
Reuniones and Revelaciones
Había pasado una semana desde que Regulus estaba en casa de su tío. Cada 30 minutos, Sirius le mandaba mensajes aleatorios; entre los dos, era Sirius quien no sabía manejar la distancia. Regulus había aprendido a amar que su hermano lo llamara o le enviara mensajes sin sentido, solo para sentirse cerca de él cada cierto tiempo. De vez en cuando, pasaba por la mansión para ver a Anne y a Lumière. Su tío no le imponía toques de queda exagerados cuando salía con sus amigos, pero sus padres le mandaban mensajes breves como: "Espero que sigas comportándote, no quiero otro Sirius en la familia". Esos mensajes le apretaban el corazón, pero trataba de ignorarlos. En ese momento, se encontraba yendo a buscar a Sirius junto con su tío a la estación de tren. Sirius y sus amigos habían decidido venir en tren, y Regulus esperaba que no lo tratara como un bebé frente a sus amigos, como siempre.
"Espero que Sirius me haya hecho caso y no haya cogido el tren incorrecto", dijo Alphard mientras estacionaba el auto. Regulus se mordió el labio para no reírse.
"Yo también lo espero, no quiero estar esperándolo", respondió Regulus mientras bajaba del auto. Cuando llegó al lado de Alphard, este lo abrazó por los hombros con un brazo. Llegaron al área de pasajeros para esperar a Sirius. No tuvieron que esperar mucho, porque Sirius ya estaba dejando su maleta tirada en cuanto los vio y echó a correr hacia Regulus, llenándolo de besos en todo el rostro.
"Sirius, me llenas de baba", se quejó Regulus falsamente, y Sirius se rió.
"Sirius, deja a tu hermano y ve a buscar tu maleta. ¿Dónde está tu bolso? Espero que no lo hayas perdido", regañó Alphard, y Sirius soltó a Regulus mientras murmuraba entre dientes.
"No lo he perdido, papá, James lo tiene", dijo antes de irse a buscar su maleta. Regulus se sorprendió.
"Te dijo papá", comentó Regulus, incrédulo.
"Sí, lleva un tiempo llamándome así. Creo que aún no es consciente de ello y a mí no me molesta. Ambos son mis hijos", dijo Alphard, mirando a Regulus con una sonrisa. Este le devolvió la sonrisa contento.
"Ya tengo todo. Reggie, quería que conocieras a James, pero ya se fue. Bueno, prácticamente se han ido todos; los vinieron a buscar", dijo Sirius con un bolso colgado del hombro y una maleta a su lado.
"Bien, andando chicos. Sirius, tú eliges la comida", dijo Alphard, agarrando la maleta de Sirius. Empezaron a caminar hacia el estacionamiento.
"Hamburguesas, sin duda", dijo Sirius antes de despeinar a su hermano.
"No cambias nada", dijo Regulus quitándose el cabello de los ojos.
"Claro, cada vez que te llamaba, cambiabas a la opción de videollamada y me pedías que mandara audios cada vez que escribía", dijo Sirius, dándole un beso en la mejilla al menor.
"Los audios eran porque escribías unos textos sin sentido", intentó defenderse Regulus, mientras su tío Alphard se burlaba de él.
"No sabes mentir, a mí no. Conozco a mi bebé", dijo Sirius, haciendo sonrojar a Regulus. Cuando llegaron al auto, su tío abrió el baúl para guardar las cosas de Sirius. Mientras tanto, Regulus aprovechó para abrazar a Sirius.
"Tuve una pesadilla la primera noche", dijo Regulus en voz baja, y Sirius lo apretó un poco más fuerte.
"No eres una marioneta, no lo serás toda la vida", dijo Sirius, sabiendo que esos sueños siempre eran de Regulus siendo una marioneta.
"Lo sé, pero se siente tan real", respondió Regulus con la voz entrecortada.
"Hey, no pensemos en eso. No lo es. Eres Regulus Black, Black de Sirius", dijo Sirius, agarrándole el rostro.
"Y de Alphard también", añadió su tío, haciendo reír a ambos hermanos.
"Gracias a ambos", dijo Regulus sonriendo.
"Siempre. Ahora, adentro. Nuestra parada es Honest Burgers Borough", dijo su tío. Sirius asintió. Todos entraron al auto, y durante el camino los otros dos escucharon sobre el viaje de estudios de Sirius, que en ocasiones alargaba contando alguna travesura que había hecho con sus amigos.
Cuando llegaron, pidieron una mesa para tres en el centro. Una vez acomodados, les facilitaron tres menús. Los tres escogieron sus hamburguesas y bebidas sin mucha demora. Durante la espera, Sirius se puso a mostrarle a Regulus fotos de sus bocetos que hizo mientras estuvo en Edimburgo. Al parecer, el bloqueo creativo desapareció, lo que alegró a su tío. Cuando llegó la comida, se pusieron a comer y de vez en cuando hacían un comentario.
“¿Y qué han hecho ambos en toda la semana?” preguntó Sirius a su tío y a su hermano.
“Ya sabes cómo lo he pasado, también has hablado un momento con tío por teléfono,” dijo Regulus antes de tomar un poco de zumo de naranja.
“Estoy seguro de que algo no me han dicho de las tantas cosas que a veces les cuento,” dijo Sirius haciendo reír a Alphard.
“Bueno, el segundo día que estuviste fuera de casa, invité a Fleamont a casa. Me lo había encontrado en una librería el día anterior. Sentimos que teníamos que hablar mucho y por eso lo invité,” dijo Alphard alzando la mano para pedir la cuenta.
“¿Fleamont? ¿Fleamont Potter? ¿Monty?” dijo Sirius con sorpresa y curiosidad.
“Sí, Fleamont Potter. Ya te había dicho que estudié con él en Oxford,” dijo Alphard mientras recibía la cuenta y se ponía a revisarla.
“Así que Reggie conoció a Monty,” dijo Sirius sonriendo mientras miraba a Regulus.
“Sí, es agradable. Me dio buenos consejos,” dijo Regulus, recordando las palabras motivadoras que Fleamont le había dicho y que tanto apreciaba.
“Oh, entonces James te va a agradar mucho,” dijo Sirius muy contento.
“Y sé que hackeaste el sistema de la universidad e hiciste que todos los correos electrónicos oficiales se enviaran en latín durante un día entero,” dijo Regulus riéndose de eso, y Sirius sonrió al recordar esa broma.
“Estaba aburrido. James dijo que un día logró entrar al sistema mientras programaba algo que no recuerdo. Así que le pregunté si podía hacerlo otra vez. Como dijo que sí, hicimos eso con los correos,” dijo Sirius riéndose, y Alphard negó con la cabeza.
“La suerte de que nunca me enteré de eso y de que hayan solucionado el problema en un día fue lo que te salvó de un gran castigo,” dijo Alphard firmando la cuenta, y los tres se levantaron.
“Sí, Fleamont había solucionado el problema. Nos hizo disculparnos a ambos, así que no tuvieron que llamarte,” dijo Sirius mientras caminaban al auto.
“Espero que no hagas algo como eso, Regulus,” dijo Alphard quitándole el seguro al auto, y Sirius se rió.
“De seguro Barty me arrastra a una travesura, pero prometo no dejar que me atrapen,” dijo Regulus sonriendo, y Sirius se rió más fuerte.
“Me conformo con eso,” dijo Alphard subiendo al auto, y ambos hermanos hicieron lo mismo.
"There's a starman
Waiting in the sky
He'd like to come and meet us
But he thinks he'd blow our minds
There's a starman
Waiting in the sky
He's told us not to blow it
Cause he knows it's all worthwile"
Al llegar a la habitación, Sirius puso música inmediatamente. Yo intenté leer, pero con Sirius cantando era imposible concentrarme. Suspiré y cerré mi libro.
“Sirius, venga, duérmete. Son las 11 de la noche, sigo sin entender cómo puedes tener tanta energía”, dijo tío Alphard entrando en la habitación. Sirius apagó la música.
“Perdón, no sabía que ya era tarde”, dijo Sirius mirando el reloj.
“Se nota. Puedes estar despierto todo lo que quieras, pero no quiero quejas de los vecinos por la música a esta hora. Buenas noches, mis tesoros.” dijo Alphard saliendo de la habitación.
“Buenas noches, que descanses”, dijimos Sirius y yo al unísono.
“Oye, Reggie”, dijo Sirius subiendo a la cama.
“Dime”, le respondí mirándolo.
“¿Qué opinas de venir conmigo a una fiesta mañana?”, preguntó Sirius, acostándose en mi pecho.
“Sabes que no me gustan las fiestas”, respondí, acariciando su pelo.
“Te prometo que no te dejaré solo ni te haré sentir incómodo”, dijo Sirius, y yo suspiré.
“¿Por qué quieres que vaya?”, le pregunté.
“Porque quiero que experimentes cosas fuera de tu zona de confort. A veces ayuda a lidiar con las cosas. Además, conozco el ambiente y pensé que eso te haría sentir cómodo”, dijo mirándome.
“Bueno, pero si no me gusta, me iré”, dije, y sentí un beso en la mejilla.
“Te prometo que te traeré a casa si no te gusta”, dijo Sirius levantándose, apagando la luz y volviendo a la cama.
“¿Y estás seguro de que puedo ir? Si hay alcohol y esas cosas…”, comencé a decir, pero Sirius me interrumpió.
“Claro que puedes ir. No te daré alcohol y definitivamente no comas los brownies que veas que sirvan”, dijo Sirius mientras se acomodaba en mi pecho.
“No quiero causar problemas debido a mi edad”, dije, bostezando.
“Si quieres, vamos a una fiesta infantil”, dijo Sirius con un tono juguetón. Le pellizqué el brazo y él se rió.
“Buenas noches, Siri”, dije, cerrando los ojos.
“Buenas noches, Reggie”, dijo Sirius, y ambos caímos en brazos de Morfeo.