
Extraño Encuentro
El ascenso era muy lento, porque ya no podía usar las manos palmeadas para avanzar. Movió las aletas con furia, pero Ron y la hermana de Fleur eran como sacos de papas que tiraban de él hacia abajo... Alzó los ojos hacia el cielo, aunque sabía que aún debía de encontrarse muy hondo porque el agua estaba oscura por encima de él.
Los tritones y las sirenas lo acompañaban en la subida. Los vio girar a su alrededor con gracilidad, observando cómo él forcejeaba contra las aguas. ¿Lo arrastrarían a las profundidades cuando el tiempo hubiera concluido? Las piernas se le agarrotaban del esfuerzo de nadar, y los hombros le dolían terriblemente de arrastrar a Ron y a la niña...
Respiraba con dificultad. Volvían a dolerle los lados del cuello, y era muy consciente de la humedad del agua en la boca... pero, por otro lado, el agua se aclaraba. Podía ver sobre él la luz del día...
Dio un potente coletazo con las aletas, pero descubrió entonces que ya no eran más que pies... El agua que le entraba por la boca le inundaba los pulmones. Empezaba a marearse, pero sabía que la luz y el aire se hallaban sólo a unos tres metros por encima de él. Tenía que llegar... tenía que conseguirlo...
Hizo tal esfuerzo con las piernas que le pareció que los músculos se quejaban a gritos. Su visión se volvió borrosa, la oscuridad se hacía más grande, lo rodeaba como sí fuera a ser tragado por ella. No podía respirar, necesitaba oxígeno, tenía que seguir subiendo, no podía parar... pero aquello parecía imposible en aquel momento…
De pronto vio una figura frente a él, intento levantar su brazo para apuntarle con su varita, pero toda fuerza había abandonado su cuerpo. Era su fin. Aquello lo arrastraría al fondo del lago y no quería saber que pasaría con él entonces. Pero aquello no era lo más importante, Ron y la hermanita de Fleur aún se encontraban en sus brazos, ”¿podrías al menos dejarlos ir a ellos?” quiso preguntar, pero de su boca solo salió el casi inexistente aire en sus pulmones, provocando un agudo dolor en su pecho haciendo que se retorciera de dolor. En lo que creyó serian sus últimos momentos de vida, solo deseo poder haberlos salvados…
Sintió un cálido toque en sus mejillas, estando ya al borde de inconciencia logro divisar la piel blanca como la nieve fría de invierno y un par de ojos plateados que brillaban como perlas en lo profundo. Por un momento pensó que aquello era la muerte apiadándose de él ¿talvez su sufrimiento la haya conmovido y decidió acabar con su dolor como último acto de bondad?
Y de pronto el agua que estaba tan fría que le quemaba como si estuviera rodeado de fuego, sintió como si se calentara con el suave toque sobre sus labios. No entendía lo que pasaba, solo sabía que el dolor comenzaba a cesar a medida que el toque se hacía más profundo, sintió como las manos en sus mejillas se arrastraban por su cuello hasta llegar a su cabello, su boca se abrió inconscientemente en busca de más contacto.
Harry había oído hablar que la muerte era pacífica, como caer dormido en un sueño profundo. Pero jamás espero que la muerte se sintiera tan dulce.
Los labios se movieron suavemente sobre los suyos de una forma casi inocente, cerro fuertemente sus ojos mientras sentía su cuerpo temblar y poco a poco sus sentidos se fueron aclarando. Abrió rápidamente los ojos tan pronto el toque sobre sus labios desapareció, solo para encontrarse con aquel paisaje extraño, oscuro y neblinoso. No veía más allá de bosques de algas ondulantes y enmarañadas, extensas planicies de barro con piedras iluminadas por un levísimo resplandor. Fue entonces cuando se percató de algo.
Intentó respirar y, para su sorpresa, el trago de agua helada fue como respirar vida. La cabeza dejó de darle vueltas. Tomó otro trago de agua, y notó cómo le enviaba oxígeno al cerebro. Extendió las manos y se las miró: ya no parecían verdes ni había membranas entre los dedos, habían vuelto a la normalidad. Se retorció para verse los pies desnudos y tampoco parecían aletas.
No tuvo tiempo en pensar demasiado en ello y comenzó a nadar, el ascenso era muy lento, porque ya no contaba con manos o pies palmeados, sin mencionar que aun cargaba a dos personas, pero pronto su alrededor se vio cada vez más iluminado.
Y entonces notó que rompía con la cabeza la superficie del agua. Un aire limpio, fresco y maravilloso le produjo escozor en la cara empapada. Tomó una bocanada de aquel aire, y se sorprendió al no notar la sensación de ahogamiento como antes. Jadeando, tiró de Ron y de la niña hasta la superficie. Alrededor de ellos, las sirenas y los tritones salían de todos lados y lo contemplaban con mucha curiosidad; lo señalaban y se tapaban la boca con las manos para hablar entre ellos, pero ahora le sonreían. Eso lo alivio un poco.
Desde las tribunas, la multitud armaba muchísimo revuelo: todos estaban de pie, gritando y aclamando. Tuvo la impresión de que creían que Ron y la niña habían muerto, pero se equivocaban: tanto uno como otro habían abierto los ojos. La niña parecía asustada y confusa, pero Ron simplemente echó un chorro de agua por la boca.
Con la compañía de veinte sirenas y tritones, que hacían de guardia de honor cantando sus horribles cánticos que parecían chirridos, llevaron a la hermana de Fleur por el agua hasta la orilla, desde donde los observaban los miembros del tribunal.
Percy agarró a Ron y tiró de él hacia la orilla («¡Déjame en paz, Percy, estoy bien!»); Dumbledore y Bagman cogieron a Harry; Fleur se había soltado de Madame Maxime y corría a abrazar a su hermana.
—Tú, ven aquí —dijo la voz de la señora Pomfrey. Agarró a Harry y, llevándolo hasta donde estaban Hermione y los otros, lo envolvió tan apretado en una manta que le pareció que le había puesto una camisa de fuerza, y lo obligó a beber una poción muy caliente que le hizo salir humo por las orejas.
—¡Muy bien, Harry! —gritó Hermione—. ¡Lo hiciste, averiguaste el modo, y todo por ti mismo!
—Bueno...
—Pero te has pasado un montón del tiempo, Harry... ¿Te costó mucho encontrarnos?
—No, los encontré sin problemas. — Harry volvió su mirada al lago, las sirenas continuaban allí, observándolo. Pero eso no le importo, en su mente solo apareció la imagen de la figura que lo salvo. ¿Qué había pasado exactamente allí abajo?
Dumbledore estaba agachado en la orilla, trabando conversación con la que parecía la jefa de las sirenas, que tenía un aspecto especialmente feroz y salvaje. El director hacía el mismo tipo de ruidos estridentes que las sirenas y los tritones producían fuera del agua: evidentemente, Dumbledore hablaba sirenio. Pero algo en la expresión del director cambio por algo dicho por la criatura, ambos se giraron y miraron a Harry fijamente, fue solo un momento antes de girarse nuevamente y continuar “hablando”, pero se recato que la mirada de Dumbledore era complicada, aquello le dio un mal presentimiento. Finalmente se enderezó, se volvió hacia los otros miembros del tribunal y les dijo:
—Me parece que tenemos que hablar antes de dar la puntuación.
Los miembros del tribunal hicieron un corrillo para discutir. La señora Pomfrey había ido a rescatar a Ron de las garras de Percy; lo llevó con Harry y los otros, le dio una manta y un poco de poción pimentónica, y luego fue en busca de Fleur y su hermana. Fleur tenía muchos cortes en la cara y los brazos, y la túnica rasgada; pero no parecía que eso le preocupara, y no permitió que la señora Pomfrey se ocupara de ella. Se inclinó, besó a Harry dos veces en cada mejilla y luego se abalanzó también sobre Ron para besarlo, agradeciendo el haber salvado a su pequeña hermana. Hermione parecía furiosa, pero justo entonces la voz mágicamente amplificada de Ludo Bagman retumbó junto a ellos y los sobresaltó. En las gradas, la multitud se quedó de repente en silencio.
—Damas y caballeros, hemos tomado una decisión. Murcus, la jefa de la guardia real de las sirenas, nos ha explicado qué ha ocurrido exactamente en el fondo del lago, y hemos puntuado en consecuencia. El total de nuestras puntuaciones, que se dan sobre un máximo de cincuenta puntos a cada uno de los campeones, es el siguiente:
<<La señorita Delacour veinticinco puntos>>
Aplaudieron en las tribunas.
<<El señor Diggory, ha sido el primero en volver con su rehén. Por tanto, le concedemos cuarenta y siete puntos.>>
Se escucharon unos vítores atronadores procedentes de la zona de Hufflepuff.
<<El señor Viktor Krum ha sido el segundo en volver con su rescatada. Le concedemos cuarenta puntos.>>
Karkarov aplaudió muy fuerte y de manera muy arrogante.
<<El señor Harry Potter volvió en último lugar, y mucho después de terminado el plazo de una hora. Pero Murcus nos ha comunicado que el señor Potter fue el primero en llegar hasta los rehenes, y que el retraso en su vuelta se debió a su firme decisión de salvarlos a todos, no sólo al suyo. La mayoría de los miembros del tribunal están de acuerdo en que esto demuestra una gran altura moral y que merece ser recompensado con la máxima puntuación. No obstante... la puntuación del señor Potter son cuarenta y cinco puntos.>>
A Harry le dio un vuelco el estómago. Estaba empatado en el primer puesto con Cedric Diggory. Ron y Hermione, muy sorprendidos, miraron a Harry; luego se rieron y empezaron a aplaudir muy fuerte con el resto de la multitud.
—La tercera y última prueba tendrá lugar al anochecer del día veinticuatro de junio —continuó Bagman—. A los campeones se les notificará en qué consiste dicha prueba justo un mes antes. Gracias a todos por el apoyo que les brindáis.
«Ya ha pasado», pensaba Harry algo aturdido mientras la señora Pomfrey se lo llevaba con el resto de los campeones y los rehenes de regresó al castillo, para que se pusieran ropa seca.
Mientras subía la escalinata de piedra que daba acceso al castillo, se volteó para mirar por última vez el lago, de alguna manera que desconocía, sintió que algo en él lo llamaba. Inseguro de aquello, se giró nuevamente retornando el camino sin percatarse del par de brillantes ojos que lo observaban desde debajo de la superficie del agua.