
PARTE II
"El dragón negro ha nacido, bajo su sangre el mundo deberá caer, las piezas recogerá y a los dragones protegerá"
Llevaba toda la mañana pensando en diversas cosas como en la profecía y como Helaena podría saber la verdad, tal vez los cuervos si hablan.
Es un mundo donde las personas hablan con los dragones, realmente no le asombraría que los cuervos hablasen.
¿Cómo se le ocurrían todos estos mundos a quien sea que lo haya creado?
Es decir, como se le ocurrió un mundo donde las personas hacen magia, o uno donde hablan con los dragones ¿Qué falta? Tal vez que alguien controlase la naturaleza.
Otra cosa que lo tenía sobre pensando las cosas era el tema de Sir. Harwin.
¿Cómo haría para prevenir su muerte?
El guardia parece muy cercano a los príncipes Jacaerys y Lucerys, había escuchado a Aegon decirles bastardos a ellos y escuchó de unas criadas que al parecer se cree que ellos junto con Joffrey eran hijos ilegítimos de Sir Harwin, debido a su color de cabello y ojos. Sin embargo, fácilmente se podría descartar esa teoría, su abuela Rhaenys tenía el cabello oscuro que muy bien podrían haber heredado ellos gracias a Laenor, los ojos... una falla en su ADN.
No está en ese mundo para juzgar lo que hace la princesa heredera.
Podría preguntarles a los príncipes sobre el guardia, pero no quería levantar sospechas.
Lo más lógico para el es hablar directamente con el guardia, pero ¿Qué pasa si alguien los escucha? ¿Harwin Strong le creería? ¿Le contaría a alguien más?
Eran muchas preguntas en su cabeza, no sabía si confiar en el guardia, pero de alguna forma Hécate creyó que el podría salvarlo.
Solo había pasado un día en King's Landing y ya se quería regresar a Marcaderiva.
Según su padre, solo se quedarían hasta saber lo que sucede, lo cual no tendría que tardar mas de un día, pero su madre había enfermado, por lo cual se quedarían una semana.
Tiempo suficiente para convencer a Sir Harwin de no morir.
Pensó en contarles la verdad a sus hermanas, pero por la edad lo más lógico es que no lo comprendieran completamente, tal vez esperaría unos años.
En sus planes no estaba contarles ni a su madre y mucho menos a su padre.
Escuchó la puerta de sus aposentos abrirse, por la forma de caminar supo que era su padre.
Se encontraba en el balcón de su habitación, así que seguro no tardaría mucho en encontrarlo.
Segundo después, Daemon se colocó al lado de su último hijo, observando lo que su hijo observaba... el cielo.
-¿Qué estas observando?- cuestiona Daemon al notar que su hijo no separaría lo mirada de lo que fuera que observaba.
-Las nubes... son bonitas.- fue la contestación que recibió.
Se quedaron unos segundos en silencio, uno pensando en un plan y el otro analizando las nubes.
-No fuiste a desayunar.-mencionó Daemon.
-No tengo hambre.
-No has salido de tu habitación en toda la mañana.
-Simplemente se me fue el tiempo, padre.- contestó Regulus.
La mirada de Daemon se detuvo en su hijo, tratando de descubrir que le sucedía, analizando cada expresión que hacía, lo cual no era de mucha ayuda ya que el menor cargaba con una expresión neutra.
Una que de un momento para otro se transformó en confusión, pudo notar el momento exacto en el que sus ojos se achicaban y sus cejas se fruncían. Curioso en lo que había logrado hacer que su hijo cambiara de expresión buscó lo que estaba observando a su hijo, encontrándose con un dragón que estaba volando algo lejos pero se podía notar fácilmente por el tamaño, eso hizo que el también frunciera las cejas y achicara los ojos, tratando de ver mejor.
-¿Sabes de quien es ese dragón, padre?- se escuchó la voz del menor.
-Tal vez sea de alguien de acá- Dudaba eso.
-Sir Harwin dijo que no era de alguien de acá.
No pudo contestar ante eso, de un momento a otro se observó como un pequeño dragón salía de en medio de unas nubes y salió volando al lado contrario del otro dragón, quien al parecer noto esto.
Ahí Daemon comprendió, en ese momento el dragón estaba persiguiendo a su presa. Sin embargo, aun así no conocía al dragón.
O eso creía.
De un momento a otro el dragón bajo la cabeza, dando a notar el color de sus ojos, un verde intenso.
Daemon solo había escuchado sobre un dragón con ese color de ojos en su vida y de un momento a otro se repitieron las palabras de su hijo en su mente.
-Dijiste que Sir Harwin te dijo que el dragón no era de acá.- Dijo Daemon, llamando la atención de su hijo quien lo volteó a ver.-¿Cuándo fue eso?-
-Pues...ayer-contestó, con duda- Luego de eso lo he visto dos veces más sin contar esta.-
Una mano se colocó encima del hombro del menor y lo encaminó hacia dentro de los aposentos.
Observó como su padre se agachaba hasta quedar de su estatura.-Tengo que ir a hablar con mi hermano, tu saldrás de acá e irás directo a comer ¿De acuerdo?-
El menor solo pudo asentir antes de que Daemon empezara a caminar y saliera de los aposentos.
El no era una persona desobediente, así que salió de su habitación, de mala forma, directo a donde se encontraba la cocina para pedir algo de comer. Antes de llegar se dio cuenta suerte era lo que menos tenía.
-¿A dónde te diriges?- se escuchó la voz de otro niño.
-No te incumbe.- contestó Regulus, lo mas cordial posible, tratando de pasar al niño, pero parece que el contrario quería terminar con su paciencia.
-No se le habla así a un príncipe.- mencionó el niño que se encontraba frente a él.
Reuniendo toda la paciencia que le quedaba, tratando de no cometer un homicidio antes de tiempo, rodó los ojos - Mira, creo que te llamas Aemond, ¿Me podrías dejar pasar? Por favor.- El niño solo se le quedó viendo si intenciones de dejarlo pasar.
Se podría decir que fácilmente lo hubiera empujado, pero el niño frente a el era más alto y no dudaba que mas fuerte al tener mas entrenamiento que el.
Así que hizo lo único que podía hacer antes de cometer una locura, suspirar.- Me dirijo hacia la cocina, ¿Feliz?
-¿Para qué te diriges ahí?
-Tengo hambre.- dijo el menor, encogiéndose de hombros, sin darle importancia.
-Simplemente podrías pedirle a alguien que te traiga la comida.
-O simplemente podría ir y pedirla.- contraatacó el menor.- Ahora si me disculpa, iré a comer.- contestó, empezando a caminar.
-Espera, te acompañaré.- dijo, colocándose al lado del menor.
-¡No puede ser!-expresó, ya harto de la situación, empezando a caminar más rápido.
Escuchó la risa del príncipe, el estúpido todavía osaba a reírse de él.
La diferencia de estatura entre los dos era muy notable ya que en menos de diez segundos el príncipe se situó a su lado nuevamente.
-Regulus ¿cierto?- cuestionó el mayor, comenzando una conversación, viendo como el menor solo asentía.- No es un nombre valyrio.-
-Lo sé.- fue lo único que se escuchó venir del menor.
-Pero no es un mal nombre.
El silencio se extendió entre los dos, Regulus seguía analizando sus opciones, si bien podría ir a hablar directamente con Sir Harwin, no sabía si el le contestaría lo que el quería. También podría tener la oportunidad enfrente, podría sacar el tema con Aemond esperando que el si contestara todo lo que necesitaba, pero eso sería jugar con fuego.
Pero al parecer en este mundo el mismo era hecho de fuego, así que no le importaría quemarse.
-¿Te llevas bien con todos los guardias?- comenzó la conversación el menor.
-Solo hablo con uno- dijo, encogiéndose de hombros- Así que no creo.-
-¿Con quien hablas?
-Con Sir Criston.- contestó el mayor- ¿Por qué las preguntas?-
Era hora de demostrar porqué en su vida pasada quedó en Slytherin.- Mi padre me habló sobre los guardias de acá y me generó duda uno en especial.
-¿Quién?- cuestionó.
-Sir Harwin Strong.-pudo observar en el momento exacto en el que la nariz del mayor se arrugó, colocando una mala cara.
-¿Qué quieres saber de él?- cuestionó, deteniendo el paso, haciendo que Regulus también se detuviera y lo volteara a ver.
-Simplemente tengo curiosidad de sus orígenes.- contestó Regulus, tratando de verse desinteresado- Padre me contó que era un capitán de la guardia real y que era muy bueno peleando.- comentó, esperando que cayera en su mentira, su padre nunca hablaría así de un guardia.
Hubo unos minutos de silencio, donde a lo único que se dedicaban era a verse, hasta que el mayor habló- Yo tampoco sé mucho de él- admitió- Lo único que se es que su padre, el Lord Strong es el Señor de Harrenhal y mano derecha del rey, Sir Strong al ser el mayor será el que heredará el título de Lord.-
Así que Harrenhal, no había escuchado sobre ese lugar.
-¿El padre de él se encuentra en ese lugar?
-Es muy probable, el lidera el lugar, tiene que mantenerse ahí.- dijo, encogiéndose de hombros el príncipe mayor.
Tal vez el lugar que vio en sus sueños era Harrenhal.
-¿No sabes si el va a visitar a su padre seguido?- cuestionó el menor.
-No lo creo, pero tampoco dudo que muy pronto se vaya permanentemente.
-¿Por qué lo dices?
-Pues eso me dijo Sir Criston, además no creo que no te hayas dado cuenta de como sobreprotege a los hijos de mi hermana.- dijo Aemond, volteando a ver hacia otro lado.
-¿Qué tiene que los sobreproteja?
Aemond voltea a ver al menor esperando a que estuviera bromeando.- ¿No has escuchado los rumores?
Regulus no asiente ni niega, solo se mantiene observándolo.
-Se cree que los hijos de Rhaenyra son hijos de Sir Harwin por su parecido.
-¿El cabello?
-No es solo eso- contesta, todavía observándolo.-Los ojos y el cabello no son de un Targaryen ni de un Velaryon, madre nos dijo que eran bastardos.-
Así que la reina consorte era la madre manipuladora.
-No por ser diferentes tendrían que ser bastardos- dijo el menor- Te recuerdo de que tono de cabello de mi abuela, es oscuro y te recuerdo quien es el hijo de mi abuela, es Laenor, esposo de la princesa Rhaenyra y padre legítimo de ellos, simplemente pudieron haber heredado rasgos de ella.-
-¿Qué me dices de los ojos?
-También pudieron ser heredados- respondió con obviedad- No conoces a todos tus antepasados, Aemond, así que no sabes si realmente alguno tenía los ojos oscuros.-
Ante esto, Aemond se queda callado, sabe que el menor puede tener razón, pero nunca lo admitiría en voz alta, así que hace lo que normalmente haría, cambiar de tema.
-¿No irás a comer?
-Tal vez al rato iré.- miente- Recordé que tenía que buscar a mi padre para que me ayudara en algo- Dijo antes de empezar a caminar hacia el lado contrario a donde se dirigían, dejando al príncipe Aemond solo en el pasillo, sin saber que alguien había escuchado por completo su conversación.
...
Casualmente en ese momento no encontró a nadie para pasar el rato.
Luego de dejar a Aemond en el pasillo, se dirigió a cualquier lugar, realmente no tenía ni un lugar destinado.
Había conseguido tal vez la información que necesitaba. Si el señor al que sostenía Sir Harwin en su sueño realmente era su padre, teniendo en cuenta lo que le dijo Aemond, era muy probable que el incendio ocurriera en Harrenhal.
Salió del castillo, tal vez el aire libre le ayudaría a pensar. Además le gustaría ir al pueblo, en Marcaderiva muchas veces se escapaba a los pueblos que se encontraban ahí, muchas de las veces junto con sus hermanas, ya conocía a algunas personas de ahí e incluso le regalaban cosas, a veces incluso se detenía a jugar con los niños que encontraba ahí.
Sabía que habrían mejores cosas que observar al ser King's Landing.
Afuera del castillo curiosamente no se encontraba ni un guardia, así que como todo niño tratando de cesar su curiosidad emprendió camino hacia donde suponía que sería el pueblo. Despejar su mente lo ayudaría a algo.
Pero no debió haber confiado en su suerte, de un momento a otro se colocó frente a el un guardia, levantando la vista se encontró con el culpable de sus problemas mentales en ese momento, Sir Harwin, quien lo observaba con el seño fruncido.
-¿A dónde se dirige, príncipe?
-Necesito aire libre, Sir.- le contestó el menor, observando hacia otro lado- Me dirigía al pueblo-
-¿Solo?- cuestiona el guardia, con una ceja alzada.
-Pues no encontré a nadie que me acompañara.
-Lo acompañaré yo, príncipe- dice el guardia, dándose la vuelta- Vamos, tendrá que colocarse algo encima.-
Y ahí va nuevamente su suerte, ¿Por qué sigue aferrándose a eso?
-Sígame, príncipe- le dijo el guardia, al ver ya al menor caminando al lado suyo- Le daré una capa, luego iremos al pueblo.-
-Esta bien- Fue lo único que contestó Regulus.
Sir Harwin dirigió a Regulus hacia un pequeño lugar cerca del campo de entrenamiento, acercándose a un lugar donde se encontraban unas capas, agarrando una y pasándosela al príncipe menor
El guardia esperó pacientemente a que el menor se colocara la capa, luego empezó a caminar mas despacio para que al menor no se le complicara llegar a su lado.
-Nos iremos en carruaje, no tiene problema con eso, ¿cierto?
-No, ni uno solo.- contestó el príncipe.
El viaje era silencioso, al parecer no era normal que los guardias viajaran dentro de los carruajes, pero Regulus le insistió, lo que hizo que entrara. Ambos iban pensando en distintas cosas, Regulus sabía que no podía perder esa oportunidad de hablar con el mayor.
-Sir Harwin, usted de donde proviene- el mayor escuchó la pregunta del menor con desconcierto.
-¿Para qué quiere saber eso, príncipe?
-Escuché que su padre es la mano derecha del rey y me entró curiosidad.- contestó, tratando de verse simpático para generar confianza.
-Mi padre es el Señor de Harrenhal, mi príncipe.
-¿Eres el mayor?- Cuestionó el menor, recibiendo un asentimiento de parte del guardia- Serás el siguiente Señor de Harrenhal, ¿cierto?-
-Así es, mi príncipe- contesta el guardia- ¿Es lo único que desea saber?-
Bueno, bien podría contarle toda la verdad de una, pero tendría que dar una explicación.
Podría decirle la verdad, pero nada le asegura que no iría directo al rey o a Rhaenyra a contarle.
Así que dijo lo primero que se le ocurrió.- Soy brujo.
La expresión de Sir Harwin era todo un poema y la mente de Regulus era todo un revoltijo, de todo lo que pudo haber dicho, dijo que era brujo.
Irónicamente si lo era en su vida pasada.
Todo podría resultar perfecto ante esto. Hécate podría juzgar sus métodos, pero no sus resultados.
-¿QUÉ?- fue lo que se escuchó del guardia.
Regulus solo pudo resoplar- Déjame te explico, antes de que digas algo más.
En ese momento el cerebro de Regulus estaba maquinando a toda velocidad.
-No es que sea un brujo realmente, pero sueño como se morirán algunas personas y el próximo eres tú, pero todavía no es tu hora. Todavía no debes morir.
El rostro de Harwin Strong estaba completamente pálido, parece haber visto un fantasma. Esta imagen del guardia podría haber resultado divertida para Regulus si el no estuviera tal vez en una situación peor que él.
-¿Cómo... Cómo moriré?- Harwin podía sentir como sus manos sudaban, nunca en su vida esperó escuchar eso.
-Irás a Harrenhal, sucederá un incendio cuando llegues, intentarás sacar a tu padre de ahí, pero ocurrirá una explosión que hará que finalmente mueras junto con tu padre.
-¿Por qué debo creerte?
Regulus se encoge de hombros.- Me gusta pensar que mi don fue dado por los... dioses. No eres el primero que sueño, ni el primero con el que se cumple exactamente todo lo que sueño- mintió- Sería tu decisión creerme o no creerme, todavía no es su hora de morir Sir Harwin, por eso apareció en mi sueño.-
-¿A los cuantos años moriré? ¿Veré crecer a mis hijos?- Parece haberse dado cuenta del error que cometió ya que abrió completamente los ojos.
-No se preocupe, Sir Harwin. No estoy acá para juzgar nada, ni mucho menos para contar nada de lo que salga de acá, lo cual espero de usted también.- el menor vio como el guardia asentía- Realmente no se que edad exacta tenía usted, pero se veía exactamente igual a como se ve usted en este momento, así que fácilmente podría decir que podría ocurrir desde este momento hasta dentro de tres años como máximo.-
Todo dentro del carruaje se quedó en silencio, solo escuchando el bullicio de afuera, cada uno en su respectivo mundo.
De un momento a otro tocaron la puerta del carruaje, dando a entender que habían llegado. Sir Harwin subió la capucha del menor antes de salir del carruaje, esperando en la entrada a que el menor saliera, quien salió unos segundos después.
El menor comenzó a recorrer el pueblo, viendo cosas que podría comprar con las monedas que había llevado, mientras el guardia se mantenía escoltándolo. Habló con algunas personas que encontraba por ahí, incluso habló con algunos niños. Regulus trataba de abarcar todo el pueblo y hablar con algunas personas, algo dentro de el le decía que lo hiciera, que le serviría en el futuro.
Se adentraron tanto que de un momento a otro llegaron a un campo libre que lo zanjaba unos largos y grandes árboles que hacían pensar que era una muralla. Regulus realmente no le daría importancia a nada de lo que estuviera ahí, e incluso estuvo apunto de darse la vuelta y regresar al pueblo, pero algo lo detuvo.
Algo parecido a un chillido de dolor.
Algo estaba ahí y estaba lastimado. Probablemente su yo del pasado no le hubiera prestado atención y se hubiera dado la vuelta, pero estaba tratando de ser mejor persona en esa vida.
-Príncipe Regulus, deberíamos regresar ya al castillo.
-¿Escuchas eso?-el guardia volteó a ver al menor, Regulus observaba alrededor del campo, parecía estar buscando algo.
-¿Qué es exactamente lo que tengo que buscar?
Regulus volvió a escuchar el mismo chillido y sin pensarlo bien se adentró más al campo, buscando de dónde provenía el sonido.
Sir Harwin observó como el niño seguía buscando, sin miedo alguno, sin tener mucha opción se dispuso a seguirlo, con una mano en el mango de la espada, tratando de observar algo anormal en el lugar para poder proteger al príncipe.
El menor por más que observó a su alrededor no encontró nada, tal vez había imaginado todo, eso había pensado antes de observar como lo que parecía una cría de dragón se escondía detrás de una roca.
A paso lento se acercaba al dragón, haciéndole señales a Sir Harwin para que lo siguiera. El dragón ya los había notado, pero al parecer estaba lo suficientemente lastimado como para huir de ahí. Poco a poco llegó más cerca de él, tratando de no asustarlo.
Al llegar enfrente de el se dio cuenta que el dragón era tal vez unos cincuenta centímetros más pequeño que él. Tampoco es que el fuera tan alto. El dragón era relativamente pequeño, pero grande siendo que todavía era una cría. Examinó el daño del dragón, quien tenía quemaduras y pareciera que hubiera estado huyendo de algo y que levemente pudo alcanzarlo ya que tenía marcas de dientes al costado.
-¿Qué hará con él?- Se escuchó la voz de guardia, logrando que Regulus deje de observar el dragón y dirija su mirada al guardia.
-Lo llevaré al castillo.- contestó con obviedad- Está muy golpeado, no me perdonaría nunca si lo dejara en ese estado acá.-
-Recuerdo haber escuchado al príncipe Daemon decir que a usted no le gustan los dragones.
-No es que no me gusten- contestó, viendo con ceño fruncido al dragón que tenía enfrente- Simplemente no he convivido tanto con ellos como para tenerles aprecio, además, solo esperaré a que se cure y lo dejaré libre nuevamente, a menos que tal vez lo reclame Rhaena.-
-¿Usted no lo reclamará?-cuestionó el guardia, sintiendo una vibra extraña, como si algo lo estuviera observando, sintiendo peligro.
-No lo creo.- contestó el príncipe- No me llama la atención montar un dragón, aunque si fuera necesario lo haría.-
-¿Cómo se lo llevará al castillo?
Eso era en lo que no había pensado, no podría llevarlo cargado solo así, las personas del pueblo no deberían verlo.
-Lo llevaré dentro de la capa, usted cúbrame- Le dijo el menor al guardia, para después dirigirse al dragón- ¡Lykirī! Nyke jāhor dohaeragon ao.-
De un momento a otro Regulus siente como lo atraviesa un escalofrío, los están observando. Debían apurarse.
- Nyke jāhor tepagon ao se dohaeragon ao gūrogon- le dijo Regulus por última vez al dragón, apresurándose a levantarlo, pero con cuidado, esperando que no lo ataque, luego se dirigió al guardia- Debemos irnos de acá, Sir Harwin. Alguien nos observa. Ayúdeme a cubrir al dragón con mi capa, por favor.-
Rápidamente Sir Harwin se acercó al menor, aunque con cautela, el dragón podría atacarlo a él, colocando la capa encima del dragón, a modo que no se viera, pero que si se notara por el gran tamaño.
Rápidamente colocó su mano encima del hombro del menor, instándolo a caminar, mientras el iba detrás, ya con la espada fuera.
Llegaron nuevamente al pueblo, pasando rápido entre lo s pueblerinos, sin detenerse, pero teniendo cuidado de no lastimarse. Sir Harwin notó que al príncipe Regulus se le dificultaba caminar rápido, debido al peso del dragón.
Sabiendo muy bien la respuesta, pero aún así instándose a preguntar.- ¿Necesita que lo ayude, príncipe?
-A ti probablemente te haría cenizas el dragón, por más herido que esté.- dijo Regulus, tratando de caminar entre las personas-Estoy tratando de salvarte de tu posible muerte y usted la anda buscando, Sir Harwin. Ya llegaremos al carruaje, por el momento solo cúbrame la espalda.-
Claro, Harwin había olvidado todo lo que habló con el menor sobre su posible muerte, y ahora tenía cerca un dragón que probablemente lo mataría sin problemas.
Rápidamente llegaron al carruaje, Sir Harwin adelantándose para abrirle la puerta al príncipe y no tuviera complicaciones al momento de subir, rogándole a los dioses que nadie los haya reconocido, más al príncipe por su cabello blanco platinado y ojos violetas que por él.
Dando rápidamente la orden que avanzaran con rapidez, ya que podrían estar en peligro. Regulus volvió a básicamente ordenarle al guardia que se subiera con el en el carruaje y que vigilara desde ahí. El guardia sin poder negarse, subió dentro del carruaje dando la orden de que los dirigieran al castillo.
Regulus podía sentir como el carruaje se movía más rápido que cuando se dirigían al pueblo. Sintió como el dragón se movía debajo de su capa, así que lo sacó rápidamente y lo colocó al lado de él, observando como este se hacía bolita, para luego dirigir su mirada a Sir Harwin, quien se encontraba observando al dragón.
-Gracias, Sir Harwin.- habló Regulus cabizbajo, haciendo que la mirada del guardia se dirija a él.- Y disculpe si lo metí en problemas hoy, realmente solo quería despejar mi mente luego de pensar tanto como contarle todo a usted.-
-No se preocupe, príncipe, no creo realmente que me meta en problemas. Y con respecto a mi posible muerte- empezó a decir el guardia- ¿Qué podría hacer para evadirla?-
Regulus abrió por completo sus ojos, realmente no había pensado en eso. Sabía que el lugar donde pasaba el incendio no era en un castillo, era un lugar afuera, pero no sabía exactamente en que parte de Harrenhal era.
-No salgan de sus casas, ni uno.-finalmente dice el menor- En mi sueño muchas personas inocentes mueren por ese incendio y no estaban dentro de un castillo, estaban en lo que parecía ser el pueblo de ese lugar.-
-En el sueño se podía ver un castillo, por lo que el incendio sucedió fuera de él, además parecía que usted acababa de llegar ahí ya que parecías estar saludando a lo que sería su padre, para cuando se dieron cuenta del fuego lo que intentaron fue ayudar a las demás personas a salir de ahí, pero hubo un momento en el que su padre falló y estaba dispuesto a quedarse ahí, hasta que usted llegó y lo empezó a ayudar a caminar, prácticamente cargándolo- Continuó diciendo Regulus, antes de dirigir su mirada al dragón- Usted al ya estar herido y tener peso extra no avanzó tan rápido, algunas personas se acercaron para ayudarles, pero antes de que llegaran a ustedes todo explotó.-
-Nos traicionaron- dijo el guardia.
Regulus dirigió su mirada nuevamente hacia Sir Harwin, asombrándose levemente al verlo con los ojos llorosos observando al exterior.
-Es muy probable- dijo el menor, en un todo más bajo- Pero todavía no es tiempo que se mueran ni tu ni tu padre-
En ese momento el carruaje de detuvo, dando a entender de que habían llegado al castillo. Regulus se dio cuenta que Sir Harwin parecía estar desconectado de la realidad, tal vez pensando en lo recién contado.
-Escóndete- dijo Regulus, agarrando al dragón y levantándose- En el momento que lo llame su padre, dígale que lo espere directamente en el castillo y usted antes de entrar a Harrenhal baje del carruaje en el que vaya, escóndase y no le diga a nadie nada sobre eso. Si alguien realmente los traiciona, lo más probable es que queme el carruaje en el que se dirija usted al momento en el que el carruaje entre a territorio de Harrenhal y luego busque la forma de eliminar a su padre.
Harwin escuchaba atentamente cada palabra que decía el menor, decidiendo confiar en él, observando como baja del carruaje antes de voltear a ver a donde el estaba todavía- Confío en usted, Sir Harwin.
El mayor siguió viendo al menor hasta que este desapareció de su campo de visión.
Por otro lado, Regulus se dirigió rápidamente hacia los cuidadores de dragones, quedándose con ellos mientras ellos se dedicaban a curar al dragón, fueron varias horas en las que Regulus no se separó del dragón, encargándose el mismo de tranquilizarlo.
Ya era de noche cuando con el dragón en brazos ya que no se había querido quedar, cuando se encontró con su padre, al parecer buscándolo.
-¿De dónde sacaste el dragón?
-Lo salvé, estaba herido y lo traje, pero no ha querido separarse.
Escuchó como su padre soltaba una leve risa mientras negaba.
-¿Qué sucede, padre?
-Nos regresaremos mañana temprano, tu madre ya se siente mejor, así que ustedes zarparán en madrugada.
Vaya, fue bueno que le dijera hoy todo a Sir Harwin entonces.
-Hay algo más- volvió a hablar Daemon- Mientras estabas desaparecido, al parecer Sir Strong se peleó con Sir Crispin.-
-¡QUÉ!- exclamó fuertemente, causando que el dragón se removiera en sus brazos.
-¡SI!- habló Daemon, completamente emocionado- Te hubiera encantado ver como le quebraban la cara a Sir Crispin.-
-¿Qué ocurrió luego con Sir Harwin?
-Hace un rato supe que Viserys lo llamaba para hablar con el en privado, pero ya no se más allá.
Regulus ya no respondió, solo subió su mirada hacia el cielo, estaba completamente estrellado, pero no lograba encontrar ni una constelación.
-¿Te quedarás con el dragón?- cuestionó nuevamente Daemon.
-Es lo más probable, no quiero dejarlo acá y el dragón no se quiere separar de mí- dijo Regulus, encogiéndose de hombros- Además, tal vez Rhaena pueda reclamarlo luego.-
Daemon se sorprendió ante esto- ¿No lo has reclamado?
-No, creo.
-Vaya- fue lo único que dijo Daemon.
Pasaron unos segundos de silencio, antes de que Regulus tomara la palabra.
-Bueno padre, me despido, iré a comer y luego a dormir para prepararme.
Comenzando a caminar, dejando ahí a su padre, mientras llevaba en sus brazos al dragón.
...
La mañana siguiente había llegado rápidamente, los únicos que se habían levantados a despedirlos eran el rey Viserys, la princesa Rhaenyra y sus hijos y de forma muy rara Helaena.
Se despidieron rápidamente de cada uno, incluso Helaena se había acercado a él, le había dicho veía fuego en Laena, pero no le había tomado mucha importancia.
Rápidamente llegaron al barco donde enseguida zarparon, siendo seguidos por, esta vez, su abuela Rhaenys montada en Meleys y su padre en Caraxes. El dragón se había ido con él, incluso sus hermanas se habían acercado a él y lo habían acariciado, parecía estar aprovechando la atención que se le estaba otorgando.
(...)
Había pasado un día desde que había regresado a Marcaderiva, había tenido un sueño muy extraño que terminaba con un "una vida se paga con otra". Simplemente no quería pensar en eso.
Luego de llegar, el dragón no se había separado de él, al final lo nombró Demon
¿Por qué? Simplemente le gustaba el nombre, le daba completamente el estilo, más siendo un dragón de color rojo con negro.
¿Raro? Si
¿Su padre cuestionó su decisión? También
Pero era eso o esperar a que el pusiera un nombre, no dejaría que su padre eligiera el nombre del dragón.
Igualmente habló con Rhaena sobre como ella podría reclamar a Demon y ella le estuvo agradeciendo todo el día.
En ese momento, igual que en otros días, se había escapado del castillo en caballo.
Se encontraba en Casco, el cual era un pueblo portuario. Conocía a varias personas ahí, incluso niños. Se mantenía ayudando a los pescadores a pasar cajas, lo cual lo ayudaba a ganar fuerza.
Estuvo toda la tarde haciendo travesuras con algunos niños que andaban jugando ahí.
No sabía si llamar amigos a los niños que se juntaban con él, algunos podrían solamente juntarse con el por su estatus social, conoció a muchas personas así cuando todavía era un Black.
Regresó rápidamente al castillo cuando se dio cuenta que ya había oscurecido. Su madre lo regañaría. Ella había estado con dolores en la mañana, su padre le había dicho que era mejor no molestarla por hoy.
Rápidamente dejó al caballo junto con un cuidador y entró, pasando por el jardín, directo al pozo donde se mantenían los dragones, iría a ver a Demon.
Pero antes de poder llegar algo le llamó su atención, Vhagar estaba fuera. Normalmente solo su madre la sacaba, nadie más se atrevía a acercarse a tan grande y majestuosa dragona. Regulus creía firmemente que parecía una abuelita que había que cuidar, pero aun así no se atrevía a tocarla.
Se acercó un poco más hacia donde se encontraba Vhagar, encontrando a su madre de rodillas frente a la dragona.
En ese momento todo se congeló para él, no podía moverse, en su mente solo se repetía " no, no, no, no, no".
Buscaba moverse, pero por más que intentara no podía.
Parecía que su madre estaba hablando con Vhagar, pero estaba sosteniéndose fuertemente el vientre.
Ya era de noche y la fortaleza estaba algo alejada del pozo.
Cuando pudo recuperar la movilidad de su cuerpo, empezó a correr hacia su madre, pero algo lo detuvo.
-¡DRACARYS!
Su madre había gritado esa palabra, haciendo que Vhagar la quemara por completo.
Cayó de rodillas, no se había dado cuenta en el momento en el que había empezado a llorar y a gritar, hasta que sintió que se quedó sin voz, no sabía cuantas horas habían pasado, junto a el estaba Vhagar, parecía estar lamentando lo muerte de la que fue su antigua jinete, observaba fijamente las cenizas. Juntando todas las fuerzas que levantó y se dirigió hacia las cenizas que todavía estaban calientes, juntando todo lo que podía en sus dos manos, las cuales no eran grandes.
-Jikagon rest Vhagar- dijo el menor con voz ronca, debido a los gritos- Nyke jāhor gūrogon care hen muñnykeā.-
Sus palabras lograron que la dragona se levantara y se dirigiera hacia el pozo. Mientras el se dirigía a la fortaleza.
¿Qué le diría a los demás?
El no pudo llegar a tiempo, no pudo salvarla.
De un momento a otro llegó a la fortaleza sin darse cuenta, iba a paso lento y cabizbajo, sentía que si se apresuraba lo único que conseguiría es que se desmayara, tenía incluso ganas de vomitar. No se topó a ni un guardia camino o al menos no se dio cuenta. Sentía como sus lagrimas caían en sus manos y en su ropa, pero no le importó.
Estuvo a punto de llegar a su cuarto, pero una voz lo detuvo.
-Reggie, ¿Dónde estuviste todo el día?- era la voz de su abuela- Te estuve buscando, al igual que a tu madre- esa palabra, sintió como su cuerpo se tensaba y se le dificultaba aún más respirar- ¿Sabes dónde se encuentra ella?-
No obtuvo respuesta alguna.
-¿Reggie?- volvió a preguntar Rhaenys.
Poco a poco Regulus se volteó hacia donde estaba su abuela, levantando el rostro, demostrando que tan demacrado estaba. Rhaenys observó el estado en el que se encontraba su nieto, la ropa blanca que tanto amaba usar se encontraba sucia, llena de tierra y lo que parecía ser ceniza, su rostro totalmente rojo, ojos llorosos y lagrimas bajando por sus mejillas, pero lo más importante, sus manos parecían aferrarse a un montón de ceniza, sosteniéndolo como si fuera lo más importante de su vida.
-Perdón- escuchó a su nieto susurrar en voz baja, antes de romper en llanto nuevamente.
Rápidamente una alarma se prendió en la cabeza de Rhaenys.
Se acercó rápidamente a su nieto, sosteniéndolo completamente, sus piernas parecían estar fallando mientras lloraba, se sentó junto con su nieto, sosteniéndolo completamente, sin comprender todavía que había pasado. Observó como unos guardias se acercaban a ellos, ella rápidamente les hizo una señal que no se acercaran, por lo cual quedaron parados donde estaban.
-Perdón- se volvió a escuchar la voz completamente ronca de su nieto.
-¿Por qué debo de perdonarte, Reggie?- cuestionó Rhaenys- ¿Qué está sucediendo?
-Y-Yo... Ella- Empezó a decir, levantando sus manos con cenizas, solo así notando que tan lastimadas tenía sus manos- Murió.-
-¿Qué?- volvió a cuestionar Rhaenys, sosteniendo las manos de su nieto- ¿Quién murió?
-Y-Yo intenté sal-salvarla, abuela, lo pro-prometo.
-Reg, ¿Quién murió?
-Mi madre- susurró Regulus, antes de sentir como se cerraban sus ojos por completo.
Rhaenys se quedó congelada por lo que había dicho Regulus, Laena muerta. Rápidamente le ordenó a los guardias a buscar a un maestre, a Daemon, Corlys, Baela y Rhaena, quienes se encontraban buscando a Laena. Ella rápidamente cargó a su nieto, quien parecía que ni desmayado quería soltar las cenizas.
El primero en llegar fue el maestre, quien colocó las cenizas un una vasija aparte, revisando el grave daño que se había hecho el príncipe. Limpió y vendó las manos del príncipe, revisó todo lo demás, escuchó todo lo que le dijo la princesa igualmente, por lo que llegó a la conclusión que simplemente se había desmayado por sobresfuerzo y cansancio, que no tardaría en despertar, para luego salir, no sin antes dejarle a vasija y despedirse.
A los segundos entraron Daemon, Rhaena, Baela y Corlys, el primero de todos exigiendo saber que pasó con su hijo. Rhaenys con paciencia le explicó todo lo que había dicho el maestre y les explicó toda la situación mientras sentía como pequeñas lágrimas caían de sus ojos.
No fue hasta luego de alrededor de treinta minutos que despertó el menor de todos los que estaban presentes, encontrando a toda su familia observándolo y preguntándole si se encontraba bien, toda su familia menos una personas, solo ahí cayó en cuenta de la situación, no había sido un sueño, sintió como caían lagrimas de sus ojos nuevamente.
-Reggie- escuchó el llamado de su abuela, levantando la mirada se encontró con la de ella, ella también estaba llorando- Necesito que nos cuentes bien todo.-
Ahí se dio cuenta que ya no sentía nada caliente en sus manos, lo único que vio fue una venda alrededor de ellas.
-Las cenizas las tengo yo, en este vasija- volvió a hablar Rhaenys, levantando la vasija para que el menor las viera.
-Esas cenizas... son de mamá- dijo como pudo el menor debido al llanto.
Sintió como su abuela se sentaba a su lado, abrazándolo completamente.
-¿Por qué lo dices, Regulus?-cuestiona Daemon.
-Y-Yo vi cuando Vhagar la quemó- dijo, sintiendo un nudo en la garganta- Ella le pidió a Vhagar que la quemara, corrí, pe-pero no llegué a tiempo-
Vio como sus hermanas comenzaban a llorar.
Todo se quedó en silencio luego de eso, Daemon le quitó la vasija a su abuela y fue el primero en salir de la habitación. Poco a poco se fue quedando mas vacía, hasta que su abuela, con la excusa de dejarlo descansar se fue.
...
Ese día se daría a cabo el funeral de su madre, lo sabía. Había pasado todo el día en su habitación, sin salir y nadie había entrado, lo único que podía hacer esa maldecir a Hécate y seguir llorando.
Mientras el se desmayó, alguien más le hizo una visita, el dios de la muerte, había hablado con él, le había dicho que así como salvó la vida de Sir Harwin pagó con la vida de su madre, le siguió explicando como eran las cosas, diciendo que Hécate ya tuvo que haberle explicado eso antes de aceptar el trato, cosa que no fue así.
Técnicamente si había sido su culpa al final, hizo lo que Hécate dijo, pero perdió a alguien gracias a eso.
...
Ya era tarde y el niño no había salido de sus habitación, una doncella había estado junto a él, informándole sobre todo lo que ocurría, según entendió, el rey ya se encontraba en Marcaderiva junto con su familia. Realmente no había querido salir, así que la doncella había estado llevándole comida, tratando de convencerlo que comiera, pero cada que sentía el olor de la comida lo único que le daban eran ganas de vomitar.
En ese momento la doncella llamada Amelie le estaba escogiendo ropa para que se vistiera para el funeral, el de mala gana tuvo que obedecer.
...
Ya se encontraba en el lugar donde se daría acabo el funeral de su madre, se observaba bonito el océano, si tan solo no fuera un día triste. Varias personas se acercaron a darle un pésame todo hipócrita, incluso el rey Viserys había llegado a darle el pésame. No se había acercado a su familia, realmente no podría verles las caras, no sabiendo que fue su culpa la muerte de Laena. Podía observar de lejos a sus hermanas junto con los príncipes Jacaerys y Lucerys, sabía que ellas estaban en buenas manos, su abuela se encontraba con su abuelo y con el rey, y su padre se encontraba con la princesa Rhaenyra. El tampoco se encontraba solo, Helaena se había quedado a su lado, quien por muy raro que se oyese le había estado intentando sacar conversación. Realmente no quería hablar con nadie, pero había algo que impedía alejar a Helaena, a pesar de todo ella estaba ahí con él, contándole todo lo que había ocurrido en el día anterior, enterándose de muchas cosas.
Así se hizo rápidamente de noche, donde se dio el discurso antes de arrojar las cenizas de Laena al mar. No había llorado, ya había gastado sus lagrimas el día anterior y toda la mañana. Helaena nunca lo dejó solo, incluso lo agarró de la mano para "darle fuerza".
-¿Qué tal está tu dragón?- Cuestionó la chica.
-Está en el pozo, no he podido ir a verlo.
-Entiendo- dijo la niña- ¿Ya lo reclamaste?-
-No, estoy esperando a que Rhaena lo reclame, aunque supongo que ahora querrá reclamar a Vhagar.-
-Muy inteligente- comentó- ¿Y tú? ¿No te interesa reclamar ni un dragón?-
-En estos momentos realmente no me interesa, Helaena.
-Aemond tampoco tiene dragón.
-Me he dado cuenta.
-Pero pronto lo conseguirá- esto llamó la atención del menor- Tendrá que cerrar un ojo.-
-¿Cómo así?
-Ni yo lo sé.
Los dos chicos siguieron hablando, conociéndose mejor, ahora podía confirmar que Helaena le recordaba a Pandora.
Pronto dio la hora de ir a dormir, el no tenía ganas de encerrarse en un cuarto a deprimirse nuevamente, Helaena insistió en quedarse junto a él, lo cuál agradeció profundamente. Su tía insistió en enseñarle a bordar, así que se encontraban recostados en unos árboles, Helaena explicando que hacer y Regulus siguiendo instrucciones, los dos metidos en un mundo sin poner atención a su alrededor.
No fue hasta que escucharon un rugido de un dragón que salieron de su mundo.
-Ya es tarde, deberíamos regresar, Hel.
-Vamos Reg- contestó la niña, colocándose de pie, ayudando al menor a hacer lo mismo- ¿Qué te parece si seguimos bordando más tarde?-
Ambos habían comenzado a caminar hacia la fortaleza, se habían alejado más de lo que debían.
-Claro, Hel, me encantaría.
Luego de un breve silencio, Regulus con muchos pensamientos encima preguntó sobre algo que quiso saber antes- ¿Tu sabes algo sobre el dragón negro?
Vio como Helaena negaba- No se mas que lo que padre dijo en la cena donde dijo la que dijo la profecía.
-¿Quién crees que sea...-No pudo terminar de hablar, se escuchó un aleteo así como un rugido seguido venir de detrás de ellos, ambos cuerpos se pusieron tensos, mientras movían la cabeza para observar hacia atrás, encontrándose con un dragón grande, tal vez solo un poco más pequeño que Vaghar, con ojos completamente verdes, era el dragón que había estado volando en King's Landing.
Sintió como Helaena agarraba su brazo- E-es Cannibal- se escuchó el leve susurro de la chica, mientras el dragón los observaba fijamente.
-¿Qué debemos hacer, Reg?- volvió a susurrar.
-Correr, a la cuenta de tres.
El dragón parece haber comprendido su plan ya que soltó un fuerte rugido enfrente de sus caras.
-¡Tres!- dijo fuerte el menor, comenzando a correr con la mayor a su lado.
Sabía que el dragón los estaba persiguiendo, serían su cena.
No podía permitirlo, no cuando Helaena con tan solo estar con el en ese momento se había ganado su aprecio.
-¡Helaena!- exclamó el menor, todavía corriendo junto a la chica, escuchó un fuerte "¿Qué?" como respuesta- No podremos solos con el dragón, nos separaremos, tu buscarás rápidamente ayuda mientras yo lo distraigo, ¿De acuerdo?-
-P-pero, Reg
-Moriremos los dos si no buscamos ayuda, Helaena- dijo Regulus- Mira, tu correrás hacia la fortaleza y yo correré hacia el bosque, ahí no podrá encontrarme, ¿Está bien?-
Helaena apretó fuertemente los labios, sabiendo que no tenían más opción-¡Está bien!- contestó finalmente.
-¡A la cuenta de tres!
-¡Uno!
-¡Dos!
Los dos se observaron por un momento, comunicándose con una sola mirada.
-¡Tres!- exclamó finalmente Regulus, separándose de Helaena, viendo como el dragón seguía persiguiéndolo a él.