Lost in time

—¡¿Quedó claro, equipo?!

—¡Sí, señor! —contestaron con entusiasmo Vincent, Greg y Pansy.

Draco miró con desagrado hacia Blaise que se arreglaba las uñas despreocupadamente y a Theodore Nott que, acomodado al lado de Zabini, leía Una guía para cuidar plantas asesinas y seguir teniendo manos sin inmutarse.

—No me mires así —respondió Blaise después de unos segundos bajo la mirada de Draco—. Te dije que los miércoles en la noche era mi día de embellecimiento... Bien, bien —dijo poniendo los ojos en blanco y arrebatándole el libro a Theo tan repentinamente que lo dejó leyendo su mano—. Pero hagámoslo ahora mismo porque no pienso sacrificar mis horas de sueño solo para que le quiten puntos a unos Gryffindors apestosos, Draco Malfoy.

—No tienes visión, Zabini —Draco comenzó a repetir su mismo discurso mientras caminaba hacia la puerta que daba a la sala común de Slytherin—, una vez que...

—Sí, Draco —interrumpió Theo acercándose a él para mirarlo a los ojos con algo parecido al cariño y la familiaridad—, huesos rotos, traseros pateados, expulsiones del mundo mágico y varitas destrozadas, nos lo dijiste un par de veces —recuperó su libro de las manos de Zabini y regresó a acomodarse en el sofá.

Pansy jadeó ofendida desde la puerta al ver su acción. —Por qué te estás sentando, ¿no vendrás a atrapar a los asquerosos traidores a la sangre y su mascota pulgosa con nosotros? ¡Ven aquí inmediatamente!

Theo sonrió poquito mientras abría su libro con una apariencia indiferente que no engañaba a sus amigos de la infancia—. Estas son las libertades que una persona puede tomarse cuando no está trabajando para un renacuajo rosa —. Ante estas palabras dichas, un brillo de reconocimiento apareció en los ojos de Zabini quien abrió la boca y levantó un dedo como un pordiosero a punto de reclamar el trono de Inglaterra por derecho de nacimiento—. Son las ventajas de las personas inteligentes.

Con el ceño fruncido decididamente y dando un paso adelante con su dedo aún más en alto, Blaise quiso decir algo por segunda vez pero fue interrumpido por Draco quien rápidamente lo empujó por la puerta y agitó su mano hacia Theo para despedirse de él.

Mucho más tarde, Theo lamentaría profundamente no haber acompañado a sus amigos.

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—¿Traerme para qué...?

El sonido de una aguja golpeando contra el piso podría ser fácilmente identificado en medio de aquel silencioso y casi congelado pasillo del séptimo piso.

Draco era consciente de que lo apuntaban con varitas, pero eso no consiguió que sus ojos se desviaran del pequeño slytherin rubio que lo miraba asustado desde el otro lado del pasillo. Su mente rápidamente fue a todos los posibles hechizos y pociones que la sangre sucia (porque Potter y Weasley could never) podría haber realizado para recrear una copia tan exacta y aparentemente real de sí mismo a los once años... Nada que podría pertenecer a la magia blanca haría algo así, además del viaje en el tiempo, claro, pero eso era imposible con el mediocre aparato que utilizaban actualmente. Entonces, ¿magia oscura? ¿Trajeron un recuerdo suyo a la vida tal vez?, ¿pero para qué, qué clase de truco harían esta vez? Draco los miró bajo una nueva luz, entre profundamente indignado, sorprendido y temeroso ante lo que era esto. Y también, extasiado por atraparlos con las manos en la masa...

Pero entonces, la mirada de Draco cayó a una cabecita negra que parecía proteger al pequeño Malfoy como un cachorro de león salvaje.

—Qué... —¿Qué, por Salazar Slytherin, estaban haciendo estos estúpidos gryffindor?—. Atrápenlos.

Todo se convirtió en un pequeño caos en el que se lanzaron hechizos aturdidores, se desplegaron escudos y se escucharon grititos.

Albus y Scorpius, abrazados y muertos de miedo genuino por primera vez desde que habían llegado al pasado, contemplaron a sus padres y tíos mirándose con desprecio e intentando hacerse daño mutuamente, algunos hechizos aturdidores incluso fueron lanzados hacia su dirección por quién sabe quién y desviados por quién sabe quién igualmente.

Un poco más de un eterno minuto después de haber empezado la pelea, Harry Potter se acercó a ellos en pasos rápidos, les arrojó encima una capa de invisibilidad y les gritó que huyeran, que más tarde los encontraría en cualquier lugar.

Albus y Scorpius no estaban muy seguros de si eso debía hacerlos sentir seguros.

Partieron antes de que un hechizo perdido les cayera, pero no alcanzaron a bajar las escaleras antes de que un gato maltrecho, que se paró a observarlos, una mujer vestida completamente de rosa, un anciano casi calvo y un grupo de otros slytherin subieran atropelladamente por ella.

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Cuando Harry vio entrar a la profesora Umbridge y su séquito, sabía que había perdido en aquel pasillo, suspiró aliviado por la brillante idea de Hermione de cubrir a los niños y ordenarles huir antes de que este desastre llegara a este nivel. Intercambió una mirada de entendimiento con su mejor amiga y antes de que la Brigada Inquisitorial los tomara para arrestarlos dramáticamente y llevarlos a la oficina del director, Hermione se acercó a él y el pálido Ron para susurrar, solo para sus oídos, un rápido: —¡Nieguen todo, nosotros solo estábamos paseando cuando nos emboscaron! —logró terminar de decir antes de ser alejada bruscamente por Bulstrode.

—Causando tal alboroto después del toque de queda. ¡Cincuenta puntos menos por cada gryffindor! Hay suficientes alumnos como para retener a cada infractor custodiado por dos —ordenó con voz chillona y una sonrisa que iba de una oreja a la otra Dolores Umbridge, mientras empezaba a caminar de un lado a otro—. ¿Y bien? —preguntó con un tono de voz que parecía esperar la gran noticia de su vida, la noticia que catapultaría su carrera al éxito.

—"¿Y bien, profesora?" —preguntó Harry Potter fingiendo inocencia bastante mal, estaba atrapado por el lado derecho por Draco Malfoy y por el izquierdo por Pansy Parkinson.

—Profesora Umbridge —intervino Draco Malfoy cuando esta enfocó sus engreídos ojos saltarines en Potter—, habían... otras personas aquí...

—Así que una reunión grande, ¿eh, señor Potter? —Dolores Umbridge se relamió los labios, mirando las paredes del pasillo como si fuera a sacar la lengua y llevarlas a su gran boca, antes de ordenar que buscaran y atraparan inmediatamente a cualquier alumno al que le faltara el aliento—. Aunque, no será ningún inconveniente si no atrapamos a alguien más —dijo soltando una risita cantarina—. Querido joven Crabbe, hágame el favor de ir por el profesor Snape y escoltarlo a mi oficina, dígale... que requiero ese pedido especial que le solicité la semana pasada —y soltando otra risita infantil, lo despidió—. Ahora, todos nosotros nos dirigiremos ordenadamente a mi oficina, hay algunos asuntos que debemos esclarecer antes de presentarle el caso al Ministro.

Con el estómago tenso, Harry y sus amigos fueron obligados a avanzar por el pasillo y bajar por las escaleras.

—¿Alguien vio a la Señora Norris? —se escuchó preguntar al celador de Hogwarts al final de la lamentable procesión.