Drabbles Dramione

Harry Potter - J. K. Rowling
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Y decidí hacer algo que cambiaría todo

—Y decidí hacer algo que cambiaría todo: le pedí el primer baile de la velada.

Theodore Nott se quedó asombrado ante la declaración. 

—¿Sin que alguien los presentara primero?

Draco Malfoy sonrió y cerró los ojos para recordar ese momento. Se había sentado en el diván frente a la cama donde estaba acostado su mejor amigo. 

No había podido evitarlo. Al ver bajar por la escalinata a una joven que parecía una visión, se olvidó hasta de cómo respirar. La señorita Hermione Granger llevaba un vestido que parecía reflejar cada chispa de luz del salón, su cabello recogido adornado con perlas, y su porte seguro que la hacían destacar de entre todas las damas. En ese momento lo supo. Aunque las normas de la sociedad lo consideraran un atrevimiento imperdonable, tenía que ingeniárselas para acercarse y conocerla antes de que cualquier otro caballero reclamara su atención.

—Cuando la vi tropezar ligeramente con uno de los escalones, no pude detener mi cuerpo. Fue más rápido que esas formalidades o la razón. Como si volara, atravesé la distancia que nos separaba y, con una inclinación caballerosa, le ofrecí mi mano. Ella llevaba guantes, pero podía sentir la calidez de su contacto. 

 

Hermione había alzado la mirada, sorprendida, evidentemente no acostumbrada a que alguien se saltara las formalidades propias de la época. Aún así, casi hipnotizada por el gris de aquellos ojos, tan brillantes y hermosos, apenas sonrió y aceptó su mano para bajar hasta el rellano.

—Gracias, señor…

—Draco Malfoy, de Malfoy Manor, en Wiltshire.

—Hermione Granger —inclinó ligeramente su cabeza—, aunque me temo que no tengo una propiedad de la cual alardear. 

La naturalidad del comentario le había gustado, dejando en claro que Hermione no era de las jovencitas que se dejaban impresionar por un nombre o fortuna.

—Señorita Granger, perdón por mi atrevimiento, pero… ¿me concedería el honor del primer baile de esta noche? —preguntó, sintiendo un nudo en la boca del estómago. 

Hermione sonrió con picardía.

—El primer baile no se otorga a la ligera, señor Malfoy.

—Y me haría un hombre muy feliz si decide concedérmelo.

Ella dudó un segundo que pareció eterno, y entonces asintió con una ligera inclinación de cabeza.  

—Será un placer.

 

—¡Me dijo que sí! ¿Puedes creer eso? —Los ojos de Draco parecía iluminar la estancia.

—Por amor a Dios, Draco —dijo Theo, desesperado—, rompiste todas las reglas habidas y por haber. ¿Tus tutores no te enseñaron que las reglas existen por una razón?

—Estamos en el siglo diecinueve, Theo, esas formalidades están sobrevaloradas —dijo, restando importancia—. Déjalas para quienes carecen de iniciativa. En todo caso, ella ni siquiera iba con su madre o una chaperona. 

—¿Se puede saber qué clase de hechizo usaste para qué aceptara? No es propio de un caballero abordar a una dama de bien de esa forma. 

—Por favor, Theo, no necesité hacer nada. Tengo mi encanto… y este hermoso rostro que levanta suspiros por donde paso. 

—O simplemente es una arribista que adivinó que eres un rico heredero —dijo con sarcasmo—. Quizá ya hasta se haya enterado que eres hijo único. Eso suma puntos, créeme —Theo rodó los ojos—. Pero cuando la señorita Granger te conozca bien y sepa que eres un arrogante insoportable, te mandará a pasear. 

—Debiste verla —continuó Draco, ignorando el comentario, perdido en el recuerdo de Hermione Granger—. Parecía una hermosa ninfa descendiendo por esa escalinata. No pude evitarlo. Tampoco podía dejar que otros se me adelantaran. Estaban esos odiosos Weasley, Longbottom, Potter y Zabini… Todos estaban observándola y tenía que hacer algo! Así que aproveché la oportunidad. No sabes lo encantadora que es, Theo. Inteligente, vivaz… Si las mujeres pudieran estudiar en la universidad, ella sin duda alguna destacaría. En la media hora que bailamos, hablamos de política, leyes… Jamás había conocido a alguien como ella. 

Theo lo miró con duda. 

—No creo que tus padres estén de acuerdo con esto, Draco. 

Draco suspiró, frunciendo el ceño con fastidio.

—Siempre he hecho todo lo que me han pedido: quería ir a Cambridge y me convencieron que era mejor Oxford. Además, me obligaron a estudiar literatura, latín, griego, filosofía y finanzas cuando mis intereses eran otros… En fin… Con esto no pienso ceder. Ella realmente me gusta. 

—Qué maldita suerte la mía de haberme resfriado precisamente un día antes del baile, con tantos planes que teníamos para la temporada. Si el doctor Snape no me hubiera obligado a guardar reposo absoluto, hubiera ido. También quería conocerla.. Había mucha expectativa sobre si de verdad la señorita Granger era tan encantadora como se rumoreaba. 

—Lo es, Theo —dijo Draco recostándose en el diván, sus manos aún hormigueando al recordar el contacto—. Lo es…

—Supongo que mañana todo Brighton estará hablando del evento.

—Ya sabes cómo es la alta sociedad… Fingen ser muy educados, pero les encanta hablar sobre quién bailó con quién y a cuántas libras asciende la fortuna o dote de todos los presentes. Prepárate para los detalles en el desayuno. La señora Parkinson nos deleitará con todo lo que considere importante. Y si para entonces ya estás en condiciones, te presentaré a la señorita Granger en la fiesta de los Greengrass. Su voz suave parece música…

Theo volvió a recostarse en la almohada, su cabeza palpitando por el dolor. A juzgar por lo que pasaba, Draco enamorado sería un completo fastidio.

 

 

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