
Prólogo
Desde que Regulus observó a su elfo todo golpeado supo de que haría cualquier cosa por él.
Como traicionar al señor Tenebroso.
Desde que Kreacher le había contado todo lo que había pasado en esa cueva lo único que pudo hacer el chico es buscar información sobre el Lord. Logrando encontrar distinta información, pensando en lo estúpidos que todos fueron por confiar en él sin siquiera investigar su pasado. Un mestizo con complejo de sangre pura.
Investigó más sobre los horrocruxes, así lo había nombrado Kreacher cuando le preguntó que había escondido en la cueva.
Y todo eso lo llevó a este momento, apunto de entrar a la cueva.
Sabía que no sobreviviría, sabía que su familia lo buscaría, pero no pudo ni quiso despedirse de ellos.
Nunca le gustaron las despedidas.
Kreacher ya le había explicado todo lo que había hecho el señor Tenebroso para llegar al objeto, siguió todo en orden.
Se encontraban en frente algo parecido a una vasija, sabía que dentro de encontraba una poción, una poción que estaba seguro había hecho Severus.
-Amo Regulus, debo beberme la poción.- Escuchó la voz de su elfo a lo lejos.
-¿Qué?
Observó como el elfo levantaba el brazo donde tenía una vasija más pequeña tratando de agarrar la poción.- Debo tomarme la poción amo, así usted intercambiará los guardapelos.
Regulus sostuvo el brazo de Kreacher, evitando que agarrara la poción, con cuidado le quitó el objeto de la mano.- Kreacher, yo me tomaré la poción.
El elfo lo único que pudo hacer es abrir completamente sus grandes ojos, mostrando miedo en ellos, demostrando de que no quería perderlo.- P-pero...
-Pero nada.- Dijo Regulus, mientras se agachaba hasta quedar a su altura, colocando su mano sobre el brazo del elfo y por primera vez en el día viéndolo a los ojos- Yo te traje acá Kreacher, yo tomaré esa poción, quiero que cuando lo haga intercambies los guardapelos y salgas de acá, sin importar si salga contigo.-
Los ojos del elfo se llenaron de lágrimas cuando comprendió lo que su amo trataba de decir.
-Promételo Kreacher.- Dijo Regulus, sintiendo húmedos ahora sus propios ojos.- Prométeme que huirás de acá junto con el guardapelos y lo tratarás de destruir.-
-Lo prometo.- Se escuchó el susurro de Kreacher.
-Empieza.- Fue lo único que pudo decir Regulus antes de sentir el ardor traspasar su garganta debido a la poción.
Mientras bebía la poción en lo único que pudo pensar fue en sus amigos, aquellos a los que el llamaba familia. Sabía que ese día moriría y no se había despedido de nadie.
Recordó todos los momentos con los que pasó con Pandora y Evan, las conversaciones con Marlene y Dorcas, mientras hacía pociones con Severus, cuando entrenaba con Bellatrix y Narcissa o incluso en las madrugadas cuando hablaba con Lucius. Recordaba todavía cuando le habló por primera vez un niño, que pronto se convertiría en un hermano para el, Barty nunca lo había juzgado, siempre había estado para él y el intentaba dar lo mismo hacia ella.
Recordó todos los libros que había leído junto a Remus, los momentos que pasaron juntos antes de que el se uniera a los mortífagos, recordó a su hermano, todo lo que pudo haber sido y nunca fue.
Pero sobre todo lo recordó a él, a James Potter, su primer novio y la primera persona de la que se enamoró, con el que había pasado muchas cosas, todavía recuerda lo mucho que le dolió al momento de terminarlo, pero más le dolió que luego de eso Sirius ya no lo volteó a ver. No pasaron ni cuatro meses desde que habían terminado cuando se enteró que James Potter estaba saliendo con Lily Evans.
Nunca culparía a Lily por eso, solo es victima de los estúpidos encantos de James Potter, aunque no hablaba con ella él la respetaba, Severus muchas veces le contó sobre ella.
Sabía por Remus de que ellos seguían juntos y estaban planeando casarse, o ya se habían casado.
No sabía.
Y aunque quería seguir vivo para ver a todas las personas que el quería crecer, no sería en esa vida. O tal vez en ni una.
Tal vez estaba destinado a morir en todas.
Regulus sintió reseca la garganta, necesitaba urgentemente agua.
Observó por todos lados buscando a Kreacher pero no había ni un rastro de el, el único lugar donde había agua era el los rodeaba, sabía que era una trampa, pero la necesidad era más fuerte.
Gateó con todas sus fuerzas hasta llegar a la orilla, pero antes de agarrar agua escuchó como alguien soltaba un jadeo, volteó a ver y era Kreacher, quien lo veía con sus ojos grandes y una expresión asustada.
Iba a preguntarle que le sucedía cuando sintió una mano aferrándose a su pierna, garras clavándose entre su piel, jalándolo hacia el lago. Lo único que podía hacer era aferrarse a la tierra por mas inútil que eso fuera.
Solo ahí volvió a caer en cuenta de lo que estaba sucediendo.
Reuniendo todas sus fuerzas y aferrándose a la tierra buscó con la mirada a Kreacher.- ¡Lárgate¡ ¡Llévate el guardapelos! ¡Destrúyelo!.- Dijo antes de sentir como unas garras eran ahora clavadas en la zona del abdomen y soltar un grito de dolor.
-¡Kreacher! ¡Vete ahora antes que sea tarde!
Pudo ver como el elfo con lagrimas en los ojos desaparecía en la cueva, soltó un suspiro, Kreacher ya estaba a salvo.
Regulus lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos y dejarse llevar por las criaturas.
(...)
Sentía como el aire regresaba a sus pulmones, como el corazón le volvía a palpitar, le dolía todo el cuerpo, no recordaba mucho de lo que había pasado.
Cueva
Magia
Criaturas
Guardapelos
Kreacher...
-¡Kreacher!- Soltó el joven, sentándose y abriendo los ojos de un solo, mareándose en el acto, sosteniendo su cabeza observó alrededor.- Esto no es el infierno.
-Tampoco es el cielo.- Mencionó una voz que venía detrás de él.
Volteando rápido a ver se encontró una joven de cabello largo, dándole la espalda, observando algo que el no alcanzaba a ver.
-¿Quién eres?- Cuestionó el joven.
-Soy muchas cosas, pero en tu mundo me llaman Madre Magia.
Al pasar unos minutos y no obtener respuestas del joven, la Madre Magia volteó a verlo, el joven la veía con una expresión de que no comprendía nada.- Soy la diosa Hécate, niño.
El chico siguió observándola sin entender.
-¿No te han hablado de mi?- La diosa observó al más joven negar.- ¿Y de los dioses?-
-Nunca.- Contestó el chico.
-¡Qué!- Comentó completamente indignada la diosa, en otros tiempos hasta los mas jóvenes la veneraban y le temían.
-Disculpe, diosa Hécate.- se paró y sacudió sus ropas antes de volver a ver otro vez a la diosa- ¿Por qué no estoy muerto?-
-Sobre eso, ven.- Lo llamó la diosa, Regulus caminó a su lado.- En el mundo que dejaste, han pasado muchas muertes.-
Regulus observó como la diosa movía una nube con su mano y se observaba a cada uno de sus amigos.- Evan ya murió.- Observó como en la nube se reproducía la muerte de su amigo.- Dorcas y Pandora murieron.- Se reprodujeron las muertes de ellas.- James, Barty, tu hermano, Severus, Lily, Remus, Bellatrix, muchos mueren por lograr las cosas que ellos consideran "bien".-
En la nube se reproducía la muerte de cada uno de los mencionados, logrando así que sus ojos se llenaran de lagrimas.
-¿Qué quieres de mi?- Preguntó en un susurro el chico.
-Quiero darte otra oportunidad.
Eso fue suficiente para que Regulus volteara a ver a la diosa que se encontraba a la par de él.
-Darte la oportunidad de que empieces de nuevo, en un mundo totalmente diferente.
Vaya que era una gran oportunidad, pero Regulus era inteligente, nadie ofrecería algo sin querer nada a cambio.
-¿Qué necesitas exactamente de mi?- Cuestiona el chico.
La diosa suelta una risita.- Eres inteligente chico.
-¿Por qué yo y no uno de ellos?
-Porque demostraste tener todo lo que necesito en esta misión.
Tras unos minutos de silencio, donde parecía que cada uno se encontraba en su propio mundo, Regulus volvió a hablar.- ¿Qué tengo yo que ellos no tienen?
-Lo descubrirás todo a su tiempo, pequeño chico.- Dijo la diosa acercándose a el con otra nube.- Te explicaré lo que necesito de ti.-
El mas joven vio como en la nube aparecía un dragón negro grande, agrandó lo ojos al observar la criatura.
-Como ya te comenté, el mundo donde habitabas no es el único mundo que existe, aunque prefiero el término "universo".- Comentó la diosa, observando de reojo cada expresión que hacía el joven.- Verás, en este mundo lamentablemente no los pude salvar, hubieron muchas muertes y muchos problemas por una corona, todo termina con un niño completamente quebrado por dentro y con el peso de ser rey.-
La verdad le cayó como un balde de agua fría al más joven.- Quieres que evite esas muertes.
- Quiero que se evite la batalla, pero creo que será muy necesario para todo eso.- volvió a comentar la diosa.- Creo que se podrían evitar muchas muertes y coronar a quien corresponde.-
-¿Cómo haré eso? ¿Cómo sabré quien es bueno y quién no? ¿Cómo sabré quien tiene que morir y quien no?- Eran muchas preguntas que podría formular Regulus, muchas dudas y muchas alertar encendiéndose en su mente.
-Lo sabrás a su tiempo, por ahora no te preocupes de nada, confío en ti.- Comentó la diosa, volteando a ver completamente al chico.- Entonces ¿Aceptas?-
Muchas cosas cruzaban por la mente de Regulus, desde ver como muere cada uno de sus amigos y los que fueron, como las palabras dichas por la diosa, pero entre todo eso el chico solo pudo decir.- Acepto.
Cerrando así un trato entre la diosa Hécate y Regulus Black.
(...)
En alguna parte de Pentos, se hallaba una mujer dando a luz a lo que sería su segundo niño.
-Puje más señorita, ya veo la cabeza asomarse.- Comentó la partera que la estaba atendiendo.
Otras cuatro señoritas más se encontraban alrededor, llevando y trayendo múltiples cosas.
La joven estaba haciendo un sobreesfuerzo, se le veía notablemente cansada.
- ¡Ahí está! ¡Ya casi! Solo un poco más.- Vuelve a comentar la partera.
En la sala donde solo se escuchaban los jadeos cansados de la joven, pronto se escuchó el llanto de un bebé.
-Acá está, mi lady.- Dijo la partera, limpiando y colocando una manta en el bebé.- Es otra hermosa bebé, mi lady.-
Colocó al bebé encima de la madre, la cual vio con total admiración a su segunda hija.- Pásenme a la primera bebé, por favor.
Es así como la primera bebé fue puesta en brazos de su madre, junto con la que sería su gemela, mostrando así la mayor una gran sonrisa, hasta que sintió un jalón en su parte baja, soltando un quejido de dolor, alertando nuevamente a las doncellas y a la partera, quien rápidamente volvió a su puesto y las doncellas quitaron a las bebés de los brazos de su madre.
-¿Qué sucede?- Cuestiona la joven madre.- ¿Qué está sucediendo?-
-Todavía falta uno, lady Laena.- Comenta la partera desconcertada.- No se como no lo vimos antes.-
Y así nuevamente comentó la labor de parto de una joven que cada vez se estaba quedando más sin fuerza.
-Solo una vez más, mi lady, solo una vez más.- Comentó la partera, intentando dar consuelo.
Se escuchaban los jadeos y los quejidos de Lady Laena Velaryon.
Pronto se escuchó el llanto del que sería el tercer bebé.
-Felicidades, mi lady, es un bebé precioso.- Comentó la partera, antes de entregarle al bebé a Laena.
Las doncellas observaban como la joven madre observaba con completa admiración al niño más pequeño, completamente embelesada en su belleza.
Antes de alguien comentar algo, se escuchó el sonido de las puertas abriéndose, dando paso así al príncipe, quien se dirigió directamente a su esposa.
-¿Cómo estás?- Fue lo único que preguntó el príncipe.
-Completamente cansada, pero te presento a tus tres hijos.
El príncipe fue directamente a las dos bebés, agarrando a una en cada brazo y observando al que sería su primer varón.
-¿Cómo se llamarán?- Cuestionó el príncipe.
-Estaba pensando en Baela y Rhaena en honor a mi madre y a tu padre, pero no se si te gustaría.- Comentó la princesa, observando a su primer hijo varón.
-Me gustan, ¿a quién le pondrás cada nombre?- Volvió a cuestionar el príncipe.
-Eso decídelo tu, yo ya decidí los nombres.- Respondió la joven, con una sonrisa, observando a su esposo.
-Bien.- Dijo el príncipe, viendo a cada una de sus hijas.- Ella será Baela.- Dijo levantando a la bebé que se encontraba en su brazo derecho, la mayor.- Y ella será Rhaena.- Ahora levantó el brazo contrario, la menor de las dos niñas.
-¿Cómo se llamará él?- Cuestiona la joven madre.
Antes de que alguno de los dos pudiera comentar algo, la partera, al parecer en un trance, comentó.- Ha nacido Regulus, Regulus nos ayudará.
El príncipe, exaltado por sus palabras, volteó a ver a las doncellas, quienes veían todo sorprendidas.- ¿A qué se refiere?
-N-no sa-sabemos mi príncipe.- Comentó una de ellas.
Antes de que el príncipe pudiera hablar otra vez, la princesa lo interrumpió.- ¿Sabes? Regulus es un buen nombre para un niño.- Comentó con una sonrisa de medio lado la joven.
El bebé que se encontraba escuchando todo solo pudo pensar en "no no no no no", totalmente indispuesto a soltar palabras, no teniendo opinión propia.
-No es un nombre de nuestras familias, Laena.- Comentó el príncipe, observando a la joven.
-Y como a ti te gusta seguir las reglas, ¿Verdad Daemon?
-Me conoces bien, mujer.- Respondió el príncipe, dándole una sonrisa cómplice a su esposa.- Esta bien, se llamará Regulus.-
Laena soltó una risa.- Bienvenidas al mundo Baela, Regulus y Rhaena Targaryen.
El bebé solo pude soltar un quejido, guardándose su opinión sobre el nombre que lamentablemente habían vuelto a escoger para él.
(...)
En una parte del castillo en King's Landing, se encontraba una niña de siete años, bordando una manta, completamente absorta en su mundo, mientras su madre se encontraba dando vueltas, completamente desesperada.
-El dragón negro ha nacido, bajo su sangre el mundo deberá caer, las piezas recogerá y a los dragones protegerá.- Dijo la niña, dejando de bordar y llamando la atención de su madre.
-¿Qué dijiste?- Cuestionó.
-¿Qué?-Preguntó la más joven, saliendo de su trance y regresando con su bordado.
Alicent Hightower decidió no prestarle atención a lo dicho por Helaena, volviendo a pensar en como deshacerse de Rhaenyra.