Draco Malfoy y el rapto

Harry Potter - J. K. Rowling
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Draco Malfoy y el rapto
Summary
Quinto año de Hogwarts y la noticia del resurgimiento de Voldemort junto con la aparición de un nuevo maligno ser no se ha esparcido por Inglaterra Mágica, por lo que comenzarán el año escolar con un gran dolor de cabeza, los ánimos decaídos, el dolor de la pérdida, el trauma por lo sucedido en aquel cementerio y siendo tachados como mentirosos cuando intenten advertir a todos sobre el mal que se acerca, sin embargo, los problemas no se detendrán ahí, nunca algo puede detenerse en sus vidas.
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Estado mental

“Buenas tardes, jóvenes” fue el saludo de Umbridge al verlos en la puerta “Entren, entren a mi despacho” era como entrar a la boca del lobo, irónicamente. Al ingresar se sintió mareado por la misma habitación y la elección de colores ya que podía describir aquel lugar como ‘Rosa’. El tapiz en la pared, los adornos, los muebles eran de distintos tonos de aquel color, además que en diversos estantes había muchos platos de diferentes colores y formas con un gato dibujado en el medio. Era una habitación muy, pero muy rara con una vibra espeluznante junto a un aroma completamente a flores.

Me encantan las flores, pero esto huele a flores secas y muertas.

Los presentes simplemente pudieron decir un “Buenas tardes, profesora Umbridge” estaban planeando no molestar esa tarde a aquella mujer, después de todo la necesitaban para que al menos por un día le diera a Ron la posibilidad de faltar al castigo para sus pruebas de Quidditch. Sus rostros estaban neutrales y su voz no transmitió su enojo a aquella insufrible profesora.

“Siéntense, por favor” dijo señalando a un extremo de la habitación donde había cuatro estrechos asientos con sus respectivas mesas, lentamente los cuatro fueron a sentarse en aquellos pequeños lugares obviamente siendo incómodo para Harry y Ron por su altura, pero decidieron callar.

Les era extraño este cambio de acontecimientos, no sabían lo que les iba a obligar hacer en su primer día de castigo y con su experiencia previa de castigos este era muy poco convencional. Antes habían sido mandados a limpiar calderos, escaleras, la biblioteca, trofeos, ventanas, también fueron obligados a ingresar al bosque prohibido, fueron separados, así que no sabían lo que esta mujer con una sonrisa malvada podría hacerles, era tan cruel que podía ser mucho peor de lo que ya habían vivido con anterioridad.

“Planas” dijo la profesora cara de sapo.

“¡¿Planas?!” no pudieron evitar decir con sorpresa ya que no se lo esperaban, entre los cuatro se miraron con extrañeza y transmitiendo un ‘Pensé que sería peor’. Sin embargo, les daba mala vibra aquella sonrisa en el rostro de Umbridge quien se acercó a ellos con un pequeño cofre con cuatro plumas de diferentes colores.

“Si, planas” respondió la mujer mientras le entregaba a Harry una pluma negra “Va a escribir ‘No debo decir mentiras’ joven Potter” miró a su amigo quien solo asintió y tomaba aquella pluma con mucha duda. El siguiente objetivo fue Hermione a quien le entregó una pluma roja “Usted jovencita deberá escribir ‘No hacerse la lista con su profesora’” ahora observó a Ron dándole una pluma azul “Joven Weasley ‘Debo mantener mi boca cerrada’” esas planas iban a ser la más ridículas de la vida pensó Draco mientras rodaba los ojos cansado y tomaba la pluma color verde “Joven Malfoy, usted escribirá ‘No debo faltar el respeto a mis superiores’ espero que esto se grabe…” soltó una risa “... en su mente” le pareció curioso que justo se detuviera por unos segundos, pero tomó la pluma para comenzar con esta tortura aburrida y dejar de ver ese horrible rostro de sapo.

Al tener la pluma sintió un entumecimiento que le provocó un leve dolor en su mano. Frunció el ceño por esto, pero de nuevo volvió a ignorarlo para empezar con las planas, era mejor no molestar a la loca profesora para que le diera a Ron su pase libre para el viernes.

“Profesora, no nos ha dado tinta para las planas” habló Hermione luego de levantar la mano muy conflictuada sobre esto, en eso se percató que a ninguno se lo dio.

“No necesitan tinta” dijo sentándose la mujer en su propio escritorio con una sonrisa maliciosa mientras tomaba algunos pergaminos en su mano, pero sin dejar de verlos “Comiencen.”

 

No debo faltar el respeto a mis superiores.

 

Fue la primera línea que escribió y en el pergamino se imprimió lo mismo, pero con algo viscoso, además de que al mismo tiempo un ardor en sus ojos le sobresaltó obligándolo a soltar la pluma asustado y adolorido, poco a poco pudo apreciar que las mismas palabras que escribió estaba impresa directamente en su vista.

¿Qué mierda?

Se giró a sus amigos cuando también los escuchó gritar por el dolor. Ahí notó como Hermione se quitaba la túnica para mostrar en su brazo un horrible sarpullido con la frase ordenada por Umbridge; Ron por su parte tenía un fuerte moretón verdoso entre su muñeca y mano, en el medio estaba grabado también su plana; Harry en su mano tenía una leve hinchazón con aquella palabras, como si le hubieran pasado un cuchillo, pero sin cortar la piel.

Draco parpadeó sorprendido… ¿fue la pluma? La risa engreída de Dolores Umbridge le dio la respuesta a su pregunta. Acercó su rostro un poco más a aquella viscosidad en su pergamino descubriendo que era inoloro, pero por el origen de su dolor podría suponer que era la humectación natural de sus dos ojos. Por otro lado, de sus amigos estaba manchado por el inconfundible aroma de la sangre… la sangre de su manada.

La había olido antes, muchas veces para su gusto, así que era reconocible.

Frunció el ceño molesto… esto era inhumano, esto era cruel… estaba lastimando a su manada, esta maldita mujer estaba ahí disfrutando el dolor de sus amigos.

Algo se rompió en su mente, como si un hilo que lo mantenía cuerdo se resquebrajaba ante el dolor plasmado en el rostro de Harry, Hermione y Ron.

No lo iba a permitir.

No podía permitir que siguieran haciendo sufrir a su manada.

Nunca más.

“¿Hay algún problema?” aquella pregunta descarada lo hizo levantarse, pero el toque de sus amigos lo detuvo. Los tres se encontraban furiosos, pero evitaron que atacara ahí a esa horrible monstruo “Continúen”.

Tomó con fuerza la pluma casi a romperse y siguió escribiendo. Todo por Ron y su elección para el viernes como guardián, seguro luego la profesora los curaría porque no creía que los llevaría a Madame Pomfrey, o los daños eran temporales y el dolor desaparecería luego de salir de aquel horrible despacho… después de todo esto parecía ser normal en Hogwarts, ¿no? Castigos que provocan daños a sus alumnos… era algo común.

Soltó un suave siseo cuando sus ojos siguieron ardiendo, una viscosidad empezó a escurrir por sus mejillas y la vista empezaba a ser cada vez más borrosa. Joder, joder, joder, ¿estaba llorando?

“¿Draco?”

“¿Joven Malfoy?”

Ardía, esto ardía mucho.

Una mano regordeta lo tomó de la muñeca, deteniéndose de seguir escribiendo las estúpidas planas “¿Qué le está pasando? Esto no debería suceder” la mujer le tomó de la quijada para observar algo en su rostro, no lo sabía, pero él se sintió extraño cuando las manos pálidas de Umbridge se mancharon de rojo.

¿Qué?

Fue lo último que necesitaba para explotar, para que su mente se pierda en algo oscuro. Se levantó tumbando la silla donde se encontraba sentado, espantando a la mujer frente suyo… pero ahora no era Umbridge. No sabía qué mueca estaba grabada en su rostro, pero fue lo suficiente para levemente tensar al ser frente de él quien sudó, pero que luego en cuadró sus hombros y con un rostro más decidido volvió a preguntar “¿Está todo bien, joven Malfoy?”

 

“¿Hay algún problema, 5RU06?”

 

“¿Problema? ¿En serio?” agarró la pluma que le dieron y se lo lanzó en la cara de aquella horrible profesora quien por poco lo llegó a esquivar, solo logrando un leve corte en su pómulo que empezó a sangrar en un hilo de sangre que no se detenía. La mujer soltó un grito asustada, pero en ese momento su mente estaba ida.

El aroma de la sangre nubló su mente, le trajo tantos recuerdos, tanto dolor, no solo a su persona sino al dolor de sus amigos, de su familia.

Recordó. Recordó y recordó cada momento traumático.

Ella fue un detonante.

La persona que estaba frente suyo no era Dolores Umbridge, sino que era el doctor Novak quien le sonreía cruelmente mientras le disparaba a Morado, era Voldemort quien levantaba su varita para intentar matar a Harry con la maldición asesina, era cada uno de los miembros que trabajaron para el primero y lo torturaron hasta estar semimuerto en su niñez.

 

Naranja. Azul. Rojo. Morado. Cédric. Nhung.

 

Todos muertos por culpa de esos bastardos que decidieron ser crueles, malvados, que los lastimaron con tanto odio, que no les importó apagar aquella luz de vida en sus tan jóvenes existencias.

Odiaba a estas personas que buscaban hacerle daño tanto a él como a su manada.

 

Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. 

Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. 

Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba.

 

Todos merecían morir para poder al fin dejarlos en paz a los miembros de su manada que le quedaban, la familia que todavía seguía viva.

No quería perder a nadie más.

No lo soportaría.

 

Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar.

 

Esa era la única misión en su cabeza, estaba cansado del mundo que le hacía daño, que lastimaban o mataban a los miembros de su manada. No más, nunca más.

Un grito lo alertó minutos más tarde “¡Draco!” un hechizo le golpeó en la costilla, lanzándolo con fuerza hacia el estante de los platos decorados “¡No!” cada uno de estos objetos con rostros de gatos empezaron a caer sobre el adolescente rubio quien ni siquiera sintió los golpes y los leves cortes en su mano y cabeza ante los trozos de porcelana “¡Profesor, no!”

Draco levantó su rostro notando que frente suyo estaba un borroso profesor Flitwick quien se encontraba entre sorprendido y en shock ante el actuar de uno de sus mejores estudiantes, además con su varita levantada hacia su persona. Los amigos del rubio intentaron frenar al profesor de Encantamientos quien al verlo levantarse del suelo con un rostro furioso, dijo “¡Desmaius!” para acabar esto de una buena vez por toda sin lastimar al estudiante, sin embargo, para su sorpresa Draco terminó esquivando el hechizo al último segundo dando un salto bestial al otro extremo del despacho.

El adolescente estaba agachado en ‘cuatro patas’ gruñendo molesto a aquel hombre quien se atrevía a interrumpir su ataque a este horrible monstruo que se atrevía a dañarlo a él y a su familia. No lo reconocía completamente como su profesor, en su mente revuelta solo era un simple obstáculo que debía ser eliminado de forma inmediata.

En ese momento no estaba en un despacho, sino en todos los lugares que lo mandaron a distintas misiones, se encontraba en el cementerio donde fue asesinado Cédric. Los recuerdos estaban combinándose entre sí, jodiendo su cabeza.

Envenenándolo.

 

Peligro.

 

Se encontraban en peligro y debía poner a salvo a su manada de una buena vez.

Draco corrió hacia el profesor quien asustado lanzó un hechizo para neutralizar al estudiante, pero este fue más rápido logrando esquivar cada uno de los hechizos saltando de un extremo a otro de la habitación, sus movimientos eran bestiales preocupando más al hombre. Cuando el rubio llegó a un metro de distancia del profesor, cuando las garras estaban empezando a salir por sus uñas fue interceptado por sus amigos.

El aroma de Hermione estaba a su derecha, sujetándolo con todas sus fuerzas evitando que se moviera, que siguiera su ataque. Ron se encontraba atrás de él, tomándolo del pecho y poniendo freno en su avance. Harry se había puesto delante de Draco con los brazos extendidos y un rostro lleno de preocupación ante el actuar.

“¡Para, para, Draco!” decían sujetándolo, Harry lo tocó suavemente de las mejillas transmitiendo con aquellos ojos verdes cariño y calma, intentando evitar que dañara al profesor “Por favor” la voz de tres de las personas que amaba lo fue trayendo cada vez más a la realidad, todo el lugar se fue esclareciendo para en aquel momento ojos ciegos.

Parpadeó dos, tres, cuatro veces, intentando sacar la neblina que había oscurecido su vista. Lentamente todo fue poniéndose en su lugar, no estaba en el cementerio, estaba en un despacho; no estaba ahí ni Voldemort ni el doctor, solo estaban sus amigos y el profesor Flitwick. Además de que, para su sorpresa, el despacho de la nueva profesora de Defensa se encontraba irreconocible.

Cada uno de los platos se encontraban destrozados en el suelo, los muebles estaban volcados o destrozados, las paredes con tapiz rosado estaban desgarrados, pero lo que más le preocupó fue la sangre. Un rastro de sangre que se dirigía a una esquina del despacho antes descrito como ‘Rosa’, ahí entre el estante y un cuadro se encontraba un cuerpo inerte. 

Desangrándose estaba Dolores Umbridge quien parecía muerta.

Tuvo ganas de vomitar.

 

Mierda, ¿qué había hecho? ¿Hizo eso?

 

Vomitó.

 


 

Pasaron quince minutos, pero para él fueron años.

Estaba sentado en una de las sillas de la enfermería, el profesor Flitwick había trasladado de forma urgente a la profesora Umbridge que seguía desangrándose, los demás lo siguieron por la preocupación… no por la mujer, sino por las consecuencias que podía obtener Draco ante este ataque.

Sus amigos susurraban entre ellos de como salvarlo de esto, pero su mente no estaba puesta en aquella conversación, sino que observaba atentamente como Madame Pomfrey curaba cada una de las heridas abiertas de la nueva paciente quien tenía un charco de sangre en la camilla que se encontraba recostada.

Cerró los ojos ardientes esperando que fuera una pesadilla, una horrible pesadilla, ¿qué le había pasado? No lo sabía… solo tuvo una gran necesidad de proteger a su manada, de protegerse y luego… luego estaba siendo retenido por sus amigos.

Miró sus manos sangrantes y se asqueó cuando se percató de unos mechones enredados en la sangre seca en estas. De nuevo sintió ganas de vomitar sobre el piso, de forma rápida Harry le pasó un pequeño tazón y acarició su espalda.

“Ella… Ella se lo buscó” susurró Harry tomándolo de la mano “Estaba usando aquella pluma maldita para lastimarnos, es su culpa” su novio intentó convencerlo con esto, quitar la culpa en su alma, pero… pero estaba mal.

Draco negó con la cabeza.

“No, no” decía tocando con su mano libre su frente “No recuerdo nada, solo que estaba en el cementerio y tenía mucho odio… No era Umbridge, no era ella” ¿se estaba volviendo loco? ¿estaba perdiendo la cabeza con todo lo vivido?

Mierda, mierda, mierda.

Gruñó sobándose la frente, intentando recordar lo que le hizo a Umbridge, pero su mente está en blanco del ataque, pero las secuelas en su cuerpo eran notorias, sus manos llenas de sangre que no eran suya, los mechones enredados en sus uñas, la profesora siendo atendida de forma urgente por Madame Pomfrey.

Soltó un suspiro agonizante.

 “¿Qué ha sucedido aquí?” fue lo primero que dijo el director al ingresar a la enfermería, aquellos ojos celeste inspeccionaba la camilla donde se encontraba la profesora, su pregunta fue hecha hacia los estudiantes, pero la enfermera decidió contestar alejándose momentáneamente de su paciente.

“Desgarro en su brazo derecho, mordida profunda en su pierna izquierda, su pecho tiene tres cortes profundos, se le ha desprendido varios mechones de cabello y una contusión cerebral” fueron sus palabras que golpearon a Draco fuertemente ante cada daño que le hizo, sacándole aire ante la sorpresa. Sintió ganas de llorar “¿Qué le atacó? No entiendo quién pudo hacerle esto, ella no me agrada, pero esto es demasiado” Draco se encogió más en su asiento, la culpa se extendía en él ante cada palabra.

Parpadeó rápidamente para evitar que las lágrimas caigan por sus mejillas… lo hizo mal, todo estaba mal.

El director lo miraba fijamente y Draco solo lo esquivó, no quería hablar, solo quería desaparecer, irse muy lejos.

“Tal vez al colegio ha ingresado, como en años anteriores, una criatura. Debemos investigarlo” fue la respuesta seca de Dumbledore, ordenándole silencio al profesor Flitwick con una mano “Poppy, por favor, avísame cuando esté estable Dolores, pero todavía inconsciente.”

La enfermera asintió y siguió su atención a la profesora.

Con un movimiento de cabeza el director pidió que los cuatro estudiantes lo siguieran junto al profesor de Encantamientos quien se encontraba en conflicto de hablar sobre lo sucedido o callar para proteger al estudiante. No sabían que elegiría el pequeño profesor, pero Draco no se resentirá si decía la verdad porque después de todo ahora él se sentía mal, muy mal y merecía todo el castigo del mundo… necesitaba que lo castigaran para sentirse mejor, para sentir que era perdonado.

Para sentirse de nuevo como Draco y no como la jodida máquina de matar por la que fue creado.

Ingresaron a un aula vacía. El mayor se sentó en una vieja mesa cruzando sus manos, inspeccionando a todos los presentes -especialmente a los cuatro estudiantes quienes arrastraban a un taciturno Draco a un asiento- para luego soltar un suspiro “¿Filius qué sucedió?”

El profesor se sobresaltó al ser el primero en ser llamado, pero con una tos empezó a narrar su versión de la historia “Estaba dando un paseo por los pasillos cuando escuché mucho ruido cerca del despacho de … Umbridge” sus ojos negros como canicas se dirigieron a Draco quien se encontraba mirando el suelo muy arrepentido, ido “Llegué al despacho y me encontré con el joven Malfoy sobre ella… los demás jóvenes estaban sorprendidos y supongo que por eso no estaban haciendo nada, estaban en shock” Flitwick tragó saliva y sudaba un poco por la frente “El joven Malfoy estaba… en las mejores palabras: salvaje. Atacaba a Umbridge y yo solo tuve que detenerlo” acabó ahí su relato, no dijo más. Le sorprendió que no dijera sobre que intentó atacarlo… tal vez no quería que recayera un castigo más pesado sobre sus hombros. Se lo agradecía.

El director esperó unos segundos, creyendo que el profesor diría más, pero después de medio minuto de silencio su mirada se dirigió a los otros presentes “¿Por qué no siguen con el relato? ¿Qué sucedió?”

“Draco solo estaba protegiéndonos. Umbridge, ella nos maldijo con unas plumas” comenzó Hermione rápidamente luego de lanzarse miradas entre ellas y Harry con Ron “Esas plumas nos dañaron físicamente de diferente forma y usaba nuestra sangre como tinta, nos estaba haciendo daño en las manos… en Draco usaba otra cosa, supongo.”

Los mayores fruncieron el ceño “¿Plumas?”

Ron y Harry asintieron con la cabeza mientras sacaban sus plumas dadas de sus túnicas y se lo entregaban al director quien lo tomó con duda y mucha curiosidad “Escribió en los pergaminos con nuestra sangre” también sacaron aquella prueba para entregarla al director quien comprobó rápidamente que si era una oración escrita por sangre de sus estudiantes.

“¿Esto estaba usando contra ustedes?” asintieron ante la pregunta “Son plumas hechas de magia oscura, Filius” susurro mirando a Flitwick quien se sobresaltó ante el reconocimiento y sus ojos negros miraban a los cuatro estudiantes, inspeccionando si las heridas eran de gravedad, el sarpullido, el rasguño, el moretón. Pasando su varita sobre aquellas seguro intentando percibir rastros sobre la magia negra.

Al final miró a Draco, quien no podía ver alguna herida similar. Sus brazos estaban limpios “¿Joven Malfoy?”

“Sus ojos” susurro Harry, obviamente él sabría porque era el único quien lo había visto tan fijamente. Lentamente levantó la mirada y el profesor junto al director que se había acercado se sobresaltaron.

Draco rápidamente volvió a mirar el suelo y apretó sus manos.

Seguía ardiendo y su letra seguía grabada en el medio de su vista, pero… pero eso no era importante ahora, sino saber si Umbridge estaba bien, si no lo había matado.

El silencio volvió a reinar en el salón.

 

Respira por la nariz, bota el aire por la boca. Una perfecta mascota. Respira por la nariz, bota el aire por la boca. Una perfecta arma para matar. Respira por la nariz, bota el aire por la boca. Un perfecto seguidor. Respira por la nariz, bota el aire por la boca. Una cría de mortífago. Respira por la nariz, bota el aire por la boca. Un Malfoy. Respira por la nariz, bota el aire por la boca. Un asesino.

 

“Lo siento” fue lo único que pudo decir Draco, se sentía culpable, no por atacar a Umbridge, sino por haber perdido el conocimiento ante aquella situación y por eso se sentía más culpable.

Dumbledore analizó la situación, mirando directamente a Draco quien estaba con la cabeza gacha todavía, siendo sostenido por sus amigos quienes lo tocaban para hacerlo saber que estaba acompañado, que no estaba solo. El silencio del director solo provocaba más tensión en los demás estudiantes que no sabían que haría contra el rubio. ¿Lo expulsará? ¿Lo mandaría a Azkaban? ¡No lo permitirían!

“Retírense” eso sorprendió a todos los presentes, el director se levantó con las plumas y pergamino en mano para abrirle la puerta del salón, su rostro estaba en blanco sin querer demostrar lo que sea que estuviera pensando. Mientras ellos iban saliendo de aquella habitación a paso lento terminó diciendo “No olviden que la próxima semana sigue su castigo con la profesora Dolores, le daré una advertencia sobre no usar objetos de magia oscura contra los estudiantes o dentro de las instalaciones porque estos se pueden salir de control, como le sucedió a ella. Nos vemos” cerró la puerta en sus narices con una sonrisa tranquilizadora que no tenía nada de tranquilizadora.

Caminaron por un largo tramo en el castillo sin decirse nada porque estaban confusos, mientras Draco solo era guiado a donde ellos querían, el rubio en sí no pensaba nada más que en las sombras del ataque a la profesora Umbridge.

“¿Qué fue eso?” Ron fue el primero en hablar.

Hermione como siempre quiso responder cualquier duda que tuvieran “Creo… creo que el director echara la culpa de las lesiones de Umbridge a las plumas que nos dio Umbridge” frunció el ceño pensativa “Aunque no sé cómo lo hará si ella estuvo consciente el mayor tiempo cuando Draco lo ata… ” se quedó en silencio, mordiéndose su labio para callar.

Draco se sentó en la cornisa de una de las ventanas, viendo a lo lejos a los estudiantes de Cuidado de Criaturas Mágicas de tercer año sorprendidos ante lo dicho por la nueva profesora… la vida estaba cambiando mucho, de forma drástica y eso le estaba afectando. Tenía miedo, mucho miedo de lo que podrían hacer el doctor Novak y Voldemort contra las personas que amaba.

Una vez peleó para salir del infierno, pero solo él pudo salir, su manada quedó atrás… no quería que eso volviera a repetirse. No sería tan fuerte, pero al mismo tiempo estaba empezando a perder el norte, ¿cómo pudo confundir a Umbridge con esos monstruos? ¿Cómo pudo creer que estaba en el cementerio cuando aquel horrible cuarto era completamente rosa?

¿Qué le estaba pasando?

¿Se estaba volviendo loco?

Soltó un suspiro, sin embargo, el peso en sus hombros y la neblina de su mente seguía.

Ignoró lo que sea que estuvieran hablando sus amigos, sus oídos estaban sordos y lo único que repasaba era lo sucedido aquella tarde. Cuando el pasillo se fue llenando por los estudiantes simplemente se levantó y desapareció en el mar de alumnos, se dirigió a su habitación. Solo quería dormir, lo necesitaba.

Tal vez cuando despertara todo lo vivido sería una pesadilla.

Tal vez… tal vez estaría muerto.

Lloró y lloró, intentando sacar aquella voz en su cabeza.

 

Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos. Mátalos.

 

Tapó sus oídos con fuerza, ¿de quién era esa voz? ¿Por qué estaba escuchándolos?

Se puso en posición fetal, las lágrimas no se detenían, la voz no se detenía. La sangre en sus manos seguía ahí totalmente seca, y sus ojos ardían mucho. Demasiado.

Formó puños con su mano y sobó con fuerza sus ojos, intentando quitar aquel ardor, sin ningún alivio. Odiaba el dolor, odiaba la culpa, odiaba la pesadez… odiaba su vida. Cerró los ojos cuando volvió a sentir la sangre surcando por sus mejillas.

“¿¡Puedes hacer silencio!?” gruñó Nott abriendo el doncel de la cama de Draco quien ante la interrupción levantó la mirada dejando sorprendido al castaño “¿Qué… qué te pasó?” muy lentamente se sentó en la cama sacando un pañuelo de su túnica y pasándole al otro “Debes limpiarte, tu… tu rostro está manchado de sangre” sin embargo, Draco no se movió solo se quedó observando el pañuelo con duda, pero sin querer moverse.

Sus brazos estaban pesados, su cuerpo estaba pesado y solo quería desaparecer… para siempre.

“¡Blaise, maldita sea Blaise ven!” Nott gritó saliendo de la habitación, dejándolo al fin solo. Esto solo provocó más tranquilidad, pero también que las sombras en su cabeza regresaran. Se sentía fatal, se sentía un monstruo, un asesino y no quería mostrar esta parte a su manada, no quería mostrarles su peor parte, por lo que fue creado.

 

¡Asesino!

 

El viento helado golpeaba su pelaje blanco a la velocidad que corría sobre la nieve, detrás suyo estaba su manada quienes corrían también en su versión lobo. Los cinco iban lo más rápido posible mientras esquivaban cada bala que iba contra ellos y los dos vehículos frente suyo no dejaban de disparar.

Les lanzó un fuerte gruñido a Naranja y Azul quienes al conocerse tan bien asintieron ante su orden sin palabra, rápidamente empezaron a correr a los lados entre los grandes árboles de aquel invernal bosque… apretó cada músculo de sus patas para empezar a impulsarse lo más rápido posible dejando atrás a Rojo y Morado quienes eran los más lentos de la manada, debían acabar rápidamente con esto antes de que lleguen a un pueblo a varios kilómetros.

Corría lo más rápido posible ignorando el dolor de algunos disparos que golpearon su pata delantera o pecho, su única misión era alcanzar aunque sea a uno de los vehículos. Lo logró luego de dos minutos saltando en la parte trasera del vehículo que empezó a moverse de una lado a otro de forma exagerada para hacerlo caer contra la nieve, cuando uno de los hombres intentó dispararle directamente en la cara de un mordisco le quitó aquella horrible arma, el rostro aterrado del hombre se reflejó en su ojos.

“¡Golpéalo con la pared, maldita sea!” gritó el hombre quien rápidamente se metió al vehículo y empezaba a forcejear con otro hombre con arma quien por miedo estaba abrazando a esta aterrado por el monstruo que con un fuerte golpe había roto la luneta y metía su gran hocico para intentar tomarlo en sus fauces “¡Maldición, Joel dame tu arma, maldito imbécil!” tomó el arma, pero que no era soltado por la mano derecha del hombre quien en ese momento era mordido por el lobo en su brazo contrario y empezaba a ser arrastrado fuera del vehículo.

El grito aterrado era lo que se escuchaba junto con el choque del vehículo con las grandes paredes de piedra intentando de esa forma bajar al animal. Al final, el vehículo terminó volcándose cuando pasaron por una zona de hielo.

Salir volando de aquel vehículo no fue muy gratificante para 5RU06, se golpeó con mucha fuerza la cabeza, pero lo único que podía resonar en su ser era seguir con la misión, con la jodida misión. Aún con el dolor y una pata rota, avanzó hacia aquel carro donde escuchaba los gemidos de dos de los integrantes, a unos metros de ellos estaba el tercero ya muerto tirado con el cuello roto.

 Con tres patas se fue acercando a los otros dos quienes estaban con desesperación y aturdidos queriendo salir de su tumba metálica, pero tal vez sus huesos estaban rotos o la sangre drenando de su cuerpo los debilitaba o el metal era mucho más pesado, pero no podían hacer nada frente a su depredador que estaba listo para matar.

“¡Oh, no, no quiero morir, no así!” lloraba uno que se iba poniendo cada vez más pálido por el miedo o por la sangre o falta de esta “¡Iba ser un trabajo fácil, Mike, eso nos dijiste!” gritaba “Nos lo dijiste” con su único brazo tomó un dije colgado en su collar.

“¡No me van a matar así, estos asquerosos niños no lo harán!” gruñó el tal Mike sacudiéndose, intentando zafarse del vehículo, pero soltó un quejido de dolor cuando su pierna, que estaba bajo el vehículo, se fue desgarrando más, sin embargo, esto no pareció importarle con tal de alcanzar el arma a un par de metros a su derecha. No pudo alcanzarlos cuando el lobo en sus fauces la rompió, la dejó inútil “¡Maldito niños, todos malditos!” gritaba entre lágrimas furiosas. Soltó todo el aire de sus pulmones cuando una gran pata empezó apretarle el pecho dejándole sin aire, asfixiándolo poco a poco.

5RU06 no quería probar sangre si no era necesario, no era un sabor agradable así que este era uno de los mejores métodos para acabar, lo único malo era ver cómo aquellos ojos se iban apagando cada vez más, el brillo de la vida iba desapareciendo. Era una vista no agradable para el niño ya que los ojos siempre primero brillaban de ira, luego al miedo, siguiente a la desesperación y al final… al final de todo eran opacos, sin futuro, sin vida.

Siempre lo mismo y no importó cuántas veces vio esto, siempre terminaba calando en él.

Muerto.

Le faltaba uno.

Se fijó en el último hombre que seguía agarrando aquel collar, con ojos cerrados y susurraba “Por favor, Dios, por favor, sálvame esta vez. Te juro que cambiaré… te juro que no volveré a robar ni aunque esté lleno de desesperación” lloraba mucho, era molesto “Sabes que lo hizo por mi hijo, su tratamiento es caro… pero no volveré hacerlo, haré otras cosas, trabajaré hasta que me rompa la espalda, pero… pero no dejes que me maten, por favor, por favor. Mi familia me necesita” ¿familia? Frunció el ceño para agudizar la vista y se sorprendió que en el dije había una pequeña foto de una mujer levemente rellenita mientras cargaba a un niño sonriente “Por favor, por favor.”

Lentamente y sin darse cuenta regresó a su estado humano, el viento frío pegó con fuerza a su semidesnudo cuerpo y haciéndole doler la cabeza porque el aire golpeaba a su cabeza rapada. El clima invernal iba aumentando y la nieve empezaba caer de nuevo del cielo, enfriando cada vez más el lugar.

Caminó hacia el hombre y le quitó aquel collar. La persona jadeó asombrada al ver a un niño frente suyo que no peleó por el objeto sino que lo dejó tenerlo e inspeccionar.

Para 5RU06 le era extraño ver a un niño tan feliz cerca de un adulto porque estos últimos siempre provocaban dolor a los primeros con tortura, entrenamientos y matándolos de hambre. No era normal que se lleven bien.

Extraño.

“¿El lobo, dónde está el lobo?” decía desesperado mirando por todo el lugar que estaba empezando a volverse blanco por la nieve “Niño, ven aquí, hay un lobo cerca, un lobo asesino” decía extendiendo su única mano para que se uniera a él, 5RU06 frunció el ceño ante esta actitud, antes estaba aterrado de él y ahora parecía preocupado.

Era extraño.

“Soy el lobo” dijo y para mostrar la verdad en sus palabras se transformó frente al hombre quien soltó un grito aterrador.

“¿Es… es mentira? ¿Estoy alucinando?” decía entre jadeos, el aire le iba faltando mientras empezó a toser sangre. 5RU06 para mostrar que era verdad lo que estaba viendo se acercó provocando otro grito en el hombre “¡Por favor, por favor, tengo familia, tengo una familia…” rogó llorando mirando al lobo con unos ojos llenos de lágrimas “No me mates, por favor, no me mates. Haré lo que quieras, pero no me mates” la voz empezaba a perder fuerza ante cada palabra soltada.

No le gustaba mucho este humano gritón y llorón, era molesto. Afortunadamente no iba a durar mucho, podía oler claramente el aroma de la sangre filtrándose por su cuerpo, manchando la nieve que se iba formando bajo de ellos en carmesí, además de que era obvio que por dentro también estaba desangrándose, una hemorragia interna.

No duraría mucho.

Volvió a ver la foto que ahora estaba en el suelo.

Un niño muy feliz… sin heridas, alimentado, amado…

Era una vista ilógica para él, antinatural.

Un aullido lo sacó de sus pensamientos y en una zona elevada se percató de su manada mirándolo, esperando que acabara con ese hombre para terminar de una buena vez esa misión.

Se imaginó una vida tan feliz como la de ese niño.

¿Algún día lo tendría?

“Josh… lo siento” fueron las últimas palabras del hombre quien estaba blanco igual que la nieve, con los labios tan azules y los ojos cerrados. Agudizó sus oídos y el corazón ya no palpitaba.

Muerto.

Acabó la misión.

Su último pensamiento de esa misión fue de que el pequeño Josh nunca volvería a ver a su padre… y eso de alguna enferma forma se sintió bien.

Su manada no iban a ser los únicos en sufrir hoy.

 

Volvió a vomitar, ese recuerdo… ¿cómo pudo sentirse bien luego de haberle quitado el padre a un niño enfermo? ¿Estaba vivo el pequeño Josh? No lo sabía y eso le aterraba.

“Mierda, que asco” escuchó a la lejanía, pero su mente solo estaba puesta en un niño enfermo, una madre preocupada en pagar el tratamiento de su hijo, un padre muerto. ¿Qué tan cruel fue? “Te harás cargo de comprarme unos nuevos zapatos, Blaise.”

“Lo haré Theo, ahora solo cállate y limpia el vómito, mientras termino de lavar la sangre de sus manos” siseó el moreno fregando una esponja las manos y brazos de Draco quien estaba en una bañera completamente en su mente que no se percataba que lo estaban bañando. El rubio solo con ropa interior estaba siendo limpiado de cualquier rastro rojo de su cuerpo, ninguno de las dos serpientes querían llevarlo a algún profesor o director o prefecto en ese estado, cubierto de sangre, pareciendo que hubiera realizado un asesinato muy sangriento.

Nott pasó un dedo por los omoplatos de Draco “Mira, Blaise” susurró pasando su dedo por cada una de las cicatrices blancas de su espalda “No se notan mucho porque el tono de su piel es similar, pero de cerca es muy obvio.”

El silencio inundo el baño, mientras el moreno volvía a verter agua en el cuerpo de Draco, terminando de limpiar cada gota de sangre que había manchado a la serpiente. Rápidamente le dio una revisada por sí tenía una herida abierta y sangrante, pero no había nada, sintió alivio al percatarse de que ya no le sangraba los ojos, sin embargo, seguía preocupado, seguían preocupados.

“Se ven muy dolorosas” rompió el silencio Nott “¿Quién le hizo eso?”

“No lo sé, en realidad no tengo idea, pero espero esté muerto” comentó Blaise levantándose del suelo del baño y para luego sacar su varita para secar al rubio “Traeme una de sus pijamas, Theo, luego lo meteremos a la cama y llamaremos al profesor Snape.”

Rápidamente lo hicieron y en menos de cinco minutos Draco ya estaba arropado en su cama.

“No ha reaccionado todo este tiempo, ¿qué le pasó?” dijo Theo a Blaise quien negó con la cabeza.

“Solo ve a buscar a Snape, tal vez él pueda ayudar.”

Draco escuchó todo, pero su mente no podía registrar completamente las palabras. En ese momento solo estaba metido en culpa y odio a sí mismo. No sabe cuánto tiempo pasó, pero poco a poco su mente dejó de recordar a cada persona que asesinó bajo las órdenes del doctor Novak, dejó de recordar cada rostro aterrado, cada grito lleno de miedo, cada súplica a él, cada ruego a Dios, todas las lágrimas derramadas.

Todos los muertos.

“¿Niño problema?” la mano fría de Severus en su mejilla lo distrajo, alzó su rostro para mirarlo directamente a la cara “¿Qué pasó?” su voz aunque sea monótona para cualquiera, él podía percibir la preocupación.

“Yo… yo…” el aire no llegaba a sus pulmones todo se sentía … borroso, lejano.

“Inhala” Severus tomó aire de forma exagerada logrando que Draco lo imitara “Exhala” botó aire, de igual forma fue repetido. No sabe cuánto tiempo hicieron lo mismo, pero ahora podía respirar mejor, pero aún se sentía fuera de sí, como si no pudiera sentir su cuerpo, como si viera todo esto en tercera persona.

Miró sus manos sangrantes -ahora estaban limpios, pero su mente le estaba haciendo pasar una mala jugada- y solo podía pensar a todos los que mató.

¡Asesino!

“Necesito que me digas tres cosas que veas, Draco” fueron las siguientes palabras de su padrino, pasando sus manos por las mejillas del rubio para que se sienta acompañado en todo momento.

¿Tres cosas que veía? Aquellos ojos negros le advertían que debía hacerlo, que no podía quedarse callado “Tus ojos negros…” dubitativamente giró su cabeza a la habitación vacía “Las camas de Nott, Zabini…” eran las camas más próximas a la suya así que fue fácil verlas “El ventanal.”

“Tres cosas que oigas.”

Cerró sus ojos intentando escuchar todo lo que podía “Tú corazón, el mío…” los latidos eran diferentes, pero poco a poco su propio corazón iba ralentizando su velocidad, intentando imitar los latidos de su padre “... los estudiantes susurrando fuera de la habitación” los murmullos de sus compañeros de habitación se escuchaban al otro lado de la puerta.

“Tres cosas que sientas.”

“Tus manos frías en mis mejillas, el frío de la habitación…” poco a poco esa frialdad iba adormeciendo su cerebro, queriendo hacerle descansar de una buena vez “La suavidad de mi pijama” no recordaba haberse cambiado de ropa… no recordaba nada después del ataque a Umbridge.

Fue recostado en la cama.

“¿Cómo te sientes?” susurró acomodando sus cabellos, acariciando su cuero cabelludo y calmando su agitado corazón.

“Cansado” respondió Draco empezando a cerrar sus ojos, bostezó “Muy cansado” la pesadez poco a poco fue acumulándose en sus párpados, pero rápidamente volvió a abrirlas… no quería volver a recordar y sabía que lo haría si caía en el sueño “Pero no quiero dormir”

“¿Un frasco de sueño sin sueño?” sin dejarle tiempo de responder, Draco ya estaba tomando la poción para poder dormir sin tener que recordar.

No quería volver a recordar la persona cruel que fue.

La persona horrible que es.

 


 

Al día siguiente descubrió que se había esparcido la información de que Dolores Umbridge se encontraba enferma, tanto así que tuvo que ser trasladada a la enfermería para curarse. Una mentira muy obvia, pero que todos los estudiantes aceptaron sin dudar.

Después de todo, ¿quién pensaría que la profesora fue atacada por uno de los estudiantes? Nadie, aunque todos quisieran hacerlo.

Evitó hablar sobre su confinamiento mental con su manada. Se sentía débil solo de mencionarlo porque fue… fue una actitud muy débil ante sus ojos, así que cada vez que intentaban abordar ese tema solo desviaba la conversación o huía o simplemente se enojaba con aquella persona.

Mierda, se sentía tan mal.

Aquel viernes en vez de que debería estar apoyando a Ron en las pruebas de guardián para Gryffindor, se encontraba sentado en los pies de un árbol huyendo de nuevo de sus amigos quienes querían volver a hablar con él sobre su actitud tan desanimada y esquiva. Sin dejarlos continuar solo se fue… dejándolos atrás, no quería hablar de eso con nadie, ¡¿por qué no podían entenderlo?! ¡¿Era tan difícil?!

Gruñó aventando su jodido bolso lejos de él. Enterró su rostro en sus rodillas mientras intentaba no recordar nada.

 

“¡Por favor, por favor, tengo familia, tengo una familia…”

 

Golpeó su cabeza con el tronco del árbol.

¿Era un castigo divino? Mató a muchos… ¿la vida le estaba cobrando todo lo que hizo?

Siseó molesto, pero soltó un suspiro cansado. No debía estar ahí solo en el bosque, sino que debería estar en los campos de entrenamiento para poder brindar su apoyo a su amigo pelirrojo quien lo había ayudado tanto para ingresar al equipo de Quidditch de Slytherin para buscador.

Oh, mierda. El Quidditch.

No sabía si iba a poder ser el capitán, pero en serio no quería decepcionar a Marcus Flint quien había confiado en él en este puesto. No creía poder llegar a los demás estudiantes de su casa que ahora eran más antagónicos que antes.

Se levantó y empezó a guardar todos sus libros que se salieron ante su estallido de rabia. El último libro que iba a recoger fue el diario de Karkarov que se encontraba unos metros más alejado.

Desde aquella noche que lo había leído por primera vez no lo volvió a abrir, aunque siempre lo traía consigo por si deseaba volver a abrirlo y leerlo después de todo era el padre de uno de sus mejores amigos y le dolía saber que decidió seguir al lado de los hombres que tanto daño les hizo, era una traición profunda.

Cuando estaba a punto de tomar aquel libro, este se abrió mostrando la última página escrita, sin embargo, para su sorpresa no eran las últimas palabras que había escrito Karkarov en su diario, eran otras. Ni siquiera era el mismo tipo de letra de antes.

 

Помогать! Помогать! Помогать!

Помогать! Помогать!

Помогать!

 

¿Quién escribió esto? Pasó sus dedos ante cada escrito que estaba desordenado y nada entendible. Se percibía la desesperación en las letras, el miedo. ¿Él hizo esto? No lo sabía, pero no había otra respuesta, ¿verdad? Nadie había tenido acceso a este libro salvo él, así que debía ser su responsabilidad, ¿no?

¿Se estaba volviendo loco? Mierda, se estaba volviendo loco.

Siseó sobando la sien por las lagunas mentales de aquel día del ataque de Umbridge.

Mierda, esto se estaba poniendo cada vez peor, su mente estaba inestable y eso solo provocaba fallos en las acciones. Debía empezar a calmarse o sino no serviría en la misión a mansión Avery, aunque para ser sincero no creía que a Dumbledore le importara su estado mental, sin embargo, Moody era otra historia.

Mañana sería la primera reunión para empezar a ejecutar el plan y no podía parecer fuera de lugar o sino sería desechado como basura. No podía ser desechado sin haber acabado con los dos monstruos de su vida… a veces necesitas a un monstruo para matar a otro, y ellos lo transformaron en eso.

Un monstruo, un asesino que ahora iba por los dos.

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