
Fiesta y sorpresa
La euforia por el final de los exámenes se desbordaba en la sala de menesteres, donde la atmósfera se llenaba de risas y alegría. Mientras observaba desde una esquina, sosteniendo una lata de soda, me sentía un tanto apartado de la celebración. No era que no disfrutara de las fiestas, pero a veces la multitud me abrumaba.
Herzen, siempre la animadora del grupo, decidió agregar un poco más de emoción a la noche con un juego: el Juego de la Botella. Miré con curiosidad mientras explicaba las reglas a todos aquellos que quisieran jugar.
La idea de girar una botella y que esta señalara a dos personas para que se besaran sin objeciones me hizo sentir un nudo en el estómago. No es que fuera tímido, pero la idea de besarme con alguien frente a todos me ponía nervioso.
El juego comenzó y observé con cautela cómo la botella giraba en círculo. La tensión aumentaba a medida que la botella se detenía, y todos esperábamos con anticipación para ver quiénes serían los elegidos.
La botella giró lentamente, y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza cuando se detuvo, apuntando hacia Draco Malfoy. Nos quedamos mirando el uno al otro, sorprendidos por el giro repentino del destino. Entonces, fue él quien dio el primer paso, acercándose lentamente a mí.
Sentí su cálido aliento rozar mi rostro mientras se aproximaba. Su perfume, una mezcla sutil de aromas, llenó mis sentidos, dejándome intoxicado. Era un aroma dulce pero no empalagoso, una combinación perfecta que me dejó anhelando más.
Nuestros labios se encontraron en un beso lento. Sentí una chispa de emoción recorrerme cuando nuestros labios se unieron. Era un beso corto pero intenso. Sus labios eran suaves y cálidos, y me encontré deseando que el tiempo se detuviera para poder disfrutar de ese momento un poco más. Era una sensación nueva para mí, una conexión que nunca antes había experimentado con otra persona.
Mientras nos alejábamos el uno del otro, me quedé contemplando su rostro. Por ahora, solo podía quedarme con el recuerdo de ese dulce beso y la esperanza de poder volver a sentirlo algún día.
Decidí dejar de darle vueltas al asunto y simplemente disfrutar del resto de la noche. Después de todo, Hogwarts estaba llena de sorpresas y misterios, y nunca se sabía qué depararía el destino en el futuro.
Después de aquel beso que pareció detener el tiempo, me quedé observando cómo el juego continuaba a mi alrededor. Las risas y las conversaciones llenaban la sala de menesteres, pero yo me sentía distante, como si estuviera en una burbuja aparte del resto del mundo.
Después de unos pocos minutos, decidí retirarme. Necesitaba alejarme del ruido y la agitación, y buscar un lugar más tranquilo donde poder procesar lo que acababa de suceder. Aunque sabía que el beso había sido parte de un juego inocente, no podía evitar sentirme confundido por mis propios sentimientos.
Caminé por los pasillos vacíos de Hogwarts, sumido en mis pensamientos. ¿Qué significaba ese beso para mí? ¿Por qué me sentía tan afectado por algo que debería haber sido simplemente un juego? Y más importante aún, ¿cómo me sentía respecto a besar a alguien que tenía pareja?
La culpa me invadió mientras recordaba la mirada de complicidad entre Draco y Harry. Si eran realmente pareja, ¿había traicionado su confianza al aceptar aquel beso? Me sentía dividido entre el deseo de entender mis propios sentimientos y el temor a enfrentar las consecuencias de mis acciones.
Finalmente, llegué a un rincón tranquilo del castillo, lejos del bullicio de la fiesta. Me senté en un banco solitario y dejé que mis pensamientos vagaran libremente. Sabía que necesitaba tiempo para reflexionar sobre lo que acababa de suceder y tomar decisiones sobre cómo proceder en el futuro.
Hasta entonces, me resigné a esperar y ver qué deparaba el destino. En Hogwarts, nada era seguro y todo era posible. Pero una cosa era segura: este beso había cambiado algo dentro de mí, y tendría que enfrentar las consecuencias, sean cuales fueran.
Después de unos pocos minutos de silencio, mientras me sumía en mis pensamientos, apareció Draco y tomó asiento a mi lado. Su presencia me tomó por sorpresa, y levanté la mirada para encontrarme con sus ojos grises llenos de curiosidad.
—¿Estás bien? —preguntó Draco con preocupación, notando mi repentino retiro de la fiesta.
No pude evitar sentir un nudo en la garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.
—No lo sé —respondí sinceramente—. Ese beso... Me tiene confundido.
Draco asintió comprensivamente, como si entendiera exactamente cómo me sentía.
—Fue solo un beso de juego —dijo con calma—. No tienes por qué tomarlo tan en serio.
Pero algo en sus palabras no me dejaba tranquilo. La conexión que había sentido durante aquel beso no podía ser ignorada tan fácilmente. Decidí seguir adelante y plantear la pregunta que había estado rondando en mi mente desde que nos separamos del juego.
—Draco, ¿tú y Harry... están juntos? —pregunté, tratando de sonar lo más casual posible.
Una sombra cruzó el rostro de Draco y se tensó ligeramente en su asiento. Por un momento, pareció que estaba buscando las palabras adecuadas para responder. Finalmente, suspiró y respondió con franqueza.
—Nadie más lo sabe, pero... sí, estamos juntos —admitió Draco, con una mirada de resignación en sus ojos—. Aunque nuestra relación es un poco complicada.
Su confesión me dejó boquiabierto. La idea de que Draco y Harry estuvieran en una relación, y que yo hubiera sido testigo de un momento íntimo entre ellos, era difícil de asimilar. Pero lo que dijo a continuación me dejó aún más confundido.
—Es una relación abierta —explicó Draco—. No hay compromiso real entre nosotros. Simplemente... tratamos de llevarnos bien con otras personas fuera de Slytherin, para... bueno, para ganar el apoyo del otro.
Sus palabras resonaron en mi mente mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. ¿Una relación abierta? ¿Ganar el apoyo del otro? La situación era más complicada de lo que había imaginado, y me encontraba en medio de ella sin saber qué pensar ni cómo sentirme.
—¿Te sientes cómodo con eso? —pregunté, sintiendo la necesidad de entender mejor la situación.
Draco suspiró, apoyando la cabeza en la mano.
—No, en realidad no —admitió con sinceridad—. Pero Harry... él no está listo para comprometerse, no después de todo lo que ha pasado. Y yo... bueno, yo tampoco he sido el mejor compañero.
La confesión de Draco añadió una capa más de complejidad a la situación. Ahora, no solo tenía que lidiar con mis propios sentimientos, sino también con la dinámica complicada entre Draco y Harry. La lista de problemas que enfrentaban parecía interminable, y yo me encontraba atrapado en medio de todo.
Después de escuchar la confesión de Draco, sentí la necesidad de comprender mejor su situación. No podía imaginar lo difícil que debía ser para él estar atrapado en una relación tan complicada y llena de secretos.
—¿Quieres hablar de ello? —le pregunté, buscando ofrecerle mi apoyo en medio de su confesión.
Draco pareció considerarlo por un momento antes de asentir con la cabeza.
—Desde tercer año, he estado perdidamente enamorado de Harry —comenzó, con la mirada perdida en algún punto indefinido—. Pero las cosas entre nosotros nunca fueron fáciles. Solía... solía burlarme de él, hacerle la vida imposible. No era una relación agradable, ni mucho menos.
Sentí un pellizco de tristeza al escuchar sus palabras. Era difícil imaginar a Draco, con toda su altivez y bravuconería, sintiendo algo tan profundo por alguien más.
—Con el tiempo, las cosas comenzaron a cambiar —continuó Draco, con un tono de voz más suave—. Empezamos a sentir una especie de atracción... aunque en mi caso, creo que siempre fue más que eso.
Su confesión me dejó sin aliento. La idea de que Draco había estado luchando con sus sentimientos durante tanto tiempo, en secreto, me dejó admirado y conmovido.
—Harry no está listo para declararse abiertamente —continuó Draco, con pesar en su voz—. Y además, está el hecho de quién es él... hijo de James y Lily Potter, el niño que vivió. Y yo soy simplemente Draco Malfoy. No soy nadie en comparación con él.
Sentí la necesidad de contradecirlo, de hacerle ver que era mucho más de lo que pensaba.
—No eres simplemente Draco Malfoy —le dije con firmeza—. Eres inteligente, atractivo y talentoso. Creo que podrías ser un increíble capitán de equipo de Quidditch, si te lo propusieras. Tienes toda la esencia de un Slytherin, y eso es algo digno de admirar.
Draco me miró con sorpresa, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
—Gracias, Apolo —dijo finalmente, con una sonrisa débil en los labios—. Significa mucho para mí escuchar eso de ti.
Una sensación de calidez y complicidad se apoderó del aire entre nosotros, y por un momento, pareció que las barreras entre Draco y yo se desvanecían, dejando espacio para una conexión genuina y reconfortante.