
POLVO, RATONES Y CHISMES.
Harry Potter salió de la sala común de Slytherin a las doce de la noche después de repasar sus apuntes una y otra vez para no olvidar nada importante, esta vez no tenía ni el mapa ni la capa que recordaba del mundo alfa. En su lugar tenía un daemonion de serpiente que se arrastraba por los pasillos del castillo y siseaba suavemente cuando detectaba un olor.
Tardaron en subir ya que no querían arriesgarse a ser atrapados. En cada esquina Tuch asomaba la cabecita con su lengua afuera y después de unos segundos se giraba y asentía. Escucharon varias voces e incluso una vez un par de prefectos encontraron a una pareja detrás de una estatua.
“¡Quince puntos menos de Ravenclaw Osmund!" Una pausa "¿Lena con Osmund en serio?” Hubo susurros frenéticos por unos segundos. “Otros quince puntos de Ravenclaw.”
“Uno pensaría que ser atrapada besando a Osmund seria castigo suficiente.” Otra voz sonaba ligeramente exasperada. “Vámonos de aquí, hace demasiado frio cerca de las mazmorras.”
Harry se mantuvo escondido detrás de una armadura hasta que escucho que el par de prefectos se alejaba.
Llegaron a salvo hasta el corredor del tercer piso y Harry abrió la puerta con un sencillo alohomora. Tuch y él habían acordado que no hablarían a menos que fuera necesario para no alertar a alguien de su presencia por lo que después de cerrar la puerta con cuidado Harry encendió una radio mágica que había pedido por lechuza cuando recordó la existencia de la piedra… y también de Fluffy.
Una delicada melodía inundo la habitación y Harry se quedó de pie cerca de la puerta hasta que el perro gigante se durmió. Coloco la radio en una esquina bajo la atenta mirada de Tuch y con un obstáculo menos abrió la pequeña puerta que estaba cerca de una de las patas de Fluffy. Tomó aire como si estuviera a punto de aventarse al agua y apenas pestañeo cuando sintió a Tuch trepar su cuerpo.
Harry se lanzó. Su varita apretada en su mano y en cuanto toco la planta grito. “Lumos máxima.”
Tuch se quejó suavemente y Harry tuvo que apretar los ojos con fuerza pero después de un par de segundo sintió como la planta se alejaba de él. Al llegar a la cámara que había debajo del lazo del diablo, Harry se detuvo a tomar el aliento un par de segundos.
Una cosa era soñar con eso y otra cosa era vivirlo. No creía que la aventura fuera lo suyo, al menos no en esta vida.
Tuch bajo de su cuerpo cuando llegaron a lo que parecía una biblioteca y procedió a maldecir logrando que las orejas de Harry se sonrojaran. Una biblioteca no estaba dentro de sus recuerdos.
¿Cambiarían el resto de los acertijos?¿Debería regresar otro día?
Tuch tomo la decisión por ambos cuando avanzo hacia la puerta, había un pequeño cartel pegado en esta donde se leía:
“Estas en la habitación del saber,
Donde el conocimiento se guarda como los dragones a sus tesoros
Para salir encuentra la llave,
Escondida entre sus semejantes está la clave.”
Harry leyó el pasaje un par de veces y después suspiro. Tendría que encontrar un libro en específico pero ahí había fácilmente cientos de ellos. Por si acaso provo con otro alohomora que no hizo nada y refunfuñando comenzó a buscar en los estantes.
Se paseo por la pequeña biblioteca, Tuch se encontraba enredada en su cuello murmurando opciones de vez en cuando. Ambos se habían rendido sobre no hablar y compartían sus ideas con frustración.
“Dragones Siberianos y como cuidar sus escamas.” Leyó en voz alta.
“El acertijo habla sobre dragones.”
Harry saco el libro y recibió una bocanada de polvo en lugar de una llave. Lo volvió a colocar en su lugar mientras estornudaba.
“Espero que no todos sean así.”
“Prueba otro.” Harry miro fijamente a Tuch poniéndose ligeramente visco. “Para comprobar.”
Harry saco otro libro sin siquiera mirar al título y una nube de polvo lo hizo estornudar de nuevo, una extraña risa sibilante lo hizo reconsiderar todas las decisiones de su vida.
“No tenemos tiempo para bromas Tuch.” Volvió a meter el libro con un poco más fuerza de la necesaria y una nube extra esta de color rojo lo hizo estornudar y luego quedarse quieto mirando alrededor.
“No fue una broma era un experimento.” La serpiente saco su lengua olisqueando el aire. “Esa nube de humo fue diferente.”
Harry no quiso experimentar más, en su lugar regreso a la puerta para volver a leer el acertijo.
“No se trata de dragones, ¿tal vez tesoros?” Miro a su alrededor buscando algún libro sobre tesoros.
Protege tus tesoros, una guía sobre maleficios comunes le lanzó más polvo. Harry se cubrió la boca y nariz con su bufanda de estrellas después de eso.
Leprechauns, historias de tesoros falsos también. Tuch parpadeaba rápidamente ya que incluso ella había recibido su porción esta vez.
“Con lo exigente que es Madame Pince sobre el cuidado de los libros.” Se quejo Harry en voz alta.
La mujer había regañado a Millie una vez por no colocar un libro correctamente y a Theo por llevar una pila de libros “Sin ningún cuidado.” Tuch murmuraba de acuerdo con el cuándo el título de un libro lo hizo detenerse.
“Cuidado y Conservación de libros, deja tus libros como nuevos.” Harry miro el titulo con la boca abierta y rápidamente la cerro por si acaso. ¿Seguramente no era así de fácil? Lo tomo y abrió con aprensión. Tenía la cara hacia un lado por si acaso salía disparada otra nube de polvo pero esta vez no salió nada. Había una llave antigua dentro del libro.
Harry la tomo rápidamente y después de colocar con igual rapidez el libro (ganándose una nube roja por colocarlo sin cuidado) avanzo casi corriendo hasta la puerta.
En lugar de un partido de ajedrez lo recibió un habitación llena de ratones que caminaban sin preocupaciones por la habitación. Harry se detuvo por un par de segundos considerando seriamente dar la vuelta y dar la piedra por perdida. Solo los recuerdos del horror que traería el regreso de Voldemort se lo impidieron.
Eso y los susurros emocionados de Tuch.
“¡Mira cuantos ratones Harry!” La serpiente se había bajado de sus hombros y asustaba alegremente a los pobres roedores. “¿Crees que puedo comerlos?”
“No lo sé Tuch, no sé si son ratones de verdad.” Harry ignoro a su Daemonion y avanzo hasta la puerta que estaba al otro lado de la habitación, en cuanto se acercó a ella los ratones comenzaron a morderle los tobillo. Tuch elevo su torso indignada con los colmillos al descubierto logrando alejar a los ratones por unos segundos.
A pesar de su hostilidad los ratones se acercaban a morderlo cada que caminaba hacia la puerta. Al final tuvo que detenerse a un par de metros de distancia para poder pensar sin recibir mordiscos.
“La primera prueba fue Cuidado de Criaturas Mágicas, la segunda de Herbología.” Se detuvo a pensar por unos segundos. “¿La tercera era sobre la biblioteca?”
“Parecía una biblioteca.” Tuch confirmo y Harry se sacudió un poco de polvo que todavía tenía en el pelo.
“En el otro mundo había un tablero de ajedrez que hizo la profesora McGonagall.” Dio un paso para acercarse a la puerta y un ratón se acercó a mordisquearlo. “¡Ay!”
Tal vez los ratones también eran de la profesora McGonagall. Habían comenzado a practicar el movimiento para convertir un ratón en una caja de rapé. Hasta el momento no habían practicado con ratones reales pero podía intentarlo, Tuch parecía estar teniendo un día de campo pero Harry no quería pasar toda la noche rodeado de ratones.
Se alejo de la puerta para tener un blanco más limpio y después de practicar el movimiento de varita un par de veces atacó. “Animaobiecto.”
Una luz azul salió de su varita impactando el ratón más cercano el cual chillo y se convirtió en una caja de rape la cual todavía tenía cola.
“Espero que no tengan que ser perfectas.”
Después de eso Tuch y el trabajaron en equipo hasta que todos los ratones estaban en diversos estados de transformación. Algunas cajas de rapé tenían cola, otras chillaban o intentaban seguirlo cuando se acercaba a la puerta. Cuando finalmente logro alcanzar el pomo de esta estaba feliz de dejar la habitación atrás.
Esa felicidad solo creció al darse cuenta de que el ultimo acertijo parecía ser el mismo del mundo alfa. Por si acaso leyó todo una y otra vez. Sería demasiado tonto de su parte morir por no cerciorarse de que era lo mismo.
Después de compartir una mirada con Tuch tomo la botella azul que según sus recuerdos contenía la poción que le permitiría atravesar las llamas frente a él. La tomo de un trago y arrugo la cara por el sabor.
Atravesó las llamas sin perder el tiempo.
En lugar del espejo que esperaba lo recibió una habitación oscura. Cuando la puerta se cierra detrás de él aparece un escrito dorado flotando en el medio de la habitación.
“Es un poco tenebroso si lo piensas.” Tuch susurra en su oído y Harry está de acuerdo de todo corazón.
Avanzó para poder leer el texto y tuvo que entrecerrar los ojos un poco ya que el brillo le lastimaba la vista pero al final logro resolverlo.
“Para ver lo que buscas, debes mirar dentro de ti. Responde a la pregunta y la luz te guiara.” Cuando Harry termino de leer el texto cambió, Tuch lo apretó ligeramente cortándole el aire por unos segundos sorprendida. Una pregunta apareció con la misma luz dorada brillante que le irritaba los ojos. “¿Cuál es el poder que puede iluminar incluso los corazones más oscuros?”
Harry no lo sabía.
El pánico comenzó a inundarlo, su respiración se aceleró.
Lo atraparían, no podrá salir de allí y se darán cuenta que iba a robar la piedra, harían preguntas y Tuch. La forma final de Tuch seria revelada y ambos estarían en peligro. ¿Qué le harían? ¿Lo matarían en ese momento?
“Harry calmante.” La voz de Tuch parecía lejana y por un instante el pánico de Harry creció.
Ya lo habían separado de ella.
Un pinchazo agudo lo anclo, Harry miro a su alrededor frenéticamente, le dolía el pecho y todavía le costaba respirar. La pequeña cabeza de Tuch apareció frente a su rostro.
“Respira Harry.” Le ordeno, sus brillantes ojos negros lo estudiaban con atención, se inclinó ligeramente hasta que su cabecita toco su nariz. “Estamos a salvo, concéntrate en respirar.”
Después de unos segundos donde todo lo que sentía era la fría lengua de Tuch en sus mejillas dejó de dolerle el pecho, su visión ya no se sentía como un túnel. Gracias a eso pudo darse cuenta de que tenía las mejillas húmedas y frías, probablemente rompió a llorar en algún momento y eso era lo que había estado haciendo Tuch. Limpiarle las lágrimas.
“Bien, ahora piensa.” Su Daemonion se movió sobre sus hombros apretándolos regularmente. “Piensa en todo lo que sabes de Dumbledore. Y en cómo ve el poder.”
Con un suspiro tembloroso Harry lo hace.
“Dumbledore es el mago más importante de su época.” Puede sentir que es un desastre. El polvo se mojó con sus lágrimas y ahora siente todo su rostro pegajoso.
“¿Qué más?” Los movimientos rítmicos lo calman hasta que su voz deja de temblar.
“Voldemort no se atrevía a enfrentarlo, peleo contra Grindelwald y ganó.” Harry hizo una pausa cuando el recuerdo de un libro sobre los secretos de Dumbledore le provoco dolor de cabeza. “Estuvo en una relación con Grindelwald.”
Tuch resoplo lo que sonaba muy extraño viniendo de una serpiente. “Claro que sí.”
“El ministro estaba convencido de que le robaría su puesto.”
“¿Y por qué no lo hizo? Era muy poderoso.” Con su introspección olvidada (y Harry más tranquilo) los rumores y chismes comenzaron a brotar como un rio.
“Creo que por su relación con Grindelwald, ¿recuerdas que era un mago oscuro?” Tuch asintió. “Al parecer Dumbledore estuvo de acuerdo con su forma de pensar y después se arrepintió por eso trataba de estar alejado del poder.”
“Pero la pregunta es sobre un tipo de poder.”
Y entonces los recuerdos lo golpearon con tanta fuerza que se tambaleo.
Dumbledore afirmaba que Harry tenía un poder que Voldemort no entendía, algo tan poderoso que había logrado que el sacrificio de su madre lo protegiera por años.
“El poder del amor.” Tuch resoplo sin poder creerlo pero la habitación comenzó a iluminarse gradualmente. Las letras doradas explotaron y parecieron crear un camino en su lugar.
Harry lo siguió sin detenerse a cuestionar lo fácil que había sido dar con la respuesta (si uno ignoraba su pequeño ataque de pánico había sido relativamente fácil). Una caja de madera de color marrón brillaba ligeramente y cuando Harry la toco se abrió automáticamente.
Había una piedra roja dentro.
“¿Es enserio?” Tuch sonaba exasperada.
Harry tomo la piedra y la metió en su fiel bolso. La guardaría mejor en cuanto llegara a su habitación. Volvió a dejar la caja donde había estado y salió corriendo por la puerta agradeciendo que no tuviera llave.
Regreso a la sala con el resto de las pociones y tomo la poción del bote rojo recordando que había sido la que tomo Hermione para regresar a buscar ayuda en el mundo Alfa.
Las llamas le hicieron cosquillas al pasar pero llego al otro lado a salvo.
Algunos ratones habían perdido su forma de caja de rapé y trataron de perseguirlo mientras cruzaba a toda velocidad pero no parecían tan desafiantes mientras chocaban contra cajas de rapé peludas. Cruzo la pequeña biblioteca tan rápido que sus piernas habían comenzado a acalambrarse y por primera vez se preguntó como lo había hecho Hermione.
Trepo una escalera que parecía estar hechizada para repeler al lazo del diablo y casi salta fuera de su piel cuando escucho a Fluffy quejarse entre sueños. La radio ahora tocaba una melodía rápida que al parecer inquietaba al perro de tres cabezas. Harry tomo su radio y la apago cuando estaba al lado de la puerta. No quería arriesgarse a que el perro gigante se despertara de lo que parecía ser una pesadilla y decidiera comérselo por su mal gusto musical.
Salió de la habitación con la piedra filosofal en la bolsa.
Tuch lo guio por los pasillos. Corrieron y se escondieron en un salón viejo y polvoriento cuando escucharon pasos rápidos por los pasillos. Harry contuvo la respiración y Tuch se asomaba por la ranura que había debajo de la puerta tratando de captar algo.
“Vamos, no hay nadie cerca por ahora.” Harry tomo a su Daemonion en sus brazos y salió corriendo como si lo estuviera persiguiendo el diablo.
Le ardían los pulmones y las piernas. Cada que se detenían cuando Tuch detectaba un olor lo hacía replantearse el comenzar a hacer ejercicio.
A partir de mañana se levantaría una hora antes para hacer ejercicio. Perder el aliento por correr era peligroso, tal vez obligaría a Blaise y a Theo a ir con ellos. Tenía la sensación de que si invitaba a Daphne moriría y Tracey y Millie no parecían ser capaces de aceptar dormir una hora menos.
Se arrastro dentro de las mazmorras y se apresuró a llegar a su habitación compartida. Abrió la puerta con cuidado y lo recibieron cuatro pares de ojos mirándolo fijamente. Blaise y Theo así como Sala y Nova.
Los tres estuvieron sin decir nada por unos segundos, Harry trataba de respirar correctamente, Tuch se había escondido a tiempo en una de sus mangas y lo regañaba por correr por todo el castillo como un pollo sin cabeza.
Harry se dejó caer en su cama la cual estaba en medio de los dos chicos y con la mirada perdida murmuro.
“Maldito sea el poder del amor.”
ºxº
Las vacaciones de navidad se acercaban con tanta rapidez que Harry no tuvo tiempo de preocuparse porque lo atraparan con la piedra.
La piedra filosofal ahora estaba envuelta en un calcetín que ya no tenía pareja y asegurada debajo del colchón en su bolso/baúl. La había colocado con cuidado de no romperla. Tuch estaba molesta porque Harry no la había dejado colocar la bonita piedra en el nido que había construido en uno de los estantes de la biblioteca pero Harry temía que se cayera desde esa altura.
Al otro día de su atraco había obligado a los dos chicos a salir a correr. Blaise le había lanzado un hechizo punzante y frunció el ceño cuando Harry lo esquivo, Theo no le había hablado en todo el día pero de alguna manera siguieron regresando a pesar de que se quejaban sin parar de sudar tan temprano en la mañana.
“Sudamos como puercos pero de camino a la sala común ya estoy congelado de nuevo.” Blaise se frotaba los brazos con una mueca en el rostro tratando de mantener el calor, Sala caminaba cerca de sus piernas y parecía extremadamente irritada por tener que levantarse temprano.
Theo sufría en silencio, Nova se aferraba a su hombro y graznaba indignada si el chico hacia movimientos bruscos. Ambos Daemonions tenían que volar o correr respectivamente detrás de sus humanos por lo que no estaban demasiado felices por el nuevo arreglo.
Las chicas los veían sufrir en silencio y hasta la fecha no habían hecho ningún comentario sobre su nueva rutina matutina. Nadie había preguntado sobre la piedra pero cuando se reunieron el sábado en la mañana en la puerta de entrada para ir juntos al Gran Comedor todos lo miraron fijamente por unos segundos. Harry asintió y después de eso todos fueron a desayunar.
En la semana siguiente se dio cuenta que la vigilancia a su alrededor se hizo más intensa. Una de sus cartas había sido obviamente abierta, afortunadamente para él solo era un folleto sobre los nuevos libros que habían llegado a la librería que frecuentaba. Lo malo es que ahora sabían cuál era su librería favorita.
Decidió no enviar correos importantes y le pidió prestada su lechuza a Blaise, una lechuza café y esponjosa llamada Avorio para enviar cartas a su gerente de cuentas y a la Señora Black e informarles sobre los nuevos acontecimientos.
Snape lo miraba con más odio de lo normal y todos los maestros estaban un poco nerviosos. Quirrell en particular parecía haber visto un vampiro con lo pálido y asustadizo que estaba, tenía grandes ojeras debajo de los ojos y se estremecía levemente cada que un alumno hablaba, incluso su Daemonion estaba nervioso moviéndose y mirando para todos lados de forma errática. Dumbledore no había bajado a desayunar por dos días y el tercero había recibido un aullador, los alumnos lo habían visto llegar con aprensión hasta que se dieron cuenta que era para el director y todos comenzaron a murmurar furiosamente.
Desafortunadamente para todos el hombre había lanzado una barrera protectora alrededor del sobre humeante por lo que nadie se enteró de lo que decía.
Tracey había visto los hechos con la boca abierta, una cucharada de avena escurría sobre su plato mientras Drovu susurraba con furia lo injusto que era no poder escuchar lo que decía el aullador. Millie había tenido que cerrarle la boca ya que la intensa mirada de Daphne prometía consecuencias peores para tal falta de modales.
Para la hora del almuerzo los rumores eran cada uno más escandaloso que el anterior, el más común decía que habían sido los padres de Hermione los que habían mandado el aullador.
“¿Cómo se atreven esos simples muggles a hacer algo como eso?” Draco (y los Slytherins en general) parecían haber olvidado que Dumbledore había estado en el lado enemigo durante la última guerra.
La pobre de Hermione había sido acosada con todo tipo de preguntas, su paloma se posaba sobre su cabello y miraba con aprensión a cualquiera que se les acercara pero no parecía funcionar muy bien. Para sorpresa de todos su pequeño grupo de amigos Tracey la había defendido de un grupo de Ravenclaws de su año que parecían perseguir a la chica por todos lados.
“¿Les enseñaste a tus padres como hacer un aullador?” Pregunto una chica con coletas y rostro naturalmente sonrojado.
“¿Son tus padres magos en secreto?¿Por qué no le dices a nadie?¿A que escuela fueron?” Una chica con gafas azules pregunto tan rápido que Hermione se detuvo un par de segundos por el impacto, la chica aprovecho para disparar más preguntas. “¿Son magos oscuros?¿Son prisioneros fugados?”
“La chica no sabía ni siquiera lo que era un aullador, la vi buscando un libro sobre el tema durante un periodo libre.” Tracey se metió en la conversación cuando Hermione parecía que estaba a punto de romper en llanto o a gritos. Todo su rostro estaba rojo y su cabello parecía más alborotado que nuca Bee también se veía bastante esponjado.
Daphne miro de Hermione a Tracey como si esperara que algo se le rebelara. Cuando estuvieron a una distancia segura no pudo evitar preguntar. “¿Por qué defendiste a un Gryffindor?”
Tracey se encogió de hombros lo que hizo que los labios de Daphne se apretaran con más fuerza. “He visto lo buena que es para investigar cosas, me parece que nos ayudaría a acortar el tiempo de nuestras investigaciones.”
“No puedes estar hablando enserio.” Tracey miro a Theo con una ceja elevada como si lo estuviera retando a decir algo. “Pero ella es-“
Pareció notar la forma en la que tanto Tracey como Harry lo miraban como si estuvieran esperando la primera sangre para atacar porque no dijo nada después de eso pero Nova no los saco de su campo de visión.
Para la hora de la cena los padres de Hermione habían sido dejados de lado. Ahora se creía que el aullador había sido enviado por un amante secreto. Harry se atraganto al oír a Pansy susurrar con un tono de voz que instaba a que todos se unieran a conspirar con ella, Daphne arrugo su delicada nariz cuando Harry comenzó a toser y Blaise lo miraba como si estuviera esperando que compartiera lo que sabia. Harry no lo hizo.
Una semana después todos habían olvidado el aullador demasiado emocionados por las vacaciones de invierno. Era un concepto extraño tener familia que lo esperara (aunque esa familia fueran una pintura y un elfo cascarrabias) al parecer Kreacher había falsificado la firma de su tía. Harry ni siquiera intento preguntar.
Cuando entrego su permiso para regresar a casa firmado Snape lo había mirado con sospecha y había lanzado tantos hechizos de diagnóstico que al final el pedazo pergamino humeaba ligeramente.
Un día antes de que saliera el tren por vacaciones una nota con el sello de la familia Black apareció en la mesita de noche al lado de su cama. En la carta se le indicaba que tomara el tren y atravesara la barrera, había dinero muggle suficiente para que pudiera pagar un taxi de la estación hasta la casa, en la carta le indicaban que se bajara un par de cuadras antes por si acaso.
Theo y Blaise abrieron mucho los ojos cuando lo vieron leyendo la carta pero ninguno de ellos menciono nada y bajaron a hacer ejercicios como de costumbre