entró sin aviso.

—Aquí estás, te he estado buscando, ¿Quieres que vayamos con Crabbe y Goyle a ver a los grandes jugar? —Cerró la puerta detrás de él mientras soltaba un suspiro cansado y al ver cómo Harry intentaba ocultar disimuladamente el libro bajo las sábanas, caminó hasta él—. ¿Qué lees?

Harry se quedó callado por un rato, no era como si estuviese leyendo algo indebido pero tal vez eso iba a generar dudas en el contrario. De todas formas, ¿Cómo confirmaba si Draco era de fiar si no lo ponía a prueba?

Sacó el libro y se lo mostró.

—¿Dónde lo conseguiste? —El rostro de Draco parecía brillar ligado a sus ojos mientras tomaba el libro con sus manos y lo evaluaba.

Harry no entendió su impresión, sin embargo, se sentó mejor sobre la cama y preguntó:—¿Qué tiene?

—No son libros de magia... común.

—¿Común?

Draco permaneció en silencio un rato mirando al moreno, luego de reflexionar, se fue hacia su baúl y revisó por debajo de su ropa hasta que encontró lo que buscaba, otro libro. Regresó hasta la cama de Harry y se sentó a su lado.

—Papá me dijo que este tipo de lectura no es algo que lean todos los magos. Suelen tenerlos solamente familias de linaje puro, cada familia de sangre pura posee una biblioteca privada por así decirlo y en cada libro hay diferentes tipos de magia.

Las cejas de Harry se enarcaron y se acercó más al rubio para evaluar el libro que tenía, poseía por título en la primera página "La oscuridad de la luz" aquello le llenó de intriga a Harry.

—Mira, si buscas un término mágico poco común en libros de historia al alcance de cualquier mago, te saldrá solamente el rango y en muchos de ellos ni siquiera lo especifican, sólo habla sobre especulaciones, en cambio, en algunos de estos libros, no solamente lo explican, sino que te enseñan a cómo emplearlo.

Pero Harry seguía sin entender cuál era el peso inmenso detrás de eso. Lo había interpretado como si fuese algo que debía mantener... oculto.

—¿Y eso es malo?

Negó de inmediato.

—No, pero no es algo que puedas enseñarles a todos.

—¿Por qué?

—Porque muchos de los magos creen que cuando utilizas algún tipo de magia que ellos no consideran de "luz" ya creen que eres un mago oscuro o que estás intentando ser uno.

—¿Magia de luz?

—Sí, algo así como... Dumbledore, Dumbledore es considerado un mago de luz, en cambio... —El semblante de Draco se contrajo y reprimió un quejido—. El que no debe ser nombrado, es visto como un mago oscuro.

—Pero todos tenemos luz y oscuridad dentro, es como decir que una persona "Buena" no puede tener ningún tipo de mala actitud, se podría decir que lo que hagas con eso es lo que te categoriza.

Se encogió de hombros mientras veía las manos de Harry y al moverse para verlo mejor, la mano pálida del muchacho apenas tocó la del ojiverde, fue tan sólo un reflejo, un ligero roce, pero fue suficiente para que el moreno se tensara sin entenderlo.

—Son prejuicios nada más, en fin, ¿Vienes?

Asintió después de un rato, guardó el libro bajo el colchón de su cama y siguió al rubio fuera de la habitación.

Hermione se negaba a hablar con Harry y Draco después de lo sucedido, pero no por lo riesgoso sino porque, contrario a lo que ellos pensaban, estaba investigando respecto a lo que habían visto.

Mientras las lechuzas volaban por el Gran Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en un paquete largo y delgado, que llevaban seis lechuzas blancas. Harry estaba tan interesado como los demás en ver qué contenía, y se sorprendió mucho cuando las lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a él. Se estaban alejando, cuando otra lechuza dejó caer una carta sobre el paquete.

Harry abrió el sobre para leer primero la carta.

Contiene tu nueva Nimbus 2.000, Marcus Flint te esperará esta noche en el campo de quidditch a las siete, para tu primera sesión de entrenamiento.
Profesor Snape.

—¡Una Nimbus 2.000! —gimió Crabbe con emoción.

Harry les permitió a sus amigos evaluar la escoba con sus rostros bañados en completa emoción y devoción hacia el objeto, lo que realmente tenía su atención era ir a preguntarle a Snape si aquello había sido un regalo del profesor o su padre.

Su atención se desvió cuando a la mesa se acercó nuevamente aquel niño pelirrojo.

—No te presentaste para el duelo, ¿Te dio miedo? —La risa de Ron era resaltante.

—No, ciertamente. Tengo entendido que por tu culpa le quitaron puntos a Gryffindor y encima los castigaron. —Harry se estaba tranquilo, viendo al contrario sin ningún ápice de emoción.

—Pero no quedamos como cobardes. —Agregó Seamus prepotente.

—¿Y qué se supone que teníamos que demostrarles a ustedes? —Esta vez Draco se abalanzó a la discusión.

Harry se quedó callado, dándole la oportunidad a él de llevar las riendas.
Quería evaluarlo.

—Entonces les agrada quedar cómo cobardes, no se preocupen, vamos a regar el chisme. —Se cruzó de brazos Ron quién solamente miraba a Harry con un enojo burbujeante.

—¿Qué tanto quieres demostrar, Weasley? ¿Te dolió tanto ser rechazado por Potter? —Sonrió mostrando sus blancos dientes reluciendo la palidez de su piel—. Si tienes con tanto afán que demostrarle algo a alguien es porque tú mismo sabes que lo careces.

La sonrisa de Harry fue oculta de manera mal disimulada mientras miraba de reojo al rubio a su lado.

Los tres presentes al frente de ellos simplemente se quedaron aparentemente evaluando los argumentos vacíos de sus pensamientos y a Harry de cierta forma le resultaba curioso cómo Ron parecía presentar realmente una valentía e insistencia ante lo que creía o sentía que quería, pero no poseía la madurez para ejecutarla bien.

—Los de primer año no tienen permiso para tener una. —Soltó el pelirrojo cuando vio la escoba sobre la mesa, pero sus ojos brillaban de impresión por lo que veía. Emoción y envidia pura.

—¿Qué sabes tú, Weasley, si no puedes comprar ni la mitad del palo? —replicó Goyle—. Supongo que tú y tus hermanos tienen que ir reuniendo la escoba ramita a ramita.

Antes de que Ron pudiera contestarle y antes de que Harry replicara ante aquella hueca defensa, el profesor Flitwick apareció detrás de los tres—No se estarán peleando, ¿verdad, chicos? —preguntó con voz chillona.

—A Potter le han enviado una escoba, profesor —dijo rápidamente Dean.

—Sí, sí, está muy bien —dijo el profesor Flitwick, mirando dudoso—. Por cierto, Harry, el profesor Dumbledore quiere verte en su despacho.

El semblante de Harry se tornó frío y tenso, sus manos por dentro de sus bolsillos apretaron la tela mientras movía sus facciones a una sencilla y tranquila.

—¿Sí? ¿Sabe para qué?

—No me dijo, sería bueno que vayas antes de que finalice el día.

Y dicho aquello se retiró. Los de Gryffindor también se alejaron en aquel momento dejando a Harry con una sensación de hierro caliente sentado sobre su estómago. Por alguna razón no se fiaba del anciano, había algo que no le hacía sentirse cómodo y ni siquiera había empezado a practicar sus clases de oclumancia.

¿Sería más conveniente ir hacia Snape primero?

No, si lo veían hablar con él podría ser extraño, y Harry no estaba seguro de que el anciano tuviese algo que ver, eran simples presentimientos. La mente de Harry no volvió a estar en paz después de la visita de aquel profesor.

—¿Qué tienes? No has estado presente en todo el día. —Especuló Draco después de un rato cuando se encontraban solos en uno de los pasillos del castillo.

—Nada. —Negó Harry de inmediato mientras seguían caminando, pero al ver los ojos profundos de Draco puestos en él, le hizo entender que no iba a poder engañarlo. Suspiró pesado y se detuvo—. No me siento del todo cómodo sabiendo que fui citado por el profesor Dumbledore.

—No vayas, si no hiciste nada malo, no tienes razón para ir.

Harry no lo consideró del todo prudente, tampoco es como si tuviese algo que ocultar, bueno, lo tenía, muchísimo. Pero si actuaba así, aumentaría las dudas y tal vez lo llevaría a ser descubierto, Harry se sentía frustrado, quería tener a su padre ahí y preguntarle qué hacer o ir con Snape y pedirle un consejo, pero sentía que era más arriesgado a plena luz del día, no sabía por qué, pero si Snape le dijo que no podía, debía ser por algo, y tampoco se sentía cómodo acudiendo en busca de ayuda todo el tiempo, él mismo tenía que empezar a buscar las respuestas o soluciones a lo que se le presentaba.

—Creo que es mejor si voy o parecerá que sí tengo cosas que ocultar.

—¿Crees que se haya enterado de que descubrimos a la bestia del castillo?

Las cejas se le levantaron ante aquel pensamiento, no lo había considerado y tal vez el director tenía formas de averiguar lo que hacían los alumnos o no, posiblemente podría ser aquello.

—Tal vez. Nos vemos más tarde, ¿Sí?

Harry se despidió de Draco quién quería seguirlo y acompañarlo. Luego de unos largos pasos, vio al rubio finalmente decidirse y seguirlo, Harry se volteó sobre sus pasos para verlo y sonrió confuso.

—¿A dónde vas?

—Te acompaño.

—No puedes entrar conmigo.

—No, pero puedo al menos acompañarte hasta allá.

No dijo más nada, simplemente se adelantó para no permitirle a Harry seguir refutando y terminar con aquella conversación.

Se acompañaban el uno al otro y para Harry, la compañía que le prestaba el rubio era tan cómoda y reconfortante que todavía no alcanzaba a entender lo cálida que podía ser su amistad, nunca se había sentido así con alguien de su edad, normalmente los niños se le hacían inútiles y que no estaban al alcance de su manera de pensar, pero Draco aparentaba ser más de lo que tan sólo se podía ver. Luego de tan sólo cinco minutos de caminata, ya Harry estaba abajo en la entrada de lo que parecía ser el despacho del director, era una estatua enorme de un águila, pero no había escaleras ni mucho menos. Los ojos verdes se movieron intentando detallar si había una especie de timbre o algo, pero la estatua pareció detectar a Harry y de inmediato comenzó a moverse hacia arriba mostrando de uno a uno lo escalones.

—Bueno, supongo que esa es la bienvenida. —Comentó Draco al ver la aparición de las escaleras, sin embargo, Harry no subía, se quedó al borde del suelo por un rato largo.

—Espérame en la salida del castillo luego de clases, iré a ver mi primera clase de Quidditch con Marcus.

Draco asintió mientras veía al moreno empezar a subir las escaleras.

A medida que sus pies se comían cada escalón, la presión en el pecho de Harry crecía, consideraba que no había sido del todo una buena idea ir hacia el despacho del anciano, pero había tantas cosas que se mezclaban en su pequeño cerebro que parecía que iba a explotar. Consideraba prudente no ir, pero también era ingenioso ir y mostrarse como alguien dispuesto a escuchar y a ser modificado, también sopesaba la posibilidad de que en aquel momento sus pensamientos fuesen invadidos y con ello, la verdad saliera a la luz perjudicando todo en tan sólo ese primer año escolar, pero, nuevamente, no estaba seguro de quién había sido el responsable de querer modificar sus pensamientos aquel día de la elección.

Ya con la puerta justo al frente del rostro de Harry, respiró profundo mientras cerraba sus ojos un momento, y se calmaba lo más posible. Tocó la puerta

Sólo esperaba no equivocarse.

La puerta se abrió, sola como era de esperarse.

Al entrar, lo primero que se notó fue el suelo de madera pulida y las paredes decoradas con estanterías llenas de libros antiguos y pergaminos enrollados. En el centro de la habitación había un escritorio de madera maciza con patas talladas a mano, cubierto de papeles y plumas de colores. A lo largo de las paredes, había retratos en movimiento que observan atentamente a los visitantes.

En una esquina había una chimenea encendida que emitía un cálido resplandor y un par de sillones de cuero negro donde el director Dumbledore estaba sentado, viéndolo con detenimiento hasta que una sonrisa se sentó sobre el viejo rostro.

—Harry, es un placer verte, pasa. —Expresó Dumbledore cuando el muchacho finalmente lo vio a los ojos por tan sólo unos segundos—. Toma asiento.

Harry obedeció asintiendo mientras sus pies lo llevaban hasta la silla de al frente del profesor, su mirada seguía evaluando los alrededores sin querer caer tanto en la figura que estaba frente a él. No supo cómo iniciar la conversación, supuso que presentar y mostrar que se sentía cómodo con el mayor era importante para que las cosas salieran bien.

—Buenas noches, director, el profesor Flitwick me dijo que quería verme. —Soltó Harry finalmente con una media sonrisa en su rostro.

—Sí, muchacho, yo personalmente quería conversar contigo y conocerte.

Harry retuvo sus gestos de inmediato y mostró unos completamente relajados y con simple curiosidad inocente puesta sobre la mesa.

—¿Sobre qué quería conversar conmigo? —Preguntó mientras veía cómo el adulto servía dos vasos de lo que parecía ser zumo de calabaza y le ofrecía uno a Harry. El muchacho lo recibió sonriente agradeciendo, no bebió.

—Bueno, Harry, no es novedad hablarte sobre lo que ya conoces y lo que significas en el mundo mágico, ya debes saberlo en el poco tiempo que has estado aquí. —Comenzó con su sonrisa a medias que buscaba transmitir confianza mientras sus manos arrugadas se entrelazaban entre ellas encima de la mesa—. ¿Te han hablado sobre la historia de cada casa en Hogwarts?

Y ahí estaba. Harry no se permitió tensarse pues eso ante los ojos del mayor podía ser reconocido y le indicaría que estaba a la defensiva y no era conveniente. Supuso que, si ahora el tema de conversación era ese, Dumbledore estaba al tanto de que Hagrid lo había llamado por el mismo tema, incluso era probable que Hagrid hubiese sido mandado por el más viejo a persuadirlo, le parecía correcto ser sincero respecto a ciertas cosas y probar suerte al hacerle creer que le confiaba cosas.

Con sus pequeñas manos levantó el vaso y lo llevó a sus labios fingiendo beber de aquel líquido sin tomar gota alguna.

—Sí, hace unos días tuve una charla con el guardabosques Hagrid, no sabía que Slytherin tuviese tan mal historial... —Dijo con la voz un poco baja como si temiera sobre aquello, sólo para generar más ambiente y credibilidad.

—¿Sí? Bueno, cada casa aquí en Hogwarts se le conoce por sus características y todas son relevantes, Ravenclaw admira la inteligencia y la sed de ella, Hufflepuff la amistad y la lealtad, Gryffindor es la casa de los valientes y aquellos que siempre van a abogar por el bienestar de todos, Slytherin, por el contrario, ha sido una casa que ha ganado su fama a costa de magos que no han tomado el camino correcto. —Dumbledore hablaba con voz pausada y completamente calmada como si fuese incapaz de en algún momento tomar un temperamento que no le perteneciera. Sus ojos no dejaban de ver al más pequeño frente a él—. Claro está, que jamás he estado de acuerdo en que se dejen llevar por los prejuicios, no se puede hacer pagar a todo un grupo de personas por gente que ha tomado malas decisiones.

Harry levantó su mirada para verlo y asentir mostrándole que estaba de acuerdo con él y con su pensamiento, era exactamente lo que él creía. A pesar de que poseían una manera de pensar igual, no bajó la guardia y nunca se permitió ver al mayor por más de un segundo a los ojos, ni siquiera por acto reflejo.

—Señor, si cree que yo he pensado en dejarme influenciar, no es de esa forma, jamás querría ser igual a Voldemort. —Soltó sin considerar el nombre, pero al ver el gesto sonriente de Dumbledore, supo que había hecho bien en llamarlo por su nombre y no por el apodo que los demás le tenían.

—Para nada, Harry, sé que hay más bondad en ti de la que cualquiera podría ver, es algo que ya he visto antes.

—¿Sí? ¿En quién?

—En tus padres.

Evidentemente no iba a mencionar que lo había sacado de Hannibal considerando que nadie sabía que Harry era realmente hijo de él, pero al oír a sus "padres" se obligó en sonreír cálidamente mientras sus ojos prestaban un brillo falso ante la fantasía e ilusión que su corazón en teoría debía sentir respecto a sus difuntos "padres"

—Sin embargo, con el tiempo te darás cuenta que hay maneras de pensar que van muy aferradas a ciertas casas, maneras que no deberían ser.

El tono tan pausado y lleno de calma en su voz, le recordaba de cierta forma a Harry cuando Hannibal se presentaba de manera cordial queriendo presentar un ambiente cálido, lo hacía sobre todo con sus pacientes, el asunto recaía en que Harry no sabía si se podía fiar de que aquello era sincero o no, prefirió optar por desconfiar.

—He visto que pasas la mayor parte del tiempo con el joven Malfoy.

Harry apretó la silla a escondidas cuando escuchó el nombre de Draco saliendo de los labios resecos y arrugados de Dumbledore. Temiendo lo peor y no sabiendo por qué sentía un malestar tan latente al sentir que ahora lo estaba arrastrando a una situación que podía exponerlo, negó con calma.

—Solamente me ha estado enseñado Hogwarts, conoce más el mundo mágico que yo.

—Supongo que habrás notado cómo piensa él y sus amigos.

Volvió a levantar del vaso para fingir que tomaba, mostrando ligera confusión a la conversación como si no supiera de lo que Dumbledore hablaba. Le podía los vellos de punta sentirse vigilado por el director, eso quería decir que aunque no fuese visto, estaba al tanto de todo lo que ocurría en el castillo.

—No lo sé, no hemos llegado a ese tipo de amistad cercana, profesor. —Sonrió encogiéndose de hombros intentando cubrir el hecho de que realmente Draco se había vuelto cercano a él.

Si Dumbledore lo notó o no, no dijo nada, simplemente asintió con lentitud mientras tocaba los anillos en sus dedos y volvía a postrar ese gesto comprensivo en su rostro.

—La manera en la que defendiste a Granger ha sido de admirar, Harry. Debo decir que sacas a relucir los mejores rasgos de tus padres y me alegra que exista alguien como tú en Slytherin, pero también son características de un grandioso Gryffindor.  —Esta vez Dumbledore se puso de pie caminando hacia los alrededores de su escritorio—. Me hace considerar que puede que el sombrero seleccionador haya tenido una confusión contigo al colocarte en una casa donde no pertenecías.

Harry estaba perdiendo en silencio la compostura porque se sentía cada vez más expuesto y no sabía cómo reaccionar rápidamente pero no se lo permitió, dentro de sus pensamientos se repetía que debía respirar profundo y evaluar la situación antes de establecer una respuesta y así fue, con su corazón y pensamiento más calmado, analizó el contexto.

Dumbledore seguramente lo estaba evaluando, Harry conocía los pasos a seguir, le permitían a la persona la posibilidad de elegir, pero con la forma de pensar "correcta" sobre la mesa para que se pudiese interpretar que la decisión estaba siendo tomada por la persona que estaba siendo analizada, pero en realidad no, era una manipulación silenciosa.

—Yo considero que tal vez sea prudente quedarme en mi casa, profesor. —Cuestionó Harry luego de unos cortos minutos mientras sus manos se posaban encima de sus rodillas—. Verá, si fue una verdadera equivocación, Hermione se quedaría sola en Slytherin ya que no la podrían cambiar a ella también, eso rompería el respeto que le tienen a la decisión del sombrero seleccionador y su veracidad si dos personas fueron colocadas incorrectamente en otras casas. —Los ojos de Harry seguían de reojo al mayor quién simplemente decidió quedarse de pie a unos centímetros de su silla—. No la dejaré sola allí sin que nadie pueda defenderla, además, creo que podría ser una buena idea para que finalmente vean que un Slytherin no necesariamente debe ser alguien malo, pero claro, profesor, eso es lo que yo considero, creo que, si usted considera prudente cambiarme de casa, es lo que yo haré, pero con Hermione a mi lado.

Harry la estaba usando a ella, lo sabía, ya que tampoco le resultaba tanto ruido dejarla sola, no es como si ella no se pudiese defender sola. Si bien se había aferrado a Harry desde que este decidió defenderla, él sabía que ella no era una damisela en apuros. Pero el punto de la hija de Muggles le daba ventaja sobre aquella conversación y lo notó cuando los ojos de Dumbledore brillaron detrás de sus pequeños lentes.

No iba a permitir por nada en el mundo que lo cambiaran de casa.

—Estás en lo correcto, Harry. Tal vez sea bueno como dices, que permanezcas en Slytherin, tus rasgos Gryffindor pueden ayudar a más de uno. —Volvió a insistir con la casa queriendo básicamente tatuar en la cabeza de Harry que él era sin lugar a dudas un león oculto entre las serpientes—. Puedes igualmente tener amistades de otras casas, el joven Weasley, por ejemplo, viene de las mejores familias que conozco, puede ser bueno para ti que crees una amistad con él.

Harry entendió de inmediato que no era un comentario, era básicamente algo que el mayor esperaba y si era así... Harry debía obedecer o sabía que las cosas se pondrían peor. Aquello le generó más odio y rechazo por el pelirrojo con quién ahora debía forzar una amistad a no ser que quisiera tener al anciano encima.

Luego de aquello, siguieron charlando simplemente sobre las materias y cómo le iba a Harry, preguntas sutiles, opiniones referentes al mundo mágico, lo que Harry creía y más.

—Te has adaptado muy rápido, debo decir, esperaba encontrarte confuso los primeros días, ¿Tus parientes Muggles te han hablado sobre el mundo mágico?

—Para nada, señor, me he adaptado rápido porque para mí ha sido un alivio no tener que estar bajo su techo, son… Algo difíciles de sobrellevar.  —No sabía cuanto tiempo más iba a llevar aquella pequeña evaluación, pero ahora Harry se sentía mucho más calmado y relajado, sabiendo lo que debía responder exactamente y cómo mostrarse imperturbable.

—Y muy inteligente, debo decir, me ha impresionado la manera en la que te expresas.

—Tanto tiempo solo básicamente me ha hecho encariñarme con los libros, profesor, debo decir que me encantan.

—El conocimiento siempre es bueno, Harry, te lleva a la sabiduría. —Dijo Dumbledore con una de sus tantas sonrisas landinas haciendo que sus pequeños lentes se moviesen apenas unos centímetros.

Ya luego de que el anciano pareció satisfecho con aquella leve reunión, no hizo más que darle consejos a Harry y brindarle el espacio de su oficina por si necesitaba algo como una despedida, el menor se despidió con una sonrisa amplia en su rostro, caminó hacia la salida y una vez que cerró la puerta, soltó un suspiro sumamente fuerte como si hubiese estado aguantando la respiración por más de dos horas. Tenía muchísimas cosas en las cuáles pensar, demasiados puntos ciegos al alcance de su capacidad mental y lo único que consideraba era hablarlo con Snape y con su padre apenas pudiese hacerlo.

Cerca de las siete, Harry salió del castillo y se encaminó hacia el campo de quidditch, Draco tal cuál cómo habían quedado, estaba allí esperándolo, cuando lo vio, se levantó del suelo y caminó a pasos prontos hacia Harry.

—¿Y bien?

—No fue del todo mal, no sabe sobre nuestra aventura nocturna.

—¿Entonces de qué hablaron? —Insistió Draco antes de que Harry entrara al campo de Quidditch.

—Me habló sobre todo, quería conocerme y me dijo algo parecido a lo que conversé con Hagrid.. Podemos conversar mejor sobre esto en la habitación, ¿Sí?

Con aquello Draco asintió y permitió que Harry se fuese directamente hasta sus primeras prácticas de quidditch, evidentemente se quedó en parte de las tribunas evaluando todo.

Harry nunca había estado en aquel estadio deportivo. Había cientos de asientos elevados en tribunas alrededor del terreno de juego, para que los espectadores estuvieran a suficiente altura para ver lo que ocurría. En cada extremo del campo había tres postes dorados con aros en la punta. Le recordaron los palitos de plástico con los que los niños muggles hacían burbujas, sólo que éstos eran de quince metros de alto. Demasiado deseoso de volver a volar antes de que llegara Flint, Harry montó en su escoba y dio una patada en el suelo.

Qué sensación.

Subió hasta los postes dorados y luego bajó con rapidez al terreno de juego. La Nimbus 2.000 iba donde él quería con sólo tocarla. Era liberador.

Draco no dejaba de gritarle desde las tribunas, mofándose y diciéndole que dejara de lucirse, pero eran tan sólo bromas que Harry recibió con una amplia sonrisa. Le encantaría repetir la sensación de estar en el aire como la última vez, pero con Draco haciéndole compañía.

—¡Eh, Potter, baja!

Había llegado Marcus Flint. Llevaba una caja grande de madera debajo del brazo. Harry aterrizó cerca de él.

—Muy bonito —dijo Flint, con los ojos brillantes—. Ya veo lo que quería decir Snape, realmente tienes un talento natural. Voy a enseñarte las reglas esta noche y luego te unirás al equipo, para el entrenamiento, tres veces por semana.

Abrió la caja. Dentro había cuatro pelotas de distinto tamaño.

Duró básicamente unos cinco minutos explicándole absolutamente todo, cada posición de cada jugador, la pelota o instrumento que debían utilizar, sus movimientos y más, hasta que llegó a lo que en teoría debía ser la ocupación de Harry.

—Esta dorada —continuó Flint— es la snitch. Es la pelota más importante de todas. Cuesta mucho de atrapar por lo rápida y difícil de ver que es. El trabajo del buscador es atraparla. Tendrás que ir y venir entre cazadores, golpeadores, la quaffle y las bludgers, antes de que la coja el otro buscador, porque cada vez que un buscador la atrapa, su equipo gana ciento cincuenta puntos extra, así que prácticamente acaba siendo el ganador. Por eso molestan tanto a los buscadores. Un partido de quidditch sólo termina cuando se atrapa la snitch, así que puede durar muchísimo. Bueno, eso es todo. ¿Alguna pregunta?

Harry negó con la cabeza. Entendía muy bien lo que tenía que hacer; el problema era conseguirlo.

—Todavía no vamos a practicar con la snitch —dijo Flint, guardándola con cuidado en la caja—. Está demasiado oscuro y podríamos perderla. Vamos a probar con unas pocas de éstas.

Sacó una bolsa con pelotas de golf de su bolsillo y, unos pocos minutos más tarde, Flint y Harry estaban en el aire. Flint tiraba las pelotas de golf lo más fuertemente que podía en todas las direcciones, para que Harry las atrapara. Éste no perdió ni una y Flint estaba muy satisfecho. Después de media hora se hizo de noche y no pudieron continuar.

—La copa de quidditch llevará nuestro nombre este año nuevamente, pero contigo la tendremos asegurada.  —dijo Flint lleno de alegría mientras regresaban al castillo

Tal vez fue porque estaba ocupado tres noches a la semana con las prácticas de quidditch, además de todo el trabajo del colegio, la razón por la que Harry se sorprendió al comprobar que ya llevaba dos meses en Hogwarts. Sus clases, también, eran cada vez más interesantes, una vez aprendidos los principios básicos.

En la mañana de Halloween se despertaron con el delicioso aroma de calabaza asada flotando por todos los pasillos. Pero lo mejor fue que el profesor Flitwick anunció en su clase de Encantamientos que pensaba que ya estaban listos para empezar a hacer volar objetos, algo que todos se morían por hacer, desde que vieron cómo hacía volar el sapo de Neville. El profesor Flitwick puso a la clase por parejas para que practicaran. La pareja de Harry era Draco Malfoy (lo que fue un alivio, porque Harry temía que los profesores intentaran forzar su amistar con Ron como le había mencionado el director).

Ron, sin embargo, tuvo que trabajar con Hermione Granger.

Algo bastante incómodo tomando en cuenta que Ron parecía detestar a la muchacha sin razón alguna.

—Y ahora no se olviden de ese bonito movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el profesor; subido a sus libros, como de costumbre—. Agitar y golpear; recuerden, agitar y golpear. Y pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante también.

Era muy difícil.

Para algunos claramente.

Harry fue el primero en mover su varita con descendía enfocando su atención y la pluma comenzó a volar por los aires, seguida por la de Draco. Ambos se miraron sonrientes y satisfechos de haberlo conseguido casi a la par, era confuso y extraña la situación, pero cuando ambos elaboraron el hechizo casi a la par, la nuca de Harry se erizó por completo.

El profesor no pudo hacerse el ciego ante ambas plumas flotantes y aplaudió ligeramente.

—¡Excelente! Ya tenemos dos alumnos que pudieron conseguirlo, eso fue excepcional.

Ron, en la mesa próxima, no solamente estaba a punto de explotar de enojo, sino que, no estaba teniendo mucha más suerte.

—¡Wingardium leviosa! —gritó, agitando sus largos brazos como un molino.

—Lo estás diciendo mal. —Harry oyó que Hermione lo reñía—. Es Win-gar-dium levi -o-sa, pronuncia gar más claro y más largo.

—Dilo, tú, entonces, si eres tan inteligente —dijo Ron con rabia.

Hermione se arremangó las mangas de su túnica, agitó la varita y dijo las palabras mágicas. La pluma se elevó del pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas.

—¡Oh, bien hecho! —gritó el profesor Flitwick, aplaudiendo—. ¡Miren, Hermione Granger ha sido la tercera en conseguirlo!

Al finalizar la clase, Ron estaba de muy mal humor.

—No es raro que nadie la aguante —Escuchó decir a Ron cuando se abrían paso en el pasillo—. Es una pesadilla, te lo digo en serio.

Alguien chocó contra Harry. Era Hermione. Harry pudo ver su cara y le sorprendió ver que estaba llorando.

—Te ha oído. —Se entrometió Harry haciéndole frente a Ron.

—¿Y qué? —dijo Ron, aunque parecía un poco incómodo—. Ya debe de haberse dado cuenta de que no tiene amigos.

—¿Te parece gracioso humillar a alguien así? Te quejas de cómo los demás te lo hacen, pero tú eres igual. —Harry se sentía descompuesto y enojado, pero también entendía que llevarse mal públicamente con el pelirrojo no lo ayudaba, lo único en lo que pensaba era en la mirada del director encima de él. Tal vez si Ron sabía cosas que Harry no, hacerle creer que estaba dispuesto a una tregua, le haría soltar la lengua—. Si te vas a quejar de algo que tú mismo haces, no eres mejor que el resto.

Y con esto lo dejó sólo en aquel pasillo sabiendo que tal vez aquellas palabras le harían ruido en la cabeza si el muchacho lograba ser más inteligente de lo que aparentaba.

Harry se separó a eso de las ocho de la noche por un momento antes de la cena de Halloween, los niños estaban lo suficientemente emocionados al respecto y Draco estaba enviándole unas cartas a sus padres, fue el momento justo para escabullirse, correr por los pasillos solitarios hasta el despacho de Snape. Tocó unas tres veces y ya fue suficiente para que abriera.

La mirada del mayor era ligeramente confusa dando a entender que evidentemente no lo esperaba allí, detalló los alrededores evaluando si venía completamente solo y una vez satisfecho con dicha información, se hizo a un lado y lo dejó pasar.

—He de suponer que es de emergencia como para que rompas con lo que claramente estipule.

—Lo es. —Afirmó Harry, pero luego se contrajo sin saber si lo era. Sin embargo, no tener una perspectiva más madura sobre lo que sucedía y que pudiese brindarle otro punto de vista, no lo ayudaba—. El director quiso verme hoy.

—¿Sí? ¿Y para qué sería eso? —Snape se volvió hacia su escritorio terminando lo que parecían unas anotaciones mientras su mirada estaba puesta sobre las hojas, pero su atención y gestos le daban a entender que lo escuchaba.

Harry no esperó, le soltó todo, desde las preguntas, las aclaraciones, los gestos que hacía e incluso el tema con el muchacho con el que evidentemente no se llevaba bien, no sabía que tan prudente sería contarle aquello a Snape dado que, se trataba del mismo director de la escuela, por ende, de cierta forma Harry estaba alegando que no encontraba del todo confianza en esa figura.

Snape permaneció con su vista todavía con el cuaderno en su escritorio, ni siquiera lo miraba, más bien seguía enfrascado en su atención sobre la pluma que se detuvo lo suficiente como para secarse hasta que el mayor decidió levantar la vista finalmente y observar a Harry con detenimiento.

—Creo que sería lógico que acates lo que el profesor Dumbledore te ha solicitado. —Agregó finalmente Snape.

Harry levantó una de sus cejas y se contrajo en su asiento. —Me dijo hace unas semanas que las cosas se complicarían, ¿Es esto a lo que se refería?

Snape cruzó sus manos por encima de la mesa un momento mientras evaluaba con sus orbes más oscuros que la noche.

—Tu nacimiento tiene un significado y peso, el hecho de que hayas sobrevivido aquella noche sólo aumentó ese poder, eres quién venció al señor tenebroso por ende todos esperan que seas una digna imagen de un mago de luz. Que hayas quedado precisamente en la casa de donde uno de los magos oscuros más poderosos ha estudiado, no ha ayudado con eso.

Y ahí estaba, nuevamente el tema de la gama de la magia, Harry se levantó de su asiento sintiendo su mente necesitada de información mientras caminaba con toda la diligencia posible por los alrededores.

—Si esperan que actúes como un héroe, que pienses como uno y que sólo actúes por el bien mayor, debes hacerlo, Potter. De lo contrario, es probable que levantes sospechas.

Harry permaneció en silencio mientras veía un objeto sobre la chimenea, era una figura de un ciervo.

Se acordó de su padre de inmediato y lo único que reconoció ante la conexión de sus pensamientos era que, aparentar sólo le podía dar ventaja, conexiones con otros que tal vez no tenía en ese momento por cómo había estado actuando y ciertamente se sintió idiota.

Todavía le faltaba mucho camino por recorrer y mucho por aprender.

—Siéntate un momento. —Pidió Snape colocándose de pie finalmente de aquel escritorio y ponerse frente al sofá donde Harry se sentó sin refutar—. ¿Has estado leyendo?

—Sí.

—¿Y has practicado?

—Nunca ha sido problema para mí mantener mi mente controlada.

Snape lo evaluó como era costumbre, no decía nada, pero su mirada era capaz de traspasar cualquier barrera. Harry sopesaba en su espacio que seguramente diría algo más, pero a medida que los segundos pasaban y nada se planteaba en el ambiente, mayor era su intriga.

Hasta que, de golpe, sintió un perturbador e irreconocible dolor en la cabeza, era como una corriente eléctrica parecida al congelamiento del cerebro cuando comes algo frío de golpe, pero el doble. Sus pequeñas manos fueron directamente a su cabeza apretándola con fuerza mientras cerraba sus ojos con agonía y veía pasar por sus pensamientos todos sus recuerdos, uno tras otro de manera incontable y por destellos cegadores de luz. Sentía que le estaban destruyendo el cerebro por capaz.

Luego de lo que para Harry pareció ser una eternidad, el dolor se detuvo en seco, dejando a un Harry sudoroso con las manos blancas de tanto apretarlas y la respiración ligeramente agitada, su mirada por reflejo fue de inmediato hacia el mayor que aún se encontraba de pie ante él, pero ahora con un semblante diferente.

—¿Q-Qué fue eso?

—No mantienes para nada tu mente controlada.

—¿Cómo iba a saber que haría lo que sea que hizo? —Exclamó ligeramente molesto mientras intentaba nivelar su respiración.

—¿Crees que te pedirán permiso antes para entrar a tu mente? —Snape soltó con sorna y con la voz ronca mientras su vestimenta se movía ante la ligera brisa—. Quién sea que ha estado intentando entrar en tu mente, no pedirá permiso. Mantener la mente en calma no es lo mismo a controlarla.

Y tenía razón, Harry lo sabía y era precisamente por eso mismo que se molestó. Estaba molesto con Snape, molesto consigo mismo y molesto por el hecho de tener que recurrir a tanto porque a tan sólo unos meses en aquella escuela, ya corría peligro todos sus secretos, secretos los cuales Harry todavía no conocía ni la mitad de ellos y eso sólo engrandecía su enojo y frustración.

—La mitad del trabajo ya está hecho, que puedas mantener tu mente en calma es lo más difícil, ahora, esa misma calma que posees, debes utilizarla para detectar cuando alguien está intentando entrar en tu mente, sólo así podrás empezar a intentar sacarlo. —Snape se arremangó las mangas de su ropa y volvió a tomar con firmeza su varita haciendo que Harry frunza el ceño.

—¿¡Otra vez!? —Exclamó alarmado Harry quién ahora sí conocía el dolor de que su mente estuviese siendo básicamente destruida.

—Sí, otra vez.

Las manos se aferraron al borde suave del asiento volviendo a recuperar la compostura y control sobre la calma de sus pensamientos y justo cuando consiguió que su palacio de la memoria yaciera en un silencio y calma exquisito, volvió a sentir el destellante dolor que le hizo rechinar los dientes y volver a soltar ligeros quejidos mientras el sudor volvía a ser presente.

—¡Concéntrate, Potter! Detecta el momento justo cuando entro antes de que indague en tus pensamientos.

—¡Pero ni siquiera puedo sentirlo! —Grtió frustrado Harry quién todavía estaba luchando contra la electricidad en cada nervio de su cabeza hasta que volvió a desaparecer y dejarlo jadeando.

—Tal vez sí seas un Potter después de todo. Tu padre era igual de patético, todo el tiempo quejándose y culpando el entorno en vez de asumir que él era simplemente un fracaso.

Harry se tensó de inmediato mientras sus dientes esta vez rechinaban, pero no por el dolor sino por el odio y enojo que le comenzó a carcomer cada espacio de su cuerpo. Él era hijo de Hannibal, eso lo hacía un Lecter, eso lo convertía en alguien superior, en alguien que no necesitaba ni siquiera tener el talento porque, aunque careciera de el, conseguiría la forma de adquirirlo. No iba a permitir que lo compararan con alguien ajeno a él y que lo creyeran insuficiente como para no llegar a los talones de su padre, muchísimo menos dejaría que cuestionaran la forma en la que Hannibal lo crió.

—Yo no soy un Potter. —Proclamó con la voz más gruesa que su edad le permitía mientras el verde en sus ojos se oscurecía.

—Entonces demuéstralo.

El silencio volvió a abrazar aquella habitación y Harry dentro de su tumulto repleto de pensamientos exuberantes volvió a cerrar sus ojos y concentrar toda su atención en invadir con paz su mente. Calmada, blanca, sin ningún movimiento, ni siquiera prestó atención a los sonidos externos más que el de su respiración pausada, ya relajada al haber encontrado el punto exacto, se sentó en sus pensamientos sobre aquel suelo vacío y sin nada más que soledad.

Fue entonces cuando volvió a sentir aquella vibrante sensación de electricidad, pero percibió un humo negro invadiendo la calma de su mente. El dolor seguía estando allí, seguía invadiendo su cuerpo, pero esta vez podía verlo y lo único que hizo fue acercarse hacia esa nube negra que buscaba expandirse en su mente hasta que, al estar a punto de tocarla, salió y volvió a la realidad.

Harry mantenía su respiración agitada nuevamente pero ya no tanto como minutos antes y no sabía si lo había conseguido o no, el rostro de Snape no ayudaba a que pudiese deducir lo que había ocurrido y la intriga lo estaba bañando haciendo que se pusiera de pie, pero sus piernas le fallaran momentáneamente.

Snape lo evaluaba, no había rastro alguno que el muchacho pudiese percibir, pero la impresión estaba ahí, dibujada bajo la mascara que poseía y en silencio, volvió a guardar su varita.

—¿Y bien?

—Sigue practicando, controla tu mente. —Soltó sin más dándole la espalda y regresando a su escritorio—. Regresa con tu grupo, Lecter.

A Harry no le hizo falta comprobar nada, la calidez en su pecho se esparció cuando lo escuchó llamarlo por su verdadero apellido. Se lo había demostrado y se lo había ganado, se había ganado su apellido y eso sólo aumentó el deseo de que el mérito de su padre, llegara cuando fuese capaz de merecerlo.

Ya estaba en la puerta dispuesto a irse pero se le generó una pregunta en su mente que le hizo detenerse.

—Profesor. —Llamó por lo bajo sin voltearse ni esperar respuesta—. ¿Cree que debo alejarme de Draco y estar con gente como… Ron?

Se quedó viendo el cerrojo de la puerta sin saber si retirarse de allí sin respuesta o esperar, ya estaba girando el pomo lentamente.

—No creo que debas alejarte de Malfoy y creo que, aunque yo o cualquiera te lo dijera, no es algo que aceptarías así nada más, sin embargo, es prudente que comiences a mostrar otro semblante, pero eso es algo que ya sabías, ¿No?

Harry asintió de espaldas.

—Entonces, ¿Por qué me preguntas?

Los hombros de Harry se tensaron apenas en un ligero reflejo mientras mordía su labio inferior, claro que sabía por qué lo hacía, pero no sabía si se sentía preparado para decirlo en voz alta. Después de dos minutos en silencio, soltó un suspiro y abrió la puerta dispuesto a irse luego de aquello.

—Mi padre no está aquí conmigo y aunque sé que puedo escribirle cada vez que lo necesite, siento que usted es la segunda persona más parecida a él, creo que, después de todo empiezo a entender, porqué mi padre de cierta forma lo eligió y si conoce algo sobre los Lecter es que no confiamos en muchos y a muy pocos o casi ninguno consideramos tan cercanos como amigos o…. familia.

Harry no esperó la respuesta y tal cual como se lo había propuesto, salió de allí con rapidez dejando al adulto dentro de su despacho con los ojos ligeramente abiertos, pero ahora con una confusión dentro de su pecho.

Hermione no apareció en la clase siguiente y no la vieron en toda la tarde.

De camino al Gran Comedor, para la fiesta de Halloween, Harry y Draco oyeron que Pansy Parkinson le decía a su amiga que Hermione estaba llorando en el cuarto de baño de las niñas y que deseaba que la dejaran sola.

Mil murciélagos aleteaban desde las paredes y el techo, mientras que otro millar más pasaba entre las mesas, como nubes negras, haciendo temblar las velas de las calabazas. El festín apareció de pronto en los platos dorados, como había ocurrido en el banquete de principio de año.

Harry se estaba sirviendo una patata con su piel, cuando el profesor Quirrell llegó rápidamente al comedor; con el turbante torcido y cara de terror.

Todos lo contemplaron mientras se acercaba al profesor Dumbledore, se apoyaba sobre la mesa y jadeaba:

—Un trol... en las mazmorras... Pensé que debía saberlo.

Y se desplomó en el suelo.

Se produjo un tumulto.

Harry y Draco simplemente se miraron el uno al otro con el semblante extrañado mientras Harry se limpiaba las manos y observaba a los demás correr y gritar.

Para que se hiciera el silencio, el profesor Dumbledore tuvo que hacer salir varios fuegos artificiales de su varita.

—Prefectos —exclamó—, conduzcan a sus grupos a los dormitorios, de inmediato.

—¡Síganme! ¡Los de primer año, manténganse juntos! ¡No necesitan temer al trol si siguen mis órdenes! Ahora, vengan conmigo. Hagan sitio, tienen que pasar los de primer año. ¡Perdón, soy un prefecto! —Exclamaba Percy hacia los de Gryffindor.

—¿Cómo ha podido entrar aquí un trol? —preguntó Harry, mientras se interceptaban entre los otros estudiantes.

—Los trols son completamente estúpidos —dijo Draco—. Solo dudo mucho que haya podido pasar.

Pasaron entre varios grupos de alumnos que corrían en distintas direcciones. Mientras se abrían camino entre un tumulto de confundidos Gryffindors, Harry aprovechó el momento cuando vio a Ron pasar y elevó su voz.

—¡Acabo de acordarme... Hermione!

—¿Qué pasa con ella? —Preguntó Draco con las cejas levantadas.

Harry no había tenido el momento de conversar a solas con Draco respecto a su ahora nueva actitud y sólo esperaba que el rubio pudiese seguirle el juego. Aprovechando que nadie los veía, abrió los ojos en señal de que le siguiera el juego, a pesar de que Draco levantó sus cejas confundido, entendió de inmediato.

—No sabe nada del trol. Se quedó llorando en los baños por lo que Weasley dijo.

Ron se mordió el labio.

—Oh, bueno —dijo enfadado—. Pero que Marcus no nos vea.

Se agacharon y se mezclaron con los Hufflepuffs que iban hacia el otro lado, se deslizaron por un pasillo desierto y corrieron hacia el cuarto de baño de las niñas. Acababan de doblar una esquina cuando oyeron pasos rápidos a sus espaldas.

—¡Marcus! —susurró Draco, empujando a Harry detrás de un gran buitre de piedra.

Sin embargo, al mirar; no vieron a Percy, sino a Ron. Cruzó el pasillo hasta llegar a donde estaban ellos y al verlos frente a frente, su rostro bailó por diferentes emociones.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —murmuró Harry.

—¿Qué están haciendo ustedes?

—Ir a buscar a Granger, inteligente, ¿Qué más? Podremos ser Slytherins pero no somos tan imbéciles como tú y hacer llorar a una niña y luego no ir a ayudar.

Draco nada más le dirigió una mirada a Harry que claramente le decía “Si no me lo explicas luego, te voy a asesinar” Y Harry en definitiva asintió ocultando su risa y volviendo su rostro hacia los pasillos.

—¿Vas a ayudar o te irás corriendo a la seguridad de tu habitación? —Preguntó Harry esperando que, la respuesta fuese la que esperaba.

Ron mantenía sus cejas levantadas y se notaba que no se confiaba en lo absoluto, sin embargo, veía que tanto Draco como Harry aparentaban estar seguros de ir a ayudar únicamente a la niña en vez de cometer algún acto nefasto como pudiese creerlo en otro momento. No exclamó más nada y asintió.

—Pero que sepan que, si me pasa algo, Seamus y Dean saben que vine para acá.

—Créeme, Weasley, mi deseo no es verte siendo comido por un trol, es más de lo que mereces. —Agregó Draco volteándole los ojos y siguiéndole los pasos a Harry.

Lo más silenciosamente posible, se arrastraron por el otro pasillo, detrás de los pasos apagados del profesor.

—¿No sienten un olor raro? —Preguntó Ron.

—Sí, Weasley, eres tú mismo. —Respondió Draco.

Harry olfateó y un aroma especial llegó a su nariz, una mezcla de calcetines sucios y baño público que nadie limpia.

Y lo oyeron, un gruñido y las pisadas inseguras de unos pies gigantescos.

Draco señaló al fondo del pasillo, a la izquierda. Algo enorme se movía hacia ellos. Se ocultaron en las sombras y lo vieron surgir a la luz de la luna.

Era una visión horrible. Más de tres metros y medio de alto y tenía la piel de color gris piedra, un descomunal cuerpo deforme y una pequeña cabeza pelada. Tenía piernas cortas, gruesas como troncos de árbol, y pies achatados y deformes. El olor que despedía era increíble.

Harry no podía creer lo que estaba apunto de hacer, en lo que estaba metiendo a Draco solamente por la maldita apariencia, en otro momento de su vida donde no importara más nada que su propia percepción y manera de llevar la vida, jamás habría arriesgado su pellejo de esa forma por alguien que acababa de conocer si eso no le propiciaba algo a favor, muchísimo menos con el complejo de "héroe" que al parecer todos esperaban de él, nunca habría actuado de manera tan imprudente, era inconcebible y le generaba asco y enojo pero era lo que debía hacer. No solamente para aprovechar el momento y acercarse al pelirrojo sino también para disipar las dudas que pudiesen existir respecto a su persona, al menos hasta que estuviese listo y Harry sabía que para cuando ese momento llegara, estaría preparado.

El monstruo se detuvo en una puerta y miró hacia el interior. Agitó sus largas orejas, tomando decisiones con su minúsculo cerebro, y luego entró lentamente en la habitación.

—La llave está en la cerradura —susurró Ron—. Podemos encerrarlo allí.

Pero Draco le volteó los ojos como por cuarta vez en aquel momento, había visto a Harry de reojo demostrándole que, debía pagarle bastante caro por hacerlo pasar por aquello y muchísimo más al tener que fingir con Harry que exponerse de esa forma era buena idea.

Se acercaron hacia la puerta abierta con la boca seca, rezando para que el trol no decidiera salir. De un gran salto, Ron pudo empujar la puerta y echarle la llave.

Comenzaron a correr por el pasillo para volver, pero al llegar a la esquina oyeron algo que hizo que los tres voltearan a verse entre ellos: un grito agudo y aterrorizado, que procedía del lugar que acababan de cerrar con llave.

—Oh, no —dijo Ron, tan pálido como el Barón Sanguinario.

—¡Que genio, Weasley! —bufó Malfoy.

—¡Por lo menos estoy ayudando!

—¡Ya callense! Hermione está adentro. —Dijo de golpe.

Era lo último que querían hacer, pero ¿qué opción les quedaba? Bueno, bastantes para ser sinceros, ir directamente, decirles a todos en dónde estaba el troll y luego denunciar a la estúpida escuela que mantenía una seguridad tan "rigurosa" que hasta un troll podía pasar.

Cada minuto que pasaba a Harry le pesaban más sus piernas y sobre todo su mente. Se afirmaba que eso era lo más inmaduro que cualquier niño de su edad pudiese hacer, ¿Qué pensaría su padre si lo veía ahí jugando a ser superman?

No pensaría nada malo porque Harry no iba a arriesgar su vida por gusto, ni tampoco lo estaba haciendo porque quisiera, lo hacía para aparentar y todo Lecter actuaba únicamente a su conveniencia y aquello le sacaría provecho Harry para crear la imagen que necesitaba.

Volvieron a toda velocidad hasta la puerta y dieron la vuelta a la llave, Ron respoplaba de miedo. Harry empujó la puerta y entró quedándose al borde de la puerta con Draco evaluando la situación.

Hermione estaba agazapada contra la pared opuesta, con aspecto de estar a punto de desmayarse pero con la varita en mano. El personaje deforme avanzaba hacia ella, chocando contra los lavamanos.

—¡Distráelo! —gritó Harry a Ron tirando de un grifo, lo arrojó con toda su fuerza contra la pared.

El trol se detuvo a pocos pasos de Hermione. Se balanceó, parpadeando con aire estúpido, para ver quién había hecho aquel ruido. Sus ojitos malignos detectaron a Harry vaciló y luego se abalanzó sobre él, levantando su bastón.

—¡Eh, cerebro de guisante! —gritó Draco uniéndose y sin ánimos de quedarse atrás aunque no se lo hayan pedido desde el otro extremo, tirándole una cañería de metal. El ser deforme no pareció notar que la cañería lo golpeaba en la espalda, pero sí oyó el aullido y se detuvo otra vez, volviendo su horrible hocico hacia Ron.

—¡Vamos, corre, corre! —Harry gritó a Hermione, tratando de empujarla hacia la puerta, pero la niña apenas se intentó poner se pie, el gigante se volteó nuevamente.

Los gritos y los golpes parecían haber enloquecido al trol. Se volvió y se enfrentó con Ron, que estaba más cerca y no tenía manera de escapar.

El trol se agitó y sacudió su bastón. Ron continuaba tirando rocas a la cabeza del trol pero este se giró hacia Harry y cuando estuvo apunto de mover su bastón hacia el moreno intentando golpearlo, Harry movió su mano con rapidez hacia su varita pero Draco fue más rápido.

Draco empuñó su propia varita sin dudarlo cusndo su mirada se llenó de silencioso pánico al ver a Harry expuesto.

—¡Wingardium leviosa!

El bastón salió volando de las manos del trol, se elevó, muy arriba, y luego dio la vuelta y se dejó caer con fuerza sobre la cabeza de su dueño. El trol se balanceó y cayó boca abajo con un ruido que hizo temblar la habitación.

A Harry le faltaba el aire. Ron estaba allí, con una roca todavía en la mano y Draco con la varita todavía levantada, contemplando su obra.

Hermione fue la que habló primero.

—¿Está... muerto?

—No lo creo —dijo Harry—. Supongo que está desmayado.

Un súbito portazo y fuertes pisadas hicieron que los cuatro se sobresaltaran.

No se habían dado cuenta de todo el ruido que habían hecho, pero, por supuesto, abajo debían haber oído los golpes y los gruñidos del trol. Un momento después, la profesora McGonagall entraba apresuradamente en la habitación, seguida por Snape y Quirrell, que cerraban la marcha. Quirrell dirigió una mirada al monstruo, se le escapó un gemido y se dejó caer en un inodoro, apretándose el pecho.

Snape se inclinó sobre el trol. La profesora McGonagall miraba a Ron, Harry y Draco. Nunca la habían visto tan enfadada. Tenía los labios blancos.

Harry sabía que iban explicitamente a regañarlos y con toda la razón, tener alumnos con instintos suicidas era inconcebible y más que por culpa de la ineptitud del personal, el trol haya tenido que ser detenido por niños de once años.

—¿En qué estaban pensando, por todos los cielos? —dijo la profesora McGonagall, con una furia helada—. Tienen suerte de que no los haya matado. ¿Por qué no estaban en los dormitorios?

Snape dirigió a Harry una mirada aguda e inquisidora. Harry clavó la vista en el suelo sin verlo a él pero sabía que tenía la suficiente inteligencia como para detectar que Harry simplemente había actuado como esperaban que un inepto con complejo de héroe actuara.

Entonces, una vocecita surgió de las sombras.

—Por favor, profesora McGonagall... Me estaban buscando a mí.

—¡Hermione Granger!

Hermione finalmente se había puesto de pie.

—Yo vine a buscar al trol porque yo... yo pensé que podía vencerlo, porque, ya sabe, había leído mucho sobre el tema.

¿Hermione los estaba defendiendo para evitar la reprimenda?

Definitivamente poseía la lealtad de todo un Slytherin, Harry no se había equivocado al voltear a verla.

—Si ellos no me hubieran encontrado, yo ahora estaría muerta. Harry y Ron lo distrajeron y Draco lo hizo golpearse con su propio bastón. No tuvieron tiempo de ir a buscar ayuda. Estaba a punto de matarme cuando ellos llegaron.

Honestamente sí habría dado tiempo de conseguir ayuda si no se hubiesen quedado a husmear en los pasillos y pelear en silencio.

Draco estaba pálido pero no por lo que acababan de presenciar sino por lo que posiblemente fuese a acarrear lo que había hecho. Sólo podía pensar en el hecho de que si su padre se enteraba que había intentado ayudar a una sangre sucia, lo iban a castigar de mil maneras posibles pero Draco no lo hizo por Hermione, lo había hecho sin pensar al ver a Harry en peligro.

—Bueno... en ese caso —dijo la profesora McGonagall, contemplando a los cuatrl niños pero en su rostro todavía había un ápice de inconformidad—... Hermione Granger, eres una tonta. ¿Cómo creías que ibas a derrotar a un trol gigante tú sola?

Hermione bajó la cabeza.

—Hermione Granger, por esto Slytherin perderá cinco puntos —dijo la profesora McGonagall—. Estoy muy desilusionada por tu conducta. Si no te ha hecho daño, mejor que vuelvas a las mazmorras. Los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.

Hermione se marchó.

La profesora McGonagall se volvió hacia Harry, Ron y Draco.

—Bueno, sigo pensando que tuvieron suerte, pero no muchos de primer año podrían derrumbar a esta montaña. Han ganado cinco puntos cada uno para Slytherin y Gryffindor. El profesor Dumbledore será informado de esto. Pueden irse.

La profesora McGonagall parecía complacida únicamente con el hecho de ver a Harry con Ron pero a Draco ni siquiera lo veía, era como si fuese invisible y aquello a Harry no le gustó en lo absoluto.

Salieron rápidamente y no hablaron hasta que el pasillo se separaba entre la torre de Gryffindor y la conexióna las mazmorras, Harry respiró profundamente para voltearse y ver al pelirrojo.

—Supongo que luego de luchar a muerte contra un trol y habernos salvado la espalda mutuamente no seguirás con la riña infantil, ¿O sí? —Preguntó Harry una vez que Ron lo vio directamente a los ojos.

El pelirrojo no expresó nada, solamente miró al suelo por un rato largo, asintió y se retiró dejándolos a Draco y a Harry finalmente solos.

—¿Vas a decirme ahora por qué actuamos como unos imbéciles Gryffindors con afán de querer demostrar nuestra valentía? —Draco estaba molesto. De hecho, molesto era corto para lo que su rostro denotaba y Harry lo entendía.

—Vamos a la habitación primero, no es algo que te pueda contar aquí.

La sala común estaba llena de gente y ruidos. Todos comían lo que les habían subido. Hermione, sin embargo, estaba sola, cerca de la puerta, esperándolos. Se produjo una pausa muy incómoda.

—Gracias... por salvarme.

—No te salvé a ti, que conste, no me genera ninguna emoción lo que posiblemente te haya podido pasar, fuiste tú con tu actitud inmadura la que nos arrinconó a actuar de una forma tan inmadura, Harry corrió peligro por tu culpa.

Draco explotó y luego de mirar por última vez a los dos, salió en bomba hacia la habitación sin decir nada más. Hermione seguía perpleja y se removió por el comentario del rubio.

—No nos agradezcas por haber actuado así, cualquier persona pensante lo último que haría sería eso, sin embargo, sabíamos que estabas allí.

—¿Qué hacía Ron con ustedes? —Agregó Hermione tomando un plato para comer.

—Quiso redimirse por haberte hecho llorar. —Agregó sin más encongiendose de hombros y luego de un rato más viendo como todos comían, Harry regresó sus pasos hacia su habitación.

Haber escuchado a Draco diciendo que Harry corría peligro con tanta preocupación le hizo sentir un cosquilleo desconocido en la boca de su estómago y no sabía si sería coherente ir a verlo tan pronto pero Harry estaba cansado y quería honestamente ir a dormir así que tocó la puerta avisando su presencia y luego abrió.

Draco estaba sobre su cama con un libro entre las manos, no se inmutó ante la presencia de Harry, ni siquiera volteó a verlo pero Harry no le prestó atención, se cambió su ropa, se colocó su pijama y se sentó en la cama del rubio sin ser invitado.

—¿Qué lees? —Cuestionó Harry matando el silencio inclemente en la habitación.

Draco simplemente movió sus hombros dándole a entender que ni siquiera tenía ánimos de responderle.

—¿Te molestaste conmigo?

Malfoy sacó su mirada del libro por unos segundos mirando a Harry con muchísimas emociones bailando en su iris, estaba molesto pero el moreno no entendía por qué, tal vez sería haberlo expuesto de esa forma así sin más y Harry en su posición habría actuado igual pero no creía que fuese razón suficiente para enfadarse de esa magnitud.

Draco pareció notarlo y dejó su libro finalmente sentándose mejor sobre la cama.

—Mira, Harry. Entiendo que debas tener tus secretos así como yo tengo los míos, después de todo, exponernos por completo el uno al otro cuando nos conocimos hace algunos meses no es muy inteligente que se diga pero no me tomes por idiota. —Su voz sonaba tajante y demostraba el temperamento que tenía—. Me has estado ocultando cosas, si no confías en mí entonces dilo de una vez porque yo sí he confiado en ti y no voy a ser el primero en empezar a abrirse con el otro si tú pareces únicamente dispuesto a escuchar secretos de los demás pero no confiarme los tuyos.

Harry se quedó helado.

Pero también se sentía fascinado, la percepción de Draco había sido tan inteligente que notó los inexistentes cambios expresivos en Harry y su actuar para percatarse que habían cosas que no le contaba. Quería sonreír, quería reírse e incluso tomarlo de las manos por la completa emoción que aquello le había propiciado, una mente al mismo nivel que la de él, era sumamente talentoso en la magia, estudiado, aplicado, inteligente, culto y tenía su misma edad. Harry nunca se había sentido en el lugar correcto si no era con su padre y con Draco era diferente.

Se quedó observando los ojos grisáceos por un rato largo mientras aspiraba las posibilidades, evidentemente no podía decirle la verdad, no del todo, pero sí podía confiarle algunas cosas, sólo hacía falta que Draco demostrara que era tan leal como para aceptar cualquier término con tal de seguir con Harry.

—Es cierto, sí, pero tus dudas son las mismas que las mías. —Sentó sobre la cama sus palabras para evaluar la respuesta del rubio.

Este simplemente movió sus cejas en duda y se quedó viendo las sábanas suaves de su cama que aún arropaban parte de su cuerpo.

—Hay formas, solamente que somos demasiado niños para hacerlas.

—¿Las hay?

Draco suspiró como burro pero también estaba ocultando una sonrisa.

—Sí, hay pactos de sangre, incluso está el juramento inquebrantable, básicamente, en cualquiera de los dos si rompes lo que fue pautado en el rito, te mueres.

A Harry se le iluminaron los ojos. Definitivamente buscaría sobre ello en algún libro y el hecho de que Draco siquiera lo consideraba, le puso los vellos de punta.

Estaban, para pensamiento de Harry, muy pequeños para algo tan significativo pero fue algo que guardó bajo la manga.

—Hagamos algo más práctico, algo de palabra. —Agregó Harry.

—¿Cómo de palabra?

—Bueno, me crees alguien de palabra, ¿no?

—Hasta ahora sí.

—Vale, entonces, si lo poco que te cuente llega a caer a oídos indebidos. —Permaneció en silencio un rato mientras su semblante se tornaba completamente serio—. Me vengaré de la manera más cruel y dolorosa que exista y créeme Draco, que no habrá manera en la que mi palabra no se cumpla.

Sonrió luego sentando su rostro cálido como si lo que acababa de decir no fuese una notaria advertencia y luego de que el rubio lo evaluara con cierta duda e incluso con la ligeras ganas de alejarse debido a que, Harry no se había dado cuenta que al momento de decirlo, su aura mágica abordó toda la habitación abrazando y presionando con fuerza a Draco.

Tragó y asintió.

—Acepto.

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