
Extraño Encanto
Una de las consecuencias de la prueba fue que después todo el mundo estaba deseando conocer los detalles de lo ocurrido bajo el agua, por su puesto Ron estuvo dispuesto a contarla a cualquiera que se lo pidiera. Harry notó que la versión que Ron daba de los hechos cambiaba sutilmente cada vez que los contaba. Pero decidió no mencionarlo al ver lo feliz que se veía por ser, por una vez, el centro de atención.
Llego el fin de semana y a las doce del día salieron del castillo bajo un débil sol plateado que brillaba sobre los campos. El tiempo era más suave de lo que había sido en lo que llevaban de año, y cuando llegaron a Hogsmeade los tres se habían quitado la capa y se la habían echado al hombro.
Fueron a Tiroslargos Moda a comprar un regalo para Dobby en agradecimiento por su ayuda. A la una y media subieron por la calle principal, para dirigirse a Las Tres Escobas en donde planeaban encontrarse con Sirius y Remus. Quienes ya lo estaban esperando.
Tan pronto con entraron, Harry fue envuelto en un cálido abrazo por parte de ambos. Los cinco pasaron una agradable tarde en el local. Sirius no paraba de hacer sus malos chiste mientras Remus se avergonzaba de la mayoría de ellos. Ron disfruto de poder volver a contar su historia del “secuestro” antes de la segunda prueba para que luego Hermione contara lo que verdaderamente paso <<Así le quitas lo interesante>> se había quejado Ron. Entre conversaciones y ligeras risas el tiempo fue pasando hasta que la hora de despedirse había llegado.
Al volver al castillo, Harry se percató de una cosa. Había grandes grupos de estudiantes reunidos y todos parecían hablar de una misma cosa. Al pasar por su lado oyó comentarios como “guapo”, “hermoso” entre otros. No entendía que pasaba.
Los tres se miraron confundidos antes de reanudar el paso hacia la sala común de Gryffindor. Al llegar allí la situación era la misma, todos cuchicheaban a cerca de algo. Vieron a los gemelos sentados frente a la chimenea y se acercaron a ello. Hermione fue la primera en tomar asiento y tan pronto como lo hizo pregunto – ¿Qué esta pasando con todo el mundo?
– Primero que nada. Buenas tardes, querida. – dijo Fred, Mione ni se inmutó ante ello, por lo que decidió continuar – Bueno, por dónde empezar…
– Empieza por el tipo desnudo en el lago.
El comentario de George hiso que la castaña se ahogara. La reacción de Harry y Ron no fueron mejores. Fred solo se rio – Tienes razón, empezare por allí.
<<Bueno, lo que paso fue que hace unas horas, alrededor de las tres de la tarde, un grupo de chicos de segundo se encontraban en la orilla del lago negro, entonces dijeron que algo comenzó a surgir desde las profundidades del lago. ¡Y lo que emergió a la superficie fue un chico desnudo!>>
– Bueno, no completamente desnudo… – Aclaró George – tenía una especie de túnica que cubría la mitad inferior de su cuerpo, era casi transparente pareciendo estar hecha de la misma agua del lago . Pero aquello no era lo que llamo más la atención.
– Lo que más llamó la atención fue su apariencia. Dicen que-
– ¿Hablan del misterioso Veela? – interrumpió Padma Patil que llagaba al lado de Lavender.
–¿Veela? – preguntaron el trio al unísono.
– ¿Qué más podría ser si no? – pregunto en respuesta Lavender – Solo hace falta verlo para saberlo. – Padma a su lado asintió en confirmación – Su piel tan blanca como la nieve y parecía brillar bajo el sol de la tarde, su cabello con brillantes destellos parecía hecho de plata y sus ojos… sus ojos parecían un par de perlas plateadas. – Ambas chicas suspiraron al recordar aquella escena presenciada horas atrás. – Realmente posee una belleza sin igual.
Luego las dos muchachas se giraron para irse, no sin antes soltar otro suspiro. El trio de oro solo se miraron confundidos y posteriormente dirigieron su mirada a los gemelos, en sus rostros estaba plasmada la pregunta “¿En serio?”, estos solo asintieron en respuesta.
–¿Tanto revuelo solo por un chico? – pregunto Hermione con indignación.
– Bueno, nadie sabe nada de él, aparte de que no ha dicho una sola palabra. Sin mencionar que Dumbledore fue buscarlo tan pronto el rumor se esparció. – comento Fred.
– Y no parecía muy contento con su aparición. – secundo George. – Se lo llevo a su oficina y no se ha sabido nada mas de ellos hasta el momento. – finalizo su informe de lo acontecido.
Ron y Hermione se miraron con expresiones confusas, pero Harry hace tiempo que había dejado de prestar atención, su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación mientras su cabeza regresaba a aquel momento en el lago. ¿Sería posible que…? No termino aquel pensamiento pues se percató que la castaña lo llamaba. Se volteo a verla y esta le señalo que era tiempo de bajar al Gran Comedor para cenar.
Por lo que dejaron el tema zanjado y partieron rumbo al Gran Comedor. Ya nos les sorprendió que al entrar por las puertas vieran como las cuatro mesas se sumían en murmullos. Al parecer el rumor se había convertido en el tema principal de conversación entre las casas y los estudiantes invitados de los dos colegios. E incluso entre los profesores en sus asientos que parecían tensos mientras hablaban. Harry pudo sentir que algunos de ellos se giraban a verlo mientas pasaba.
Ignorando todo aquello, simplemente se dispuso a tomar asiento mientras esperaban la llegada de profesor Dumbledore. Quien no tardó mucho en llegar al lugar, tan pronto como hiso notar su presencia el silencio reino en el comedor. Detrás de él, se asomaba una delgada figura cubierta por una de las túnicas del colegio. Pero Harry logro divisar largos cabellos plateados que se escapaban del gorro de la túnica. Noto una extraña sensación en su estómago, como si este se le revolviera, por la emoción ante la anticipación de lo acontecería a continuación.
Dumbledore se colocó detrás del podio que se situaba al frente de las cuatro mesas en el comedor y empezó su anuncio dando los saludos correspondientes y algunos comentarios ocurrentes de temas aleatorios, como sus sugerencias para la compra de dulces y postres en Hogsmeade, cuando de repente se aclaró suavemente la garganta y dijo en tono más serio - Supongo que todos ya estarán al tanto de los resientes acontecimientos en el Lago Negro.
Todos asistieron en al unísono y la tensión ante la espera era palpable en el aire. – Bien, es de mi honor preséntales a nuestro más resiente invitado. – el joven salió de detrás de él y quitándose la capucha, dejo al descubierto su cara. En ese preciso instante todos aquellos que habían dudado de los rumores se quedaron sin aliento.
El rumor hablaba de un joven y apuesto muchacho que había aparecido de repente en medio del lago, pero los rumores sobre su belleza parecían ridículamente exagerados. Quien pensaría que realmente aquellos rumores no solo eran ciertos, sino que, además, se quedaban cortos, verdaderamente era necesario verlo con los propios ojos para poder entenderlo. La frase “una belleza más allá de lo que las palabras alcanzaban a describir” cobraba sentido.
Harry se quedó pasmado al verlo. El joven poseía delicados rasgos, sus labios ligeramente rosas que se atenuaban en la pálida piel, unos ojos plateados que parecían esconder la brillante luna llena en ellos, largas pestañas que se curvaban levemente dándole un aire infantil. Largos mechones plateados como finos hilo de plata, caían sobre sus hombros resaltando en la negra túnica, adquiriendo pequeños destellos de dorado y naranja por las llamas de las velas encendidas que flotaban en el techo.
Aquella nocturna y fantástica visión que se dibujaba con la luz de las incontables velas le hiso creer por un instante que era juguete de una alucinación, sin quitarle los ojos de encima, ni si quiera se atrevió a respirar temiendo que aquello desvaneciera el encanto, permaneció inmóvil.
En medio de su ensoñación, pudo escuchar vagamente como Dumbledore lo presentaba. Su nombre era Draco.
“Lindo nombre, de algún modo le queda…”
Continúo anunciando que se le proporcionaría temporalmente un lugar en el castillo, específicamente en la Sala Común de Slytherin, ya que allí se “sentirá más en casa”, lo que dejo desconcertados a todos los alumnos. No pareciendo creer aclarar las dudas evidentes en los rostros de los presentes, continúo explicando que debido a un “acontecimiento” (del que no puede dar detalles), se ha decidido que pasara un tiempo indeterminado en el castillo.
El muchacho que en todo momento no paro de mirar con curiosidad a todos los presentes como si buscara algo… o a alguien. De repente se detuvo…
Y lo miró.
Los hipnotizados ojos esmeralda chocaron con las grises perlas, solo una mirada bastó para que el mundo a su alrededor se desvaneciera por completo.
Los ojos del rubio estaban ligeramente inclinados y el rabillo se levantó suavemente con la sonrisa que se formó en sus labios, dándole un encanto que detonaba pureza e inocencia. El tipo de sonrisa que debe de ser protegida a toda costa.
“Y yo quiero ser quien la proteja…”
Sorprendido con su propio pensamiento su expresión se movió ligeramente y se obligó a apartar la mirada del joven. Sus dedos se curvaron y apretó lentamente los puños, su mandíbula se apretó instantáneamente y sus labios se presionaron con fuerza.
Sin embargo, regreso rápidamente su mirada en cuanto oyó unos pasos apresurados provenientes de aquella dirección. Vio como el rubio prácticamente corría hacia su dirección e inconscientemente se levanto de su asiento para pararse en medio del pasillo. Ante su acción la sonrisa en el rostro del contrario se ensancho.
Antes de que su cerebro pudiera entender que era lo que estaba pasando sintió como unos delgados brazos lo rodeaban fuertemente, sin saber bien porque, devolvió el gesto aferrándose al cuerpo del contrario.
Luego de unos instantes, Draco se separó levemente y lo miro a los ojos, tan profundamente que parecía ser capaz de mirar su alma, sus ojos parecían reflejar las estrellas del nocturno cielo dándole una belleza limpia y alegre capaz de llenar de paz el alma. Un suspiro de escapo de los labios del moreno.
“Realmente una belleza única en el mundo.”
Y ante la atónita mirada de todos los presentes, el rubio unió sus labios en un ligero beso.
Los labios se movieron suavemente sobre los suyos de una forma casi inocente, cerro fuertemente sus ojos mientras sentía todo su cuerpo temblar. Poco a poco sus sentidos se fueron nublando pareciendo por un instante que flotaba libremente en el vacío.
Solo volvió a la realidad cuando oyó una ligera risa, parpadeo lentamente mientras miraba la radiante sonrisa el rubio.
En medio del inmenso silencio que se extendió por el Gran Comedor, aun si nadie más se percató, él lo pudo oír claramente, el susurro que salió de los suaves labios del rubio.
“Te encontré… Mi destino.”