Lost in time

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Lost in time
Summary
Una pequeña travesura hace que Albus y Scorpius terminen a más de veinte años en el pasado, dentro de un antiguo Hogwarts en el que sus padres todavía se odian.
Note
si quieren aportar ideas o dar sugerencias, son bienvenidos a hacerlo, en realidad lo agradecería mucho pues no tengo idea de lo que hago, esto no está planificado
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Cómo aliarte con tu archienemigo y no vomitar en el proceso

El camino a las habitaciones de la profesora Umbridge parecía interminable y desgraciado con Malfoy retorciendo su brazo más de lo necesario, Harry se sacudió, estaba seguro de incluso haber golpeado en las costillas a Malfoy, pero este no cedió, en cambio solo lo apretó más fuerte y caminó más lento para casi rezagarlos del resto. Harry lo miró de reojo con enojo y no se perdió la mirada que el slytherin intercambió con su compañera antes de que esta los dejara solos a regañadientes.

—Ahora dime cómo hicieron eso, Cara-rajada —Harry no contestó, Malfoy lo apretó más, con sus uñas clavándose en su brazo por encima de la túnica—. ¿Para qué necesitaban una versión joven de mí? —inclinó su rostro para poder susurrar cerca a su oreja y no ser escuchados por nadie más, Draco esperaba que su diferencia de altura fuera bastante humillante para el niño que vivió miope, nuevamente, Potter no dijo nada. Draco miró a sus ojos que, para cualquier persona, se veían decididos y firmes, pero Draco lo conocía mejor que cualquiera, había observado al maldito imbécil por cinco años, sabía cuando algo se estaba cociendo en su cabeza, incluso si al final no podía atraparlos o si los atrapaba y su lame botas personal, Dumbledore, lo salvaba de una expulsión justificada, y Draco sabía cuando algo olía mal a su alrededor y era intencionalmente la culpa de Potter o no. Como el año pasado, cuando en el torneo de los tres magos anunciaron a los campeones, aunque el resto del colegio e incluso su mejor amigo (siempre hay un maldito idiota para otro maldito idiota), creían que Potter había entrado voluntariamente al concurso, Draco lo sabía mejor, la cara que había puesto y la incertidumbre en sus ojos se lo habían dicho. Así que no fue nada difícil identificar esa duda en los ojos del enano idiota cuando la encontró—. Ustedes no lo hicieron... —y la siguiente tensión en sus hombros se lo confirmaron, pero esta información no lo tranquilizó, en su lugar, sintió que una avalancha de problemas lo esperaba al final del camino.

—No te metas en esto, Malfoy —dijo el idiota con los dientes apretados.

Pero para Draco era físicamente imposible un pedido así, si los apestosos gryffindors eran culpables de que una versión suya corriera salvajemente por los pasillos de Hogwarts, por supuesto que los acusaría, incluso intentaría que el Ministerio de Magia los crucificara después de romperles las varitas en las narices por una ofensa y agresión tan grave. Pero si no lo era... si esto no había sido provocado por ellos... no podía ponerse en riesgo a sí mismo, incluso si no se trataba de una versión legal de sí mismo. Debía protegerse, debía averiguar lo que estaba pasando antes de tomar una decisión (otra acción difícil para Draco ya que su primer instinto siempre iba a ser meter a Potter en problemas sin ningún miramiento).

—Solo mantente alejado.

—Bien —ladró en su oído lo más bajo que pudo para que nadie más lo escuchara al mismo tiempo que apretaba más su brazo—. Que Umbridge y el ministro se encarguen de esto entonces —y lo miró con las cejas levantadas, invitándolo a retarlo si se atrevía cuando Potter lo miró con furia.

Por supuesto que no permitiría que Umbridge, el ministro y mucho menos Dumbledore metieran sus narices en este asunto antes de que él mismo supiera lo que estaba pasando, pero lo que sea que funcionara para sacarle algo a Potter ahora mismo estaba bien.

Vio el pánico en sus ojos, la desesperación, y sabía que lo tenía en la palma de su mano. Era bastante difícil que una persona acorralada no soltara información cuando su mente trabajaba rápido para evitar daños.

—Ya sabes, el Ministerio de Magia, el mismo que casi te expulsó este año y te dejó abandonado en el mundo muggle para siempre —habría querido hacer una mención honorífica a los dementores, pero consideró que eso sería presionar demasiado—. ¿Qué crees que le harían a una versión tuya más pequeña cuando lo atrapen después de que yo vaya a denunciar su existencia?

—¡Creo que es tu hijo! —finalmente escupió Potter rompiéndose ante el juego mental de Draco.

Draco cerró la boca inmediatamente, asombrado, no podía ser un invento, lo veía en sus ojos. —¿Por qué lo "crees"? —preguntó igualmente, con un tono de voz cargado de incredulidad.

—No me... Mira, tengo algo, un objeto mágico —intentó explicar desesperadamente porque la oficina de Umbridge estaba cada vez más cerca—, me muestra los nombres de las personas en este castillo y ese niño tenía tu apellido. Había algo ahí que Potter no estaba diciendo, pero podía encargarse de eso más tarde.

—El nombre —susurró Draco.

—¿Qué? —preguntó Potter como un idiota, ya estaban en la puerta de la oficina de Dolores Umbridge.

—Cuál era el nombre, retrasado.

—Algo como... creo que Scorpius —dijo sin ninguna protesta ante la agresión verbal.

—Bien..., ni se te ocurra tomar nada de lo que te den ahí adentro —le advirtió mientras sentía un nudo formarse en el estómago.

Draco no fue muy consciente de lo que estaba pasando a su alrededor, le daba la impresión de que Umbridge no estaba logrando mucho con los gryffindors mientras se hacían a los tontos.

Notó a medias que la profesora se irritó al punto de poder estallar por el toque de una aguja cuando le preguntó a Draco por la identidad de las otras personas que también habían estado en el pasillo y este le contestó que no los conocía ni había logrado ver bien sus caras o el color de sus corbatas para dar una descripción, apoyado inmediatamente por sus otros dos amigos que solo lo habían observado con una perfectamente disimulada confusión antes de abrir la boca y secundarlo. Por un momento había considerado revelar la existencia de un pequeño cara rajada correteando por ahí pero la preocupación de que lo encontraran junto a su... lo desanimó. También le pareció ver, por el rabillo del ojo, que la sangre sucia le daba un pisotón disimuladamente al pobretón cuando los slytherin hicieron sus declaraciones.

La mente de Draco trabajaba a mil por hora reviviendo la expresión asustada de aquel niño que tenía su cara... su hijo. Potter había dicho que creía que se trataba de su hijo. Y había dicho Scorpius, Scorpius era un nombre que ya estaba asignado a su heredero después de una importante reunión para tomar el té y comer galletitas con su madre, los nombres de los futuros herederos eran un secreto familiar para evitar que plebeyos sin gracia ni imaginación los robara.

¿Por qué estaría su hijo aquí? ¿Había pasado algo en el futuro? ¿Tal vez un simple accidente?, pero si había sido un accidente, ¿por qué no habían venido a recogerlo ya?, si contaban con una máquina del tiempo tan avanzada, tenía que ser bastante sencillo solo aparecer un segundo después para llevárselo de regreso a su tiempo. ¿O había sido algo peor que un simple accidente?, ¿estaría huyendo de un futuro apocalíptico?

Draco sintió el ánimo de la habitación descender increíblemente más de lo que ya estaba cuando Severus apareció en la puerta con cara de pocos amigos y una sonrisa encantada se formó en los labios de la profesora Umbridge que hasta hace poco había estado amenazándolos con colgarlos por los pulgares de los pies. Con nervios observó a Potter y la sangre sucia fingiendo tomar el té que la profesora les había ofrecido que claramente tenía veritaserum y al tonto estúpido de Weasley tomándolo sin ningún reparo, Draco tenía la teoría de que cada migaja de comida que entraba a la boca del pelirroja subía directamente a su cerebro para pelearse con sus neuronas.

—Voy a preguntarlo una vez más —dijo con su cantarina voz la profesora Umbridge—. ¿Con quién y para qué se estaban reuniendo esta noche en el pasillo del séptimo piso?

Después de un segundo de duda, los tres gryffindor se apresuraron a repetir que solo estaban los tres dando un paseo antes de ir a dormir.

Draco miró de reojo a su padrino que abandonaba la habitación, Ron había tomado el supuesto veritaserum, pero no estaba confesando nada, Severus jamás se equivocaría al preparar una poción, eso era imposible, inaceptable. Entonces, la cosa que le había entregado a Umbridge no era un veritaserum real, cuando Umbridge los obligó a beber realmente y ellos repitieron la misma respuesta, Draco estaba seguro, Severus estaba protegiendo sus espaldas, ¿por qué?, ¿qué sabían ellos que nadie más debía enterarse?

—Váyanse —ordenó Umbridge, agotada después de asignarles semanas de castigos a cada uno de los gryffindor.

Una vez afuera, y haciendo uso de su puesto de Jefe Inquisidor, Draco mandó a todos menos Pansy y Blaise de regreso a la casa Slytherin. Habría mandado a sus dos amigos de regreso también, pero temía que los gryffindor lo redujeran siendo tres a uno, él necesitaba respuestas.

—Llévame con él —demandó de inmediato cuando se alejaron de la oficina del renacuajo rosa.

—No sé de qué me hablas —contestó Potter, indiferente. Draco levantó el mentón y se aseguró de que Potter viera bien su expresión antes de darse la vuelta para ir de regreso a la oficina de Umbridge. Potter lo tomó de la manga a regañadientes, ignorando olímpicamente las varitas que se levantaron contra él por su acto—. ¿Qué planeas hacer cuando te reúnas con él?

—Eso es asunto mío —como, literalmente era asunto suyo.

Potter lo miró, no había una sola pizca de confianza en sus ojos, ni siquiera una pequeña gota de duda, sabía que Draco no haría un buen uso de la información que le daría, pero al parecer Draco había hecho un gran trabajo acorralándolo, se sintió muy orgulloso de eso. Después de mucho pensarlo, otro intento de regresar a la oficina de Dolores Umbridge, que Potter solicitara que Blaise y Pansy abandonaran el lugar y que Draco se riera en su cara, Potter finalmente se rindió y sacó un pedazo de pergamino de su túnica bajo las protestas moribundas del Weasley.

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas...

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