CICATRIZ DE RAYO.

Harry Potter - J. K. Rowling His Dark Materials - Philip Pullman
G
CICATRIZ DE RAYO.
Summary
Harry Potter recordaba haber muerto rodeado de sus familiares y los pocos amigos que aun seguían vivos.Entonces, ¿Por qué estaba arrodillado en una habitación vacía frente a un grupo de seres extraños que gritaban sobre líneas del tiempo, destino y magia? ¿Y que es eso de salvar al mundo mágico?
Note
Se que no es un titulo muy innovador pero no sabía cual ponerle y al guardarlo mientras escribía decidí poner ese y simplemente se quedó. Debo aclarar que no habrá parejas hasta mínimo tercer grado.Bienvenidos a este fic que a sido francamente todo un viaje, espero que lo disfruten como yo disfrute escribiéndolo.ACTUALIZACIONES TODOS LOS VIERNES.
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¿CUALES SON TUS AMBICIONES?

El resto del viaje lo pasaron en un glorioso silencio, la preocupación de Hermione crecía cuanto más se acercaban a Hogwarts había comenzado a recitar datos de memoria en algún punto, el palomo estaba sobre su cabeza por lo que su cabello ahora parecía un nido literal.

Neville se había refugiado en un libro sobre plantas fluorescentes y a menudo intercambiaba susurros emocionados con Cora.

Harry había avanzado en su propio libro Una cuestión de transformación, al parecer la transfiguración humana era extremadamente difícil, el recuerdo de estar atorado con un pico lo seguía atormentando por lo que se tomaba en serio las advertencias que venían en el libro.

“Nunca experimentes la auto-transfiguracion solo, es necesario que haya alguien dispuesto a realizar primeros auxilios o aparecerte en un hospital en caso de emergencia.

¿Qué hacer en caso de perder un miembro intentando la auto-transfiguracion?”

Harry estaba ligeramente mareado y no tenía nada que ver con leer en movimiento.

Había comenzado a leer la introducción a la transformación animaga, iba en la parte que explicaba como la forma del Daemonio del usuario influía en la forma que este tomaba cuando los altavoces anunciaron que estaban por llegar a Hogwarts, Harry guardo su libro y decidió esperar algunos años para siquiera pensar en intentar convertirse en animago.

Hermione fue al baño a cambiarse y después de sonrisas incomodas Neville y él se pusieron sus túnicas.

 

Había un gigante frente a él.

Claro que había soñado con Hagrid, pero en los sueños no se dimensionaba lo gigante que era el bueno… el gigante.

Había bajado del tren con cuidado por el húmedo barro y en cuanto Hagrid lo vio lo arrastro hasta el frente.

“Harry, cuanto tiempo sin verte.” Harry no lo había visto nunca, no en esta vida de todos modos. “Estaba planeado que te llevara al Callejón Diagon, pero hubo algunas complicaciones.”

Harry supuso que por complicaciones se refería a que nadie sabía dónde vivía por lo que simplemente asintió sin querer revelar nada.

El grupo de primeros años había aumentado, los que habían escuchado hablar a Hagrid ahora lo miraban fijamente.

“Muy bien síganme, no más de cuatro por barco.” Y Hagrid se fue, su castor lo seguía a un ritmo más lento.

Una revoltura de niños y animales avanzaron penosamente por el barro, un gato gris en particular se quejaba tanto que Tuch había comenzado a imitarlo en voz baja.

“Es impropio de los de mi clase-” Harry trataba con todas sus fuerzas no reírse. “Harry recuerda decirle a tu padre sobre esto… espera no tienes padres.”

Harry se atraganto.

Cuando llego a los barcos todavía tosía con tanta fuerza que ni siquiera se dio cuenta de quien estaba a su alrededor.

“¿Estas bien?” La suave voz lo saco de su pequeño ataque de tos.

Una niña de ojos cafés y piel pálida lo miraba con curiosidad, en su hombro estaba un ave negra con amarillo en el pico y alrededor de los ojos. Sentada a su lado estaba la niña más pálida que había visto en su vida, su cabello rubio le daba un aire de fragilidad, parecía que con el bamboleo del barco se caería. En sus manos tenía una tortuga, su caparazón estaba un poco abultado y tenía líneas amarillas que parecían estrellas. La rubia lo miraba fijamente con sus helados ojos de un azul tan claro que parecían blancos.

“Estoy bien muchas gracias.” Harry se aclaró la garganta ya que todavía le dolía por tanto toser, al mismo tiempo estudio a la niña que lo miraba fijamente, piel pálida y enfermiza, cabello rubio y helados ojos azules blanquizcos. Estaba dispuesto a apostar que frente a él estaba la heredera Greengrass que la señora Black le había informado que estaría en su año.

¿Cómo sabia un retrato como se veía? Harry no estaba dispuesto a preguntar eso.

Puso en práctica sus lecciones por segunda vez en el día.

“Me disculpo por mi comportamiento anterior, mi nombre es Harry Antares Potter a mi daemonion Tuch le gusta permanecer escondida.”

El único otro hombre en el barco le dio una mirada poco impresionada, el enorme felino que estaba a sus pies parpadeo lentamente.

“Un placer conocerlo heredero Potter.” Dijeron los tres con diferentes grados de entusiasmo.

“Mi nombre es Daphne Greengrass y él es Arus.” La rubia levanto un poco a la tortuga para darle énfasis.

El moreno con impresionantes pómulos y ojos color miel fue el siguiente. “Mi nombre es Blaise Zabini.” Hizo una pausa e inclino la cabeza hacía el felino. “Sala”

La chica que había hablado primero le dirigió una sonrisa un poco tensa. “Mi nombre es Tracey Davis y él es Drovu.” El ave se acicalo bajo la mirada de todos.

“Un placer conocerlos heredera Greengrass, heredero Zabini.” Harry asintió hacia ellos. “Señorita Davis.”

 

Los murmullos de los otros barcos se detuvieron de golpe, Harry miro a su alrededor buscando la razón y se topó directamente con Hogwarts.

“Cierra la boca.” Tuch susurro y Harry lo hizo provocando un sonido sordo.

Ni sus sueños más locos podían compararse con lo que tenía enfrente. En el mundo alfa lo había maravillado el hermoso y enorme castillo y podía entender porque lo había considerado su hogar. Era el lugar más mágico que había visto.

Tanto que casi podía saborear la magia. Se oprimía, giraba, se apretujaba, el aire vibraba y Harry sentía que con solo respirar podría provocar chispas o peor aún una explosión. La presión se hizo cada vez más fuerte y cuando Harry comenzó a preocuparse esta desapareció. Como si después de recibir una mirada desaprobadora de una madre esta decidiera dar unas cuantas palmadas de advertencia y retirarse.

Parpadeo rápidamente para eliminar la humedad de sus ojos.

 

“Vamos por aquí.” Hagrid volvió a llamarlos cuando llegaron a su destino.

Una pequeña multitud avanzo hasta unas grandes puertas dobles, Hagrid toco y se abrieron para revelar a una severa bruja que los miraba con ojos agudos, había un coyote sentado remilgadamente a su lado, ni un solo bigote estaba fuera de lugar.

“Si me siguen.” Y se dio la vuelta con la túnica verde esmeralda ondeando con cada paso que daba.

Los llevo a una pequeña habitación, no tan pequeña como para sentirse abarrotada, pero si lo suficiente como para estar incómodamente cerca unos de otros.

“Bienvenidos al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, yo soy la subdirectora Minerva McGonagall.”

“En un momento los seleccionaran para su casa.” Recorrió la mirada por el pequeño recinto. “Esta la casa de Gryffindor para los valientes y nobles, Hufflepuff para los leales y honestos, Ravenclaw para los curiosos y creativos y finalmente Slytherin para-“

“Para las serpientes viscosas.” Alguien murmuro lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por todos. Hubo algunas risitas aquí y allá, así como miradas indignadas.

“¡Señor Weasley!… supongo que es un Weasley.” Mas risitas. “No se tolerarán faltas de respeto dentro de este recinto escolar.” Con esto miro a su alrededor como dando una última advertencia. “Ahora si me disculpan, cuando se abran las puertas ingresaran al Gran Comedor en una fila ordenada, les sugiero que se limpien un poco.”

Salió por una pequeña puerta lateral y cuando la abrió permitió entrar una gran cantidad de ruido. No se detuvo a explicar los rasgos que la casa de Slytherin apreciaba.

Humanos y animales se acicalaban por igual y poco a poco las conversaciones comenzaron de nuevo.

“¿Alguien ha visto a Harry Potter?” La misma voz de antes se hizo oír sobre todo el ruido. “Esperaba poder sentarme con él en el tren para hacernos amigos.”

Los susurros no se hicieron esperar y todos comenzaron a buscar a su alrededor con sospecha, agradeció el haberse acomodado detrás de dos jóvenes lo suficientemente robustos como para que lo cubrieran por completo.

“Hacerte amigo de Harry Potter.” Una voz altiva interrumpió los furiosos murmullos, los chicos que estaba utilizando para esconderse dieron un paso adelante. “¿Qué tienes tu para ofrecerle a Harry Potter? Pelo rojo, túnicas de segunda mano, Daemonion de rata-“

“¡Es una ardilla!”

“Claramente eres un Weasley.”

 

Antes de que la pequeña pelea evolucionara a algo físico un grupo de fantasmas atravesaron por la pared susurrando furiosamente entre ellos sobre alguien llamado Peeves, estaban tan distraídos que incluso algunos chocaban con los estudiantes dejando muecas a su paso.

“Disculpé caballero no lo vi ahí.” Dijo uno de los fantasmas a un traumatizado niño.

Harry resoplo suavemente y todos los fantasmas parecieron quedarse quietos por un segundo para después comenzar a buscar a su alrededor.

“Podría jurar que lo sentí.” El mismo fantasma de antes miraba a su alrededor con nerviosismo.

 

Las puertas se abrieron y las especulaciones sobre a quién buscaban los fantasmas quedaron olvidadas una vez que vieron la gran cantidad de personas que había en el Gran Comedor. Para desgracia de Harry le toco acomodarse detrás de Hermione la cual parecía que rompería a llorar en cualquier momento. Susurraba frenéticamente datos aleatorios de Hogwarts una historia y de los libros de texto de primer año.

“La raíz del higo seco es agresiva… El techo está encantado para reflejar el cielo y el clima.”

Finalmente se detuvieron frente a un taburete más viejo que el de Ollivander, pero este tenía un sombrero encima, un feo sombrero y tan viejo que Harry ni siquiera trato de adivinar cuál era su color original. Para sorpresa de los de primer año dicho sombrero comenzó a cantar.

El mundo mágico era extraño. Concluyo Harry, podías tener casas enteras en un solo bolso y sombreros parlantes.

Dejo que sus ojos vagaran por todo el lugar cuando comenzaron a llamar a cada uno de los estudiantes por su nombre. El Gran Comedor era majestuoso con cuatro mesas y en cada una de ellas estudiantes que utilizaban los colores de su casa.

A pesar de la mezcla de animales y humanos no parecía un caos (solo la mesa con rojo y dorado parecía caótica). Los Daemonions se acomodaban entre los pies de los alumnos si eran demasiado grandes, las aves revoloteaban o se acomodaban en pequeñas perchas que había en el centro de las mesas, podía ver animales pequeños en los hombros o regazos y todos y cada uno de ellos prestaba atención a la clasificación.

Cuando Goran O‘Hare fue clasificado en Hufflepuff Harry volvió a sintonizar con los nombres.

 

“Harry Potter.” El Gran Comedor pareció contener la respiración, Harry dio un paso adelante, después otro y se acomodó poniéndose el gran sombrero en la cabeza.

 

“Con que un sombrero viejo y feo, admito que me han dicho cosas peores.” Una voz levemente aguda rebotaba dentro de su cerebro y Harry trato con todas sus fuerzas de evitar pensar en el mundo alfa.

Se hizo un silencio incomodo y después. “Ya veo, nunca había clasificado a alguien de otra dimensión.”

Harry sintió que era muy razonable entrar en pánico.

“Por favor no le digas a nadie.” Rogo con todas sus fuerzas.

“No se preocupe señor Potter no le puedo contar a nadie lo que veo en la cabeza de los jóvenes.”

“¿Ni siquiera al director?”

“Ni siquiera a él.” Confirmo. “Ahora si pudiera dejar de preocuparse tal vez podría clasificarlo.”

Tomo un par de respiraciones mientras escuchaba al sombrero murmurar.

“Tienes valentía sí, pero no creo que te iría bien en la casa de los valientes con todos los secretos que guardas. Un Daemonion de serpiente nada menos, definitivamente no Gryffindor ellos no respetarían tu decisión de mantenerla en secreto y si la descubren podría ponerse feo.”

Una parte de Harry se removió incomoda, sus sueños estaban plagados de rojo, dorado y valentía a pesar de que no eran recuerdos como tal sentía que era su obligación ser valiente, ser como sus padres, ser como el Harry del mundo alfa.

Tuch solía decirle. “No eres él, Harry, eres tu propia persona.”

“Eso suena como un buen consejo jovencito, escucha más a esa serpiente tuya los Daemonions no suelen equivocarse” Dijo el sombrero. “No rehúyes al trabajo pesado, pero para ti es más un medio para lograr un fin, una forma de protegerte. Lo mismo pasa con tu sed de conocimiento, te quejabas de tus lecciones, pero sabias que las necesitarías si querías pertenecer al mundo mágico, tienes curiosidad, pero también ambición.”

Un recuerdo de sí mismo diciendo que ya no era un niño sin conocimiento como en el mundo alfa lo interrumpió.

“Y eso señor Potter le ayudara con sus ambiciones.”

¿Ambiciones? ¿Qué es lo que Harry quería lograr en la vida? Ya tenía una cama y comida, así como dinero, no tendría por qué preocuparse durante los próximos siete años como mínimo. ¿Pero era eso cierto? Todavía quedaban las expectativas de la gente.

¿Era su responsabilidad cumplir con las altas expectativas que los demás tenían sobre él? Harry no estaba muy seguro de querer hacerlo, recordaba lo fácil que le habían dado la espalda al Harry Potter del mundo alfa, lo mucho que esperaban de él y lo poco que lo respetaban.

En sus sueños había dado la vida por la comunidad mágica y a pesar de eso había personas que aseguraban que era el próximo señor oscuro, después de todo ¿Quién puede sobrevivir dos maldiciones asesinas?

Incluso en este nuevo mundo ya había expectativas sobre sus hombros. Ser un Gryffindor, tener un Daemonio de leona. Harry suspiro.

“No quiero tener que morir, no de nuevo, no por ellos.” El sombrero guardo silencio como si acabara de ver a toda una especie condenarse y tal vez así era.

“Entonces Antares Draiocht, es mejor que seas…” Paso de hablar en su mente a hablar en voz alta. “¡SLYTHERIN!”

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