Au-delà de la perfection

Harry Potter - J. K. Rowling
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Au-delà de la perfection
Summary
Regulus Black crece a la sombra de sus ilustres padres: un pianista reconocido y una cantante de ópera brillante. A medida que lucha por su atención y amor, su hermano mayor Sirius se convierte en su protector y único apoyo. Sin embargo, la rebeldía de Sirius lo lleva a ser expulsado de la casa familiar, dejando a Regulus atrapado en una vida que no desea. A los 17 años, Regulus se siente asfixiado por las expectativas de perfección que sus padres le imponen. Su vida da un giro inesperado cuando la danza entre él y James Potter comienza a revelar que detrás de los nombres Black y Potter, hay dos almas en busca de libertad y comprensión.
Note
Hola a todos!Este es el primer fanfic que escribo, me alegra que sea de uno de mis fandoms favoritos, esta temática y de lo que trata la historia no es completamente mía.El como esto surgió fue que en un momento de relajación entre a Tiktok, donde me apareció un video con la canción instrumental Black Swan de BTS con una descripción que sinceramente sentí como tatuo en mi corazón, y lo que decía es exactamente la idea de un Jegulus fic ballet dancer.Su user es: @li0nsofheartTodo es gracia a su mente brillante por imaginarse eso, ella dijo que no sabría como escribirlo por no tener conocimiento del ballet, yo tengo algunos conocimientos, así que haré mis esfuerzo para poder plasmar su idea.Disfrutenlo.
All Chapters Forward

Un sacrificio por amor

Sirius llegó a la casa del abuelo Arcturus con una velocidad que solo la preocupación podía explicar. Apenas cruzó la puerta, preguntó por Regulus, y al recibir indicaciones, se dirigió a la biblioteca donde se encontraba su hermano. Al verlo, Sirius lo revisó de arriba abajo, buscando cualquier signo de herida, antes de abrazarlo con fuerza.

Regulus sintió el abrazo como una mezcla de alivio y dolor. "Sirius," susurró, tratando de calmar a su hermano mayor, "estoy bien."

Sirius lo sostuvo más fuerte, con los ojos cerrados y el corazón latiendo desbocado. "No vuelvas a decirme eso cuando claramente no lo estás," respondió con la voz temblorosa.

Regulus recordaba claramente el momento en que despertó esa mañana. Inmediatamente, había llamado a Sirius desde el teléfono de la casa de su abuelo, sin considerar las explicaciones que tendría que dar por usar esa línea. Le contó a Sirius todo lo que sucedió después de la fiesta, desde los gritos de su madre hasta el golpe que lo dejó inconsciente. Después de eso, no había escuchado ninguna respuesta de su hermano. No le extrañaba; Sirius probablemente había salido corriendo de inmediato para verlo.

"Lo siento," dijo Regulus, sintiendo la culpa y la preocupación de su hermano. "No quería asustarte."

Sirius se separó lo suficiente como para mirarlo a los ojos, con un semblante lleno de determinación y afecto. "No vuelvas a disculparte por cosas que no están bajo tu control," dijo firmemente. "Ahora estoy aquí, y no voy a dejar que te pase nada más."

Regulus asintió, sintiendo el peso del mundo aligerarse un poco con la presencia de su hermano. "Estoy feliz de que estés aquí," dijo sinceramente. "Gracias por venir tan rápido."

"Siempre," respondió Sirius, acariciándole la cabeza suavemente. "Siempre estaré aquí para ti, Reggie."

En ese momento, Arcturus entró en la habitación, observando la escena con una mezcla de sorpresa y comprensión. "Sirius," saludó, "me alegra ver que has venido a ver a tu hermano. Es importante que Regulus tenga a alguien en quien pueda confiar."

Sirius asintió, sin soltar a Regulus. "Gracias, abuelo," dijo con gratitud. "Haré todo lo posible por protegerlo."

Arcturus sonrió con tristeza, sabiendo que había más en la situación de lo que se le decía. "Haremos lo necesario para asegurarnos de que esté seguro," prometió. "Ahora, los dejaré un rato a solas. Si necesitan algo, no duden en pedírmelo."

Regulus y Sirius se quedaron juntos en la biblioteca, hablando en voz baja sobre lo que había sucedido y cómo podrían manejar la situación en el futuro. A pesar de todo, Regulus se sintió más seguro y protegido sabiendo que su hermano estaba allí, dispuesto a hacer cualquier cosa por él. La conexión entre ellos era más fuerte que nunca, y eso les daba la fuerza para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

El celular de Sirius vibró en su bolsillo, interrumpiendo el momento tranquilo en la biblioteca. Sacó el teléfono y vio que era una videollamada grupal de sus amigos. Con una mirada de disculpa a Regulus, respondió la llamada.

La pantalla se llenó de caras preocupadas: James, Remus, Peter y Dorcas, todos hablando al mismo tiempo.

"¡Sirius! ¿Cómo estás? ¿Sabes algo de Regulus?" preguntó James, mientras los demás asentían, esperando una respuesta.

Sirius suspiró y ajustó la cámara para mostrar su entorno. "Sí, chicos, estoy con él ahora. Lo siento por no responder antes, pero todo ha sido una locura."

"¿Qué pasó?" inquirió Remus, frunciendo el ceño.

Sirius se tomó un momento para explicarles lo ocurrido después de la fiesta, cómo Regulus había sido herido y la decisión de mandarlo a la casa de su abuelo para su recuperación. Mientras hablaba, intentó mover la cámara para que Regulus apareciera en la pantalla, pero su hermano menor levantó una ceja y murmuró: "Si acercas esa cámara a mí, te muerdo."

Las risas estallaron a través del altavoz, aliviando la tensión del momento.

"Siempre tan mordaz, Regulus," bromeó Peter, riendo.

"Nos alegra saber que estás bien," agregó Dorcas, sonriendo cálidamente. "Te extrañamos."

Regulus sonrió tímidamente desde su lugar fuera del encuadre. "Gracias, chicos. Yo también los extraño. Estoy bien, de verdad. Sólo necesito un poco de tiempo para recuperarme."

“Y nosotros estaremos aquí para ti, siempre,” aseguró James, con una sonrisa llena de confianza. “Le avisaré a las chicas las noticias sobre Regulus.”

Sirius asintió, agradecido. “Gracias, James.”

"Lo importante es que estás a salvo ahora," dijo Remus con seriedad. "Cuídate mucho, ¿sí?"

Regulus asintió, aunque no estaba frente a la cámara. "Lo haré. Gracias a todos por preocuparse."

La conversación continuó por unos minutos más, con los amigos de Sirius y Regulus asegurándoles que estaban allí para cualquier cosa que necesitaran. Finalmente, después de despedirse, Sirius colgó la llamada y guardó su teléfono, volviendo a mirar a su hermano.

"¿Ves? No estás solo en esto," dijo Sirius, sonriendo.

Regulus asintió, sintiéndose abrumado por el apoyo de sus amigos y la presencia reconfortante de su hermano. "Sí, lo sé. Gracias, Siri."

"Siempre," respondió Sirius, dándole un suave golpe en el hombro. "Ahora, vamos a seguir con nuestra tarde, ¿te parece?"

Regulus asintió, sintiéndose más seguro y acompañado que nunca. Con Sirius a su lado y el apoyo de sus amigos, sabía que podía enfrentar cualquier cosa.

Han pasado dos días desde que estoy en la casa de mi abuelo, recuperándome. Aunque disfruto de la tranquilidad y del cariño de mi abuelo, extraño profundamente bailar ballet. Cada vez que cierro los ojos, puedo sentir el estudio de danza, escuchar la música y visualizar los movimientos que tanto amo. Sin embargo, sé que necesito tiempo para sanar.

Algo que me ha sorprendido gratamente es la libertad de recibir visitas de mis amigos sin la constante vigilancia de mis padres. Pandora, Barty, Evan y los demás han pasado por aquí, trayendo risas y momentos de normalidad a mi vida. Pero lo que más me reconforta es la visita diaria de Sirius. Siempre viene con Blue, su perro travieso que agota mi paciencia con sus travesuras, pero que también me ha robado el corazón. Blue es una bola de energía interminable, siempre listo para jugar, y aunque a veces me vuelve loco, adoro al perro.

Hoy, después de que Blue finalmente se cansó y se quedó dormido en el suelo de la biblioteca, Sirius y yo comenzamos a hablar. Lo que empezó como una charla trivial se convirtió rápidamente en una discusión acalorada.

"Regulus, no podemos seguir permitiendo que nuestros padres te traten así. Necesitamos hacer algo, y creo que debemos denunciarlos," dijo Sirius, su voz firme y resuelta.

Me quedé mirándolo, incrédulo. "Sirius, no. No tenemos pruebas. Todo lo que tenemos son nuestras palabras, y sin pruebas, es una acusación falsa."

"Conseguiremos las pruebas," insistió Sirius, aunque sabía que no era cierto. No había forma de obtener pruebas tangibles de los abusos de nuestros padres.

Me levanté, sintiendo la frustración arder en mi pecho. "¡No puedes prometer algo así! Si los denunciamos sin pruebas, ellos se enojarán aún más. Tienen influencias, Sirius. Pueden condenarte por hacer acusaciones falsas."

Sirius apretó los puños, su expresión una mezcla de ira y desesperación. "Prefiero arriesgarme a que sigas viviendo bajo su yugo. No soporto la idea de que te sigan lastimando."

Me sentí atrapado entre mi deseo de proteger a Sirius y mi miedo a las represalias de nuestros padres. "No puedo dejar que te arriesgues así, Sirius. No vale la pena. Podemos encontrar otra manera, pero una denuncia sin pruebas solo nos pondrá en peligro a ambos."

Hubo un momento de silencio, en el que ambos nos miramos, nuestras emociones crudas y a flor de piel. Finalmente, Sirius suspiró y miró hacia otro lado. "Está bien, no lo haré sin tu consentimiento. Pero no dejaré de buscar una solución, Regulus. No me rendiré hasta que estés a salvo."

Me acerqué a él y puse una mano en su hombro. "Lo sé, Sirius. Y te agradezco por eso. Pero por ahora, tenemos que ser inteligentes. No podemos actuar impulsivamente."

Asintió, aunque pude ver que la lucha interna no se había resuelto en su interior. Ambos sabíamos que este era solo el comienzo de una batalla larga y complicada. Pero por ahora, al menos, estábamos juntos, y eso era lo que más importaba.

 

 

James 

Sirius me había llamado esa mañana con una preocupación evidente en su voz. “James, tengo tres semanas sin saber de Regulus. No responde mis mensajes, no hay señales de él. Estoy preocupado.”

Mi corazón se hundió. Regulus es el talón de Aquiles de Sirius, y la idea de que algo pudiera estar mal en casa de los Black era aterradora. “Vamos a encontrarlo, Sirius. Llamaré a Remus y Peter. Nos reuniremos y veremos qué podemos hacer.”

Después de unas rápidas llamadas, acordamos faltar a clases para dedicarnos a esta misión. No podíamos esperar ni un día más. Pasé por casa de Sirius en mi Jeep Wrangler azul. Cuando subió, noté que traía un perro con él, un pastor belga groenendael.

“¿Qué es esto?” pregunté, señalando al perro.

“Se llama Blue,” dijo Sirius con una sonrisa triste. “Le dará un mensaje a Regulus.”

Ni Remus ni Peter cuestionaron la decisión de Sirius. Sabíamos que cuando se trataba de su hermano, haría cualquier cosa para comunicarse con él. Así que simplemente asentimos y nos pusimos en marcha hacia el colegio de Regulus.

Llegamos justo a tiempo para ver a Regulus bajando de un auto. Sirius se inclinó hacia Blue y le susurró algo al oído antes de soltarlo. “Ve hacia Regulus, el chico de la camisa negra.”

Blue corrió hacia Regulus y mordió un pedazo de su pantalón, jalándolo suavemente. El guardaespaldas de Regulus intentó apartar al perro, pero Blue le gruñó en defensa. Vi cómo Regulus se agachaba frente al perro, pensativo por un momento. Luego, tomó la nota del collar de Blue, la leyó y Blue regresó al Jeep, acomodándose en la parte trasera, probablemente para dormir.

“Buen trabajo, Blue,” susurré, sintiendo una extraña mezcla de admiración y alivio. Luego, observamos cómo Regulus entraba al edificio del colegio.

Después de asegurarnos de que Regulus entrara al colegio, nos reunimos en la parte trasera del edificio para planear nuestro próximo movimiento. Remus, siempre el estratega, propuso un plan para llegar al laboratorio de Química, donde Sirius indicó en la nota que encontraríamos a Regulus.

Nos infiltramos en el laboratorio lo más silenciosamente posible. Sirius señaló a Regulus, que estaba dormido, y bromeó sobre secuestrarlo. Remus había dicho algo que no preste atención por ver lo tierno que Regulus se veía pero termine riéndome junto a Peter siguiendo la corriente. 

Regulus se despertó y cruzó algunas palabras con Sirius. Después de hablar, se abrazaron por un largo rato. Regulus bromeó sobre el abrazo apretado, y yo no pude evitar reír mientras ponía una mano en el hombro de Sirius para recordarle que no lo ahogara.

Sirius se disculpó con Regulus por haberlo abrazado tan fuerte, expresando cuánto lo había extrañado. Regulus respondió que también había sentido su ausencia.

Con la determinación renovada y un plan en marcha, nos preparamos para salir del colegio y enfrentar lo que fuera necesario para mantener a Regulus a salvo.


El corazón latía con fuerza en mi pecho mientras conducíamos fuera del colegio, el alivio de haber completado nuestra misión inundaba mis sentidos. Todos subieron rápidamente al Jeep, ansiosos por alejarse de ese lugar opresivo. Mientras nos dirigíamos a mi casa, Regulus se acomodó en el asiento trasero junto a Sirius, y no pude evitar mirarlo de vez en cuando cuando creía que nadie lo notaba.

Después de unos minutos de silencio, propuse ir a mi casa para planear nuestros próximos movimientos. Todos estuvieron de acuerdo, excepto Regulus, cuyo silencio no pasó desapercibido. Lo miré de reojo, preguntándome qué estaría pensando. Sirius notó su preocupación y le aseguró que éramos un equipo.

Finalmente, Regulus sonrió, sintiéndose seguro entre amigos. Mientras nos dirigíamos a mi casa, no pude evitar pensar en lo valiente que era Regulus y en cómo podía confiar en nosotros en medio de toda esa confusión.

Al llegar a mi casa, nos preparamos para planear nuestro próximo movimiento. Todos contribuyeron con ideas, pero era evidente que Regulus estaba preocupado por cómo podríamos mantenernos seguros. Sin embargo, su determinación y la calidez de todos lo tranquilizaron, dándole la fuerza para enfrentar lo que vendría a continuación.

 

 

Cuando James tuvo la oportunidad de ver como se encuentroba Regulus fue en la clase de ballet que solo el solo asiste los sábados. La clase fue dura y de mayor concentración. Durante un breve descanso entre clases, decidí hacer un intento de acercarme a él.

Con determinación, me acerqué a Regulus mientras él descansaba. "Hola, Regulus," dije, tratando de sonar casual.

Regulus se detuvo al escuchar su nombre y se volvió hacia mí con sorpresa. "Oh, hola Potter," respondió, tratando de ocultar su sorpresa.

Tratando de establecer una conexión, le pregunté amablemente: "¿Cómo has estado, Regulus? No hemos tenido la oportunidad de hablar mucho últimamente."

Regulus respondió en voz baja, manteniendo una distancia cautelosa. Aunque su tono era educado, podía sentir la reserva detrás de sus palabras, como si estuviera protegiéndose de alguna manera.

Aunque Regulus apreciaba mi gesto al acercarme, todavía no estaba seguro de si podía confiar plenamente en mí. Después de todo, las complicaciones con su familia y la presión constante de su entorno lo habían hecho cauteloso al abrirse a los demás.

Notando su cautela, decidí proceder con delicadeza. "Entiendo que las cosas han estado un poco difíciles últimamente," dije con empatía. "Pero quiero que sepas que estoy aquí si necesitas hablar o simplemente pasar el rato."

Regulus asintió, agradeciendo mi oferta de apoyo. Aunque aún mantenía sus defensas levantadas, mi gesto parecía haberlo reconfortado de alguna manera.

"Gracias, Potter," respondió Regulus, su tono un poco más cálido esta vez. "Lo aprecio."

Con ese intercambio, la tensión entre nosotros pareció disminuir un poco. Aunque Regulus todavía mantenía sus reservas, la semilla de una posible amistad comenzaba a germinar.

El maestro Lefèvre interrumpió nuestra conversación para anunciar una importante noticia sobre un festival benéfico que se llevaría a cabo en la academia. La emoción y el nerviosismo recorrieron la sala mientras todos discutían sobre la oportunidad de presentar solos en el evento.

Observando la conversación entre Regulus y Pandora, una de sus amigas, me di cuenta de lo valiente que era Regulus al enfrentar nuevos desafíos. Aunque aún mantenía sus propias batallas internas, estaba decidido a superarlas y contribuir de manera significativa al festival.

A medida que la conversación continuaba y los estudiantes compartían sus expectativas y emociones sobre el evento, me sentí inspirado por la determinación y el entusiasmo de Regulus. Aunque todavía había barreras que superar, estaba seguro de que, con el tiempo, podríamos construir una amistad sólida y duradera.

Me acerqué al maestro para hacerle algunas preguntas sobre algunas dudas que tenía. Después de obtener las respuestas que necesitaba, le agradecí y salí del salón.

Justo en ese momento, vi a Regulus riéndose a carcajadas desde la distancia. La autenticidad y la alegría en su risa me fascinaban, y me quedé sorprendido y maravillado por lo hermoso que sonaban esas carcajadas.

 

 

James estaba en su habitación, disfrutando de una mañana tranquila mientras hablaba con Sirius por videollamada. Estaban poniéndose al día, riéndose y compartiendo anécdotas, cuando de repente, el rostro de Sirius se oscureció.

"Espera, James," dijo Sirius, frunciendo el ceño al ver una llamada entrante en su celular. "Es mi abuelo. Necesito responder."

James asintió, notando la seriedad en la expresión de su amigo. "Claro, no te preocupes. Hablamos luego."

"Lo siento, James. Te hablo más tarde," se despidió Sirius antes de cortar la videollamada.

James se quedó mirando la pantalla en blanco, sintiendo una ligera inquietud. Dedujo que la llamada de su abuelo debía ser importante.  Solo unos minutos después, su celular vibró con un mensaje de Sirius.

"Algo sucedió con Regulus. Estoy yendo a verlo ahora. Te mantendré informado."

James sintió una ola de preocupación mientras leía el mensaje. Rápidamente escribió una respuesta.

"Lo siento mucho, Sirius. Cuídate y dale ánimos a Regulus de mi parte. Por favor, manténme informado."

Pasaron unos momentos antes de que recibiera una respuesta de Sirius.

"Lo haré. Gracias, James."

James dejó el celular a un lado, su mente llena de pensamientos sobre Regulus. Sabía que necesitaba estar presente para Sirius y su hermano menor, dispuesto a ofrecer cualquier apoyo que pudiera brindar.

 

 

James, preocupado por la noticia de Regulus, decidió aprovechar el resto del día para buscar qué clase de solo podría hacer para la próxima presentación en la academia. Pasó horas revisando diferentes coreografías en videos y practicando algunos pasos en su habitación. Bailar lo ayudaba a despejar la mente y a concentrarse en algo positivo mientras esperaba más noticias de Sirius.

Alrededor de las cuatro de la tarde, James chequeó los mensajes del chat grupal en su celular. Notó que algunos de sus amigos preguntaban por Sirius, así que decidió enviarles un mensaje sobre lo que había sucedido esa mañana.

"Chicos, Sirius me dijo que algo sucedió con Regulus y que fue a verlo. No tengo más detalles, pero parece que todo está bajo control por ahora."

Inmediatamente, surgieron más preguntas y mensajes de apoyo. James, viendo la preocupación de todos, propuso una videollamada. Esperaba que Sirius pudiera unirse y darles más información de primera mano.

En poco tiempo, James estaba en la videollamada con Remus, Peter y Dorcas. Todos hablaban al mismo tiempo, ansiosos por saber más.

"¡Sirius! ¿Cómo estás? ¿Sabes algo de Regulus?" preguntó James, mientras los demás asentían, esperando una respuesta.

Sirius suspiró y ajustó la cámara para mostrar su entorno. "Sí, chicos, estoy con él ahora. Lo siento por no responder antes, pero todo ha sido una locura."

"¿Qué pasó?" inquirió Remus, frunciendo el ceño.

Sirius se tomó un momento para explicarles lo ocurrido después de la fiesta, cómo Regulus había sido herido y la decisión de mandarlo a la casa de su abuelo para su recuperación. Mientras hablaba, intentó mover la cámara para que Regulus apareciera en la pantalla, pero su hermano menor levantó una ceja y murmuró: "Si acercas esa cámara a mí, te muerdo."

Las risas estallaron a través del altavoz, aliviando la tensión del momento.

"Siempre tan mordaz, Regulus," bromeó Peter, riendo.

"Nos alegra saber que estás bien," agregó Dorcas, sonriendo cálidamente. "Te extrañamos."

James sintió una punzada de ganas de ver a Regulus, pero se conformó con escuchar su voz, sabiendo que Regulus no quería ser visto en ese momento.

Regulus sonrió tímidamente desde su lugar fuera del encuadre. "Gracias, chicos. Yo también los extraño. Estoy bien, de verdad. Solo necesito un poco de tiempo para recuperarme."

“Y nosotros estaremos aquí para ti, siempre,” aseguró James, con una sonrisa llena de confianza. “Le avisaré a las chicas las noticias sobre Regulus.”

Sirius asintió, agradecido. “Gracias, James.”

"Lo importante es que estás a salvo ahora," dijo Remus con seriedad. "Cuídate mucho, ¿sí?"

Regulus asintió, aunque no estaba frente a la cámara. "Lo haré. Gracias a todos por preocuparse."

James se sintió reconfortado al escuchar a Regulus, aunque no podía verlo. Sabía que él necesitaba tiempo para sanar y que, aunque la situación era difícil, estarían ahí para apoyarlo en cada paso del camino.


Sirius pasó la tarde en la habitación donde Regulus descansaba. Estaba sentado en una silla al lado de la cama, observando a su hermano mientras dormía profundamente. Había sido un día largo y agotador, y el cansancio finalmente había vencido a Regulus. Sirius esperó pacientemente hasta que su respiración se volvió regular y tranquila, asegurándose de que estuviera realmente dormido.

Con cuidado, se inclinó y le dio un beso en la frente. "Descansa bien, mon étoile," susurró, levantándose sin hacer ruido para no despertarlo. Salió de la habitación y cerró la puerta suavemente detrás de él.

Bajó las escaleras de la mansión, sintiendo el peso de la responsabilidad en sus hombros. Cuando llegó a la entrada, buscó a su abuelo, Arcturus, y lo encontró sentado frente a la chimenea en la sala principal, su figura iluminada por el parpadeo de las llamas.

"Abuelo, ya me voy," dijo Sirius, deteniéndose a unos pasos de él.

Arcturus levantó la mirada de los papeles que tenía en las manos y asintió. "Cuídate, Sirius. Y cuida de tu hermano. Él te necesita."

Sirius asintió, agradecido por la comprensión de su abuelo. "Buenas noches, abuelo."

Arcturus le deseó lo mismo, y Sirius se dirigió a la puerta principal, sintiendo la fría brisa de la noche cuando salió al exterior. Caminó hacia su Bonneville T120, una motocicleta que había sido su compañera en muchas escapadas y aventuras. Se subió a la moto, encendió el motor y se quedó un momento en silencio, con una decisión firme en mente.

Sabía que debía enfrentar a sus padres. Con un último vistazo a la mansión de su abuelo, aceleró y se dirigió al hogar de los Black, preparado para lo que le esperaba.


En la mansión Black, el matrimonio estaba ensayando. Orión tocaba el piano con habilidad y precisión, mientras Walburga llenaba la sala con su poderosa voz de ópera. La música resonaba por los elegantes pasillos, creando una atmósfera de intensa dedicación y disciplina.

De repente, el mayordomo Lumière interrumpió, cosa que molestó a Walburga. Con una mirada severa, demandó saber qué era tan importante como para justificar la interrupción.

"Mis disculpas por interrumpir," dijo Lumière con una reverencia, "pero el joven Sirius está aquí."

Orión y Walburga se miraron con sorpresa y sospecha. La visita de Sirius era inesperada y, para ellos, siempre sospechosa.

"Que lo lleven a mi oficina," ordenó Orión, recuperando la compostura.

Lumière asintió y se retiró para cumplir la orden. Walburga, todavía furiosa por la interrupción, expresó su descontento. "Deberíamos haberle dicho que se largara. Ya tuve suficiente con Regulus esta mañana."

Orión la ignoró y ambos se dirigieron a la oficina. Al entrar, encontraron a Sirius de pie, esperando con una determinación visible en su rostro.

"¿Qué es lo que quieres?" preguntó Walburga, sin molestarse en sentarse.

Orión, en cambio, tomó asiento y miró a su hijo mayor con curiosidad.

Sirius les dirigió un saludo cortés. "Buenas noches. Tengo una petición."

La declaración encendió el interés de sus padres. Orión se inclinó hacia adelante, intrigado. "¿Qué tienes en mente, Sirius?"

Sirius, con voz firme y decidida, dijo: "Quiero la custodia de Regulus."

El matrimonio estalló en carcajadas. La idea les parecía absurda.

"Eso nunca," dijo Walburga con desdén.

Sirius, sin inmutarse, replicó con voz amenazante: "Si no me dan la custodia por las buenas, les pondré una denuncia."

Orión, alzando la voz, respondió: "No te atreverías."

"Haré cualquier cosa por mi hijo," afirmó Sirius sin miedo.

"Regulus no es tu hijo," espetó Walburga.

"Sabes perfectamente que lo es," replicó Sirius con vehemencia.

Orión se burló: "Nunca ganarías el caso."

"Sí lo haría, porque harían que Regulus elija, y él me elegiría a mí," afirmó Sirius.

El silencio se hizo en la sala. Sabían que Sirius tenía razón, pero no estaban dispuestos a ceder.

"Si nos demandas, haremos que te incriminen," amenazó Walburga.

Sirius sintió un escalofrío. Recordó cuando Regulus le había pedido que desistiera de la idea de denunciarlos sin pruebas. Sabía que tenía que cambiar de táctica.

"Si no me dan la custodia de Regulus, entonces déjenme volver a la mansión," propuso Sirius.

Orión se rió, pero Walburga se quedó pensativa. "Acepto, pero con una condición. Harás lo que yo te pida."

"¿Cuáles son tus términos?" preguntó Sirius, dispuesto a escuchar.

"Tendrás que abandonar tu carrera y dejar tus inclinaciones sexuales," dijo Walburga.

Sirius se negó rotundamente. "Soy mayor de edad, no pueden controlarme así."

"Entonces no te quedas en la mansión," sentenció Orión.

"Jamás dejaré a Remus, ni ahora ni nunca," declaró Sirius con firmeza. "Pero acepto dejar mi carrera por la que ustedes escojan."

Walburga sonrió, viendo una pequeña victoria. "La carrera que queremos para ti es actuación."

Sirius asintió. El matrimonio sonrió con orgullo, creyendo que habían recuperado a su hijo mayor.

 

 

Al día siguiente, Alphard y Sirius se dirigieron a la mansión de Arcturus. Mientras caminaban hacia la puerta principal, Sirius revisaba su correo electrónico. Sus padres le habían enviado una redacción detallada del trato que habían acordado la noche anterior, junto con la información sobre el cambio de universidad y carrera. Sirius se debatía entre contarle a Regulus sobre este nuevo desarrollo de inmediato o esperar un tiempo.

Antes de que pudiera tomar una decisión, la puerta se abrió y una sirvienta apareció en el umbral.

"Buenos días," saludó la sirvienta con una sonrisa cortés.

"Buenos días," respondieron Alphard y Sirius al unísono.

"Les están esperando en el jardín," informó la sirvienta, haciendo una señal para que entraran.

"Gracias," respondió Sirius, mientras ambos cruzaban el umbral y se dirigían hacia el jardín.

Al llegar al jardín, vieron a Arcturus sentado en una silla, leyendo un libro bajo la sombra de un árbol. Regulus, por su parte, estaba en el césped, jugando con Blue, que Sirius había traído a la mansión a petición de su hermano menor. La escena era tranquila y serena, una imagen de paz que contrastaba con la turbulencia interna de Sirius.

"Buenos días, abuelo," saludó Sirius al acercarse.

Arcturus levantó la vista de su libro y sonrió. "Buenos días, Sirius. Buenos días, Alphard."

Regulus, al escuchar la voz de su hermano, se levantó y corrió hacia él con una sonrisa. "Sirius, me alegra verte."

"Y a mí también, Reg," respondió Sirius, abrazando a su hermano. "¿Cómo te sientes hoy?"

"Mejor, gracias," dijo Regulus, mirando a Blue que seguía moviendo la cola con entusiasmo.

Sirius se giró hacia su abuelo. "Abuelo, gracias por cuidar de Regulus. Sé que está en buenas manos aquí."

Arcturus asintió, cerrando su libro. "Haremos todo lo posible para que se recupere bien. ¿Hay algo que necesites discutir, Sirius?"

Sirius vaciló por un momento, pensando en el correo electrónico que había leído hace unos minutos. Decidió que no era el momento adecuado para mencionar el trato con sus padres. "No, sólo quería asegurarme de que todo estuviera bien."

"Todo está bien," afirmó Arcturus. "Regulus está mejorando cada día."

Sirius asintió, sintiendo un alivio momentáneo. "Me alegra escuchar eso."

Mientras tanto, Alphard había estado observando la interacción en silencio, comprendiendo la tensión que Sirius llevaba consigo. "Bueno, Sirius, tal vez deberíamos dejar que Regulus disfrute de su tiempo con Blue. Podemos hablar con Arcturus en privado si necesitas."

Sirius asintió. "Sí, tal vez sea una buena idea. Reg, vuelve a jugar con Blue, ¿de acuerdo?"

Regulus asintió con una sonrisa y volvió a jugar con su perro, mientras Sirius, Alphard y Arcturus se alejaban un poco para tener una conversación más privada.

"Abuelo, hay algo más que necesito decirte, pero prefiero hacerlo en privado," dijo Sirius en voz baja.

Arcturus asintió, comprendiendo. "Por supuesto, vamos a mi estudio."

Mientras se dirigían al estudio, Sirius seguía pensando en el momento adecuado para contarle a Regulus sobre el trato con sus padres. Sabía que eventualmente tendría que hacerlo, pero quería asegurarse de que su hermano estuviera lo suficientemente fuerte para manejar la noticia.

Al llegar al estudio, Arcturus cerró la puerta detrás de ellos. "Ahora, Sirius, dime qué es lo que te preocupa."

Sirius tomó un profundo respiro y comenzó a relatar los eventos de la noche anterior, sabiendo que su abuelo podría ofrecerle una perspectiva y un consejo valiosos en este momento crucial.

 

 

En el estudio de Arcturus, el ambiente se tornó más tenso tras escuchar lo que Sirius había contado. Alphard, claramente molesto, fue el primero en reaccionar.

"Sirius, ¿cómo pudiste hacer algo tan impulsivo sin hablar conmigo primero?" exclamó Alphard, con los ojos llenos de preocupación y frustración. "Estamos tratando con tus padres, personas que no dudan en usar cualquier recurso a su disposición para conseguir lo que quieren. Deberías habernos consultado antes de tomar una decisión tan drástica."

Sirius miró a su tío con una mezcla de arrepentimiento y determinación. "Lo sé, tío Alphard, pero sentí que no tenía otra opción. Regulus necesita salir de esa casa, y esta era la única manera que vi de asegurarlo."

Antes de que Alphard pudiera responder, Arcturus levantó una mano para interrumpir. "Basta, Alphard. Deja que Sirius explique todo."

Sirius continuó, más calmado. "Ellos nunca me habrían dejado tener la custodia de Regulus por las buenas. Amenazaron con incriminarme si los demandaba. Lo único que pude hacer fue ofrecerme a regresar a su casa bajo sus condiciones, con la esperanza de que, de alguna manera, esto les ablandara el corazón."

Arcturus se inclinó hacia adelante, sus ojos grises llenos de sabiduría y preocupación. "Sirius, lo que has hecho es valiente, pero también muy arriesgado. Sabes tan bien como yo que tus padres no son fáciles de manejar. Sin embargo, comprendo tus motivos y admiro tu determinación por proteger a tu hermano."

Alphard, todavía agitado, asintió. "Entiendo tu punto, padre, pero ¿qué haremos ahora? Sirius ha hecho un trato con el diablo. Necesitamos asegurarnos de que Regulus esté realmente a salvo."

Arcturus se tomó un momento para pensar antes de hablar. "Lo primero que debemos hacer es reforzar nuestra vigilancia sobre Regulus aquí. Asegurarnos de que esté protegido en todo momento. Y Sirius, tendrás que ser extremadamente cuidadoso con cada movimiento que hagas ahora que has aceptado regresar a esa casa. Mantén una comunicación constante con nosotros, y no dudes en pedir ayuda si las cosas se complican."

Sirius asintió, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. "Lo haré, abuelo. No permitiré que nada le pase a Regulus. Y estaré en contacto con ustedes para cualquier cosa."

Arcturus puso una mano en el hombro de Sirius. "Confío en ti, muchacho. Sólo recuerda que no estás solo en esto. Somos una familia, y enfrentaremos esto juntos."

Alphard respiró hondo y se calmó un poco. "Bien, Sirius. Sólo... prométeme que no harás nada más sin consultarnos primero."

Sirius sonrió débilmente. "Lo prometo, tío Alphard."

La conversación terminó con una sensación de precaución y unidad, conscientes de los desafíos que se avecinaban, pero también fortalecidos por el compromiso mutuo de proteger a Regulus y enfrentar lo que fuera necesario como familia.

 

 

Regulus estaba jugando con Blue en el jardín, sintiendo el calor del sol y la brisa suave que hacía que el día fuera agradable. Sin embargo, después de correr y jugar por un rato, empezó a sentir el sudor pegajoso en su piel. Decidió que era momento de entrar a la casa y servirse una limonada refrescante.

Mientras se dirigía hacia la cocina, se detuvo cerca del despacho de su abuelo. Podía escuchar voces apagadas desde el interior, y la curiosidad lo llevó a acercarse sigilosamente, con la esperanza de entender de qué hablaban. Antes de que pudiera acercarse más, la puerta se abrió de repente y Alphard salió, casi chocando con él.

"¿Estás bien, Regulus? Estás sudando mucho," dijo Alphard con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Regulus, intentando no parecer sospechoso, sonrió y respondió: "Sí, tío. Blue me ha hecho correr bastante."

Sirius, que venía detrás de Alphard, se acercó rápidamente, con una expresión de reproche en su rostro. "Regulus, no deberías estar corriendo y mucho menos bajo el sol mientras te estás recuperando," le regañó con firmeza.

Regulus rodó los ojos y suspiró. "Lo siento, Sirius. No lo haré de nuevo," dijo, intentando calmar a su hermano mientras se dirigía a la cocina.

Una vez en la cocina, no vio a nadie más por allí. Abrió la nevera, encontró la jarra de limonada y se sirvió un vaso generoso. Mientras bebía la limonada fría, no podía dejar de pensar en la conversación que había oído brevemente y en la reacción de su familia. Había algo que no le estaban diciendo, algo importante que le preocupaba.

Se quedó un momento en la cocina, pensativo, intentando descifrar qué podía ser. La sensación de que le estaban ocultando algo se hizo más fuerte, y no podía evitar sentirse un poco frustrado. Sabía que Sirius y los demás sólo querían protegerlo, pero él también quería estar al tanto de lo que estaba pasando.

Con la jarra de limonada de vuelta en la nevera, Regulus decidió volver al jardín. Mientras caminaba, sus pensamientos seguían girando en torno a la conversación misteriosa en el despacho y la actitud de su familia. Sabía que eventualmente tendría que confrontar a Sirius o a su abuelo para obtener respuestas, pero por ahora, intentaría disfrutar del resto del día con Blue.

 

 

Había pasado una semana y cuatro días desde que Regulus empezó su recuperación en la casa de su abuelo. Hoy era el día de su chequeo de control en el hospital. Sirius lo acompañaba, como siempre, mostrándose atento y preocupado. El doctor revisó cuidadosamente a Regulus y, después de un rato, sonrió con satisfacción.

"Has tenido una muy buena recuperación, Regulus. Te voy a dar el alta," anunció el doctor.

Regulus y Sirius agradecieron al médico, despidiéndose con palabras amables. Al salir del hospital, Regulus notó que Sirius estaba utilizando la Jeep de James, algo que le pareció inusual.

"¿Por qué traes la Jeep de James?" preguntó Regulus mientras subían al vehículo.

"James me la prestó para que podamos llevar nuestras cosas con más comodidad," respondió Sirius, aunque su tono sugería que había algo más en juego.

Condujeron hacia la mansión Black en silencio, Sirius concentrado en la carretera y Regulus perdido en sus pensamientos. Notó que su hermano estaba más nervioso de lo habitual, algo que le preocupaba. Al llegar, Sirius estacionó la Jeep y ambos bajaron. Entraron a la mansión y, al cruzar la puerta, Regulus sintió una extraña tensión en el aire.

"Sirius, ¿por qué entraste conmigo? Generalmente te quedas en el coche o te vas a hacer tus cosas," comentó Regulus, tratando de entender el cambio de rutina.

Sirius esbozó una sonrisa tensa. "En un momento iré a tu habitación. Hay algo que necesito decirte," dijo, evitando el contacto visual.

Regulus frunció el ceño, aún más confundido. Asintió sin decir nada y se dirigió a su habitación. Cerró la puerta detrás de él y se dejó caer en la cama, mirando al techo. Sentía que había algo importante que Sirius le estaba ocultando y que finalmente iba a salir a la luz.

Esperó en su habitación, tratando de no dejarse llevar por la ansiedad. La curiosidad y la preocupación se mezclaban en su mente mientras intentaba adivinar qué podía ser lo que Sirius tenía que decirle. Sabía que, fuera lo que fuera, tendría un impacto significativo en sus vidas.

 

 

Sirius se dirigió con pasos decididos hacia el despacho de su padre. Al llegar, notó que Orión estaba solo, inmerso en la lectura de unos papeles. Respiró hondo, preparándose para la confrontación. Llamó la atención de su padre con un saludo, haciendo que Orión levantara la vista de los documentos.

"Orión," comenzó Sirius, usando el nombre de su padre de manera formal. "Olvidé mencionar que no vine solo."

Orión, frunciendo el ceño, temió la respuesta. "¿Quién viene contigo, Sirius?"

"Un perro," respondió Sirius con firmeza.

Orión soltó una risa, pensando que era una broma. Pero la expresión seria de Sirius no cambió. "No, Sirius. Sabes que a tu madre no le gustan los animales."

"No me importa si a ella no le gusta," replicó Sirius. "El perro viene porque es de Regulus."

La ira de Orión estalló de inmediato. "¿Cómo te atreves a darle un perro a Regulus? Sabes bien que eso solo puede significar que tú se lo has dado."

"Regulus siempre ha querido un perro," respondió Sirius, manteniéndose firme. "Solo quiero su felicidad."

Orión, aunque visiblemente molesto, aceptó de mala gana. "¿Qué raza es?"

Sirius le informó de la raza del perro. Orión, sin importar que era temprano en la mañana, se sirvió un vaso de whisky. "Más te vale que ese perro no haga un desorden," advirtió, con el vaso en la mano.

Sirius sonrió, saboreando la pequeña victoria. "Gracias, Orión." Luego, se dirigió a la habitación de Regulus, contento de haber conseguido lo que quería.

Cuando llegó, encontró a Regulus tumbado en la cama, con una expresión de ligera preocupación. Al ver a Sirius, Regulus se incorporó.

"¿Qué pasó?" preguntó Regulus, notando la sonrisa de satisfacción en el rostro de su hermano.

"Traje a Blue contigo," respondió Sirius. "Y Orión aceptó a regañadientes."

Regulus no pudo evitar sonreír. "Gracias, Sirius. Sabes lo mucho que significa para mí."

"Lo sé," dijo Sirius, sentándose junto a él. "Haré todo lo que esté en mi poder para verte feliz."

"¿Qué habías querido decirme?" preguntó Regulus mirando a Sirius. Entonces Sirius tomando una mejor posición le cuenta sobre el trato que hizo con sus padres. 

 

 

Regulus se quedó en silencio, sus pensamientos corriendo en todas direcciones al procesar lo que Sirius acababa de decirle. Sirius lo observó, preocupado por la reacción de su hermano menor. Cuando tocó el hombro de Regulus para hacerle reaccionar, Regulus se alejó bruscamente.

"¡No debiste hacer eso!" le gritó Regulus, con los ojos llenos de lágrimas y la voz quebrada por la emoción. "¡Ahora por mi culpa tú también estás en la jaula!"

"Regulus, por favor, cálmate," intentó Sirius, tratando de acercarse de nuevo. "Era la única opción que tenía para protegerte. Y no es tu culpa, jamás lo será."

Pero las palabras de Sirius no lograron calmar a Regulus, quien comenzó a llorar abiertamente. "Ahora no solo estás obligado a vivir aquí, sino que tienes que renunciar a tu arte," sollozó, la tristeza y la impotencia evidentes en su voz.

Sirius, sintiendo el peso del sacrificio que había hecho por su hermano, lo abrazó con fuerza. "Shhh, Regulus, todo estará bien," murmuró con dulzura. "Te prometo que todo estará bien. Hice esto porque te quiero, porque tu felicidad y seguridad son lo más importante para mí."

Regulus, aún sollozando, se aferró a Sirius, encontrando consuelo en el abrazo protector de su hermano mayor. Las lágrimas continuaron rodando por sus mejillas, pero poco a poco, las palabras tranquilizadoras de Sirius lograron calmarlo, aunque el dolor y la frustración seguían presentes en su corazón.

 

 

Regulus se separó un poco de Sirius, intentando recuperar la compostura. Sirius alcanzó la caja de pañuelos sobre la mesita cercana y le pasó uno a Regulus. Este se sonó la nariz, botó el pañuelo en el cesto de basura y tomó otro para terminar de limpiar sus ojos enrojecidos.

"Voy a llevar mis cosas a mi habitación," dijo Sirius, su voz suave pero firme. Regulus asintió en silencio, observando cómo su hermano mayor salía de la habitación. La puerta se cerró con un leve clic, dejando a Regulus solo con sus pensamientos y el eco de las palabras de Sirius.

Sentado en la cama, Regulus respiró hondo, tratando de asimilar la situación. El sacrificio de Sirius lo conmovía profundamente, pero también lo llenaba de una sensación de culpa y responsabilidad. Mientras sus pensamientos se arremolinaban, miró a su alrededor, encontrando consuelo en la familiaridad de su habitación y la presencia de Blue, que se acercó a él con una expresión preocupada.

Regulus acarició suavemente al perro, encontrando algo de paz en el gesto repetitivo y reconfortante. Sabía que, a pesar de las circunstancias, tenía a Sirius a su lado, dispuesto a hacer cualquier cosa por él. Y eso, al menos, le daba la fuerza necesaria para enfrentar lo que vendría.

 

Sirius estaba sacando unas cajas del Jeep de James, acomodándolas cuidadosamente. Al girarse, vio a Walburga en la entrada, esperándolo con una expresión severa. Respiró hondo, tratando de prepararse para la confrontación inevitable. Con las cajas en los brazos, se dirigió hacia la mansión, sintiendo el peso de la situación tanto como el de los objetos que llevaba.

Al entrar, se encontró cara a cara con su madre. "Madre," la saludó, tratando de mantener su tono neutral.

"Espero que no se te ocurra distraer a Regulus," dijo Walburga con frialdad, mirándolo con ojos llenos de juicio.

Sirius rodó los ojos, sintiendo la familiar frustración hervir dentro de él. "Deberías dejar que Regulus haga lo que quiera con su vida," respondió, su voz teñida de una mezcla de cansancio y desafío.

En ese momento, Blue bajó corriendo las escaleras, llevando en la boca una zapatilla de ballet. Walburga gritó, escandalizada por la escena.

"¡Regulus! ¡Baja aquí inmediatamente!" gritó Walburga, su voz llena de indignación.

Regulus apareció corriendo detrás de Blue, intentando recuperar la zapatilla. "¡Blue, suelta eso!" regañó al perro, su rostro una mezcla de exasperación y vergüenza.

Sirius, incapaz de contenerse, estalló en carcajadas, la escena era demasiado absurda y cómica para él. La risa resonó por el vestíbulo, aliviando momentáneamente la tensión que había llenado el aire.

Walburga fulminó a Sirius con la mirada. "¡Esto no es gracioso, Sirius!"

Sirius, aún riendo, respondió: "Lo es un poco, madre. Lo es un poco."

Regulus, finalmente recuperando la zapatilla de ballet de la boca de Blue, miró a su hermano y, aunque intentó mantenerse serio, no pudo evitar sonreír levemente. La presencia de Sirius, incluso en momentos caóticos, siempre tenía una forma de hacer las cosas más llevaderas.

 

 

 

Regulus ayudó a Sirius a llevar sus cosas a su antigua habitación. Sirius comenzó a desempacar sus pertenencias, creando una pequeña pila de libros en el escritorio y colgando algunas prendas en el armario.

De repente, Sirius frunció el ceño, dándose cuenta de que le faltaba algo. "Me falta algo," dijo, mirando a Regulus. "Vuelvo en un momento." Salió rápidamente de la habitación, dejando a Regulus solo con las cajas medio desempacadas.

Unos momentos después, la canción "Loverboy" de A-Wall comenzó a sonar desde algún lugar de la habitación. Regulus rastreó el sonido hasta encontrar el celular de Sirius encima de una caja. Miró la pantalla y vio el nombre "Prongs 🦌". Dudó por un momento, sin saber si debía contestar o llevarle el teléfono a Sirius.

Finalmente, decidió contestar. "Hola," dijo, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo.

La voz de James sonó al otro lado de la línea, llena de emoción. "¡Sirius! Qué bueno escucharte. Voy directo al grano, ¿cómo está Regulus? ¿Ya le dijiste sobre el trato con tus padres?"

Regulus se quedó en silencio, sorprendido por la preocupación en la voz de James y por el hecho de que estaba preguntando específicamente por él. "James," dijo, interrumpiendo el flujo de preguntas. "Soy Regulus."

Hubo una pausa al otro lado de la línea, y luego la voz de James cambió a una mezcla de sorpresa y alivio. "¡Regulus! Lo siento, no esperaba que contestaras tú. ¿Cómo estás? ¿Todo bien?"

Regulus respiró hondo, sintiendo una oleada de emociones. "Estoy bien, James. Ya sé sobre el trato que hizo Sirius con mis padres. Él me lo dijo."

James soltó un suspiro de alivio. "Bueno, me alegra que lo sepas. ¿Cómo te sientes al respecto?"

Regulus miró alrededor de la habitación, tratando de poner en palabras lo que sentía. "Es... complicado. No me gusta que Sirius haya tenido que renunciar a tanto por mí. Me siento culpable."

"Entiendo," dijo James con voz suave. "Pero lo hizo porque te quiere. Y todos estamos aquí para apoyarte, Regulus. No estás solo en esto."

Regulus asintió, aunque James no podía verlo. "Gracias, James. Aprecio mucho lo que dices."

En ese momento, Sirius regresó a la habitación, viendo a Regulus con su teléfono en la mano. "¿Quién es?" preguntó, levantando una ceja.

"Es James," dijo Regulus, pasándole el teléfono a Sirius. "Estaba preguntando por mí."

Sirius tomó el teléfono y sonrió levemente. "Gracias por contestar, Regulus." Luego, llevó el teléfono a su oído. "James, ¿qué pasa?"

Regulus observó a su hermano mayor mientras hablaba con James, sintiendo una mezcla de gratitud y preocupación. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero con Sirius y sus amigos a su lado, sentía que podría enfrentar lo que viniera.

 

 


Regulus se puso a ordenar algunas cosas de Sirius mientras éste hablaba con James. Ajustó la pila de libros en el escritorio y colocó algunas prendas en el armario, tratando de mantenerse ocupado y de no pensar demasiado en lo que acababa de escuchar.

Cuando Sirius terminó la llamada, se acercó a Regulus con una expresión pensativa. "Oye, Regulus," dijo, "¿te importaría si le paso tu número a James?"

Regulus frunció el ceño, asimilando la pregunta. Luego miró a Sirius, con una mezcla de curiosidad y desconfianza. "¿Para qué quiere Potter mi número?"

Sirius titubeó por un momento, su mente trabajando rápidamente para encontrar una respuesta. "Es porque le gus..." comenzó, pero se detuvo antes de terminar la frase. "Quiero decir, es porque quiere ser tu amigo."

Regulus lo miró con sospecha, notando el titubeo de su hermano. "Eso no era lo que ibas a decir al principio, Sirius. ¿Qué es lo que realmente quieres decir?"

Sirius se rascó la nuca, incómodo. "No iba a decir nada, Regulus. Sólo eso, que quiere ser tu amigo."

Regulus insistió, acercándose un poco más a su hermano. "Vamos, Sirius. Dime la verdad. ¿Qué es lo que realmente querías decir?"

Sirius suspiró, dándose cuenta de que Regulus no iba a dejarlo escapar tan fácilmente. "Mira, Regulus... James se preocupa por ti. Quiere estar en contacto, para que puedas hablar con alguien más que no sea sólo yo."

Regulus se quedó en silencio por un momento, sopesando las palabras de Sirius. Finalmente, se rindió y asintió. "Está bien, puedes darle mi número a Potter."

Sirius sonrió, aliviado. "Gracias, Regulus. Creo que es una buena idea."

Regulus se encogió de hombros, tratando de parecer indiferente, aunque no pudo evitar sentir una pequeña punzada de curiosidad por lo que podría suceder después.

 

 

Durante la cena, Walburga y Orión Black estaban sentados en los asientos centrales de la imponente mesa, recordando una escena de la realeza. Walburga ocupaba un lugar prominente a un lado del centro, mientras Orión se sentaba directamente en el otro extremo del medio. Sirius y Regulus estaban juntos en un lado de la mesa, compartiendo una sensación palpable de incomodidad.

El silencio se hizo pesado hasta que Walburga decidió interrumpirlo, fijando su mirada en Sirius. "Así que, Sirius, cuéntame sobre tu novio," dijo con un tono que era más inquisitivo que amable.

Sirius se quedó paralizado, sorprendido por la pregunta. Sus pensamientos se atropellaron, buscando una respuesta adecuada, pero las palabras se le escapaban. 

Regulus, percibiendo la tensión, intervino rápidamente. "Sirius no te va a decir nada, madre."

Walburga frunció el ceño, claramente molesta por la respuesta de su hijo menor. "¿Y por qué no?", preguntó con un tono autoritario.

Sirius, recuperándose, miró a su madre con determinación. "Prefiero que no te metas en la vida de mi novio, madre," dijo, su voz firme aunque calmada.

La respuesta dejó a Walburga visiblemente irritada, pero Sirius mantuvo su postura, dejando claro que su vida personal no estaba abierta a discusiones en esa mesa.


Orión desvió la atención hacia Regulus con un tono severo. "Regulus, dile a tu perro que deje de alzar las patas a la mesa o lo sacaré a la calle."

Regulus levantó la vista y respondió, tratando de mantener la calma. "Blue solo tiene hambre, padre. Si me hubieras dejado solicitar comida para perros cuando se ordenó a hacer las compras, no estaría tratando de molestarte."

Walburga, visiblemente irritada, llamó a un sirviente. "Sáquenlo de aquí."

Sirius, sin embargo, llamó a Blue antes de que el sirviente pudiera actuar. El perro se acercó al lado de Sirius, moviendo la cola con entusiasmo. Sirius, decidido a no permitir que su mascota fuera echada, sirvió un poco de Scaloppine en otro plato y se lo puso frente a Blue.

Walburga, escandalizada, alzó la voz. "¡¿Cómo te atreves a darle comida a un perro en un plato fino?!"

Regulus no pudo contener sus ganas de reír y estalló en carcajadas cuando Sirius respondió con tranquilidad: "Desde el principio me dejaste comer, usar y estar en la mesa, así que no importa si Blue come desde un plato."

Walburga, indignada y sin palabras, se quedó sin saber cómo responder. Orión, incapaz de evitarlo, soltó una risa. La tensión en la mesa se rompió momentáneamente con esa respuesta, dejando a Walburga claramente irritada y a los demás conteniendo las sonrisas.

 

 

Al final de la cena, la tensión seguía palpable en el aire. Regulus y Sirius se levantaron de la mesa casi al mismo tiempo, y mientras lo hacían, ambos hermanos se dirigieron a sus padres.

"Buenas noches, madre, padre," dijo Sirius, con un tono que trataba de ser respetuoso, pero sin mucho entusiasmo.

"Buenas noches," añadió Regulus, siguiendo el ejemplo de su hermano mayor.

Walburga y Orión apenas levantaron la vista de sus platos, murmurando respuestas vagas antes de volver a sus asuntos. Sin más que decir, Sirius y Regulus abandonaron el comedor y comenzaron a subir las escaleras hacia la planta superior donde estaban sus habitaciones.

El pasillo estaba en silencio, solo interrumpido por el suave murmullo de sus pisadas sobre la alfombra. Blue seguía a Sirius de cerca, moviendo la cola con cada paso. Cuando llegaron a sus puertas, se detuvieron.

"Buenas noches, Reggie," dijo Sirius, con una sonrisa cansada.

"Buenas noches, Sirius," respondió Regulus, devolviéndole la sonrisa. "Y gracias por lo de Blue."

Sirius asintió, complacido. "De nada. Que descanses."

Regulus abrió la puerta de su habitación y entró, mientras Sirius hizo lo mismo. Ambas puertas se cerraron suavemente, dejando el pasillo nuevamente en silencio mientras los dos hermanos se preparaban para la noche, cada uno en su propio espacio.

 

 

Regulus entró en su habitación y cerró la puerta detrás de él, sintiendo un alivio inmediato al estar solo. La tensión de la cena comenzaba a desvanecerse, y se dirigió directamente al baño para darse una ducha rápida y relajarse.

El agua caliente le ayudó a despejar su mente mientras lavaba el sudor y la incomodidad del día. Se quedó unos minutos más bajo el chorro, disfrutando del momento de tranquilidad antes de salir y envolverse en una toalla. Se secó rápidamente y se puso una pijama cómoda.

Antes de acostarse, se sentó en su escritorio para revisar su agenda. Tenía algunas cosas programadas para el día siguiente y quería asegurarse de no olvidar nada importante. Mientras pasaba la página, su mirada se desvió hacia su teléfono, que estaba sobre el escritorio. Notó una notificación de mensaje de un número desconocido.

Intrigado, abrió el chat y comenzó a leer:

"Hola, Regulus. Soy James Potter. Sirius me pasó tu número. Espero que esté bien. Solo quería decirte que si alguna vez necesitas algo o simplemente quieres hablar, estoy aquí. Me encantaría conocerte mejor. Buenas noches."

Regulus se quedó mirando el mensaje, sorprendido por la amabilidad y la familiaridad en las palabras de James. No estaba seguro de cómo responder, pero de alguna manera, el mensaje lo hizo sentir un poco menos solo en medio de todo el caos de su vida.

Después de un momento, decidió responder:

"Hola, Potter. Gracias por el mensaje. Aprecio tu ofrecimiento. Espero que podamos hablar pronto. Buenas noches."

Envió el mensaje y dejó el teléfono a un lado, sintiendo una extraña mezcla de nerviosismo y curiosidad. Finalmente, se acostó en la cama, esperando que la conversación con James fuera el comienzo de algo bueno en medio de la tormenta que era su vida en la mansión Black.

 

 

En la academia de ballet, la clase estaba en pleno apogeo, con los estudiantes concentrados en sus movimientos bajo la atenta mirada del maestro. Regulus se esforzaba por seguir el ritmo y perfeccionar cada paso, aunque el nerviosismo lo acompañaba desde que había vuelto a las clases tras su recuperación. Su ausencia le había costado mucho, y ahora se sentía inseguro sobre su capacidad para igualar a sus compañeros.

De repente, uno de los directores entró en el estudio, interrumpiendo la clase. "Estudiantes, ya hemos comenzado a evaluar las pruebas para los solos," anunció, causando una oleada de murmullos y miradas inquietas. Regulus sintió un nudo en el estómago. Sabía que no había podido practicar tanto como los demás, pero deseaba con todas sus fuerzas hacerlo bien.

Los estudiantes se apartaron hacia los lados, dejando libre el espacio central del estudio. La primera en presentarse fue Pandora, quien avanzó con seguridad y preparó la música. El salón se llenó con los evocadores acordes de "Dance For Me Wallis" de Abel Korzeniowski. Todos los ojos se posaron en ella mientras comenzaba su danza. Su actuación fue un despliegue de pasión y técnica, maravillando a sus compañeros y arrancando aplausos silenciosos al final.

Pandora fue seguida por varios otros estudiantes, cada uno ofreciendo su propio estilo y interpretación. La sala estaba llena de tensión y anticipación cuando finalmente, después de una hora, llamaron a James.

Regulus, quien había estado perdido en sus pensamientos, volvió a la realidad al escuchar el nombre de Potter. Observó con atención mientras James se dirigía al centro. La música que comenzó a sonar le resultó familiar, y pronto reconoció "In the Grey of the Sky" de Maxence Cyrin. Regulus quedó asombrado al ver a James bailar con una gracia y precisión impecables. Cada movimiento era perfecto, ejecutado con una elegancia que parecía innata.

El desempeño de James fue tan impresionante que Regulus sintió una punzada de preocupación. Esa misma canción era la que él había elegido para su propio solo. Cuando James terminó, el silencio se rompió con una oleada de suspiros y murmullos de admiración.

Entonces, llamaron a Regulus. Con una determinación renovada, se acercó al pianista y le susurró que usaría la misma pieza musical. Tomó su lugar en el centro del estudio, respiró profundamente y se preparó para su actuación.

La música comenzó a sonar de nuevo, y Regulus cerró los ojos por un momento, permitiendo que los acordes se infiltraran en su ser. Al abrirlos, empezó a moverse, dejando que la música guiara cada uno de sus pasos. Sentía la presión de la comparación inevitable con James, pero también sabía que tenía que poner todo su corazón en ese baile. 

Los movimientos fluían de él con una combinación de técnica precisa y emoción cruda. Aunque sus inseguridades aún pesaban en su mente, se entregó por completo a la interpretación, buscando mostrar su propio estilo y sentimiento. Cada giro y salto eran una expresión de su pasión y lucha, y mientras bailaba, el tiempo parecía detenerse.

Al final de su solo, la música se desvaneció y Regulus se quedó quieto, respirando profundamente. El estudio permaneció en silencio por un momento, antes de que el maestro y el director lo agradecieran y los compañeros se miraran entre sí, algunos impresionados por lo que habían presenciado.

Regulus, con el corazón todavía latiendo con fuerza, se retiró al lado del estudio, esperando la evaluación, sabiendo que había dado todo lo que tenía en ese momento crucial.

 

 

Antes de retirarse para discutir las presentaciones, el maestro y el director se dirigieron a los estudiantes una vez más. La tensión en el salón era palpable, todos esperando ansiosamente sus comentarios. 

“Quiero felicitar a todos por sus presentaciones hoy,” comenzó el director, con una expresión seria pero alentadora. “Sin embargo, hay algo que debemos abordar. Algunos de ustedes han elegido la misma pieza musical para sus solos. En estos casos, debemos considerar la posibilidad de un desafío para determinar quién se quedará con el solo que han bailado.”

Regulus sintió un nudo en el estómago. Sabía que esto significaba que él y James, entre otros, tendrían que competir directamente por la pieza de "In the Grey of the Sky". James, a su lado, parecía tranquilo, pero Regulus podía ver una chispa de determinación en sus ojos.

El maestro continuó: “Los que se encuentren en esta situación deben estar preparados para enfrentar este desafío. Además, les pedimos que consideren una segunda opción para su solo. Si desean seguir participando en el festival, es importante que tengan un plan alternativo en caso de que no obtengan la pieza que han presentado hoy.”

Los estudiantes murmuraron entre ellos, asimilando la noticia. Regulus sintió una mezcla de emociones: nerviosismo, desafío, y una renovada determinación de demostrar su valía. Sabía que tendría que esforzarse aún más para superar a James, pero también se sentía motivado por la competencia.

El maestro y el director asintieron, indicándoles que era hora de irse a deliberar. “Nos tomaremos un tiempo para discutir y evaluar cada presentación. Les informaremos nuestras decisiones en breve. Gracias por su esfuerzo y dedicación,” dijo el maestro antes de salir del salón junto con el director.

Los estudiantes comenzaron a dispersarse, algunos hablando entre ellos sobre sus presentaciones y las posibles segundas opciones. Regulus se quedó en su lugar por un momento, contemplando lo que acababa de suceder. Miró a James, quien le sonrió con camaradería. 

“Buena suerte, Regulus,” dijo James sinceramente.

Regulus asintió, devolviéndole la sonrisa con una mezcla de gratitud y competitividad. “Gracias, Potter. Buena suerte a ti también.”

Mientras los demás estudiantes se dirigían a cambiarse o a practicar más, Regulus se quedó un momento más en el salón, permitiendo que las palabras del maestro resonaran en su mente. Sabía que el desafío no sería fácil, pero estaba decidido a dar lo mejor de sí y demostrar que merecía ese solo.

 

 

Después de unos 40 minutos, el maestro y el director regresaron al salón. Aunque no todos los alumnos estaban presentes, se aseguraron de que los resultados también serían enviados por correo electrónico y se publicarían en un anuncio oficial. El maestro se colocó al frente y comenzó a anunciar los resultados en voz alta. Regulus, tratando de relajarse, pensaba en momentos felices con Sirius. Sin embargo, su atención se agudizó cuando escuchó que estaban a punto de anunciar el solo de "In the Grey of the Sky".

“Y el bailarín que actuará con el solo de 'In the Grey of the Sky' en el festival será... James Potter,” anunció el maestro.

Regulus sintió un nudo en la garganta y una oleada de decepción. Las ganas de llorar eran intensas, pero se controló, manteniendo una expresión neutra. Cuando el maestro terminó de anunciar todos los solos, llamó a Regulus aparte.

“Regulus, ¿puedes acercarte un momento?” dijo el maestro Lefèvre.

Regulus caminó hacia él, tratando de mantener la compostura. “Sí, maestro.”

“Entiendo que debido al percance que tuviste, no has tenido tiempo de considerar una segunda opción. ¿Has pensado en qué otro baile preferirías presentar si aún deseas participar en el festival?” preguntó Lefèvre con empatía.

Regulus sacudió la cabeza ligeramente. “No, maestro. No he tenido tiempo para pensarlo.”

Lefèvre asintió comprensivamente. “No te preocupes, Regulus. Tómate tu tiempo. No hay prisa. Piénsalo y avísame en la próxima clase, ¿de acuerdo?”

“Sí, maestro. Gracias,” respondió Regulus, agradecido por la comprensión.

Se dirigió al vestuario de chicos, donde se dio una ducha rápida para despejarse. Después de cambiarse, salió de la academia y vio a Sirius esperándolo, recostado contra la Jeep de James. La vista de la Jeep le recordó que hoy era el día en que Sirius tenía que devolver el vehículo a su mejor amigo, lo que implicaba una interacción inevitable con James. Regulus no se sentía preparado para eso.

Sirius sonrió al verlo salir, pero su sonrisa se desvaneció al notar la expresión abatida de su hermano. “¿Cómo te fue?” preguntó, aunque su tono ya mostraba preocupación.

Regulus forzó una pequeña sonrisa. “No conseguí el solo que quería. Potter lo obtuvo.”

Sirius frunció el ceño, sabiendo cuánto significaba para Regulus. “Lo siento, Reg. ¿Y ahora qué?”

“El maestro me dijo que pensara en una segunda opción y le informara en la próxima clase. Pero sinceramente, no sé qué más presentar,” confesó Regulus.

Sirius puso una mano en el hombro de su hermano, transmitiéndole apoyo. “Encontrarás algo, Reg. Eres un bailarín increíble. Ahora, vamos a casa y pensaremos en ello juntos, ¿te parece?”

Regulus asintió, sintiéndose un poco mejor con la presencia reconfortante de Sirius. Cuando James llegó, les ofreció llevarlos a ambos, pero Sirius, conociendo a su pequeño hermano y comprendiendo lo que había sucedido hoy, decidió que lo mejor era rechazar la oferta. Se despidió de James en nombre de ambos, y los hermanos tomaron un autobús para regresar a casa, preparados para enfrentar el resto del día y los desafíos que les esperaban.

 

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