
Bailes y secretos familiares
Regulus Black se encontraba en su habitación, mirando fijamente el techo. Walburga, su madre, había decidido tomar medidas drásticas para asegurarse de que Regulus no tuviera ningún contacto con su hermano mayor, Sirius. Había confiscado su teléfono y, para mayor seguridad, incluso había contratado a un guardaespaldas para vigilarlo.
Regulus se sentía atrapado. Su relación con Sirius estaba débil debido al incidente de la fiesta, aunque habían acordado intentar mejorarla, esta situación lo complicaba aún más. Ahora parecía que su madre estaba dispuesta a romper cualquier lazo que quedara entre ellos. ¿Cómo podía expresar lo que sentía sin su celular? ¿Cómo podía decirle a Sirius que lo extrañaba, que necesitaba su apoyo?
Ya habían pasado tres semanas desde que no tenía contacto con Sirius, y la sensación de aislamiento se profundizaba. El ballet era su única vía de escape. Regulus se calzó las zapatillas de punta y comenzó a practicar los pasos en el pequeño espacio de su habitación. Cada movimiento era una forma de liberación, una manera de comunicarse sin palabras. A través de la danza, Regulus podía expresar su dolor, su rabia y su anhelo.
Pero, mientras giraba y saltaba, una idea comenzó a formarse en su mente. Tal vez había otra forma de comunicarse con Sirius. Una forma secreta, que su madre no podría controlar. Regulus se detuvo, sintiendo la determinación crecer dentro de él. Si no podía hablar con su hermano a través del celular, lo haría a través de las estrellas.
Esa noche, Regulus se asomó a la ventana de su habitación. El cielo estaba despejado y las estrellas brillaban con intensidad. Extendió su mano hacia el firmamento, como si pudiera tocarlas. "Sirius", susurró en voz baja, "siempre estaré aquí, mirando las mismas estrellas que tú".
Y así comenzó su secreto ritual. Cada noche, Regulus se asomaba a la ventana y buscaba la constelación de Orión. Sabía que Sirius también la vería desde donde estuviera. A través de las estrellas, se enviaban mensajes silenciosos, palabras que no podían ser interceptadas por su madre.
La lealtad de Regulus hacia su hermano era más fuerte que nunca. Aunque su celular estuviera en manos de Walburga y su voz fuera silenciada, las estrellas seguían siendo su conexión. Y mientras bailaba bajo su luz, Regulus juró que nunca dejaría de buscar a Sirius, incluso en la oscuridad más profunda.
Era un miércoles gris, y Regulus se sentía más abatido que de costumbre. Las tres semanas sin noticias de Sirius lo estaban desgastando. Sentado en el asiento trasero del coche, con el guardaespaldas vigilándolo desde el frente, observaba sin interés el paisaje urbano que pasaba rápidamente. La rutina de ir a la escuela se había vuelto una monotonía insoportable.
Al llegar, el coche se detuvo frente al edificio escolar. Regulus bajó con pesadez, su mente aún atrapada en pensamientos de su hermano. Apenas había dado unos pasos cuando sintió un tirón en su pantalón. Miró hacia abajo y vio un perro negro, un Pastor Belga Groenendael, mordiendo la tela y tirando de él. El guardaespaldas se apresuró a intervenir, pero el perro respondió con un gruñido defensivo, plantándose firme entre Regulus y el hombre.
Regulus se agachó para examinar al animal, notando una placa en su collar con el nombre "Blue" grabado en ella. La memoria lo golpeó de inmediato: recordaba vívidamente una tarde en la que él y Sirius paseaban por la ciudad. Desde afuera de una tienda de mascotas, habían visto unos cachorros. "Si tuviera uno, lo llamaría Blue", había dicho Regulus en ese entonces.
El perro parecía esperar algo, y Regulus pronto descubrió qué era. Enganchada al collar, había una nota. Con manos temblorosas, la desenganchó y la leyó rápidamente. Era la letra inconfundible de Sirius: "Entra al edificio, pero no entres a clases."
El perro, habiendo cumplido su misión, se alejó. El guardaespaldas, que había observado toda la escena con creciente sospecha, preguntó: "¿Qué es esa nota?"
Regulus arrugó el papel con rapidez y lo metió en su bolsillo. "No es nada", respondió, esforzándose por parecer despreocupado. "Solo publicidad o algo así."
Sin más que decir, se despidió del guardaespaldas y entró al edificio, con el corazón latiendo con fuerza por la expectativa y la renovada esperanza de tener algún tipo de contacto con su hermano.
Regulus caminó por los pasillos del edificio escolar, su mente trabajando febrilmente para encontrar un lugar donde pudiera leer la nota de Sirius sin ser descubierto. Se dirigió a una zona poco concurrida, cerca de las aulas de almacenamiento, donde sabía que rara vez pasaba alguien. Silenció su nuevo celular para asegurarse de que no hubiera forma de que lo notaran y se deslizó en un rincón oscuro detrás de unas estanterías llenas de libros viejos.
Sacó la nota arrugada de su bolsillo y la alisó con cuidado. Estaba a punto de leerla cuando escuchó el sonido de una ventana cercana abriéndose. Contuvo el aliento y aguzó el oído. Las voces que escuchó a continuación le resultaron familiares.
"Tenemos que encontrar a Regulus antes de que alguien más lo haga," decía una voz que reconoció al instante como la de Sirius. "No podemos permitir que Walburga nos descubra."
"Lo sé, pero esta escuela es enorme," respondió otra voz, perteneciente a Potter. "¿Tienes alguna idea de dónde podría estar escondido?"
"No tengo un plan exacto, pero Regulus siempre ha sido bueno para encontrar lugares donde esconderse," intervino Remus Lupin. "Podría estar en cualquier rincón. Debemos movernos rápido."
Regulus sintió un nudo en la garganta al escuchar a su hermano y sus amigos hablando con tanta determinación sobre encontrarlo. Se sentía dividido entre salir y correr hacia ellos o mantenerse oculto para evitar ponerlos en peligro. Decidió que debía ser cauteloso.
Miró nuevamente la nota, que simplemente decía: "Nos vemos en el laboratorio de química, después del tercer periodo. No faltes."
Con cuidado, Regulus guardó la nota en su bolsillo y se preparó para moverse con discreción. Tenía que llegar al laboratorio sin ser detectado, y tenía que asegurarse de no atraer la atención de su guardaespaldas.
Esperó a que las voces se alejaran y, una vez que estuvo seguro de que el camino estaba despejado, salió de su escondite y comenzó a dirigirse sigilosamente hacia su destino. Mientras avanzaba por los pasillos desiertos, sentía que su corazón latía con fuerza, impulsado por la esperanza de que, finalmente, podría reunirse con su hermano y encontrar una forma de superar juntos la vigilancia de su madre.
Regulus llegó al laboratorio y, para su alivio, lo encontró vacío. Las mesas estaban limpias y ordenadas, y los instrumentos brillaban a la luz tenue que entraba por las ventanas altas. Cerró la puerta detrás de él y respiró hondo, permitiéndose un momento de tranquilidad.
Se sentó en una de las mesas del fondo, sacando un libro de su mochila. Era una vieja novela que había leído muchas veces antes, pero que siempre le daba consuelo. Mientras esperaba a Sirius, comenzó a leer, intentando distraerse del nerviosismo y la ansiedad que lo habían acompañado durante las últimas tres semanas.
El silencio del laboratorio y la cadencia de las palabras en la página empezaron a tener un efecto relajante sobre él. Lentamente, los párpados de Regulus se volvieron pesados. No había dormido bien desde que su madre le había confiscado el celular y había aumentado la vigilancia sobre él. Las noches eran largas y llenas de preocupación por Sirius.
A los pocos minutos, el libro resbaló de sus manos y sus ojos se cerraron. Su respiración se volvió lenta y regular, y pronto quedó profundamente dormido sobre la mesa, la cabeza apoyada sobre sus brazos cruzados.
Mientras dormía, los sueños lo llevaron a recuerdos felices con Sirius. Soñó con aquellos días despreocupados, cuando los dos hermanos paseaban por el bosque cercano a su casa, compartiendo secretos y riendo juntos. En su sueño, Sirius estaba a su lado, sosteniendo a un cachorro negro llamado Blue, y todo parecía estar bien.
Regulus no sabía cuánto tiempo había pasado, pero se sentía momentáneamente en paz, ajeno a la tensión y el miedo que lo habían acompañado durante esas semanas difíciles. Aunque solo fuera por un rato, había encontrado un respiro en medio del caos.
Regulus comenzó a despertarse lentamente, sintiendo cómo el sueño se disipaba al escuchar el sonido de la puerta del laboratorio abriéndose. Alzó la cabeza y parpadeó, tratando de aclarar su visión. A través del velo del sueño, distinguió las figuras de Sirius y sus amigos entrando al laboratorio. Intentaban ser silenciosos, pero sus susurros eran claramente audibles en el silencio del aula.
Sirius se inclinó hacia los otros chicos, señalando a Regulus con una sonrisa tierna. "Miren a Regulus, parece un lindo angelito durmiendo. Sin duda, voy a secuestrarlo," bromeó en voz baja.
Remus, siempre el más sensato del grupo, respondió con una sonrisa suave: "Tal vez deberías preguntarle si quiere ir contigo en vez de secuestrarlo."
Peter y James no pudieron evitar soltar risitas contenidas, disfrutando del momento.
El sonido de las risas despertó por completo a Regulus, que se incorporó despacio, todavía un poco desorientado. Al ver a su hermano y sus amigos allí, una mezcla de alivio y emoción lo invadió. Les devolvió la mirada con una expresión de sorpresa y una leve sonrisa.
"Siri," murmuró, aún medio adormilado. "¿Qué están haciendo aquí?"
Sirius dio un paso adelante, con una mirada que combinaba preocupación y afecto. "Vinimos a buscarte, Regulus. No podía dejar que mamá te mantuviera aislado así. Tenemos que encontrar una manera de estar en contacto, pase lo que pase."
Regulus se frotó los ojos, sintiéndose más despierto a medida que la situación se aclaraba en su mente. La presencia de Sirius y sus amigos era un recordatorio de que no estaba solo, de que había personas que se preocupaban por él.
"Gracias por venir," dijo finalmente, con una voz cargada de emoción. "Realmente necesitaba verte."
Sirius no dudó un segundo después de escuchar las palabras de Regulus. Cruzó el laboratorio rápidamente y envolvió a su hermano en un abrazo fuerte y protector. La calidez del abrazo y la cercanía de Sirius hicieron que Regulus sintiera un alivio inmediato, como si todo el peso de las últimas semanas se esfumara por un momento. El abrazo se alargó, y Sirius no parecía tener intención de soltarlo pronto.
Finalmente, Regulus, con una sonrisa en los labios pero sintiéndose un poco asfixiado, se quejó: "Sirius, me estás asfixiando."
James se rió y puso una mano en el hombro de Sirius. "Vamos, suéltalo un poco, amigo. No queremos que se desmaye."
Sirius aflojó el abrazo, pero no del todo. Miró a Regulus con una mezcla de alivio y determinación. "Lo siento, Reg. Es solo que... te he extrañado mucho."
Regulus asintió, comprendiendo perfectamente el sentimiento. "Yo también te he extrañado."
Remus, siempre práctico, tomó la iniciativa. "Bien, ahora que estamos todos aquí, tenemos que planear cómo salir de esta escuela sin que nadie nos note."
Todos prestaron atención mientras Remus desplegaba un mapa del edificio. "He estudiado el lugar y encontré un par de rutas que deberíamos poder usar sin que los vigilantes nos detecten. Primero, saldremos por esta puerta trasera del laboratorio, que da a un pasillo raramente usado. Luego, bajaremos por las escaleras de servicio que llevan al sótano. Desde allí, hay una salida que nos llevará al jardín trasero."
Peter añadió: "Ya hemos dejado algunas distracciones por el camino, en caso de que alguien empiece a sospechar. Con suerte, eso nos dará tiempo suficiente para salir."
James, que estaba observando atentamente el mapa, asintió con entusiasmo. "Parece un buen plan. Solo tenemos que movernos rápido y en silencio."
Sirius miró a Regulus, su expresión llena de confianza. "¿Estás listo, Reg?"
Regulus respiró hondo y asintió. "Sí, estoy listo. Vamos a salir de aquí."
Con el plan en marcha y el grupo unido en su determinación, se prepararon para ejecutar su escape cuidadosamente orquestado, sabiendo que cada paso los acercaba más a la libertad y al reencuentro que tanto anhelaban.
Con el corazón latiendo a toda velocidad y la adrenalina impulsándolos, el grupo logró salir de la escuela sin ser detectados. Se dirigieron rápidamente hacia el estacionamiento trasero donde un Jeep Wrangler azul los esperaba, su escape planificado al detalle. James tomó el volante mientras los demás se subían apresuradamente al vehículo.
Regulus, todavía sintiendo la emoción del escape, se acomodó en el asiento trasero junto a Sirius, mientras Remus y Peter se sentaban en el medio. James arrancó el motor y el Jeep se alejó del edificio, dejando atrás el entorno opresivo de la escuela.
Después de unos minutos de silencio, James rompió la tensión. "Bueno, lo logramos. Propongo que vayamos a mi casa por ahora. Será más seguro y podremos planear nuestros próximos pasos con tranquilidad."
Remus asintió desde su asiento. "Suena sensato. Tu casa es lo suficientemente aislada como para que podamos estar tranquilos un tiempo."
Peter, siempre preocupado por la seguridad, añadió: "Sí, y no creo que nos busquen allí de inmediato. Tenemos algo de ventaja."
Todos estuvieron de acuerdo rápidamente, menos Regulus, que se quedó pensativo. Sirius notó su silencio y lo miró con preocupación.
"¿Qué pasa, Reg?" preguntó Sirius suavemente. "¿No te parece bien el plan?"
Regulus levantó la mirada, todavía procesando todo lo que había sucedido. "No es eso... solo que no quiero causarles problemas a ustedes también. Mi madre es muy insistente y tiene muchos recursos."
James se giró ligeramente desde el volante, con una sonrisa confiada. "Regulus, no te preocupes. Somos un equipo. Además, si alguien puede burlar a tu madre, somos nosotros."
Remus asintió con una sonrisa tranquilizadora. "Exactamente. Estamos juntos en esto."
Regulus finalmente sonrió, sintiendo una calidez y una lealtad que no había sentido en mucho tiempo. "Gracias, chicos. Realmente lo aprecio."
Con la decisión tomada, James condujo el Jeep con rumbo seguro hacia su casa, mientras el grupo planeaba cómo mantener a Regulus a salvo y encontrar la forma de comunicarse sin ser detectados. La sensación de estar rodeado de amigos y de su hermano daba a Regulus una renovada esperanza y la fuerza para enfrentar lo que viniera.
El Jeep Wrangler azul se detuvo frente a la casa de los Potter, una imponente mansión de estilo victoriano situada en medio de un amplio terreno. La casa estaba rodeada de un jardín bien cuidado, con setos perfectamente recortados y flores de vivos colores adornando el camino de entrada. Las paredes exteriores de ladrillo rojo estaban cubiertas en parte por enredaderas verdes, y las ventanas amplias dejaban entrever la cálida luz interior.
James apagó el motor y todos bajaron del auto, estirándose después del viaje. La casa de los Potter se alzaba majestuosa ante ellos, con su techo alto y chimeneas elegantes, reflejando la prosperidad y la historia de la familia.
"Vamos," dijo James con una sonrisa, liderando al grupo hacia la puerta principal. La abrió con facilidad y entraron en el amplio vestíbulo, que daba una sensación de bienvenida inmediata con su decoración elegante pero acogedora.
En la sala de estar, Euphemia Potter estaba sentada en un sillón, leyendo una revista. Al ver a los chicos entrar, levantó la vista y sonrió ampliamente. James se adelantó, su voz llena de entusiasmo. "¡Mamá, estamos de vuelta!"
Euphemia dejó la revista a un lado y se levantó, abriendo los brazos para recibirlos. "¡James! ¡Chicos! Qué alegría verlos."
Remus y Peter la saludaron con igual entusiasmo. "¡Hola, señora Potter!"
Sirius, con su habitual carisma, se inclinó en una especie de reverencia exagerada. "Euphemia, como siempre, es un placer."
Peter, con una sonrisa, añadió: "Gracias por recibirnos, señora Potter. Es un alivio estar aquí."
Regulus, algo más tímido y formal, se acercó y la saludó con una ligera inclinación de cabeza. "Buenos días, señora Potter. Gracias por recibirnos."
Euphemia le dirigió una sonrisa cálida y acogedora. "Regulus, querido, no necesitas ser tan formal. Eres más que bienvenido aquí."
La calidez en sus palabras y la gentileza en su mirada hicieron que Regulus se sintiera un poco más relajado. Mientras los chicos se acomodaban en la sala, Euphemia se dirigió a la cocina. "Voy a preparar algo de té para todos. Deben estar agotados."
James se volvió hacia sus amigos con una sonrisa de satisfacción. "Bueno, estamos a salvo por ahora. Vamos a aprovechar este tiempo para planear nuestro siguiente paso."
Regulus asintió, sintiéndose aliviado por estar en un lugar seguro y rodeado de personas que se preocupaban por él. La casa de los Potter, con su atmósfera acogedora y protectora, era justo lo que necesitaba para recuperar fuerzas y enfrentar lo que viniera.
Durante las siguientes dos horas, el grupo se sentó en el acogedor salón de los Potter, arrojando ideas sobre cómo Sirius y Regulus podrían mantenerse en contacto sin que Walburga u Orión lo descubrieran. La atmósfera en la sala era de concentración y determinación, con Euphemia ocasionalmente entrando con bandejas de té y galletas para mantener a los chicos alimentados y con energía.
"Podríamos usar un sistema de mensajería encriptada," sugirió James, tomando un sorbo de té. "Hay aplicaciones que permiten enviar mensajes codificados que solo pueden ser leídos por el destinatario."
Remus asintió. "Es una buena idea, pero aún así, tendríamos que asegurarnos de que nadie más tenga acceso al teléfono de Regulus."
"¿Y qué tal si usamos un método más discreto?" propuso Peter. "Podríamos crear un correo electrónico compartido al que solo nosotros tengamos acceso. Regulus podría enviar mensajes ocultos entre correos electrónicos normales."
Sirius frunció el ceño, pensativo. "Podría funcionar, pero sigue siendo arriesgado. Si mamá o papá revisan su correo electrónico, podrían descubrirlo."
Euphemia, que había estado escuchando en silencio, intervino con una sugerencia. "Podrían usar objetos comunes para pasar mensajes. Algo que nadie sospecharía. ¿Qué tal si Regulus deja notas en libros de la biblioteca o en lugares específicos que solo ustedes conocen?"
Regulus, que había estado escuchando atentamente, levantó la vista con una nueva idea. "¿Y si utilizamos la música? Podríamos crear una lista de reproducción compartida donde cada canción represente un mensaje codificado. Sirius podría escuchar la lista y entender el mensaje."
Sirius asintió lentamente, considerando la idea. "Podría funcionar. Nadie sospecharía que estamos comunicándonos a través de algo tan común como la música."
James sonrió, animado por la posibilidad. "Me gusta esa idea. Es creativa y, lo más importante, es algo que Walburga y Orión nunca sospecharían."
Remus, siempre el estratega, añadió: "También podríamos establecer puntos de encuentro seguros, donde Regulus pueda dejar notas sin levantar sospechas. Tendríamos que rotarlos para no ser predecibles."
Peter, que estaba pensando en términos prácticos, sugirió: "Y tal vez podríamos usar códigos secretos que solo nosotros conozcamos para asegurarnos de que los mensajes no sean interceptados."
Después de discutir y afinar los detalles, finalmente llegaron a un consenso. El plan sería una combinación de usar música como código, establecer puntos de encuentro seguros y dejar notas en lugares específicos.
Sirius miró a su hermano con una mezcla de orgullo y esperanza. "Vamos a hacer que esto funcione, Reggie. No dejaré que mamá nos mantenga separados."
Regulus asintió, sintiendo una renovada determinación. Con el apoyo de sus amigos y su hermano, estaba seguro de que podrían superar cualquier obstáculo.
Después de considerar varias opciones, el grupo decidió crear un correo electrónico compartido al que todos tenían acceso. Eligieron un nombre que no levantaría sospechas: "[email protected]". La idea era que pareciera un correo electrónico dedicado exclusivamente a asuntos relacionados con el ballet, lo que disfrazaría su verdadero propósito.
Una vez creado el correo electrónico, cada miembro del grupo recibió la contraseña, asegurándose de que todos pudieran acceder y enviar mensajes de manera segura. Regulus se encargó de redactar el primer mensaje, codificando cuidadosamente su significado en términos relacionados con el ballet, antes de enviarlo al correo compartido.
Sin embargo, a pesar de haber resuelto el problema de la comunicación, todavía estaban frustrados por no saber cómo planificar encuentros seguros entre Regulus y Sirius. Sentados en la sala de los Potter, miraron unos a otros con expresiones de incertidumbre.
"¿Cómo vamos a hacer para que se puedan ver sin levantar sospechas?" preguntó Peter, frunciendo el ceño.
Remus se pasó una mano por el cabello, pensativo. "Tendremos que ser creativos. Tal vez podríamos organizar falsas salidas en grupo, donde Regulus y Sirius puedan encontrarse brevemente."
Sirius asintió, considerando la idea. "Podríamos decirle a mamá que vamos a una clase de estudio en grupo o a una sesión de práctica extra. Mientras tanto, Regulus y yo podríamos encontrarnos en un lugar discreto."
James levantó una ceja con interés. "Eso podría funcionar, pero tendríamos que asegurarnos de que Walburga no sospeche nada. Podríamos necesitar crear una coartada sólida."
Regulus miró a su hermano con determinación. "Estoy dispuesto a arriesgarme si eso significa verte, Sirius."
Sirius le devolvió la mirada con igual determinación. "Yo también, Reg. Vamos a encontrar la manera de hacerlo funcionar."
Con un plan en marcha y un correo electrónico compartido para comunicarse, el grupo estaba más cerca que nunca de mantener a los hermanos Black unidos a pesar de los obstáculos que se interponían en su camino. Aunque todavía había desafíos por delante, estaban decididos a superarlos juntos.
A medida que se acercaba la hora de salida de clases de Regulus, el grupo se preparó para llevarlo de regreso a la escuela antes de que el guardaespaldas notara su ausencia. A pesar de que todavía no habían resuelto completamente el plan para coordinar encuentros seguros entre los hermanos, el hecho de poder comunicarse a través del correo electrónico compartido era un consuelo tanto para Regulus como para Sirius.
En el camino de vuelta a la escuela, el ambiente en el auto era tenso, con cada uno sumido en sus pensamientos sobre cómo podrían hacer que Regulus y Sirius se vieran sin levantar sospechas. Mientras tanto, Regulus revisaba ansiosamente su teléfono, esperando encontrar un mensaje de su hermano en la bandeja de entrada del correo compartido.
Cuando llegaron a la escuela, James estacionó el auto cerca de la entrada principal. "Rápido, Regulus," dijo, mirando el reloj. "Tienes que llegar antes de que el guardaespaldas empiece a notar tu ausencia."
Regulus asintió nerviosamente y salió del auto, agradecido por el apoyo de sus amigos pero ansioso por regresar a la rutina que le permitiría mantener su tapadera. Mientras caminaba hacia el edificio, sacó su teléfono y revisó su bandeja de entrada una vez más, buscando desesperadamente algún mensaje de su hermano.
En el auto, Sirius miraba por la ventana con una mezcla de preocupación y anhelo, deseando poder estar con su hermano en ese momento. Aunque el plan para coordinar encuentros aún no estaba claro, el hecho de poder comunicarse a través del correo electrónico compartido era un rayo de esperanza en medio de la incertidumbre.
Mientras Regulus desaparecía en el edificio escolar, el grupo se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre los desafíos que enfrentaban. Sabían que el camino por delante no sería fácil, pero estaban decididos a encontrar una manera de mantener a los hermanos Black unidos, sin importar las dificultades que se interpusieran en su camino.
Con la hora de dormir acercándose, Regulus se encontraba recostado en su cama, leyendo los largos correos electrónicos de mensajes codificados que su hermano le había enviado a través del correo compartido. A medida que leía, notaba lo mucho que ambos se habían extrañado durante las últimas semanas, y una sensación de calidez llenaba su corazón al saber que su hermano estaba ahí para él, incluso a la distancia.
Entre los mensajes serios y emotivos, Regulus no pudo evitar sonreír al encontrarse con los mensajes graciosos y sarcásticos de Sirius. Cada broma y ocurrencia le recordaba el vínculo especial que compartían, incluso en los momentos más difíciles.
Después de leer cada correo electrónico con atención, Regulus se dispuso a responder, intentando mantener la seriedad mientras expresaba su gratitud y su deseo de volver a estar juntos. Sin embargo, no pudo evitar dejar escapar una risa suave al responder a las bromas de Sirius, sabiendo que su hermano apreciaría su sentido del humor incluso en medio de la adversidad.
Con cada palabra escrita, Regulus sentía una conexión más fuerte con su hermano, y una sensación de esperanza crecía dentro de él. A pesar de los desafíos que enfrentaban, sabía que mientras tuvieran su correo compartido y su ingenio para mantenerse unidos, podrían superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
Dos días después, Regulus se encontraba en el parque con sus amigos: Barty, Evan y Pandora. Afortunadamente, sus padres estaban ocupados con sus propios asuntos y no le negaron la salida. Para sorpresa y alegría de Regulus, incluso le dieron el día libre a su guardaespaldas, lo que le permitió disfrutar del tiempo en el parque sin ninguna preocupación.
Barty, Evan y Pandora habían planeado un picnic para ayudar a Regulus a relajarse y desconectar del estrés de las últimas semanas. Extendieron una manta en un área tranquila del parque y desplegaron una variedad de deliciosos bocadillos y bebidas. El sol brillaba en el cielo, creando una atmósfera cálida y acogedora que contribuía al ambiente relajado.
Regulus se sentó en la manta, rodeado de sus amigos, y respiró profundamente el aire fresco del parque. Durante un momento, dejó de lado todas las preocupaciones y se permitió simplemente disfrutar del momento presente. Había estado bajo mucha presión últimamente, y esta pausa era exactamente lo que necesitaba para recargar energías y reencontrarse consigo mismo.
Mientras compartían risas y conversaciones animadas, Regulus se sintió agradecido por tener amigos tan solidarios a su lado. El picnic en el parque era una muestra de apoyo y amistad que le recordaba que no estaba solo en esta situación complicada con su familia.
A medida que pasaba el tiempo, Regulus se relajó más y más, dejando que el ambiente despreocupado del parque lo envolviera. Por un momento, pudo olvidar todos sus problemas y simplemente disfrutar de la compañía de sus amigos y del hermoso día al aire libre.
Mientras todos disfrutaban de las donas, el perro del miércoles hizo su inesperada aparición una vez más. Esta vez, se abalanzó sobre la dona que Barty sostenía en la mano, arrebatándola de un solo bocado. Barty gritó sorprendido y asustado, mientras el perro escapaba con su botín.
"¡Hey! ¡Eso era mío!" exclamó Barty, con un tono de queja mientras se lamentaba por su dona perdida. Los demás no pudieron contener la risa ante el grito chillón de Barty, encontrando la situación completamente divertida.
En ese momento, apareció Sirius corriendo hacia el grupo. Al ver al perro, se detuvo de golpe y se dejó caer en el pasto, tomando grandes bocanadas de aire para recuperar la respiración.
Regulus, sorprendido por la llegada repentina de su hermano, lo llamó con entusiasmo. "¡Sirius! ¿Qué estás haciendo aquí?"
Sirius, entre respiraciones entrecortadas, levantó la cabeza y sonrió débilmente. "Solo... necesitaba... un descanso... de correr... tras Blue..."
Regulus, con una expresión de sorpresa y alegría, preguntó: "¿Blue?" Entonces, recordó cómo había logrado reunirse con Sirius después de semanas sin verlo y le preguntó: "¿Este perro es tuyo?"
Sirius, con una sonrisa, asintió. "En realidad, es tuyo."
Regulus, emocionado y con los ojos brillando, se lanzó sobre Sirius, abrazándolo con fuerza. "¡En serio, Sirius! ¡Gracias! Esto es increíble. ¡Es uno de mis sueños de niño hecho realidad!"
Sirius devolvió el abrazo con cariño, feliz de poder hacer realidad uno de los sueños de su hermano. La sorpresa y la alegría llenaban el aire mientras los amigos miraban la escena con una sonrisa, sabiendo que este momento sería recordado por mucho tiempo.
Barty, interrumpiendo el emotivo momento entre los hermanos Black, se quejó con Regulus sobre su perro al enterarse de que era de él. "¡Regulus! ¡Ese perro me ha arruinado mi dona! ¡Exijo que me des tres donas, mejor aún, cuatro, porque el maldito perro me la ha babeado toda!"
Los gemelos Rosier no pudieron contener la risa al ver la mala suerte de Barty, riendo entre dientes ante su desgracia. Mientras tanto, Regulus, todavía abrazado a Sirius, intentó contener una risa nerviosa mientras trataba de calmar a Barty. "Tranquilo, Barty, te daré una dona nueva. Lo siento por eso, de verdad."
Con una mirada de desdén hacia el perro, Barty aceptó la oferta de Regulus y se dispuso a disfrutar de su nueva dona, mientras los demás continuaban riendo por la inesperada situación.
Con la situación calmada de nuevo, Sirius y Regulus se sentaron juntos, comenzando a hablar tranquilamente. Regulus no pudo evitar notar la similitud entre la personalidad del perro y la de Sirius, y le preguntó con una sonrisa: "¿Por qué siento que este perro tiene la misma personalidad que la tuya, Sirius?"
Sirius rió entre dientes, sacudiendo la cabeza. "No tengo nada que ver con eso, estrellita. Ni siquiera planeaba adoptar un perro grande, pero algo me dijo que él era el indicado, así que lo traje a casa."
Regulus sonrió, agradecido una vez más por el gesto de su hermano. "Bueno, gracias de nuevo, Sirius. Aunque tengo que admitir que es un poco intimidante."
Sirius le devolvió la sonrisa, asintiendo con complicidad. "Sí, puede ser un poco imponente. Pero no te preocupes, te ayudaré a entrenarlo. No quiero que te corra por todo el parque si se escapa."
Regulus asintió con gratitud, sintiéndose reconfortado por el apoyo y la ayuda de su hermano. Juntos, continuaron disfrutando del día en el parque, sabiendo que tenían mucho por delante, pero con la certeza de que podían enfrentar cualquier desafío juntos.
Al otro día, Regulus se preparó para ir a la Academia de Ballet, acompañado por su guardaespaldas como de costumbre. Aunque sus padres le habían dado un día libre a su guardaespaldas durante el picnic en el parque, ahora era hora de volver a la rutina.
Llegaron a la academia y Regulus se dirigió a sus clases como de costumbre. Mientras practicaba sus pasos de ballet con concentración, James, que había estado observando desde lejos, decidió hacer un intento de acercarse a él.
Con paso decidido, James se acercó a Regulus durante un descanso entre clases. "Hola, Regulus," dijo, tratando de sonar casual.
Regulus se detuvo en seco al escuchar su nombre y se volvió hacia James con una mirada de sorpresa. "Oh, hola Potter," respondió, tratando de ocultar su sorpresa.
James, tratando de establecer una conexión, preguntó con amabilidad: "¿Cómo has estado, Regulus? No hemos tenido la oportunidad de hablar mucho últimamente."
Regulus respondió en voz baja, manteniendo una distancia cautelosa: "He estado bien, gracias." Su tono era educado pero reservado, y su mirada reflejaba la cautela de alguien que ha levantado murallas para protegerse de ser lastimado.
Aunque Regulus apreciaba el gesto de James al acercarse, todavía no estaba seguro de si podía confiar plenamente en él. Después de todo, las relaciones complicadas con su familia y la presión constante de su entorno habían dejado cicatrices en su corazón, haciéndolo cauteloso al abrirse a los demás.
James notó la cautela en la respuesta de Regulus y decidió proceder con delicadeza. "Entiendo que las cosas han estado un poco difíciles últimamente," dijo con empatía. "Pero quiero que sepas que estoy aquí si necesitas hablar o simplemente pasar el rato."
Regulus asintió, agradeciendo el gesto de amabilidad de James. Aunque aún mantenía sus defensas levantadas, la oferta de apoyo de James le reconfortó de alguna manera.
"Gracias, Potter," respondió Regulus, su tono un poco más cálido esta vez. "Lo aprecio."
Con ese intercambio, la tensión entre ellos pareció disminuir un poco, y aunque Regulus todavía mantenía sus reservas, la semilla de una posible amistad comenzaba a germinar. A medida que continuaban su conversación de manera más relajada, Regulus se dio cuenta de que tal vez, con el tiempo, podría permitirse derribar algunas de las murallas que había construido a su alrededor.
El maestro Lefèvre interrumpió la conversación para llamar la atención de todos los estudiantes en la sala. "¡Atención, por favor!" anunció en voz alta, captando la atención de todos. "Tenemos una importante noticia que compartir."
El murmullo de la sala se calmó mientras todos dirigían su atención al frente, expectantes por lo que vendría a continuación.
"El próximo mes, nuestra academia organizará un festival benéfico para recaudar fondos destinados a ayudar a personas afectadas por el cáncer," continuó el profesor. "Los directores han decidido que uno de los aspectos destacados del festival será un baile de solos."
Una ola de emoción y nerviosismo recorrió la sala ante la noticia. Los solos eran una oportunidad única para destacar y demostrar habilidades individuales, pero también representaban un desafío considerable.
"Los que estén interesados en tener un solo deberán esforzarse al máximo en las próximas semanas," anunció el profesor. "Será una oportunidad para mostrar su talento y contribuir a una causa importante."
El murmullo de la sala se encendió nuevamente mientras los estudiantes comenzaban a discutir entre ellos, algunos emocionados por la oportunidad y otros sintiendo la presión de la competencia que se avecinaba. Para Regulus, el desafío representaba una oportunidad para superarse a sí mismo y contribuir a una causa significativa.
James miro a Regulus con interés. "¿Piensas intentarlo, Regulus?" preguntó, con una mezcla de curiosidad y ánimo.
Regulus asintió con determinación. "Sí, definitivamente lo intentaré. Será un desafío, pero creo que vale la pena."
Pandora, que había estado escuchando la conversación, se unió al grupo con entusiasmo. "¡Yo también lo intentaré!" exclamó, con una sonrisa emocionada.
Regulus aprovechó la oportunidad para presentar a James a Pandora. "Potter, te presento a Pandora. Ella es una de mis mejores amigas y una excelente bailarina," dijo Regulus, con orgullo. "Pandora, este es James Potter. Es uno de los mejores amigos de mi hermano."
James sonrió y extendió la mano hacia Pandora. "Es un placer conocerte, Pandora." dijo, con cortesía.
Pandora estrechó la mano de James con una sonrisa amable. "Igualmente, James. ¡Bienvenido a la academia!" respondió con entusiasmo.
La conversación continuó entre los tres mientras compartían sus expectativas y emociones sobre el próximo festival benéfico y la oportunidad de presentar solos. Para Regulus, era reconfortante tener a James y Pandora a su lado, compartiendo el desafío y el entusiasmo por el evento por venir.
Mientras Regulus recogía su botella de agua y su toalla del sudor, se volvió hacia Pandora con curiosidad. "¿Sabes a dónde fue Evan?" preguntó, notando la ausencia de su amigo durante la conversación.
Pandora frunció levemente el ceño. "En realidad, no lo sé," respondió, sacudiendo la cabeza con desconcierto mientras ambos salían del salón de baile.
Sin embargo, su conversación se detuvo abruptamente cuando, a unos diez pasos de distancia, vieron a Evan siendo acorralado por Barty en un beso intenso. Un silencio de shock se apoderó de Regulus y Pandora mientras observaban la escena con sorpresa y asombro.
El beso entre Evan y Barty fue abruptamente interrumpido por la intervención de un maestro que pasaba por allí, quien los regañó severamente por su comportamiento inapropiado en una institución respetada como la academia de ballet.
Evan y Barty se separaron rápidamente, ambos visiblemente sonrojados y avergonzados por haber sido sorprendidos en una situación tan comprometedora. Se disculparon apresuradamente ante el maestro, reconociendo su error y asegurándole que no volvería a suceder.
Pandora, luchando por contener la risa, se puso roja mientras observaba la escena. Sin embargo, Regulus no pudo contenerse y estalló en carcajadas, su risa resonando en la sala con una alegría contagiosa.
James, desde una distancia, observaba sorprendido y maravillado por lo hermoso que sonaban las carcajadas de Regulus. La autenticidad y la alegría en su risa lo fascinaban.
Finalmente, Pandora no pudo contenerse más y estalló en risas también, incapaz de resistir la hilaridad de la situación. La risa de Pandora se mezcló con la de Regulus, llenando la sala con una atmósfera de alivio y camaradería.
Mientras tanto, Evan y Barty, aún visiblemente avergonzados, se acercaron al grupo. Regulus y Pandora, una vez que lograron controlar su risa, los recibieron con expresiones de diversión y curiosidad.
"¿Qué demonios estaba pasando allí?" preguntó Regulus con una sonrisa traviesa, mientras miraba a Evan y Barty con diversión. "Parecía que estaban a punto de empezar una novela romántica."
Pandora asintió, aún riéndose. "Sí, ¿qué pasa con eso? ¿Tienen algo que contarnos?"
Evan y Barty intercambiaron miradas incómodas antes de soltar un suspiro resignado. "Bueno, supongo que la noticia se ha propagado más rápido de lo que pensábamos," admitió Evan, rascándose la nuca con nerviosismo. "Sí, estamos... uh... empezando a salir."
Pandora, con una sonrisa amplia y una chispa traviesa en los ojos, alzó las manos y despeinó a Evan y Barty al mismo tiempo. "¡Ya era hora, chicos!" exclamó con entusiasmo. "Me alegro mucho por ustedes."
Regulus asintió con una sonrisa, felicitándolos con sinceridad. "Sí, enhorabuena. Se les ve muy felices juntos."
Evan y Barty respondieron con sonrisas agradecidas por el apoyo de sus amigos.
"Tenemos que irnos a cambiar," dijo Regulus, señalando hacia los vestuarios. Pandora asintió en acuerdo, mientras Evan, antes de partir, le dio un pequeño beso a Barty, sellando su reciente declaración de amor.
Cuando entraron en los vestuarios, fue evidente que Evan ni siquiera había tenido tiempo de asistir a clases, pero aún así llevaba puesto su uniforme de ballet. Los tres amigos se dirigieron a los vestuarios que les correspondían. Regulus, Pandora y Evan se encontraron en los vestuarios, cada uno ocupándose de sus propias pertenencias y cambiándose rápidamente. El sonido del agua corriendo de las duchas llenaba el ambiente, mientras los estudiantes se apresuraban a prepararse para irse.
Una vez que estuvieron listos, salieron de la academia, sintiéndose frescos y revitalizados después de las clases. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados mientras se despedían del día y se preparaban para regresar a sus hogares. Aunque habían pasado por muchas emociones durante el día, la sensación de logro y satisfacción los acompañaba mientras se alejaban de la academia, listos para descansar y recargar energías para el próximo día.
Regulus llegó a la mansión Black y notó de inmediato una inusual actividad en el lugar. Miembros del servicio se movían rápidamente de un lado a otro, cargando arreglos florales exuberantes, cambiando las cortinas y removiendo algunas decoraciones. El ambiente estaba lleno de una energía febril, con todos trabajando diligentemente para transformar la casa.
Curioso y un poco confundido, Regulus se dirigió a la oficina de su padre, donde esperaba encontrar respuestas. Al entrar, vio a su madre, Walburga, conversando animadamente con su padre, Orion. Ambos parecían estar en medio de una discusión importante.
"Hola, madre, padre," los saludó Regulus con cortesía. "¿Qué está sucediendo aquí? Hay mucho movimiento en la casa."
Walburga se volvió hacia él con una sonrisa orgullosa. "Ah, Regulus, justo a tiempo. Estamos preparando una fiesta para presumir el éxito de nuestro concierto en Italia."
Orion asintió, agregando: "Y no solo eso. También daremos un anuncio sobre nuestra próxima gira. Será un gran evento, lleno de gente importante. Queremos que todo sea perfecto."
Regulus asimiló la información, sintiéndose un poco abrumado por la magnitud de la noticia. "Eso suena... impresionante. No esperaba algo tan grande."
Walburga puso una mano en su hombro, mirándolo con una mezcla de orgullo y expectación. "Es una oportunidad para mostrar al mundo nuestro éxito y dedicación. Queremos que todos sepan lo bien que nos ha ido."
Orion intervino con un tono más serio. "Esto también significa que tendrás que estar preparado para comportarte a la altura. Todos estarán observando."
Regulus asintió lentamente, comprendiendo la responsabilidad que se le estaba asignando. "Lo entiendo. Haré mi mejor esfuerzo para estar a la altura."
Walburga sonrió, complacida con su respuesta. "Sabíamos que lo entenderías. Ahora, ve a prepararte. Hay mucho que hacer antes de la fiesta."
Con eso, Regulus salió de la oficina, dirigiéndose a su habitación mientras reflexionaba sobre las expectativas que se habían depositado en él. Sabía que tendría que equilibrar su vida entre las responsabilidades familiares y sus propios deseos, y aunque el camino no sería fácil, estaba decidido a enfrentarlo con la mejor actitud posible.
Durante la espera para que comenzara la fiesta de sus padres, Regulus decidió aprovechar el tiempo para hacer tarea. Entre resolver ecuaciones y escribir ensayos, también encontró un momento para enviarle un correo a su hermano. A veces se sentía aburrido, pero el ajetreo de todos arreglando la mansión para la fiesta lo desanimaba a salir de su habitación.
Finalmente, llegó la hora de prepararse. Regulus se dio un baño y se vistió con el traje que su madre le había escogido. Al finalizar, bajó al primer piso, donde el bullicio de la preparación se había transformado en una atmósfera elegante y festiva.
Al llegar al salón principal, vio a su tío Alphard conversando animadamente con otros invitados. Pero lo que realmente llamó su atención fue la figura familiar de Sirius a su lado. Sorprendido y sin poder contener la emoción, Regulus corrió hacia Sirius y lo abrazó fuertemente.
"Sirius, ¿qué haces aquí?" preguntó, sin poder creerlo.
Sirius le devolvió el abrazo con igual entusiasmo. "Tío Alphard fue invitado y podía traer un acompañante. Nuestros padres no pueden interferir en eso."
Regulus no pudo evitar sonreír. "Esto es increíble. No esperaba verte aquí."
"Yo tampoco esperaba poder venir," admitió Sirius. "Pero no podía dejar pasar la oportunidad de verte."
Tío Alphard se acercó y les sonrió con complicidad. "Sabía que esto te alegraría, Regulus. Aprovechen la noche."
Regulus asintió, sintiéndose agradecido y aliviado de tener a su hermano allí. "Gracias, tío Alphard."
Con Sirius a su lado, Regulus se sintió mucho más relajado y capaz de disfrutar la fiesta. Mientras caminaban juntos por el salón, Regulus no pudo evitar pensar que, aunque había desafíos por delante, tener a su hermano cerca hacía que todo pareciera un poco más manejable.
A lo largo de la noche, Regulus tuvo que cumplir con sus deberes sociales, saludando a los invitados y conversando con ellos para evitar que su padre se molestara. Sirius permaneció a su lado todo el tiempo, proporcionando un apoyo inestimable. Sin embargo, Walburga lanzaba miradas molestas cada vez que veía a sus hijos juntos, claramente insatisfecha con su proximidad.
En un momento dado, los hermanos aprovecharon un descuido para escabullirse de la fiesta. Con risas contenidas y complicidad, se dirigieron hacia la cocina, donde robaron una botella de champán antes de subir sigilosamente a la habitación de Regulus.
Una vez allí, se acomodaron en la cama de Regulus, la atmósfera llena de una mezcla de nostalgia y camaradería. Sirius abrió la botella y le dio un sorbo antes de pasársela a Regulus, quien hizo lo mismo.
"Necesitaba esto," dijo Regulus, sintiéndose relajado por primera vez en semanas.
Sirius sonrió y se acomodó más cómodamente. "Yo también. A veces solo hay que escapar un poco."
Después de un trago más, Sirius se puso serio. "¿Recuerdas el proyecto del que te hablé? Ese sobre plasmar lo negativo de nuestra infancia."
Regulus asintió, curioso. "Sí, lo recuerdo. ¿Cómo va?"
"Va bien," respondió Sirius, con un brillo en los ojos. "Es posible que nos den autorización para mostrar nuestro trabajo a una audiencia más amplia. Y si eso sucede, quiero que vengas a verlo."
Regulus sonrió, conmovido por la invitación. "Me encantaría, Sirius. Pero ya sabes cómo son nuestros padres. No será fácil."
Sirius asintió, entendiendo. "Lo sé. Pero voy a encontrar la forma de que puedas venir sin problemas. No puedo imaginar presentar esto sin ti ahí."
Regulus tomó otro sorbo de champán, sintiendo un calor reconfortante tanto por el alcohol como por las palabras de su hermano. "Gracias, Siri. Significa mucho para mí."
Sirius sonrió y levantó la botella en un brindis. "Por los hermanos Black. Siempre juntos, pase lo que pase."
Regulus hizo el gesto de chocar su botella contra la de Sirius, aunque solo tenían una para compartir. "Siempre juntos," repitió, sintiendo una conexión renovada con su hermano.
Cuando llegó el momento de la despedida, Regulus y Sirius bajaron al salón principal. Regulus se encargó de despedir a cada invitado que se dirigía a él, cumpliendo con sus deberes sociales hasta el último momento. Los últimos en irse fueron su tío Alphard y Sirius. Regulus no quería dejar ir a su hermano, pero a regañadientes lo dejó marchar.
En cuanto ellos se fueron, Regulus sabía que lo iban a regañar. No se equivocó. Walburga gritó a los empleados que se largaran, y en cuanto se quedaron solos, se acercó a Regulus con furia en los ojos.
Sin previo aviso, Walburga le dio una cachetada que le hizo un corte en la mejilla con su anillo extravagante. "Estoy desilusionada de ti," le dijo con veneno en la voz, agarrándolo fuertemente de la mandíbula. "Te odio por haber estado con Sirius todo el tiempo."
Regulus, sintiendo el ardor del corte y el dolor de la presión, intentó mantenerse firme. "Frente a todos es normal que estuviera con Sirius. Somos hermanos. Nadie sabe la verdad sobre él."
Las palabras de Regulus solo enfurecieron más a Walburga. Con un grito de rabia, le dio otro golpe, más fuerte esta vez, que lo hizo tropezar hacia atrás. Regulus cayó, golpeándose la cabeza contra el borde de las escaleras.
Desde el suelo, aturdido, escuchó vagamente cómo Orión le gritaba a Walburga. Las palabras se mezclaban en su mente y todo se volvió negro.
Cuando Regulus recuperó la conciencia, estaba en su cama. La habitación estaba en silencio, y sintió un dolor sordo en la cabeza. Lentamente, los recuerdos de lo sucedido regresaron, y un sentimiento de desesperanza lo invadió. A pesar de todo, se prometió a sí mismo que encontraría una manera de seguir adelante, de mantener su conexión con Sirius y de no dejarse vencer por la oscuridad que lo rodeaba.
A la tarde siguiente, Regulus se encontraba en el hospital acompañado de sus padres. Estaba sentado en una camilla mientras un doctor revisaba su informe médico. La habitación era fría y aséptica, el sonido de los monitores y el murmullo distante de otras conversaciones llenaban el aire.
"Entonces," comenzó el doctor, ajustándose las gafas mientras leía la información en su tableta, "me cuentan que te caíste por las escaleras, Regulus. ¿Es eso correcto?"
Regulus asintió en silencio, evitando la mirada del médico. Sus padres habían inventado una historia sobre cómo había tropezado accidentalmente en la escalera principal de la mansión.
"Sí, doctor," intervino Walburga, con una voz firme pero afectada por una preocupación fingida. "Fue un accidente desafortunado. Estábamos todos muy preocupados."
El doctor asintió, miró a Regulus y luego a sus padres. "La herida en la cabeza parece haber sido bien tratada, y los puntos están en su lugar. Sin embargo, me gustaría hacerte una tomografía computarizada para asegurarnos de que no haya ningún daño interno. También, el corte en tu mejilla necesitará ser vigilado para evitar infecciones."
Regulus asintió de nuevo, sintiendo el peso de las miradas de sus padres sobre él. "Está bien, doctor."
Mientras el médico se alejaba para organizar la tomografía, Orión se inclinó hacia Regulus, hablando en voz baja. "Recuerda lo que dijimos, hijo. No queremos que nadie se preocupe innecesariamente."
Regulus miró a su padre, notando la advertencia en sus ojos. "Lo sé, papá. Lo recordaré."
Después de unos momentos, el doctor regresó con una enfermera, quien sonrió amablemente a Regulus. "Vamos a llevarte a hacer la tomografía ahora. No te preocupes, es un procedimiento rápido."
Regulus siguió a la enfermera fuera de la habitación, sus padres se quedaron esperando. A medida que caminaba por los pasillos blancos y estériles del hospital, no podía evitar sentir una mezcla de resignación y tristeza. La mentira se había convertido en una segunda piel para él, y sabía que tenía que seguir adelante, aunque cada día pareciera más difícil.
Mientras se acostaba en la camilla de la tomografía, las palabras del médico resonaban en su mente. No había sido un accidente, pero era una verdad que tenía que seguir guardando. Con los ojos cerrados, esperó a que el procedimiento comenzara, esperando que todo esto pasara pronto.
La espera por los resultados fue tensa. Regulus se sentó en la sala de espera del hospital junto a sus padres. Walburga estaba visiblemente irritada, tamborileando los dedos sobre el brazo de la silla, mientras Orión se mantenía en un tenso silencio, mirando a Regulus de reojo de vez en cuando.
Finalmente, el doctor salió de su oficina y los llamó. "Señor y señora Black, Regulus, por favor, acompáñenme."
Regulus se levantó, siguiendo al doctor de vuelta a la consulta. El médico se sentó detrás de su escritorio y revisó los resultados de la tomografía en su computadora.
"Regulus," comenzó el doctor con un tono profesional pero compasivo, "los resultados muestran que no hay daño cerebral serio, lo cual es una buena noticia. Sin embargo, la herida en tu cabeza requiere reposo absoluto para asegurar una recuperación adecuada. Además, el corte en tu mejilla necesita ser vigilado de cerca para prevenir infecciones."
Walburga frunció el ceño, claramente molesta por lo que esto implicaba. "¿Qué significa 'reposo absoluto', doctor?" preguntó con una voz tensa.
"Significa que Regulus debe evitar cualquier actividad física intensa, especialmente el ballet, hasta que se recupere por completo. También deberá evitar el estrés y las situaciones que puedan agravar su condición. Estimo que necesitará al menos dos semanas de descanso completo," explicó el doctor.
Regulus sabía que esto molestaría a su madre. El ballet era su única vía de escape, y ahora también se lo quitaban temporalmente. Agradeció al doctor en silencio mientras Orión hacía lo propio en voz alta.
Cuando subieron a la limusina, el ambiente estaba cargado de tensión. Walburga, furiosa, giró bruscamente hacia Regulus, levantando la mano como si fuera a golpearlo, pero Orión la detuvo firmemente.
"Ni se te ocurra, Walburga," advirtió Orión con dureza. "El que Regulus esté así es tu culpa."
Walburga lo fulminó con la mirada, su ira apenas contenida. "No quiero verlo más," espetó. "Lo mandaré con su abuelo durante su recuperación. Arcturus sabrá qué hacer con él."
A pesar de la situación, Regulus sintió una pequeña alegría por dentro. Su abuelo Arcturus, con el tiempo, se había vuelto más blando y no lo presionaba ni lo trataba con la misma severidad que sus padres. Estar con él sería lo mejor durante su recuperación. Además, tal vez podría salir con sus amigos y ver a Sirius sin miedo.
La limusina avanzaba lentamente por las calles, y Regulus se permitió un pequeño respiro de alivio. Al menos, por ahora, tendría un poco de paz.
Al llegar a la mansión, Regulus subió rápidamente a su habitación. Sabía que debía empacar lo esencial para su estancia en la casa de su abuelo. No necesitaba llevar ropa, ya que tenía un guardarropa completo en casa de Arcturus. En su lugar, recogió sus aparatos tecnológicos y útiles escolares. Metió cuidadosamente su portátil, su cargador, y algunos libros en su mochila. Luego, tomó su celular y lo apagó, prefiriendo no ser interrumpido por mensajes o llamadas de su madre.
Con todo listo, Regulus bajó al salón principal, donde su padre ya lo esperaba. Orión, con una expresión seria pero contenida, se acercó a su hijo.
"Vamos, Regulus. Yo mismo te llevaré a casa de tu abuelo," dijo Orión, haciendo un gesto hacia la puerta.
Regulus asintió y siguió a su padre hasta el auto. Una vez dentro, se acomodó en el asiento del copiloto mientras Orión se ponía al volante. El motor arrancó suavemente y el auto comenzó su trayecto.
El viaje fue en su mayor parte silencioso, con solo el sonido del motor y el zumbido lejano del tráfico acompañándolos. Orión rompió el silencio después de unos minutos.
"Regulus, sé que las cosas han sido difíciles. Tu madre... tiene su manera de hacer las cosas, pero quiero que sepas que esto es por tu bien. Necesitas descansar y recuperarte."
Regulus miró a su padre y asintió, sabiendo que cualquier respuesta más elaborada solo conduciría a una discusión que no tenía fuerzas para tener.
Finalmente, llegaron a la casa de su abuelo. La residencia de Arcturus Black era imponente, pero tenía un aire de calidez y serenidad que contrastaba con la mansión de sus padres. Orión estacionó el auto y ambos bajaron.
Al acercarse a la puerta, ésta se abrió y apareció Arcturus, su rostro iluminado por una sonrisa amable.
"Regulus, bienvenido," dijo su abuelo, extendiendo los brazos para un abrazo.
Regulus se sintió más aliviado al ver a su abuelo y le devolvió el abrazo con fuerza. "Gracias, abuelo."
Orión, observando la escena, asintió levemente. "Cuídalo, padre. Necesita descansar."
Arcturus asintió. "No te preocupes, Orión. Regulus estará bien aquí."
Orión miró a Regulus una última vez, con una mezcla de preocupación y resignación en sus ojos, antes de despedirse y regresar al auto. Regulus observó cómo su padre se alejaba, sintiendo una mezcla de alivio y aprehensión.
"Vamos, Regulus. Te prepararé una habitación y luego podemos hablar de lo que quieras," dijo Arcturus, guiándolo hacia el interior de la casa.
Mientras seguía a su abuelo, Regulus sintió una renovada esperanza. Quizás, en este nuevo entorno, podría encontrar la paz y el descanso que tanto necesitaba.
Regulus se encontraba en la acogedora biblioteca de la casa de su abuelo, rodeado de muebles de madera oscura y estanterías llenas de diversos libros antiguos. El aroma a incienso flotaba en el aire, creando una atmósfera tranquila y nostálgica. Arcturus, un hombre de cabellos plateados y ojos cansados pero llenos de sabiduría, lo miraba con curiosidad desde el otro extremo del sofá.
"¿Cómo te va en casa, Regulus?" preguntó el anciano, su voz suave y arrastrada por los años.
Regulus sonrió, aunque en su interior sentía un nudo de ansiedad. No quería preocupar a su abuelo con la verdad. Era mejor no hacerle saber que su vida en casa era un constante equilibrio entre las expectativas de sus padres y su propia felicidad.
"Todo está bien, abuelo," respondió Regulus, eligiendo sus palabras con cuidado. "La escuela va bien, y las clases de ballet son un desafío, pero estoy aprendiendo mucho."
Arcturus asintió, pero Regulus notó la preocupación en sus ojos. Su abuelo era un hombre inteligente; no se le escapaba nada. Sin embargo, Regulus no quería que se sintiera culpable por no haber intervenido antes. No quería que supiera que el hijo que crió era un monstruo con sus propios hijos.
"Me alegra escucharlo, querido," dijo Arcturus, apoyando una mano temblorosa sobre la de Regulus. "Si alguna vez necesitas hablar, sabes que estoy aquí para ti."
Regulus asintió, sintiendo un nudo en la garganta. No quería llorar frente a su abuelo. No quería que se preocupara más de lo necesario.
La tarde se desvaneció en la noche, y Regulus animó a su abuelo a romper su rutina. Juntos prepararon unos sándwiches y se sentaron frente al televisor. La película "Moonrise Kingdom: Un reino bajo la luna" comenzó a reproducirse, y Regulus se sumergió en la historia de amor y aventuras.
De vez en cuando, Arcturus hacía preguntas sobre la trama o los personajes, lo que llevaba a pequeñas discusiones entre los dos sobre detalles de la trama y los temas subyacentes de la película.
"¿Entonces, qué piensas de la relación entre Sam y Suzy?" preguntó Arcturus, señalando la pantalla con interés.
Regulus sonrió, contento de que su abuelo estuviera tan involucrado en la película. "Creo que es hermosa, abuelo. Aunque son tan jóvenes, su conexión es tan fuerte y genuina. Es como si estuvieran destinados a estar juntos."
Arcturus asintió, satisfecho con la respuesta de su nieto. "Sí, tienes razón. Especialmente en un mundo tan complicado como en el que vivimos, es reconfortante ver una historia de amor tan pura."
A medida que avanzaba la película, Regulus y su abuelo continuaron compartiendo comentarios y risas, sumergiéndose juntos en la magia del cine. Regulus se sentía agradecido por estos momentos de felicidad y conexión con su abuelo, y se prometió a sí mismo hacer todo lo posible para protegerlos.