Drabbles Dramione

Harry Potter - J. K. Rowling
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La he perdido

—La he perdido, Harry… —dijo Ron con un tono de voz tan lastimero que a Harry se le hizo un puño el corazón. 

No hacía falta preguntar a qué se refería. Tampoco sabía qué decir para consolar a su mejor amigo. Él no era bueno con las palabras, y algo menos con las situaciones de pareja. Apenas si había podido con sus propios sentimientos hacia Ginny, y había sido ella quien había tomado la iniciativa.

Ron se inclinó hacia adelante, dejando caer el peso de su cuerpo en los codos sobre la mesa. Sosteniendo su cabeza entre las manos, apretaba nerviosamente su cabello, incapaz de controlar el torrente de emociones dentro de sí.

—La vi… con él… —murmuró tras unos instantes; Harry notó el temblor en su voz—. Todavía no puedo creerlo… —Su mirada seguía clavada en el piso—. Creo que yo hubiera podido aceptar a cualquiera… pero a…

Harry se encogió en el asiento. Ron apretaba la mandíbula y supuso que se le había formado un nudo en la garganta, o simplemente se negó a pronunciar aquel nombre que tanto rencor u odio le provocaba, aunque ahora por razones muy distintas de las que tuvieron en su época escolar. Harry tomó un sorbo de su whisky de fuego y siguió esperando que Ron procesara lo que quería decirle. Lo había citado «urgente» en Cabeza de Puerco y para cuando llegó, ya había bebido más de lo que lo había visto tomar alguna vez.

—No me puedo engañar… ¿sabes? —continuó Ron luego de aclararse la garganta, viendo hacia la nada—. Se veía tan malditamente feliz que… 

Harry suspiró… no había forma de suavizar lo que Ron estaba contándole. Él también los había visto en varias ocasiones.

—Estaba riendo por algo que él dijo, ¿puedes creerlo? 

Ron se levantó de la mesa, dio unos pasos de un lado para otro en la pequeña sala que Aberforth les había preparado y luego se volvió a acercar a la mesa, dándole un golpe con los puños. No era furia, era impotencia.

—¡Malfoy! —escupió al fin, el nombre sonando áspero, como si lo ahogara—. Ella reía… con él… Caminaban juntos por el Callejón Diagon… como si no existiera nadie más a su alrededor. Y yo… yo quería correr y separarlos, llevármela lejos, pero entonces… 

Ron volvió a sentarse, con las manos colgando entre las rodillas.

—Él se detuvo, la miró a los ojos y ella lo veía embelesada… enamorada… Harry, está enamorada de él… Como si estuviera viendo al mejor hombre del mundo.  Hermione nunca me miró así… —se le quebró la voz, por lo que se cubrió la cara con las manos—. Nunca la hice sentir así.

Harry también había notado la forma en que a Hermione le brillaba la mirada cuando hablaba de Draco Malfoy, algo que aún le costaba digerir.

—Nunca te percataste, Ron… —se atrevió a murmurar luego de un momento de silencio—, pero hace mucho tiempo, ella… Sólo tenía ojos para ti… Creo que todos éramos muy jóvenes en aquella época como para comprenderlo.

Ron miró a Harry, su mirada vidriosa.

—Lo sé. Fui un idiota. Acepto que fue mi culpa, Harry, sé que arruiné todo con ella, en aquella época y luego después… No la supe amar, no como ella se merece… Era más fácil estar con una mujer como Lavender… Fue más fácil desaparecer cuando le pedí a Kingsley que me enviara a Irlanda en aquella misión… Yo sentía que no tenía nada qué ofrecerle…

—¡Sabes perfectamente que Hermione no esperaba que le ofrecieras…! 

—No me malinterpretes, Harry —se apresuró a interrumpir—. No me refiero a lo material. Me refiero a mí como persona… Quería probarme a mí mismo que podía ser más que el amigo de Harry Potter y la bruja nacida de muggles más famosa del mundo mágico…

—Son excusas, Ron… Te ganó el miedo. Ella te quería tal cual eras… aunque si me preguntas, no sé qué vio en ti —bromeó sonriendo de lado, intentando distraer a su amigo de su dolor.

—Muchas veces me he hecho la misma pregunta… Ahora me pregunto… qué vio en él…

—Sabes que no es quien conocimos… De otro modo, ella no se hubiera enamorado de él…

—Lo sé… —asintió levemente—. Pero eso no lo hace más fácil. —Se recostó sobre el respaldo del asiento, con actitud derrotada y soltó una risa vacía—. Aunque me niegue a verlo… es solo mi egoísmo el que habla…

—Ella es feliz, Ron —le dijo con seriedad, mirándolo directamente a los ojos—. Y es lo único que importa.

—También lo sé… —susurró, con una sonrisa amarga—. Lo sé…

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