Wayne's en Hogwarts y El Torneo de la Muerte

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Wayne's en Hogwarts y El Torneo de la Muerte
Summary
Draco había estado eufórico ante la llegada de su hermanita, aún más cuando él y sus amigos pudieron ir al mundial de quidditch, pero… ¿Por qué la gente corre? ¿Qué es eso en el cielo? ¿Por qué Jason y Dick están peleando? ¿Qué Caliz? Y… ¿Por qué Draco persigue a Cedric por todo el castillo?Un mundial, un torneo y mucha mala suerte.Cuarto año, es la regla de que: cuando lo hay todo para que algo salga mal, definitivamente saldrá mal.
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Noticias e Imperdonables

El primer día de clases, como siempre era una mierda, el director seguía con sus sin sentidos y el tema de conversación en el castillo era el próximo torneo que podría asesinar a más de uno de ellos… Lo mejor de la mañana fue cuando llegó "El Profeta" y en su primera plana estaban Bruce Wayne y Lucius Malfoy, ambos con el ceño fruncido dando declaraciones a los medios de comunicación junto con el ministro de magia Lucius Fox.

 

"Irresponsable, volver a realizar estos juegos que en su tiempo fueron clausurados por las muertes de los jóvenes estudiantes". Esas fueron las palabras de Lucius Malfoy tras la fallida reunión con los ministros de magia de Francia y Bulgaria que aprobaron jugar el torneo nuevamente. - Leyó Jason en voz alta con pesadez.

"Si este año algún estudiante llega a salir herido o, en el peor de los casos muerto, Hecate no lo quiera, responsabilizo totalmente a Albus Dumbledore por aprobar y aceptar a Hogwarts como sede de este torneo". Las fuertes declaraciones de Bruce Wayne, desaprobando por completo la noticia de que el Torneo de los tres magos seguirá su curso y se realizará según lo planeado en el colegio Hogwarts de magia y hechicería. —Continuó Draco con la lectura.

"No apruebo en absoluto que este torneo vuelva a jugarse, pero el voto decisivo de Albus Dumbledore sentenció el destino de tres estudiantes de tres distintas escuelas a enfrentarse a tres peligrosos desafíos bajo la supuesta premisa de "unir" escuelas en pro de una comunidad mágica más unida. Considero que si en unidad queremos hablar, deberíamos empezar a entablar intercambios entre escuelas mágicas, pero hoy se han ido por la borda al aceptar que se vuelva a jugar este Torneo de la muerte". Contundentes palabras del ministro de magia de Gran Bretaña Lucius Fox. - Esta vez fue Damian quien terminó la lectura.

 

La primera semana de clase era como siempre insufrible; Draco estaba más insoportable de lo normal y por cada 5 comentarios 4 eran sarcásticos, pero no era el único; Tim tampoco había estado de buen humor en absoluto y ahora estaba evitando a Dick desde el inicio del periodo escolar.

 

—Estoy harto. —Dijo Damian levantándose de la mesa de la biblioteca, dejando a Draco desconcertado. - Jason y Dick se pelearon, Tim ahora también está molesto con Dick y somos los únicos que no sabemos qué demonios pasó en el verano.

—Dami, ellos pelean todo el tiempo. Me atrevo a decir que tiene que ver con que Jason prefiriera pasar el verano entrenando con Potter y Black que con Dick y Bruce.

—Lo que sea, espero que al menos se maten entre ellos —habló Damian, molesto viendo como Jason salía de la biblioteca al ver que Dick estaba ahí. - Como sea, me voy, suerte con tu ensayo de encantamientos.

 

Draco estaba molesto, molesto de lidiar con visiones extrañas, molesto de no poder ver a su pequeña constelación todos los días, molesto porque Jason no le decía nada de lo que pasaba y aún más molesto porque el imbécil de Harry Potter cuando no le estaba siguiendo cual acosador estaba mirando hacia Ravenclaw, y tenía curiosidad sobre lo que miraba, pero se rehusaba a rebajarse hasta ese punto… Estaba harto de que sus amigos le ocultaran cosas, pero no podía enojarse o enfurruñarse por ello; él mismo comprendía que a veces es mejor callar que mentir de forma descarada.

 

—Vamos a tener la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras juntos. ¿Te sientas conmigo? —preguntó Harry saliendo de la nada.

 

Draco no respondió; apenas si lo miró, estaba intentando no saltar del susto de ver a su parásito de Gryffindor salir de la nada en la biblioteca, un lugar al que Harry evitaba ir si no estaban en época de exámenes o buscando información sobre algo peligroso que podría potencialmente matarlo.

 

—Me siento con Jason, siempre me siento con Jason. —Dijo Draco mientras cerraba sus libros y empezaba a guardar sus cosas. - Además, no creo que a tus amigos les agrade la idea de que estés a mi alrededor.

 

Harry miró a Draco algo culpable; él mismo sabía que había empezado a apartarse un poco del rubio desde que este se fue después del partido final entre sus casas. Las últimas dos semanas se concentró en sus exámenes y en hablar con sus amigos de Gryffindor. En verano tampoco se vieron mucho y Draco solo le enviaba una que otra carta cada una o dos semanas, no precisamente dirigida a él, y él por alguna razón escribió muy pocas veces.

 

—Jason puede sentarse con Cass; en cuanto a Ron y Hermione, pueden sentarse juntos —resolvió Harry, insistiendo en ello.

— Ya veremos, Potter.

 

La primera clase de Defensa contra las Artes Oscuras no era algo que entusiasmara a Jason o a Draco. Cada paso que Jason daba hacia el aula lo hacía sentir más cohibido, una sensación que rara vez experimentaba. Había intentado hablar con Cass, su hermana, para contarle lo que sucedía a su alrededor, pero las palabras simplemente no salían. En momentos como ese, odiaba admitir que su hermano mayor tenía razón: a veces, la ignorancia realmente era más sencilla de manejar.

El profesor de Defensa ese año era Alastor "Ojoloco" Moody, un auror retirado con una reputación temible. Desde el primer momento en que entró al aula, arrastrando su pierna y escaneando a los estudiantes con su ojo mágico, quedó claro que no sería un curso ordinario. La clase comenzó con una frialdad que pocos profesores podrían igualar.

 

—Hoy vamos a hablar de los tres hechizos imperdonables. —Anunció Moody, su voz resonando como un trueno en el aula.

 

El monólogo imparable sobre lo peligroso de esos hechizos no faltó, aunque a Draco no le hizo ni pizca de gracia que ese fuera el tema de la clase; de hecho, él en ese momento prefería no pensar en porque su profesor quería enseñarles a jóvenes de 14 años sobre los imperdonables, en lugar de explicarle esos hechizos a los próximos a graduarse ese año…

 

—Este es el Imperius. —Gruñó Moody mientras la araña comenzaba a hacer piruetas en el aire bajo su control. - Con este maldito hechizo, pueden hacer que alguien haga cualquier cosa que desee. He visto personas matar a sus mejores amigos, incluso a sus propios padres, bajo su influencia.

 

La clase permaneció en silencio, algunos fascinados, otros horrorizados. Jason sintió una punzada de desagrado, quiso hechizar a su maestro cuando hizo aquella insinuación sobre la familia de Draco, salvandose de Azkaban por los pelos, pero no pudo hacer mucho, Draco le había quitado su varita por precaución. 

Moody mencionó el segundo hechizo y fue entonces cuando Harry comenzó a sentir su enojo burbujear bajo la superficie.

 

—El Cruciatus. —Dijo Moody, y la araña se retorció de dolor mientras el hechizo la golpeaba. El aula se llenó de murmullos ahogados.

 

Todos sabían lo que significaba ese hechizo: un dolor insoportable, un sufrimiento sin fin.

Jason miró a Neville, que estaba pálido. Sus manos temblaban. No era un secreto que la familia de Neville había sido afectada por ese hechizo. Jason sintió una mezcla de compasión y rabia crecer en su interior. Era como si Moody estuviera sacando a relucir las heridas más profundas de cada uno de ellos y le gustaba hacerlo.

Luego vino el Avada Kedavra, la maldición asesina. La araña murió al instante, y el peso de la clase cayó como una losa de piedra. Moody observó la clase con su ojo mágico, deteniéndose un momento en cada uno de los estudiantes. Cuando su ojo se posó en Draco, Jason sintió la tensión aumentar. Sabía que Draco también estaba molesto, y no fue solo por el tema de la clase.

 

—Estas maldiciones han sido utilizadas por los peores magos de nuestra historia, incluyendo a ciertos grupos de familias que prefieren no hablar de ello —dijo Moody, con un tono despectivo. - Algunos de ustedes podrían incluso conocer a personas que han sido víctimas de estos hechizos, o dicen ser víctimas de ellos. Tal vez también conocerán a quienes los han usado.

 

El comentario estaba cargado de insinuaciones, y todos sabían a qué se refería. Jason sintió la mirada de varios estudiantes dirigiéndose hacia Draco, esperando que dijera algo. Pero Draco se mantuvo en silencio, sus labios apretados en una línea dura.

 

—Y hablando de cosas desagradables, déjenme contarles de alguien que sabía mucho sobre el Imperius. —continuó Moody, su tono gélido. - Una mujer que usaba ese hechizo para controlar niños y hacer que comerciaran el polvo de ángel. Se decía que era una Black, aunque nunca se confirmó su identidad. De todos modos, ya sabemos lo que se dice de esa familia. Porque evidentemente, nadie olvida a la mayor aficionada del crucio, Bellatrix Lestrange antes, Black, quien usó dicho hechizo en ciertas personas hasta que éstas perdían la cordura.

 

Draco se quedó inmóvil, su rostro impenetrable, pero Jason, que lo conocía bien, vio la tensión en sus hombros. Sabía que su amigo estaba furioso, y también sabía que si decía algo ahora, solo empeoraría la situación. Jason quería intervenir; quería gritarle a Moody que dejara de jugar con las vidas y las historias personales de los estudiantes, pero se contuvo. No valía la pena, no ahí, no ahora. En especial porque Draco le había quitado su varita.

Harry no sabía qué pensar, ni del profesor, ni de la clase en general; la forma en que Alastor Moody exhibió a su amigo, la manera en la que sin una pizca de compasión puso a la araña frente a Neville mientras era torturada o como la mató frente a Hermione y él… Ron había hecho un comentario sobre la familia de Draco, sin embargo, Harry no se atrevió a juzgar nuevamente a los Malfoy, tomando las palabras de su mejor amigo como referencia.

 

—No sé quién está más loco, si el maniático de nuestro profesor o el imbécil de nuestro director que pensó que era una buena idea contratarlo. —Habló Blaise Zabini.

 

La clase había terminado, y mientras que algunos Slytherin se quejaban en voz baja, Draco se apartaba de sus serpientes y se acercaba a Jason.

 

—Jay, hablemos. —Dijo Draco mientras que Jason salía de su transo y asentía.

 

Caminaron hasta el salón de pociones, el cual estaba vació por completo.

 

—Aguantaste bien la mierda de ese idiota —habló Draco cansado, mientras le devolvía la varita a su amigo. - Si hubieras conjurado ese hechizo enfrente de todo el salón, no podríamos librarte de Azkaban tan fácilmente.

—¿Aguantar? Me quitaste la varita después de que hablara de tu familia. Estuve tentando a hacer magia sin varita —respondió Jason abriendo sus palmas, viendo su sangre en ellas por haberse enterrado las uñas. — Lo que sea, este colegio está cada vez más en decadencia; ya comprendo porque tu padre quería mandarte a Durmstrang.

—Es como si esta escuela estuviera maldita o algo así —contestó Draco recordando sus últimos tres profesores de defensa. - Cada maestro de Defensa está loco o arriesga nuestra integridad física o psicológica. Uno tenía a un genocida detrás de la cabeza, el otro no sabía nada más que mirarse a un espejo; el tercero era un maestro decente, lástima que también era un hombre lobo con tendencias a pelearse con el padrino perruno de Potter.

—Es una lástima que no presenciaras esa pelea; te fuiste demasiado pronto el año pasado. —Se burló un poco Jason, recordando cómo Remus y Sirius se fueron a los golpes en la estación del tren a finales del año escolar anterior. - Estoy molesto con Dick.

—Sí, creo que ya se ha enterado todo el colegio; incluso Tim estaba molesto con él, lo cual es totalmente nuevo y preocupante.

—Lo expulsaron por Roy y se fue sin reclamar porque a quien querían realmente era a mí. —Las palabras de Jason salieron con rabia, pero Draco presentía que esa no era realmente la razón por la que su amigo estaba molesto con su hermano. - Descubrió que me están siguiendo, a mí y a Damian; no me dijo nada; aun cuando soy a quien buscan, lo oculto hasta el final y de no ser porque lo escuche hablar con Bruce sobre esto no me lo hubieran dicho.

—Había supuesto que esto pasaría —murmuró Draco un poco culpable, porque eso último él lo sabía. - La liga de asesinos mágicos está tras Damián; es por eso que se quedó en mi casa todo el verano.

—Sí, supuse que algo sabrías tú de todo esto; tengo que admitir que también me molesta mucho contigo, pero, con Thalia persiguiendo a Damian, comprendo que tu prioridad es mantenerlo fuera de su alcance —dijo Jason con algo de resentimiento. - Aunque una carta con algo de información me hubiera servido de mucho. ¿De qué lado está tu lealtad, Draco?

—De quién gane, por supuesto. —Respondió el rubio en broma, mientras miraba a su amigo con los ojos entrecerrados. —Pero estoy seguro que no estás hablando de la división entre Dick y tú o sobre la futura guerra que nuestros padres están tratando de evitar.

—¿Qué tal ayudarme a ingresar al torneo de los tres magos? —Preguntó Jason con humor, mientras que Draco abría los ojos, espantado ante tal proposición.

—Loco, pensé que de los dos a quien consumiría la locura de los Black sería a mí, pero me he equivocado. —Draco se iba a negar, claro que se negaría como no iba a hacerlo… - ¿Acaso quieres matarte? Loco suicida, no, no voy a ayudarte a matarte, iría a Azkaban antes.

—Venga, Dray, no sobre reacciones, era broma, no estoy siendo serio. No he llegado a ese auge de demencia —dijo Jason mientras que Draco lo juzgaba con la mirada. —Pero si requiero tu ayuda en otra cosa, dijiste que tú y Damian aprendieron artes oscuras y magia de sangre en vacaciones. ¿Puedes enseñarme?

—Bueno, en comparación con pedirme que te ayude a suicidarte en ese estupido torneo, enseñarte a ser un mago oscuro es sin duda una petición más accesible.

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