
PARTE I
Fuego.
Podía ver fuego.
Un incendio.
Veía a personas corriendo, intentando ayudar o corriendo de la escena.
Podía ver a un hombre completamente guapo, intentando salir de la escena con un hombre un tanto mayor y herido.
Algo dentro de él le dijo que fuera a ayudar, que ayudara a esos dos completos extraños. Y eso hizo.
Corrió al lado de ellos, antes de llegar de dio cuenta de algo, el fuego estaba llegando a lo que parecía una plataforma extraña.
Su cerebro parecía estar maquinando, sacando distintas conclusiones.
Y parecía que siempre llegaba a la misma conclusión, eso explotaría en cuanto llegara el fuego.
Comenzó a correr lo más rápido que podía, tratando de llegar con los desconocidos, gritando, tratando de que ellos lo escucharan.
De un momento a otro parece que sus gritos si están siendo escuchado, ya que los dos desconocidos lo voltean a ver, pudo ver perfectamente la cara de ambos. Encontraba conocido al que parecía el menor de los dos.
Iba a gritar nuevamente, cuando todo estalló.
El fuego había llegado a la plataforma...
Y todo se volvió negro para el chico.
...
Era la segunda vez que el chico se despertaba exaltado por ese sueño, la primera vez que lo soñó fue cuando tenía dos años y estaba durmiendo con sus hermanas, ocasionando que ellas se levantaran asustadas.
Ahora con tres años y medio volvía a soñar con los dos desconocidos, mismo sueño, misma situación y misma muerte.
Sabía que ya no regresaría a dormir, así que lo único que pudo hacer es quedarse viendo hacia el techo de la habitación, podría irse perfectamente a dormir a los "aposentos" de sus hermanas, pero no quería despertarlas. Ellas lo trataban como si de un niño pequeño se tratara, como si el fuera menor que ellas.
No le molestaba, en absoluto. Le recordaban vagamente a Narcissa y a Bellatrix.
Ese podría ser un problema para el, siempre regresaba a su pasado.
No podrían culparlo, cuando se veía al espejo, podría ver posiblemente la imagen de un niño nacido de Narcissa, ni en otro universo los rasgos Black cambiaban. Se veía como un niño delicado, una versión masculina de Narcissa sin cambiarle muchas cosas, solo que con ojos violetas. Pero al mismo tiempo se veía al espejo, y veía reflejada a Bellatrix en él.
Tampoco ayudaba el hecho en este universo también se llamara Regulus, teniendo nombres tan geniales como Daemon, Corlys o incluso Lucerys, solo a su madre se le ocurre hacerle caso a una partera que entró en trance y su padre amante de quebrantar las reglas tampoco ayudaba en la situación.
No podía evitar comparar como fue criado en su vida pasada y como está siendo criado en esta. Los cuidados de Laena hacían que Walburga se viera como una horrible madre, el cuidado y entrenamiento que le brinda Daemon también lograban hacer ver a Orión como un mal padre.
A sus tres años había logrado sostener una espada, a pesar del peso, gracias a lo que le enseñaba su nuevo padre, nunca en su vida pasada hubiera logrado eso, a los Black nunca les había interesado aprender en arte de sostener una, Bellatrix por su parte había sido otro caso, ella siempre tenía algo en sus manos, o era una daga, o su varita o algo completamente diferente.
Ciertamente los demás lo consideraban un niño sumamente inteligente, a quien le mentiría, le gustaba alardear sobre lo que sabía, sobresalía en todo, en todo menos en alto valyrio.
¿Quién en su santo juicio le gustaría hablar con dragones y montarlos? Al parecer a los Targaryen.
No era malo en el idioma, se le dificultaba pronunciarlo, pero aprendía rápido.
Como tradición de todos los Targaryen, se les había entregado un huevo de dragón a cada uno de ellos, pero solo el de Baela logró nacer. El de Rhaena no eclosionó y el de Regulus a pesar de que nació, murió a los días. Los dos menores solían juntarse para practicar lo aprendido, Regulus solía enseñarle más cosas a Rhaena en esos momentos, las dos chicas había logrado ganarse a Regulus.
Sin querer seguir pensando, comparando su pasado con su vida actual, el chico se puso de pie, dispuesto a ir a dormir junto con sus dos hermanas.
(...)
Fuego.
Podía ver fuego.
Un incendio.
Veía a personas corriendo, intentando ayudar o corriendo de la escena.
Podía ver a un hombre completamente guapo, intentando salir de la escena con un hombre un tanto mayor y herido.
El mismo sueño que lo había estado atormentando en los últimos días, solo que esta vez había algo diferente, había una persona parada a la par de él.
Siempre era lo mismo, el fuego expandiéndose, el queriendo ayudar a los dos hombres, llegando muy tarde. Estaba dispuesto a intentarlo nuevamente, pero una mano lo detuvo del acto, sintiendo sus dedos completamente fríos contra su piel.
-Presta atención, Regulus.- Comentó al parecer la desconocida.
Decidió hacer lo que se le ordenó, observando como ocurría todo nuevamente, terminando en una explosión que acabó con todo, dejando solo fuego alrededor.
-Hablé con el dios de la muerte.- Mencionó la figura desconocida- Él aceptó ayudar con la misión, te ayudará a que los importantes no mueran.-
Analizando sus palabras el menor cayó en cuenta de que se trataba de la diosa Hécate.
-¿Él es el primero que salvaré?- Cuestionó Regulus, volteando a ver a la diosa- ¿Cuándo tengo que hacerlo? ¿Quién es él?-
-Todo a su tiempo, pronto lo conocerás.-Dijo la diosa, todavía observando el fuego.- Puedes enviarle señales, tu sabrás cuando eso pasará, lo sentirás.-
Luego de unos minutos donde ni uno de los dos mencionó nada, la diosa volvió a hablar.- Vienen tiempos difíciles para ti, Regulus.- Dijo, ahora viendo al niño.- Deberás entender que no puedes salvarlos a todos, la muerte de algunos es muy necesario para seguir la historia, una profecía fue dictada al momento en que naciste, estarán detrás de ti.-
No puedes salvarlos a todos.
No puedes salvarlos a todos...
Esa frase fue en lo único que podría pensar el menor. Estaba sin palabras, ¿Quienes morirían que el no podría salvar?
Al ver la batalla interna que tenía el niño volvió a tomar la palabra.- Confío en ti, Regulus.
Seguidamente todo se volvió negro.
...
Un chico, ahora de seis años, se encontraba sentado completamente en su cama, pensando en lo que acababa de soñar.
Esas eran las señales que le daría Hécate.
Pronto averiguaría quienes eran los dos hombres.
No lograría salvar a todos los que el quería, solo a los que eran necesarios.
Era cruel.
-¿Otra pesadilla?- Un voz se escuchó, proviniendo de atrás de él, logró reconocer la voz, su padre Daemon se encontraba sentado en una silla de madera al lado de su cama.- Tus hermanas me contaron sobre tus pesadillas, ¿estás bien?-
-Si, no te preocupes.- No quería preocupar al mayor, ciertamente no se encontraba de la mejor manera, pero si algo había aprendido de Orión era guardarse las cosas completamente para él y actuar como que no sucedía nada.- ¿Qué sucede, padre? ¿Necesitas algo?-
Daemon obviamente no le creyó, había aprendido que su hijo menor muchas veces parecía no querer preocupar a las demás personas, decidió dejar de lado el tema.
-Me llegó una carta de King's Landing.- Comentó Daemon, con una mueca en su rostro.- El rey Viserys quiere vernos urgentemente.-
-¿Está bien?
-Tal parece que una bruja llegó con una profecía que realmente no podría importarme menos.- Comenta Daemon- Pero todavía respeto suficiente a Viserys, por lo que saldremos hoy en la tarde directo a King's Landing, ustedes irán con Laena y la princesa Rhaenys en barco, se quedará Vhagar, solo irán Meleys y Caraxes, así que alista tus cosas.-
El chico solo asintió, antes de levantarse y empezar a cambiarse.
...
Fue hasta medio día que el barco zarpó, junto a él se encontraba su abuela Rhaenys, quien se encontraba moviendo suavemente los rizos blancos de su cabello.
No era por presumir, pero el es el favorito de su abuela.
Frente a ellos se encontraba sentada Laena, quien se encontraba embarazada, al lado de ella se encontraba Rhaena cantando una canción y al lado de ella estaba Baela quien le estaba comentando a su madre todo lo que había aprendido con Regulus.
Baela muchas veces practicaba combate y defensa con espada con Regulus, le gustaba practicar con su hermano menor porque el no temía en enfrentarla, respetaba su decisión, aunque sabía que su hermano esa bueno para pelear y muchas veces se abstenía por no querer golpearla.
Pasando así lo que restaba del tiempo hablando de diversas cosas.
...
No sabía cuanto tiempo exactamente había pasado desde que zarparon, pero se sentía cansado, acababan de llegar a las costas de King's Landing, de madrugada, y ya los tres hermanos de encontraban quejándose por tan largo viaje.
Abandonando el barco se encontraron a Daemon esperando, junto a un guardia real, quien los llevó hacia el carruaje que los llevaría hacia el castillo junto con otros guardias que se encontraban alrededor.
Al llegar al castillo se encontraron con un hombre y una mujer de pie esperándolos, el rey Viserys y la reina consorte Alicent mencionó su abuela.
El rey les dio una "cálida bienvenida", mientras la reina parecía que se le estaba dificultando tragar incluso su propia saliva, conduciéndolos dentro del castillo, alegando que tendrían tiempo más tarde para hablar y que en ese momento deben encontrarse muy cansados, ordenando a los guardias a dirigirlos a los respectivos aposentos que ocuparían.
Ninguno dio oposición alguna, realmente estaban cansados, por lo cual solo siguieron a los guardias, aunque como era común en Marcaderiva, los tres hermanos durmieron juntos en una sola habitación.
...
El sol estaba en su máximo resplandor cuando una doncella entró, lista para empezar a prepararlos.
Al cabo de unos minutos ya estaban listos los trillizos para salir de la habitación, siendo obedientes, siguieron a un guardia quien los llevaría hacia sus padres.
Llegando a las afueras de una habitación donde custodiaban dos guardias más, el guardia dio la orden de dejarlos entrar, haciendo caso abrieron el paso para que los niños entraran.
Dentro se encontraron a su padre, su madre, su tío Laenor y por descarte la princesa Rhaenyra.
Por educación, los tres niños saludar como corresponde a cada uno, dejando de último a su padre.
-¿Ya comieron?- Cuestionó el padre hacia los tres niños, quienes sincronizados negaron, lo que hizo que tanto Laenor como Rhaenyra soltaran risitas, encantados con los tres niños, mientras Daemon y Laena los observaban con una gran sonrisa.
-Podría pedirles a algunas doncellas que traigan comida para todos hacia acá ¿Qué les parece?- Cuestionó la princesa Rhaenyra.
Laena volteó a ver a sus tres niños esperando una respuesta, recibiendo solo silencio mientras observaba como los tres se observaban como si estuvieran hablando entre ellos, quitándole importancia al asunto, Laena decidió aceptar la propuesta de Rhaenyra, quien al recibir la respuesta afirmativa mandó a Laenor a pedir comida para todos a alguna doncella.
-Díganme, niños.- Comenzó la conversación la princesa Rhaenyra.- ¿Cómo están? Tengo entendido que los tres reciben enseñanza de los maestres ¿Cómo van con eso?-
Los tres niños voltearon a verse nuevamente, el menor observó como sus hermanas al final lo observaron a él, esperando a que el tomara la palabra.
-Muy bien, princesa.-Contestó Regulus, con total elegancia.-Muchas gracias por preguntar.-
-Mis hijos mayores les llevan pocos años.- Empezó a contar la princesa- Lucerys y Jacaerys ya comenzaron a practicar con espadas, ¿Tu también?-
Regulus sabía que la pregunta era para el, pero también sabia que alguna de sus hermanas serían las que contestaran esa pregunta.
-Así es, princesa Rhaenyra.-Contestó Baela, con total elegancia, como le había enseñado su hermano- Regulus entrena tanto con nuestro padre como con los guardias y yo entreno con Regulus.-
La princesa heredera solo pudo brindarles una sonrisa, ya que en ese momento entró su esposo acompañado de algunas doncellas que llevaban platos con comida.
-Niños, vengan.-Dijo Laena, empezando a levantarse- Siéntense acá.-
-Esta bien, madre.- Habló Rhaena, evitando que termine de levantarse- No nos molesta comer en el suelo, tu quédate en la cama.-
Pasando así el resto de lo que sería su desayuno, cambiando de tema constantemente para no dejar la conversación caer, hasta que sostuvieron un tema en específico.
-¿Ustedes saben para que exactamente nos quiere el rey acá?- Cuestionó Laena, dirigiéndose a su hermano y su esposa, quienes intercambiaron una mirada.
-Hace una semana.- Tomó la palabra Laenor.- Llegó al castillo una doncella que afirmaba tener contacto con una bruja, trayendo consigo al parecer una profecía que tiene que ver con los Targaryen.-
-¿Qué tiene que ver esa profecía con nosotros?- Cuestionó, esta vez Daemon.
Los tres niños se encontraban completamente callados, escuchando todo lo que los adultos mencionaban sin querer perderse ni un detalle.
-Según la doncella, la bruja profetizó el nacimiento de alguien que ayudaría al reino avanzar.- Dijo la princesa- La profecía fue escrita entre los años que nacieron Jacaerys, Lucerys, Baela, Rhaena o Regulus, por eso mi padre los mandó a llamar.-
Tanto Laena como Daemon voltearon a verse, tratando de analizar lo que acaban de escuchar.
-¿Alguno de ustedes tiene la profecía?- Cuestiona Laena, regresando su mirada hacia su hermano.
-Solamente la tiene el Rey.- Contestó Laenor.
-¿Y la doncella?- Cuestiona esta vez Daemon.
-Fue encontrada muerta hace tres días.
Todos escucharon como Daemon maldecía por lo bajo, solo ahí Rhaenyra cayó en cuenta que los niños seguían ahí, así que tomando ella el control de la situación llamó a un guardia.
-Niños, ¿les gustaría ir a entrenar con sus primos?- Cuestionó la princesa, sin esperar una respuesta- El guardia los guiará.-
Siendo los niños obedientes que son no reclamaron y siguieron rápidamente al guardia, Rhaena sin que "nadie" lo notara jaló algunos mechones de cabello de sus hermanos para que se quedaran callados e hicieran caso, cosa que solo Daemon notó, lo que hizo que esbozara una sonrisa mientras negaba.
Los niños se encontraban detrás del guardia, siguiéndolo, mientras daban sus opiniones acerca de lo que acababan de escuchar.
-¿Creen que alguno de nuestros primos es el de la profecía?- Cuestiona Rhaena.
-Tal vez Jacaerys, se supone que el es el heredero al trono.- Comenta esta vez Baela- Aunque realmente no sabemos toda la profecía.-
Si bien, Regulus no conocía la profecía, estaba consciente que hablaba de él, pero ninguno de ellos lo sabría en ese momento, tal vez luego.
Siguieron caminando, Rhaena y Baela discutiendo su opinión sobre el tema mientras Regulus escuchaba atentamente lo que decían sus hermanas. Rápidamente llegaron al exterior, el guardia los dirigió hacia un lugar donde se encontraban luchando un guardia y un desconocido.
La lucha terminó dándole la victoria al guardia, quien rápidamente dirigió su vista hacia los trillizos, haciendo que toda la atención se dirigiera hacia ellos. Solo así pudieron darse cuenta de las personas que se encontraban ahí, dos niños con cabellos blanco plateado y dos niños castaños, además de un guardia que se colocó detrás de los niños castaños.
El cerebro de Regulus se desconectaron con la realidad cuando sus ojos se toparon con el castaño, aguantando la respiración.
Era él.
El hombre que aparece en sus sueños.
El hombre que moriría.
Hécate tenía razón, pronto lo conocería y ahora lo tiene enfrente.
Baela se dio cuenta del trance en el que se quedó su hermano menor, quien parecía estar viendo a la nada, rápidamente le codeó el estomago, haciendo que Regulus regresara a la realidad y dedicándole una mueca a Baela, mientras ella solo le sonreía.
-¿Quiénes son?- Cuestiona rápidamente el peliblanco mayor, observando con una mueca a los tres hermanos.
-Lady Rhaena, Lady Baela y el príncipe Regulus, mi príncipe.- Empieza a hablar el guardia- Hijos de Lady Laena y el príncipe Daemon.-
-Están acá por la profecía.- Dijo el guardia que anteriormente se encontraba luchando.
-¿Ustedes saben sobre eso?- Cuestiona Rhaena.
-Todos saben sobre eso, niña.- Dijo el príncipe mayor con una sonrisa de medio lado, acercándose a la niña, ocasionando con tanto Regulus como Baela se coloquen frente a ella- Vaya, soy Aegon, el mayor de ellos.-Dijo acercándose mucho más a ellos, pero ahora dirigiendo su mirada a Regulus- El otro con pelo blanco es mi hermano Aemond, y los bastardos castaños son Jacaerys y Lucerys.-
Rhaena observó como el guardia que luchaba con Aegon se encontraba riendo, se dio cuenta que el mayor de los príncipes castaños apretaba sus manos, calmándose solamente cuando el guardia que se encontraba detrás de ellos se abrió paso para llegar hacia ellos, solo así dándose cuenta de lo cerca que se encontraba Aegon de Regulus, quien había colocado incluso a Baela atrás para protegerla.
-Príncipe Aegon.- Hablo el otro guardia que se encontraba supervisando la lucha, separando a Aegon del menor, colocándose enfrente de él.- No creo que esta sea la forma de darle la bienvenida a las visitas.-
Se escuchó un bufido salir del príncipe Aegon antes de darse la vuelta y dirigirse hacia donde se encontraba su guardia.
Regulus observó como el guardia que aparecía en sus sueños se daba la vuela y les dedicaba una sonrisa- Me presento, me llamó Harwin Strong, pero pueden llamarme Sir Harwin.
-Mucho gusto, Sir Harwin.- Dijo Rhaena, colocándose junto a su hermano, quien alternaba la vista entre el guardia y el príncipe Aegon- Yo soy Rhaena, la otra copia es Baela y el es Regulus.-
Regulus solo pudo reírse ante lo dicho por su hermana, observando como Baela veía ofendida a Rhaena por lo dicho. Solo ahí pudo darse cuenta que habían dos pares de ojos que no dejaban de ver hacia donde ellos se encontraban.
Sir Harwin también volteó a ver a los dos príncipes castaños y les hizo una señal para que se acercaran.
-Ellos son Jacaerys y Lucerys.- Comenzó a presentar Sir Harwin al tener junto a el a los dos príncipes.- El mayor es Jacaerys y el menor Lucerys.-
-Mucho gusto.- Dirigió la palabra por primera vez Regulus.- Ya nos hemos presentado, pero para no haber confusiones yo soy Regulus, la de cabello largo es Rhaena y la copia de cabello corto es Baela.- Comenta con maldad, observando de reojo como Baela lo voltea a ver con su típica cara de indignación.
-Síganme llamando copia- Dice una indignada Baela- Pero recuerden que quien nació primero fui yo, así que ustedes dos son mis copias.-
-Pues tu eres la copia de nuestra madre, Baela- Afirma Regulus.
-Yo no se tu, hermana.- Dice Rhaena, acercándose a su hermana.- Pero Regulus no se parece a nosotras, es hijo de alguien más.-
Los príncipes observaron divertidos como empezaba una pelea entre hermanos, asegurando que uno de ellos no era su hermano realmente. Ciertamente Regulus tenía tanto el cabello como los ojos típicos de un Targaryen, pero sus rasgos eran un tanto... peculiares.
De un momento a otro observan la sombra de un dragón en el suelo, haciendo que todos elevaran la mirada.
-¿De quién es ese dragón, Sir Harwin?- Cuestiona el príncipe Jacaerys.
-No creo haberlo visto antes.- Contesta el guardia, dirigiendo su mirada hacia lo niños- Vamos adentro rápido, tienen que ducharse antes de asistir al almuerzo-
...
Regulus se encontraba observando sus el suelo de los aposentos, pensando en lo que había pasado, había encontrado al hombre que tenía que evitar que muriera lo que significa que su misión había empezado oficialmente. Ahora el problema era averiguar donde y cuando se lleva a cabo ese incendio, y claro, convencer al hombre de no ir a ese lugar y mucho menos en esas fechas.
Sería una misión difícil.
Mientras se duchaba, analizaba las posibilidades de poder lograr eso solo, y llegó a la conclusión de que necesitaba ayuda.
En su vida pasada tenía a Barty y a Evan que lo ayudaban en cualquier cosa.
Pero en esta solo tenia a Baela y a Rhaena, no quería meterlas a ellas en este tema.
No quería ponerlas en peligro.
Podría pedirles ayuda sin explicarles nada, pero conocía muy bien a sus hermanas y sabía que la primera que sospecharía sería Baela, quien lo cuestionaría ya sea tarde o temprano.
Escuchó como las puertas de sus aposentos eran tocadas y supo que no eran ni sus hermanas ni sus padres, por lo que soltó un breve "Adelante" todavía sentado en la cama.
Dirigió su mirada hacia la entrada de la habitación, notando los príncipes castaños eran los que entraban, por lo que se colocó de pie cuidando de no arrugar su ropa, dirigiendo du mirada hacia ambos príncipes.
Frente a el se encontraba un sonrojado príncipe Jacaerys y un príncipe Lucerys que parecía desbordar alegría.
-Mis príncipes.- Se dirigió a ellos Regulus, con una leve inclinación-¿A qué se debe su visita?-
Pudo escuchar como Lucerys soltó un chillido y se acercó rápidamente a él.
-Eres completamente... ¡INCREIBLE!-Soltó en voz alta el príncipe Lucerys.- Enfrentaste a Aegon, ¡A AEGON!-
¿Aegon no era el nombre del príncipe estúpido?
¿Cuándo lo enfrentó?
-¿Yo?- Cuestionó Regulus, señalándose a si mismo y observando como el príncipe Lucerys asentía frenéticamente.- ¿Cuándo lo enfrenté?-
-No lo enfrentaste realmente, es mas un no te dejaste de él, mantuviste tu cabeza en alto y nunca le quitaste la mirada.- Comenta Lucerys.- Aegon estaba completamente enojado, diciendo que eras un grosero, pero yo no pienso eso, yo pienso que eres genial y mi hermano también ¿No es así, Jacaerys?-
Ambos voltearon a ver al mayor de los tres, viendo como este ya se encontraba observando al menor, al darse cuenta que los dos pares de ojos estaban fijos en él y el no se había dado cuenta por estar viendo al niño bonito se sonrojó fuertemente, provocando una sonrisa en su hermano y confusión en el menor.
-¿Qué preguntaste, Luke?
-Preguntó que si tu me encuentras genial.- Contestó Regulus, observando detenidamente al mayor.
-Ah s-si, yo tam-también te encuen...
El chico no pudo terminar de hablar, ya que rápidamente abrieron las puertas encontrándose esta vez con sus hermanas, quienes se quedaron observando a los dos príncipes castaños.
-¿Qué hacen ellos acá?- Cuestiona Baela, directamente a su hermano.
Un suspiro sale de la boca de Regulus, viendo directamente a Baela-¿Qué hacen ustedes acá?
Rhaena toma la palabra- Papá Daemon nos mandó a llamarte, es hora del almuerzo y el rey ha pedido que todos comamos juntos.
-Perfecto, entonces vamos.- Fue lo único que dijo Regulus, antes de empezar a caminar, dejando a los demás atrás.
Rápidamente sus hermanas lo alcanzaron, colocándose una a cada lado, mientras los dos príncipes los seguían detrás. Nadie mencionó nada más, solo se dedicaron a seguir al guardia que los guiaba al comedor.
Observó de reojo a sus hermanas, ellas siempre estaban ahí cuando las necesitaba. Por primera vez sentía que su familia de sangre lo quería.
¿Qué pasaría si el les contara toda la verdad a ellas? Todo lo que hizo o tuvo que hacer, todo lo que sucedió en su vida pasada.
¿Lo juzgarían? ¿Creerían que el estaba loco? ¿Le dejarían de hablar?
No quería arriesgarse, a pesar de solo haber pasado seis años, ellas se habían convertido en lo mas importante de su vida junto con su madre y su padre, no dejaría que nadie les hiciera daño.
No notó cuando habían llegado a la entrada del comedor, hasta que Baela tomó su mano y se dio cuenta de la mirada que le dirigía, solo le contestó con un breve "estoy bien" antes de avanzar dentro del comedor.
Dentro ya se encontraban el príncipe estúpido, Aemond, su padre, su madre, la abuela Rhaenys, la reina consorte, la princesa Rhaenyra, Laenor, el pequeño Joffrey y otra niña que suponía era la princesa Helaena.
Avanzó rápidamente hacia la mesa, sentándose al lado de la niña que suponía era Helaena, quedando enfrente de Aemond, al otro lado de el se encontraba sentada Baela, quien a su vez tenía enfrente a Aegon.
Podía sentir perfectamente la mirada de Aemond, Aegon, Jacaerys, Baela y de la reina consorte encima de él. No levantaría la mirada, no ese momento, no cuando frente a el tenía una araña.
La niña sentada al lado de el tenía una araña en su mano, y su mano estaba enfrente de él, quería que el viera la araña.
-¿No crees que es bonita?- Cuestionó la niña.
No.
-Completamente.- Contestó Regulus, observando como la araña se seguía moviendo en la mano de la niña, mientras el trataba de mantener su expresión neutra.
-Soy Helaena.- Se presentó la niña.- Tu eres Regulus, ¿no?
-Mucho gusto, Helaena- Dijo el, ahora observándola a ella- Si, yo soy Regulus ¿Cómo supiste de mi?-
-En el castillo se susurran muchas cosas.- Dijo la niña, jugando con la araña en su mano.- La llegada del príncipe bonito, hijo del príncipe Daemon no puede ser la excepción.-
Regulus no sabía que contestar ante eso, solo sabía que en ese momento se encontraba sonrojado, aunque no sabia cuanto exactamente.
Pasaron unos minutos, que sirvieron para que Regulus se calmara y dejara de pensar en lo que según la niña se mencionaba como secreto a voces, cuando Helaena volvió a hablar.
-¿Te cuento un secreto?- Cuestiona la niña, sin esperar respuesta vuelve a hablar- Los cuervos susurran muchas cosas, me han dicho que el dragón negro ya está aquí y que su sangre se derramará, me dijeron que le advirtiera que tenga cuidado con las ratas.-
-¿Qué?- Salió como un susurro de la boca de Regulus.
-¿Qué?- Contestó Helaena, luciendo claramente confundida.
Antes de poder cuestionarla nuevamente, entra el rey, haciendo que todos se pusieran de pie dando su bienvenida.
El rey caminó directamente a su asiento, en la cabeza de la mesa, mirando a todos los presentes, deteniéndose unos segundos en uno en especifico, para luego esbozar una gran sonrisa.
-Me alegro que todos estemos reunidos acá como la familia que somos.- Comentó con alegría el rey, observando hacia su hermano.- ¡A comer!-
Dicho eso, Alicent oró rápidamente por los alimentos para luego dar inicio al almuerzo.
Nadie comentó nada en ese tiempo, en varios momentos Regulus miraba de reojo a Helaena, encontrándola perfectamente normal luego de lo que mencionó.
Dragon negro.
Su sangre se derramará.
Tener cuidado con las ratas.
¿Tan siquiera los cuervos pueden hablar?
Tantas dudas y pocas respuestas.
En ese mismo momento estaba pensando que hubiera pasado si no hubiera aceptado ese trato.
Tal vez estuviera en el infierno, pero no tendría profecías encima.
Si no quería volverse loco tendría que hablar con alguien sobre eso.
Tan pronto como empezó el almuerzo así terminó, el rey se encontraba de pie, observando a todos en la mesa, parecía apunto de decir algo importante.
-Después de pensarlo por mucho tiempo.- Comenzó a hablar el rey- Decidí que tanto los niños involucrados como los demás en esta sala tienen el derecho de saber la profecía, tal vez alguno tenga alguna pista sobre esta.-
Rhaenyra volteó a ver rápidamente a su padre- ¿Estás seguro de esto, padre?
-Completamente- Responde Viserys- Como sabrán hace unos días alguien se presentó en el castillo y trajo una profecía, se cree que la mencionaron por primera vez entre los años donde nació el príncipe Jacaerys, hasta el año que nacieron Lady Baela, Lady Rhaena y el príncipe Regulus.
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Helaena volteó a ver a Regulus, quien se encontraba viendo fijamente a la mesa.
Alicent solo podía fruncir el ceño, recuerda haber escuchado eso antes.
-La profecía habla sobre el nacimiento de alguien que protegerá a los dragones.- Empieza Rhaenyra- Lo más lógico es que habla de mi hijo Jacaerys, ¿no?, el es el heredero al trono y el protegerá a los dragones a su debido tiempo.-
-No he terminado Rhaenyra- Dice el rey- La doncella que trajo la profecía mencionó que la bruja hablaba constantemente sobre una guerra que habrá.-
-¿Entonces quién consideras que sea el dragón negro, primo?- Se escucha la vos de Rhaenys-Tenemos cinco candidatos acá, pero bien podría ser alguien que no sea Targaryen, la profecía nunca menciona que el dragón negro montará un dragón.-
El rey Viserys voltea a ver a su prima, analizando sus palabras.- Tienes razón, Rhaenys, pero no quita la probabilidad que sea alguno de ellos.
Recién ahí cae en cuenta del peso que tiene encima, ojalá el dios de la muerte se apiade de el y se lo lleve.