Wayne's en Hogwarts y El Torneo de la Muerte

Harry Potter - J. K. Rowling Batman (Comics) Young Justice (Cartoon)
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Wayne's en Hogwarts y El Torneo de la Muerte
Summary
Draco había estado eufórico ante la llegada de su hermanita, aún más cuando él y sus amigos pudieron ir al mundial de quidditch, pero… ¿Por qué la gente corre? ¿Qué es eso en el cielo? ¿Por qué Jason y Dick están peleando? ¿Qué Caliz? Y… ¿Por qué Draco persigue a Cedric por todo el castillo?Un mundial, un torneo y mucha mala suerte.Cuarto año, es la regla de que: cuando lo hay todo para que algo salga mal, definitivamente saldrá mal.
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Dios los cría y el diablo los junta.

Tim recordaba claramente el día en que conoció a Draco Malfoy. Era el chico más orgulloso y pretencioso que jamás había visto, lo cual era mucho decir, considerando que vivía con Bruce y Damian Wayne. Tenía solo 10 años en ese entonces, pero aún podía ver claramente la escena en su mente: su hermano mayor, Jason, lo presentó con entusiasmo.

 

—Este es Draco Malfoy, pueden llamarlo príncipe o Dray, y es mi mejor amigo —anunció Jason con una sonrisa burlona, mientras Draco rodó los ojos con exasperación.

—Ayuda, está loco. Me ha traído aquí en contra de mi voluntad —bromeó Draco, observando a los dos niños de cabello oscuro y ojos claros, de 10 y 8 años.

—Cualquiera que logre soportar a este intento de ser humano debe ser un santo —se burló Tim con sarcasmo, lanzando una mirada divertida a Jason.

—En ese caso, pueden empezar a llamarme San Draco —respondió Draco, siguiendo la broma, mientras Jason los miraba ofendido.

 

En esas vacaciones, Tim no solo conoció a Draco, sino que también entendió el verdadero significado de la expresión muggle: "Dios los cría y el diablo los junta". La combinación de Draco y Jason, tan similares como diferentes, le pareció uno de los grandes misterios de la vida. Por eso, cuando no vio a ninguno de los dos en el Gran Comedor para la cena, se preocupó. No tanto por ellos, sino porque cualquier cosa que aquellos dos estuvieran tramando seguro no era buena señal.

Durante la cena, Tim mantuvo un oído atento, esperando algún alboroto o una broma dirigida a los profesores, pero la ausencia de ambos persistía, y eso lo inquietaba. Finalmente, con decisión, se levantó y se acercó a la mesa de los Gryffindor.

 

—Potter, necesito hablar contigo —dijo Tim, señalando con la cabeza para que Harry lo siguiera—. A solas.

 

Harry lo miró con cierta desconfianza. Entre todos los hermanos Wayne, Tim era al que peor le caía. Podría jurar que le caía mejor a Damian que a Tim y eso ya dejaba mucho que decir. En contadas ocasiones le había dirigido la palabra, y siempre con esa expresión como si Harry estuviera robándole algo. Quiso responderle que no tenía ningún interés en hablar, pero pensó que Draco se enfadaría si era grosero con uno de los Wayne.

 

—Claro, Tim —contestó Harry con suavidad, levantándose de la mesa y siguiéndolo fuera del comedor. Todos en su propia casa lo miraban ya como a un enemigo; perder la calma con Tim no ayudaría—. ¿Qué sucede?

—No te molestes en fingir que eres amable. Draco no está, y ambos sabemos que no eres el noble niño que aparentas estar frente a él —respondió Tim, sin rodeos.

—Oh, perdona mi intento de ser cordial —Harry rodó los ojos, con sarcasmo y fastidio—. ¿Qué necesitas entonces?

—El mapa, el que muestra a todos en Hogwarts —dijo Tim directamente, extendiendo la mano—. Sé que los gemelos te lo dieron el semestre pasado. También sé que lo usas para espiar a Draco. Necesito encontrar a mis hermanos, porque, por si no lo has notado, ni Jason ni Draco han venido a cenar.

—Actitud muy prepotente para alguien que está pidiendo un favor —murmuró Harry, aunque Tim apenas se inmutó. Después, suspirando, aceptó—. Está bien, te ayudaré. Después de todo, no he visto a Draco en todo el día, ni a Jason desde el final de las entrevistas.

 

Harry sacó el mapa y, tras tocarlo con su varita, comenzó a revisarlo. Primero miró la Torre de Astronomía, luego el lago, los alrededores del castillo y los pasillos de los primeros dos pisos, pero no había señales de ellos. Al ver a Harry demorarse, Tim perdió la paciencia y le arrebató el mapa de las manos.

"Si esos dos están juntos tanto tiempo, es porque están tramando algo que no quieren que nadie descubra", pensó Tim. Y, efectivamente, encontró sus nombres en un salón abandonado del cuarto piso.

 

—Están en el cuarto piso —dijo, y sin esperar, comenzó a seguir los atajos señalados en el mapa.

 

Harry se limitó a seguirlo en silencio. La expresión de Tim le decía que nada bueno encontrarán cuando llegaran a ellos. Y así fue. Al abrir la puerta del aula, el desastre ante ellos lo confirmó: libros esparcidos por el suelo, mesas rotas, polvo en cada esquina… y en medio de todo, Draco y Jason inconscientes en el piso, cubiertos de polvo. La escena, por extraña que fuera, habría resultado divertida si solo Jason estuviera así, pero ver a Draco en ese estado llenó a Harry de preocupación.

Harry se abrió paso entre el caos, se arrodilló junto a Draco y lo levantó del suelo, con una expresión mucho más seria de lo habitual. Lo sacudió suavemente, pero no obtuvo respuesta.

 

—Debí suponer que encontraríamos una escena como esta cuando no los vi en todo el día. Siempre tiene que ser dramático con ustedes —comentó Tim con ironía, moviendo a Jason con brusquedad—. Seguro fue idea de Jason.

 

Jason tampoco respondió, pero estaba vivo. Tim se acercó a Draco, que seguía en brazos de Harry, y le dio un ligero empujón para hacerse espacio. Con la misma precisión que había tenido con Jason, comprobó los signos vitales de Draco. No pasó por alto que ambos sujetaban viales en sus manos, y al ver los títulos de los libros dispersos a su alrededor, no le quedó mucho a la imaginación.

 

—Qué estúpidos… pero al menos están vivos.

—¿Esto pasa seguido? —preguntó Harry, algo nervioso al ver que ninguno de los dos despertaba, mientras Tim mantenía una expresión de cansancio, pero sin preocupación real.

—Varias veces. No sé qué habrán hecho esta vez, pero cuando se quedan solos juntos por mucho tiempo, pasan estas cosas. Seguramente lo planearon con antelación —respondió Tim, frustrado, mientras sacaba su varita y comenzaba a levitar a ambos—. Imprudentes, nunca cambian.

—¿Por qué hacen este tipo de cosas?

—Porque son unos suicidas. Si a uno se le ocurre una locura, el otro le sigue. Están dementes, como aquella vez el primer verano en la mansión cuando experimentaron en el laboratorio y se convirtieron en animales —refunfuñó Tim, guiando a Harry para que verificara en el mapa si el camino estaba despejado—. Dios los cría y el diablo los junta.

 

Harry no supo bien qué hacer con toda esa información. Por un lado, le daba cierta envidia lo mucho que Draco y Jason compartían; no podía evitar compararlo con su propia amistad con Ron. Ellos también eran mejores amigos, pero mientras Draco parecía dispuesto a seguir a Jason en cualquier cosa, ¿dónde estaba Ron? Probablemente en algún lugar, esperando que Harry fuera eliminado del torneo, y no precisamente por preocuparse por él.

Finalmente, llegaron a la Sala de los Menesteres sin que nadie los viera. Tim le explicó a Harry durante el camino que ese era el mejor lugar para evitarles problemas a Draco y Jason, considerando que lo que fuera que hubieran hecho probablemente infringía varias normas de la escuela, o hasta leyes del país. Con la ayuda de Harry, Tim los acomodó en los sofás de la sala.

Draco y Jason despertaron al día siguiente; al parecer, en su "jueguito" como lo llamaron, habían agotado sus núcleos mágicos. Harry aún no entendía del todo qué había pasado, pero Tim suspiró con resignación, ya que tenía una idea bastante clara de lo que aquellos dos habían hecho para llegar a ese estado. 

Al final, Draco regresó a su dormitorio a descansar, mientras que Jason tuvo que soportar un Harry extremadamente curioso, que no dejaba de hacerle preguntas sobre sus actividades en vacaciones. Jason comenzaba a preguntarse qué demonios le habría dicho Tim a Potter para que se volviera tan insistente. 

Cuando Draco volvió a su cuarto, se encontró con la lechuza de su familia junto con una carta de su padre.

 

—¿Damian te ha traído hasta aquí? —preguntó al aire mientras acariciaba la lechuza. —Parece que Padre se ha apresurado a contestar mi carta.

 

Mi querido hijo, Draco:

 

Tu última carta me ha sorprendido profundamente, y aunque debo decir que no es inesperado que Jason y el joven Potter hayan sido elegidos campeones en este torneo, no por la mala suerte que ambos parecen acarrear, sino porque, como bien dices, el joven Richard ya nos ha hecho saber la noticia. 

Sabía que este día llegaría, aunque albergaba la esperanza de que mis genes fueran lo suficientemente dominantes como para evitarte la carga de una habilidad tan pesada. Aún así, parece que solo han añadido a tu carga. Los videntes nunca han sido bien recibidos en la comunidad mágica; la mayoría de ellos son charlatanes, y mi preocupación no es tu don, sino la posibilidad de que seas incomprendido o, peor aún, utilizado. Te insto a mantener en secreto tu habilidad, tal como lo has hecho hasta ahora, para evitar exponerte a situaciones peligrosas.

Con respecto a la culpa que sientes, quiero que te liberes de ella. No puedes controlar tu don, y tampoco es sencillo distinguir entre un sueño, una pesadilla o una visión cuando ocurren mientras duermes. Mantén la calma en ese sentido, hijo.

En cuanto a lo que has visto respecto a "ya sabes quién," quiero que sepas que ya hemos tomado precauciones. Hemos coordinado un plan con Wayne y Black, y haremos todo lo necesario para protegerte, a ti, a tu hermana y a tus amigos. Estaremos atentos a tus dos sospechosos y actuaremos conforme se desarrollen los acontecimientos.

Sobre la primera prueba, déjame decirte que, aunque Jason puede ser una mala influencia y Potter no es precisamente un amigo que apruebe, sé que te preocupan. He hecho algunas indagaciones y puedo confirmarte que, efectivamente, tus amigos enfrentarán dragones. En el reverso de esta carta encontrarás una lista de los posibles dragones que podrían enfrentarse y he adjuntado también un libro de hechizos defensivos contra el fuego para que puedas ayudarles a prepararse. La segunda prueba aún no ha sido confirmada, pero está programada para febrero en el Lago Negro.

Tu madre te envía su amor y me ha pedido decirte que mañana recibirás una carta de ella con varias fotos de Australis. También nosotros te extrañamos, y te aseguro que pronto la distancia entre nosotros será mucho menor.

Te amo, hijo.

 

Con afecto, tu padre,

Lucius Abraxas Malfoy.

 

Draco presionó la carta contra su pecho, tratando de absorber la calma y la seguridad que le transmitían las palabras de su padre. Saber que contaba con el respaldo de su familia para enfrentar la primera prueba del torneo y los dragones le daba cierta tranquilidad. Luego, guardó la carta en el cajón, donde podría releerla cuando necesitara recordar esa sensación de apoyo en medio de todo el caos.

Pensó en Jason y Harry. Jason era su mejor amigo y, gracias a su pacto de hermandad, su hermano en todo menos en sangre. La cadena y el vial que colgaban de su cuello eran símbolos de ese vínculo, un recordatorio de que estaban unidos por lealtad y compromiso. Draco sabía que si algo le ocurría a Jason en el torneo, sentiría la pérdida como si fuera parte de sí mismo. Jason no era solo un amigo; era familia, y Draco haría todo lo posible para protegerlo.

Con esa determinación, comenzó a copiar en un pergamino los detalles de cada dragón: el Colacuerno Húngaro, el Galés Verde Común, el Opaleye y el Bola de Fuego Chino. Todos eran temibles, con habilidades mortales, y sabía que Jason debía estar preparado para enfrentarlos. No permitiría que su hermano de alma se enfrentara a esos retos sin estar completamente listo.

En cuanto a Harry… Era una historia distinta. Draco no lo veía como a un hermano, pero tampoco era solo otro amigo. Había algo especial en Harry que no terminaba de entender. Su presencia lo intrigaba y sentía una necesidad constante de protegerlo y ganarse su confianza. A veces, se sentía desorientado por estos impulsos, especialmente cuando pensaba en la actitud imprudente de Harry, su terquedad y esa forma de sonreír que lograba desarmarlo. No comprendía del todo por qué a Harry le importaba tanto, pero sabía que haría lo necesario para mantenerlo a salvo.

Draco suspiró y pasó las páginas del libro de hechizos de defensa contra el fuego que su padre le había enviado, memorizando encantamientos útiles. Aunque no siempre confiaba en las habilidades defensivas de sus amigos, estaba dispuesto a enseñarles los mejores hechizos, incluso si eso significaba sacrificar horas de sueño.

Finalmente, miró el vial que colgaba de su cuello, símbolo del pacto con Jason, y se sintió renovado en su resolución. Ayudaría a Jason y a Harry. No dejaría que el peligro los venciera. Pasaría noches estudiando y preparando estrategias si era necesario. Jason era su hermano, y Harry… Harry era especial. Aunque aún no supiera exactamente qué significaba eso, estaba dispuesto a protegerlos a ambos. 

Al menos Draco debía asegurarse de que sus amigos no terminaran rostizados en aquel maldito torneo.

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