
No podía seguir...
No podía seguir viendo aquella escena sin hacer nada al respecto.
Desde su asiento en la biblioteca, Draco Malfoy, que se suponía estaba haciendo un ensayo para pociones, observaba a Hermione Granger con su característica concentración al estudiar. Su cabello caía en cascada, parcialmente cubriendo su rostro, mientras sus labios se movían silenciosamente, lo más probable recitando algo de memoria.
Draco se sentía en conflicto, una mezcla de irritación y una extraña fascinación lo abrumaban. Se veía... hermosa... Pero se suponía que era su momento de estudio, de fingir que ella no era la mujer que le había robado su corazón. Pero hoy, algo en su semblante relajado y absorto lo fascinaba más de lo habitual. Nunca podía tener suficiente de ella.
Hermione alzó la mirada y al notar que la observaba, se sonrojó, una pequeña sonrisa jugando en sus labios, gesto que hizo que Draco no lo pensara otro segundo más. Se levantó lentamente del asiento y con su típica arrogancia se acercó y se inclinó hacia ella para hablarle en su oído.
—Hola...
—¿Qué quieres, Malfoy? —inquirió ella con fingida molestia.
—¿Qué te parece si vamos de paseo por el lago? Hay algo que quisiera... decirte...
—¿Un paseo? Son las tres de la tarde... —dijo viendo su reloj de pulsera—. Todavía quedan dos horas de...
—A menos que quieras seguir recitando ese libro para ti sola... —la interrumpió con cierta travesura— no puedo esperar un minuto más para besarte. Lo haría acá mismo pero y como no quieres que todo Hogwarts se entere de lo nuestro...
Hermione lo vio con anhelo, al menos estaban en la misma sintonía.
—Te espero en nuestro lugar —le dijo sugerente—. No tardes...
Y con el corazón palpitando fuerte como si fuera la primera vez que iba a encontrarse con ella, salió del lugar luego de pasar por sus cosas, aún sin entender en qué momento había caído completamente enamorado de ella, su eterna rival.
Pero eso ya no importaba. La guerra había terminado, habían dejado sus diferencias en el pasado y ahora vivía los mejores momentos a su lado. No podía perdirle más a la vida.