
Traición y Redención
Estaba mareado, las luces de las farolas parpadeaban en mis ojos, provocándome una jaqueca insoportable. El calor me envolvía y la sed era una necesidad apremiante. Sentía náuseas, con el impulso de vomitar creciendo en mi interior. Aún no podía creer que esto me estuviera pasando.
Ojalá no hubiera aceptado ir a esa fiesta.
Flashback
La música retumbaba en mis oídos mientras Sirius y yo cruzábamos la puerta de la casa. Sirius estaba emocionado. Yo, en cambio, me sentía incómodo. A mis diecisiete años, no estaba acostumbrado a este tipo de eventos.
La sala estaba llena de gente. Risas, luces parpadeantes y el olor a alcohol se mezclaban en el aire. Sirius me arrastró hacia el centro de la habitación, donde una multitud bailaba y reía. Me sentí como un pez fuera del agua, observando a todos desde la orilla.
Entonces lo vi. Alguien que iba a empezar a odiar por un largo tiempo, solo que todavía no sabía que iba a ser así, el famoso desconocido, se acercó a Sirius con una sonrisa amplia. Sus cabellos oscuros y desordenados caían sobre su frente, y sus ojos brillaban con entusiasmo. Llevaba una camiseta negra y unos vaqueros ajustados. Era guapo, no podía negarlo.
"¡Sirius!" exclamó el desconocido, abrazando a mi hermano como si no lo iba a abrazar nunca más. "¿Cómo estás, hermano?"
Sirius parecía encantado de verlo. Hablaron animadamente, y este desconocido no pareció notar mi presencia. Me quedé en un rincón, sintiéndome invisible. Sirius me había arrastrado a esta fiesta, pero ahora estaba solo. Nadie sabía quién era Regulus Black, el hermano menor de Sirius.
Este siguió hablando con Sirius, y mi hermano asintió, riendo ante alguna broma que hizo. Me pregunté si debería acercarme, pero algo en mí me detuvo. No quería ser el hermano menor que se colaba en la conversación. Además, ese chico era un imán social, y yo... bueno, yo no lo era.
Finalmente, este tomó a Sirius del brazo y lo llevó hacia la pista de baile. Sirius ni siquiera me miro antes de seguirlo. Me quedé solo, observando cómo mi hermano se perdía entre la multitud. No sabía qué hacer. ¿Debía quedarme aquí o irme?
Decidí quedarme un poco más. Quizás alguien más me notaría. Quizás alguien más me hablaría. Pero mientras observaba a la gente moverse al ritmo de la música, me di cuenta de que estaba solo en medio de la fiesta, como un extraño en un mundo que no entendía del todo.
Y así fue como pasé la noche, viendo a Sirius bailar con el desconocido, mientras yo permanecía en la sombra, preguntándome si alguien más notaría mi presencia. Pero al final, no importaba. Era solo Regulus Black, el hermano menor de Sirius, en una fiesta llena de desconocidos.
En algún momento de la noche, perdí de vista a Sirius. La música retumbaba en mis oídos mientras me sentía abrumado por la desilusión. Decidí alejarme y dirigirme hacia la puerta, pero antes de que pudiera escapar, una mano me agarró de la muñeca con firmeza.
"¿Quieres bailar, guapo?" me susurró un desconocido, su aliento impregnado de alcohol.
Traté de contener mi pánico. "Por favor, suéltame", rogué, pero el agarre no cedía.
"No tengas miedo, solo quiero que nos divirtamos. ¿Qué te parece una copa?" insistió, ofreciéndome un vaso cercano.
"Realmente no quiero", respondí, tratando de alejarme, pero su mano se deslizó hacia mi cintura, forzándome a beber del vaso. Sentí cómo mi garganta ardía y cómo sus manos empezaron a tocarme de manera inapropiada, mientras sus labios se acercaban a mi oído. Las lágrimas brotaron de mis ojos sin control.
"Te dijo que no, Mulciber", intervino una voz femenina con determinación, apartando al intruso y propinándole un golpe que rompió su nariz.
Me sentí aliviado cuando la chica se acercó a mí con preocupación. Negué con la cabeza, incapaz de articular palabras, y salí corriendo de allí. Me alejé unas cuadras, buscando refugio en la distancia, hasta que finalmente me detuve y busqué en mi bolsillo el celular, que había perdido en medio del caos. Sin monedas para hacer una llamada, me encontré varado en la noche, sintiendo un profundo desamparo.
Intenté orientarme para encontrar el camino a casa, pero cruzar calles en mi estado era imposible. De repente, un coche se detuvo frente a mí, el cristal se bajó y vi el rostro de Fleamont. Sentí un alivio inmenso al ver a alguien seguro y confiable.
"¿Regulus? ¿Qué haces en la calle a esta hora? ¿Estás bien?" me preguntó preocupado mientras bajaba del auto.
"Yo estaba... Yo..." balbuceé con voz temblorosa. Fleamont me puso una chaqueta sobre los hombros y me abrazó, brindándome calor y consuelo.
"Effie, ¿puedes conducir, por favor? Iré atrás con él. Vamos, te llevaré a casa, Regulus," dijo Fleamont abriéndome la puerta del coche. Una mujer hermosa con larga cabellera rizada y piel caramelo se sentó al volante.
"¿Lo llevamos al hospital? Parece que lo drogaron, Monty," dijo ella con preocupación.
"Creo que tienes razón. Conduce hacia el hospital más cercano. Llamaré a Alphard, es su sobrino," respondió Monty, asegurándose de que yo estuviera dentro del coche. Subió detrás de mí mientras Effie arrancaba hacia el hospital. Sin poder evitarlo, me recosté en Fleamont mientras él llamaba a mi tío.
Durante el trayecto al hospital, me aferré a Fleamont, sintiendo una mezcla de alivio y agotamiento. Escuché fragmentos de su conversación con mi tío Alphard, explicándole lo sucedido y asegurándole que íbamos en camino al hospital.
Al llegar, Effie estacionó rápidamente y corrió a buscar ayuda. Un par de enfermeros llegaron con una camilla y me ayudaron a salir del coche. Fleamont se mantuvo a mi lado todo el tiempo, su presencia era reconfortante.
“Lo tenemos,” dijo uno de los enfermeros con una voz tranquilizadora. “Vamos a llevarte adentro y asegurarnos de que estés bien.”
Me acostaron en la camilla y me llevaron al interior del hospital, donde las luces brillantes y el olor a desinfectante me marearon aún más. Fleamont permanecía a mi lado, sosteniendo mi mano. Sentí que el mundo giraba a mi alrededor, pero su firmeza me anclaba.
Un doctor se acercó y empezó a hacer preguntas mientras otro enfermero tomaba mis signos vitales. “¿Has ingerido algo extraño esta noche? ¿Recuerdas qué ocurrió antes de sentirte mal?”
“Me forzaron a beber algo,” logré decir, mi voz apenas audible.
“Vamos a hacer unas pruebas para ver qué sustancia te han dado,” dijo el doctor con calma. “No te preocupes, estás en buenas manos.”
Mientras me llevaban a una sala para realizarme las pruebas, vi la preocupación en el rostro de Fleamont. “Voy a estar aquí todo el tiempo, Regulus. No estás solo,” me dijo suavemente.
Las pruebas fueron rápidas, aunque incómodas. Extrajeron sangre y tomaron muestras para analizar. Sentí un leve pinchazo y luego todo se volvió borroso. Me llevaron a una habitación donde pude descansar mientras esperábamos los resultados.
Effie y Fleamont se quedaron conmigo, hablando en voz baja para no molestarme. A través de mi somnolencia, escuché a Fleamont tranquilizar a mi tío Alphard por teléfono, asegurándole que estaba a salvo y que pronto sabríamos más.
Finalmente, el doctor regresó con los resultados. “Parece que has sido drogado con una sustancia comúnmente usada en fiestas. Te vamos a administrar líquidos y monitorear tus signos vitales. Vas a estar bien, pero necesitarás descansar aquí por un tiempo.”
Fleamont y Effie suspiraron aliviados. “Gracias, doctor,” dijo Fleamont, apretando suavemente mi mano. “¿Hay algo más que debamos hacer?”
“Solo estar aquí para él,” respondió el doctor. “El descanso y el apoyo son lo más importante ahora.”
Mientras el suero goteaba lentamente en mi brazo, sentí que mis párpados se volvían pesados. Sabía que estaba en buenas manos y que pronto todo esto sería solo un mal recuerdo. Con Fleamont y Effie a mi lado, finalmente me dejé llevar por el sueño, seguro de que todo estaría bien.
Alphard
Eran las 11:30 de la noche cuando mi celular sonó. La confusión se apoderó de mí al ver que era Fleamont quien me llamaba. Contesté con un nudo en el estómago.
"¿Fleamont, qué pasa?" pregunté, sintiendo un pequeño malestar.
"Alphard, escucha, es algo delicado. Me encontré con Regulus mientras iba de camino a casa. No estaba bien, intentaba mantenerse orientado. Estaba frío al tocarlo. Estoy de camino al hospital", dijo Fleamont, y mi mano tembló al sostener el teléfono.
"¿Qué hospital? ¿Mi bebé está bien? Si le pasa algo, yo..." mi voz tembló de angustia.
"Cálmate, Al. Así no podrás hacer nada. Regulus está seguro conmigo. Eliminarán lo que sea que haya consumido. Aunque sé que no lo hizo por sí mismo. Ya llegamos, te mandaré la ubicación. Conduce con cuidado y tómate unos minutos para calmarte", dijo Fleamont antes de colgar. Me dirigí a la cocina, preparé un té y me lo tomé, repitiéndome mentalmente que Regulus estaba con Fleamont. Treinta minutos después, recibí otra llamada.
"¿Él está bien?" pregunté a Fleamont en cuanto contesto.
"Sí, está bien. Le hicieron análisis para identificar lo que tenía en el cuerpo. Le administraron un suero para eliminar la sustancia. Pasará la noche aquí. No me voy a separar de él, Alphard, lo prometo", respondió Fleamont, aliviándome.
"Gracias, Flea. Siempre logras ayudarme de maneras sorprendentes. Necesito saber qué pasó con Sirius. Ambos salieron juntos", dije preocupado.
"Investiga sobre Sirius. Ni Euphemia ni yo nos alejaremos de Regulus", aseguró Fleamont con determinación.
"Gracias", colgué y estaba a punto de llamar a Sirius cuando él entró por la puerta, visiblemente preocupado. "¡¿En dónde diablos estabas?!" le grité.
"En la fiesta. ¿Regulus está aquí?" preguntó, angustiado.
"Regulus está en el hospital porque lo drogaron. Se suponía que ibas a cuidarlo. Es un menor, tu hermano. Aceptó ir a esa fiesta porque pensó que contigo se divertiría. Dime que no lo abandonaste, Sirius. Te conozco, tiendes a ignorar lo que tienes a tu alrededor", le reproché, molesto. Sirius me miró con dolor.
"Yo no quería. Cuando fui consciente, él no estaba por ningún lado", dijo, comenzando a llorar.
"Estás castigado, Sirius. No me importa que ya seas mayor de edad. Tu hermano fue drogado. Pudieron hacerle algo. Espero que estés preparado. Acabas de decepcionar a dos personas: a mí y a tu hermano. Y bien sabes que la decepción que siente tu hermano es similar a la que siente de esos monstruos de mi hermano y cuñada. Camina, tenemos que ir al hospital", sentencié, viendo cómo se arrepentía. Ambos salimos de la casa y conduje hasta el hospital.
Habitación del Hospital - Mañana siguiente
Regulus abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz tenue que se filtraba por la ventana. La habitación estaba tranquila, y el suave zumbido de las máquinas médicas llenaba el espacio. Se sentía débil, pero al menos no estaba solo. A su lado, Fleamont estaba sentado, conversando en voz baja con una mujer que Regulus no conocía.
Fleamont notó que Regulus estaba despierto y se inclinó hacia él. "Regulus, ¿cómo te sientes? ¿Estás mejor?"
Regulus asintió, sintiéndose un poco aturdido. "¿Qué pasó? ¿Por qué estoy en el hospital?"
Fleamont le explicó brevemente sobre la droga que le habían dado en la fiesta y cómo lo habían traído al hospital. "Estás a salvo ahora, Regulus. Los médicos están cuidando de ti."
Regulus miró a la mujer desconocida. "¿Y ella? ¿Quién es?"
Fleamont sonrió y se levantó. "Regulus, permíteme presentarte a Euphemia, mi esposa. Ella es una persona increíble y está aquí para apoyarte."
Euphemia extendió la mano hacia Regulus. "Es un placer conocerte, Regulus. Fleamont me ha hablado mucho de ti. Estamos aquí para ayudarte en todo lo que necesites."
Regulus apretó la mano de Euphemia, agradecido por la presentación. Luego, su mirada se posó en Sirius, quien estaba sentado en una esquina de la habitación. Sus ojos se encontraron, y Regulus sintió una mezcla de enojo y alivio.
"¿Dónde estabas, Sirius?" preguntó Regulus, su voz más firme de lo que se sentía.
Sirius bajó la mirada, culpable. "Lo siento, Regulus. No debería haberme alejado. No sabía que te habían drogado. Estuve buscándote toda la noche."
Regulus suspiró. "No importa ahora. Solo... asegúrate de cuidarme la próxima vez."
En ese momento, Alphard entró a la habitación, su expresión seria. "Regulus, ¿cómo estás, hijo?"
"Estoy bien, tío", respondió Regulus. "Gracias por estar aquí."
Alphard asintió. "No tienes que agradecerme. Estoy siempre para ti."
La habitación se llenó de un silencio incómodo. Regulus miró a cada uno de ellos: Euphenia, Fleamont, Sirius y Alphard. A pesar de las circunstancias, se dio cuenta de que tenía a dos personas más que lo apoyaban, y ni siquiera lo conocen por completo, en cuanto a su hermano y su tío se preocupan realmente por él, incluso si no siempre se entendían.
"Supongo que esto nos enseñó algo", dijo Regulus finalmente. "Nunca más aceptaré ir a una fiesta sin saber quién está a mi lado."
Euphemia sonrió. "Buena lección, querido. Ahora descansa. Estamos aquí para ti."
Regulus cerró los ojos, sintiéndose agradecido por la compañía y la seguridad que encontraba en esa habitación. Aunque la noche anterior había sido aterradora, tal vez, solo tal vez, algo bueno había surgido de todo eso: la certeza de que no estaba solo en este mundo complicado.
Regulus se encontraba en su habitación, aún débil pero recuperándose. Gracias a su tío, que había enviado las excusas médicas a la escuela y a la academia de ballet, sus padres no se habían enterado de nada. El incidente de la fiesta seguía atormentándolo, y su enojo hacia Sirius crecía con cada día que pasaba. La puerta se abrió y Sirius entró, nervioso.
"Regulus, necesitamos hablar," dijo Sirius, cerrando la puerta detrás de él.
Regulus lo miró con frialdad. "¿Qué podría haber entre tú y yo que necesitemos discutir?"
Sirius se acercó, desesperado. "Regulus, lo siento. No sabía que te habían drogado. Si hubiera estado a tu lado, nada de esto habría pasado."
Regulus se levantó de la cama, enfrentándolo. "¿Y por qué no estabas a mi lado, Sirius? ¿Por qué me dejaste solo en esa fiesta? Me habías prometido no dejarme solo. Inmediatamente vino ese desconocido, muy grosero por cierto. ¿Él es más importante que yo?"
La tensión en la habitación era palpable. Regulus, aún débil pero lleno de ira, se enfrentaba a Sirius. El silencio se prolongó mientras los dos hermanos se miraban fijamente.
Sirius tragó saliva, buscando las palabras adecuadas. "Regulus, no puedo cambiar lo que pasó, pero quiero que sepas que lamento profundamente no haber estado a tu lado esa noche. No tenía idea de que algo así podría suceder."
Regulus apretó los puños. "¿Y qué? ¿Eso te exime de responsabilidad? ¿Crees que una disculpa es suficiente para borrar todo lo que pasó?"
Sirius se acercó más. "No, no lo creo. Pero quiero que entiendas que no fue mi intención abandonarte. Estaba emocionado por hablar con alguien más, alguien que no fuera parte de nuestro mundo. James... él es diferente."
Regulus frunció el ceño. "¿James? ¿Ese es el nombre del desconocido? ¿El que te hizo olvidarte de mí?"
Sirius asintió. "Sí, James Potter. Es un chico interesante, Regulus. No quería dejarte solo, pero..."
"¡Pero nada!" exclamó Regulus. "¿Crees que James es más importante que yo? ¿Que su compañía vale más que la mía?"
Sirius se pasó una mano por el cabello. "No es así, Regulus. Pero James... él es especial. No es como los demás. No es como nosotros."
Regulus sintió una mezcla de enojo y dolor. "¿Eso es lo que piensas? ¿Que James es especial y yo no? ¿Que soy solo el hermano menor que sigue las reglas?"
Sirius se acercó aún más, su voz baja. "No es eso. Pero James... él me hace sentir libre, diferente. No puedo explicarlo."
Regulus retrocedió, sintiéndose traicionado. "Entonces, ¿qué? ¿Vas a seguir buscando esa libertad con James mientras yo me quedo aquí, solo y herido?"
Sirius cerró los ojos. "No quiero perderte, Regulus. Pero no puedo dejar de ser quien soy."
La habitación se llenó de un silencio pesado. Regulus miró a su hermano, sintiendo que algo se rompía dentro de él. "Entonces, tal vez deberíamos dejar de ser hermanos."
Sirius abrió los ojos, horrorizado. "Regulus, no digas eso."
Pero Regulus ya había decidido. "No quiero a un hermano que me abandone por alguien más. No quiero a un hermano que me haga sentir insignificante. No quiero a un hermano como tú."
La puerta se abrió de nuevo, y Alphard entró, su expresión seria. "¿Qué está pasando aquí?"
Regulus miró a su tío. "Nada, tío. Solo estamos teniendo una conversación de hermanos."
Alphard suspiró. "Espero que encuentren una forma de resolver esto. Los dos son importantes para mí."
Regulus volvió a mirar a Sirius. "Tal vez no somos tan importantes el uno para el otro como pensábamos."
Sirius parecía a punto de decir algo, pero Regulus se dio la vuelta y salió de la habitación. La puerta se cerró detrás de él, y Regulus se sintió solo, herido y traicionado.