
COMPRAS NAVIDEÑAS.
Durante la cena Harry había preguntado si podía visitar el Callejón Diagon dando la excusa de que necesitaba comprar algunos regalos de último minuto. La señora Black lo había mirado fijamente durante un minuto entero.
“Solo si te pintas el cabello para ir, eres demasiado reconocible.” Harry la miro ofendido, él no era reconocible. Los alumnos en Hogwarts se habían encargado de decirle una y otra vez como no se parecía tanto a sus padres como debería.
Su cabello era negro pero no alborotado como el de su padre, Harry lo llevaba largo y casi siempre lo mantenía amarrado, solo lo soltaba cuando Tuch quería esconderse entre el. Tracey seguía tratando de convencerlo para hacerle trenzas pero hasta ahora no había caído en la tentación.
Utilizaba lentes pero no eran redondos y gigantes como los que aparecían en la portada de “Las aventuras maravillosamente mágicas de Harry Potter.” Sus lentes eran más ovalados que redondos y no abarcaban la mitad de su rostro.
Lo más diferente de todo era su cicatriz plateada y gigante, las personas solían mirarlo como si desconfiaran de que fuera el famoso Harry Potter, después de todo Harry Potter tenía ojos verdes (sin plateado) cabello por todos lados, lentes gigantes y una cicatriz en la frente de color rojizo. O al menos eso es lo que los libros decían.
La Señora Black lo observo bajar las escaleras y asintió satisfecha. Había insistido en que Harry se pintara el cabello de otro color y después de un intenso debate (Harry nombraba colores y la señora Black negaba con firmeza) había ganado el plateado.
Tuch se había reído de él cuando su cabello por fin estuvo seco y sedoso. Se veía extraño, no era exactamente blanco y reflejaba la luz de las velas cada que se movía. Sus cicatrices plateadas parecían difuminarse ligeramente con su piel ya que al no ver la luz del sol en meses ahora era extremadamente pálido.
“Parezco un Malfoy.” Murmuro con horror.
“Pareces un anciano Harry.” Le había dirigido una mirada indignada a la serpiente.
No parecía un anciano, ni siquiera tenía 12 años.
Kreacher había prometido que la poción solo duraba 24 horas por lo que no tenía que preocuparse. Eso no lo calmó para nada, el lado bueno de todo esto es que iría al Callejón Diagon de nuevo. Había querido ir a visitar la tienda de Baúles para agregar un gimnasio y una habitación donde pudieran entrar sus amigos sin que vieran nada extraño, algo así como su sala común privada.
Kreacher lo dejó detrás de una tienda de sombreros mágicos. “El intruso plateado debe llamar a Kreacher antes de la cena.”
Harry quiso poner a prueba su disfraz y se compró un sombrero de color gris que en lugar de ser puntiagudo caía como una especie de boina. Según el dependiente (quien por cierto no lo reconoció) era la última moda mágica.
Después de eso Harry se encamino hacía el Callejón Fabricant. Tuch iba escondida en una bufanda negra que había encontrado en su habitación, era perfecta para que la serpiente se camuflara.
El ridículo letrero de un Baúl café con manos lo recibió. Cada que visitaba la tienda parecía ser más ridícula.
Detrás del mostrador seguía estando la misma chica castaña, su gorrión se inclinó a susurrarle que un nuevo cliente había entrado y la chica levanto el rostro poniendo su mejor sonrisa falsa.
“¿Buscabas algo?” Dejo su revista a un lado . “Los baúles son excelentes regalos de navidad.”
“En realidad ¿me preguntaba si estaba Greg?” Harry señaló su bolso. “Compré un baúl hace meses y me gustaría agregar varias cosas.”
La chica frunció el ceño levemente pero asintió y desapareció detrás de la cortina. Harry esperaba que estuviera buscando a Greg y no ignorándolo como la última vez. Mientras esperaba saco un pequeño trozo de pergamino donde había escrito un par de preguntas.
¿Cuál era la capacidad máxima de los baúles? ¿Se podían meter extensiones de tierra dentro de los baúles? ¿Se podía crear, conectar y usar una red flu dentro de un baúl? ¿Si dos personas tenían cada uno un baúl podían tener una habitación compartida?
Y finalmente.
¿Se podrían mudar varias personas a baúles y sobrevivir? ¿Se podrían guardar casas ancestrales dentro de los baúles?
Harry sentía que esta última pregunta era importante si quería lograr que los sangre pura mínimo consideraran mudarse.
El recuerdo de la destrucción que trajo consigo Voldemort lo atormentaba y su regreso podía ocurrir en cualquier momento, las tecnologías muggles podían avanzar en cualquier segundo. Harry necesitaba encontrar una forma de evitarlo o de al menos, salvar al mundo mágico.
Su idea principal había sido encontrar un terreno y encantarlo hasta los dientes pero los hechizos podían fallar y no había encontrado un terreno lo suficientemente grande todavía. Harry estaba desesperado, por ahora se centraría en los baúles, no era la mejor idea pero era lo que tenía.
“¿Buscabas agregar habitaciones a tu baúl?” Una voz lo sacó de sus pensamientos, Harry hizo una bola con el pergamino y sonrió.
“Si, me preguntaba si podía agregar dos habitaciones.” El dueño, Greg lo hizo pasar a una habitación que estaba al lado y Harry colocó su bolso sobre una mesa de trabajo. “¿Hay algo así como gimnasios en el mundo mágico?”
Greg dejó de revisar su bolso para mirarlo fijamente con una extraña mueca de duda. Tuch soltó una extraña risita, aparentemente los magos no hacían ejercicio. Eso explicaba mucho.
“Quiero que no se pueda pasar a las otras habitaciones.” Continuo después de un silencio incomodo. Greg asintió, su extraña ave roja se acicalaba sobre un posadero.
“Tengo algunas guardas aquí que puedes revisar.” Harry tomo el pequeño libro y lanzo una ráfaga de magia hacia la estrella que se encontraba en el centro de su bolso para que se convirtieran en un baúl negro con detalles plateados, estaba bien cuidado y Harry esperaba que le durara muchos años, no tenía planes de gastar tanto dinero nuevamente.
“¿Deberíamos?
Harry asintió y juntos bajaron hasta la pequeña biblioteca que también funcionaba como sala de estar. Harry había tratado de guardar los libros más cuestionables que tenía en su colección (que hasta el momento no eran tantos) aun así sus estantes estaban más llenos de lo que esperaba.
“Me gusta lo que hiciste con el lugar.” Harry se sonrojo levemente y casi enterró el rostro en el libro de guardas. Tuch estaba extrañamente en silencio, por el movimiento de su cuerpo parecía estar riéndose. “ Cuéntame que quieres agregar.”
“Me gustaría que en lugar de llegar a esta habitación se llegara a otra sala de estar.”
Greg frunció el ceño levemente, movió su varita en un patrón complicado una luz azul pálido apareció en la punta de esta, el chico saco un pedazo de pergamino de sus bolsillos, la extraña luz pareció hundirse en el pergamino. Lo que parecía ser un plano surgió en su lugar. “Mira, se puede hacer pero los hechizos de expansión quedarían muy inestables.”
Garabateo suavemente dibujando diferentes runas por todo su pequeño hogar. Era un hechizo interesante, al parecer con un movimiento de varita podías conseguir los planos de un lugar. ¿Funciona con casas mágicas? ¿Con casas muggles? ¿Hay alguna forma de evitar el hechizo?
“Tienes que aprender a hacer eso.” Tuch murmuro sacándole una sonrisa a Greg.
“Tal vez te enseñe en otro momento…” La frase se quedó suspendida por varios segundos y Harry capto que le estaba pidiendo su nombre. No podía decirle que su nombre era Harry, a pesar de no verse como bueno.. él mismo existía la posibilidad que alguien lo reconociera.
“Antares, mi nombre es Antares.” Greg asintió y le sonrió suavemente. Harry no se sonrojo, definitivamente no.
“Muy bien Antares, entonces para poder hacer los hechizos de extensión necesita haber una base.” El hombre se quedó en silencio por unos segundos y pareció estudiarlo. Dio la vuelta a su pergamino y dibujo un círculo con un punto en el medio. “Supongamos que este punto está en tu habitación, vendría siendo la piedra base.” Harry asintió prestando atención. Greg dibujo todas las habitaciones sobre el circulo y Harry pudo notar como de alguna forma todas estaban dentro de este (o al menos la mayor parte de ellas). “Si agrego dos habitaciones con la piedra donde está el equilibrio sería muy frágil y podría romperse en cualquier momento.”
“¿Y eso sería malo?” Tuch susurro sacando su lengua para olisquear el aire con curiosidad, al no poder ver esperaba que Harry le explicara las cosas.
El ave del hombre asintió con dramatismo.
“Si hay alguien dentro del baúl cuando se rompa el encantamiento podría ser mortal.” Tuch frotó su cabecita contra Harry indicando sin palabras que entendía. “Mi sugerencia es cambiar las dimensiones dentro del baúl.” El hombre hizo un dibujo apresurado. “Mover la piedra aquí y se elimina el peligro de quedarse atrapado para siempre en esa dimensión.”
Lo último lo había dicho como una especie de broma pero la cabeza de Harry estaba dando vueltas, ¿los baúles eran otras dimensiones? Asintió a la idea de modificar las habitaciones distraídamente.
“¿Qué pasa con tus cosas… Antares?” Tuch al parecer no sabía cómo dirigirse a él en público y su voz vacilante lo saco de sus pensamientos. Repitió la pregunta un poco más fuerte, no quería perder todas sus cosas en alguna dimensión desconocida.
“Puedo lanzar un hechizo que pone todas las habitaciones en estasis mientras trabajo.” Harry asintió y después de un par de preguntas más como:
¿Necesitas entrar a mi habitación? Si.
¿Cuándo vas a tardar? Una media hora como mínimo.
¿Cuánto va a costar? 75 galeones.
¿Sabes de algún lugar donde vendan aparatos muggles? En la esquina de Larzem más adelante venden productos extranjeros y se cuelan muchas cosas muggles.
Harry pagó la mitad sintiendo como si le estuvieran sacando los dientes y prometió regresar en una hora.
“Supongo que deberíamos revisar la esquina Larzem mientras esperamos.”
“Después podemos ir a la biblioteca.” Tuch se asomó entre la tela de la bufanda. “Podemos buscar libros sobre Kucios, Kaledos y Dainas.”
La esquina de Larzem resulto ser una joya escondida. Harry encontró una tienda llamada StudnaME donde parecían vender alternativas mágicas a cosas cotidianas muggles entre ellas los gimnasios. Prometió regresar pero casi se le va la media hora viendo televisiones (tenían mucha estática y el audio se cortaba con frecuencia), una tostadora encantada para gritar cuando el pan estaba listo y teléfonos fijos que te insultaban si no contestabas una llamada.
Después de eso vago por la zona sin rumbo, de vez en cuando Tuch le pedía que se acercara a un estante en particular. Compró un collar que tenía el colmillo de una serpiente Selma, según la señora que se lo vendió estaba encantado para enfriarse si alguien cerca de Harry tenía malas intenciones par con él. Harry ya tenía planeado visitar Gringotts solo para asegurarse de que no tenía otros hechizos peligrosos extra.
Una bruja con una extraña túnica azul oscuro que cubría todo su cuerpo, cabello y daemonion dejando a la vista únicamente su rostro prometía vender objetos para esconder lo que el cliente quisiera. Había cajas, sacos, túnicas e incluso zapatos. La mujer lo estudio en silencio cuando tomo una bufanda hueca por dentro para estudiarla.
“Solo en estas tierras están mal vistas las serpientes, ¿sabes?” Su acento era extraño y pesado por lo que definitivamente era extranjera. A Harry no le importaba mucho de donde venia, le importaba que pareció adivinar con solo verlo que su Daemonion era una serpiente.
La mujer tomo la bufanda entre sus manos y saco una varita de quien sabe dónde. La movió sobre la bufanda en un patrón que se repetía una y otra vez al igual que el cantico que susurraba, se detuvo después de un par de minutos. La bufanda se veía exactamente igual.
“Ahora está encantada para que se pueda ver de adentro, para que no la puedan invocar, para evitar daños y repeler ataques menores así como para cambiar de color.” La mujer le mostro como cambiar el color de la bufanda y juntos crearon patrones extravagantes.
Los 10 galeones que costo fueron una buena inversión según Tuch. Harry le creería.
Cuando quiso ver a su alrededor para recordar la ubicación el puesto había desaparecido por completo y mientras Harry miraba a su alrededor con los ojos muy abiertos por la sorpresa Tuch cantaba alabanzas sobre los hechizos térmicos que al parecer había dentro.
“Esa tienda se ve tenebrosa, ¡entremos!” Harry suspiro y se dejó arrastrar metafóricamente por su serpiente.
Harry había tardado en convencer a Tuch de que no necesitaban una daga envenenada, no sabía exactamente qué hora era y fue en ese momento que se dio cuenta que necesitaba conseguir un reloj.
“¿Disculpe señor sabe de algún lugar donde vendan relojes por aquí?” El dueño de la tienda da espadas, dagas y más armas lo miró fijamente con su único ojo (el otro estaba cubierto por un parche) había un cocodrilo enano sobre el mostrador que se giró a mirarlo igual que su humano.
“Zhamas Time.” Fue la única respuesta que obtuvo.
Zhamas Time resulto ser una tienda de relojes antiguos llena de bueno, relojes, Harry salió con un ejemplar de color negro en su muñeca, el dueño había prometido (o al menos eso es lo que Harry entendió) que el reloj sería resistente a los elementos y a los rayones.
Con reloj en mano finalmente se dio cuenta que llevaba dos horas explorando.
Esperaba que Greg no se molestara por eso.
Resulta que Greg no se había molestado, le explico todo lo que había hecho en su baúl, ahora llegaría a un pasillo largo con puertas a los lados, el gimnasio lo colocaría del lado derecho con la pequeña sala común del lado izquierdo. Greg estaba tan contento por su compra que incluso respondió algunas de sus preguntas sin mirarlo de forma extraña.
“Los baúles no tienen una capacidad máxima como tal.” Había explicado mientras le entregaba una taza de té, Harry la tomó agradecido, estaba sediento después de tanto caminar. “Todo depende de la cantidad de piedras base que tengas.”
“¿Entonces podría digamos guardar una mansión entera dentro de un baúl?” El pobre hombre se atraganto con su té.
“Bueno, nunca le he intentado.” Harry tarareo. “Y no creo que sea seguro tampoco porque si algo falla…”
“Podría desaparecer todo y quedarse en esa dimensión.” Terminó por él frunciendo el ceño levemente. “¿Eso quiere decir que no se pueden meter extensiones de tierra dentro de los baúles?”
“¿Quieres tener un jardín?” Harry se encogió de hombro sin querer rebelar demasiado. “Tal vez en el futuro.”
“Es peligroso pero no imposible, primero tendría que crearse la habitación y después agregar la tierra, transfigurar el entorno… sería difícil.” Concluyó.
Pero no imposible. Harry se aferró a esa esperanza.
Decidió irse brevemente después de eso y dejar el resto de sus preguntas para otro día, no quería empujar demasiado al hombre y le estaba comenzando a dar hambre.
Fue cuando llegó a casa que Tuch le recordó que no le había pedido que le enseñara el hechizo.
Ni Kreacher ni la señora Black lo molestaron por el resto del día, tal vez pensaban que necesitaba tiempo para empacar sus regalos. Había considerado comprarles un regalo a ambos pero no los conocía lo suficiente como para predecir su reacción, lo más seguro era no hacerlo.